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꧁Cap. 2꧂


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No sabía lo que veía o donde estaba o a donde iba pero, lo que podía identificar de aquel extraño y misterioso sueño era una isla. En medio de un mar tormentoso, escondida del resto del mundo por una poderosa magía, donde las últimas criaturas fantásticas de la tierra habitan en paz y en armonía lejos del egoísmo del hombre. Ese lugar, esa hermosa isla que se extendía frente a sus ojos, era el Nirvana de los mares.

Pero, en una fortaleza construida en el volcán más alto de la isla, donde los dragones habitan y protegen a su señor, se encuentra nada ni menos que el soberano de las criaturas de la isla, el gran rey del Nirvana de los mares.

Uraraka no pudo ver bien su apariencia pero, nunca olvidará aquellos ojos de fuego que la observaron en silencio sorprendido por su presencia en aquel lugar que era su santuario en soledad.

"¿Quién eres en esta isla?"

"Yo... No estoy segura"

"Yo se quien eres tú. Eres la soberana del Nirvana de los Mares... Mi reina... Mi amada... Mi esposa. A quien he esperado toda la vida, alguien a quien mi parte humana a esperado durante mas lunas de las puedo contar"

"Disculpe, mi señor, pero, yo soy demasiado joven para ser reina de un lugar así. No puedo convertirme en su esposa. Estoy comprometida con alguien más y él me espera en otro lugar para gobernar a su lado"

"Tu hogar está aquí, es tu destino convertirte en la reina del Nirvana, mi querida señora. Esta escritó que una humana con el corazón más puro jamás conocido gobierne este santuario para proteger junto conmigo el corazón de las bestias que habitan en él, los últimos seres mágicos que quedan"

"Disculpe de nuevo mi entrometimiento, su majestad, pero, usted es el verdadero soberano de esta isla. ¿No debería ser usted el que los proteja"

Escuchó un suspiro por parte de aquel ser que tenía frente a ella y dijo casi con furia y desespero:

"Hace tanto que me he convertido en una bestia completa que ya no puedo proteger al Nirvana por mi cuenta. Estoy perdiendo la razón y mi humanidad con el pasar de los años. La pérdida de un ser importante me ha obligado a olvidar la parte humana que mi madre me dio y sólo tú, mi reina, podrá salvarme de mi locura"

De pronto Uraraka sintió como era rodeada por unos fuertes brazos mientras le susurraba al oído con aquella voz ronca y masculina que la estremeció:

"Confió en ti mi reina, pero, ahora, tienes que despertar"

°
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Y entonces...

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Todo se volvió oscuro.

(...)

Uraraka abría los ojos con suma pereza adabtandose a la luz con cierta dificultad y lentitud. Se sentó sobre la cama y se estiró con pesadez por haber dormido tanto en una sola noche. Hace tanto que no dormía así.

De pronto, como si fuera rayo cayendo sobre su cabeza, recordó los sucesos del día anterior comprendiendo ahora donde estaba. ¡Se encontraba en el Nirvana de los Mares!

Comenzó a observar a su alrededor sorpendiendose de encontrarse durmiendo en una hermosa cueva cubierta por hermosos cristales y piedras preciosas que parecían brillar a su alrededor. La cueva era de un color azulado muy diferente a las que ella estaba acostumbrada a ver en su hogar en el mundo humano, musgo fosforescente se extendía por las paredes de aquella extraña cueva que parecían respirar al momento de apagarse y volverse a encender dando así una sensación extraña en aquel lugar que parecía cobrar vida propia y entonces, al girar su vista al techo sobre su cabeza, se sorprendió de ver un centenar de estrellas brillando con tonos azules sobre su cabeza iluminando un cielo nocturno sobre la cueva. ¿En donde se encontraba para ver tales maravillas?

