Operación Doujin
Agradecimientos a Kazuki-taichou, quien me dio la idea para este capítulo.
Tras pensarlo más concienzudamente, Ayano se dio cuenta de que si quería ganarse el corazón de Kyoko no podía hacer todos sus movimientos en las sombras. Aunque le costara y los nervios se la comieran viva, trataría de mostrarse un poco más interesada en la rubia tonta.
- El problema es que no sé qué más hacer para que Toshino Kyoko se fije en mí.
Por un segundo recordó lo que dijo Chitose en una de sus fantasías, pero descartó de plano hacer aquello: era demasiado vergonzoso.
- ¡No, no, Notre-Dame! ¡Jamás en la vida haré algo así!
Como era de noche y se sentía cansada, Ayano decidió irse a dormir. Sabía que volvería a encontrarse con Kyoko en la mañana, y esperaba que, para entonces, se le hubiese ocurrido algo que le permitiera acercarse más a ella.
(...)
Pasó una semana y la pelimorada no tenía ni una sola idea a su disposición para poner en práctica.
- ¿Ocurre algo con Toshino-san, Ayano-chan? –le preguntó Chitose al verla distraída. Por supuesto, la reacción de la aludida fue la esperada: se puso roja hasta las orejas.
- ¡Cla-claro que no, Chitose! Sigo sin entender por qué piensas que me gusta Toshino Kyoko o algo así.
La chica con lentes sonreía calmadamente. Sabía que su mejor amiga estaba frustrada porque lo del helado de ron con pasas no había funcionado, pero conociéndola, ya encontraría nuevas maneras de acercarse a la rubia que la volvía loca.
- ¡¿Qué tal, senpai?! –exclamó Sakurako entrando estruendosamente al salón del Consejo Estudiantil.
- ¡Sakurako, deja de hacer tanto escándalo!... Ah, lo siento, senpai, buenas tardes –saludó Himawari haciendo una reverencia.
- Buenas tardes, Oomuro-san, Furutani-san.
- Buenas tardes a ambas.
Ayano y Chitose vieron que Sakurako lucía particularmente feliz.
- ¿Qué pasó, Oomuro-san? ¿Algo bueno? –preguntó la chica de lentes.
- ¡Sí! ¡Hoy salió el nuevo capítulo de mi manga favorito! Pienso comprarlo en cuanto terminemos con esto.
- ¿Terminemos? Tú eres la que menos hace algo aquí. Además, no pretenderás que pague yo por tus historietas como la última vez, ¿cierto? –le preguntó Himawari con una cara de escepticismo.
- ¿De qué estás hablando, monstruo pechugón? ¡Claro que hoy traigo mi propio dinero!
- ¿Ah, sí? ¿Y cuándo me devolverás el dinero que te presté antes?
- Eh... ¡Cierto! Había muchos otros mangas interesantes en la tienda a la que fui.
- ¡Oye, no cambies el tema!
Chitose veía la interacción de sus kouhai y sonreía. A pesar de lo que decía Himawari, se notaba que en realidad no tenía intenciones de que le devolvieran el dinero.
- Había muchos doujin también, algunos de Mirakurun...
Mirakurun. A Ayano se le prendió la ampolleta nada más oír aquel nombre. Sabía que Kyoko era una fanática empedernida de ese personaje y que dibujaba sus propios doujin de ella. Y si ese conocimiento sobre la chica que le gustaba la llenaba de esperanzas, lo siguiente que dijo Sakurako la hizo convencerse de que definitivamente tenía que visitar aquel local de manga:
- ¡Cierto! Uno de los doujin era una edición realmente rara y difícil de conseguir.
Ahí estaba lo que tanto había buscado esos días: una nueva forma de acercarse a su rubia tonta. Si lograba conseguir un ejemplar de ese doujin, seguramente estaría más cerca de ganarse su corazón. Eso fue lo que pensó.
- Será mejor revisar mi monedero.
No había mucho dinero en él.
- ¡Rayos!
- Me sorprende que una tienda de manga venda doujin, en especial en esta ciudad –señaló Himawari.
La única alternativa que le quedaba a Ayano era ir al local, ver cuánto costaba el dichoso doujin y, de acuerdo a los resultados, ahorrar parte de su mesada. Por supuesto, tendría que poner manos a la obra para conseguir lo suficiente antes de que alguien más se lo llevara.
- No más dudas. Conseguiré ese manga para mi Toshino Kyoko.
(...)
Al ver el precio, la pelimorada casi se va de trasero al suelo.
- ¿E-e-e-en serio cuesta tanto?
Debía imaginárselo. A diferencia de otros trabajos del mismo tipo, aquel era sumamente raro. De todas formas, Ayano planeaba conseguirlo.
Tenía la esperanza de que nadie más se llevara su tesoro, algo muy poco probable considerando el precio, pero no imposible. Por lo mismo, comenzó ahorrando parte de su última mesada y después se dedicó a hacer tareas esporádicas para sus vecinas, reuniendo una buena cantidad de dinero al cabo de dos meses. Por fortuna para ella, el doujin seguía a la venta, por lo que pudo comprarlo finalmente.
- ¡No puedo creerlo! ¡Tengo el doujin especial de Mirakurun en mis manos! ¡Ahora podré dárselo a Toshino Kyoko!
Cómo hacer eso era el problema. No quería ser demasiado obvia, pero tampoco quería que fuese algo en secreto como ocurrió con el helado de ron con pasas. Tras pensarlo mucho, Ayano dio con la solución, pero requería que la rubia también hiciese lo suyo.
- Espero que funcione.
Al día siguiente, la vicepresidenta fue a la escuela como siempre. Tras las clases, se dirigió al salón del Consejo Estudiantil a realizar sus deberes, aunque, eso sí, sacó el doujin de su mochila y comenzó a ojearlo nada más llegar.
- Es un poco raro, pero la historia no está mal –pensó al terminar–. Creo que a Toshino Kyoko le gustará.
- Ya llegué, Ayano-chan –dijo Chitose sacándola de su ensimismamiento.
- Ah, Chitose, eres tú.
- ¿Qué lees? –preguntó la peliblanca al ver el manga en manos de su amiga.
- ¿Esto? No, no es nada –respondió Ayano fingiendo ignorancia.
- ¿No es un manga de los que habló Oomuro-san hace un tiempo?
- Eh...
- ¡Sugiura Ayano!
Kyoko abrió la puerta del salón repentinamente y entró acompañada por Yui. Se veía igual que siempre.
- ¡T-T-TOSHINO KYOKO! ¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO AQUÍ?!
- Pues...
- No me digas que viniste aquí sin ningún motivo, Kyoko –dijo Yui con tono seco.
- Je, je, je, pues sí.
- Debí habérmelo imaginado, y yo que pensé que tenías algún asunto importante. Qué ingenua fui.
- Yui, eres muy aburrida.
En medio de la discusión entre las amigas de infancia, Chitose pensaba:
- Vamos, Ayano-chan, aprovecha la oportunidad.
Un hilo de sangre comenzaba a salir de su nariz.
- ¡Chitose, estás sangrando! –gritó Yui asustada.
- Ayano, ¿ese no es el doujin súper raro de Mirakurun?
- ¿Eh?
- Ese que está en la mesa.
La pelimorada se dio cuenta, por fin, que las cosas se estaban dando como quería. Sin saberlo, Kyoko hizo su parte del trabajo al venir voluntariamente. Ahora dependía de Ayano que el resto saliera bien.
- Pues... parece que sí –dijo haciéndose la tonta.
- ¡Genial, genial! –exclamó la rubia mientras tomaba el doujin y comenzaba a repasar las páginas a toda velocidad.
- Toshino Kyoko...
- ¿Sí?
Reuniendo todo el valor que pudo, Ayano dijo:
- Si... si quieres puedes quedarte con él. Digo, no es como si me importara.
Un ligero sonrojo adornaba su cara. Al mismo tiempo, cruzaba los brazos y volteaba la cara. A pesar de sus palabras, en su interior celebraba como una niña pequeña.
- ¡Gracias, gracias, Ayano! ¡Este doujin tendrá un lugar especial en mi colección junto a los dos que ya tengo!
- ¿Que qué?
La tsundere no entendía de qué hablaba Kyoko.
- Ya tengo dos copias de este doujin, pero nunca puedes tener suficientes –le informó la ojiazul despreocupadamente.
- Podrías haber hecho algo más inteligente con ese dinero. Entiendo que compraras un ejemplar, pero dos...
- Tú no entiendes nada de esto, Yui. Necesito material para inspirarme.
Mientras Kyoko y Yui discutían y Chitose fantaseaba, Ayano se quedó de piedra: no podía creer que todo terminara de ese modo.
- Pero... Pero... Pero...
- Ayano-chan, ¿quieres ser la protagonista de mi futuro manga erótico? –balbuceaba Chitose mientras continuaba desangrándose.
(...)
- ¿Te diste cuenta de que no salimos en este capítulo? Creo que se me está pegando tu falta de presencia, Akari-chan.
- ¡NO DIGAS ESO, CHINATSU-CHAN!
Recuerden que pueden darme ideas para los próximos planes de Ayano.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro