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꧁Cap. 21꧂

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En el establo al pie de la Montaña Ardiente, Katsuki preparaba su corcel para el largo viaje que tendría que hacer hasta el Santuario de la Madre. Tenía algo que preguntarle, tenía que preguntarle cual era la mejor forma de pedirle a Uraraka matrimonio. Ya que no se conformaría con cualquier cosa, ¡Claro que no! Su reina era única y especial, la joya más preciada en el Nirvana de los mares y tenía que proponerle matrimonio como tal.

De pronto, escuchó unos pasos tras de él y la suave y dulce voz de la castaña que lo traía locamente enamorado resonó en sus oídos haciendo que voltear a verla, encontrando a su amada con un vestido rosa de manga larga con encaje en las mangas y escote con una falda amplia con pliegues en la parte de enfrente del vestuario y como siempre, terminó enamorado un poco más de la dulce castaña que tenía como reina.

—Katsuki, ¿a dónde vas?— preguntó Uraraka con algo de timidez mientras se acercaba al rubio en un paso inseguro pero firme.

—Tengo que hacer un viaje. No te preocupes volveré antes que te des cuenta— dijo el rey dando un suave beso a los labios de Uraraka para continua arreglando su caballo que básicamente consistían en alimentarlo y darle algo de agua antes de comenzar el largo viaje en donde no se pararía ni ha descansar.

Necesitaba una respuesta urgentemente, y aunque odiaba admitirlo, no había nadie más sabía en el Nirvana que la madre que le dio a luz y si alguien podía darle una respuesta, esa era ella.

—Podría ir contigo si quisieras, Katsuki— ofreció Uraraka colocándose alado del rey observandole con sus avellanas decididas.

Kastuki solo sonrió de lado y volteandose a su reina, dijo en un tono dulce y gentil que sólo su reina era capaz de escuchar:

—Yo también quisiera que fueras conmigo, Ochako, pero, es un viaje que tengo que hacer sólo. Tengo una pregunta que realizarle a mi madre y prefería que no lo supieras por el momento.

—¿Ha pasado algo? ¡¿Me han encontrado?!— dijo Uraraka exaltada y preocupada diciendo lo último casi espantada.

Era un miedo que Uraraka había desarrollado hace poco cuando oyó a una de las sirenas comentarle a una driada que había un inusual número de barcos que merodeando demasiado cerca los límites del Nirvana y la teoría que Uraraka planteó era que seguramente, sus padre habían comenzado una busqueda tratando de encontrar algún indicio de sus paradero y si lograba entrar al Nirvana, estaba segura que su padre desataría una guerra contra los habitantes de esta isla al creer que la tenían cautiva y auque tenía una buena relación con su padre... Ella, no sería capaz de detener su ira hacía el Nirvana por haberle arrebatado su bien más preciado, su hija y heredera al trono.

Katsuki al ver la inseguridad de su reina por más que le repetía que no iba a permitir que la arrebatara de sus brazos o qué se aseguraría que nunca la encontrarían, levantó levemente su barbilla para verla a los ojos y decirle con toda la seguridad que un soberano podría darle a su reina:

—Te aseguro que no es aquello que piensas, Ochako. Yo voy a verla por una cosa más íntima y necesito una respuesta por parte de ella para dar el siguiente paso, ¿está bien?— Uraraka no entendió bien a que se refería pero asistiendo, le pidió un beso a Katsuki antes de que se marchara. Una costumbre entre ellos cuando ambos tenía que separarse.

Katsuki no se lo negó y besando a la castaña con pasión y cariño, finalmente subió a su unicornio y comenzó a cabalgar hacia el interior del bosque mientras Uraraka veía desaparecer su capa roja entre el color verde del bosque al rededor de la montaña deseando tenerlo devuelta para vivir nuevamente segura y feliz a su lado.

"Qué dependiente me he vuelto hacia el rey"

Penso ella mientras sentía el impulso de seguirlo y estar a su lado en cada paso que él daba, quería ser su compañera, para todo lo que está vida les pusiere.

Con ese pensamiento en mente volvió al establo con intenciones de sacar a su unicornio y seguirlo pero, lo único que pudo hacer antes de arrepentirse en el intento es acarisiar el cuello del corcel mientras decidía que era mejor, no seguirlo está vez.

"Por algo Kastuki no quiso que lo acompañase y es mejor darle su espacio antes de que algún incoveniente nasca por mi causa" pensó ella desanimada mientras comprendía que a veces, es mejor darle su espacio a la persona que amas que hostigarla con tu presencia cuando ella necesitaba un respiro.

Uraraka nunca había tenido pareja -no hubo tiempo alguno para ello- así que el concepto era más que desconocido para ella, pero, como su motivación, trataría de ser la mejor pareja para Katsuki y otorgarle todo el amor y a la vez, la comodidad que ella era capaz de dar. Él se lo merecía totalmente.

Estaba apunto de irse de ahí para continuae con un libro que habia dejado pendiente cuando de pronto, el costado de su unicornio brillo en un tono dorado mostrando una pequeña inscripción escrita en una lengua extraña pero, a la vez, tan familiar y entendible para ella.

—"Acasia"— era lo que decía la inscripción y al entender que ese era el nombre de su unicornio, no pude ser más felíz.

Ese era el nombre de la joven protagonista de su relato favorito que tantas veces su madre le contó antes de ir a dormir, Miss Acasia... Sólo recordarla le daba una sensación tan melancólica como reconfortante en su corazón.

Uraraka sonrió alegre y mirando a su corcel, dijo dulcemente mientras la acariciaba gentilmente y la inscripción desaparecía de su costado:

"¿Acaso eres tú, Miss Acasia? La causante de mis dolores así como de mis amores"— rescito una pequeña parte del relato soltando una dulce risa al final y un relincho alegre por parte de su unicornio.

Ahora conocía el verdadero nombre de su corcel y no podía estar más felíz aquello, tanto que cuando recordó que Katsuki se había ido, decidió esperarlo de la mejor manera posible, aguardando pasiente su regreso y con ello decidió regresar a la fortaleza esperando pasiente el regreso de su rey.

"Sólo espero... que regrese pronto" pensó Uraraka mientras veía una última vez a la dirección en donde se había ido a su amado y regresaba al interior de la fortaleza para aguardar su llegada.

(...)

El anochecer lo había alcanzado y tal como fue su predicción, no se había detenido ni un momento a descansar en todo su recorrido hacia el Santuario de la Madre pero, tanto Elíseo como él, estaban acostumbrados a ese paso. No había cosa mejor para ellos que la prueba de resistencia y tiempo que ambos compartían en sus interminables viajes por el Nirvana. Prueba que no terminaba hasta llegar a su destino final ganándose un descanso bien merecido.

El viento de la cabalgata daba de frente sobre su cuerpo ondeando su capa y moviendo sus cabellos rubios, mientras las estrellas en el cielo eran su mapa y los ruidos de la noche su canción que la oscuridad le otorgaba.

Finalmente, entre la maleza del bosque donde se encontraba, diviso la pared de roca que se levantaba por varios metros muy arriba de sus cabeza y notando la abertura en la roca donde se encontraba el santuario de Mitsuki, sonrió con triunfo mientras observaba la posición de la luna en torno a él.

"Un nuevo record"

Para alivió de él y su unicornio, disminuyo el trote hasta detenelo, bajando de Eliseo para guiarlo a un pequeño riachuelo para que bebiera un poco de agua y pastorearara la hierba a su alrededor mientras esperaba a su regreso.

—Quedate aquí y no te muevas— dijo Katsuki antes de escuchar el relincho de su caballo como costetación haciendo sonreír levemente al rey mientras acariciaba su costado con cariño y delicadeza —Buen chico.

Eliseo fue su mejor amigo cuando aún no había sido gobernado por el dragón. Siempre que estaba estresado o triste, dejaba que Eliseo lo guiara a otra vez del Nirvana llevándolo a conocer maravillas que de alguna manera o otra, siempre le levantaban el ánimo y lo calmaban. También fue su compañero en batalla cuando lo herian en alguna parte y no podía convertirse en dragón para pelear, el siempre iba en su auxilio dejándolo combatir sobre su lomo mientras masacraba a los invasores humanos que irrumpian en el Nirvana. Incluso Kirishima le había dicho que quería más a ese unicornio que a él, cosa que no negó en absoluto "traicionando" así la confianza del dragón que hizo una pose demaciado dramática como si le hubieran apuñalado en el corazon mientras decía: "Me has traicionado, Katsuki" Pero el sabía la verdad, nadie en el Nirvana, puede compararse con la amistad que Katsuki le tiene a Eliseo y nadie a excepción del amor hacia su reina.

Finalmente, dejó a su unicornio descansar mientras atendía el asunto pendiente que tenía que tratar con la Madre y prendiendo una pequeña antorcha con su fuego, se interno en el interior del pasadizo bajando las escaleras a pasos firmes y seguros hasta sentir como él agua mojó sus botas notando que había llegado al final de las escaleras encontrando a su madre sentada en la mesa de piedra iluminada por la luz de luna llena aparentemente esperando su llegada.

—Hasta que por fin te dignas a aparecer, ingrato. Ya me estaba aburriendo de estar sentada aquí esperandote— dijo Mitsuki con una sonrisa de superioridad mientras Katsuki sólo gruñia y dejaba caer la antorcha al agua ya que por la luz y los cristales que se encontraban a su alrededor, ya no lo necesitaba.

—Siéntate y toma un poco de fruta. Debes estar hambriento por haber viajado todo un día sin descanso y tregua— Katsuki le tomo la palabra a su madre y se sentó a sus pies mientas agarraba un durazno jugoso y dulce y le daba una mordida tan grande que parte del jugo de la fruta resbalo por su barbilla y las comisuras de su boca siendo rapidamente limpiado por la mano de rey sin ninguna pizca de pudor o vergüenza haciendo que Mitsuki soltara una suave risa.

—Veo que si tenías hambre, Katsuki— dijo la Madre acarisiando con gentileza los pelos rebeldes de su hijo resiviendo un pequeño gruñido de reprimienda por parte de este pero, aún así, no se apartó de su toque. Aunque odiar admitirlo, los mimos de su madre lo tranquilizarban un poco.

—Y... ¿algo que quieras decirme, Katsuki?— preguntó la rubia con una sonrisa cariñosa en su rostro.

—¿Tú no deberías saber eso?— dijo Katsuki tirando a algún lugar la semilla del durazno que tenia en la mano para agarrar está vez una manzana amarilla dándole nuevamente una mordida.

—Tal vez sí, pero, ahí tantas posibilidades en el futuro incierto que me intriga saber cual rama es esta— dijo Mitsuki con una sonrisa energetica mientras esperaba el hablar de su hijo.

Escuchó como su hijo tomó aire y dejando de lado la manzana que anteriormente comía antes de desviar la mirada de Mitsuki con un pequeño deje de vergüenza junto con un leve sonrojo en sus mejillas, musitó las siguientes palabras que por si no fuera por el silencio de la noche jamás había creído escucharlas de él:

—Quiero... Quiero casarme con Ochako...— antes que pudieran continuar, Mitsuki soltó un grito emocionada mientras se abalanzaba a su hijo y lo abraza con tal fuerza que parecía como si se le hubiera ido el aire. Se sorprendía de la fuerza descomunal de su madre cuando estaba emocionada o enojada.

—¡No lo puedo creer! ¡Por fin uno de mis hijos se va a casar! ¡Sí Masaru estuviera aquí estoy segura que no aguantaría la emoción y ya estuviera llorando!— decía Mitsuki flotando su mejilla contra la de su hijo sin aflojar el agarre que estaba dejando sin aire a su hijo.

—¡Sueltame ya, vieja bruja! ¡Me estás ahorcando!— dijo Katsuki liberandose del abrazo de la muerte de su madre tratando de llevar el aire a sus pulmones después de casi morir ahogado.

—Lo siento, Katsuki. Pero... ¡Me emociona tanto que por fin te cases con la dulce niña que trajiste hace algunos meses! ¡Ella es hermosa, amable y gentil! ¡Estoy segura que será una gran esposa y madre para tus futuros hijos! Me dará nietos tan lindos y hermosos.

—¡¡¡VIEJA!!!— gritó Katsuki aborchonado por las palabras de su madre mientras los colores se le subían al rostro por la vergüenza que sentía en ese momento.

Al verlo de ese modo, con la cara tan roja que parecía un tomate y el ceño extremadamente fruncido y la mandibula apretada tratando de disimular su vergüenza con enojo, Mitsuki no pudo evitarlo y se hecho a reír al ver el rostro que tenía su hijo.

—¡¡¡NO TE RÍAS!!!— gritó rabioso el rubio mirando a su madre con rabia indefinida.

—Nunca te había visto así, Katsuki— dijo su madre parando de reír pero manteniendo una sonrisa calida en su rostro —Definitivamente estás loco por aquella chica de mejillas rosadas— Mitsuki se sentó nuevamente y comenzó a acariciar gentilmente el cabello de su hijo. Práctica que había notado, lo relajada.

—Cuentame... ¿Cómo es mi futura nuera?— Katsuki se acercó un poco a ella para sentir un poco más sus carisias en su cabello y suspirando, intento contestarle la pregunta de la manera más calmada posible, después de todo, ella era su madre y una madre siempre guarda los secretos de sus hijos.

—Ella... Ella es más de lo que puedo pedir...— dijo Katsuki sincerandose mientras las suaves carisias de su madre en su cabello lo calmaban lo suficiente para hablar —Nunca creí encontrar a alguien tan perfecta como ella. Es la única capaz de calmar mi enojo, hacerme sonreír y reír a su lado pero sobre todo, nunca pensé llegar a ser tan sobreprotector con alguien... Ochako definitivamente saca partes de mi que no sabía que existía— Mitsuki sonrió. Era un sueño hecho realidad ver a Katsuki enamorado.

—Antes pensaba... que ella nunca llegaría a amarme ya que por más que trataba, aquel sentimiento se sentía tan lejano para ella que parecía... imposible, según pensaba yo, pero, al oírla decir que me amaba aunque fuera una cruel mentira por pena, no pude ser más felíz. Mi amor por fin fue correspondido por la persona que amaba y sólo con aquella diminuta porción que ella me dió, soy capaz de todo por ella, pelear por ella, vivir por ella...

—Si que la amas, Katsuki— dijo la Madre deteniendo sus carisias para mirar mejor a su hijo.

—Sí, lo hago Madre— Katsuki sentía una tranquilidad emerger de su alma como nunca lo había sentido antes. Realmente hablar de su reina era la mejor sensación que jamás a sentido.

—Entonces, ¿qué es lo que quieres preguntar, Katsuki? Ya me imaginó que es lo que quieres pero, quiero oírlo de tu boca— Mitsuki oyó una pequeña maldición por parte de su hijo mientras se dejaba caer hacia atrás, dejando que su vista se fijará en la luz de la luna y el firmamento con miles de estrellas que se encontraban en aquel cielo que ahora contemplaba.

—Quiero... Quiero casarme con ella, pero, no se como pedirselo— Mitsuki oyó el anhelo de su hijo y sonrió con melancolía pensando todo lo que iba a sufrir Katsuki antes de cumplir su deseo de unir su vida con la de su reina pero, incapaz de bajarlo de las nubes a su hijo, decidió seguirle el juego mientras podía. Pronto su mundo se vendría abajo y quería que disfrutará al menos un poco la felicidad que ahora posee antes que sus días se vuelvan grises y dolorosos.

—Pues... digamos que tu eres una criatura única. Eres mitad humano y mitad dragón así que... no veo por qué no hacer tu propio metodo— dijo Mitsuki con una sonrisa cómplice hacia su hijo quien al escucharla, se quedó en silencio mirando al cielo ante aquella declaración.

"¿Hacer mi propio metodo?"

—Tú hicistes esos collares cuando eras más pequeño, ¿no es así, Katsuki? Incluso comenzaste a creer que si te los quitabas, estabas renunciando a la corona y tu derecho divino que gobernar el Nirvana, algo muy estúpido a decir verdad...— escuchó un gruñido y un resoplido por parte de Katsuki que le decía que estaba perdiendo la paciencia y que se apurara, así que continuó:

—Lo que digo es qué tal vez si le pides matrimonio a Uraraka haciéndole un par de collar que vaya a juego con los tuyos, el significado del compromiso y la lealtad hacia tu amada sería mas que evidente— Katsuki se sumergió de nuevo en un silencio tratando de verle alguna cosa mala a la idea de su madre, pero, por más que trató, y auque odiaba admitirlo, eso... podía ser una buena idea.

Mitsuki vio en los ojos de su hijo un cierto brillo de determinación ante lo que había escuchado. A Katsuki le había gustado la idea.

—¿Estas segura que funcionará?

—Katsuki, soy el alma de un oraculo. Yo nunca me equivoco en esas cosas.

—Entonces... ¿Qué debó hacer?— pregunto Katsuki mientras se enderezaba y mantenía su vista perdido algún punto del lugar.

—¡Ese es tu problema, Katsuki! Yo no puedo andar dándote todas las respuestas— dijo Mitsuki quitándose la responsabilidad mientras Katsuki la volteaba a ver con una mirada amenazante e irritada.

—Mira, es tu propuesta de matrimonio, yo no puedo decirte el modo de como realizarlo. Eso es algo entre tú y Uraraka. ¿Me entiendes?— Katsuki suavisó sus facciones y asintió de manera perdida haciendo sonreír a la Madre. Parecía como un niño obedeciendo a su madre.

Finalmente, notando como la luz de la luna se desvanecia en el borde de la fosa, se levantó de su lugar acuclillandose cerca de su hijo, acarició gentilmente su mejilla mientras le daba un beso suave en su frente con el cariño que sólo una madre podía dar mientras pronunciaba antes de desvancerse frente a la vista de su hijo sonriendole con calidez y cariño convirtiendo las caricias en su mejilla en no más que la nada misma:

—Confío en que tú sabrás que hacer, mi querido Katsuki— el rey vió la figura de su madre desaparecer frente suyo dejándolo sumergido en un mar de emociones y sentimientos.

