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Epílogo.

—Papá, quiero participar en el certamen de deletreo.

Confundido pestañeó unas cuantas veces y se volteó a mirar a su hija, quien jugaba con la mandarina.

—¿En serio? —cuestionó y volvió con la mirada al frente, intentando mantenerse atento a su entorno vehicular.

Recibió un asentimiento de cabeza de parte de su hija—. La profesora dijo que mañana empezarán las inscripciones. —Guardó silencio sin saber qué responder y ella pareció dar pie libre a su habitual monólogo—. No lo quiero comentar con papá Baek porque ya le pregunté sobre tocar el violín y me dijo que no. —La pelinegra hizo una mueca—. No entiendo por qué debo preguntarle a él cuando a ti te parece una buena idea.

—Porque ambos somos los padres, NaYeon. No podemos hacerlo si solo yo estoy de acuerdo.

—¡Pero no es malo! —insistió ella y se puso a mover los brazos, recordándole de inmediato a BaekHyun con esa necesidad de explicarse de forma corporal—. Papá no me deja porque dice que me sobreexijo.

—¿Y tú qué opinas de ello? —preguntó un tanto desinteresado mientras se estacionaba frente al supermercado.

—Quiero ir a un doctor de la mente.

Frunció el ceño hacia su hija, casi atacado, y antes de que se diese cuenta ya estaba acuclillado frente a ella acariciando su liso cabello—. ¿Por qué, princesa? ¿Hay algo que debas hablar y no nos puedas decir a nosotros?

—No les puedo decir a ustedes porque es sobre ustedes.

Aquello no lo dejó más tranquilo y se asustó, cosa que lo hizo quedarse atrás cuando su hija ya iba camino hacia las puertas automáticas, así que se apresuró en seguirla. Ni siquiera alcanzó a llamarla cuando la vio tomar un canasto para adentrarse al sitio.

—¿Por qué problemas con nosotros? ¿Qué pasa? —insistió cuando llegó junto a ella y le quitó el canasto, aunque ella se lo volvió a quitar y se las aguantó de regañarla.

—Porque tú me haces pensar más y papá Baek dice que piense menos.

—El doctor dijo que era inteligencia interpersonal, ¿recuerdas? —Le sonrió en el intento de darle confianza, pero los ojos de su hija se aguaron y ChanYeol no entendió por qué.

—Papá Baek quiere que sea tonta...

—No, bebé... —Le quitó el canasto a la niña y la tomó en brazos, haciendo que ella de inmediato se aferrase a su cuello—. El doctor dijo que se trata de una fortaleza que tienes. No es malo, pero a veces de tanto pensar duele la cabeza...

—A mí no me duele la cabeza —lo interrumpió con el rostro serio.

—A veces darse cuenta de algunas cosas hace que nos duela la cabeza —intentó explicar y la bajó para echar al canasto unas cuantas galletas—. Papá Baek solo quiere que no te duela nada.

—Si fuera por papá Baek me mantendría encerrada en la habitación —se quejó ella con los brazos cruzados y ChanYeol solo la miró desde arriba antes de reír, pareciéndole muy tierna.

—Lo hace porque te ama.

—Tú también me amas y siempre me dices que sí cuando pregunto si puedo tomar talleres extra.

Apretó los labios y se detuvo delante de las frutas. Le hizo un gesto de cabeza a su hija para que escogiera las que quería. ChanYeol no entendía por qué, pero NaYeon de repente se volvió una niña independiente que se estabilizaba bien sobre sus dos pies, que escogía su propia ropa —rechazando de lleno las faldas tutú de su esposo— y leía sus propios cuentos.

—Papá, ¿por qué hay tomates grandes y otros más pequeños?

—Son hermanos. El más grande es el mayor —soltó sin pensárselo mucho mientras buscaba apio.

Como no escuchó ninguna respuesta por parte de su hija se volteó a mirarla, encontrándosela parada en el medio del pasillo con las manos en la cintura y esa mirada enojada.

—No digas cosas tontas, papá. Trabajas con comida, deberías saberlo.

Hizo una línea con los labios—. Yo preparo la comida, NaYeon. No la siembro. —Al ver la ceja alzada de su hija suspiró—. El grande es el tomate, el pequeño es una especie de derivación que se le conoce como tomate Cherry; debe tener unas tres calorías. Se cultivan ambos de la misma forma.

Ella asintió y continuó mirando las frutas a su alrededor. La pequeña le señaló algunas y él procedió a escoger para pesarlas.

—¿Me compras un libro sobre verduras?

—¿De verdad quieres saber? —cuestionó algo cansado.

La niña se lo pensó durante unos segundos y negó—. No. —La pelinegra caminó desinteresadamente por el lugar, dando saltitos y llevando las manos unidas por detrás de la espalda—. ¿Esta semana nos toca fibra?

—Fibra —susurró agobiado y asintió.

Puede que BaekHyun tuviese razón al decirle que temía que su hija de apenas siete años se convirtiese en una pequeña genio sin infancia.

NaYeon prefirió desde pequeña preguntar por todo y ellos como padres la incentivaron a buscar respuestas. Fue bueno en un inicio cuando recibieron felicitaciones por parte de los profesores y notaron que su hija se interesaba por las cosas que hacían las personas en la televisión, pero se volvió un poco complejo cuando fueron al hospital por un chequeo hace unos pocos años y el pediatra los regañó porque estaban estimulándola demasiado, pero a ChanYeol se le hizo sumamente normal que ella se pusiese a apuntar cosas para preguntar por su nombre y cómo funcionaban.

BaekHyun se mantuvo más arraigado a la idea de frenarla un poco, no aceptarle tanto sus ocurrencias a participar en talleres o recibir de regalo cosas que podían llevarla a adentrarse en una profesión. No aún, cuando NaYeon apenas tenía amigos y prefería leer que correr con sus compañeros.

Su esposo siempre le echó la culpa a él y a su ser pensante, pues ChanYeol le preguntaba las mismas preguntas que le hacía a él, algo que efectuaba de manera inconsciente, pero que para ese momento se dio cuenta que le enseñó e hizo trabajar ese pequeño cerebro más de lo que debería para la edad. Sin embargo, ambos investigaron sobre el tema y las limitantes de BaekHyun, su itinerario interminable sobre cuándo comer, dónde guardar los libros y cómo saludar, la hicieron convertirse en una jovencita en un cuerpo de una niña.

El temperamento de NaYeon era fuerte, curioso y autodidacto, cosa que pareció ser demasiado compatible con unos padres primerizos que pasaban todo el día velando por su hija y consintiéndola.

—Te propongo algo. —La pequeña necesitó ayuda para subirse al vehículo, así que no tardó en tomarla para sentarla en su silla—. Hablaremos con papá Baek. Pero debes escoger entre el violín o el taller de deletreo.

—¡Pero papá...!

Pues el problema justamente radicaba ahí. NaYeon quería hacer todo de una sola vez y cuando quería algo lo quería en grande, cosa que no se dieron cuenta que estaba mal hasta cuando se encontraron comprando un telescopio como regalo de Navidad en vez de escogerle una muñeca o el uniforme para algún equipo deportivo.

—No puedes hacer todo al mismo tiempo, NaYeon. Si haces ambas cosas no conseguirás dar tu mejor potencial en ninguna de ellas.

La niña se cruzó de brazos amurrada y él rodeó la camioneta para subirse detrás del volante. Una vez que estuvieron de vuelta en la carretera la observó de reojo, viéndola con la mirada en la ventana y el cuerpo encogido. Al parecer continuaba molesta y eso solo le hizo soltar un suspiro.

—Princesa, ¿no me hablarás? —preguntó con suavidad cuando ya se estaban adentrando a la pequeña casa residencial.

Llevaban apenas un año viviendo en la propiedad y aún debían más de la mitad de lo que les costó, pero luego de casarse con BaekHyun cuando NaYeon cumplió los cinco años acordaron invertir en ello, especialmente porque su esposo insistía con lo del perro, aunque aún no tenían uno.

Vivieron juntos cuando la pequeña cumplió los tres años y a partir de ahí las cosas parecieron ir mejor para ambos. ChanYeol terminó su carrera, así que consiguió un trabajo estable en un hotel céntrico mientras BaekHyun se las ingenió para trabajar y estudiar, al menos algo corto y en relación con lo administrativo, por lo que también contaba con un trabajo estable, al menos que le prometía sueldo por los próximos seis meses.

NaYeon pareció optar más por moverse de un lado a otro que quedarse directamente con ellos, por lo que los fines de semana se la pasaba con sus primos o en casa de sus abuelos, quedándose en los hogares de sus familiares incluso cuando ellos no lo hacían.

—¿Me ayudarás? —preguntó con cuidado al verla parada a su lado mientras él se las arreglaba para tomar la mochila de NaYeon, sus libros y lo que compró en el supermercado.

La niña tomó la bolsa de las galletas y algunos de sus libros—. ¿Puedes no decirle a papá Baek de lo que hablamos hasta cuando me decida? —Asintió y ella le hizo un gesto para que se agachase a su altura, momento en el que la niña le dio un beso en la mejilla—. Lo siento, papá.

Como pudo se las arregló para acariciarle cabello, el cual estaba con un trenzado deshecho. NaYeon insistía en peinarse a sí misma y con el pelo liso que tenía no podía hacer mucho.

—Te amo, NaYeon —le dijo con una sonrisa y ella sonrió.

—Yo también te amo.

Le dejó un beso en la coronilla y se puso de pie con la intención de hacerle un gesto para que se adentrase a la propiedad. BaekHyun insistió en darle una copia de las llaves a la pelinegra —solo las de la puerta de la entrada— y la pequeña las usaba más veces de las que le gustaría.

Una vez que pasaron por el jardín delantero la puerta fue abierta y se encontró a BaekHyun apoyado en el marco, con una sudadera gigante que era de ChanYeol y el short deportivo por sobre los muslos porque ese viernes salía a medio día del trabajo y de seguro se pasó toda la tarde limpiando la casa.

—¡Preciosa!

La niña corrió al notar a su padre y él solo se apresuró en ingresar a la casa, pasando por un lado de su familia para dirigirse a la cocina y dejar las cosas sobre la mesa, sintiéndose agobiado por el peso de las dos bebidas.

—Chef Park —lo saludó el otro en broma y le dio un rápido beso en los labios antes de ponerse a su lado—. ¿Cómo estuvo todo hoy?

—NaYeon quiere entrar a un taller de deletreo.

—¡Papá! —La niña apareció en su visual y él apretó los dientes, sintiendo un ligero miedo—. Dijiste que no le contarías a papá Baek.

—¿Por qué no puedo saber? —preguntó casi ofendido el otro y les envió una mirada a ambos.

ChanYeol solo suspiró y se acarició la frente—. Nena, lo siento. Se me escapó —mintió. La verdad era que pensó que la niña ya subió las escaleras hasta su habitación—. Estaba pensando en lo lindo que se ve tu papá hoy y me desconcentré.

Su esposo le envió una mirada extrañado, pero la pequeña rio y se llevó las manos a la boca. Sabía cuánto le gustaba a su hija la relación que tenían ambos, así que optó por eso y al parecer fue suficientemente porque la pelinegra le hizo caso a su otro padre cuando este le dijo que subiera para cambiarse de ropa y así lavar el uniforme.

—¿Por qué no me quería contar? —preguntó entristecido el contrario una vez que se quedaron solos.

Él no quiso explicar. Necesitaba un momento de silencio, de dejar de pensar y divagar, así que se acercó al contrario y le pasó las manos por la cintura para abrazarlo, finalizando el gesto con su cabeza apoyada en el hombro ajeno. Una vez en esa posición suspiró y BaekHyun le acarició la espalda baja por sobre la camisa.

—¿Pasó algo?

—Estoy cansado —soltó sin más y el otro lo separó ligeramente para verlo.

BaekHyun le sonrió—. Hoy tenemos invitados y nos están esperando en el patio trasero, así que aguanta un poco más.

—¿Invitados? —Hizo una mueca y miró por la puerta abierta de la cocina que daba con el exterior—. ¿Y por qué estás vestido así?

—Hoy tenemos día de piscina. —Le sonrió su esposo y él frunció el ceño—. Voy a ver si NaYeon está lista.

—Pero no tenemos piscina —susurró agobiado mientras lo veía irse hacia las escaleras.

Sin muchas ganas caminó hacia el jardín mientras se desabotonaba las mangas y subía estas hasta los codos. Una vez que llegó al patio trasero se encontró a tantas caras conocidas que debió sonreír, pero en vez de eso hizo una mueca, especialmente al ver a sus padres ahí.

—¿Por qué están aquí?

—¡Vacaciones! —chilló su madre y él quiso devolverse y encerrarse en la habitación que compartía con BaekHyun.

ChanYeol no estaba de vacaciones. Al día siguiente tendría que volver al hotel para seguir trabajando, aunque a BaekHyun pareció darle igual porque invitó cuanta gente pudo; estaban los padres de ambos, sus amigos y parejas de estos, junto a sus hijos, claro.

—¡Tío Yeol! —saludó su sobrino menor desde el interior de la piscina desmontable—. ¿Y NaNa?

—¡Aquí estoy! —Desde la cocina apareció su hija con el bañador de una pieza y detrás de ella iba BaekHyun con algunas cosas que compró, así que se apresuró en ayudarlo.

—¿Invitaste a mis padres? —se quejó entre susurros cuando se acercaron a una mesa que tenían en el patio trasero—. ¿Dónde se quedarán?

—Aquí —dijo el otro sin más mientras abría los paquetes de galletas—. Para eso buscamos una casa con varias habitaciones, Yeol. Quiero que NaYeon comparta con sus familiares.

—Pero si siempre se queda con ellos. —BaekHyun le envió una mala mirada y él suspiró resignado—. ¿Por qué no me avisaste que querías hacer algo?

—Porque es una sorpresa.

—¿Para quién?

—Para ti.

La sonrisa amplia de su esposo lo deslumbró por un instante y quiso decirle que le bastaba con que él estuviese en casa cuando llegase del trabajo, pero ni siquiera le dio tiempo porque el contrario se alejó y llamó la atención de los presentes, aunque no por eso los niños se callaron y él se vio obligado a tomar a su ahijado cuando este le golpeó las piernas, exigiéndole con sus ojos grandes que le pusiese atención.

—KangSoo, ven aquí —pidió su padre y el bebé se negó, aferrándose a su cuello mientras era cubierto por su toalla de pingüino con capucha.

Le dio igual y solo le hizo un gesto a KyungSoo de que no importaba, pero aun así JongIn fue a buscar a su hijo, quien de inmediato hizo pataleta. ChanYeol tuvo intención de acercarse al pequeño para que dejase de llorar, pero YooRa le envió una mirada intensa, regañándolo sin decir ninguna palabra para que no se moviera y él sintió que la cosa era más seria de lo que pronosticó, así que se quedó quieto donde estaba.

—¿Qué pasa? —preguntó con una sonrisa fingida y se concentró en BaekHyun, quien estaba de pie al lado de su hermana.

Su esposo tenía una sonrisa amplia y este pareció querer sacarlo de su estado de agonía porque se acercó hasta él y le tendió un sobre marrón. Era sencillo y hasta parecía paquete de traslado, por lo que temió que fuese algún comunicado legal de cobranza. Sin embargo, cuando abrió el sobre solo se encontró con una fotografía pequeña estilo polaroid que, al darla vuelta, confirmó que realmente consistía en una ecografía. Se quedó con el objeto en la mano y no apartó la mirada del manchón gris con negro hasta que, luego de escanearla por unos minutos, se aseguró que no era ninguna de las de NaYeon, después de todo ChanYeol les tenía una fascinación increíble a aquellos recuerdos.

—Seremos papás de nuevo.

Elevó ambas cejas y miró a los presentes, quienes se veían tan ansiosos que lo hizo sentirse nervioso, aún sin saber cómo reaccionar.

—Di alguna mierda —se quejó KyungSoo y su hijo rio en los brazos de JongIn.

LuHan le pegó un codazo para que se callara y SeHun hizo un comentario por lo bajo. No obstante, guardaron silencio, expectantes por su reacción.

—¿Nosotros dos? —preguntó entonces y BaekHyun le hizo una mueca. Por detrás de su esposo pudo ver a su hermana pegándose a sí misma en la cara.

—Sí, nosotros —susurró el otro con una sonrisa y rio—. ¿Le puedes explicar a papá, NaYeon?

Para su sorpresa alguien tomó su mano y se encontró a su hija toda mojada ahí, con el ceño fruncido y los labios crispados. De inmediato supo que le molestó que él no entendiese, como siempre. Otra razón por la cual intentaban quitarle los libros.

—Serás papá de otro bebé —le dijo fuerte y claro, sacándole una sonrisa porque no dejaba de parecer enojada—. Pero yo igual seguiré siendo tu hija. Al menos papá Baek dijo eso.

Soltó una risa divertido y el resto de personas que los acompañaban se carcajearon después. Salió del estupor en ese momento y tomó a la niña en brazos, importándole poco que estuviese toda mojada. Caminó con grandes zancadas hasta su esposo y le dio un beso en los labios, ganándose de inmediato una sonrisa y una serie de aplausos que se escucharon de fondo y que le importaron bien poco. Ante las quejas de su hija la bajó para que jugase con el resto de niños y se concentró en BaekHyun.

