Cosmo: Heridas Que Nunca Sanan
Al terminar de hablar con mi hermano y Tabitha; salgo de mi estudio sin rumbo fijo. Así ha sido desde que Aryana se fue, no sé qué camino seguir, qué decisión tomar. Tengo un manto de tristeza encima como de furia contenida. Ella hacía mi vida más sencilla, más llevadera. Ahora que ya no está no sé qué hacer ahora. Mi caminata me lleva a la habitación de Venus; toco la puerta antes de entrar. Ella se sorprende en verme, de inmediato se levanta del pequeño comedor.
—Discúlpeme si la interrumpí mientras ingerías sus alimentos —comento cruzando los brazos por mi espalda.
—No se preocupe —se limpia la boca con una servilleta—. ¿En qué le puedo servir?
—Mi hermano nos comentó a mi prima y a mí sobre la llegada de un nuevo integrante de la familia y quería darle mis felicitaciones en persona.
—¿Marte les dijo mi estado? —pregunta la mujer con un terror disimulado.
—Por supuesto además de la obviedad de su notoria condición —señalo mi cabeza—. Además quería saber los planes que usted tiene respecto a mi sobrino.
—Su hermano y yo no hemos planeado nada, pero tengo pensado en criarlo en un ambiente tranquilo y alejado de cualquier tipo de estrés que le puede causar malestar a mi bebé.
—En pocas palabras lo alejará de mi familia.
—No quiero ser grosera, pero será lo mejor para el bebé que así sea.
—¿Lo mejor para el bebé o para usted? -Intento disimular mi enojo—. ¿En serio piensas que ese niño pueda crecer sin un padre que está dispuesto a darle su amor y cariño?
—Cosmo, es mi hijo...
—Venus -la interrumpo—, desde que ese niño entró en tu vientre dejó de ser tuyo y créeme que no habrá lugar en el universo que no te encontremos y te quitemos al niño, así que por tu bien y el de todos arregla las cosas con mi hermano. No dejes que el orgullo gane, lo amas y él a ti; están juntos y vivos, créeme que tienen más de lo que ustedes dos creen.
—Lo pensaré —ahora no disimula su enojo.
Salgo de su habitación y me dirijo a la mía. Al estar adentro los recuerdos llegan como golpes certeros y centrados a su objetivo, todavía escucho la risa de Aryana, huelo su aroma, la veo correr por toda la habitación evitando que la alcance y la tire a la cama cayendo como tontos y riéndonos a carcajadas. Me acuesto en la cama abatido, deseando que no llegue la noche.
Me levanta Tabitha de la cama.
—Ya es hora —me dice seria.
Me dirijo hacia el cuarto de baño para quitarme el olor de licor que cargo; al terminar me visto con un traje completamente negro, un ayudante me coloca una capa de piel negra y mi corona. Salgo con Tabitha de la habitación, ella tiene un vestido negro con mangas largas y abombadas. Ambos nos dirigimos hacia el salón principal donde están mi hermano y mi cuñada. Caminamos hasta salir del castillo donde un gran grupo de personas aguardan pacientes, pero tristes nuestra llegada. Veo a los padres de Aryana junto a su hermana, esposo e hijos. Tomo la antorcha y me coloco al principio de la aglomeración empezando nuestra caminata fúnebre. Caminamos todos en un absoluto silencio para honrar a los que murieron en el desastre de hace más de un mes. Habían muerto tantos que decidí que no solo le haría el funeral a mi hermosa reina sino a los caídos en el desastre. Nuestra ruta pasa por todo el reino hasta llegar al muelle donde un gran barco de madera está lleno con pertenencias de los caídos.
Varios las quisieron llenar con flores, licores, ropa, y una que otra baratija. Un soldado me entrega un arco y otro una flecha encendida; varios hombres y mujeres tenían su arco y flecha llameantes esperando que yo diera la orden de disparar. Asiento y alguien suelta una cuerda donde tienen el barco sostenido, este se va alejando y yo apunto y disparo la primera flecha. Acto seguido el cielo se ilumina por la cantidad de flechas llameantes lanzadas al barco.
El barco se aleja en llamas hasta perderse y volverse trozos de madera ardientes esfumándose como mi Aryana.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro