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꧁Cap. 20꧂

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La luces que anteriormente iluminaban todo el salón haciendo reaplandecer el mármol pulido de sus paredes, se volvió tenue, suave, casi romántico mientras que en la pista del baile, el Nirvana entero esperaba impaciente para observar el primer baile de Katsuki, el primer baile del rey con su reina.

Los jefes miraban atentos, los niños esperaban impaciente, incluso Eri y Kota, aquellos niños que presenciaron la infancia y los juegos de Katsuki, esperaban impacientes estando Eri sentada sobre el hombro del pelinegro con el vestido que la reina le había congestionado, mientras este se encontraba serio intentando ser indiferente aunque su corazón y el nerviosismo que lo invadía, decían otra cosa.

El pueblo recordaba la alegría que el rubio compartía con su hermana cuando ellos abrían el baile en pasos infantiles y juegos torpes, pero ahora, a comparación de aquellos días, el rey ha madurado, se ha hecho hombre y aprendido que en todas las historia como hay tristezas y dolor, por igual, hay alegría y felicidad y esos son los día que el rey pasa con su reina. La única que fue capaz de traerla devuelta de las tinieblas de su dolor para poder ver la luz de un amor ardiente y cálido.
Uraraka se había quedado estática esperando que el rey terminará de hablar con el príncipe de cosas que no alcanzaba a entender.

Estaba nerviosa, ¡Más que nerviosa! Estaba aterrada. Iba a decirle al amor de su vida todo lo que siente y piensa de él y no era para menos, él ya se los había expresado, las flores que le había dado a Tsuyu para que la cuidase era prueba de ello, y ahora era su turno pero aún sabiendo que regresarme el gesto es lo justo en ese momento, no sabía que pensaría de ella. Solamente... deseaba que lo juzgará favorablemente.

Finalmente, Katsuki dejó de hablar con Todoroki para acercarse a ella e inclinandose un poco mientras extendia su mano hacia ella, su corazón se aceleró al escuchar las siguientes palabras que le dirigía el rey:

—Uraraka Ochako, mi amada reina y mi futura esposa... ¿Le permitiría a este humilde rey bailar una pieza con usted?— Uraraka se enternecio al oír el permiso del rey. Veía como estaba algo sonrojado y mantenía sus ojos fuertemente cerrados con aquel seño fruncido tan caracteristico en él mientras soltaba leves gruñidos por los nervios que sentía y, sin más, ella posó su mano en la suya mientras decía en tono dulce ante la mirada escarlata del rey:

—Bailare contigo toda la noche y toda la vida, si es lo que deseas— Katsuki no pudo estar más satisfecho por aquella respuesta que la su amada le había dado y dándole un beso rápido afirmando un poco más el agarró entre sus manos, con delicadeza la guió hacia el centro del escenario teniendo la vista de todo el Nirvana sobre la silueta de ambos reyes que se posicionaban en medio de la pista para dar inicio al baile de primavera.

Uraraka colocó su mano sobre el hombro de Katsuki y Katsuki puso la suya sobre su cintura mientras juntaba sus manos en un agarre dulce y gentil entre ambos amantes.

Uraraka sentía su corazón explotar, ¡Era la primera vez que bailaba con Katsuki! pero al ver un asentimiento de Jirou a lo lejos mientras ella le respondía de la misma manera, ella dio la orden y la orquesta de sirenas y tritones acabaron con el silencio de la nada mientras un suave as de luz iluminó sus cuerpos mientras los suaves movimientos de la danza se hacía presente hasta que Uraraka susurro para que Katsuki fuera el único en oírlo:

—Katsuki... Esta canción... Kyoka me la escribió para mi y refleja todo lo que pienso de ti y mis sentimientos hacia ti, espero que te guste— y con eso, Uraraka comenzó a cantar solamente para él sin importarle nada dejándose llevar por la música y el amor del momento.

Ni una simple sonrisa, ni un poco de luz en sus ojos profundos
Ni siquiera reflejo de algún pensamiento que alegre su mundo

Cantaba Uraraka mientras se dejaba guiar por Katsuki a través de la pista imaginando que ambos eran las únicas criaturas de la tierra con solamente su amor para subsistir entre ellos.

Hay tristeza en sus ojos, hablando y callando, y bailando conmigo
Una pena lejana que llega a mi alma y se hace cariño

Katsuki escuchaba atento mientras se dejaba envolver por la voz de su reina quien cantaba con tanto sentimiento lo que ella pensaba de él.

El muchacho de los ojos tristes
Vive solo y necesita amor
Como el aire, necesita verme
Como al sol, lo necesito yo

El muchacho de los ojos tristes
Ha encontrado al fin una razón
Para hacer que su mirada ría
Con mis besos y mi gran amor

Uraraka sabía que cada palabra que pronunciaba era la verdad de su corazón, lo que había mantenido oculto desde el principio hasta haberse declarada ante él. Era todo lo que ella pensaba de él mientras seguía con aquel baile encantado olvidando por un momento en donde se encontraban.

Ni su nombre conozco y ya quiero volver a encontrármelo a solas
Y en sus ojos de otoño dormir poco a poco, olvidando las horas

Yo pretendo saber, por qué extraña razón
Hoy sus ojos no ríen
Yo pretendo lograr con ternura y amor
Ver sus ojos felices

Katsuki no pudo evitar sonreír ante lo último ya que, ella tenía razón, su chispa se había ido cuando la conoció. Cuando su hermana se fue... llevó más con ella de los que debería haber sido pero, ella le había devuelto lo que había perdido dándole un nuevo significado a la vida, algo que solamente su amor le podía dar.

El muchacho de los ojos tristes
Vive solo y necesita amor
Como el aire, necesita verme
Como al sol, lo necesito yo

El muchacho de los ojos tristes
Ha encontrado al fin una razón
Para hacer que su mirada ría
Con mis besos y mi gran amor

Y con los últimos voces desvaneciendose y apagandose mientras Uraraka abría los ojos para pasarlos en las escarlatas ardientes del rey, la última nota de la melodía se hizo presente dando por terminada la canción que contenía en ella todos los pensamientos y sentimientos de la reina mientras ella posaba su mano en el rostro del rubio y se acercaba lentamente pronunciando cerca de sus labios antes finalmente cortar el espacio entre ellos mientras las criaturas del Nirvana aplaudían y celebraban tan bella ocasión: ver a Katsuki y Uraraka enamorados.

"Eso es lo que pienso de ti, Katsuki y por favor, acepta mis sentimientos como un íntimo regalo para ti. Mi rey de ojos rojos"

Así pasaron el resto de la noche, bailando cada una de las piezas estando juntos expresando su amor en cada paso movimiento y vaivén que cada vez que alguien trataba de acabar con aquel sueño de primavera -por ejemplo; Todoroki, Kirishima y Kaminari- Katsuki les gruñia de una manera casi bestial haciendo que se apartaran por el susto mientras Uraraka se reí tiernamente por la posesividad de Katsuki hacia ella. De cierto modo, la hacía sentir importante ante todos.

Y al final del baile y como decía la tradicion, el final de la noche llego desde el horizonte inexistente mientras el sol comenzaba su aparición entre las montañas de hielo dando la bienvenida al primer día de una primavera mejor.

Para los Nirvanos, la primavera era como él inició de un nuevo ciclo y lo celebraban como tal, entonces cuando Todoroki le dio el informe al rey, él asintió y agarrando desprevenida a Uraraka quien hablaba gratamente con Iida y Mei, fue tomada de la mano y arrastrada hasta la parte más alta del salón, un balcón que daba vista privilegiada a los reyes para ver todo el lugar y con ello, a sus súbditos donde se podía subir por medio de unas hermosas escaleras de cuarzo mientras todos se reunían al rededor del balcón para ver a su rey junto con su reina dando la bienvenida a la primavera.

Uraraka veía nerviosa como todas las vistas se fijaba en ella siendo notado inmediatamente por Katsuki quien se acercó a ella y le susurro en modo confidente:

—¿Supongo que es la primera vez que das un discurso a tu pueblo, verdad?— preguntó Katsuki con rostro serio mientras la reina asentía apenada.

—Mi padre es el que siempre daba los discursos al pueblo. Mi madre y yo solamente hacíamos precencia en los discursos como parte de la familia real— Katsuki suspiro frustrado, aún no entendía por qué los reyes del mundo humano se concentran tanto en dar silencio a sus esposas e hijas. Es absurdo.

Entonces, Katsuki tomó sus manos y la miro con tal seguridad que logró ser transmitida a su señora mientras decía:

—Solo... Escucha lo que yo diga y guiate de ello para hablarle al pueblo. En ese te reino no hay palabras erróneas, sólo hay que saber como incorporarse y seguir hablando— Uraraka asintió y fue bañada por Katsuki hacia le borde de balcón notando como Uraraka quedó un paso atrás como era su costumbre haciendo que Katsuki gruñera y la balada hasta colocarla a su lado.

—Recuerda, Ochako. Tú eres mi par, no eres ni menos ni más importante que yo. Gobernamos juntos y nuestras opiniones importan tanto como los criterios de cada uno. Somos diferentes pero a la vez tan iguales que nos complementamos, somos todo lo que el Nirvana tiene, sin nosotros, él reino cae— Uraraka sólo asintió sorprendida por lo que Katsuki había dicho. A veces le sorprendía la sabiduría de un rey tan joven como él.

De pronto, al voz de Katsuki se dirigía al pueblo y comenzó su discurso con voz demandante, segura y fuerte, como si lo hubiera practicado un millón de veces en el pesado.

—En esta amanecer, iniciamos un nuevo ciclo, dejando los errores pasados que nos martirizan para empezar de nuevo una nueva vida. Hermanos y hermanas, el Nirvana de los mares no es sólo un lugar, somos todos nosotros y de nosotros depende dar lo mejor para prevalecer de pie ante el calor de la batalla, la muerte y el dolor. Todos somos una unidad, todos somos uno, así que respetemos y el Nirvana también lo hará. El ciclo que estamos dejando nos ha traído muchas bendiciones y con ello la llegada de mi querida reina...— Katsuki extendió su mano hacia ella quien lo tomo con una sonrisa mientras entendía continuaba el discurso del rey.

—Sé que soy joven y una hija de la especie enemiga, pero, no duden de mi, hijos mío, confíen en mi tanto como confían en el rey. Como el rey alguna vez me dijo, soy su par, su igual, su reina... Entonces, déjenme guiar al Nirvana a la victoria ante aquellos que desconfían de ustedes. Sé que es dificil confiar pero les hago una promesa que perdurará hasta mi muerte, mientras mi corazón lata y tenga fuerzas para pelear, no dudaré en defender este reino, mi reino y su pueblo junto con él y si alguna vez muero, moriré satisfecha y orgullosa ya que defendí a este hermoso hasta el último aliento de mi alma. Así que celebren, gocen y ría, porque yo y le rey daremos todo para protegerlos para mantenerlos seguros bajo nuestro manto— en el rostro de Katsuki una sonrisa orgullos jalo las comisuras de sus labios y dando por concluido las palabras de Uraraka se volteó hacia el pueblo mientras gritaba y elevaba ambas manos entrelazados en un firme agarre entre ambos reyes, repitiendo con ello el eco de todos aquellos que se encontraban en el salón:

—¡Nosotros somos pocos pero, más fuertes que cualquiera, porque en nuestros corazones hay amor y la justicia rige nuestra hogar escondido de la vista de la ímpios; ¡¡¡El Nirvana de los mares!!!— y mientras la multitud gritaba y alababa a los reyes de su hogar, la primera luz de primavera, entró por un enorme cristal multicolor que se encontraba justo encima de los reyes, iluminando el salón con diferentes tonos multicolor mientras el pueblo junto con Katsuki comenzaban a entonar aquella melodía que los primeros habitantes del Nirvana cantaron cuando la primera primavera llegó a su hogar.

Uraraka escuchó un momento aquella melodía y sorprendida por sentir haberla escuchado antes y que misteriosamente recordaba a la perfección la letra, sonrió alegre y colocando una mano cerca de su pecho comenzó a entonar aquella melodía que estaba segura que su madre le en tono alguna vez en aquellas canciones de cuna que cantaba cuando era niña.
Y así, la primavera llegó al Nirvana, comenzando un nuevo ciclo en este lugar, dándole la bienvenida a la nueva integrante a su hogar en medio del mares, la eterna reina, Uraraka Ochako.

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