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Capítulo XXVIII

—¿ChanYeol?

Ambos brazos se extendieron para pasar sobre los hombros del otro y rodearlo. Escondió la cara contra su cuello y sollozó fuerte, fue sorprendido cuando escuchó el suspiro ajeno y luego recibió unos cuantos golpes en la espalda, los cuales fueron efectuados con tanta fuerza que probablemente el chico quiso espantarlo con una golpiza.

—¿Qué pasó? ¿Por qué estás así?

—Se acabó, KyungSoo —dijo entre sollozos.

El aludido cerró la puerta y lo empujó con suavidad hacia la cama, donde tomó asiento sin rechistar y ahí se quedó, con los talones de las manos presionando sobre sus ojos, causando un ligero dolor sobre sus globos oculares que en ese momento no le importó.

—¿A qué te refieres con que se acabó? —preguntó el pelinegro desde el otro lado de la habitación.

Se quitó las manos del rostro, cosa que hizo que se encontrara con su compañero preparándole un té, el cual no tardó en posar sobre la mesilla que estaba frente a él.

—Hoy nos reunimos con su familia. ¿Recuerdas que te lo comenté?

—¿JongIn sí fue? —preguntó el chico suavemente mientras tomaba asiento a su lado sobre la cama desecha.

Inmediatamente se sintió mal, después de todo no era el único que estaba pasando por problemas amorosos. De hecho, puede que KyungSoo lo pasase mucho peor porque terminó una relación de años y se encontraba pagando el alquiler solo. No era como que se lo haya comentado a ChanYeol puntualmente, pero este por supuesto que notó lo difícil que era todo para el más bajo.

—Sí, JongIn fue y BaekHyun se puso como loco. Supongo que terminamos.

—¿En serio? —El contrario pareció sorprendido—. Duraron bastante poco.

Suspiró y se concentró en el líquido oscuro—. Pues sí. Pero se acabó todo, KyungSoo. No quiero verlo por un tiempo.

—¿Qué? —Para sus sorpresa el contrario rio nervioso—. ¿Y el niño? Prácticamente es tu hijo, ¿cómo vas a dejarlo solo?

—No es mi hijo. —Hizo una mueca—. BaekHyun se encargó de repetírmelo un sinfín de veces y ya creo que mantenerme lejos es mejor.

—No pensé que te rendirías tan fácilmente.

—¿Fácilmente? —Soltó una risa irónica—. He estado intentándolo durante nueve meses o más.

El chico tomó aire profundamente, quizás para darse el tiempo de pensar en qué podría responderle, pero al final no soltó nada y solo le hizo una mueca—. ¿Qué harás?

—Me alejaré de él. —Asintió para recalcar su punto y el pelinegro le mostró una sonrisa extraña, como si hiciese el gesto con la intención de tranquilizarlo, pero pareció más fingido que nada—. BaekHyun ahora tendrá al padre de su bebé, así que no me necesitará.

—No involucres al niño. Tú mismo dijiste que estabas con BaekHyun porque él te gustaba o algo así, no en realidad por el bebé.

—No estuve con él por el niño. —Apretó los labios—. Es difícil cuidar de alguien que está embarazado, KyungSoo. Si hubiese querido irme lo hubiese hecho.

—¿Y ahora qué?

—No lo sé. Estoy aquí para que me ayudes a encontrar una solución.

KyungSoo bufó y se cruzó de brazos, aunque pareció dispuesto a aguantarlo un poco más. Sin embargo, el chico le ofreció algo más que eso, una pequeña idea—. Están empezando las postulaciones de las becas de intercambio.

Frunció el ceño y terminó elevando una ceja, a lo que el contrario solo se encogió de hombros, como si eso fuese suficiente, por lo cual no debía de pedirle más. Y claro, era de verdad una mierda, pero sonó medianamente razonable y pudo darse cuenta de ello el lunes por la mañana cuando se plantó junto al pelinegro frente al gran escritorio que mostraba a la persona a cargo de las inscripciones.

—No sé tú, pero yo me voy —le soltó su compañero mientras rellenaba los datos y terminaba firmando.

Él miró con desdén la hoja que su amigo insistió en que pidiera—. Un año es mucho tiempo.

—¿Y quién te esperará acá? —preguntó cruelmente quien empezaba a considerar como amigo.

—Mi familia...

—Tu familia sabe que estás estudiando. Lo que esperan es que llegues con un título en mano.

Hizo una línea con los labios ante el comentario de su amigo, pero le dio la razón con lo de su familia. Después de todo él no tenía a nadie que lo necesitase o lo estuviese esperando. No iba a hacerse el tonto tampoco, más bien era una posibilidad que cada vez sonaba más tentadora.

—¿Y cómo piensas que pagaré la matrícula?

—Pues trabaja, flojo.

Para su sorpresa KyungSoo le mostró una sonrisa ladeada que le dio una valentía estúpida por la cual terminó firmando ese papel con aquella tinta azul tan insulsa. Curiosamente fue con esa misma tinta con la que terminó firmando su contrato de trabajo y la misma tinta lo acompañó a sacar el pasaporte.

Fue doloroso, estresante y agotador. Sin embargo, que BaekHyun no estuviese en el departamento le dio un alivio que le sirvió para ordenarse con las últimas pruebas de la universidad y el trabajo al mismo tiempo. Sin mayores problemas logró pagar lo necesario cuando le llegó la carta sobre la solicitud concedida.

Y sin decirle a absolutamente nadie más que a KyungSoo, otro corazón roto que esperaba huir, se las arregló para viajar al otro lado del mundo, donde los estadounidenses lo abofetearon con sus clases de resultados rápidos y apetecibles. No obstante, con KyungSoo terminaron dándose cuenta que podían hacer cualquier mierda porque los profesores comían por los ojos.

Latinoamérica fue mucho más agradable y por primera vez desde que se subió al avión se olvidó de quién era BaekHyun. La gente era tan colorida en físico y espíritu que se encontró con su compañero de estudios tomando tragos raros mientras hacían competencia con quienes eran su compañeros. Corrieron por las playas cubanas —más él que KyungSoo—, se revolcaron sobre dunas y se entretuvieron recolectando frutos rojo, donde obtuvieron más heridas de espinas que fruta como tal.

Para el segundo semestre pasaron superficialmente por Europa y se establecieron en China para hacerles ahí la vida imposible. Construir dragones con zanahoria acaramelada no era lo suyo, pero terminó consiguiéndole de igual manera, ganándole a KyungSoo en las finales y de algún modo terminó consiguiendo una práctica superficial para los últimos dos meses luego del final de semestre. Aquel día ChanYeol consiguió uno de sus mayores sueños: ponerse un uniforme oficial de gastronomía internacional. No obstante, también se perdieron muchos otros.

Luego de lo mal que la pasó durante esos días en lo que debió quedarse en el departamento pareció sentirme mucho mejor cuando YiXing y JunMyeon se dieron cuenta que no era bueno hablar de BaekHyun delante de él, así que se mantuvieron evitando comentar de cómo estaba pasando el chico sus últimos días de embarazo. Lo único que se aseguró de saber fue que todo fue bien con la cesárea y que el bebé estaba perfecto.

Cada minuto que estuvo lejos de quien sintió que era su hogar lloró y sufrió mucho. Lo extrañó y terminó parado frente al aeropuerto borracho y con KyungSoo pegándole tan fuerte por ser un idiota que incluso terminaron en comisaría.

—¿Aún no te olvidas de BaekHyun?

Miró los ojos del pelinegro, quien estaba con traje y sentado del otro lado de la mesa redonda en la que les tocó la cena. Estaban en la fiesta de celebración para los estudiantes de intercambio, aún en China. ChanYeol vestía con traje, tenía una copa de champán en una mano y el corazón latiéndole fuertemente dentro del pecho porque había alguien a tan solo unas horas de vuelo que estaba cumpliendo su primer año y él no estaba ahí para verlo.

—El hijo de BaekHyun ni siquiera te conoce. ¿Por qué te complicas por eso?

Las palabras del pelinegro fueron como un cachetada contra la cara y él francamente no entendía cómo el chico podía ser tan malditamente insensible.

—Es difícil de explicar. —Dio una sonrisa por lo bajó, viendo sus manos con más cicatrices de las que tuvo cuando llegó a ese lugar por primera vez—. Pero es alguien en quien yo también invertí tiempo y energía por lo que fueron meses. No es algo que simplemente se te pueda ir de la cabeza.

—¿Así que eso se siente ser padre? —preguntó burlonamente y él chasqueó la lengua.

—Ten un poco más de corazón, Soo. Duele aún. DaHyun o BaekJoon debe ser el niño más lindo del mundo y yo aún no lo conozco.

El chico chasqueó la lengua—. Pues te quedan pocos días por llegar a Corea. Suerte con ello. De seguro vas a querer haber muerto en el viaje cuando te encuentres con la cosa fea que debe ser el niño ese, enano y negro, igual a sus padres.

