13. Hasta el corazón más frío tiene sentimientos.
Estamos en una estación de servicio. No tengo ni la menor idea de cuántos kilómetros hemos recorrido pero estoy segura de que ya salimos de Nueva York por varias cosas: ya no hay tantos edificios, no hay tanto ruido y ya no huele tanto a basura y aire contaminado con dióxido de carbono. ¿Sí era dióxido de carbono? Ya ni lo recuerdo. El punto es que llevamos más de dos horas en la carretera y a mí ya me estaban dando ganas de hacer pipí así que molesté a Mar todo el rato hasta que por fin decidió pararse aquí.
Y a pesar de que se quejó, todos en el auto se bajaron para hacer sus cosas de seres humanos: Spencer se quejó de orinar en un baño público.
—Al menos agradece que no eres mujer —comenté y tanto Elle como Kelia asintieron.
—Ustedes agradézcanlo. De ser mujer, sería la más bonita del grupo y eso las dejaría a todas en segundo plano... M-menos a Kelia, claro...
El muy idiota no había dejado de adularla durante todo el viaje, causándome náuseas. Ahora mismo estoy mirándolos a través de las ventanas de la tienda de la estación, con los brazos cruzados y las cejas fruncidas. Kelia se está pintando los ojos con crayón negro y mascando chicle, mientras Spencer da pinta de que le quiere pedir un autógrafo. Parece que todo el teatro que se armó la ex princesita no activó sus alarmas. Claramente Kelia Harris no es de fiar: nos manipuló y extorcionó para que la trajeramos con nosotros sin ningún motivo aparente. Yo no me creo la historia de que "estaba aburrida". Conozco ese tipo de personas, siempre tienen otra razón.
—Oye, si tienes algo contra Kelia solo ve y prende fuego a su cabello —dice Elle a mi lado.
—¿Eso está permitido ante la ley?
—No, irías a la cárcel por pirómana.
—Mierda —bufo y la observo—. Perdón pero no la soporto. Ahora se las da de la chica emo y cool, y aunque admito que eso me agrada más que sus fachas de princesa del bosque encantado, sigue generándome desconfianza.
—¿Lo dices porque nos investigó en secreto de tal manera que supo lo que nosotros estuvimos haciendo estas semanas y guardó evidencias para chantajearnos para que la llevásemos con ella en nuestro viaje en el que ella nada tiene que ver solo con la vaga excusa de que estaba aburrida? —dice rápidamente—. Si, eso no parece bastante confiable.
—¡Gracias! Ahora sé que no soy la única que piensa eso.
—Creo que Mar tampoco se lo creyó, pero está tan ansioso de ver a Peyton que quiso irse por la forma más rápida.
Suelto una risita.
—Mar es un neurótico ansioso, hace esto con tanto desespero que parece que le gusta Peyton.
—Tal vez es porque le gusta, ¿no? —Elle me mira y sonríe como si me acabase de dar cuenta de algo demasiado obvi...
Ah, no jodan.
—¡¿A Mar le gusta Peyton?!
—No me digas que no te has dado cuenta, ____. ¡Es más claro que el agua!
—Pues depende, porque el agua que se hace en el inodoro luego de que cago sí que no es clara...
—Ese no es el asunto. Quiero decir, ¿qué no es demasiado obvio? Casi le da un ataque cuando Spencer le contó que la perdió, ingresó a una red privada y mintió a militares para poder comunicarse con ella y ahora estamos en un viaje completamente organizado por él para ir en su búsqueda. Ni siquiera Spencer que es su hermano se ha preocupado tanto por ella.
—Bueno, pues ahora que lo dices así, sí suena algo a que le gusta —razono rascando mi cabeza—. Pero hey, no me culpes. Soy pésima en eso de los asuntos amorosos. A Spencer lo descubrí fácilmente porque míralo —lo señalo—. No sé si es que le gusta tanto Kelia que lo hace sonrojarse de ese modo o es su perfume de lavanda que le causa alergia. Probablemente sean las dos, ¿quién sabe?
—Spencer es bastante enamoradizo y coqueto. Aunque nunca lo he visto enamorado de verdad y, ¿sinceramente? No creo que con Kelia pase. No es para nada su tipo. Mar en cambio sí está enamorado de Peyton desde que son unos bebés. Y el muy tonto ni le importa que a Peyton no le guste en lo absoluto.
—No puedo creer que una bestia tan horrible y fría pueda tener sentimientos. Es tan raro...
—Supongo que hasta el corazón más frío puede sentir cosas —Elle encoge los hombros—. Es una lástima que no sean correspondidos... o una bendición, no sé, ¿está mal no desearle amor a alguien?
—Yo no opino en eso, tengo ganas de incendiar a Kelia. No somos buenas personas.
Observamos un segundo más a la parejita feliz, pero Spencer sale en ese momento del auto y se dirige hacia aquí. No tengo ni puta idea de por qué, pero mis hombros se tensan y tomo una actitud y postura casi a la defensiva. ¿Qué voy a hacer? ¿Golpearlo con la bolsa vacía de maníes que tengo en la mano hasta que reaccione y salga del trance de Kelia Harris?
—¿Y esas miradas? —pregunta el mismo cuando entra. Está sudado y enrojecido, quiero suponer que en parte es por el sol—. ¿Por fin aceptarás que te gusto y soy tu rey y la persona más atractiva del universo? Porque no te culpo, ¿quién soy yo para negar la verdad?
Voy a golpearlo con la bolsa de maníes pero ahora por motivos diferentes.
—¿Qué haces aquí? ¿Kelia por fin rompió el amarre?
—Quiere cigarrillos —comenta con una mueca incómoda—. Le dije que era malo para la salud y que podía afectar sus papilas gustativas pero me dijo que no le importa quedarse sin gusto.
—¿Y como es que no te dio un paro cardíaco al escuchar eso? —pregunta Elle.
—Lo superaré, me tengo que acostumbrar a esta nueva actitud de emo gótica. Siempre pensé que era una chica tierna y amable amante de la comida, pero esta actitud no me desagrada taaanto.
—¿Seguro?
—Querida Downes, ¿cuándo no he estado seguro de algo? —nos da una sonrisa coqueta y va hacia la caja.
Elle y yo nos miramos, ambas con cejas alzadas.
—Ahora que lo dice, varias veces.
—Sip, y no es como que se vea tan seguro de esto ahora.
Spencer termina de comprar la caja de cigarrillos y unas frituritas naturales para nosotras, jactándose de que eran las mejores del condado por algo de su textura y consistencia, yo que sé. Al rato sale de la tienda, volviendo a poner la sonrisa de baboso cuando le entrega los cigarrillos a Kelia. Suelto un gruñido.
—No creo que sea buena para él —suelto de repente, con la boca llena de frituritas. Sí están bien ricas.
—¿Y tú cómo sabes quién sea buena para él? No vayas a pensar que te estoy juzgando, muñeca, ¿pero llevas conociéndolo cuánto? ¿Dos semanas?
—No sé por qué lo he sentido como años.
—¿Si, verdad?
—Como sea, no me importa si es poco o mucho que lo conozco. Spencer me importa, no sé cómo lo ha hecho pero el idiota engreído ha abierto un hueco en mi corazón seco y ahora me duele ver que babea por alguien que no lo merece.
—¿Te gusta Spencer?
Una friturita casi se me va a la nariz.
—¿Qué? ¡No! Lo quiero pero como un hermano —comento nerviosa, tosiendo un poco por el alboroto. Creo que Elle no se lo traga del todo—. ¿Es que si digo que me importa directamente significa que me gusta?
—En mi defensa, no sólo dijiste eso. También que se abrió un hueco en tu corazón seco. Perdóname pero dejas qué pensar.
—Pensaste mal, estúpida —le doy un empujón con el hombro—. No importa, pero quiero hacer algo para impedir esas escenitas.
Los señalo. Ahora Spencer se encuentra encendiendo el cigarrillo de Kelia con su encendedor favorito y una mueca entre tragedia y alegría en el rostro. Se parece a esas máscaras del teatro.
—¿Y qué traes en mente?
—No lo sé... déjame sacar mi lado maquiavélico y luego te cuento.
En ese momento Mar sale del baño y se dirige a la caja registradora. Elle y yo lo seguimos, yo en particular estaba a punto de preguntarle si estuvo muy dura la cagada pero me detengo porque en la televisión de la tienda están pasando una de mis series favoritas en toda mi miseria existencia y la única razón por la que veo Disney Channel.
—¡Gravity Falls! Yo amo, ¿por qué no me dijo que la estaban pasando?
—¿Te conozco? —pregunta el chico que atiende.
Lo ignoro y veo gustosa cómo Dipper y Mabel Pines hablan con un gnomo del bosque. Creo que es el primer capítulo, ese en el que al final sale el clip del gnomo vomitando arcoíris que se ha vuelto icono de la cultura pop. Mar a mi lado tiene una mueca de asco.
—¿Qué?
—Odio esa serie —comenta—. Me parece que está sobrevalorada.
—Irónico, odia Gravity Falls y se apellida como los protagonistas —Elle ríe.
—¡¿Tu apellido es Pines?! ¡¿Como Mabel?!
—Si, y ella me parece el personaje más estúpido de todos los tiempos.
—Tu de verdad eres un ser sin sentimientos.
—Y tú pareces hermana de Mabel.
—¡¿Y se supone que eso es un insulto?!
Spencer entra de nuevo a la tienda murmurando algo sobre la gasolina y Elle lo acompaña diciendo que ella se encargará de problemas de machos. Me giro hacia Mar, que ahora mira con interés un llavero que hay en el mostrador. Tiene la figura de Barbie y es rosa.
—¿Lo vas a comprar para Peyton? —pregunto creo que muy fuerte, porque pega un brinquito y me mira mal, pero eso último es natural en él.
—Eso no es asunto tuyo —responde pero aún así lo compra. Caminamos juntos fuera de la tienda.
—No tiene nada de malo decir que te gusta Peyton. Y sí, lo sé, es bastante obvio. Lo noté desde el primer momento en que te vi, amigo, deberías ser más discreto —asiento varias veces—. Debe ser lindo que alguien se preocupe de esa forma por ti. Quiero decir, sigo pensando que llamarte animal sería un insulto porque los animalitos si sienten y son tiernos. Tú eres más como un zombie, pero uno con sentimientos. Al menos hacia Peyton, qué lindo.
Mar se detiene antes de cruzar la puerta y me mira. Tiene un dedo de salchicha apuntándome.
—Lo repito de nuevo si no me entendiste: no es asunto tuyo, no te metas y no comentes nada al respecto... no quiero que Spencer se entere.
—¿Y eso por qué o qué?
—Adivina —sonríe amargamente. Yo ruedo los ojos.
—No es asunto mío —suspiro—. Como sea, yo intentando ser amable y tú con tu hermosa personalidad. ¿Podría esperarme más de alguien al que no le gusta Gravity Falls?
Mar no responde. Sale de la tienda y yo le sigo. El tema se me olvida de inmediato porque ahora Spencer y Elle están peleando con el auto para subir el techo. Resulta que Kelia se estaba quemando la piel con el sol y Spencer del apuro había averiado el mecanismo que permite que el techo se expanda. Mi no querido no amigo Mar empezó a insultarlos, gritando que esto los demoraría más minutos.
Suspiro de nuevo. Aquí vamos otra vez.
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