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꧁Cap. 32꧂

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El sonido de la madera mojada rechinando a su alrededor junto con el suave balanzeo de un barco en altamar fue lo primero que resivió al momento de volver en sí.

"¿Donde estoy?" Se preguntó inconscientemente al ser resivido por un ambiente en tinieblas a excepción de una tenue claridad que se encontraba en el techo que parecía aquella luz que los humano dicen que se encuentran al final del túnel de la muerte y que, sin remedió alguno, le murmuraba de cierto modo... "Aún no estás muerto, pero... desearía estarlo después de todo lo que pasará en un futuro no muy lejano".

Intentó moverse de aquella posición pero no pudo. Estaba de rodillas al suelo y sus brazos estaban encadenadenados a dos enormes rocas que pesaban toneladas, incluso para su fuerza sobrenatural. También, apenas podía mover su cuello ya que igualmente que sus muñecas, estaba encadenado a otra roca un poco más pequeña pero igual de pesada para él.

Trato de que su vista se acostumbrara a la oscuridad de aquella habitación, ya que estaba acostumbrado a la luz natural del fuego y la lava que se encontraba en su fortaleza en el Nirvana así que, por un instante, trató de recordar que había pasado para llegar a esta situación.

No recordaba nada y no sabía porqué, pero, al ver al frente y poder ver frente a él una jaula algo pequeña para cualquiera, encontró a Uraraka encerrada en aquella jaula como si fuera un animal mostrando un rostro de sufrimiento, pálido y sin color que incluso sus mejillas rosadas que tanto la caracgerizaban se habían borrado. Se veía tan enferma y demacrada que hasta una negras ojeras se instalaban bajos sus ojos y sus labios ahora se encontraban resecos.

Al verla de ese modo y analizar la situación mejor que antes, lo recordó... Recordó que habían sido capturados por la Unión y ahora se dirigían aún futuro incierto en el reino humano.

Al comprender lo que había pasado y como ellos trataban a su reina, Katsuki enfureció a tan grado que comenzó a tratas de romper las cadenas tensandolas a pesar del dolor que le provocaba y a rugir como él dragón alfa que en su interior gritaba de furia y dolor por haber sido arrancado de su hogar en los mares junto con su pareja y verla a ella, la persona que amaba y adoraba, en ese estado tan deplorable e inhumano siendo tratada como basura.

No podía estar más furioso y iracundo por lo que ahora había pasado y se encargó de hacerlo saber a todo el barco y sus tripulantes que al oír los rugidos de un dragón alfa furioso, se extremecieron a tal punto de temer por su vida, sólo Toga se mantenía serena y se limitaba a guardar su colección de sangre en una caja especial oculto en una de las tablas del barco.

Todas ellas eran de su hermano, de diferentes etapas de su vida junto a ella, la más reciente fue tomada hace unos cuantos días y está era especialmente letal ya que estaba convinado con el veneno de una serpiente tigre suficientemente potente para matar a un humano o... noquear un dragón rey.

Esta muestra ahora era negra por el veneno que había acabado con sus células y en definitiva, era su favorita.

(...)

Katsuki había estado gritando y rugiendo durante más o menos una hora. No podía convertirse en dragón, no sabía porqué pero no podía, así que se limitaba a usar lo que tenía en su cuerpo humano para liberarse de las cadenas y matar a cualquiera que se atraviese en su camino.

Siguió así unos minutos hasta que una voz, que al principio fue irreconocible para él, le llamo hasta que comprendió a quien pertenecía, notando como Uraraka lo miraba con ojos apagados y una voz tan ronca y débil que ni siquiera parecía la suya.

—Kat... su... ki— Uraraka se veía tan enferma y debíl que todo el valor y la furia que había sentido hace unos instantes se desvaneció siendo reemplazados por lágrimas en sus ojos mientras veía como la castaña se arrastraba con todo sus fuerzas hasta llegar al borde de la jaula para estirar su mano y tocar con delicadeza la mejilla ardiente del rey mientras decía:

—No... No llores, Katsuki— dijo mientras dejaba leves caricias con sus dedos helados y limpiaba con gentileza sus lágrimas.

Katsuki ante aquel gesto, sólo pudo llorar más mientras decía desesperado y con el dolor latente de su corazón de dragón:

—¡¡¡¡Lo lamento... Lo lamento tanto, Ochako!!!!— gritaba mientras las lágrimas bajaban por sus mejillas en un intentó desesperado de expresar su dolor —¡¡¡Si no huviera sido tan incompetente y estupido, pudiéramos haber cumplido nuestra promesa!!! ¡¡¡Fui un idiota egocéntrico al creer que ganaría esta batalla!!! ¡¡¡¿Cómo no me di cuenta que la batalla era una distracción para que ese bastarda llegará a ti y te capturara?!!! Y lo peor de todo... Es que no pudo protegerte, no tuve la fuerza para vencer a mi hermana...— Katsuki había dejado de gritar y ahora se limitaba a bajar la cabeza mientras las lágrimas de sus ojos caían al suelo —Tú no mereces a alguien como yo, Ochako. Un idiota debíl e incopetente que ni siquiera puede mantener a salvo a su hogar y a su reina... Debo morir por lo que he hecho y como he permitido que te dejen— Uraraka escuchaba en silencio los lamentos del rey y nuevamente, alzando la vista del rey tomando su mejilla, Uraraka sonrió con una sonrisa pequeña pero sincera a pesar de la situación y temblar levemente por el esfuerzo.

—No es tú culpa, Katsuki...— se esforzó Uraraka tomándose algunas pausas para decir aquello —Nuestro destino está escrito en el cosmos y como cree tu pueblo, esto conlleva un bien mayor. Se con certeza que vamos a estar bien, que lograremos salir de esta— Uraraka tosió un poco por la reserquedad en su garganta pero continuó —Y se que ambos cumpliremos nuestra promesa de cruzar el límite juntos... Y se que algún día regresaremos junto al Nirvana de los Mares y nos casaremos prometiendo un futuro juntos y tendremos una familia que será el retoño de nuestro amor— Uraraka volvió a toser y finalmente deslizó su mano por el rostro del rey perdiendo la poca fuerza que tenía —Entonces se fuerte y no te rindas, Katsuki... Por que... yo también lo seré... y tampoco me rendire... es...una promesa— y entonces finalmente se dejó caer en la inconsciencia dejandose caer con suavidad al piso de la jaula con su brazo estirado a la dirección del rey mientras este lloraba y soltaba un grito que se convirtió rápidamente un rugido de dolor y desesperación que se escuchó por cientos de kilómetros más allá del barco.

Himiko lo escuchó estando sentada en el borde del balcón que conectaba con la habitación donde se encontraba su hermano y la maldita de su reina.

—No importa cuanto llores y te lamentes, hermano... Ya no habla vuelta atrás para lo inebitable— dijo Toga con una sonrisa entretenida viendo el sufrimiento de su hermano —Cómo me encanta verte tan debíl...

¡¡¡¿QUÉ LE HICISTE, MALDITA LOCA?!!!— gritó Katsuki con su voz de dragón alfa tratando de intimidar a Himiko... Pero... ella sólo sonrió más hasta que su sonrisa se deformó y un brilló extraño se instalará en sus ojos. Iba a entretenerse molestando a su hermano un rato.

—Pues...— dijo juguetona como un gato jugando con un ratón —La sustancia que le inyecte en dos ocasiones para dejarla inconsciente, digamos... qué tienes sus efectos secundarios...— dijo la rubia recagando su cabeza sobre su mano y miraba a Katsuki sin borrar aquella sonrisa espantosa de su rostro. Realmente estaba disfrutando ver la cara desencajada de su hermano al oírlo.

—¿Qué... Qué era esa maldita cosa?— murmuró Katsuki dirigiéndose su mirada a su reina que cada vez se veía más pálida y enferma.

—Nada en especial...— dijo Himiko divertida —Solo es una sustancia que al momento de ser inyectada al cuerpo, causa un colapso de todos sus sistemas llevando a una conmoción total que causa un desmayo o coma, dependiendo cuanto inyectes y... Como a Ochako la inyecte dos veces por estúpida, pues, su cuerpo sufrió dos colapsos en un par de horas y no sería sorprendente que sus sistemas comienzan a funcionar mal para hacer un esfuerzo por mantener vivo al cuerpo... Incluso es probable... que en algunos meses si no es atendida, Ochako sea no más que un recuerdo insignificante en este mundo... algo que no debió existir— Himiko se divirtió al ver la cara de consternación de su hermano mientras miraba a Uraraka espantado y paranoico. Cosa que sólo hizo ensanchar más su sonrisa.

—¡No pongas esa cara, Katsuki!— chilló Himiko con un pequeño puchero infantíl —Ella no morirá...— dijo la Hermana sacando de uno de sus bolsillos un pequeño frasco color rojo —¿Recuerdas esto, Katsuki? Es el elixir especial de Chiyo. Antes que muriera a una avanzada edad, mientras tu estabas en tus juntas reales, ella me enseñó a hacerlo para que lo usará cuando lo necesitará...

