Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XVIII - Caos

Estado amorfo e indefinido que se supone anterior a la ordenación del cosmos.

━━━━━━✧❂✧━━━━━━

Jungkook

Estoy adormilado dentro de mi propio cuerpo. Aletargado como jamás pensé estarlo bajo los deseos de una chica menor que yo en diez años. Me invade el vértigo si pienso más en eso. Ella duerme y yo no puedo cerrar los ojos a pesar del tamaño de mis tormentos. Quizás ya nada tiene mucho sentido, resuelvo; ni mi carrera, ni todo el dinero que aspiraba ganar a costa de esto.

Observo la privilegiada vista de la habitación de Emma, y aún no estando cerca de la ventana, temo resbalar hacia abajo. La oscuridad se hizo densa, más gruesa. El cansancio que ella sentía se me contagiaba.

Creí ser su opuesto, pero tenemos en común la autoexigencia y el miedo a lo incierto. A no cumplir eso que nos propusimos por temor a lo que no es tan bueno, porque somos expertos en imaginar lo extremo. Ella ahora se refugia en el sueño y yo en la idea de su cuerpo, pues un error que no cometeré dos veces radica precisamente en eso.

Me ronda el pensamiento lo que dijo el metiche de su amigo, que probablemente esté en lo cierto. El adulto responsable incluso parece él en todo este embrollo. No temo estar haciendo lo incorrecto, porque eso es una certeza, temo en serio destruir lo remanente de su inocencia. Nuestra relación ya sin nombre bajo ningún concepto debería estar sucediendo, si no fuera por su padre y sus turbios planes; si no fuera por mi y mi nuevo corazón sediento.

Resolví que mi sueño no se volvería a conciliar, así que salí a la terraza de la habitación de Emma y encendí un cigarro que terminó de consumirse justo al amanecer. El aire matutino no molestó en nada a mi torso desnudo, supongo que también estoy entumecido.

—Qué relajo —oí que dijo desde el interior de su cuarto. Volteé a mirarla, despeinada y moviéndose en sus sábanas—. Creo que no decía eso desde los doce años.

Sonreí de medio lado, conmovido y consciente de que se debía por completo a sus reiteradas ausencias a la escuela.

—Y es la primera vez que te despiertas voluntariamente tan temprano.

—Cierto.

Se deslizó risueña fuera de su cama, sólo con una de sus enormes camisetas apenas tocando sus piernas, y me entregué a lo involuntario de mi mente. La observé ahora sin remordimiento, convenciéndome de que esto estaba bien de cualquier manera para seguir haciéndolo.

—¿Tú por qué estás ahí? —me preguntó frotando sus ojos con una mano.

—No dormí muy bien —confesé y regresé la vista al jardín.

Mi posterior silencio le hizo entender a esta inteligente señorita que, nuevamente, permitiría que se quedara en casa sin más. Aún estaba a tiempo de cambiarse y prepararse, pero no le diría nada, por supuesto.

Aquello, asumo, fue lo que la motivó a acercarse a mí de la forma en que lo hizo. Empuñó mi cabello e hizo que mi cabeza cayera hacia atrás. Me miró durante un instante antes de besarme larga y profundamente.

Y como si me sumiera en un trance todo el día bajo su cariño, no recobré la consciencia completa hasta que ella me volvió a hablar en ese dulce tono un poco antes de que anocheciera.

—¿Tienes ánimo de otra fiesta?

Quería que todo el tiempo sonriera. Se veía preciosa cuando estaba contenta, y me interesaba mantenerla en ese estado, así que dejé que convocara a todos los que pudiera.

Ahora con la genuina intención de pasarlo bien, imaginé que el panorama sería diferente. Aparté del camino todo lo frágil que pudiera romperse. Ordené un par de tragos desde mi bolsillo para que ella no se preocupara antes de que cerrara el supermercado, y fui a cambiarme de ropa mientras la oía hablar con su amiga por teléfono:

—Te prometo que estoy bien, Hany, mejor que nunca —explicaba—. Sólo ven, pero no le digas a Thomas... no sé, actúa muy extraño... creo que ahora ya no me cae muy bien.

Hizo una pausa como si estuviera recibiendo una pregunta complicada y luego aseveró:

—Sí, creo que ahora nos llevamos mejor... Ya sabes, debe mantenerme feliz para que mi padre al final le pague.

Colgó luego y yo volteé a mirarla con un gesto un tanto ofendido e interrogante.

—¿Qué? —indagó ella, sonriente—. Es sólo para que me crea.

—Mmhm.

La luz del cielo comenzó a irse y ella corrió a cambiarse antes de que llegara su amiga que se proclamó en camino de inmediato. Yo me aventuré a recibir el pedido de alcohol que llegó puntualmente y abrí una lata de cerveza con los nervios propios de un adolescente.

Bebí pensando en que hace ya días que no me comunicaba con el señor Klaus, y eso no podía presagiar nada bueno para nuestra siguiente llamada. Aunque quizás deba estar agradecido, eso me da tiempo para pensar en algo estoico que decirle. Tal vez hacerme el desentendido bajo su apretada agenda usual deba ser el camino, pero no lo sé.

Vi a Emma bajar con un breve y apretado vestido negro que rápido puso a volar mi imaginación. Se sonrojó bajo el escrutinio descarado de mi mirada, se acercó a darme el último beso de la noche, pues ahora debíamos fingir, y yo me hallé demasiado perplejo como para reaccionar debidamente.

Su amiga Hany me hizo un gesto de cabeza como saludo cuando entró, y me dedicó una oportuna mirada llena de sospecha cuando Emma estaba distraída. Con eso, jamás me había sentido tan atrapado en mi vida. Pareció adivinar por mi semblante todo lo que hoy tenía para ocultar, y eso que hay más...

Sacudí mi cabeza y me enfoqué en recibir a las personas apenas iban llegando. Adopté el fulgor del chico genial que siempre quise ser en la secundaria y jugué un rato en mi mente a que esta era mi casa. Di encendidas bienvenidas, pero me mantuve al margen de conversar con la amiga de Emma, por más que ella nos incitaba a interactuar.

Con el correr de la noche, otras chicas también comenzaron a mirarme con la sospecha de unos ojos entrecerrados, y no supe nunca si de verdad era eso, o la psicosis del alcohol y mis nervios.

Pronto el salón estuvo atiborrado de gente, y no dejaban de llegar más y más. Sentí mucho vértigo al principio, pero después me dejé llevar.

Emma llegó en el momento preciso a buscarme. Ubicó un delgado cigarrillo en sus labios que después deslizó entre los míos para que le diera una calada. Un humo denso salió de mi boca y ni siquiera nos importó estar en medio de la sala. Bailé junto a ella bajo el resguardo del caos de adolescentes alcoholizados. Nadie parecía notar nuestra presencia, o esa al menos fue la entregada ilusión. El sistema de sonido impecable, y las luces parpadeantes, azules y luego rosadas me aturdían, me deshidrataban, y me obligaban a beber más.

Emma en ningún momento se quedó atrás. Se sirvió todo lo que yo estuviera tomando con su idea de estar "juntos al menos así", y casi la beso bajo la ternura de ese comentario.

Terminamos de fumar hierba luego de un rato, pero yo ya me sentía en otro lugar.

El constante ritmo hipnótico me tenía sumido en un completo trance que no me permitía dejar de bailar. A veces se ponía un poco más fuerte, y con más energía debía moverme. Uno que otro chico me abrazó con la mandíbula crepitante y me dijo que era el primo más genial que Emma podía tener, y me largué a reír.

Varios hicieron lo mismo felicitándonos por el ambiente de la fiesta y se formó un pequeño grupo que, al igual que Emma, no se detenían.

Mi camiseta se adhirió a mi piel, empapada por completo de sudor. Apenas podía moverme y de tanto en tanto recordaba que estaba en la casa de Emma, y no en un antro normal. Despertaba y me dormía, todo el tiempo.

—¿Entiendes ahora...? —me preguntó Emma al oído—. ¿... Lo que siento?

No pude responderle porque estaba embelesado por lo mismo a lo que se refería. Asentí sólo para no ofenderla, pero aún estaba procesando su pregunta.

Entonces, la vi alejarse de mí y aquello de sobra capturó mi atención. Se dirigió hacia el patio trasero y pensé que ahora le apetecía fumarse un cigarro. Estaba sacando la cajetilla de mi bolsillo trasero para concederle uno, y tratando de asimilar la brisa fría del exterior aún. Ella entonces caminó un poco más allá, cerró los ojos y dijo:

—Tengo que despertar.

No alcancé a sujetarla, porque lo último que pensé fue que se dejaría caer como un saco a la helada piscina. Boquiabierto observé, luego de la demora, sus nulas intenciones de salir a la superficie. Por inercia me quité la camiseta, los zapatos y me lancé tras ella. De pronto, vi burbujas arremolinarse alrededor de nosotros bajo el agua, y entendí que otras personas interpretaron de otra forma este giro en la fiesta y comenzaron a lanzarse también, con vitoreos.

Emma se dejó agarrar por mí y soltó una risa apenas tomó aire en la superficie. No quise regañarla por lo feliz que se veía, así que sólo sonreí con ella y la sujeté de la cintura para que no volviera a hundirse al menos.

—¡Ya me siento mejor! —gritó, envolviendo mis hombros.

Hizo el ademán de besarme, pero en un susurro espeté que tuviera cuidado. Ella asintió, no obstante en seguida su mirada comenzó a perder fuerza.

—Emma —la llamé y la sacudí como pude bajo la densidad del agua.

Ella quiso responderme, pero cerró sus ojos por completo y no los volvió a abrir. Su cabeza cayó lánguida hacia atrás y el agarre que tenía sobre mí, se soltó.

—Emma —insistí—. ¡Emma!

Mi grito alertó a las personas alrededor y me convertí en la presa de un frío pánico. No debía encender las alarmas de nadie si no quería que esto pasara a mayores y todo el mundo se enterara, inclusive su padre.

—Oye, ¿Qué le pasa a Emma? —preguntó una chica, nadando más cerca de nosotros.

—Se sintió mal, eso es todo —proferí disimulando para que oyeran todos, y con un brazo me sujeté de la barandilla para subirla a ella primero y luego a mí.

Como si ya lo supiera todo, Hany venía abriéndose paso por la multitud. Apenas me advirtió con su amiga a cuestas, se giró de regreso al interior de la casa y comenzó a despejarme el camino para pasar con Emma en mis brazos.

—Tú encárgate de aquí abajo, por favor —exclamé con voz trémula y ella asintió.

—¡Mezcló hierba con... al..!-.--

—¡¿Qué?! —reclamé al no oír nada bajo el ahora enfermante bajo. Me acerqué un poco más a ella.

—¡Hierba con alcohol y un poco de diazepam! —gritó y yo cerré los ojos deseando que no fuera cierto. Diazepam siendo la abreviación para las benzodiazepinas volvía esto muy peligroso—. ¡Siempre lo hace pero ahora debe haber tomado más!

Corrí escaleras arriba, chorreando, con flujos de adrenalina por mis venas. Entré al primer baño y nos encerré dentro.

—Vamos, Emma.

Incliné su torso sobre el inodoro, empuñé como pude su cabello y no dejé de hablarle hasta que comenzó a balbucearme. La desesperación superó a cualquier sensación de asco cuando introduje dos dedos en su boca dormida, y de inmediato devolvió todo lo que no le pertenecía.

Vomitó con un ahínco atroz, como si tuviera rabia de lo ingerido y su estómago lo estuviera sacando a golpes. Me alivié como el demonio de su repentina lucidez para llorar una vez que terminó. Presioné el flush del excusado y mojé un poco su cara con mi mano.

—No puedes hacer esto, Emma, ¡no puedes! —reclamé con dureza frente a su rostro—. ¿De qué tanto quieres escapar? Este tiempo estás conmigo... y ahora estamos bien. ¿No quieres disfrutar conmigo? —le pregunté y sus ojos se llenaron de lágrimas—. ¿Sabes lo que va a pasar si no dejas esto?... Que te vas a morir sin haber vivido.

Dejó salir su llanto de una manera dolorosa y me recriminé tanto por permitir que esto desembocara aquí, como por no haberme dado cuenta en un principio. Reparé entonces en la paradójica posibilidad de que fuera esto precisamente lo que su padre haya querido evitar.

—Sólo quiero que dejen de molestarme —sollozó y entendí a lo que se refería.

—Te prometo que tus padres te dejarán —le dije y junté mi frente con la suya—. Yo soy tu niñero ahora, y debo cuidarte de todo, ¿no es así?

Ella asintió y de a poco, a lo lejos, escuché el vozarrón de su amiga ir deshaciéndose de la gente progresivamente y bajando el volumen de la música a la vez.

No me apeteció volver a bajar, porque ya eran más de las tres de la mañana. Confié en Hany para que retirara hasta la última persona y ya está. Toda mi borrachera pareció irse hacia la parte de atrás de mi cabeza, porque a ratos veía las circunstancias como si fueran un sueño... o una película frente a mí.

Aliviado de que lo hubiera expulsado todo, aguardé a que se retirara toda la ropa mojada, se secara, y se calzara el pijama mientras yo hacía lo mismo, pero más rápido. En brazos la llevé a su cama, cerré por dentro la puerta de su cuarto, abrí la ventana para que nos entrara aire fresco y me ubiqué junto a ella para resguardar su sueño.

Esa fue la primera noche en años en las que me atreví a rezar, y pedir que despertara sana en la mañana, sin más depresiones encubiertas, y sin más maldito pesar.

━━━━━━✧❂✧━━━━━━

Emma

Luego de mi forzada depuración no había vuelto a conciliar el sueño completamente. Me dolía la cabeza como si todas mis neuronas se hubieran puesto de acuerdo para saltar al mismo tiempo.

Jungkook a mi lado estaba abatido, pero igual me sentí segura bajo sus brazos el resto de la noche. Aproveché la profundidad de su sueño para levantarme temprano y poner punto final a esta rutina de mierda que me tiene sumida en un letargo que no me puedo permitir.

Me desperecé a tiempo, me vestí en silencio y me lavé los dientes tratando de ignorar el dolor de mi cabeza al sacudirme, pues ya no quería ver ni una puta pastilla más.

Bajé las escaleras y más me punzó el entrecejo al ver el imperioso desastre que era la sala ahora, como nunca.

Vasos derramados, cosas rotas y basura por todos lados. Nuestra fumarola de anoche con Jungkook, lamentablemente, instó a los demás a hacer lo mismo dentro de la casa, y ahora habían varias quemaduras de cigarros en el encerado piso de madera de la sala de estar, e incluso en las alfombras persas de mi mamá. Pero qué más da.

Asistí a clases con una nueva popularidad a cuestas. Absolutamente toda la escuela había o asistido o al menos sabido del panorama, pero de algún modo ahora me avergonzaba de ello, sobre todo cuando muchos me preguntaron qué me había pasado en la piscina, y no vi ni a Hany ni a Thomas en el lugar habitual para refugiarme.

Lo de anoche realmente abrió mis ojos. Siento haberte hecho pasar por eso. Voy a clases, ya me siento mejor. Nos vemos.

Tipeé a Jungkook ese mensaje apenas llegué a un aula de matemáticas prácticamente vacía. Caí en la lenta cuenta de que todos deben estar con una resaca del demonio, y por eso los profesores me fulminaban con la mirada.

Aquella presión hizo que, mientras avanzaba el día, me fuera sintiendo peor... y peor. Traté de mantenerme en el papel de inteligente que antes llevaba con facilidad; tomando apuntes limpios y con cuidado, y haciendo preguntas oportunas que algunos profesores decidieron deliberadamente no contestar.

Estamos al final del semestre y quizás arruiné la oportunidad de varios de remontar asignaturas importantes que se impartían hoy. Diablos, pensé, ahora sí que soy la peor.

A la hora de almuerzo no me dio la personalidad para probar bocado frente a todos. Ya no soportaba más preguntas, ni halagos, ni felicitaciones. Me fui, en su lugar, al campus con este pensamiento y ocupé esa hora para bloquear mi vista con mi antebrazo y cerrar los ojos durante un rato.

Rato que pareció un real parpadeo, pues en breve un carraspeo femenino me alertó. Entrecerré los ojos para ver de quien se trataba, y enseguida, paniqueada, me incorporé sobre el césped.

—Buenas tardes —saludé con una voz horrible.

—Supimos lo que pasó ayer, señorita Emma Foster —sentenció la directora frente a mí—. Debe sentirse pésimo de salud para estar durmiendo en el último período... Pero no se preocupe —añadió con ironía—, hemos notificado su mal estado a su padre para que venga a retirarla.

━━━━━━✧❂✧━━━━━━

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro