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꧁Cap. 26꧂

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Los día pasaron y para alivió de Katsuki, Uraraka se encontraba mejor y más renovada que nunca.

Después de algunos días en cama y bebiendo el bebedizo que Tokoyami le había dado, la fiebre había disminuido hasta el punto de desaparecer y los delirios se habían ido por completo aunque de vez en cuando la reina parecía divagar en algún momento del día pero, según palabras de Tokoyami antes de irse de vuelta al Castillo Oscuro, es normal ya que su enfermedad era algo fuerte y necesita tiempo para volver a su estado normal.

Uraraka se la pasaba leyendo libros y jugando cartas pero, la mayoría del tiempo, se encontraba dormida como si su cuerpo aún trataba de recuperar fuerzas por la enfermedad que la azotó y en todo ese tiempo, y para sorpresa y gusto de Uraraka, Katsuki se había quedado a su lado velando y estando con ella.

Cuando recuperó un poco la consciencia y comenzó a analizar lo que había sucedido estando enferma, recuerda todas las veces que Katsuki estuvo a su lado abrazandola para tranquilizarla y hablándole con cariño para lograr adormecerla. Había cosas que no recordaba del todo, especialmente de algo que dijo Katsuki que parecía importante, pero, al no recordarlo, lo dejó pasar.

En realidad, disfrutaba sus días junto al rey y él igualmente disfrutaba de su salud y buen humor durante todo el tiempo a su lado. En las mañanas Katsuki siempre ayudaba a Tsuyu para acomodar su desayuno y la eternecía ver como Katsuki levemente se sonrojaba al ver la sonrisa dulce de su reina al agradecerle lo que había hecho por ella. Después, Katsuki se recostaba junto a ella mientras está le leía algún libro, pergamino o tratatado del Nirvana que Kaminari le traía para ampliar su conocimiento logrando a veces que él rey se quedaré dormido sobre su regazo mientras Uraraka sonreía y acariciaba gentilmente su cabello para dormir después; al despertar de la pequeña siesta, ambos jugaba juegos que Uraraka le encantaban desde que era una niña aunque debía admitir que le molestaba un poco ser vencida por Katsuki en cada uno de ellos. Ella lo había jugado desde que tenía memoria y él la vencía solamente por haberle explicado el juego.

"¿Habŕa algo en que no sea bueno?" Pensaba frustrada.

Y así se pasaba sus días. Muchos dirían que es algo aburrido, pero, teniendo la atención y el cariño del rey para ella sola, todo lo aburrido llega a ser entretenido.

En este momento Uraraka despertaba de un sueño realmente placentero del que no quería despetar jamás, pero, al abrir los ojos y no encontrar a Katsuki en su lugar, lo busco con la mirada encontrandolo sentado en el sofá de cuarzo de la pequeña salita de estar teniendo un montón de libros que jamás había visto y de vez en cuando lanzaba alguno de ellos con furia mientras agarraba otro y continuaba su extraña búsqueda.

Uraraka ladeó la cabeza confundida, ¿Qué estaba buscando el rey en esos libros?

Con un poco de esfuerzo, logró levantarse de la cama y acercarse a Katsuki notando para su extrañeza que leía libros sobre una extraña Luna Roja que se erguía en el cielo una vez cada reinado de un rey nirvano, ¿Qué estaba tramando?

Al principio, no lo pudo leer o comprender pero, el texto decía más o menos asi:

La Luna de los Amantes

Se dice que una vez durante el gobierno de un rey en el Nirvana de los Mares, una luna de sangre tiñara el cielo de la isla de rojo y en ese momento, el rey tendrá que comprometerse con alguna criatura que se ofrezca a ser su esposa para gobernar al lado suyo como su reina.
La leyenda cuenta que hace mucho tiempo atrás, en una era del Nirvana ya olvidada, un rey en soledad y tristeza por la muerte de su amada esposa y su hija, descuidaba sus labores como gobernante del Nirvana de los Mares causando hambre y miseria a sus ciudadanos.
Y entonces, una sirena de nombre olvidado invocó a su diosa, Afrodita, para que fuera ella quien ayudara al pueblo y trajera amor y dicha devuelta al alma de su rey.
Ella al escuchar la historia de su fiel seguidora, prometió que la luna de los amantes se alzaría en el cielo aquella noche y ese día, ella tendría que subir a la Montaña Ardiente y llevar consigo una caracola rosa -un instrumento que solo una sirena puede tocar- y tocar la melodía de su corazón asegurándose que el rey la escuche y así, él encontrará el amor de su vida de nuevo.
Pero, Afrodita podía ver los secretos ocultos de un corazón y sabiendo que aquella sirena amaba al rey en secreto y al ser una de sus más fieles seguidores de este mundo, le concedió ser aquella que sanara el corazón herido del rey enamorandolo con el más sincero amor jamás conocido cuando ella tocó la caracola en un lugar escondido en la fortaleza y se encontró al rey buscando aquella hermosa melodía que apaciguó su dolor. Y para asegurarse que ningún rey vuelva a sufrir el mismo dolor y descuidara a su pueblo de la misma forma que aquel antiguo rey lo hizo, la Luna de los Amantes subirá al cielo en cada reinado de un nuevo rey y esa noche, el rey encontrara a quien sea que será la persona que compartirá el trono con él y su amor.

—Eh... Katsuki...— y cómo si de un gato se tratase, Katsuki respingo en su asiento cerrando el libro de golpe e intentó desesperadamente de ocultar fervorasemente alguna información del entendimiento de Uraraka mientras está observaba el rostro de pánico que traía el rey en su rostro, cosa que le causó gracia a la castaña.

—N-No te rías, Ochako— dijo Katsuki frunciendo el ceño al igual que desviaba la mirada notablemente avergonzado.

—No me rió, pero... ¿Por qué estás leyendo un libro sobre sucesos astronómicos? Si te pasas casi todo el día en el castillo y casi no sales a ver las estrellas y de pronto te interesa el cielo— Katsuki no supo que decir y en ese momento, entró en pánico.

—Bueno... yo... Eh... Bueno... Sólo... Eh...— Uraraka sonreía entretenida con lo que veía. Era tierno ver aquella faceta de Katsuki.

Pero, de pronto, para salvación del rey, Tsuyu entró a la habitación con el bebedizo de Tokoyami que ahora sólo lo bebía dos veces al día y observando a Uraraka levantanda, frunció el ceño y la reprendió.

—Ochako... deberías estar en cama— dijo Tsuyu como una madre preocupada mientras dejaba el bebedizo en la mesita alado de la grana cama de la habitación —Tienes que acostarte para que te recuperes. Ven a beber el bebedizo, ¿está bien?— Uraraka suspiró cansada y se acercó de forma lenta y peresoza a acostarse y tomar el bebedizo del hechicero haciendo un par de muecas de asco mientras lo bebía.

—¡Ya!— dijo no pudiendo más.

Tsuyu dio un vistazo al bebedizo y dijo:

—Aún te falta un poco. Anda, bebelo.

—¡Es qué sabe asqueroso!— sin querer Uraraka comenzó un pequeño berrinche para no tonar bebedizo. Después de todo, ella seguía siendo una niña.

—Mi reina, tiene que tomárselo todo si quiere mejorar— dijo Tsuyu acercando el vaso resiviendo un movimiento de negación de por medio.

—Ya estoy mejor, vez. ¡Ya no me hagas beber eso, por favor!— eso le sacó una suave risa a Katsuki quien veía el berrinche de su reina con una sonrisa de lado que dejaba ver uno de sus colmillos. Su futura esposa era realmente linda y tierna.

Pero, en eso, una mirada de ayuda por parte de Tsuyu le hizo entender que era momento de intervenir, así que levantándose del sofá donde estaba sentado se acercó hacia donde estaba Uraraka y se sentó a su lado y con otra mirada lanzada a Tsuyu, ella entendió y los dejó solos para que Katsuki pudiera ser lo más empalagoso y romantico que quisiera ya que sólo su reina y sólo ella, tenía permitido ver esa faceta de él.

—Ochako...— llamó Katsuki llamando la atención de la reina —Bebelo, es necesario que lo hagas.

—Katsuki... No... No quiero...— Uraraka aún se resistía pero como siempre decía, nunca se acostumbraría a la voz grave del rey y nunca lo haría.

—¿Qué quieres a cambió, Ochako?— Uraraka apretó fuertemente el vaso entre sus manos mientras los colores se subían nuevamente a su rostro.

Era una clase de juego entre ellos dos, siempre que no quería beber el bebedizo, el rey planteaba esa pregunta y la respuesta siempre la misma...

—Un... Un beso— dijo Uraraka sonrojada hasta las orejas mientras sentía como su respiración se volvía más pesada.

De pronto, sintió como él rubio tomó su babilla y giró delicadamente su rostro conectando avellanas y rubíes añorando lo que ya sabían y diciéndose palabras que solo ellos escuchaban en el silencio de sus miradas mientras Katsuki lentamente se acercaba a ella hasta posar sus labios en los ajenos comenzando un suave vaivén entre ellos disfrutando de las sensaciones que le daban aquel contacto.

Quieran o no, aún son jóvenes y estos besos probaban los límites de cada uno, probando el límite entre lo dulce y lo inocente y lo apasionado y lo carnal ya que, ambos lo anhelaba, lo habían anhelado desde la primera vez que se conocieron pero, no era el momento y ambos lo sabían, sabían que no era el momento adecuado para dar el siguiente paso pero, se regalaban aquellos pequeños instantes entre ellos, roces de aquello que puede llegar a ser el paraíso en la tierra si tienes la persona correcta a tu lado... Como una promesa de que rebasarian los límites juntos, descubriendo que hay en los límites de la intimidad de dos almas unidas la una a la otra por un breve instante y un breve momento.

El beso subió rápidamente de intensidad hasta quitarles el aliento a ambos pero aún así, no se detuvieron. Uraraka pasiaba sus manos entre el cabello del rey mientras este acariciaba gentilmente su cadera y espalda inmersos en probar hasta donde podían llegar inmerso en su propio deleite que eran los labios sabor cereza de su querida Ochako hasta que finalmente, el rey fue el primero en separarse en el momento antes que de llegar a mayores... Fue uno de los besos más apasionados que habían compartido y Katsuki no quería propasarse con la reina aunque sabía que ambos lo deseaban con tanto fervor que detenerse era imposible cuando habían comenzado a probar el fruto prohibido y lo disfrutaba como tal.

Era un campo desconocido para ambos... un campo en que sólo han rosado la superficie y ambos están impacientes por experimentar más... Pero, Katsuki sabía que no era el momento y aunque veía en Uraraka el deseo de llegar a más y aunque él realmente lo deseaba simplemente dejó un beso en la frente de Uraraka y le murmuró con cariño y suavidad:

—Sabes que aún no es el momento— Uraraka asintió algo apenado espentandose así misma por pensar cosas que no debía así que, como parte del trató, bebió el último trago del bebedizo haciendo una mueca de asco al haberlo terminado.

Katsuki solamente sonrió y dijo mientras acariciaba con gentileza el cabello de Uraraka:

—Te prometo que algún día cumpliremos nuestro deseo, querida Ochako, solo espera un poco más...

La Luna de los Amantes pronto alumbraría el cielo y esa noche según la tradición, sería la noche el que el rey escoja a su esposa. Una ceremonia donde todas las mujeres que se consideran dignas para ser esposa del rey del Nirvana, asistirán a la fortaleza para escoger entre ellas a la proxima reina del Nirvana y esposa del rey.

Claramente habla demasiadas pretendientes aún sabiendo que el rey tiene a una reina a su lado... Personas que quieren aprovecharse de él aspirando a demaciado sin importarle cuantos corazones dañen en el Consejo.

Tendrá que estar atento para no caer en ningún de los hechizos de las criaturas que la pretendan como esposo aunque, el amor de Uraraka será su escudo y la convicción de casarse con ella será su espada y no permitirá que nadie cambie eso.

(...)

Uraraka se despertaba de un largo y acogedor sueño en los brazos del rey que se había quedado a dormir esa noche con ella haciendo feliz a la castaña.

Después que se había recuperado de la enfermedad que la azotó, Katsuki estaba mucho más atento y sobreprotector con ella ya que no confiaba en nadie más para cuidarla a exepción de él y le gruñia a cualquiera que mirara más de lo estrictamente necesario a Uraraka a exepción de Tsuyu -tal vez por qué es la única a quien confía lo suficiente para dejar a solas a su reina un par de minutos mientras la ayuda a bañarse o a cambiarse, estando él en la puerta de la habitación pendiente de cualquier incidente con ella-.

Uraraka no se molestaba de la nueva actitud de Katsuki hacia ella, al revés, le hacía sentir importante a los ojos del rey, que en serio le importaba ella y su bienestar, aunque era un poco agotador tener al rubio pendiente de cada cosa que hacía en el día, no era para nada de que preocuparse.

Pero, se extraño de no sentir el calor corporal del rubio en su cama así que incorporándose aún soñolienta, miró al rubio colocándose su capa ya que se le había quitado para dormir con ella.

—Katsuki, ¿qué haces levantado tan temprano?— dijo Uraraka con pereza mientras bostazaba y tenía razón, normalmente dormía con el rey hasta tarde y en este momento, el sol nisiquiera había salido.

—Ahí un detalle realmente importante que debo atender, es urgente— Uraraka hizo un puchero mientras decía en un tono infantíl y molesto.

—Prometiste pasar todo el día conmigo, ¿Qué es más importante que yo?— se quejó Uraraka pero, para su extrañeza, Katsuki no contestó y simplemente se dirigió a la puerta y pronunció un suave "duerme de nuevo, Ochako. Nos vemos dentro de unas horas" antes de salir y dejar a la reina con una sensación amarga en su boca.

Katsuki nunca había sido tan distante con ella, ¿Qué es lo que había pasado?

(...)

Después de un par de horas más, el sol finalmente salió en el horizonte siendo Uraraka despertada por una amable Tsuyu que ingresó para arreglarla y llevarla a degustar su desayuno.

—Ochako... Tienes que levantarte, hoy es un día importante y tienes que encontrarte bien para la noche— dijo Tsuyu mientras acariciaba gentilmente los cabellos que salían de las sábanas blancas de la castaña.

Uraraka se incorporó con pereza y miró a Tsuyu con el ceño fruncido mientras decía en tono somnoliento:

—¿Día importante?

—No te enteraste, hoy es la Luna de los Amantes y esta noche el rey eligiera entre todas las pretendientes del Nirvana de los Mares a su futura esposa y reina del Nirvana— al escuchar eso, la mente de Uraraka se quedó en blanco tratando de procesar los que había dicho Tsuyu.

"¿Katsuki... eligiera una esposa entre todas las pretendientes del Nirvana?"

—Son una de cada tribú. Las más bellas y hermosas que pretendan casarse con el rey. Solamente la tribú de los hechiceros no presentará pretendiente este reinado, ya que en este momento, son solamente hombres lo que rigen la tribú y sería estúpido proponer a uno de ellos ante el rey— Uraraka aún no lograba procesar nada. ¿Habrá criaturas más hermosas y bellas pretendiendo ser esposas de Katsuki?

Por eso Katsuki había actuado más distante. Estaba dudando del amor que tenía hacía ella al ver criaturas más hermosas y bellas que ella... Y eso, devastó a Uraraka.

Tsuyu vió como una lágrima resbaló por una de las mejillas rosadas de la castaña mientras está se volteaba y miraba a Tsuyu con los ojos cristalizados mientras preguntaba con una inocencia que aumentaba más el dolor de verla así:

—¿Acasó... Katsuki ya no me ama?— dijo en un tono devastado que le llegó tan profundo a Tsuyu que ella tambíen sollozos por lo bajo antes de decir y acariciar delicadamente el rostro de Uraraka limpiando sus lágrimas mientras decía:

—Katsuki... Katsuki aún te quiere, pero es la tradicción del Nirvana que él tenga que escoger una esposa entre los pretendientes que se le presentan y tú seras una de ellas— Tsuyu ni siquiera estaba segura de sus palabras. Cualquier hombre sedería a sus impulsos al ver a las criaturas más bellas y exquisitas que habitan la tierra media frente a él y teme que su amor a su reina no sea suficiente para evitar una estupidez. Sólo esperaba que ese no fuera el caso o se lamentara el resto de su vida.

Uraraka asintió mientras limpiaba sus lágrimas. Katsuki no la cambiaría por otra... ¿Verdad?

—B-Bueno... Tengo que cambiarla para llevarla a desayunar, mi reina. Tiene que estar bien para hacerle frente a todas esas arrastradas que van por el rey, ¿verdad?— Uraraka rió al oír por primera vez a Tsuyu insultar a alguien de esa manera entonces con recobrados ánimos se dejó vestir por la ninfa para después dirigirse hacia el comedor junto con la peliverde para degustar su desayuno.

Salieron a paso lento hacia el comedor pero, aún así, la mente de la reina estaba hecha lío.

Tanto era su divagación que no vió como alguien chocó bruacamente con ella, tanto que calló sentada al suelo mientras ella se masajeba la nariz ya que había sido levemente aplastada por el golpe.

—¡Oíga, tenga cuidado con la reina!— gritó Tsuyu mientras se apresuraba a levantar a Uraraka quien estaba un poco conmocionada por el golpe.

Escuchó una cruel risa salir de la boca femenina de aquella criatura y cuando Uraraka levantó la vista, casi se le va el aliento a ver a la mujer más hermosa que ha visto en su larga vida.

Largos cabellos rubios, sedosos y brillantes, caían por toda su espalda descubierta hasta llegar a su cintura, ojos del color de las profundidad del mar, tan profundos y enigmáticas a los ojos de cualquiera, y una figura perfecta y esbelta junto con un rostro que parecía ser tallado por la misma diosa Afrodita para tentar a los hombres a caer ante ella. Está era la pretendiente de la tribú de las sirenas.

—¿Esta es aquella humana que él rey dice estar enamorado?— dijo la sirena soltando una risa venenosa —Si que él rey tiene mal gusto, pero, yo cambiaré eso. Cuando yo sea esposa de nuestro soberano no permitiré que él rey vea a otra más que a mi, pero, no te preocupes, querida. Siempre habrá puestos en la servidumbre durante mi reinado— dijo ella formando una sonrisa que a simple vista puede ser tan encantadora que podría engatusar a cuaquiera que no ande con cuidado pero para Uraraka y Tsuyu, fue la más horrenda que ha visto jamás.

—No este tan segura. Uraraka ya tiene el corazón del rey y tiene su amor, ¿qué tienes tú?— dijo Tsuyu a defensa de la reina escuchando una risa encantadoramente venenosa por parte de la sirena mientras decia:

—Mi querida Tsuyu, yo conozco a los hombres. Sólo ven a una criatura tan bella y exotica como yo y caen rendido a sus pies importandole poco que esten enamorados de otra y estoy segura que el rey no será la exepción. Esa niña que se hace llamar la reina del Nirvana, no tiene ni la más mínima oportunidad de ganarle a alguien como yo. No tiene la belleza que necesita para ganarme a mi. Ella tiene la gracia y la belleza de una vaca a comparación de mi y no será un obstaculo ni siquiera digno de enfrentarse a mi. Eres asquerosa querida, aceptalo— y con esas palabra que martillaron tan profundo en el corazón de la reina que cualquiera, Uraraka se levantó de su lugar y saliendo corriendo ignorando el llamado de Tsuyu, corrió y corrió sin un rumbo fijo, sintiéndose poca cosa a comparación de aquella sirena o las pretendientes que desean algo con él rey.

Ella sabía que no era tan bonita, no tenía el mejor cuerpo o la mejor estatura, pero eso no le importó cuando el rey se enamoró de ella. En es momento, se sintió como la criatura más bella al ser la única capaz de ganarse el corazón del rey, pero, ahora y con las palabras de la sirena sobre ella, se sentía el ser más absurdo y horroroso ante los ojos del rey... No ser nada para competir con su amor.

Estaba tan entretenida nuevamente que no se dio cuenta que Iida, quien pasaba casualmente por ahí y comenzó a seguirla cuando la vio en ese estado tan deplorable llorando a mares y totalmente fuera de si hasta finalmente terminar agarrandola del brazo deteniendo su carrera mientras preguntaba con un rostro que sólo reflejaba preocupación y angustia.

—¡¿Mi reina, qué ha pasado?! ¡¿Qué sucedió para que usted este así?!— Uraraka al escuchar la voz de Iida giró su rostro hasta encarar au mirada en los ojos lleno de angustia de su guardia antes de no decir nada más que lanzarse a los brazos de su amigo comenzando a llorar nuevamente mientras lo abrazaba sorprendiendo nuevamente al pelinegro.

Lo único que pudo atinar a ser es abrazarla y consolara en un intentó de calmarla. Nunca fue bueno haciendo esto, pero, en este momento era necesario al ver a su princesa tan destrozada y en ese estado así que la dejaría ser un rato hasta que ella se calmada un poco para preguntarle que había pasado.

Y así fue, después de algunos minutos en donde Iida había intentando consolar a Ochako ella finalmente le pidió hablar con él porqué, aparte de Tsuyu, él era la persona que más confiaba en esta tierra y necesitaba ser escuchada por alguien que la conoce de toda la vida.

Lo guió a un pequeño pico en las alturas de la fortaleza para poder hablar más tranquilos. Así que tomando asiente en el borde del acantilado junto a Iida, se mantuvieron en silencio unos minutos hasta que Uraraka finalmente dijo:

—Iida... ¿crees que yo... soy... bella?— Iida se sorprendió por tan pregunta. Claro que Ochako era bella, incluso se habia enamorado de ella en su momento pero, al no poder verla más que una hermana para él más los protocolos que le impedian casarse con una de la realeza por su estatus y su familia, dejó atrás ese amor no factible, pero, en su antigua reino, era la mujer más bella que habitaba en el Reino de Yūeii. ¿Cómo podía creer algo así?

—Uraraka... Perdona Qué te lo diga así pero, ¿cómo puede preguntar tal cosa? Tú eres la mujer más hermosa que conocí durante mucho tiempo y aún lo sigues siendo. ¿Acaso el rey te dijo algo? Dimelo y yo mismo iré a...

—No... No, él no me dijo nada— Uraraka suspiró y prosiguió a informarle la situación a su general, de cómo otras pretendientes del Nirvana intentarán alcanzar al rey para ser su esposa y que él tendrá que escoger entre las criaturas más bellas y teme que no sea ella a quien escoja.

Iida estaba furioso. ¿Cómo es posible que él rey haya implementado esa traducción aún sabiendo que su corazón se encontraba apartado por su princesa? Eso sólo significaba que Katsuki dudaba del amor de Uraraka y estaba intentando buscar otras opciones para abandonar a la castaña si se presentaba la oportunidad y eso realmente le hacía hervir la sangre. Él en su momento había matado por estar en el lugar de Katsuki, tener el corazón de Uraraka y tener la oportunida de casarse con ella, pero, que él despreciaba de esa manera la oportunidad de estar con la castaña, le hacía sentir una repulsión enorme hacia el rubio. ¿Cómo podía despreciar de esa manera a alguien tan pura como Ochako?

(...)

—Bastardo, dime otra vez porque tengo que seguir con esto, maldición. Estoy lastimado a Uraraka. ¡Ni siquiera pude verla a los ojos está mañana por lo que estoy apunto de hacer, maldita sea!— se quejó el rey por sexta vez en el día mientras caminaba a la sala del trono seguido de Todoroki y su esposa ya que como padres adoptivos del rey, ellos deben estar presentes en la selección.

—Ya te lo dije, Bakugou. Es tradicción y debes cumplir esto si quieres llegar a casarte con Uraraka— dijo Todoroki inmune a las amenazas de muerte del rey. Los elfos son muy leales a las tradicciones.

—Pero, Shoto, Katsuki tiene razón— la voz de la razón de Yaoyorozu llegó a los oídos de ambos hombre mientras decía:

—Es algo estúpido hacer eso sabiendo que ya existe una reina en el Nirvana y
... algo podría salir mal— tanteó el terreno Momo pero, ya era tarde, el tabú hizo enfadar al rey.

—¡¿Estás tratando de decir que no voy a ser capaz serle fiel a Uraraka con todas esas arrastradas que pretender ser mis esposas?! ¡¿Acaso crees que soy un mujeriego como él idiota de Kaminari?!— a lo lejos Kaminari se sintió enojado de repente pero simplemente no supo el por qué.

—N-No estoy diciendo eso Katsuki— dijo Momo tratando de calmar la ira del rey.

—Yo creo que sí...— interrumpió Todoroki —Tú eres mitad humano, Katsuki y los hombres de tu especie a veces olvidan que es fidelidad.

—Pero Katsuki también es mitad dragón...— se apresuró a decir Yaoyorozu ante que su esposo saliera perjudiciado al ver la mano del rey sobre su espada —Y en el Nirvana no hay criatura más fiel a su pareja que un dragón. Ellos sólo amán una vez, recuerda— Katsuki suspiró pesado casi como un gruñidos para decir finalmente:

—Ya acabemos con esta estupidez. Traigan a las pretendientes de una vez para terminar con esto lo antes posible. Tengo algo que decirle a Uraraka— dijo Katsuki mientras se adentraba a la puerta del trono y dejaba afuera tanto a Todoroki como a Yaoyorozu para estar solo un momento con sus pensamientos.

—Madre...— hace un largo tiempo que no hablaba de esa manera, pero, tanto era su desesperación que se dejó envolver por su locura al menos un momento —¿Seré... capaz de resistir la tentación de mi lado humano... Y ser capaz de serle fiel a Uraraka o perderé ante mis instintos más bajos y la perderé para siempre?— apretó los puños y con toda la ira y la impotencia del mundo al no saber el resultado de esa situación y dió un duro golpe en la gran puerta de roca volcánica del salón dejando un oyó del diámetro de su puño mientra soltaba un gruñido bestial, desesperado por ser capaz de resistir y quedarse con Uraraka.

—Por favor, madre... Mitsuki... ayúdame, por favor—

(...)

Casi media noche y todas las pretendientes del rey incluida Uraraka esperaban ansiosas de ganarse al rey con sus encantos y ser su esposa y reina del Nirvana.

El rojo bañaba la isla con un intenso color rubí que indicaba la hora en que él rey tenía que escoger esposa para proponerle exactamentea media noche, donde la Luna de los Amantes estuviera más alto en el cielo y su poder fuera mayor, pedirle matrimonio a su futura esposa bajo la luz de su az de sangre ya que se dice que ahora sus almas se encadenaran para siempre como una promesa de permanecer juntos hasta el final de sus días.

Todas estaban vestidas de manera exuberante, bellas y hermosas, mostrando sus atributos y con una hostentosidad que las hacia brillar con las gemas y joyas que portaban en su rostro y cuerpo seguras que su belleza opacaba a la reina.

Más de una se rió al ver a la reina del Nirvana vestida de aquel modo tan simple, con sólo uno de sus vestidos usuales que solía usar a menudo y un delicado peinado en donde resaltaba la peineta que Tsuyu le había hecho una vez además de un maquillaje simple y nada exuberante. Se sentía ridicula y poca cosa comparada con las demás  pretendientes que mostraban la mayor belleza y exuberancia en cada respiro y movimiento que estas hacían confiadas en si mismas, incluso la sirena que la había insultado esta mañana resaltaba entre todas las demás, con un vestido de satín brillante que tenia un corte pronunciado en su espalda, con una larga cola y un tocado hecho de colareles brillantes junto con su rostro pigementado de perlas y pequeñas caracolas de mar que la hacian lucir como una diosa de los océanos entre las demas, a comparacionde ella. Simplemente no podia competir en belleza con ella, no podía competir e belleza con ninguna.

Pero según Tsuyu, ese era su arma secreta, la simpleza y humildad. Kastuki odiaba la ostentosidad y aquellos que esconde su fealdad de su interior con una máscara de oro y porcelana, son las peores criaturas que podía ver el rey y solamente esperaba que Tsuyu tuviera razón, o estaba extremadamente acabada.

Las puertas se abrieron y la primera en entrar fue una ninfa con un vestuario demaciado revelador haciendo Uraraka se atraganta con su saliva al verla.

Pasaron un par de minutos y fueron llamando una por una a las pretendientes del rey, hasta sólo dejar a a la sirena de antes y a la castaña solas a las afueras de la sala de trono y está no desaprovechó la oportunidad de burlarse de ella para pasar el tiempo.

—¿Con esa bolsa de papas quieres ganar el corazón del rey? ¡No me hagas reír, estúpida humana!— la sirena rió cruelmente ante esto y Uraraka bajo la mirada avergonzada y triste.

—Todos sabemos que la más hermosa en este reino soy yo y aquí entre nos, tengo un amar secreta... Mi voz— en ese momento Uraraka levantó la vista asustada haciendo reír más a la sirena.

—Solo alguien que realmente está enamorado o con convicción puede resistir el canto de una sirena. Tú estúpido general fue uno de ellos pero, dudó mucho que él rey se resiste teniendo alguien como yo.

—No puedes hacer eso, va en contra de las creencias del rey— dijo Uraraka preocupada al ver las intenciones de la sirena enamorar al rey con su voz.

—Pronto verás al rey del Nirvana como un perro faldero hacia mí, cumplira todos mis caprichos y se volveran tan necesitado hacia mi que incluso te dolerá mirarlo de ese modo. Él se olvidará completamente de ti y yo seré todo en lo que piense hasta el final de sus días. Él será completamente mío, y no habla nada que tú puedas hacer— de pronto la puerta fue abierta y cerrada llamando a la sirena para ser la siguiente para presentarse ante le rey —Ten una linda vida, querida— dijo dirigiéndose a la puerta pero, antes que ella entrará, Uraraka se abalanzó a ella importandole poco donde estaba y con quien peleaba.

Estaba enfadada, no, estaba furiosa. ¿Cómo se atrevía aquella criatura a insinuar que Katsuki se doblegaría ante ella como una mascota que sólo atenderia sus caprichos? Esa sirena era una maldita sanguijuela bajo ese manto de belleza y exquisitas. Ya veía porqué Katsuki odiaba la hostentosidad, por qué la belleza del exterior siempre oculta lo que más importa, la pureza y la amabilidad que existe en el interior y no permitiría que esa sirena rebajará a ese punto al rey aunque tuviera que jugarse el cuello con ella.

Uraraka terminó por jalar fuertemente del cabello a la sirena para bajarla a su altura y dándole un golpe algo fuerte en el estómago con la rodilla, Uraraka entró en modo feral para defender el honor de Katsuki. El entrenamiento de cuerpo de cuerpo que Iida le daba desde pequeña estaba dando sus frutos.

La sirena se sorprendió, para ser una niña de apenas 17 años golpeaba realmente fuerte y de manera certera pero, no pemitiría vencer por una mocosa como ella así que ella igualmente entró en modo feral y se abalanzo a la reina para intentar herirla y mostrarle realmente con quien se esta metiendo pero, sorprendida de que no pudo morderla y o atinar una zarpazó, veía como Uraraka por ser relativamente mas pequeña que ella, se movía realmente rápido y esquivaba la mayoría de sus ataques sólo hacertando unos pocos y en su rostro, que normalmente era tierno y dulce, tenía una mirada realmente de temer cuando atacaba a la sirena, una mirada determinada y certera dándolo todo para vencer a su oponente.

La sirena no sabía por qué sentía que estaba en desventaja, Uraraka atinada todos los golpes sin fallar ninguno y ella solamente le había podido hacer un rasguño en el brazo. Nunca había visto una faceta así de una humana, cuando estaba de ese modo, podía dar tanto miedo como Katsuki y en ese momento, eso es lo que sentía la sirena. Miedo que hacia que lanzará más ataques desesperada por ganar y eso Uraraka lo noto.

Pero, cuando la sirena se descuido y dio una abertura en donde Uraraka se posicionó, le dio una patada tan fuerte en la espalda que la hizo caer y con rápidez la castaña la inmovilizo en el suelo aún teniendo esa mirada asesina en su rostro al quererla como la quería, doblegada y tendida a sus pies.

—¡Sueltame, maldita humana!— escupió la sirena tratando de moverse.

—Eso te pasa por subestimarme. Kastuki tiene mi corazón y yo el suyo y nada va cambiar por una interesada como tú, eiserana sirenea— la sirena se pudo más furiosa que antes. Le había dicho el peor insulto en el idioma de los mares y ahora estaba segura que quería cobrar venganza cortandole la garganta con un zarpazo de sus afiladas garras negras

Pero antes de intentar zafarse del agarre de Uraraka e intentar hacerle daño nuevamente, todo de sumió en silencio al oír un par de aplausos vieniendo atrás de ellos junto con la voz del rey diciendo:

—Al escuchar el alboroto de afuera, fui un incrédulo al creer que tenia que defenderte, pero veó que has puesto en su lugar aquella maldita criatura, ¿No es así, Ochako?— dijo Katsuki con una sonrisa satisfecha mientras veía a aquella horrorosa criatura sometida por Uraraka.

El corazón de la reina brinco en su pecho al oír esa voz cargada de orgullo y admiración hacia ella, cosa que hizó sonrojar hasta las orejas a la probre Uraraka por eso.

—¡Katsuki, esto no es lo que parece!— Uraraka rápidamente soltó a la sirena para acercarse al rey y explicarle todo, pero por su descuido al soltar a la sirena aún estando en modo feral, ella se levantó e intento ensartarle sus afilada uñas en la espalda a la reina, pero, Katsuki fue más rápido y con un duro golpe en el costado de la sirena la mando a volar haciendo que ella soltara un quejido al caer y fuera resivida por el filo de la espada del rey en su cuello haciendo que por primera vez, tema por por su vida al ver la mirada fría pero ardiente del rey.

—¿Y ahora que voy a ser contigo, eh... sirena?— la voz de Katsuki estaba cargada de burla y superioridad cosa que le hizo temer a la sirena.

—O, creo que esto tu lo tienses que ver, ¿no, Yaoyorozu?— la sirena volteó su mirada llena de terror hacia la general que la miraba con reprobación y realmente decepcionada por el comportamiento de su hermana.

—No se preocupe, rey mío y reina mía, yo me encargaré que está mocosa tenga su merecido— y agarrando a la sirena por el cabello y levantandola a la fuerza, la llevo a rastras hacia afuera de la fortaleza para darle su castigo.

(...)

Para ese instante todo se habia calmado y las pretendientes del rey fueron llevadas por Todoroki ya que al parecer, él ya había hecho su lección.

Uraraka y Katsuki se encontraban sentado uno al lado de otro en la Sala del Trono conversando sobre la victoria que Uraraka había tenido.

—Nunca pensé que alguien tan tierna y amable como tú podía tener esa faceta tan sadica, ¿eh, Ochako?

—Bueno... a veces cuando me enojo o me amenazan puedo llegar a ser alguien que da mucho miedo. No lo muestro mucho por qué mi madre decía que no era favorable de una mujer tener esa faceta tan... extraña.

—Pues para mi, debo admitir que fue sorprendente verte dándole su merecido a esa maldita criatura y poniéndola en su lugar y no puedo estar más complacido y satisfecho al saber que mi reina es capaz de cuidarse por su cuenta— Uraraka se sonrojo de sobremanera al oír la voz ronca de Katsuki tan cerca de su oído susurrandole aquella de manera lenta y pausada. Realmente nunca se acostumbraría a aquella voz.

Pero, de pronto, la luna roja llegó a su punto más alto y aquel color antes suave y tenue, ahora era color sangre con una atmósfera que representaba amor y pasión.

Al verlo, Katsuki supo que era el momento y rompiendo la admiración en los ojos de la reina, comenzó a decir con un tono que reflejaba seguridad y desición con un ligero toque de nerviosismo al final de cada palabra.

—Uraraka...— la voz del rey hizo que ella volteara para ver como Katsuki se levanta y se posicionaba frente a ella para tomar sus manos y decir en un tono suave y cálido.

—No se que hice yo para merecerte, si mi vida se basa en errores tan profundos y pecados mortales que yo no merecía ser feliz nunca de los nunca. Pero... Tú, mi dulce Ochako, rescataste hasta pobre rey de la miseria y la locura y le enseñaste que él también podía amar y ser felíz a pesar de los errores que a cometido en su pasado y por eso en este instante ante la Luna de los Amantes sellando con su luz mi juramento, te pido a tí, mi dulce reina, que seas mi esposa y futura madre de mis hijos para pasar nuestros días como compañeros, amantes y amigos y estar juntos por el resto de nuestros milenios, como así te pido en este momento— y entonces sacando de su costado los collares que el rey había hecho para ella, preguntó de una manera algo nerviosa y tosca:

—¿Aceptas... hasta pobre rey como dueño de tu corazón y tu futuro esposo? E igualmente, yo te prometo que tú seras la única dueña del mío y te seré fiel, te respetaré y seré tu luz como tu eres la mía el resto de nuestras vidas al igual que no permitiré que ningún mal o criatura te haga daño y si eso pasa, que Dios me castigue por mi pecado. Asi que te pregunto una vez más... ¿Mi querida Uraraka Ochako, reina del Nirvana y mi amor por derecho divino, aceptas ser mi esposa para permanecer conmigo por el resto de nuestros días?— en ese instante, Uraraka era un mar de lágrimas y las palabras no salían de su boca por los sollozos constantes que trataba de escapar de sus labios pero tomando los collares de Katsuki y colocándoselos sobre su cuello, con esa acción y una sonrisa tierna cubierta en lágrimas, aceptó ser esposa del rey a lo que Katsuki la besó y le prometió protegerla y amarla por el resto de sus días...

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Pero...

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No puede protegerla de lo que viene, ya que su hermana viene a reclamar lo que le pertenece y los tiempos oscuros vendrán con ella.

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