Tristan: Una Cena
Mi señora ordenó que solo un día a la semana recibiera educación, ya que quiere controlados mis poderes para la selección. Mi educación se basa en las ciencias de la política y filosofía sombría, cómo funcionan las leyes, sus costumbres y su gente. Al terminar mis entrenamientos leo todo lo que tenga que ver con mis poderes. Los libros de hechizos son interesantes, algunos me los sé de memoria, otros sin embargo me cuestan un poco más dominarlos.
Amel me enseña a controlar mis poderes, nunca tuve a nadie que me instruyera en el arte sombrío, lo que sé, lo he aprendido con las sombras que controlaba en el palacio del rey, supuse que tenía un gran control de mis habilidades, pero estoy muy lejos de tenerlo. Amel canaliza mis poderes y de allí la intensidad para determinar cuánto puedo soportar.
—Llevamos toda la mañana así —protesto cansado de sostener tres rocas gigantes encima de mí usando materia oscura que brota por mis manos.
—Paciencia y fortaleza —es lo único que dice—. ¿Eres tan poderoso como tus padres o solo eres un niño débil?
Ella se acerca peligrosa con una sombra en forma de serpiente.
—¿Qué pretende? —la miro aterrado. Ella libera a la sombra, ruedo por el suelo y las rocas le caen encima quebrándose. Amel libera otras sombras con forma de animales. Contraataco lanzando bolas de materia, hago un látigo donde a varias sombras van desapareciendo. Amel y yo pasamos nuestros encuentros de esa manera. La verdad es que esa mujer es mortífera.
Al terminar esa sesión de combate que por poco se cobra mi cuerpo, salgo de la sala de entrenamiento a refugiarme en la antigua habitación de mi padre. Mi señora se negó en cambiarme de habitación considerando que este palacio cuenta con más de cincuenta habitaciones. Un escudero me prepara el cuarto de baño y las prendas que usaré para cenar con mi señora.
El agua relaja mi adolorido cuerpo. Me tomo mi tiempo, pero el estúpido mozo toca una campana, una clara señal que voy tarde a cenar, salgo de la tina. El mozo me ayuda a colocarme las prendas, el chico termina rociándome un agradable perfume. Me siento extraño con esa fragancia, pero si quiero quitarme el olor a mierda del calabozo, tendría que hacerlo.
Camino fuera de la habitación. Desde que mi señora liberó mi mente de la maldición de Luna, ya puedo sentir realmente la tranquilidad de dormir de verdad sin que me atormenten dentro de mi cabeza. Tenía la impresión de que Luna me habría maldecido, sin embargo si lo había hecho. No comprendo su odio hacia mí, ella me ve como el maldito infeliz que introdujo a su atacante. Si me siento mal por su violación, es mi hermana, por supuesto que me duele lo que le pasa, aunque no sé qué haré para que comprenda que no hice nada. No puedo disculparme por un crimen que no cometí.
Llego al comedor para cenar con mi señora, pero esta noche es diferente.
—¡Oh! Tristan que bueno que llegas —saluda mi señora con mi tía Venus y su hija Lina. Tengo como tres años o más que no las veía, sobretodo a Lina, admito que está hermosa. Es digna hija de su madre con su cabellera pelirroja, ojos grandes y dorados y labios carnosos—. Siéntate con nosotras.
Me siento en el lado derecho de la mesa, tengo a la señora Venus al frente y a su hija al lado de su madre.
—Venus y su hija Lina nos vinieron a visitar —mi señora deja su copa en la mesa—. Pasarán la noche aquí, para partir al día siguiente a la ciudad escarlata.
—Me alegro poder verte Tristan —comenta mi tía—. Eres el fiel retrato de tu padre.
—Espero que hayan tenido un buen viaje —respondo cortés ignorando el comentario de parentesco con el rey. Odio que lo digan, mi madre, mi señora, el señor Seth. Todos insisten en que soy su hijo. Tal vez sea orgullo negar de mi padre, aunque no olvidaré como me trató estando en su castillo.
—Gracias a nuestra señora pudimos llegar a salvo —responde mi tía cortés.
—Tu señora nos comentó que vas a entrar en la selección de herederos al trono sombrío —Lina se introduce en la conversación.
—Así es —respondo decidido.
—¿No tienes miedo? —pregunta suspicaz.
—Estoy aterrado, pero no puedo vivir siempre con miedo —respondo serio.
—Me gustaría verte en acción —cuestiona juguetona.
Su madre la reprende.
—Creo que lo mejor será que comamos —señala mi señora. Ella me reprende en mi mente por coquetear, la verdad ni sabía que lo estaba haciendo.
La cena transcurre animada, aunque sin propuestas de mostrar nuestros poderes. Me entero que a mi primo Sol lo coronarán dentro de cuatro meses, mi tía Venus nos invita a asistir.
—Haré todo lo posible para poder asistir a la coronación de tu hijo —mi señora comenta sincera.
Al terminar de cenar, mi señora me deja ir hacia mi habitación para poder descansar.
—Escoltarás primero a tu prima a su habitación —demanda mi señora.
Lina y yo caminamos por los pasillos del palacio de mi señora.
—Necesito que seas honesto conmigo —ella me frena tocándome el pecho—. No te enfades conmigo ¿si?
La miro escéptico, pero asiento.
—¿Es cierto que introdujiste a la sombra que atacó a tu hermana? —pregunta tímida, de inmediato la hago a un lado dejándola sola. Ella se vuelve a poner delante de mí—. Prometiste que no te enfadarías, solo di si o no. Te creeré de igual forma.
—No introduje esa sombra —contesto malhumorado.
—Discúlpame, no quise hacerte enojar —ella toma mi brazo y volvemos a caminar, pero esta vez no oculto mi mal genio—. Es que escuché a mis padres a hablar del tema y ellos estaban dudosos si de verdad lo hiciste, aunque sea por accidente…
—¿Puedes cerrar la boca? —estallo. Ella me mira asombrada, sin embargo se queda en silencio.
—¿En qué consiste la selección de herederos? —pregunta mientras subimos los escalones para llegar al ala norte donde se encuentran las habitaciones.
—Es una contienda donde los hijos de los señores de las grandes casas del lado oeste combaten a muerte por ser el heredero del rey de las sombras.
—Disculpa mi ignorancia, pero ¿las sombras son inmortales como nosotros?
—Las sombras pueden vivir miles de años, sin embargo llegan a un punto que el desgaste de poder les cobra factura.
—Entonces arriesgas tu vida para ser heredero de un rey diferente —habla confundida—. ¿Por qué no eres el heredero de tu padre? No arriesgas tu vida y ya tendrías algo garantizado.
—No me conformaré con las miserias que mi padre me lance y mucho menos estaré bajo su techo o reino.
—Supongo que tu padre y tú no se llevan bien —comenta desviando la mirada.
—No lo hacemos —la suelto—. Aquí me quedo yo. No sé cuál es tu habitación y tampoco me interesa. Buenas noches.
Entro en mi habitación cansado. Lina es simpática, pero no me gusta contar mi vida y mucho menos dar explicaciones de lo que haga o deje de hacer.
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