Bufó y puso los ojos en blanco, pero siguió emborrachándose y prefirió no discutir más con KyungSoo porque de allí no saldrían ganando absolutamente nada. Además, el contrario, así como él, seguía bastante herido por su corazón roto y se convirtió en una persona aún más desagradable debido a aquella vivencia. Sin embargo, ninguno fue lo suficientemente descarrilado como para dejarse ahogar por esa acumulación de sensaciones. Más allá de mucho alcohol y droga que a ninguno de los dos les gustó terminaron llorando más que riendo y recibiendo más golpes que cualquier otra cosa.

De igual forma su compañero tuvo algo dentro de todo ese tiempo que él no tuvo: atención por parte de quien conformaba la otra parte de la historia. JongIn lo llamó de una forma insaciable y en algún punto hasta ChanYeol fue atosigado por el otro cuando ni siquiera sabía que el tipo tenía su número. El chico no consiguió mucho de igual forma porque a petición de KyungSoo terminó bloqueando el número a la segunda llamada.

Sin ninguna mayor novedad consiguieron aquel diploma que significó todo un año fuera de casa, al cual ChanYeol no le tomó todo el peso que realmente poseía hasta que regresó a Corea un año y tres meses después.

Su hermana se mudó a Seúl con sus hijos y vivía como madre soltera con una chica que era más joven. Al parecer esta acababa de salir del instituto y, así como él, decidió ingresar a la universidad a lo grande.

Sus sobrinos crecieron, como supuso. A ChanGuk ya le gustaba una chica y YooHyuk ya no decía puta. No obstante, no por eso los niños no lo recordaban. Estos saltaron sobre él apenas lo vieron y no pudo evitar ponerse a llorar con ambos brazos en torno a los cuerpos de los pequeños.

Un beso grande por parte de su hermana lo invitó a cenar con ella.

—Estoy estudiando —le susurró mientras se mordía el labio inferior rojo, aún maquillada porque recién salía de su trabajo administrativo en una empresa de venta de alimentos para animales—. Y tengo un novio.

Elevó las cejas sorprendido y optó por lo primero—. ¿Estás estudiando?

—Sí, durante las noches. ImHan tiene libre y puede estudiar mientras cuida a los niños. Es una buena chica. —Asintió. No la conocía y francamente le daba igual—. Quizás podrías salir con ella.

—¿Que no tiene como cuatro años menos que yo?

—¿Y eso por qué importa?

Abrió la boca para responderle, pero terminó negando con una mueca. Le daba igual lo que dijese YooRa porque aún debía esperarlo. ChanYeol no se sentía preparado todavía. Su corazón seguía muy loco por BaekHyun.

—Mejor cuéntame de tu novio.

La chica apretó los labios para escoger una sonrisa, cosa que lo hizo elevar una ceja.

—¿Conoces al chico que sale en Hello Monster? Este que hacía de policía.

—Ehh... —Asintió, aunque no, ni idea de quién podría ser aparte de Seo InGuk.

—Bueno, verás. Resulta que nos llegó un llamado de una persona que querían demasiada comida de perro y como mis jefes no se lo creyeron me mandaron a hablar de forma presencial con la persona que solicitó el pedido. —La mujer aleteó emocionada—. No me creerás, pero resultó ser el chico que sale en ese drama.

—¿Y todo empezó ahí?

YooRa hizo una mueca—. Digamos que cometí un error y terminé botándolo a la piscina.

Se largó a reír sin poder evitarlo y dejó que la mujer se sonrojase desde el otro lado de la mesa, pero a ChanYeol realmente no le importó porque la encontró tan particularmente jovial y bonita que dejó que le contara toda su historia rara con un chico —del cual aún no sabía el nombre— con el que terminó saliendo por comida de perro.

—Estás distinto —le comentó cuando ya acabaron la comida y comían el postre—. Te ves mucho más adulto. Es sorprendente. ¿Desde cuándo generaste tanto músculo?

Miró mal a su hermana—. Solo fue un año.

—Pues te fue bastante bien durante ese año —se burló, pero él se las ingenió para restarle importancia al tema.

Puede que haya cambiado, él mismo se dio cuenta de ello, pero YooRa era la primera persona aparte de KyungSoo que se lo comentaba y de repente se le hizo más cierto, especialmente cuando se detuvo a mirar su reflejo luego de la ducha que tomó en casa de su hermana. Volvió a su cabello negro y su cuerpo generó una masa muscular impresionante gracias a los cuidados alimenticios que tuvieron en los internados en los que se quedó y a los gimnasios, lugares en los que ChanYeol se acobijó como refugio. Ahí nadie le hablaba, nadie le preguntaba si estaba bien con esa expresión tan extraña que estuvo cargando durante el último año, como si solo viviese porque algo aún no lo mataba. No obstante, sus sobrinos volvieron a traerlo a la vida y su hermana lo alentó a que trabajara cuando él inseguro le habló de aquello.