—¿Está bien?

—Por supuesto que está bien —aseguró sin quitar la sonrisa del rostro y notó de reojo que se acercaron sus padres a felicitarlo.

—¿Cuánto tiempo tienes? —preguntó su madre y BaekHyun arrugó tiernamente la nariz.

—Cuatro meses. No me di cuenta antes. —ChanYeol no se esperaba una disculpa por ello, así que solo mantuvo la sonrisa y recibió también las felicitaciones de parte del señor Byun.

La celebración tuvo sentido de razón y disfrutó de ello, aunque siempre apegado a BaekHyun porque quería tenerlo cerca, así que se lo llevó para todos lados de la mano. Se sentó junto a JunMyeon después de meses y recibió codazos de KyungSoo, quien le pedía que le quitase a JongIn de encima como si fuese tan fácil deshacerse del padre de su hijo. Sí, porque KyungSoo decía muchas cosas, parecía sabio y todo, pero era un imbécil igual que él y acabó embarazándose de su exnovio. Ex, porque se negaba a salir con el padre de su hijo a pesar de todo.

Soportó a JongDae hablando emocionado de su futuro matrimonio y a él no se le hizo interesante hasta que se dio cuenta que estaba comprometido con MinSeok. Todo perfecto hasta que uno de los trillizos de SeHun pareció reconocerlo y se le subió encima para tironearle las orejas y él solo intentó recordar cual de los tres era porque todos tenían esa fusión extraña de ambos padres, como si superpusieran sus caras, además que LuHan insistía en vestirlos iguales.

De igual forma, su corazón estaba emocionado y se sentía tan bien y reconfortado que se les escapó sin querer que ya estaban casados de forma legal, cosa que solo sabían las familias de ambos, por lo que sus amistades quedaron atacados al verse apartados de esa forma.

En su momento no hicieron fiesta ni nada por el estilo, probablemente por ello muy poca gente se enteró, pero pareció ser razón suficiente para que sus amigos se incentivaran a organizarles una celebración a ambos como parejas y una luna de miel. BaekHyun aceptó una pequeña celebración, pero un viaje no. Sin embargo, NaYeon se deshizo de ellos más rápido de lo que les hubiese gustado y ZiTao, siendo asistente de vuelo, les consiguió unos pasajes baratísimos a Rusia. BaekHyun se negó aún más a ir, pero ChanYeol no conocía la comida y al cabo de unos días logró convencerlo sustentándose de su profesión.

—Me alegra saber que el niño es mío desde un principio —bromeó, sabiendo que el chico le seguía el juego a pesar de todo. Ya el tiempo pasó y aquello ayudó a que el recuerdo doloroso disminuyera.

Ambos se encontraban ya en San Petersburgo. Aún estaban en el hotel, pero iban por el vestíbulo hacia el exterior, dispuestos a disfrutar de su primera noche en aquella ciudad extranjera.

—Pero si el niño no es tuyo.

Frunció el ceño y vio a su esposo adelantándolo—. ¿Cómo?

—¡El niño no es tuyo!

Notó la sonrisa amplia en el rostro ajeno, divertida y burlona, así que se apresuró en llegar hasta el otro, quien parecía divertido como un verdadero niño y ChanYeol simplemente se encontró tan cautivado como lo estuvo el primer día cuando el otro le sonrió con esa sonrisa tan suya y le preguntó si quería que se acostaran.

Ahora respondía que sí una y mil veces.

| ••• |

Podría decirse que este es el final de la historia, pero a la vez no. Aún quedan unas partes que son sobre detalles que me pidieron que aclarase. De igual forma, consideraré esto como la "última parte", por si alguien desea dejar sus opiniones respecto a la historia. 🙊

Probablemente la obra pase un tiempo aquí sin corregirse porque estoy priorizando las más antiguas, pero si hay algún error o detalle que no calce me dicen para corregirlo en un futuro. Por el momento me estaré ordenando con todo lo que tengo para ofrecerles lo mejor y a la par escribiré cositas. Una vez que tenga eso listo me mantendré de lleno escribiendo. Tengo muchas historias largar planeadas, así que espero que nos volvamos a leer. 🤣💖

Muchas gracias por leer, votar, comentar y por esperar estos tres años. Mil disculpas por la tardanza. Espero que valiese la pena.
Saludos y besos, Ary. ♥️

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