Parte 5 (Final)
Sin importar cuántas vueltas diera alrededor del tema, la conclusión siempre era la misma al final: KyungSoo algún día retomaría su vida y él la suya, ambas por caminos diferentes y separados entre sí. No podía simplemente quedarse con el niño como si por el hecho de haberle encontrado fuese suyo, porque no lo era. Pero tampoco tenía caso hacer algo para no desarrollar cariño por el menor, puesto que sin darse cuenta ya lo estaba sintiendo.
Era de día, el sol resplandecía y aprovecharía para cazar mientras los animales salieran en busca de agua para beber.
Ya casi llegaban las doce y no había capturado nada hasta el momento, pero no desistía de su propósito por ningún motivo, pues KyungSoo lo esperaba en casa seguramente hambriento.
Se ocultó detrás de la anchura de un árbol, echado, esperando por alguna víctima. Entretanto pensaba en cómo estaría el pequeño, qué estaría haciendo y cómo se estaría sintiendo. En realidad se preocupaba bastante por él, deseaba cuidarlo y mantenerlo a salvo de todo. Si bien era cierto que por naturaleza era salvaje en algunas ocasiones, también estaba en sus instintos caninos el ser fiel y proteger a los suyos.
Estaba tan abstraído y absorto en sí mismo que fue tomado por sorpresa al percibir el crujir de hojas. Asomó la cabeza y divisó entre las ramitas que le cubrían la vista a un ciervo bebiendo tranquilamente agua del lago. Era el momento. Se elevó en sus cuatro patas, evitando por todos los medios hacer algún ruido que le dejara en evidencia y entonces, se acercó con sigilo. Cuando la distancia se volvió menor, anchó las garras de las patas y se inclinó hacia adelante con intenciones de saltar.
Sin embargo la acción no se pudo concretar. Antes de poder dar el siguiente paso, un sonido estridente surgió de algún punto a la distancia y cuando menos lo esperaba, tenía una bala enterrada en la pata delantera derecha. El bramido que emitió se escuchó varios metros a la redonda. El ciervo levantó la cabeza con sus expresivos ojos descolocados y salió huyendo. Un segundo disparo le fue propinado, en esta ocasión en el pecho, demasiado cerca del corazón.
Kai luchó por no caer ahí mismo y con la vista opacándosele, observó el extremo contrario del lago. Ahí se hallaban tres personas: una mujer y dos hombres, uno de ellos cargando un rifle con el cual le apuntaba directo a la frente.
No se quedaría en ese lugar en espera de ser asesinado. Como pudo se impulsó con las tres patas sanas y dio un veloz giro, emprendiendo su escape. Corrió y corrió, siguió corriendo sin parar y el camino parecía volverse eterno frente a sus ojos mientras evitaba tropezar con raíces y rocas. Poco antes de llegar a la cabaña se convirtió nuevamente en humano. Le zumbaban los oídos y la razón le fallaba. Las ideas no surgían claras en su cabeza.
Se detuvo un par de segundos sólo para respirar y calmarse un poco antes de abrir la puerta y entrar a la cabaña. KyungSoo estaba sentado con los pequeños objetos perdidos regados a su alrededor. Al ver que Kai llegaba se levantó para saludarlo con un efusivo abrazo, pero al notar la espesa sangre escurrir por su brazo y brotar de su pecho, se quedó estático. Los lentes que sostenía hasta ese momento cayeron al suelo y se quebraron en dos pedazos, KyungSoo avanzó lentamente, sin preocuparse de haberlos pisado y se instaló con preocupación frente al hombre.
-¿Qué te pasó? -preguntó lloroso.
-KyungSoo, tienes que salir de aquí lo antes posible -El niño no mostraba reacción ante su orden, de manera que Kai inhaló profundo y se inclinó, con mucha dificultad, hasta quedar a su nivel-. Pequeño, debes irte, tus padres vinieron a buscarte.
-¿Qué te pasó? -volvió a cuestionar, esta vez llorando más fuerte. Entonces Kai se obligó a mostrarle una sonrisa que le tranquilizó un poco.
-No me pasó nada -aseguró.
-Pero estás sangrando mucho -repuso el menor-. Kai, estás sangrando -pronunció alarmado.
-No es nada, de verdad -dijo-. En pocos minutos la sangre parará y me recuperaré.
-¿De veras? -cuestionó.
-¿Crees que te mentiría? -KyungSoo sacudió la cabeza-. Por supuesto que no, nunca lo haría, ahora ve con tus padres.
-Ven conmigo -suplicó KyungSoo-. Vamos a mi casa, ahí te ayudaremos a sanar tus heridas.
Para él estaba siendo extremadamente difícil separarse de KyungSoo, es especial cuando el niño tiraba de su mano para hacerle seguirle hasta la puerta, pero no podía hacerlo.
-Estoy bien, lo juro, casi no me duele -mintió.
Por más que intentó, no fue capaz de alejar la vista de los tristes ojos del pequeño, rogándole que fuera con él. No sabría definir cuál dolor era más grande, el de ignorarlo o el de separarse de él.
-Ven con nosotros -pidió una vez más-, puedo decir que eres mi mascota, dormirás en mi habitación, es lo suficiente grande para estar los dos juntos.
-No puedo, tengo otro sitio al cual ir.
-¿A dónde?
Como única respuesta, Kai levantó a KyungSoo del suelo, haciendo uso de la poca energía que le quedaba, para besarle las mejillas y frente con dulzura. KyungSoo se dejó hacer y rodeó con sus cortos brazos el cuello del mayor, quien sintió un punzante dolor en la herida de su pecho pero disimuló bien.
KyungSoo también lo besó en el cachete, fue un gesto que recordaría para siempre, pensó.
-Ve ahora con tus padres, deben estar preocupados.
-¿Ellos te hicieron esto? -preguntó consternado. Había olvidado que su inteligencia superaba a la de muchos niños de su edad.
-Por supuesto que no- contestó-. Por favor, sal de aquí, pronto te hallarán.
En el instante preciso que con ayuda de Kai, los pies de KyungSoo aterrizaron en el piso, la puerta fue abierta con una patada del hombre que llevaba el rifle. Antes de ser descubierto, Kai se transformó y salió por la ventana, atravesando el recubrimiento que la protegía.
-¡KyungSoo! -exclamó su madre. Ella y su papá se acercaron hasta él y lo abrazaron.
Fue atacado por decenas de preguntas. ¿Por qué te fuiste? ¿Dónde estuviste? ¿Qué estuviste haciendo? ¿Cómo pudiste? Estaba tan fuera de sí que lo la única respuesta que lograba articular era que se hallaba bien.
Había visto el arma del hombre que acompañaba a sus padres, y con eso tenía suficiente para saber que Kai le había mentido. Sí habían sido sus padres quienes lo lastimaron.
XXX
El invierno del año dos mil diez, KyungSoo visitó la cabaña de su abuela en el bosque después de haber transcurrido mucho tiempo. La realidad era que no recordaba haber ido alguna vez, según sus padres era demasiado pequeño para recordar su última visita. Ese año la vivienda se encontraba llena, pues una tía había viajado desde Japón junto a sus dos hijos, TaeWoo, el menor, y TaeMin, de su edad.
La cabaña contaba con una cama extra, de lo contrario no habría sitio para que durmiesen tantas personas.
Suspiró y se levantó de la cama. Su abuela, su madre y su tía se encontraban cocinando; su padre encendiendo la fogata con ayuda de su primo mayor, y el menor, se había dormido desde temprano en una de las camas. Con tanto ruido ahí dentro no lograba concentrarse en su lectura. Con una linterna en mano, pues era ya de noche, avisó que saldría y se dirigió al exterior.
Se instaló bajo el arce plantado fuera de la cabaña y se colocó la capucha de su chamarra negra para resguardarse del frío. Con la linterna prendida junto a sus piernas, aluzando las hojas del libro abierto en su regazo, se dispuso a reanudar su lectura en donde la había pausado.
En uno de los descansos que hizo para procesar lo que estaba leyendo, se dio el tiempo de observar el paisaje. Tal vez era muy pequeño desde la última vez que había estado ahí, pero en definitiva todo le parecía sumamente familiar: desde el árbol y las plantas bien cuidadas, hasta la montaña Halla que descollaba en lo alto del infinito cielo, sin cables ni postes que cubrieran la vista de las estrellas.
Un ruido proveniente de los arbustos a sus espaldas lo puso en alerta. Al principio intentó no prestarle atención, suponiendo que se trataba de algún roedor, así que siguió leyendo. Sin embargo, estaba seguro de que esas respiraciones laxas no podían ser las de un animal tan pequeño. Cerró el libro y lo dejó sobre el pasto, sujetó la linterna y aluzó el entorno.
Bajo la luz de la linterna, un par de ojos amarillentos flotaban sobre los matorrales. Una figura enorme emergió lentamente de entre el pastizal, entonces lo observó con fijeza.
KyungSoo descubrió que no sentía ni un poco de miedo a esa colosal criatura. Ese color de ojos... él lo recordaba.
-Kai...
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Aquí se acaba la primera parte. Recuerden que habrá una continuación, aunque la subiré en una historia aparte en esta misma cuenta C:
Ahora sí, ¿qué les pareció la historia? ¿Qué fue lo que más les gustó y por qué? ¿Cuál fue su personaje favorito?
Yo creo que es muy simple, pero me gustó escribirla. C:
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