—Oh... Veo que ya despertaste. ¡Qué bien!— dijo una voz que terminó asustando levemente a la castaña quien se volteó y miró a una extraña mujer de piel rosa, cabellos de igual color junto con dos pequeñas antenas sobre su cabeza pero, lo que más la asustó es el poder observar a una criatura que en vez de tener la esclerótica blanca, era negra, dandole un pequeño escalofrío por su columna vertebral verdaderamente impactada por su aspecto. ¿Qué era esa criatura?

Al pareces la pelirosa leyó sus pensamientos y dejando la bandeja de comida que había traído especialmente para ella, dijo de la manera más informal posible aunque las sirenas la habían puesto al tanto de que era la futura reina del Nirvana:

—Por la cara como me ves, supongo que tienes dudas de que clase de criatura soy, ¿verdad, querida?— Uraraka sólo asintió apenada y bajando la mirada con un pequeño sonrojo en sus mejillas abultadas, sintiendose fatal al haber sido tan inresputuosa con su afitriona.

Mina sólo sonrió eternicida al notar lo adorable que podía llegar a ser su señora y dijo con cierto toque de orgullo y altaneria:

—Yo, mi querida reina, soy un hada de los bosques de Luna y ahora mismo te encuentras en mi habitación en la cueva que comparto con mis hermanas— dijo ella posando su mano sobre su pecho en una pose un poco demasiado altanera —Las hadas somos las mensajeras del Nirvana de los mares. Llevamos recados a diferentes lugares de reino de cualquier criatura a quien los solicita.

—¿Incluso al rey?— preguntó Uraraka comenzando a integrarse.

—Bueno... Yo soy la única que le lleva recados al rey. Todas las demás le temen con solamente un suspiro— dijo el hada rascándose la cabeza apenada.

—Pero, ¿Por qué le temerían? Es el rey quien los proteje, ¿no es así? ¿Acaso... Él es malo?

—¡¿Qué?! ¡No, no, claro que no!— se apresuró a decir la pelirosa comprendiendo a donde iban las preguntas de la reina del Nirvana —Es... sólo que... ha perdido tanto que ya no sabe que es ser realmente un ser humano. Hubo un tiempo en el que el rey paseaba por los páramos supervisando a las criaturas y ayudandolas en lo que podía en su forma humana... Pero, cuando la única persona que alguna vez amo, desapareció hace largos años, cayó en una profunda depresión y locura e, incluso, su lado bestial lo domino y ahora sólo habita su fortaleza en la forma de la bestia más temida jamás vista. Un dragón alfa— dijo ella en un tono melancólico recordando la alegría y la niñez que el rey había tenido en su juventud.

—¿Entonces... él... ama a alguien más?— preguntó Uraraka sintiendo un enorme nudo en la garganta al pensar que ella tendría que remplazar a un amor fallecido.

—No es así como lo crees. Ese amor era más profundo y puro que cualquiera existente, jamás se rompería, aunque... La amargura y la maldad invadiera el corazón del rey.

—Dudo mucho que exista un amor así— dijo Uraraka escéptica.

La pelirosa sólo rió y dijo con un tono de voz tierno y melancolico:

—Claro que existe, mi querida reina. Es el amor de un hermano a una hermana— Uraraka al escuchar eso, se sorprendió enormemente al enterarse de tal engaño. ¿El rey tenía una hermana... Un familiar que había perdido en alguna catastrofe? Entonces, ¿Por qué su libro decía nada parecido? ¿Era un intento de ocultar la verdadera razón de su desaparición? Pero, ¿Por qué?

La pelirosa ya no quiso decir más, en cambio de eso, se presentó formalmente antes su señora y reina.

—¡Ay, que tonta soy! Perdóneme usted por no presentarme formalmente, reina mia. Soy Mina Ashido, la jefa de la tribu de las hadas. Yo supervisó a nuestras mensajeras para que lleguen a salvo y a tiempo a sus respectivos lugares.

—Y tener a Mina como jefa, significa que ningún secreto está a salvo— dijo una chica pelirosa y con un extraños ojos al igual que Mina.

—¡Mejor cállate Mei y atiende a nuestro invitado hasta que despierte!— dijo Mina volteandose enojada hacia su segunda al mando mientras está decía en tono juguetón:

—No me molestaría probar mis bebés experimentales en ese humano con aspecto de caballero. ¡Esperó que sobreviva a la primera o tendré que buscar otro sujeto de pruebas!— dijo la tal Mei con un brillo extraño en sus ojos mientras salía corriendo rumbo a la habitación de aquel humano fornido.

—Espera, ¿Humano con aspecto de caballero...? ¡Iida! ¡¿Acaso Iida está aquí?! Dejenme verlo, por favor— dijo Uraraka desesperada mientras imaginaba el peor escenario para las heridas de su amigo.

Mina sólo sonrió y dijo con amabilidad:

—Primero, toma tu desayuno y después podré guiarte con tú amigo. No querrás desmayarte antes de verlo, ¿verdad?— dijo Mina mirando con una sonrisa alegre a Uraraka.

—Supongo... que no— dijo Uraraka resignada y un poco de acuerdo con las condiciones del hada.

—¡De acuerdo! Te dejaré tomar tu desayuno en paz. Regresó en un par de minutos, mi señora— dijo el hada acercándose a una pared y agitando su mano en un ademán extraño sacando pequeños destellos en el proceso, una misteriosa puerta en medio de la roca se hizo presente y desapareció cuando Mina ya se encontraba fuera de la habitación sorprendiendo enormemente a Uraraka.

"Eso... fue extraño" pensó intrigada mientras comenzaba a tantear la pared en busca de la puerta y a hacer ademanes varios sin éxito.

De pronto, su estómago rugió exigiendole comida haciendo que abandonara por un momento el asunto de la puerta y se dirigiera a la mesa y sillas talladas de roca donde estaba colocada su respectivo desayuno.

Observó con atención la comida que estaba dispuesta sobre la bandeja de madera comprendiendo que se trataba de un hermoso pastelillo de vayas del bosque, un té caliente de alguna variedad que no conocía y como guarnición, unas jugosas fresas y zarzamoras tan hermosas y apetitosa que Uraraka dudo por un instante que fueran reales.

Finalmente, dispuesta a degustar aquel desayuno angelical, se sentó y buscó entre la bandeja unos utensilios que pudiera usar para comer, sorprendiendose enormemente al darse cuenta que los utensilios estaban hechos de opaló y diamante tan exoticos y hermosos que Uraraka quedó hipnotizada por un momento observando su belleza y brillo casi celestial.

"Es... simplemente, hermosos"

Su primer bocado fue el pastelillo de vayas del bosque que, al probarlo, una explosión de sabores en su boca la deleitó por completo y la hizo querer aún más.

El pastelillo no era empalagoso o demasiado agrio, tenía los toques perfectos de dulce y sabor de las vayas del bosque dejando totalmente encantada a Uraraka quien no esperó a comer más de aquel pastelillo completamente engatusar por el sabor de este. Después probó tan delicioso té de hierbas que Uraraka casi gritó a medio trago por probar una bebida tan exquisita como esta, y ¡Qué decir de las fresas y zarzamoras! Jamás había probado una vaya tan deliciosa como las que ahora comía aunque su padre y su madre la llenaban de lujos y comodidades al igual que la comida más deliciosa que se podía conseguir en su reino, no era comparado en nada con aquel simple desayuno que acababa de probar.

"Pero, ¿Qué me esperaba?" Pensó "Sí estamos en el Nirvana de los mares. Supongo que debía imaginar que incluso su comida era mágica" Uraraka rió tiernamente ante sus pensamientos mientras se levantaba y limpiaba su vestido algo arrugado por el viaje que acababa de llevar a acabó.

—Veo que ya a terminado, mi reina— dijo la voz conocida de Mina entrando a la habitación por aquella tan misteriosa puerta que Uraraka buscó por horas —¿Le ha gustado?

