Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

22

El nudo me bajó de golpe hasta el estomago, igual que si fuera una bola de hierro candente. ¿Su vida por la mía? No podía estar hablando en serio. Miré a Henry que se había quedado helado, con los ojos abiertos de par en par.

-Dijiste que… que no tenías intención de… matarme-

-Y no seré yo quien lo haga-

-No entiendo nada-

Yo tampoco entendía nada de lo que estaba pasando. Y me sentía una idiota por ser la única que estaba atada y en el suelo. Aún vigilaba a Elizabeth que de vez en cuando se ponía a girar en torno al mago como si fuera su satélite.

-Tal vez debería haber empezado a explicarme por el principio- opinó. Alzó sus manos y cogió los extremos de la capucha.- Así que empezaré por presentarme de verdad.- Tiró de ella hacia atrás y su rostro quedó al descubierto.

Un rostro que era... humano al fin y al cabo. Habría esperado encontrar cualquier cosa, pero no la cara de una persona. Repasé todos sus rasgos en busca de algo terrorífico y lo que más llamó mi atención fueron sus ojos: sin vida, y de un color tan extraño que no supe identificarlo. Y eso me hizo darme cuenta de algo increíble.

-Adrien Olc-Mirage- susurré. Era el rostro del retrato de nuestro héroe. Entonces Henry también se dio cuenta.

-No es posible. La leyenda... tú desterraste al Nigromante al Bosque-

-Sí, conozco esa leyenda y también el cuidado que ponéis todos los habitantes de la aldea en memorizarla lo mejor posible, mas no es del todo cierta.-

¿Qué no era del todo cierta? ¡El héroe de la historia resultaba ser el monstruo! ¿Había algo de verdad en ella? Pareció leerme la mente porque esta vez, sí que quiso darnos una explicación.

-Todo lo que cuenta esa leyenda es verdad hasta cierto punto. La noche del 29 de Febrero, un Nigromante atacó la aldea y mató a varios de sus habitantes, entre ellos a mi padre. Pero... mi relación con él no era muy buena en aquellos tiempos, al menos no lo suficiente como para que se me ocurriera la loca idea de ir en busca de venganza... Ahí es donde la historia empieza a cambiar.

Mi plan era abandonar la aldea antes de que el Nigromante me encontrara, pero cuando me acercaba al bosque le vi. El temible mago intentaba huir y ¿Sabéis qué? No era tan horrible como los cuentos decían. Estaba herido y agotado, apenas podía arrastrar sus pies y se me ocurrió algo: Si yo le mataba aprovechando su debilidad, me convertiría en un héroe y la aldea no solo olvidaría mi patético intento de huida, sino que me reverenciaría para siempre.

Así que lo hice ¡Fue increíblemente fácil! Ni siquiera pudo oponer resistencia. Y cuando me disponía a regresar y relatar mi hazaña, me percaté de algo insólito. Del cuerpo del mago salían unos extraños halos de luz oscura que flotaron ante mis ojos. Eran sus poderes que escapaban de su cuerpo. Y yo sentí que... me llamaban. Querían que yo los reclamara. La magia, cuando se te ofrece, ejerce una irresistible atracción que ningún hombre puede ignorar.

Y yo la acepté. ¡Oh! ¡Jamás había sentido nada parecido! Todo el poder, todos sus conocimientos. Fue como despertar por fin de un sueño vacío, la más pura y autentica felicidad. Os aseguro que ninguno de vosotros ha experimentado nada parecido.

Pero enseguida tuve miedo. Nada más acariciar esa alegría suprema, temí la desolación que me invadiría si la perdiera. Y comprendí que era ese miedo lo que había empujado a mi predecesor a buscar tan desesperadamente la inmortalidad, sin éxito.

Y decidí que allá donde él había fracasado, yo vencería. Y para obtener dicho conocimiento, tenía que marcharme lejos y encontrar a criaturas que conocieran el secreto. Por eso tuve que inventarme toda la historia... Dije a los del pueblo que el Nigromante había huido pues, al hacerme con sus poderes, su cuerpo se había convertido en cenizas y fingí mi propia muerte para poder desaparecer sin que nadie sospechara la verdad.>>

-Pero ¿Y los hombres que enterraron tu cuerpo?- preguntó Henry.

-¿Te refieres a los que desaparecieron? ¿Qué crees que hay enterrado bajo los montículos sagrados?-

Henry dio un respingo y su expresión de horror se acentuó. Yo escuchaba con toda mi atención, pero era como si ya nada pudiera sorprenderme. Comenzaba a sentirme una idiota de remate por el modo en que ese repugnante y ambicioso asesino había estado jugando con nuestras vidas durante siglos.

-Entonces... siempre has podido entrar a la aldea y matarnos- comprendí. Adrien torció la cabeza.

-Podría haberlo hecho, sí- asintió.- Aunque la realidad es que ni siquiera estaba aquí. Marché al sur, a las Regiones Desconocidas en busca de otros seres como yo que pudieran ayudarme.

<<Hallé seres que resistían el paso del tiempo y me enseñaron a alargar mis años de vida, mas eran vulnerables a ciertas armas que podían matarles. Otros eran invulnerables a casi todas, pero pasado un tiempo su corazón se apagaba. Eso no me servía.

Yo ansiaba ambas cosas; una inmortalidad completa como la que antaño disfrutaron criaturas como los dragones. Pero cuando estos se marcharon del Continente, se llevaron con ellos su sabiduría.

Después de siglos de búsqueda... había fracasado.>>

Así que ni siquiera había estado aquí. Tanto tiempo temiendo al bosque, sufriendo pesadillas con algo que no era real. Fue como si aquel ser acabara de robarme una parte de mi vida que jamás recuperaría.

-¿Por qué volviste?- quise saber.

Me lanzó una mirada de contrariedad que también era temerosa. En cualquier otro, quizás me habría conmovido.

-Porque descubrí que algo no iba bien- respondió al instante.- Gracias a la magia había logrado preservar mi alma contra el paso del tiempo, mas yo conservaba mi autentico cuerpo y un cuerpo humano no está hecho para durar tanto.- Tras esas palabras, se sacó la capa y su torso desnudo quedó al descubierto. La luz de la luna lo hizo resplandecer como un diamante, mostrando que parte de la piel estaba desecha. Era como observar un castillo de arena seco que empezaba a desmoronarse. Hice una mueca de asco, pero él siguió hablando como si le diera igual.- Pronto acabaré convertido en cenizas yo también, porque no podrá soportar el peso de mi alma. Por desgracia, he alcanzado poderes que sobrepasan los que obtuve del primer Nigromante, así que tuve que buscar un remedio un tanto desesperado: conseguir otro cuerpo que me permitiera sobrevivir el tiempo necesario para alcanzar la inmortalidad.-

La bola candente de mi estomago que yo creía extinguida, chisporroteó y rodó provocándome un dolor agudo que hizo que intentara soltarme una vez más. Aquella bola pretendía avisarme de algo que mi cerebro aún se negaba a pensar.

-Hace dos años regresé a mi querida aldea y desenterré a Elizabeth. Con su ayuda, pude realizar un ritual que me orientara sobre quién era el habitante de la aldea cuyo cuerpo era lo bastante fuerte como para soportar mi esencia...-

¿Hacía dos años? Eso significaba que...

-Por eso mataste a mi madre- El Nigromante calló pero estaba segura, las fechas coincidían.- ¿Por qué a ella? Te habría servido cualquiera...-

-Si te empeñas en hacer preguntas que no te convienen, te diré que se debió a una mera cuestión de suerte. Mi orden para Elizabeth fue que me trajera a alguien sin más.-

No ¡No había sido mala suerte! Un simple vistazo a la expresión vacía de aquella chica muerta me convenció de que lo había hecho a propósito.

Las muñecas me sangraban, sentía el líquido helado resbalando por mi piel, pero puse mayor empeño en escapar pues el odio estaba actuando como un sedante para el dolor.

Entonces, el Nigromante se giró hacia Henry que no había vuelto a hablar. No le quitaba los ojos de encima y parecía mantenerse preparado para actuar si la situación empeoraba.

-Supongo que ya habrás entendido por qué estás aquí-

-Quieres matarme y usar mi cuerpo- adivinó Henry con sorprendente serenidad. Me olvidé de Elizabeth y me concentré en ellos. Se sostenían la mirada el uno al otro, muy serios, hasta que el Nigromante sonrió.

-Sí y no- respondió.- Sí necesito tu cuerpo para sustituir al mío antes de que desaparezca convertido en polvo. Pero no voy a matarte.- Era un truco, estaba segura. Y Henry no estaba dispuesto a dejarse engañar, pues no cambió un ápice su expresión.- Verás, si yo ahora tratara de matarte, tú te defenderías ¡Claro! Y aunque yo te mataría de todos modos, puede que durante la lucha destrozaras tu cuerpo y quedara inservible. Por eso he pensado que...- El Nigromante alzó un brazo hacia Henry como si le hubiese lanzado algo, y éste retrocedió un paso por instinto. Cuando volvió a mirar, a la altura de su nariz flotaba una daga reluciente.-... lo mejor es que lo hagas tú mismo.-

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro