3.
-¡Bree, has estado realmente bien hoy!- me dijo de un modo tan encantador que era hasta empalagoso. Es especial porque yo sabía que no me había hecho ningún caso, pero me pude controlar antes de echárselo en cara.
-Gracias, Lizzie. Aunque estoy convencida de que te darán a ti el papel de Lucy, otra vez. Lo has hecho mucho mejor que yo.-
-¡Oh, no te creas! Has estado muy bien, justo lo comentaba con Henry y él también lo piensa.-
<<Sí, claro...>> No me iba a creer sus buenas palabras, estaba segura de que yo era lo último de lo que habían estado hablando.
-Siempre he pensado que tú eres mucho mejor actriz que yo.- continuó ella. Yo no entendía a qué venían tantos halagos, pero me mantuve alerta.- Por eso te dan el papel de Mona y a mí el de Lucy.-
<<¿Qué historia me está contando?>>
-Pero... si Lucy es la protagonista...-
-¡Yo no sabría cómo hacer de Mona, querida! Por eso me presento para Lucy cada año. El papel de Mona es mucho más difícil...-
Elizabeth sonaba bastante sincera y sus palabras no hacían más que confundirme.
-Mona solo dice tres frases y después se muere.- le recordé.
-¡Exacto! ¡La muerte de Mona! Yo sería incapaz de interpretar eso ¿Qué cara pones al morir? ¡No tengo ni idea! Estoy segura de que lo haría fatal. Pero tú siempre lo has hecho tan bien.- Me miró fijamente y sin un atisbo de dudas en sus palabras.- Es en esas escenas tan complicadas donde se ve de verdad el talento de una actriz.-
¿Mi talento como actriz? Cuando Elizabeth me hablaba de ese modo era cuando más la despreciaba. Yo no podía evitar que me cayera mal ¿Por qué tenía que ser tan amable conmigo? A veces me sentía culpable por ello. Y porque nada de lo que me molestaba de ella lo hacía intencionadamente. Ella era así de perfecta sin proponérselo y le gustaba a Henry sin hacer nada para conseguirlo.
Quería odiarla pero la verdad es que no tenía motivos para hacerlo. La condenada conseguía hacerme sentir mala persona sin proponérselo tampoco.
Por esa razón intentaba evitar hablar con ella.
-Gracias, Elizabeth.-
Volví a sentir el frío de la habitación así que fui a recuperar mi capa y por desgracia, ella me siguió. Mientras me echaba la prenda por encima de los hombros, me percaté de que Henry nos seguía con la mirada. Elizabeth también lo vio, pero entonces él apartó la vista.
-Henry te estaba mirando- me dijo ella con una sonrisilla de complicidad que no teníamos en realidad ¿Sería posible que fuera tan tonta?
-No me miraba a mí- le dije con fastidio. Estaba a punto de mandarla a tomar vientos cuando se me ocurrió que quizás podía usar ese repentino interés que demostraba por ser mi amiga para sonsacarla algo sobre Henry.- Oye Lizzie... ¿Tú qué opinas sobre él?-
Se encogió de hombros como si nada.
-Es un chico agradable-
-¿O sea que... te gusta?-
-Supongo que sí- admitió la muy puñetera.- Aunque no del mismo modo que a ti.-
Esta vez fui yo la que actuó como si no entendiera.
-¿Y qué modo es ese?- pregunté.- Henry y yo solo somos amigos. Lo somos desde hace muchos años.-
-Pero tú le amas ¡Es obvio!- reveló Elizabeth con sencillez.- Aunque no para él, claro.- Fruncí el ceño un poco nerviosa. ¿Era tan obvio? Bueno, debía serlo si la ingenua de Elizabeth lo había descubierto.- El resto de la gente sí se ha dado cuenta.-
-¿Qué gente?-
-Tu hermano, por ejemplo.-
¡Ja! Era imposible que Aidan hubiese notado nada, él siempre tenía la cabeza en sus cosas.
Le busqué con la mirada y le encontré bromeando con sus amigos sobre los pobres que intentaban realizar sus audiciones en paz. Vi a Henry que en ese momento cruzaba la habitación justo por delante de Aidan.
-¡Eh Wentworth, cuidado!- le gritó. Henry se paró de golpe y un chico que caminaba justo detrás, chocó con él empujándole contra una mesa y tirando todo lo que había sobre ella.
Los amiguitos de Aidan se echaron a reír como hienas. Henry miró a mi hermano enfadado, pero no dijo nada mientras el otro se encogía de hombros con una sonrisilla.
-Te dije que tuvieras cuidado.-
-¡Señor Thomas! ¡Otra bromita como esa y le expulsaré de la obra! ¡¿Le queda claro?!-
Aidan asintió al profesor, aunque fue evidente (y no solo para mí) que tal amenaza le daba igual.
Maldito Aidan... ¿Por qué siempre tenía que tomarla con Henry?
-¿Lo ves, Bree?- me preguntó Elizabeth.
-¿A qué te refieres? ¿Crees que Aidan molesta a Henry porque piensa que me gusta?- La rubita asintió convencida.- ¿Por qué iba a hacer eso?-
-Porque está celoso- respondió. Vale, ahora sí que no comprendía nada.- Eres su hermanita pequeña, Bree y seguro que siempre le has admirado mucho y ha sido el chico al que más querido. Pero ahora, quieres y admiras a otro y eso le molesta, claro. Además Aidan siempre querrá protegerte de todos los hombres que se te acerquen.-
¿Aidan celoso de Henry? Como idea me pareció retorcida y hasta un poco perversa. Era una soberana tontería... es verdad que de niños Aidan y yo estábamos mucho más unidos pero a medida que habíamos crecido, cada uno había hecho su vida ajena al otro.
A Aidan le daba igual en quien pensara yo. Y Henry tampoco era un chico del que nadie tuviera que protegerme.
Había algo más que fallaba en la cutre teoría de Elizabeth: Henry no se me estaba acercando tanto como yo quería que lo hiciera.
No. Fuera lo que fuera lo que Aidan tenía contra Henry no tenía nada que ver conmigo. Y eso era lo que pensaba decirle a Elizabeth, pero al encararla, la muy pesada ya se había marchado tan sigilosamente que ni la había oído.
¡Bah! ¿Y qué podía saber ella? Si no dejaba de repetir que no le interesaba el amor ni los asuntos románticos de los demás. Aunque me tranquilizó un poco lo sincera que me había parecido al decir que Henry no le interesaba. Bueno... no lo había dicho exactamente pero me lo había dado a entender ¿No?
<<¡Maldita Elizabeth!>> Ahora no sabía que había dicho en realidad.
Me crucé de brazos y decidí distraerme con las pocas audiciones que quedaban para no pensar más en eso. Precisamente era mi querido hermano el que subía al escenario en ese momento.
Ascendía con su habitual seguridad y con esa sonrisilla de autosuficiencia que no borró ni cuando Murphy puso los ojos en blanco al verle.
-Bueno señor Thomas, supongo que es su turno. Dígame: ¿Seguirá con el papel de los últimos tres años o se arriesgará hoy con algo más ambicioso que interpretar al Leñador 3?-
Aidan fingió pensárselo con una mueca.
-¿Sabe qué, señor Murphy? Creo que, como este es mi último año, probaré con el papel del Leñador 1- respondió. A unos cuantos se les escapó una risita que el profesor acalló con un solo gesto.
-¿De verdad, señor Thomas? ¿Y es consciente de que la frase del leñador 1 tiene una palabra más que la del leñador 3?-
-Sí, pero me siento preparado-
Cuando Aidan y el señor Murphy iniciaban una de sus conversaciones todo el mundo escuchaba. Los dos intentaban lo mismo: dejar al otro en ridículo con sarcasmo y comentarios mordaces.
La verdad es que era entretenido.
-Muy bien. Diga su frase.- En la voz del profesor ya podía apreciarse cierta irritación. Yo no entendía porque insistía tanto en ello, Aidan siempre era el ganador porque desde antes de que se pusieran a hablar ya tenía a la clase entera metida en el bolsillo.
Mi hermano era un líder nato. Los chicos le seguían porque le admiraban o porque les daba una paliza cuando le retaban y la mayoría de las chicas suspiraban por él, casi tanto como suspiraban por Henry.
¿Por qué narices yo no había heredado la mitad del encanto que él desprendía?
Aidan cerró los ojos y simuló estar concentrándose como si fuera a hacer algo realmente importante. Casi podía oír a la gente aguantando la respiración de pura emoción. Finalmente los abrió y levantó las manos mirando al techo.
-¡¿Dónde diablos está mi hacha?!- exclamó con una poderosa voz grave que retumbó por toda la sala.
Nada más callar, la clase entera rompió en aplausos mientras sus amigos le silbaban y vitoreaban. Yo sonreí por lo bajo mientras mi hermano agradecía los aplausos con el puño en alto.
El señor Murphy tuvo que esperar, resoplando, hasta que todo el mundo dejó de hablar. Ahora sí que parecía furioso.
-Suficiente, señor Thomas. Baje del escenario.-
-¿No quiere que lo repita? Puedo darle más matices- Aidan se estaba pasando de la raya, pero consiguió que todo el mundo se riera a carcajadas. Incluso yo no pude evitar una risita.
-He dicho que baje del escenario- repitió Murphy. Tenía la mandíbula tan apretada que al hablar los dientes le rechinaron como una puerta oxidada. Se pasó una mano por la frente e hizo un par de respiraciones profundas.- Es su turno, señor Wentworth.-
Henry avanzó entre la gente y subió al escenario justo cuando mi hermano bajaba. Al pasar por su lado, Aidan se pegó a él y le golpeó con el hombro haciéndole retroceder.
-Mira por dónde vas, Wentworth.-
-Aidan...- susurré para mí, molesta. Aunque habría preferido gritarle, me contuve. Estaba haciendo un gran trabajo de autocontrol ese día.
Henry, de nuevo, lo único que hizo fue mirarle enfadado y siguió su camino hacia arriba.
-¡Bien, señor Wentworth! Imagino que una vez más se presenta para el papel de nuestro querido héroe Adrien Olc-Mirage-
Sospechaba que dejaba a Henry para el final con la intención de que su actuación le animara después de que Aidan le sacara de sus casillas. Pero cuando vi el modo en que el herrero bajaba la vista sin atreverse a mirar al profesor, imaginé que algo no iba bien. Y Murphy también lo notó.
-¿Verdad, señor Wentworth?-
-Verá señor...- empezó a decir él.-... he pensado que, como ya he interpretado a Adrien tres años seguidos, podría cederle el papel a otro por esta vez.-
No lo podía creer. Me quedé de piedra y no fui la única. Todos en la sala miraban a Henry confusos y preguntándose los unos a los otros el por qué de semejante decisión ¿Henry no quería ser Adrien?
¡No, no, no! ¿Por qué? Era mi último año, mi última oportunidad...
Miré a Murphy con curiosidad, sin duda era el más sorprendido. Miraba al chico del escenario con los ojos como platos, reflejando una expresión de horror que hablaba por sí sola. O más bien... ¿Suplicaban? Oh sí, le estaba suplicando a Henry que lo reconsiderara.
-Señor Wentworth... nadie más se ha presentado para el papel de Adrien, no creo que haya nadie más que quiera interpretarlo.- Insistió él. Y en eso tenía razón, probablemente nadie a parte de Henry se había molestado en aprendérselo.
Pero Henry negó con la cabeza.
-Me gustaría probar un papel distinto este año.- Esbozó una sonrisa conciliadora (que me encantaba).- No me importaría hacerme cargo del puesto de Leñador 3 ahora que se ha quedado libre.- Añadió. Pero Murphy había bajado la vista como si ya no le interesara nada.- ¿Le digo mi frase?-
-No es necesario- murmuró el profesor.- Puede bajar del escenario.- Henry obedeció y el señor Murphy se puso en pie para ocupar su lugar. Mientras caminaba hacia la madera movía la cabeza y parecía hablar consigo mismo en voz baja como si estuviera solo.
La inesperada decisión le había arruinado los planes, así que suponía que iba decidiendo a los nuevos actores a toda prisa. Parecía realmente entristecido, aunque yo también lo estaba. Mis planes también se habían ido al traste.
De todos modos, Murphy se tomaba demasiado en serio la obra, sobre todo teniendo en cuenta que era algo que repetiría cada año hasta el final de los tiempos.
Desde el escenario, levantó la vista y nos miró. No sabía si era cosa de mi imaginación o realmente había rencor en sus ojos, como si ya nos echara la bronca por el fracaso de la obra.
-Bueno. Paso a comunicar el reparto de papeles- Anunció y yo me removí en mi sitio. Había llegado el momento decisivo. Descubrí que seguía ansiando el papel de Lucy a pesar de que eso ya me ayudaría con Henry.- El papel del temible Nigromante será para el señor Mathew Kavannagh.-
El aludido simplemente se encogió de hombros, resignado un año más a interpretar a un asesino.
-El papel protagonista de Lucy- continuó tras una breve pausa.- Será para la señorita Elizabeth Macha. Y el papel de Mona será para la señorita Bree Thomas.-
<<¡Mierda!>> pensé con fastidio. A pesar de mi metedura de pata en la audición aún conservaba la absurda y traicionera esperanza de lograrlo ¿Cuándo aprenderé?
Elizabeth sonreía a todo el mundo y de refilón capté que una de esas sonrisas estaba dirigida a mí. Y lo peor de todo es que no intentaba restregarme su victoria, sino ¡Consolarme! Habría preferido lo primero. Aparté la mirada tan ofendida como si me hubiese insultado, incapaz de ser más diplomática.
Intenté sosegarme, no quería ser una de esas malas perdedoras que no saben fingir alegrarse por la victoria de su rival. No lo era, pero no quería que nadie más se diera cuenta. Además, me quedaba el consuelo de que este año no sería a Henry a quien Elizabeth besaría y cuando lo recordé me sentí bastante mejor. A saber a qué pobre chico, que encima lo haría a disgusto, le tocaba besar.
-Finalmente he decidido que el papel de Adrien Olc-Mirage será para...-
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