—Esto... ¡Esto fue lo más delicioso que he probado en mi vida!— dijo ella emocionada —¿Ustedes las hadas lo prepararón?

—No, mi niña. Fueron los Elfos de las montañas del norte. Ellos nos proveen de comida y alimentos a todos los habitantes del Nirvana— decía Mina con una sonrisa energética en su rostro —Vienen una vez cada 2 lunas para traernos provisiones y alimentos para poder alimentar a nuestras tribus. Debes conocer a su líder, ¡es un galán!— Uraraka rió dulcemente ante el comentario de Mina mientras ella chillaba de la ternura y se acercaba a su adorable reina para picarle una de sus mejillas rosadas con afán y ternura. Uraraka terminó por sentirse extraña ante la acción del hada, jamás le había picado sus mejillas.

—¡Ay! Las sirenas tenían razón ¡Sí tan sólo eres una niña! ¿Cuantos años tienes querida?

—17— dijo como si fuera lo más normal del mundo espantado enomemente a la pobre Mina.

—¡Oh, Dios mío! ¿Tan joven eres y te estaban enviando a Masutafu para casarte? ¡Qué barbaridad!— decía Mina enojada con los padres de la niña por llevar a su hija al matadero.

—No se preocupe, en mi mundo es normal que nos casemos a esta edad— dijo Uraraka amable para calmar un poco el corazón afligido de Mina.

—¡Tenemos suerte que el rey sólo es 7 años mayor que tú! Sí no, ¡Sería una catástrofe!

—Espere, ¿7 años mayor que yo? Entonces el tiene... ¡24 años! Él es demasiado joven para gobernar un reino— dijo Uraraka impactada por su descubrimiento.

—Y usted demasiado joven para casarse, mi reina. Pero a veces las cosas no se planean como uno quiere, ¿verdad?— Uraraka se quedó callada más por la ofensa que por la razón. Nadie jamás le había hablado así y prefirió cerrar la boca que comenzar a insultar.

—Mire, su majestad. El rey creció para ser líder. Apenas manifestó el poder que se le concedió desde mucho antes que él naciera, fue proclamado rey del Nirvana por la sangre del dragón alfa que contiene en su interior. No crea que es sencillo gobernar un pueblo a tan corta edad, pero, nosotros necesitábamos un rey y su madre, la reina del imperio caido, ofreció a su hijo a cambio de que nos hiciéramos cargo de él ya que en definitiva, ella ya no podía. Ya se que suena cruel, pero, fue necesario. La reina era cazada por sus propio pueblo para acabar con a ella y su linaje y la única forma de permanecer a salvo de los revolucionarios del rey era quedarse en un lugar donde nadie encontrará al último de los Bakugou y el Nirvana de los mares era el lugar perfecto para eso, o... al menos, lo fue por un tiempo— decía Mina con cierto tono distinto al habitual, tal vez... más serio —La cosa es, que el rey, a su corta edad, es el mejor gobernante que hemos tenido en mucho tiempo. Tal vez más por su parte humana que por su parte bestial, pero, él nos ha protegido de monstruos marinos sedientas de poder, humanos que han arribado a la isla en busca de los tesoros del Nirvana para explotarlos y asesinar a cualquiera que se interpusiera en su camino y, el rey, nos ha protegido de todos aquellos peligros manteniéndonos vivos durante todo su gobierno. Ahora dime, su majestad ¿Va menospreciar a nuestro rey como gobernante por su corta edad o prefiere conocerlo y saber como es él antes de juzgar?— Mina dijo aquello en un tono severo y casi enfadado dejando aún más callada a la pobre Uraraka. Los nirvanos odian que insulten a su rey.

De pronto, para romper el tenso ambiente que se había formado, la segunda al mando de Mina, Mei, apareció por la extraña puerta que se encontraba escondida en la pared de roca y dijo con un extraño brillo en sus ojos:

—¡Lo logre! ¡Mis bebés despertaron al humano de su sueño! Pero, creo que es hora que la reina intervenga para calmarlo porque, está como un loco buscándola y amenazando a todo lo que se mueva con su espada. Es mejor que venga, mi señora— dijo la pelirosa antes de desaparecer y dejar nuevamente solas a ambas mujeres.

—Solo... intenta conocerlo mejor antes de juzgarlo— dijo Mina llamando la atención de Uraraka —Él sólo necesita a alguien que lo salve ya que en este momento, se está ahogando— esas palabras dejaron en silencio a Uraraka. ¿Qué habla pasado como para que un rey dragón se este ahogando?

De pronto, Mina cambió su semblante y dijo un poco más animada y energética:

—Bueno, hay que ver a tu caballero antes que mate a alguien más. Las sirenas me contaron la masacre de sus hermanas— dijo Mina diciendo lo último como si no importará en lo más minimo aunque, en sus ojos, se leía todo lo contrario.

"Todos odian a Iida" pensó Uraraka con pesar mientras seguía al hada a través de la misteriosa puerta.

Aquellos pesares lo siguieron por todo el camino a través de pasillos laberínticos de roca y cristal mientras se sumergía más y más por la cueva que parecía infinita. Pero, incapaz de mantener la culpa más tiempo, se colocó en frente del Mina y se inclinó en el suelo como tantas veces le habían enseñado hacer impactando enormemente a Mina.

—Su majestad, ¿Q-Qué está haciendo?— preguntó la pelirosa anonada.

—Me disculpo por las ofensas que mi general a hecho a su pueblo. Él... Solo me protegía de las sirenas que atacarón el barco sin aparente provocación, pero... Sé que las sirenas tuvieron sus motivos para atacarnos y yo no las culpó por haberse llevado la vida de mis soldados y marineros solamente para proteger al Nirvana de las mares de la avaricia humana... Pero... si yo las perdonó por llevarse la vida de soldados y marineros inocentes ¿pueden perdonar a Iida por acabar con vidas de sirenas sólo para protegerme de aquella amenaza?— de pronto, la princesa alzó la mirada y le suplico en silencio con su hermosa mirada avellana que perdonarán a un amigo que sólo la protegía como su corazón la indicaba, enterneciendo el suave corazón de Mina.

—Su majestad...— dijo ella mientras se acuclillaba a su altura y colocaba su mano sobre la mejilla de la joven para acarisiarla con gentileza —Usted si que tiene un alma noble. Es... lo que nuestro rey necesita en este momento. Amor y cariño, algo que usted definitivamente puede darle— después, Mina ayudó a Uraraka a levantarse mientras decía alegre y energética.

—Hablaré con las sirenas para que no haya más rencores hacia Iida. Auque tenga que hechizarlas para hacerlo, lo haré— dijo Mina guiñandole un ojo, haciendo reír dulcemente a Uraraka.

—Gracias, Mina— dijo la castaña suavemente, agradecida por ahora tener una amiga en el Nirvana.

De pronto, se escuchó un escandalo a lo lejos y reconoció de inmediato la voz de Iida amenazando de muerte a los nirvanos si no le mostraban donde estaba Uraraka.

Al oirlo, la castaña no dudó en salir corriendo hasta la habitación donde se encontraba Iida antes que él cometiera otra tontería y tuviera que dar la cara por él de nuevo.

Cuandó llegó, vió a Iida sosteniendose fuertemente de la pared ya que sus heridas aún no habían sanado agitando súbitamente su espada alejada a las pequeñas hadas que volaban a su alrededor tratando de controlarlo antes que se hiciera daño él o algunas de las presentes.

Mei también se encontraba ahí, tratando de razonar con Iida para que bajara la espada y no se lastimara así mismo o algunas de sus compañeras.

—Exijó...—dejó Iida con voz firme apuntando nuevamente a las hadas —Saber donde está la princesa del reino de Yūeii o, ¡Acabaré con cada una de ustedes hasta que no quede nada por cual llorar!-- al escuchar aquel grito, todas las hadas retrocedieron aterradas ante el humano que estaba enfrente de ellas incluso Iida estaba tan fuera de si que cuando un hada intentó acercarse para hablar con él, la empujó con una mano mandando la a volar tan lejos que terminó por golpearse en la pared y calló al suelo adolorida.

A ver esa barbaridad, Uraraka se aventuró a la habitación y fue a auxiliar a la pequeña hada que trataba de levantarse sin éxito.

Cuando estaba apunto de caer de nuevo, Uraraka la agarró entre sus manos evitando que se lastimara aún más tratando de levantarse mientras le susurraba con una sonrisa dulce pero dolida mientras la acariciaba con gentileza:

—Tranquila, yo te cuidaré mientras te recuperas así que no te esfuerces en tratar de levantarte. ¿Esta bien?— la pequeña hada asintió observando a su reina con sus hermosos ojos color rojo mientras decía con timidez bajando la mirada:

—Gracias, mi reina— cuando escuchó su voz y vio un poco mejor su comprensión física, se dió cuenta que no era más que un hada pequeña de unas cuantas décadas de edad; solo una niña pequeña que ha sido agregida por su general y al descubrir aquello, sintió como su sangre hirvió contra Iida y volteandose completamente furiosa hacia él, gritó como nunca había hecho antes:

—¡¡¡IIDA!!! ¡¡¡BAJA AHORA MISMO ESA ESTÚPIDA ESPADA ANTES QUE LASTIMES A ALGUIEN MÁS POR TUS TONTERIAS SIN SENTIDO, ¿ENTENDISTE?!!!— al escuchar el grito furioso de su princesa, este la volteó a ver en ese instante observando aquella mirada agresiva y furiosa que Iida tanto temía de su señora haciendo que bajara su arma y la enterrar a en el suelo mientras se arrodillaba ante Uraraka y decia:

—Lamentó los inconvenientes, mi señora. No volverá a pasar.

—Más te vale que no, aún estoy arreglando que mataste una docena de sirenas sin piedad alguna y ahora, ¡¿Tratas de matar a aquellas que te cuidaron a ti y a mi e incluso atendieron tus heridas?! ¡Qué vergüenza, Iida. Me decepcionas!— dijo la castaña realmente enojada con su general mientras él cada vez se sentía más mal por haber cometido aquellos atroces actos.

—Su majestad, yo...

—¡¡¡NO QUIERO OIR NADA Y DISCULPATE DE MANERA APROPIADA CON NUESTRAS AFITRIONAS, ¿ENTENDISTE?!!!— al oír el gritó de su princesa, bajo ún poco más la cabeza por el regaño y dijo algo cohibido por haber enojado a Uraraka:

—Sí... Sí, mi señora— y entonces, Iida se enderezó y haciendo una reverencia ante las hadas, dijo apenado por lo que había pasado.

—Lamentó mucho mi comportamiento, anfitrionas mías. No volverá a pasar y prometo comportarme de manera apropiada con todas ustedes junto con todos los habitantes del Nirvana— dijo Iida de manera educada con tal grado de arrepentimiento más por haber enojado a Uraraka que por otra cosa que todas las hadas suspiraron aliviada y agradecieron internamente a Uraraka por su intervención en el momento oportuno.

Mina veía todo desde el umbral de la puerta mientras sonreía con cierta complicidad hacia su segunda al mando.

"En su interior... yace un corazón noble, valiente y riguroso. Además de poseer una gran belleza para enamorar a nuestro rey, es capaz de gobernar el Nirvana de los mares con mano justa y firme. Ella es... la perfección para la reina del Nirvana. Ella es... nuestra reina".









Segundo capítulo y espero que les guste!!!

Bye!!!

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