Venus: Conversaciones Peligrosas
Después de hablar con Aryana me voy a recostar un poco en la habitación hasta esperar a la cena. Es extraño que toda la familia Godness se siente a cenar todos juntos, a veces faltaban uno que otro, pero que todos estuvieran, es intimidador. Cosmo lidera la mesa en la punta izquierda; Aryana estaba a su izquierda, pero Luna está en una pequeña cuna en el medio de los dos. Al lado de Aryana estoy yo, luego Sol que no para de jugar con los cubiertos, Marte a su lado lo pellizca por debajo de la mesa. Kenan se encuentra a su lado con la señora Eva. En el lado derecho están la señora Laila, el señor Seth, Tabitha, Musa, mi señora Liora y el señor Beck. Hay pequeñas conversaciones sin importancia, la cena transcurre tranquila, sin peleas al acecho.
Al finalizar la cena, llevo a Sol a su habitación; lo ayudo a cambiarse de ropa y lo acuesto en la abundante cama.
—Lo que te voy a contar se queda entre tú y yo, nada de decirle a tu padre —me siento a un lado de él—. ¿Comprendes?
Él asiente.
—¿Quieres saber cómo las mujeres se embarazan? —él vuelve asentir—. Se necesitan a dos personas en el proceso, un hombre y una mujer. El papel del hombre es importante ya que depende de él plantar su semilla.
—¿Yo tengo semillas? —pregunta asustado.
—Es una metáfora —respiro profundo—, la semilla sería el semen, eso te saldrá cuando tengas más edad. Es el hombre quien embaraza a la mujer mediante el sexo. La mujer tiene unos días que ella es fértil y cuando tiene sexo con su pareja, o sea el hombre, puede salir embarazada.
—¿Qué es sexo? —pregunta confundido.
—Es una acción de amor que tienes con una mujer en la intimidad de tu habitación o la de ella. Y solo será una acción de amor cuando ella acepta estar contigo porque si la fuerzas le puedes causar daño.
—¿El sexo duele? —cuestiona temeroso.
—Cuando es forzado sí, duele mucho —miro a sus ojitos miedosos—, pero cuando lo haces con amor, paciencia y tiempo no duele.
—¿Y así me tuvieron y a mi hermanito?
—Con todo el amor que pudimos, sí. —le contesto amorosa.
—¿Y cómo sé que tengo sexo? —bosteza.
—Se tiene sexo con los genitales, tu verga entra en la vagina y con varias repeticiones, se convierte en sexo —le respondo un poco incomoda.
—Ya no quiero escuchar más —se esconde dentro de las sabanas.
—Ahora entiendes por qué es solo cosas de adultos.
—Sí, eso suena asqueroso —responde debajo de las sabanas.
Río un poco.
—Ya sabes que es un secreto entre tú y yo.
—No hubiese querido saber —chilla.
—A veces es mejor dejar las cosas como están porque de vez en cuando la verdad suele doler.
Dejo al pequeño Sol durmiendo, probablemente tendrá pesadillas. Marte ha sido un padre extremadamente consentidor, pero también estricto con las cosas que se le dice al niño. Regreso a la habitación que comparto con mi esposo, mi mayor alivio es encontrarla vacía, lo más probable es que esté con Cosmo y los hombres de su clan. Una de mis damas me ayuda con el vestido y me preparan un baño de agua caliente. Dentro del agua, los recuerdos vienen y van.
Como quiero una copa de vino.
Gracias a mi nuevo embarazo, he tenido que abstenerme de probar una sola gota de licor. Bendigo mi embarazo, bendigo al próximo hijo de Marte Godness, y bendigo mi puta vida. Después que lo había perdonado, me obligaron a permanecer en su castillo hasta el día de nuestra boda. Las visitas se limitaban a mis padres, la encargada de mi centro, a la señora Liora y su esposo que me revisaba cada mes. La señora Liora le había impuesto a Marte y a mí que durmiéramos en habitaciones separadas, cosa que me hizo dichosa. Me la pasaba dentro, ya que no querían que vieran mi embarazo, no querían que se rumoraba que Sol era hijo de otro. Claro, hablan que yo le puse los cuernos a él, pero nadie habla de ese beso que se dio en mi supuesta pedida de mano.
Intenté averiguar quién era esa mujer, pero lo único que recibía era los silencios incómodos de los sirvientes y la discrepancia de Marte cada vez que tocaba el tema. Pero yo soy la mala por querer alejarme. Creo que si hubiera sabido que todo esto iba a suceder jamás hubiese aceptado de mi padre ese encargo. Lo único bueno de todo esto es al niño que duerme plácidamente en la otra habitación y el que está aún a salvo de las garras de la familia de su padre. Amar a mi esposo es complicado. Amar a una persona consiste en amar a sus dos partes, la buena y la mala; con Marte es difícil saber cuál es cual. Él me trata como a una reina, ni siquiera he pedido algo y ya lo tengo al frente. Él es cariñoso conmigo, atento, afectuoso, eso sucede en sus días buenos; por otra parte, los malos ni siquiera lo quiero cerca de mi hijo. Decir que es violento con nosotros sería falso, pero pobre el que lo haga enojar cuando está con su familia.
Una vez Sol, Marte y yo estábamos en nuestro tercer domingo de campo al mes. Marte le gusta la tranquilidad del campo, odia llevar el trabajo con él. Todo estaba en orden, Sol jugando con su dragón guardián y nosotros dos estábamos sentados en los mullidos cojines en el suelo; habían puesto un hermoso toldo encima de nosotros por el calor sofocante que hacía ese día, como había dicho, todo estaba bien. Pero tuvo que venir su capitán de la guardia real a interrumpirlo, en cuanto lo vi acercase me levanté y decidí alejar a Sol de la furia que su padre pronto se transformaría.
Sol y yo caminamos hasta un pequeño arroyo donde él buscaba piedras preciosas. Encontró varias que le prometí que la llevaríamos al joyero real para que las convirtiera en un lindo collar para su madre, al regresar a la carpa ya Marte se había ido. Estaba casi todo recogido, le di de comer a mi hijo y regresamos al castillo donde esperamos a Marte por tres días. Resulta que se tuvo que ir a resolver algunos asuntos en los páramos del sur del reino.
Al cabo de una hora estuve en la tina sumergida, es de los únicos momentos que mi bebé no patea tanto. Seco mi cuerpo y con una crema de hierbas frescas me la unto en mi vientre para así luego cubrir mi cuerpo por completo. Me puse una bata, eché a las damas de la habitación; acomodo las almohadas de la cama, le quito una del lado de Marte y la coloco encima de la mía y la otra que me sobra me la pongo entre las piernas. Justo en el momento que cubría mi cuerpo con la mullida sabana, entra Marte haciendo todo el ruido posible.
—Lo siento, pensaba que ya estabas dormida —se detiene en el mueble al frente de la cama donde se sienta y se empieza a quitarse las botas y la ropa. Se pasea desnudo hasta entrar al cuarto de baño donde tarda un poco; sale después todo mojado y con una bata que no amarra y se le ve el cuerpo desnudo.
—¿Cómo te fue con tu hermano?
—Bien —él se quita la bata y se pone un camisón—, hablamos con mi padre y Cosmo. Fue una conversación con puros hombres de la familia.
—Me alegro.
—¿Cómo está el bebé? —se sube a la cama donde me atrae hacia él y sube mi bata posando su mano en mi vientre.
—No deja de patear —él ríe un poco—. Le está haciendo la guerra a mis intestinos.
—Todo un guerrero —afirma—. Al menos no fue como Sol, que él si te hacía ir al baño a cada rato a vomitar.
—Eso solo fue los primeros meses —apunto—. Este bebé se nota que será un obstinado como cierta personita por ahí.
—Pues esa personita le agrada eso —él me sube a su regazo, mi espalda choca con su pecho y sus manos recaen en mis pechos—. Pero también será un guerrero justo como su padre, peleará, conquistará ciudades como corazones…
—Justo como su padre —repito volteando los ojos.
—Él será mejor que su padre —afirma.
Marte toca todo mi cuerpo, tomándose el tiempo con algunas áreas como pasando tan rápido que ni siquiera se sintió que estuvo allí. Luego de un rato él me pasa a mi lado de la cama sin dejar de abrazarme. Nos quedamos dormidos de inmediato entrelazados el uno al otro por el resto de la eternidad.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro