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capitulo 1

¿La ventana siempre al tocarla fue fría?, ¿Siempre fue silenciosa sin ningún rechinido? No sé, tal vez siempre ha sido así. Apenas son las cinco y media de la mañana y el cielo aún tiene oscuridad profunda con sus estrellas desvaneciéndose poco a poco, los motores de los autos siendo arrancados por las personas que salen apresuradas de sus casas para emprender a sus trabajos a veces me pregunto, si yo llegaré a estar así, con una familia, con un trabajo propio, con algo nuevo en mi vida, no sé qué pensar ahora, todo es confuso como la rueda de la fortuna.

Lo malo de ser hijo único es que no puedes hacer muchas cosas me hubiera hecho bien tener una hermana menor o uno mayor pero por obra del destino eso no pasó, me dio una vida destruida difícil en realidad, no hay ventaja aquí.

Tan rápido pasó el tiempo que al momento escuchaba los gritos de mi madre llamándome, cierto hoy es lunes y tenía que ir a la nueva secundaria, donde me transfirieron, ¡que pesadez!, ya es la tercera del año y aun no puedo acoplarme a sus hábitos.

— ¡Clarck! Hijo ven a desayunar— volví a escuchar la voz de mi madre, sin importarme baje en pijamas, tenía la esperanza que creyera que me había enfermado. Al llegar a la cocina y ver dos platos con el desayuno y jugo de naranja, mi madre al verme se sorprendió soltando un vaso de plástico—¡Clarck! Pero ¿Qué te pasó?

—¿Hum?— me hice el que no sabía, logré hacer una mueca de dolor— me siento mal, el estómago me duele— ella se acerca y toca mi cara que se supone que debe de estar pálida.  

— Ah, ¿enserio?— arqueó una ceja, mostrándome su dedo índice con polvo blanco que tome del tocador de ella, comienzo a creer que esta no fue una de las mejores ideas que he tenido y también me doy cuenta que soy pésimo mintiendo— mi maquillaje, ¿es enserio Clarck?

— Ehm ¿sí?— ella negó levemente y dio un suspiro pesado para colocar el vaso en la mesa al igual el que se había caído al suelo.

—Clarck, ya no sé si creerte— se sienta en la mesa y mira su desayuno— ya son muchas veces que haces esto sino es maquillándote para parecer enfermo es escondiendo las llaves del auto.

—Yo solo no quiero ir— me senté frente a ella, solo mirando el desayuno— es estresante.

—Pues estresante o no— me voltea a mirar con el ceño levemente fruncido, ya se lo que viene— tienes que ir.

No respondí, no tenía caso discutir con ella, siempre llegamos a lo mismo, me levante al terminar mi desayuno, tanto el vaso como el plato se encontraban vacíos, mi madre levanto la mirada dejando de comer y suspira.

—Ve a arreglarte y darte un baño—obedecí sin responder, tomé el plato y vaso para caminar hacia el fregadero y dejarlo ahí, salí de la cocina para ir hacia las escaleras. Al subir y ver mi habitación entré sin reproche.

Enserio odiaba esto, odiaba tener que levantarme muy temprano, odiaba no poder acoplarme tan fácil como otras personas que parecen camaleones camuflándose para ser alguien en la sociedad. Las finas gotas que salían de la regadera y se deslizaban desde mi cabellera hasta todo mi torso me hacían sentir tan bien, tranquilidad, pero al mismo tiempo tristeza y frustración. Al salir ya vestido del baño, me miré al espejo de cuerpo completo, mi cabello no me importo cepillare las gotas caían desde el hasta mojar mi chaqueta negra, no sabía si ahí se debía utilizar uniforme o no, aún así me fui en ropa normal, tampoco es que quiera llamar la atención ni mucho menos ser como ellos, solo no quiero ser importante ahí.
¡Vaya! Que clima y pensar que haría frío y esta agradable, aunque el cielo se está nublado puede que el día no sea tan malo como pienso.

—Listo Clarck—me dice mi madre cuando estaciona frente a un gran edificio con demasiadas ventanas—¿quieres que baje contigo?— sonríe ampliamente.

—No— le respondí secamente, pero me arrepentí al responder así y suspire—no mamá, yo puedo solo—me atreví a darle una leve sonrisa

—Está bien—me dio una sonrisa tierna, pero sabía que muy en el fondo eso le dolía— mucha suerte amor.

—Gracias— acomodé mi mochila en mi espalda y bajo de la camioneta, donde mi madre baja la ventanilla y con una leve sonrisa me dice.

—Trataré de venir por ti en la salida si no puedo venir, ¿crees que puedas irte solo a casa?—ladea su cabeza—solo son cuatro cuadras más o menos.

— Bien— asentí, di vuelta sobre mis talones, donde el gran edificio ocupaba toda la vista de los alrededores, al comenzar a caminar las miradas se posaban solo en mí no me hacían sentí raro ni nada de eso, pero odiaba mucho la atención no sé porque mi madre me desea suerte si sabe muy bien que la suerte jamás esta de mi lado.

Mientras avanzaba me daba el tiempo para observar a cada persona, y un dato que note es que todos se juntan en grupos o con personas que conocen de hace años.

—Tsk— negué haciendo una mueca y así se creen importantes, sabía que esta secundaria sería igual que las otras, pero algo bueno de esto, es que aquí el uniforme no existía aquí se utilizaba la ropa normal. Las paredes eran de un color gris opaco, bueno de cierta manera estos colores me agradaban y no me hacían sentir asco o algo parecido.

La campana comenzó a sonar, que ruidosa, uno, dos, tres; tres toques y esta se calla, los alumnos corren de un lado hacia otro, y yo, solo observaba sin moverme del centro del pasillo pero la voz de un hombre hizo que dejara de mirar a todos los demás, observando así a un hombre ya mayor de unos 40 años calculándole, su mirada era pacífica y con una sonrisa que reconfortaba... La primera que noto de un hombre mayor.

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