Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Estrella: La Llegada

   El camino que emprendí con Emura y Haim hasta la encrucijada para tomar una carreta que nos llevaría al campo de entrenamiento de la legión negra. Les hice prometer a ambos que nunca mencionarían mi origen, que jamás hablarán de mi familia con nadie del lugar. Hicimos un viaje a caballo por dos días hasta llegar a la carreta custodiada por miembros de la liga. Bajamos de los caballos con nuestros petates en los hombros, un chico ayuda a Haim con nuestro equipaje desde adentro de la carreta. Haim ayuda a Emura a subir y luego a mí. Los hombres al darse cuenta que ya estamos a dentro, suben el pequeño muro de madera arrancando el viaje.

—Me llamo Vidal —se presenta el chico que ayudó a Haim—. Ella es Trixie.

 Señala a la chica del fondo de la carreta.

—Hola —saluda Trixie tímida—. Él es Cesar —señala a su iguana guardián que está dormido en su regazo. Al detallarla mejor me doy cuenta de sus ojos de gato; el iris es de color verde intenso y la pupila es una gruesa línea vertical. Ella tiene un aspecto andrajoso, el vestido está sucio y tiene pequeños huecos en la falda. Su cabello lo tiene en trenzas para ocultar la suciedad y la grasa.

 Nos sentamos todos juntos en las butacas a conversar sobre quiénes somos y por qué estamos aquí. Vidal fue el primero en hablar, su padre lo enlistó a la liga debido a que es demasiado blando para el negocio familiar. Trixie la enviaron directo del templo del dios Seth para que pudiera utilizar sus poderes de una mejor manera; ella puede abrir portales a otros lugares siempre y cuando ella haya visitado ese lugar para tener una idea al momento de abrirlos. Haim y Emura hablan también de sus razones para estar aquí.

 Haim se decepcionó cuando descubrió que nunca sería un guardia real, ya que él y Emura no eran nobles. Duró así varios meses hasta que le plantee mi idea de pertenecer a la legión, ya que ellos aceptaban a cual sea sin importar tu origen. Emura dejó la cocina al partir, ella entrenaba con nosotros la mayoría del tiempo cuando no la requerían en el castillo; no iba a dejar a su mellizo así que vino con nosotros. Mis padres aceptaron reacios a este sorpresivo destino, ellos pensaban en alistarme en la armada para durar dos años de servicio y luego tomar el rango más elevado debido a que mi padre es el rey. Yo no quiero vivir de las concesiones por mi familia, quiero tener lo que quiero a pulso de mi esfuerzo no por mi familia.
 Pasaron los días y más chicos se unían a nosotros. Al llegar al recinto somos quince en total, tres chicas y doce chicos. A todos nos ordenaron a gritos que bajáramos de la carreta con nuestras pertenecias en mano. Todos estábamos pegados uno al lado del otro en el medio del patio, el gran portón de hierro donde entramos lo cierran con un pasador enorme. El recinto es pequeño, pareciera la casa de alguien; la estructura es un cuadrado donde se puede apreciar ciertas salas y oír las puertas corredizas. Un señor con traje de la legión negra nos recibe.

—Han venido desde muy lejos —expresa con las manos detrás de su espalda—, algunos tendrán familia, madres, padres. Cualquiera que los recordara como los niños débiles que son. Aquí serán hombres y mujeres —mira a las únicas chicas que estamos—, fuertes de cuerpo y cualquier tipo de sentimiento lo mataremos porque en este tipo de trabajo no es bienvenido. Detrás de esas puertas quedaron sus vidas pasadas, ahora toca amoldar sus vidas futuras.

 El hombre le hace señas a un soldado que tiene el rostro cubierto hasta la nariz y una capucha que le cubre la cabeza. El soldado prende una fogata.

—Para repasar las reglas de este lugar —camina por delante de nosotros el hombre sin nada que le cubra el rostro—. Yo seré su maestro, su líder. Toda orden que diga deben cumplirla sin protestar, sin preguntar y de inmediato. Las chicas dormirán en el ala este del recinto y los chicos del ala oeste; si descubro que alguno de ustedes están en el lado que no le corresponde, los flageará todos los soldados que está aquí incluyéndome. Si desobedecen, los flagearemos no solo al rebelde sino a todo el escuadrón porque ustedes son un equipo y a partir de ahora su nueva familia. Ahora muy bien señoritas. Tú —señala a Vidal al otro extremo de la fila—. Tira esa maleta a la fogata —Vidal mira al hombre con miedo, pero cumple lo que dice y tira su maleta—. Ahora desnúdate —él mira con horror al hombre—. Nosotros seremos tu nueva familia y por ende no puede haber secretos entre nosotros.

 Vidal se deshace de sus prendas lentamente. El hombre que resulta llamarse solo Tao ordena que los demás sigan dejando ver su desnudes, Emura Trixie y yo miramos al frente sin ver a los chicos por respeto y con temor porque ya nos tocaba a nosotras. Trixie fue la primera en desnudarse y tira su pequeño bolso y ropa al fuego; luego vino Emura con auténtico pánico, y para finalizar me toca permitir que unos desconocidos me vieran desnuda. Tiré mis cosas a la fogata, al menos el maestro Tao nos dejó conservar a la personas que tenía un arma. Me desnudé con una velocidad apremiante. Tao no nos miraba, solo veía a los chicos cosa que agradezco.

—Llegaron sin nada y se irán como hombres y mujeres de la legión negra —camina hasta los escalones del recinto—. Se les dará ropa nueva, todo lo que necesitan están en sus habitaciones. Y para aclarar, no utilizarán nada negro hasta que estén listos para tal honor. Ahora váyanse.

 Trixie, Emura y yo caminamos rápido hasta nuestra habitación, yo descorro la puerta. Ya adentro nos damos cuenta que hay bastantes camas en el suelo donde en solo tres de ellas tenían nuestros uniformes, cobertores y almohadas. La habitación es sencilla, solo se limita  a las camas, los muros grises y una pequeña ventana que tiene rejas imposibilitando un futuro escape. Escucho la voz de Trixie llamándonos para que nos acerquemos a una pequeña habitación que utilizaremos de baño. Se limita a un retrete, y una tina; me acerco a la tina buscando una llave.

—¿Dónde vendrá el agua? —pregunto.

—Creo que de aquí —contesta Emura acercándose a un grifo lejos de la bañera, me fijo de dos baldes al lado de la entrada.

—Creo que hay que establecernos primero el uso del baño —hablo de primera.

—Por mí lo pueden usar de primero —comenta Trixie.

—Primero yo, luego Emura y por ultima Trixie —propongo, las dos asienten—. El cuidado del baño y la habitación nos corresponde a las tres así que si vemos algo sucio, no importa quién lo haya hecho lo recogeremos entre las tres.

—Por mi está bien —murmura Trixie—. Aunque quisiera que nos bañemos para vestirnos, ya que esto es un poco incómodo.

 Asentimos las tres. Entre las tres llenamos la tina, la cual podíamos entrar Emura y yo. Ambas nos damos prisa; sale Emura y entra Trixie. Ayudo a Trixie a deshacer los nudos de su cabello.

—¿Puedes ver si adentro de la habitación hay un cepillo para el cabello? —le solicito a Emura, ella obedece, mientras me encargo de Trixie. Tardamos un rato en desheredar su cabello, Emura encontró un único cepillo, mientras yo peinaba ella se encargaba de los nudos. Ya listo su cabello procedo a lavárselo con cuidado debido al dolor de cabeza de tanto jaloneo.

 Ya listo su cabello salgo de la tina par que ella pueda bañarse más cómoda.  Me pongo el uniforme que consisten en una camisa de hombre netamente blanca, pantalones un poco grandes blancos también, las sandalias iguales. Trixie fue la última en estar lista para irnos al comedor, el cual solo estamos los soldados del recinto que solo son como unos veinte, el señor Tao al mando en su gran mesa por encima de las demás. Nosotras llegamos primero que los chicos, tomamos unos tazones y nos servimos un estofado que huele mejor de lo que se ve. Nos percatamos que nadie está comiendo así que nosotras tampoco lo hacemos. Ya sentadas llegan los chicos en silencio; ellos se acercan a los tazones y se sirven la comida. El comedor consta de tres mesas largas donde nosotras estamos en la tercera del lado izquierdo, Haim se sienta al lado de su hermana, Vidal se sienta al lado de Trixie; los chicos se van sentando uno al lado del otro. Cuando todos estamos sentados el señor Tao empieza a comer y nosotros con él. Estuvimos callados toda la cena hasta que nos mandaron a dormir temprano, ya que el día siguiente nos hicieron arrepentirnos de haber llagado aquí.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro