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Marte: Un Gran Precio.

Jamás me había sentido tan feliz con una carta como la que recibí de mi madre aprobando mi unión matrimonial con Venus. La sensación de plenitud que me inundó en ese momento, se vio interrumpida por mis consejeros llenándome de trabajo. Al día siguiente empiezo a trabajar en la propuesta de matrimonio, quiero que sea espectacular, memorable y romántica para la mujer que amo, deseo y anhelo.

 Ella se había negado a vivir conmigo sin antes un compromiso, sin importar que le haya pedido a su padre la aprobación de nuestra relación, pero ella es demasiado terca para dar su brazo a torcer.

 Desde que llegamos del castillo de mi hermano por su cumpleaños y había presentado a Aryana a la familia, Venus y yo empezamos a ser más unidos, inseparables ante todo y todos los que se opusieran a nosotros, ordené a construir un trono junto al mío, pero todavía no podía mostrarlo sin que fuera al menos mi prometida. Pero había pasado tiempo ya, para ser precisos tres años desde que llegamos. Ella es todo lo que quiero, todo lo que deseo en mi vida y no iba a permitir que nada ni nadie me lo arrebate.

 El gran día de la propuesta ha llegado, el día que marcaría mi vida de manera positiva. Le dije a Venus que pasaríamos el día ella y yo juntos, que no se comprometiera con nada ya que ese día sería solo para ella.

 Me encamino hacia el jardín donde tengo la sorpresa para Venus. Me aseguro que todo esté perfecto hasta que siento que alguien me abraza por detrás.

—Me encanta esto, bomboncito —exclama una extraña mujer. Me volteo inmediatamente para ver a una ex amante.

—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Quién te dejó entrar? —le pregunto enojado.

—¿Esa es la manera de tratar una buena amiga? —se acerca a mí y me toca la cara, pero le quito la mano asqueado—. Quise visitarte, ya que no venías más a mi casa, y me abandonaras.

—Quiero que te vayas de aquí y nunca más regreses —le ordeno a la mujer molesto.

—¿Así me pagas todos los años que me entregué a ti? —ahora ella es la enojada, pero no le doy importancia y me concentro en lo que tengo que hacer—. Te di mi vida, me consagré a ti, te di todo ¿y ahora qué? Me tratas como a una de tus zorras.

—Me divertí, la pasé bien contigo, pero se acabó. No quiero a nadie más que a Venus y solo a ella le debo explicaciones —la miro de arriba a abajo, está un poco descuidada. El vestido mal arreglado, su rostro magullado, su cabello mal cortado y cuidado; hace ver que el trabajo de mis jardineros sea impecable—. Lárgate por las buenas o hago que mis guardias te echen a patadas de aquí.

 Dicho eso se me abalanza encima y me besa, de inmediato la aparto sosteniéndole por los brazos. En ese momento veo que Venus sale corriendo fuera del jardín. Les ordeno a mis guardias que custodien a la mujer extraña y salgo en busca de Venus.

   La alcanzo y la tomo por el brazo, ella forcejea y me pega en el pecho.

—¡Suéltame ya! —grita histérica.

—Déjame explicarte —le suplico, ella no me escucha y la suelto, en eso ella me abofetea. Uno de mis guardias quiso intervenir, pero lo detengo —. Ella me beso, no yo a ella...

—No me importa —le brotan lágrimas en sus hermosos ojos verdes esmeralda—. ¡No te quiero cerca de mí, no quiero que me vuelvas a dirigir la palabra en tu vida!

—Venus, por favor no me digas eso —suplico—. Ella me besó, yo no te he traicionado, mi amor.

  Ella se va dejándome solo en el corredor, intento ir tras ella, sin embargo en estos momentos está enojada y así no haré que me perdone. Regreso con la infame mujer que ha hecho que la futura madre de mis hijos se fuera de mi lado. No me contengo, no me importa nada, ni la opinión de los presentes.

 Tomo a la mujer por el asqueroso cabello y la arrastro fuera del jardín, ella grita, pero le doy un puñetazo en el rostro y se calla, desaparezco de allí para aparecer en la mazmorra del palacio. Tiro a la golpeada mujer dentro, no limito mi fuerza, y golpea la pared del fondo escuchándose un crujido de roca.

—Por favor, mi rey —suplica la detestable mujer—. Quiero vivir, no me haga daño.

—De acuerdo —cierro la reja para que no escape, aunque si llegara salir mis guardias la detendrían—. Quiero que me expliques —intento hablar más calmado, pero la furia que siento me lo impide—. ¿Cómo entraste aquí?

—Yo...entré...por la —intenta hablar, pero escupe sangre— puerta donde usted disponía para que entráramos las demás chicas. Mi encargada me dijo que necesitaba de mi compañía...

—Ordené que cerraran esa puerta hace años —gruño—. Dejé de buscar mujeres, dejé todo eso atrás, así que no me digas que yo te ordené venir porque no es cierto.

—Pero... —ella se intenta levantar, sin embargo le pego tan fuerte la cara que se escucha un crujido y se dobla la cabeza perdiendo así la vida.

 La observo por un rato inmóvil, sopesando que haré para poder recupera la confianza de Venus y su amor.

—¿Qué hizo esa pobre mujer para acabar en un frio calabozo como este? —pregunta la voz de la muerte.

—Separarme de la mujer que amo —contesto sin darle la cara, pero no fue necesario, ya que Seth se agacha y examina el rostro de la mujer.

—Déjame adivinar —se levanta—. Te vio Venus con esta mujer haciendo que sabe qué y te dejó. Para ser sincero, ya te estabas tardando tanto para cagarla...

—Yo no hice nada malo —me justifico.

—Si claro —mira a la mujer sin vida—. Y supongo que ella, ya estaba muerta cuando llegaste —exclama sarcástico.

—Solo dime que te debo para que esto no salga a la luz —contesto enfadado.

—Pues —se recuesta en la pared del calabozo con una son una risita en el rostro—. ¿Qué le puedo pedir al dios de la libertad que yo desee?

—¿Esto te causa risa? —lo enfrento, pero él me empuja contra la otra pared y me sujeta por la camisa.

—Por supuesto que me da risa —exclama sarcástico—, pero como soy un hombre de acción y en serio lo único que quiero es irme de este caluroso lugar —me suelta y se dirige hacia la mujer, levantándola y ponerla en sus hombros—.  Lo único que te voy a decir es que te costará un gran favor.

 Con eso me deja solo en la fría celda, largándose hacia el inframundo.

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