—¡Chef! —ChanYeol no era ese, así que continuó entretenido picando los pepinos que le pidió su superior, viéndose de vez en cuando en la necesidad de desechar algunos cuando estos no contaban con el grosos que le exigían—. ¡Chef Kim! —Ignoró al jefe de camareros que seguía gritando dentro de la bulliciosa cocina, abriéndose paso entre las grandes ollas hirviendo y el sonido de los extractores de aire—. ¡Chef Park!

Tomó una respiración profunda y deslizó la hoja del cuchillo sobre la blanda superficie, cosa que hizo mientras exhalaba. Adquirió el corte como una terapia, a pesar de lo extraño que pudiese sonar que a alguien le relajase utilizar cuchillos.

—Chef Park —Pestañeó aturdido y miró hacia el frente, encontrándose con el jefe de meseros—, necesito que me acompañe.

—Yo no soy el chef Park —susurró confundido. Apenas llevaba unas dos semanas trabajando en el sitio y aún no se aprendía los nombres de todos sus colegas.

Para su sorpresa el hombre solo lo apuntó—. Ahí dice Park.

Miró su propio pecho y suspiró, notando entonces la placa dorada con su nombre que le dieron como integrante del equipo de cocina.

—Necesito que me acompañe.

—¿Dónde? —preguntó asustado cuando notó al otro rodear la mesa metálica en la que estaba instalado para acercársele.

—Tenemos una queja y quieren ver al chef.

—Pero yo no soy jefe de cocina.

Sin embargo, al tipo pareció importarle bastante poco porque tiró de él y lo llevó hasta la puerta de la cocina, donde le ordenó el traje antes de ponerle ambas manos sobre los hombros.

—Hay un hombre castaño en la mesa treinta y cinco quejándose por una intoxicación.

—No soy chef.

—Te vi cocinando.

—Sí, para eso estoy. Pero solo hago lo que me indican. Además, ni siquiera sé sus políticas de servicio.

—El cliente siempre tiene la razón. —El tipo le dio una sonrisa cínica, cosa que lo hizo gruñir ligeramente—. Este es un restaurante de cuatro tenedores y tienes el uniforme. —Lo volvió a apuntar con el dedo—. Solo ve y dile lo que le echaron a la jodida sopa para que la niña no se les muera.

—¿Niña? —preguntó confundido y el hombre asintió.

—Es una niña quien se intoxicó. Vamos.

La mano ancha del hombre se posó en el centro de su espalda y lo hizo salir, encontrándose así con todos los comensales mirándolo atento. Apenas estaba empezando con el tercer año de su carrera y no estaba preparado para algo como eso, pero el grito del infante llorando albergaba todo el ambiente y ChanYeol no tuvo que saber dónde estaba la mesa treinta y cinco para encontrarse con el problema.

Sin siquiera esperar al jefe de camareros se hizo paso por entre las mesas hasta llegar a la pequeña, quien estaba sentada sobre una silla para bebés con un peinado extraño de tres coletas a modo de palmeras. Estaba roja por el llanto y gritaba mucho. Se acuchilló a un lado de la niña para verla mejor.

—Permiso, papá. Voy a... —Se calló abruptamente cuando dirigió al hombre que se encontraba del otro lado de la pequeña.

Los ojos brillantes se le hicieron conocidos de inmediato y su corazón dio un vuelco increíble que lo asustó y tuvo miedo de caer de culo sobre la cerámica. Sin embargo, solo se quedó ahí estático, reconociendo aquel rostro tan delicado que muchas veces acarició, esa vez acompañado de unos mechones castaños que se perdían desinteresadamente por sobre la cabeza del hombre.

—Chef Park.

Pestañeó y volvió su atención a la niña, mirándola con el ceño fruncido porque no pudo concentrarse luego de eso. Incluso creyó pensar que se lo imaginó, pero la voz se le hizo completamente reconocible.

—¿Qué le dieron?

Frunció el ceño y lo miró—. Le dimos lo que usted pidió, señor.

—¿Entonces por qué mi hija está así? —Espetó el castaño con molestia, sorprendiéndolo.

¿Hija? ¿BaekHyun tuvo otro niño?

Solo en ese momento reparó en el hombre que estaba entre la pequeña y quien alguna vez fue su novio. No lo reconoció y le pareció demasiado joven, pero rápidamente se olvidó de ello cuando notó lo que tenía entre las manos.

—¿Qué le estás dando? —preguntó toscamente.

El chico se puso nervioso—. Leche de frutilla.

—No le des nada más que no sea agua.

Resopló y se concentró de nuevo en la bebé, notando entonces las manchas que subían por su cuello y aquel bulto rojo en el interior de la mejilla de la pequeña, haciéndolo fruncir aún más el ceño de ser posible.

Sin dudarlo tomó la cuchara de plástico rosa que tenía una terminación de corona de princesa y bebió del contenido de la sopa, cosa que lo hizo arrugar el entrecejo y dirigirse con una mirada a BaekHyun, quien parecía igual de molesto que él.

—¿Por qué le echaste vinagre?

—¿Qué? —preguntó incrédulo el otro y procedió a tomar a la bebé para ponerla contra el pecho, quizás en un intento de tranquilizarla.

—Yo... Yo le di de probar —titubeó el más joven y él no se contuvo.

—Eres un imbécil —escupió, recibiendo de inmediato lo que pareció ser una pequeña patada por el jefe de camareros, pero lo ignoró y se dirigió a BaekHyun—. Hay que llevar al hospital. A mí me parece más una reacción alérgica.

—¿Y a qué? —alegó el otro, claramente alterado.

—Usted es el padre, por lo que es usted quien debería saberlo.

Estaba enfadado y no tenía ni idea de por qué, pero se puso de pie cuando vio al otro hacerlo y apoyó ambas manos sobre la mesa para volver a probar la sopa. El acto de inmediato le causó una mueca y se vio en la necesidad de tomar una servilleta para cubrirse la boca.

—Eres el cliente que pidió la sopa sin sal ni aliños —susurró con la mirada en el liquido amarillento, aunque luego frunció el ceño y se dirigió al contrario—. ¿Por qué le estás dando suplementos alimenticios?

BaekHyun jadeó, claramente sorprendido por su pregunta y ChanYeol supo de inmediato que dio en el clavo, así que solamente atinó a crispar los labios y a tomar las cosas de la bebé para guardarlas en el bolso de esta. Inconscientemente se lo colgó al hombro y estuvo dispuesto a dirigirse hacia la salida, pero una mano ancha sobre su antebrazo lo detuvo.

—¿Dónde va, chef Park?

Se sintió estúpido y quiso disculparse. No obstante, la bebé seguía llorando fuertemente por detrás de él y solo pudo elevar cuatro dedos mientras daba una sonrisa cínica—. Cuatro tenedores. Cuatro —recalcó.

Le dio una pequeña inclinación de cabeza a modo de despedida y ni siquiera se preocupó de que su mochila con su ropa estuviesen dentro de los vestuarios. En vez de eso simplemente se dio vuelta hacia la puerta, encontrándose con un BaekHyun que lo miraba con los ojos ampliamente abiertos, pero al parecer entendiendo a qué quería llegar porque empezó a caminar por delante de él para diseccionarlo hasta el estacionamiento.

Por primera vez en mucho tiempo se encontró con aquel auto rojo en el que pensó que aprisionaría a BaekHyun para besarlo alguna vez. Rio sarcástico y entre dientes ante el recuerdo.

Automáticamente agarró la manilla del copiloto, pero se detuvo—. ¿Me siento en los asientos traseros?

—Yo me iré atrás para hacerme cargo de la bebé —soltó el desconocido, adelantándose y metiéndose al auto. Ante ello ChanYeol solo asintió un poco extrañado.

No esperaba que BaekHyun fuese un padre descuidado, por lo que supuso que el chico ese debía de tener mucha confianza por parte del castaño, quien solo le terminó haciendo un gesto de cabeza para que ingresara al vehículo. Dentro del pequeño espacio los gritos de la bebé sonaron con más fuerza y él se llevó ambas manos hasta el rostro, de repente sintiéndose claustrofóbico y no porque la pequeña le irritase, sino porque no quería ni podía escucharla, le dolía verla sufrir y eso lo hizo sentir extraño porque no era precisamente fan de encariñarse con cualquier niño.

| ••• |

Primero mis disculpas por no actualizar. Se me olvidó. 😳😂

Respecto a la historia, no dejaré algún comentario y solo esperaré a leer los suyos porque no sé si lo estoy haciendo bien o no. 😅

Muchas gracias por leer, votar y comentar.
Saludos y besos, Ary. ♥️

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