Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Trixie: Cosas Que No Son Mías.

Vidal y yo llegamos a las costas del Sur del lado oscuro. Él baja conmigo las escaleras junto a  nuestros guardianes y nuestros petates. Él me mira nervioso.

—No estoy seguro de querer ver a mis padres —él habla desviando la mirada—. No sé cómo reaccionen a nuestra llegada.

—Por lo que me has dicho, tus padres te aman mucho —le sostengo la mirada—. Todo saldrá bien.

—No sé qué haría sin ti —él me sostiene por la cintura.

—Yo estaría perdida —confieso. Él me toma de la mano y empezamos a caminar hasta llegar a un lugar donde alquilan caballos.

—Un caballo por favor —habla Vidal serio.

—Dos coronas la hora —habla un hombre alto y flaco. Vidal escoge un caballo de color marrón, me hace que suba de primera, y él después. Cabalgamos con una velocidad moderada.

—¿Sabes donde queda la hacienda de la familia Beckett? —pregunta Vidal al caballo.

—Sí, claro —responde dócil—. ¿Allí lo llevaré?

—Sí —habla serio Vidal. Miro el cálido pueblo lleno de mucho color y tranquilidad. Es evidente que viven personas acomodadas, todo lo contrario donde me crie. Un lugar maloliente y lleno de la peor escoria que uno se puede imaginar. No tenía casa, solo un pequeño cuarto encima de un destartalado burdel. Tengo pocos recuerdos de mi madre, ya que me abandonó en ese horrible templo. Sólo la veía en las mañanas cuando cocinaba lo que me tenía que dar de comer y era un pequeño plato de frijoles con un pan duro que me tenía que durar todo el día, ya que ella tenía que ir a trabajar al burdel. Ella no permitía que bajara o que pasara tiempo con los demás niños o adultos. Lo único que conservo es una carta que me dio antes de irse corriendo, perdiéndose en la neblina de la noche. Las sacerdotisas me llevaron adentro del templo del dios Seth, dios de la muerte. Ellas me llevaron con otros niños que me trataban muy mal. Mi único consuelo era esa carta que no sabía leer hasta que conocí a Estrella y ella me enseñó a leer y a escribir. El contenido de la carta era que cuando tuviera más edad que la buscara con la señora Grace, dueña del burdel que ella me diría todo lo que necesito saber de mi madre.

    Vidal me despierta de mi ensoñación al llegar a una entrada bastante hermosa que a lo lejos se ve una magnífica residencia. Vidal se baja del caballo y yo con él, él saca dos coronas de su bolsa de lana. Yo sostengo a nuestros guardianes y él nuestras pertenencias. Caminamos por un camino de grava gris claro.

—¿Crees que tu familia me acepte? —le pregunto nerviosa.

—Ellos te querrán muchísimo, ya lo verás —él me sostiene la mano. Pasamos por un gran portón de hierro negro abierto. Al lado hay una caseta de vigilancia—. ¿Hay alguien por ahí?

—Sí, disculpe ¿que se le ofrece? —pregunta un hombre con barba bien cuidada y con mirada dura.

—¿Fernando ya no te acuerdas de mí? —Vidal exclama con un enfado disimulado. El tal Fernando mira fijo a Vidal y se le abre tanto los ojos que casi tengo miedo de que se le salgan.

—¡Joven Vidal! —Fernando abraza fuerte a Vidal y este le devuelve el abrazo—. Pensaba que nunca más lo vería de nuevo.

—Yo también pensaba lo mismo —él muestra una gran sonrisa—. Por cierto, ella es mi novia Trixie. Trixie él es Fernando, un viejo amigo.

—No tan viejo —él me estrecha la mano—. Es un placer conocerla señorita Trixie. Pensaba que nuca conseguirías una mujer.

—Pues fíjate que sí —Vidal se cruza de brazos—. ¿Mis padres se encuentran en la casa?

—Su madre si, está en una prueba de vestido para su hermana mayor —Fernando nos invita a entrar a la caseta—. Llega en un buen momento para el matrimonio de la señorita Casandra.

—¿Casandra se va a casar? —pregunta Vidal un poco enojado.

—Sí, con el hijo mayor del señor Santiago Lincolnshire —Fernando asiente.

—Bueno, señor Fernando yo ya me tengo que ir —Vidal se despide del señor Fernando y salimos de la caseta.

—¿Estás enojado? —le pregunto nerviosa.

—Un poco, pero supongo que eso sucede cuando pasas diez años fuera de casa —él y yo rodeamos a la inmensidad de la casa y entramos por la cocina—. Disculpen, pero alguien ha visto a nona Agatha.

    Una mujer con una contextura gruesa se asoma entre las mujeres del servicio y grita llevándose las manos al rostro.

—Mi niño —la mujer llamada Agatha corre a nosotros para abrazar a Vidal—. Mírate, estás hecho un hombre fuerte y guapo.

—Nona, yo también te extrañé mucho y sobretodo tu gran guiso de verduras —Vidal es mucho más alto que la señora Agatha. Cuando lo conocí éramos del mismo tamaño, ahora mide un metro, ochenta.

—Tu madre y yo prendíamos velas todas las noches rezándole a los dioses por tu regreso —la señora Agatha se limpia las lágrimas. Ella desvía la mirada hacia a mí—. ¿Quién es esta hermosa señorita?

—Ella es mi novia, Trixie. Trixie te presento a nona Agatha —la mujer me abraza y el olor a comida recién hecha me hace fantasear en una deliciosa comida.

—Es una gran sorpresa conocerte querida —ella se separa de mí y se limpia las lágrimas—. Supongo que tendrán hambre, pero si los pongo a comer y no te llevo antes con tu madre, ella me echaría a la calle —ella da varias órdenes y nos arrastra a los dos por la cocina y subimos unos escalones y entramos a un gran pasillo decorado hasta el más mínimo detalle de las paredes y ventanas. Llegamos a unas imponentes escaleras que subimos apresurados y volvemos a estar en unos maravillosos pasillos dignos de un palacio. La señora Agatha se detiene en una hermosa puerta y toca. Una voz nos indica que podemos entrar. La señora Agatha abre las puertas y entramos a una pequeña sala donde hay muebles ocupados por tres mujeres y dos están levantadas observando a una hermosa chica con un vestido tan hermoso lleno de suntuosos detalles y joyas, el blanco resalta su rubio cabello.

—Miren a quién me encontré —la señora Agatha pone a Vidal al frente y todas las mujeres empiezan a gritar de emoción, pero la que estaba de pie corre hacia Vidal guindándose a su cuello. La mujer empieza llorar y Vidal la abraza fuerte.

—Te extrañé tanto mamá —a Vidal le brotan las lágrimas.

—Y yo a ti mi niño —ella le sostiene el rostro—. Tanto tiempo que ha pasado y ya eres todo un hombre —la madre mira a la señora Agatha—. Prepara la habitación de Vidal y un gran banquete por su llegada.

—Sí, señora. ¿También le preparo una habitación a la señorita? —la señora Agatha me señala. La madre de Vidal nota mi presencia y arruga un poco la cara.

—¿Quién eres? —demanda seria.

—Ella es mi novia y va dormir en la misma habitación que yo —Vidal habla decidido mirando a ambas mujeres. La señora Agatha asiente y se retira.

—Así que tienes novia —la madre de Vidal se cruza de brazos.

—Créeme que te hubiera pedido permiso si no hubiese estado escapando de unos sicarios —la madre de Vidal mira aterrada a su hijo.

—En serio tu padre se salva de que no esté aquí —la madre de Vidal habla enojada.

—Hermano —la chica que estaba en el pedestal se acerca a nosotros para abrazar a su hermano—. Estoy tan feliz de que estés aquí con nosotras.

    Las otras chicas se levantan y abrazan a Vidal, yo me hago a un lado para que ellas se acerquen. Todas hablan apresuradas y al mismo tiempo. Me alegro tanto por él, de que tenga un lugar que pueda llamar hogar, yo solo tengo lo que traigo puesto. Nunca he sentido ese sentimiento de pertenencia como lo tienen mis otros compañeros.

—Chicas en serio necesito respirar —Vidal ríe.

—Te lo aguantas, tenemos diez años que no te molestamos así que no quiero quejas —habla Casandra.

—Casandra, vas a arruinar el vestido —la reprende su madre—. Sara, quítale ese vestido y que se ponga ropa decente.

     Casandra obedece a su madre y es una que se le quita de encima a Vidal.

—Eres muy alto —habla una chica de vestido azul. Detallando mejor a las tres, me doy cuenta del parentesco tan grande, que caigo en cuenta que son trillizas.

—Y fuerte —una de vestido verde le aprieta el brazo a Vidal.

—Y hueles raro —habla una de vestido rosa.

—No me he bañado en cinco días —de inmediato las chicas se apartan de su hermano.

—Que asco —chillan las tres.

—Hijo, ve a darte un baño —ella me mira y su descontento se le pasa un poco—. Supongo que ambos no tendrán algo decente aparte de esa ropa negra. Marcela dile a Sara que busque vestidos para la novia de tu hermano, Micaela me acompañarás a buscar entre las cosas de tu padre y Mercedes asegúrate de que tu hermano y su novia se bañen por favor.

    Todos salimos a nuestras respectivas tareas Micaela y la madre de Vidal se van por el pasillo izquierdo y nosotros nos vamos por el pasillo derecho.

—¿Cómo te llamas? —me pregunta Mercedes.

—Trixie —le contesto amable.

—¿Dónde conociste a mi hermano? —pregunta curiosa.

—En la legión negra, él es mi compañero —le respondo.

—¿Lo amas? —ella se detiene en una puerta y la abre.

—Más que a mi vida —le contesto. Los tres entramos a una gran habitación decorada con colores azules y dorados. Tiene un sofá, una cama con dosel y unos grandes ventanales.

—Dejaron todo como estaba —Vidal se acerca a una mesita con juguetes y libros.

—Madre no quería que nada se perdiera después de que te fuiste —ella lo mira triste—. No sé si ella aprueba que ustedes dos duerman juntos.

—Lo sé, pero no dejaría a Trixie que durmiera sola teniéndolas a ustedes tres rondando por ahí —Vidal se acerca a su hermana y la abraza.

—Suéltame —ella protesta.

—Ya te puedes ir, nosotros nos encargamos desde aquí —Mercedes se va dejándonos solos.

—Tu madre me odia —lo miro decepcionada.

—No te odia —él se acerca a mí—. Odia el hecho de no poder verme crecer.

—No lo sé, Vidal. Creo que debería irme —lo miro suplicante.

—De ninguna manera —él me mira serio—. Te quedarás aquí conmigo si eso implica atarte a la cama.

—Te daría una paliza —sonrío.

—Tal vez, pero de igual forma no te irás —él me besa tierno en los labios y yo paso mis brazos por sus hombros. Estamos inspirados, aunque de la nada se abre las puertas y entran las hermanas de Vidal interrumpiéndonos.

—Disculpen las molestias, pero necesito a ambos bañados para probarle la ropa —habla solemne la madre de Vidal.

—Sí señora —contesto separándome de Vidal—. ¿Dónde nos bañamos?

—Yo te guío —Vidal y yo rodeamos la cama y él abre una pequeña puerta donde hay una pequeña tina llena de agua y a un lado hay una estructura delgada donde reposa una jabonera—. Todo tuyo. Avísame cuando termines.

    Él sale del cuarto de baño y yo me acerco a la tina con César abrumada.

—Todo saldrá bien —él me mira desde el suelo. Me empiezo desvestir un poco lento. Jamás me había bañado sin la presencia de alguien más, en el templo del dios Seth había un baño colectivo donde todas las niñas se bañaban; en la legión igual aunque tenía a Estrella y a Emura cuidando de que las otras mujeres no tomaran nuestras cosas. Entro en la tina y la calidez del agua me relaja mi adolorido cuerpo, César se zambulle al agua de manera brusca.

—Compórtate —lo reprendo. Pero él me ignora y nada feliz en la tibia agua. Tomo el jabón y me empiezo a quitar la suciedad y el mal olor a sangre impregnada en mi cuerpo. César nada hasta mí para bañarse también. Me hundo dentro de la bañera para limpiar mi cabello con el jabón. El agua se torna un poco sucia y roja, tal vez Vidal pueda bañarse en ella aunque lo dudo mucho. Salgo de la tina con Cesar, caigo en cuenta que no tengo nada con que cubrirme para salir, camino hacia la puerta y la abro para llamar a Vidal. Lo veo hablando con su madre sin camisa, ella observa dolida cada cicatriz de Vidal. Dejo ir a Cesar para que llame a Vidal, él llega hasta Vidal y todos me observan.

—Acércate querida, que tengo que probarte esto —me anima la madre de Vidal. Salgo tímida del cuarto de baño, me cubro con el brazo izquierdo mi pecho y con el brazo derecho mi vagina. Vidal desvía la mirada de mi desnudo cuerpo. Nos hemos visto desnudos, pero aún así no deja de ser incómodo; soy consciente de sus cicatrices porque he estado en la mayoría de ellas y también se las he curado, sin embargo no deja de causar dolor a la vista de las personas que más quieres—. Muy bien, Micaela ponle la saya y luego el vestido a ver cómo le queda.

    Vidal se levanta de la cama y se dirige al cuarto de baño. Micaela me ayuda a ponerme la saya blanca que me queda bien, luego procede a ponerme un vestido de terciopelo color verde sin mangas.

—Le queda bien —la madre de Vidal me observa detenidamente—. Un poco flojo, pero así me gusta. Chicas que opinan.

—Nos gusta, aunque su cabello está espantoso —habla Marcela—. Hay que peinarlo y cortarlo para darle una mejor imagen.

    En ese momento entra Casandra con otro vestido más sencillo aunque igual de bonito.

—¿De qué me perdí? —pregunta la hermana mayor de Vidal.

—Tenemos que peinar, cortar y arreglar el cabello de Trixie —informa Mercedes.

—En serio, estoy agradecida por su trato, pero estoy bien —les hablo agradecida.

—No está a discusión —sentencia la madre de Vidal, ella me guía a una silla. Donde empieza a peinar mi enredado cabello—. Micaela, dile a Agatha que prepare su crema de especias para el cabello.

—Yo tengo en mi cuarto —Micaela habla apresurada mientras sale corriendo del cuarto.

    En ese momento sale Vidal desnudo y mojado.

—Pruébate esa ropa de allí —habla su madre. Vidal obedece.

—¿Qué le hacen a Trixie? —pregunta Vidal probándose la ropa traída por su madre.

—Le arreglamos el cabello —contesta Mercedes. La otra hermana llega con un frasco que lo deja en una mesa, la madre de Vidal o la señora Cynthia me desenreda el cabello de manera firme, pero sin causarme dolor. Ella toma unas tijeras y procede a cortarme las puntas de mi cabello. Las hermanas de Vidal proceden a contarme historias vergonzosas de su niñez, mientras que me untan la crema en el cabello.

—Se pueden callar —las reprende Vidal—. Trixie no tiene que saber eso.

—Si para eso estábamos esperando toda nuestra existencia —le contesta Casandra riéndose. Ella es realmente hermosa, se parece a Vidal con su cabello rubio y el rostro cuadrado aunque sutil, sus ojos claros y verdes—. Él era tan tímido que no podía dirigirle la mirada a nadie.

—Bueno señoritas ¿Cómo quedó? —la señora Cynthia me voltea y todos me observan. Me levanto.

—Estás hermosa —Vidal suaviza su rostro, él se acerca a mí y me besa gentil los labios. Las hermanas de Vidal chillan y aplauden. Él me abraza y yo a él—. Madre muchas gracias, aunque te alabaría si nos das algo de comer.

—¿No puedes esperar al banquete? —pregunta un poco enojada la señora Cynthia.

—Nos conformamos con las sobras del almuerzo, en serio tenemos sin comer desde ayer —Vidal le ruega a su madre.

—Está bien —habla su madre resignada—. Casandra dile a Agatha que sirva dos platos del almuerzo al comedor.

    Casandra sale obediente de la habitación y nosotros también. Vidal me toma de la mano, y él conversa con su madre de algunas cosas y que si podrían hablar después de algo importante. No les presto atención porque me quedo anonadada por la delicada y elegante decoración de la magnífica mansión. Nunca he estado en un lugar tan hermoso como este, lo más parecido era el templo del señor Seth, aunque disminuía en el trato de las sacerdotisas. Llegamos a un larguísimo comedor donde la señora Agatha coloca dos platos soperos.

—Espero que les guste mucho —la señora Agatha se retira del comedor y nosotros nos sentamos casi a la punta, Vidal corre una silla para mí y la otra para él. Sus hermanas también se sientan al frente de nosotros y su madre en la punta. Él y yo procedemos a comer lo más decente que podemos, resistiendo las ganas de tomar el plato y atragantarnos con él. Mis modales los aprendí a los golpes en el templo, y Estrella me ayudó a no perderlos, aunque ella no era una perra como las sacerdotisas.

—¿Mi padre y mis hermanos dónde están? —pregunta Vidal.

—Tus hermanos acompañan a tu padre al pueblo vecino mercadeando el vino de la última cosecha —contesta la madre de Vidal—. Ya deben de venir de regreso según sus cartas.

    Vidal asiente. Él no mencionaba mucho a su padre, sólo que lo obligó por la fuerza a enlistarse a la legión. Él no quería dejar su casa para ir con la Legión Negra, y no lo culpo; si yo viviera en un lugar como este, tampoco me quisiera ir.

     Terminamos de comer y Vidal va a hablar con su madre mientras que me deja con sus hermanas viendo vestidos para ponerme en la boda de Casandra dentro de una semana. Poco a poco anochece y aún no veo a Vidal. Las trillizas se fueron a cambiar para la cena y Casandra a organizar algunas cosas de su boda. Me quedo sola en la magnífica sala con César a esperar a Vidal. En ese momento entran tres hombres animados y se quedan plantados en la entrada en cuánto me ven.

—¿Quién eres? —pregunta el hombre mayor de los tres.

—Me llamo Trixie —me levanto del mueble—. Soy la novia de Vidal.

—¿Dijiste la novia de Vidal? —pregunta consternado el hombre mayor. En ese momento entra para mí buena fortuna Casandra.

—¡Papá! —Casandra abraza al hombre mayor, y me ve—. ¿Ya conocieron a la novia de Vidal?

—¿Vidal está aquí? —pregunta un hombre parecido a Vidal, deduzco que los dos hombres jóvenes son sus hermanos y el hombre mayor su padre.

—Sí, ¿verdad que es emocionante? —Casandra no contiene su emoción—. Él está en la oficina hablando con nuestra madre.

    Los tres salen de la habitación dejándonos a las dos solas.

—¿Ellos eran los hermanos de Vidal y su padre? —le pregunto a Casandra. Ella asiente.

     Las dos nos sentamos a esperar a la inmensa familia de Vidal. Tantos hermanos, dos padres, una gran casa. Cosas que nunca tendré. Pasa un rato y las trillizas bajan a reunirse con nosotras. Las hermanas hablan temas que son tan ajenos a mí, que lo único que hago es asentir. No sé nada de moda, de telas o de arreglos florales o las personas que vendrán a la boda de Casandra.

     Escucho las voces de los hermanos de Vidal y la suya, ellos entran a la sala. Vidal me busca con la mirada y se dirige hacia mí para sentarse a mi lado. Él aprieta mi mano. Una clara señal de su enojo. Los hermanos de Vidal empiezan a hacerme las mismas preguntas que las de sus hermanas, el padre de Vidal me observa detenidamente. Vidal contesta las preguntas por ambos. De dónde soy, quienes son mis padres y claro responde que soy huérfana.

     Una chica entra a la sala y nos avisa que la cena ya está lista. Todos nos levantamos y caminamos al comedor en un ambiente festivo por su parte y por el lado de Vidal de una auténtica incomodidad. Procedemos a sentarnos en diferentes lugares; donde antes se había sentado la señora Cynthia, se sienta el padre de Vidal. La señora Cynthia se sienta a su derecha, Casandra sigue a su madre, y al lado de ella se sientan las trillizas. El hermano mayor de Vidal que se llama Pascal se sienta al lado izquierdo y a su lado se sienta Augusto, Vidal se sienta al lado de él y yo a su lado. La cena que pareciera para dársela a los mismísimos dioses, es para nosotros. El padre de Vidal hace un brindis y todos procedemos a cenar. Vidal cena no tan animado como cuando comimos en la tarde. Sé que no es porque su estómago esté lleno, es otra cosa.

     La comida está deliciosa y Vidal se relaja un poco. Seguimos conversando toda la noche hasta que dan las doce y todos procedemos a ir a nuestras habitaciones a descansar.

—¿Quieres hablar? —le pregunto, él niega con la cabeza. Él se acerca a mí y procede a quitarme la ropa y quedo desnuda delante de él. Él me toca todo mi cuerpo y me atrae hacia él.

—Solo quiero que me hagas sentir que vale la pena todo esto —él me lleva a la cama. Yo me acuesto y él se desnuda, y se monta en la cama donde procede hacerme suya.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro