Abraham 2022
Abraham mira a su alrededor, "¿Dónde estoy? ¿Qué lugar es este?"
El hedor a putrefacción obstruye sus fosas nasales. Las arcadas y el malestar se apoderan de su cuerpo haciéndole caer de rodillas al suelo, sintiendo el tacto de éste, pegajoso y rojizo, quedándose una mucosa negruzca en las yemas de sus dedos.
Observa detenidamente sobre su cabeza. Algo en esa superficie parece moverse. Venas entrelazadas entre ellas se esparcen por todo el sitio, como si fuese una gigantesca tela de araña, cubriendo cada rincón de aquel espantoso...
—¿Cerebro? —exclama Abraham sorprendido.
Se pone en pie con sumo cuidado al sentir en sus pies que la superficie donde está postrado es totalmente inestable, produciendo ráfagas de vibraciones que lo desestabilizan constantemente.
Enfoca su mirada al frente, mirando en una sola dirección para evitar marearse. Una neblina espesa pulula en el ambiente producida por
pequeños géiseres que, como si de un pulmón se trataran, se encogen y se inflan expulsando esas partículas haciendo casi imposible poder respirar.
Al borde del desmayo, con un último suspiro, siente en sus pies el crujir de lo que parece algo más sólido y donde el ambiente está menos caldeado. Se
detiene unos segundos para inhalar el aire que, por la sensación de confort, es más limpio y puro que el que ha dejado atrás unos minutos antes.
Un silencio abrumador lo engulle calmando su inquietud al tiempo que las pulsaciones de su corazón se aceleran. Presiente que tanta calma no augura nada bueno.
—Esto es ilógico, ¿estoy muerto y esto es el Infierno? —se pregunta Abraham para sus adentros totalmente confuso.
Avanza unos pasos observando todo lo que le rodea. Todo tiene forma ovalada sobre su cabeza. Miles de vasos sanguíneos se conectan entre sí: blancos, rojos, azules; dividiéndose en millones de pequeños filamentos conectados que cubren la totalidad del interior de aquel lugar cual maquinaria perfecta creada por Dios.
Absorto e hipnotizado por tan grotesco, pero increíble paraje, continúa caminando hasta visualizar frente a él un inmenso pasillo. Abraham lo mira fijamente, sabe que entrar podría ser la respuesta a todas sus dudas, pero también podría ser su destrucción. Con paso firme avanza
hasta su interior percatándose que, en cuestión de segundos, la temperatura ha descendido más de veinte grados de golpe. Un frio cortante choca con su rostro, cubriéndose con las manos la boca al sentir que respirar era como estar tragando cuchillas.
Instintivamente mira a su izquierda al sentir la presencia de alguien, o algo que paraliza todos los músculos de su cuerpo. Ve como una mujer cuelga sin vida de una enorme rama de un roble, meciéndose su inerte cuerpo de lado a lado por el viento. Un déjà vu atravesó su mente, recordando el momento en el que dentro de los pensamientos de Angela pudo ver el suicidio de Carol tras la muerte de sus hijos en el lago.
Volviendo en sí del recuerdo, Abraham retrocede de un salto al ver frente a él a Carol con tres niños a su lado. Sus rostros azulados y los labios amoratados son la viva imagen de la muerte. Una especie de barrera les separa de él sin poder traspasarla, aunque no le impide escuchar las últimas palabras de Carol:
—Lo siento, Abraham. Son mis niños y ahora me necesitan.
Una fuerza sobrenatural arrastra a los tres pequeños al lago, sumergiéndolos en su interior. Acto seguido, Carol gira sobre sus pies profiriendo un grito desgarrador y dirigiéndose al árbol nuevamente para ahorcarse, repitiéndose la escena en bucle, una y otra vez, reviviendo todo ese dolor por toda la Eternidad.
Abraham impactado por la visión retrocede varios pasos tropezando con sus propios pies, al incorporarse de la caída observa tras de él una fuerte luz cegadora que le hace girar sobre sus talones perdiendo el control absoluto de su cuerpo, con los ojos abiertos como platos un faro descomunal aparece frente a él. La luminaria giratoria es hipnótica; el sonido de las olas y la brisa del mar se siente en el ambiente, como si se hubiera transportado a otro lugar completamente diferente el cual no recordaba haber estado jamás.
Ve como la luz para de forma repentina; iluminando un barco inmenso en medio de una gran tormenta. En ese momento una voz desconocida suena entre los susurros del viento.
―” Y cuidado con los espectros”.
Cuando el susurro de esa frase cesa, la imagen que se hace visible ante Abraham es atroz, una gran cantidad de hombres con ropajes rotos y carcomidos están frente a él de espaldas, vibrando como si flotaran en el aire dándose la vuelta al unísono al notar su presencia; sus rostros agrietados con expresión de terror se muestran con total claridad, gusanos, moho y secreciones cubren las caras de los pobres desafortunados mientras decenas de ojos sin parpados lo miran fijamente. Sus bocas desencajadas comienzan a abrirse produciendo un sonido gutural saliendo de sus esófagos hasta pronunciarse por sus gargantas.
—Te vigila... él siempre te vigila... te encuentra, él siempre te encuentra... no intentes huir, tu alma ya está condenada, ven con nosotros Abraham, la luz del faro apagará tu sufrimiento, el Visionario es tu lugar, nos perteneces.
Abraham corre desquiciado al escuchar esas voces amenazantes, el nivel de locura que siente está superando su estabilidad emocional.
Avanza varios metros en dirección contraria a donde estaban las criaturas, parando en seco por un fuerte pinchazo en el pecho, sus pulsaciones están aceleradas y el temblor de manos y piernas no le permiten avanzar.
Durante un diminuto espacio de tiempo el silencio vuelve a acariciarlo todo, una calma que dura unos segundos rompiéndose por una melodía melancólica que parece salir de una antigua caja de música.
Abraham guiado como una marioneta comienza a caminar hasta pararse frente a lo que parece una ventana, el cristal está agrietado, pero se puede ver a través en el interior, una silueta humana está sentada en una silla, Abraham enfoca la mirada pudiendo distinguir que está atado de un brazo frente a una caja de madera y con un cuchillo en su mano desatada. Otra silueta encapuchada esta junto a él con un libro de color negro en sus manos.
Un llanto desolador sale de la garganta del hombre maniatado.
—¡Joder, no puedo soportarlo más!, no quiero seguir viviendo este tormento.
Dice el hombre con el cuchillo en la mano llevándolo a su garganta y desgarrándose piel, carne y músculos saliendo a borbotones toda la sangre de su cuerpo impregnando de rojo la caja que esta sobre la mesa.
El ser encapuchado emite una carcajada perversa de triunfo girando su cabeza lentamente, mirando a Abraham que se encuentra al otro lado de la ventana, se acerca con sigilo susurrando;
—¿Y si a mi próxima novela la llamo "El escritor maldito? —¡¡Ja, ja, ja!!
Sirenas y sonidos estrambóticos hacen estallar el cristal en mil pedazos frente al rostro de Abraham, decenas de pequeños filamentos atraviesan su carne haciendo que grite de dolor cubriendo su cara con las manos por puro instinto de supervivencia.
—¡Aggg, duele, duele! —grita desesperado.
Pudiendo ver que al retirar las manos no tiene cortes ni pedazos de vidrio incrustados en la carne, al mirar frente a él observa que se está repitiendo la misma escena, viendo a los dos individuos dentro de aquel lugar, sonando de nuevo la melancólica melodía del principio.
Se aleja sin pensarlo sabiendo lo que va a suceder, no está dispuesto a vivir de nuevo ese momento tan cruel e inhumano.
Ve como la escena se esfuma delante de sus narices, empezando a hacerse visible un largo túnel de piedra antigua. Al caminar solo escucha el sonido de sus pisadas y el goteo acompasado de gotas de agua filtrándose por la estructura.
Observa celdas a ambos lados con puertas de hierro oxidadas y, junto a ellas el tintineo de candiles de aceite con las llamas prendidas generando sombras abstractas en las paredes.
—"¿Este sitio?, ya lo he visto antes" —recordando la visión de Jorge en los suburbios del vaticano.
Instintivamente, mira al fondo del túnel donde ve el gran portón con cerrojos de acero. Un ataque de pánico se apodera de él, comienza a sentir sudores fríos, su mente se desboca al venir a su recuerdo la imagen de Zozo; su rostro cadavérico con mechones de pelo negro cayendo sobre sus cuencas vacías, aquellas uñas gelatinosas saliendo de la punta de sus dedos huesudos, el siseo de su lengua y su boca oliendo a podredumbre y, esa cara demoníaca tras su cabeza supurando maldad y odio.
Sin poder respirar, vomita sobre el frío suelo arrastrándose con temblores descontrolados hasta apoyarse en la pared, sin percatarse que con las uñas ensangrentadas estaba arañándose las muñecas. Al mirar el daño producido suelta un grito desgarrador al ver que se había autolesionado grabándose dos Z en la piel.
Como una aguja atravesando su nuca ve la imagen de Paula empapada y arrinconada en aquel cuartucho del psiquiátrico recordando sus palabras;
—¡Por favor libéranos!, termina con esto ahora.
—¡No puedo controlarme! ¡Termina con esto! ¡Apaga esa voz infernal de mi cabeza!
Esas dos frases taladraban las sienes de Abraham pudiendo sentir en su interior el dolor que ella vivió en ese momento.
Orinando en sus pantalones se deja caer al suelo, está en shock con la mirada perdida, deja su cara apoyada sobre el suelo esperando que llegue la muerte a buscarlo.
El impacto producido por las visiones ha hecho que quiebre su mente y no soporte más, con la respiración entrecortada cae en un profundo sueño producido por el agotamiento.
—¡Abraham! ¡Abraham! ¡Despierta!, tienes que despertar, ¡DESPIERTA! —Grita una lejana voz que proviene de una de las celdas.
Al escuchar esa voz abre sus ojos enrojecidos, un charco de saliva le empapa la cara, alza su mano para limpiarse —¡Abraham, Abraham!, date prisa, ven, sigue mi voz.
—¿Marcos? ¿Eres tú, Marcos? —contesta derramando lágrimas por sus mejillas.
—Si Abraham, soy yo Marcos, date prisa, tenemos poco tiempo.
—¿no serás otra estúpida visión?, no juegues conmigo, ¡BASTA YA! —Grita confuso.
—Te juro que soy Marcos, confía en mí, sé que es complicado, que es una maldita locura, pero te estoy diciendo la verdad.
Abrahán a duras penas comienza a caminar dirección a la voz de su supuesto amigo, después de lo sucedido, no puede confiar en nadie, todo, absolutamente todo, puede seguir siendo una manipulación obscena del maldito demonio para acabar con la poca cordura que le queda.
En la tercera celda de la derecha antes del portón ve salir unas manos pálidas y delgadas.
—Aquí Abraham, estoy aquí —zarandeando los brazos para que pueda verlo.
Frente a la celda mira fijamente a quien está en su interior, es Marcos, pero en un estado lamentable, sus ropas están empapadas en sangre al igual que sus manos, en la zona de su barbilla un gran agujero deja ver la entrada del disparo que se propinó al suicidarse faltando parte del cráneo por el lado derecho de su cabeza.
Abraham coge aire estando totalmente tenso al ver a su mejor amigo de forma tan terrible.
—¿Qué es todo esto? ¿Dónde estamos?, me estoy volviendo loco Marcos.
—No, Abraham, no te estás volviendo loco, es tu subconsciente, Zozo ha podido poseer tu cuerpo, pero no tu mente, ahora eres su propósito porque no ha podido dominarte guiándote al suicidio; mira tras de ti, sobre tu cabeza, bajo tus pies, todo lo que ves son sus recuerdos, miles de almas recolectadas por él las cuales ha inducido a acabar con sus vidas poseyéndolas por siempre.
—¿Me estás diciendo que todas las atrocidades que he visto son fruto de la mente retorcida de ese maldito demonio? ¿Y qué hay de ese ser encapuchado?, he visto como un hombre se cortaba la garganta sin titubear, a una mujer ahorcada con tres niños congelados, un grupo de marineros levitando y sin parpados, esto es una maldita pesadilla, solo dime como salgo de aquí, necesito salir ¡YA!
—Cálmate Abraham, no puedo explicarte todo en este momento, ¡no hay tiempo!, el hombre encapuchado del que hablas, si le ves, huye, corre todo lo que puedas, es el escriba de Zacarías "alias Zozo el demonio de la oüija", controla los miedos de los humanos para corromperlos hasta su muerte y usar su sangre para continuar escribiendo el "libro de almas", su plan es formar el nuevo apocalipsis, cuando encuentren al tercero y unirlo a sus filas abrirán la caja de pandora acabando con la humanidad.
—No puede ser posible, ¡no, no, no!, seguro que esto lo está produciendo mi cabeza, la medicación que me han puesto me está haciendo tener alucinaciones, únicamente tengo que esperar a que se pase el efecto y despertaré, nada de esto habrá pasado.
—Joder Abraham, escucha de una maldita vez, esto es real, está sucediendo y tú eres el tercero de los elegidos de Zozo, si domina tu mente tomara el control de los pensamientos de la humanidad, eres el único con ese don y él quiere poseerlo a toda costa para poder exterminar a todos los seres vivos de la faz de la tierra.
Tras un largo silencio, Abraham consigue mantener la calma y mira fijamente a su amigo Marcos a los ojos;
—¿Cómo podemos acabar con ese demonio?
—Solamente hay una forma... Destruirle desde dentro, desde fuera es totalmente imposible ya que salta de un humano a otro como un parásito.
—¿y como le destruyo desde dentro?, todo lo que me rodea es maldad y destrucción ¿qué puedo hacer yo contra algo así?
—Zacarías, una vez fue humano como nosotros, atraviesa la puerta y, busca la fuente que lo corrompió o estaremos condenados.
El rostro de Marcos comienza a tensarse desapareciendo los agujeros del disparo que se propinó antes de morir, una escopeta comienza a materializarse en su mano llevándola sin control bajo su mandíbula.
— !Abraham corre! me está controlando, formo parte de sus recuerdos y los dos sabemos cómo termina esto.
Cogiendo la última bocanada de aire y arqueando su boca en una sonrisa macabra, presiona el gatillo destrozando su cráneo, impregnando el techo por completo con la sangre derramada sin dar tiempo a Abraham a retroceder, salpicando sobre él, trozos de sexos y carne de la cabeza de su amigo.
Corre desbocado hacia la puerta blindada con candados y tablones, maldiciendo a voz en grito el nombre de Zacarías, ya delante del portón de madera observa que los candados están abiertos, con rabia y odio arrastra los tablones que hacen de sujeción hasta dejarlos caer, poniendo las manos sobre la puerta dispuesto a encontrar a Zacarías alias "Zozo el segador de almas"
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