Luna: Desagradables reencuentros.
La llegada de mis padres es un gran consuelo para mí. No los veía desde que tenía dieseis años, han pasado diez años desde que me fui del castillo del Este. Y muchos más desde que esa maldita sombra me atacó, no duermo en las noches a menos que mi búho guardián esté al lado de mi cama. Tengo guardias custodiando cada hora y cada minuto mi puerta y a mí. No volveré a ser débil y eso me lo propuse cuando llegué a este hermoso lugar donde no todos son aptos de vivir incluso las sombras. Todos estos años me he convertido en una guerrera y reina dispuesta en no dar mi brazo a torcer a cualquiera que me quiera hacer daño. No dudo en condenar a muerte a los pocos que quedan con alma revolucionaria, yo soy la reina ahora y no necesito una corona para serlo.
Sin embargo para poder expandirme comercialmente y ser reconocida, y aceptada por los demás reinos, mi familia tiene que coronarme. Desde hace un año empezaron los preparativos para la celebración y la legalidad de mi transición. Y ahora solo faltan días para que por fin me coloquen la maldita corona que tanto me merezco. La llegada de mis padres fue tan pacífica para mí, extrañaba las lecciones de mi padre, las raras e incómodas charlas de mi madre y su extrema necesidad de peinarme el cabello que nadie ha podido igualar. Su llegada también trajo a mi señora Laila junto a su hija Tabitha y su esposa Vania. Nos reunimos ese día para explicar con extremo detalle mi primer día en el Páramo. Mi madre guardaba silencio ante mi relato, sé que ella me ve como aquella chica débil que la maldita sombra desgració.
El día transcurrió tranquilo sin complicaciones, mi familia viene poco a poco, dos días después llegan mis abuelos Kenan y Eva con mi prima Lina que para ser honesta tenía más de diez años que no la veía, estaba pequeña y ahora está echa toda una mujer bastante guapa por cierto; con su cabellera pelirroja, sus grandes ojos verdes y sus facciones delicadas de su madre y la dureza de su padre. Ella habla conmigo sobre sus aventuras marinas y en cierto punto son interesantes y podrían ser beneficiosos para mí en un futuro. Hablar con mi familia es tan gratificante sentir su cercanía, su apoyo, su aprobación, no notaba que me hacían falta. Los extraño tanto, no quiero que se vayan, no quiero que me dejen sola.
Mi padre y yo caminamos relajados en los jardines helados. No hay ya mucha vegetación debido a la entrada del otoño, sólo se logra ver una que otra flor en verano y no siempre.
—Extrañaba hacer esto —le comento a mi padre tomando su brazo y acariciando los arbustos.
—Yo también —él me mira gentil—. El castillo se siente solo sin tus hermanos o tu madre a mi lado.
—Sí, supongo que sin Estrella buscando con quien pelear ha disminuido tus niveles de estrés —comento divertida.
—Si, y tampoco ayuda tener la mente en tres sitios diferentes —él se detiene en un banco y yo me siento con él—. Preocupado por tu hermana, quien sabe dónde se encuentre; es difícil seguirle el rastro. Tu hermano con ese desgraciado de Robert Stonewell, y tú aquí con todas estas personas sin poder contar con mi apoyo.
—Hubiese sido más sencillo todo con tu ejército —río para mí—. Pero las personas que me apoyan dejaron expresamente que ningún extranjero se meta en los asuntos del Páramo y claro, no podía decirles que no.
—Es cierto —él mira al horizonte analizando todo—. Tienes bastantes personas a tu mando, eso es bueno. De seguro practicaste bastante con tu hermano cuando estaba encerrado —mi padre se le transforma su cara a una seriedad que me da miedo.
—No sé de lo que estás hablando —niego desviando la mirada. Aunque no sirve de nada porque él revuelve mi mente provocando un fuerte dolor de cabeza. Me llevo las manos a mi cabeza, mis guardias intentan intervenir, pero se quedan parados sin poder moverse. Gruño para mis adentros.
—Te dije que yo me encargaría de tu hermano —él me mira fijo sin inmutarse—. En cambio le destrozaste la cabeza.
—Él es…
—Inocente —sentencia mi padre—. Libre de todo cargo, nuestra señora Laila y yo revisamos su cabeza y no apareció nada de la sombra.
—Por favor detente, duele —le suplico.
—Tu hermano está aquí y por tu madre y por mí, no habrá ningún tipo de inconveniente, ni riñas y mucho menos maldiciones —él me levanta el rostro por el mentón—. ¿Me entendiste?
Asiento y de inmediato mi cabeza deja aplastarse contra mi cerebro.
—Me alegro que comprendas las cosas, Luna —él se cruza de brazos.
—Lo único que sé es que nunca olvidaré lo que pasó —sentencio.
—Hija, no te estoy pidiendo que lo olvides, siento tanto no haberte protegido como era debido —le tiembla la voz—. Pero solo una persona tiene la culpa de tu ataque y ya está muerta. Tu familia te quiere incluído tu hermano y créeme que si sigues llenándote de odio y rencor, esa sombra habrá ganado sobre ti. Ya le diste tus pensamientos ¿ahora que sigue?
—Tú no sabes lo que sufrí ese día —lo miro dolida.
—No, no lo sé. Pero lo que sí sé es que no quiero que mi familia se fragmente más de lo que ya está —él me toma de la mano.
—Comprendo lo que dices —me reconforto.
—Créeme, que ganas más teniendo a todos de tu lado que todos en tu contra —él sonríe.
—Lo pensaré —miro a mis guardias que siguen inmóviles—. ¿Puedes devolverme a mis guardias?
Mi padre se voltea y se ríe. Él chasquea los dedos y mis guardias recuperan su cuerpo.
—No es gracioso —le reprendo.
—Lo sé, te pido perdón —él se levanta—. Vamos, tu madre de seguro ya estará en la sala con tu hermano y nuestra familia.
—Me complacería más si en vez de Tristan fuese Estrella —me levanto y tomo su brazo.
—Uno hace milagros con lo que tiene, no con lo que desearíamos tener —él y yo nos introducimos al castillo—. Además vele el lado positivo.
—¿Cuál? —pregunto con desdén.
—Que tu madre está con nosotros —se le ilumina el rostro cada vez que menciona a mi madre. Ese tipo de devoción, respeto y amor que ellos dos se tienen quisiera tenerla yo con alguien. No me he molestado en tener un rey o un hombre a mi lado para gobernar, no lo necesito para tener mano dura con mis enemigos. Tengo buenos hombres que darían su vida por mi, claro si eso les da algún beneficio, tengo a mis concejales; y no creo que escoja a ninguno como mi futuro esposo. No quiero un general o político, quiero un rey, un hombre sumamente poderoso que amplifique mi poder. Y la verdad no sé si lo consiga en este lugar.
Mi padre y yo llegamos a la sala de estar principal. Me gusta este lugar por lo abrigadora y relajante que es, tiene un piano de cristal que toco todas las noches antes de irme a dormir. Una chimenea que calienta un poco el lugar, y mullidos y elegantes muebles fabricados por los artesanos del reino. Al llegar me encuentro a Tristan reunido con la mayor parte de la familia. Todos les preguntan sobre su vida en el reino sombrío. Él les contesta todas sus preguntas con cautela, ya que siempre mira a una chica en la esquina observándolo. Reviso la mente de la chica a ver que intenciones tiene; no tiene simpatía por mi familia, no quiere que Tristan conteste ninguna pregunta. No es una sombra, pero es leal a su rey, ya que lo considera un padre para ella. Tendré que vigilarla más de cerca.
Todos nos ven y el silencio reina un poco en el lugar, me siento en el mueble que está al frente del maldito de mi hermano. Él mira atento a mis expresiones, no quiero peleas con él, pero no lo voy a considerar digno de mi perdón. Mi madre me abraza y la conversación retoma a algo más general recayendo en todos los que están en el lugar, hablan de sus vidas y logros. Intento no prestarle atención a Tristan, pero su mera presencia me incomoda. Pasamos así el resto de la tarde hasta que pasamos a cenar. La cena transcurre bastante animada, Tristan conversa con Lina y con su amiga, la cual no confío para nada.
Al finalizar de cenar le ordeno a Tristan que me siga a mi estudio.
—No quiero problemas Luna —Tristan habla determinado—. Sólo vine porque me lo ordenaron, en cuanto termine tu coronación me largo de aquí.
—Me alegra que lo tengas claro —le contesto sin emoción—. Pero no te llamé para eso.
—¿Y para qué me llamaste? —él pregunta serio—. Ya no puedes acceder a mi mente, así que dudo mucho que quisieras escuchar mi declaración de inocencia.
—Tu irresponsabilidad causó grandes daños a mí y al reino —él tuerce los ojos—. Pero no te llamé por eso.
—¿Y qué quieres aparte de mi cabeza en una estaca? —pregunta sarcástico.
—Créeme que lo estás consiguiendo —gruño—. Como sea, ¿Qué tan bueno eres rastreando personas?
—Yo no lo hago —él se sienta en el sillón que está al frente de mi escritorio—, lo hacen las sombras, y si quieres que encuentre a alguien, les tendría que preguntar.
—Quiero que encuentres a Estrella —su cinismo desaparece y se endereza—. Estoy harta de que no me digan dónde se encuentra y por eso tú la vas a encontrar para traerla a su hogar.
—¿Estás consiente que si apartamos a Estrella de la Legión Negra la asesinaran? —cuestiona.
—Quiero ver a mi hermana —le recrimino—. Quiero saber cómo está, si está bien, si necesita ayuda ¿acaso tú no?
—Sí, yo también la extraño —él se pasa las manos por el cabello—. Puedo encontrarla, y si ella está dispuesta a venir para acá, así sea un día, eso es lo que tendrás si la queremos con vida ¿aceptas?
—Sí —asiento—. Preferiblemente no les digas a nuestros padres de esto.
—Como sea —él se levanta—. Me tienes que llevar a un lugar alejado, pero no tanto del castillo para poder invocar a mis sombras.
—Te llevaré siempre y cuando tus mugrientas sombras no entren a mi castillo —exclamo despectiva.
—No pienso permitir que hables así de mis sombras —me reclama enojado.
—Estás en mi castillo y yo hablo como quiera —le respondo enojada. Él se levanta y se va a la puerta y yo lo sigo.
Caminamos con una distancia prudente, él sumergido en sus pensamientos y yo en los míos. Mis guardias nos siguen a las afuera del castillo, guío a Tristan por la montaña hasta el claro donde Arem y Gunilda se casaron hace como unos cinco años. Desde que Arem se convirtió en el jefe de la tribu de los sigurd, su hermano Stephan tomó su lugar como mi capitán de mi guardia; Arem era bueno en su trabajo no lo voy a negar. Pero me encanta que Stephan me dé mejores resultados para imponer el respeto que quiero.
Tristan libera a su guardiana y esta se queda parada en un círculo grande que Tristan dibuja en la nieve con una daga. Al finalizar de dibujar el círculo, Nila sale de él y entra Tristan, ella permanece lejos de mí cosa que agradezco. Tristan toma la daga y se corta la mano y se arrodilla en el suelo colocándola en la nieve y empieza a hablar en un idioma ajeno a mí, el idioma de los espectros, sólo lo saben su misma especie y se lo enseñan a algunos pocos que consideran dignos de hablarlo. La nieve se torna completamente negra y espesa, criaturas diabólicas empiezan a salir dentro del círculo, mis guardias se anteponen para protegerme cosa que agradezco. Tristan se levanta y las sombras traspasan su cuerpo como si nada, como si le gustara. Las sombras intentan salir, pero el campo de fuerza que creó Tristan se los impide, él las llama y todas se arrodillan. Él les habla en su idioma y estas obedecen, les entrega un pequeño collar y estos lo huelen entre todos, Tristan se acerca a un extremo del círculo y libera a las sombras que se escapan y desaparecen en la fría noche. El círculo vuelve a tener su color blanquecino y Tristan me observa.
—Buscarán a Estrella y me avisaran cuando la encuentren en este mismo lugar, si dejarás a un guardia para custodiar, pídele por más que quiera que no borre el círculo y que no entre —él me mira alerta—. Si lo borran las sombras no sabrán a donde ir para buscarme y entraran al castillo y si entran cualquiera al círculo, las sombras los consumirán hasta que no quede nada.
—Entre más rápido la encuentres más rápido desaparecerás de aquí —sentencio.
Nos devolvemos al castillo donde él se va al lado este donde están las habitaciones de los invitados de las cortes de mi familia.
—Stephan —llamo a mi capitán.
—Mi señora —él se inclina en una pequeña reverencia.
—Vigila bien a mi hermano y a su invitada, que no los pierdan de vista —le ordeno—. Y que vigilen el círculo sin que nadie lo borre o entre.
—Sí, mi señora —él asiente y se retira. Yo me voy a mi habitación a descansar, lo necesito urgente.
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