—Eso es...

—¡Sí, querido hermano! ¡Me alegra que lo recuerdes!— chilló Himiko nuevamente —Esto regenerará el cuerpo de Ochako y será como si nunca estuvo enferma...

—¡¡¡¿ENTONCES QUE ESPERA, TOGA?!!! ¡¡¡DESELO!!!— gritó Katsuki desesperado cambiando la expresión de su hermana a una enojada.

—¡¡¡TÚ NO ESTAS EN POSICIÓN PARA EXIGIRME NADA, BASTARDO!!!— gritó Himiko realmente enojada para luego cambiar su rostro a uno juguetón —Este elixir se lo daré al final del viaje cuando este en los brazos de las reyes Uraraka. No antes y no después. Tengo que hacerles creer que estar en el Nirvana contigo y esas criaturas despreciables, le ocasionó una enfermedad por el maltrato y humillación que sufrió por parte tuya, Katsuki y no puedo asegurar que haya golpes para lograr mi objetivo.

—Estas... ¡¡¡¡ESTAS LOCA, MALDITA ENFERMA!!! ¡¡¡YO NO SERÍA CAPAZ DE HACERLE DAÑO Y MATARÉ A CUALQUIERA QUE LO HAGA!!!— gritó Katsuki eufórico y furioso. ¡¿Qué estupidez acaba de decir su hermana?!

—¡¿Y a quién crees que le van a creer, bastardo?!— exclamó Himiko comenzando a reír como demente —¡¿Al rey de un reino enemigo o a la teniente del rey que ha sido leal y fiel a su corona?!— Katsuki se sintió frustrado y aunque odiaba admitirlo... Toga tenía razón. Su voz no valía en el mundo humano... Y no podría hacer nada por Ochako para no verla sufrir hasta que su destino sea separarse.

—Awww... Katsuki, no llores— dijo Himiko con un pequeño sonrojo y una sonrisa demente al ver a su hermano llorar... Nunca se casaría de decirlo, amaba verlo así de debíl.

Katsuki sentía las lágrimas bajar por sus mejilla y alzando su vista a Toga con su mirada llena de dolor, hizo algo que la misma Himiko nunca esperó ver ni en sus pesadillas... Suplicar.

—Por favor... Por favor, Toga... Has lo quieras conmigo, ¡¡¡MATAME SI QUIERES O TRATAME COMO TÚ MALDITO JUGUETE!!! Pero... por favor... dejala a ella y hasme sufrir a mi... te los suplico— Toga se quedó impactada... ¿Su hermano amaba tanto a esa humana que incluso se humillaría por ella? ¿Donde quedó aquel Katsuki orgulloso y egocéntrico que no amaba a nadie que a si mismo?

"Ha madurado" pensó sería mientras decía:

—Lo lamento, Katsuki... Así debe ser... perdón...— murmuró lo último bajando la vista y retirándose del balcón hacia el exterior del barco. Vió algo que no debía o incluso, algo que debía ver.

Los lamentos de Katsuki, no se hicieron esperar y rugió y gritó en pena y dolor siendo los rayos de la luna que entraban por la pequeña reja del lugar el único testigo de ello hasta que su reina finalmente desperto y lo calmó con una suave sonrisa mientras decía:

—Estaré bien. Duerme, Katsuki... Lo ncesitas— pero a pesar de las palabras dulce de Ochako, Katsuki se empeñó en no permitirse dormir y custodiar la integridad de su reina. Aún tenía las palabras de su hermana en la mente... Aunque ella ya nunca estaría dispuesta a cumplir su palabra al ver el dolor de la súplica que le había hecho... sólo eso le consedería de su petición...

"No... No podía permitirsmee más"

(...)

A la mañana siguiente, Katsuki se había quedado dormido durante el desvelo de la noche anterior hasta que escuchó un sonido asqueroso que invadió sus sueños y al abrir los ojos y enfocarla en su amada, la vio vomitando al otro lado de la jaula, sacando un líquido rojizo tan negro que no parecía más que sangre, espantado enormente a Katsuki.

—¡Ochako!— gritó Katsuki jalando las cadenas en un intento por alcanzarla en vano.

—Katsuki...— apenas alcanzó a decir antes de vomitar de nuevo haciendo notar sus mejillas cubiertas de lágrimas por el miedo y la desesperación que sentía al sentir que su cuerpo fallaba por completo.

Katsuki sin importarle nada, comenzó a gritar pidiendo ayuda y suplicando que vinieran a atender al ver a su reina vomitando sangre y palideciendo hasta parecer un muerto en vida. Él no era capaz de ayudarla y estaba poniendo sus esperanza en humanos como ella... en un intento en vano de ayudarla.

—¡¡¡AYUDA, MALDITA SEA, ALGUIEN POR FAVOR VENGA!!! ¡¡¡¿ACASO NO TIENE CORAZÓN BESTIAS DE SANGRE FRÍA?!!! ¡¡¡¿ACASO NO SIENTEN DOLOR AL VER A ALGUIEN DE SU PROPIA ESPECIE QUE NO TIENE CULPA DE NADA VOMITANDO SANGRE Y MURIENDO?!!! ¡¡¡¿TAN INCENCIBLES SON?!!! ¡¡¡POR FAVOR, SE LOS SUPLICO, VENGA AYUDARLA, POR FAVOR!!!— aquellos gritos llegaron a los oídos de Himiko quien se encontraba tomando su desayuno en la cubierta del barco.

"Nuevamente suplicastes, hermano..." dijo la rubia con semblante serio mientras observaba un pequeño pan francés en su mano.

—"Aunque quisiera... no puedo ignorar tus súplicas, Katsuki"— murmuró para si misma sacando de su bolsillo el elixir y poniéndole una gota a aquel pan.

—¡Oye, tú!— gritó la teniente espantado a uno de su soldados que anteriormente platicaba con una ave extraña con una sonrisa en su rostro —Llevale esto a la princesa, pero no digas que fui yo quien se lo dió, ¿esta bien?— el asintió con temor sosteniendo el pan con desconfianza mientras pensaba:

"¿Acaso va envenenar a la princesa para callarla?" Pero a pesar de esos pensamientos, era más su miedo hacia Himiko que su propia conciencia entonces, corrió para llegar a la puerta que daba con el interior de la habitación, respiró profundo y sacó una llave de su bolsillo para abrir la puerta. El pájaro revoloteo alrededor del castaño como tratando de evitar que entrará. El sólo sonrió con una sonrisa de confianza mientras decía.

—No te preocupes, Pino. Estaremos bien— "...o al menos eso quiero creer" pensó tomando aire y tragando duro cuando abrió la pequeña puerta que apenas permitía entrar una persona joven y de su comprensión, siendo resivido por un rugido atroz que espantó tanto al joven como al ave que terminó por esconderse en su ropa.

¡¡¡¿QUÉ DEMONIOS QUIERES, HUMANO?!!!— habló Katsuki con su voz de dragón alfa haciendo temblar al castaño.

—Y-Yo... sólo me pidieron que le entregará esto a la princesa— dijo el castaño mostrando el pan en sus manos.

Los siguiente que oyó lo dejó pretificado:

Acercarte, ímbecil. Lo quiero oler— el castaño se paralizó. ¡¡¡¿Tenía que acercarse a la criatura más peligrosa del Nirvana para salir vivo de ahí?!!

"Sí yo sólo venía a dejar un pan..." se lamentó.

¡¡¡AHORA!!!— el joven volvió a la realidad por ese grito y acercándose a paso lento estirando el brazo con el pan en su mano en intento de alejarse lo más de rey del Nirvana y no perder una mano, sintió como el rey comenzó a olfatearlo en busca de veneno o una sustancia corrosiva pero, abrió los ojos al oler el caracteristico olor dulzón de aquel elixir que su hermana poseía así que volteando rápidamente al castaño con un gruñidos de advertencia dijo:

—¿Quién te dio esto?— el castaño estaba apunto de contestar pero, recordó las palabras de Himiko y pensó que era mejor morir en manos del rey del Nirvana que de Himiko así que dijo:

—Yo lo conseguí para la princesa— dijo con todo el temor del mundo.

Katsuki abrió los ojos impresionado. ¿Incluso en este barco y en esta situación... había humanos de buen corazón?

—Daselo— ordenó sorprendiendo al castaño.

—¿Eh?

—¡¡¡AHORA!!!— al oír otro grito corrió hacia la jaula acuclillandose a lado de Ochako mirandola con pena y remordimiento a la castaña que sostenía fuertemente su estómago en un intentó de mantener sus nausas a raya.

Esa chica era menor que él, apenas una niña que ha comenzado a vivir y no tenía la culpa de nada de lo que estuviera pasando a su alrededor y al verla en ese estado, casi muriendo y con una mirada apagada y sin brillo, no dudó en acariciar su cabeza sin importarle el gruñidos de advertencia de Katsuki que le decia que no se tomaba tantas libertades con él haciendo que la castaña abriera los ojos.

El castaño sonrió y dijo en un tono dulce y amable:

—Hola. Mi nombre es Rody Soul y vengo a darte esto para que se recuperes un poco— tuvo que mentir, estaba seguro que ella no estaría bien después que lo comiera, pero su miedo a la teniente es más grande que al rey.

Ella miró el pan que le extendía y lo miró con una mirada triste y sin emociones pero, agarrandolo y haciendo un esfuerzo para levantarse y sentarse, dió una mordida sintiendo inmediato aliviada de sus malestares. La gota del elixir sólo la calmaria por un par de horas mas no la curaría. Pasando el efecto, el malestar regresaría.

Rody la veía intrigado, a pesar de sus facciones maltratadas y pálidas, realmente era linda pero, un gruñido de advertencia por parte de Katsuki le dejó claro que no mirara más allá de lo estrictamente necesario haciendo que él apartara la vista avergonzado y temeroso.

Uraraka un poco más calmada, sonrió de manera sincera recuperando un poco el color rosado de sus mejillas mientras decía:

—Gracias, Rody... Te lo agradezco mucho— aquella sonrisa dejó impactado al castaño al verla... era la más hermosa que había visto nunca.

De pronto el sonido de un trinar y el movimiento constante bajo su capa llamó la atención de ambos reyes. Katsuki poniéndose en guardía por si necesitaba arrancar las cadenas para salvar a su reina y Uraraka mirando curiosa el movimiento bajo la capa de Rody quien igualmente trataba de calmar al ave que se encontraba escondido ahí.

Más no pudo, ya que una pequeña ave color rosa pastel y un antifaz demaciado tierno y lindo para Uraraka, salió de su escondite, y se posó en el hombro de la castaña y se restrego en su mejilla haciendo reír a la castaña.

—¡Pino, no hagas eso. Dejala!— gritó Rody avergonzado mientras estrujaba el cuerpo del ave con su mano y la alejaba de la reina —Lo lamento, princesa. A veces no la puedo controlar. Lamento que la incómodo.

—En realidad, me parece muy lindo... ¿Puedo... Puedo verlo?— dijo Uraraka extendiendo su mano con una sonrisa tan dulce e inocente que Rody no pudo decir que no.

Pino, después que fue soltado, se posó en el dedo de la castaña y parecía un poco avergonzado al atender los mismos de la castaña que reía enternecido y le decía que tierno y lindo era aquella ave curiosa.

Katsuki sólo veía intrigado. Esa ave no era común, ni siquiera sabía si era real, ya que por lo poco que había visto en ese instante, vió que esa ave la cual se llamaba Pino era una extensión del alma de Rody ya que compartía sus sentimientos y sus comportamientos característicos. Algo que un humano no podría hacer jamás.

—Eres... un hechicero...— al oír las palabras del rey, tanto Rody como Pino se paralizaron y voltearon a ver espantado a Katsuki que lo juzgaba en silencio con sólo una mirada.

—¡¿Qué?! Y-Yo no soy ningún hechicero. Soy sólo un humano común y corriente— Katsuki vió al ave viendo como esta negaba las palabras de Rody totalmente asustada pero honesta.

—Tú ave no miente, ya que es una extensión de ti. Tú eres un hechicero ya que esa magía, no lo puede crear un humano común— dijo Katsuki con tal seguridad que Rody ya no le vio caso negarlo más.

—¿Cómo... Cómo lo supiste?— preguntó avergonzado.

—Escuché...— fue la simple respuesta de Katsuki que para Rody no tuvo sentido pero, Uraraka la entendió a la perfección.

—No... No le digas a nadie, por favor— pidió —Tengo dos hermanos menores y no quiero que les pase nada por mi falta de discreción.

—Aunque tú no hayas nacido en el Nirvana de los Mares, tú eres parte de mi pueblo por ser lo que eres. Y como mi juramento como rey del Nirvana dicta, "Yo protegere a cada criatura que ha sido despreciada por el mundo humano a costa de mi propia vida" y eso es lo que haré por ti, Rody— al escuchar las palabras del rey del Nirvana, quedó impactado. A pesar que le habían hecho creer que era un ser despreciable y sin ningún corazón latiente en su pecho, no lo era y nunca pudo estar más equivocado.

De un momento a otro, Pino voló al lado del rey y se posó en su hombro mientras daba una leves caricias en su mejilla haciendo sonreír disimuladamente al rey al entender las intenciones del ave.

"Gracias" mumuraba en silencio mirándolo alegre.

—"De nada"— murmuró él de vuelta.

Quiera o no, en este barco a pesar de que todo estaba en su contra había encontrado un nuevo aliado e incluso, un amigo.








Quería incorporar a Rody en esta historia. Me agrada el personaje.

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