Katsuki inconsciente se llevó una mano a sus collares y los tomó entre sus dedos observando con detenimiento las cuencas rojas de uno de sus collares que se encontraban frente a él, los collares que alguna vez hizo como signo de realeza en el Nirvana.

"Tengo que empezar a buscar los materiales" dijo mientras se levantaba de su lugar y comenzaba a caminar hacia la salida de la santuario, comenzando a subir las escaleras para llegar a la superficie de nuevo.

Aquellos collares que se encontraban colgados de su pecho, habían sido hechos de los materiales más puros que se encontraba en en Nirvana, piedras preciosas que sólo se encontraban en lo profundo de la montaña ardiente, tan cerca del final del pozo que podías sentir el ardor de la laba incinerado lentamente tu cuerpo y piel; hilos hechos del oro más puro que fue traído desde el cielo por aquellos ángeles que se mencionaba en la religión a las almas puras que seguían sus mandamientos y cuencas que solamente se encontraban en la profundidad del mar Afrodita, sólo alcanzable para una sirena de sangre pura y, la pieza más pequeña, eran joyas de un tesoro escondido en el fondo de la tierra, sólo capaces de entrar por medio de cuevas y pasadizos al centro de la tierra con el tamaño que sólo un hada podía entrar.

Pero, pensaba que era mejor no hacer una réplica exacta de los suyos. Tanto él como Uraraka, eran seres únicos pero, se complementaban el uno al otro y ella se merecía un collar con sus propias caracteristicas, un collar propio de ella y que mereciera ser colocado sobre su cuello para ser su esposa.

Finalmente salió del santuario de la Madre encontrando a Eliseo comiendo unas zanahorias y trozos de lechuga que seguramente una driada que pasaba por ahí debió haberle dejado al notar que era el compañero del rey y sentándose a su lado, sacó de un bolsillo escondido en su gran capa roja un cuaderno con tapa de cuero y hojas hechas de papel de lino junto con un lápiz algo gastado y viejo para ser de un soberano.

Aunque no pareciera, Katsuki a veces dibujaba los recuerdos de su vida que fueron su presente algún vez. A veces lo hacia para para atesorar momentos hermosos en aquel cuaderno de hojas amarillentas o simplemente, por qué no tenía otra cosa que hacer.

Abrió el cuaderno en la página principal dando un recuento de todo lo que había dibujado en su vida, aunque eran pocos dibujos, dibujos que solamente cabían en un cuaderno de unas cuantas hojas, los protegía con su vida ya que en ellos, existía verdades que no era capaces de mostrar.

La primera imagen era un bosquejo de Yaoyorozu y Todoroki, dibujado por un pequeño Katsuki de cuatro años al momento de dejar atrás a sus padres adoptivos para comenzar su preparación para ser rey del Nirvana.

"Qué bien dibujaba para ser un mocoso y plasme perfectamente la cara de bastardo de Todoroki"

El segundo era un boceto de su hermana, hecho por un niño de ocho años cuando ella se había dejado dibujar por él ya que, sentía cierta vergüenza de posar para su hermano. Sólo quería un pequeño recuerdo de ella para atesorarlo para siempre.

"Y pensar que después fue algo que en definitiva quería olvidar"

Continuó en la siguiente y se encontró el dibujo de la espada que ahora poseía en su cinturón y que apreciaba tanto como él arma perfecta para un soberano para defender a su pueblo y a su familia de las amenazas humana. Un dibujo demaciado realistas de un niño de 12 años.

"Sí que me había gustado esa espada"

El siguiente en su cuaderno era el dibujo de un dragón con muchos detalles y demaciado realista. Seguramente lo dibujó cuando su poder se manifestó. Estaba realmente emocionado por ello.

"Al siguiente día, me convertí en rey"

Y por último después de largos años sin haber dibujado, sonrió de lado al ver el hermoso dibujo de Uraraka la primera vez que la conoció, dibujado en la noche posterior a conocerla recordando que no pudo dormir toda la noche haciéndolo.

"Siempre ha sido realmente hermosa"

Y pasando finalmente a una página en blanco, se pasó el resto de la mañana dibujando con delicadeza, el boceto del cual sería los collares de su reina. Quería que fuera digno de ser portado por su esposa y no estaría satisfecho hasta cumplir sus expectativas.

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