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CAPITULO 2

"Ringgg" "Ringgg"

-Mmm -doy vueltas en la cama.

"Ringgg" "Ringgg"

Sin prestarle atención al sonido, sigo durmiendo. Intento sacar energías para apagarlo pero me gana la pereza por todo el cansancio de ayer. De tanto sonar la melodía de mi celular mi madre me levanta tirando la puerta.

-¡LIVIA! ¡LEVÁNTATE! -mi madre me grita, se acerca a la ventana abriendo las cortinas y entra la bella luz del sol.

-Maldito sea el hombre que inventó la alarma y tener que madrugar -digo quejándome tapándome la cara por el sol.

-¡Lleva sonado 5 minutos ese puto despertador -volteo para ver la hora en mi celular.

Abro los ojos sorprendida

-No me joda, ¿verdad? -le pregunto a mi madre. ella ladea la cabeza matándome con la mirada.

-Miércoles -me levanto de un brinco rápido de la cama -Tengo que estar a las ocho en punto de la mañana en la escuela. DIOS -cojo mi uniforme y bolso para prepararme sin tiempo de bañarme. Bajo las escaleras avisando.

-¡Ya me voy! ¡y no alcanzo a desayunar, perdón! -pego un grito saliendo de la casa.

Salgo camino a la escuela apresurada, con pasos rápidos me peino con mis manos haciéndome una cola alta, imperfecta más que perfecta. Donde voy a estudiar al menos está a dos cuadras de mi casa. Al pasar veo a varias personas con el uniforme de la supuesta escuela, cruzo hacia la otra esquina y escucho el timbre de la escuela y frenó en seco quedando perpleja.

-Ni que fuera iglesia -pienso en voz alta sin querer. Escucho burlas a mis espaldas, me importa un comino y sigo caminando.

Al llegar todo es precioso, grande, el techo alto. No voy a mentir, se siente una tensión terrible, ese aire contaminante a perturbador, percibo a la gente psicópatas, sus miradas, sus formas de moverse, en cómo actúan, en cómo sus máscaras no se caen y tapan el dolor con ello. Caminando por el pasillo, es todo hermoso, algo muy estrato alto, es la típica escuela que parece en películas juveniles, con casilleros, canchas, teatro, ya te podrás imaginar.

-No creí llegar hasta aquí sinceramente -giro varias veces a mi alrededor examinando sin perderme ningún detalle.

Sonrío bobamente.

Al entrar se siente la presión de las personas, las miradas pesadas a mis espaldas y murmullos, me encojo de los nervios apretando mi mochila, encuentro una silla vacía casi a la mitad del salón, sin más me siento en ella. Saco mis audífonos de la falda para ponerlos, escojo aleatoriamente la música mientras llega la maestra.

Me quedo mirando lejos apoyada en el puño de mis manos, una chica morena entra en mi campo visual haciéndome reaccionar. Ella habla con cara de furia, pero no la escucho. Caigo en cuenta que sigo escuchando música y me los quito para escuchar mejor.

-Dime -le hablo parando la melodía.

Escucho risas alrededor

-Muévete -me dice la pelirroja, alta, con pecas y varias perforaciones en la oreja.

-¿Por? -alzo la ceja interrogandola.

Ella me devuelve la levantada de ceja haciéndome señas para levante y me doy cuenta de que el puesto es de ella o eso entendí.

-Ahhh -respondo sin interés, procedo a recoger mis cosas. Me levanto y voy hacia a lado del escritorio de la maestra que aún no ha llegado.

Al llegar todos se ríen.

《¿De qué se ríen?》《Me estoy cansando de esta estupidez》

Me uno a ellos riéndome.

-¿De qué te ríes? -dice alguien.

-¿Acaso te importa? -cansada le respondo metiéndome las manos en los bolsillos de mi falda.

Con la cabeza cabizbaja, la levanto para verlos y alguien se para furioso abriendo la boca para decir algo. No voy a mentir, pero sentí miedo, pero antes que el chico dijera algo, entró la maestra.

-Buenos días -saluda sonriente con sus gafas moradas.

-Buenos días maestra -sonrio lo mejor que puedo.

-Livia, ¿verdad? -dice y yo asiento con la cabeza.-Bienvenida Livia, puedes sentarte en cualquiera de las sillas -dice y borro la sonrisa enseguida, la maestra se da cuenta del gesto.-¿Algún problema? -pregunta confusa.

-Mmm -pienso en qué decir -De hecho si maestra Carla, ¿verdad? - le pregunto sonriente

-¿Bien, de verdad en donde quiera? porque osea, de donde vengo no es así

-Regresa a tu cueva -gritó una voz femenina

-¿Osea que puedo parar a cualquiera de sus asientos para sentarme? -taladro con la mirada a mi objetivo -Por ejemplo...-me dirijo hacia la chica pelirroja.

La miro con asco por la humillación que me hizo pasar ella, no es la primera, ni la segunda, ni la última que lo han hecho. Siempre en cada escuela en la que me cambiaban me molestaban, se burlaban, me ignoraban o simplemente nadie me hablaba. De tanto aprender a defenderme, a contestar de manera justa y a veces pasada de tono. Razones como esta llegó un punto en el que me empezaron a maltratar y me acosaban, por tanto, empecé a tomar un curso en el que duré varios años aprender a pelear y dar humillaciones justas, pero sé que no puedo aquí, aquí no, por lo que veo seré alguien insignificante en esta escuela, la invisible. Y si llego a tener un mínimo reporte, me expulsarían ya que mi padre no pagaba la escuela, sino créditos.

Entonces... "ocupaba el puesto de la pobretona" en resumen no puedo hacer nada, ni mierda y quedar como imbécil ante todos, pero en mi primera llegada si no lo iba a permitir, el primer día no. Hay que imponer límites desde el principio.

Llegó hasta donde ella caminando con cautela.

-Mu-e-ve-te -mi voz psicópata resuena en el salon, seriamente empiezo a sonreírle poco a poco.

Ella se sorprende abriendo los ojos, me inclino en su pupitre escuchando murmullos.

-¿Qué..? -pregunta perpleja

-¿No escuchaste bien o quieres que te lo repita con plastilina? -la miro de arriba hacia abajo dejándola chiquita. -¿Ves como no te gusta que te tratasen de esa manera? -bajo la voz acercándome a ella -Mira pedazo de bacteria, no te vuelvas a meter conmigo, trato como te trates.

-Livia por favor voy a iniciar clases, siéntate -sonrio volteandome hacia la maestra.

-Claro -asiento dirigiéndome a un puesto vacío.

Antes, me volteo hacia la pelirroja, me inclino hacia ella y le sonrió, ella también se ríe picándome el ojo. Me enderezco devolviendole el gesto, me aparto sentandome, en la mesa veo un papel doblado de color blanco arrugado. Al abrir la oja leo en ella ¨ Estas muerta¨ escrita de color rojo, me rio ante la estupidez.

-Amanecerá y veremos dijo el ciego -hablo en voz alta recostandome en el espaldar del asiento.

-Livia Miller -me llama la atención la maestra.

-Disculpa maestra fue un piropo que me tiraron y pues simplemente respondí, lo siento -inclino levemente la cabeza hacia abajo como una reverencia.

La maestra vuelve a explicar la clase por la cual no presto atención fijándome en las letras escritas en el papel arrugado, pensando lo sucedido. Después de dos horas de clases, el timbre resueno en eco por todos lados, me tapo los oídos levantándome sintiendo la mirada de la maestra, sus ojos expresan intriga y confusión, le fuerzo una sonrisa, ella me la devuelve y salgo del salón.

-Señorita Livia -me choco sin querer con el querido rector de la escuela.

-Si señor -me enderezo respondiendo

-Por favor dime Carlos y vamos a la rectoría, te presentare a un estudiante para que te enseñe la escuela -sonríe amablemente

-Que pena molestarlo señor Carlos, no hay necesidad

-No hay de que, con todo el gusto señorita Liva. Es importante que conozca las instalaciones de nuestro lugar, ahora será el tuyo

-De verdad muchas gracias

-Sígueme -señala para que lo siga, empiezo a caminar tras de él. sin mirar nada solo su nuca.

《¿Cómo se sentiría desnucarse? ¿Dolería?》

perdida en mis pensamientos no vi el momento en eel qu llegue al despacho del rector, un señor ya a la edad con arrugas, el pelo canoso y ojos de color miel. sin ignorar su manera de vestir, elegante. ¿Quién quiere un suggar?

-Joven Sorni, ella es nueva en esta escuela. Por favor enseñale todo

-Claro

En este momento no le presté atención a las palabras de estos dos hombres, mi atencion fué hacia los arboles fuera de la ventana del pequeño salon, la brisa que revotaba en las ojas de color verdes y el movimiento libre de las ramas.

-Sígueme

-Si... -respondo apartando la mirada lentamente de la ventana.

Aun en mi otro mundo pienso en la extraña situación de ayer con mi madre en el patio trasero de mi casa, aquel lugar oscuro de neblina blanca y ese camino que forma los árboles para entrar.

Sintiendo la voz grabe del chico, uno suave pero cortante, no hablaba mucho. Sólo decía lo importante.

No me llamo la atención, ni siquiera le dí un vistazo, ni en su cabello, altura o ojos. Aún estaba en esa sensación extraña en mi, una por la que me hacía perder de todo.

Al terminar el recorrido, nada del otro mundo, imagínate las escuelas de élite o de películas, en fin, así. Me fuí en silencio poniendo mis audífonos, cierro los ojos calmando humor, había momentos en los que tenía bipolaridad, por esta razón me mantenía escuchando música.

Al estar en la salida saco la nota que encontré en mi asiento.

-"Estás muerta" -releí la nota varias veces -Si, claro. Estoy muerta antes de que naciera. -sonrió -Ay querida, no debiste...no debiste y por ti van a ver lo que sí es el infierno.

Dicho así, salgo de camino a casa.


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