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CAPITULO 1

El largo viaje al fin ha terminado...el sentimiento que tengo es inalcanzable, la felicidad abunda en mi rostro, sin perderme cada detalle de España. Jamás  imaginé que podríamos llegar tan lejos, a un nuevo aire, un nuevo entorno,un nuevo clima, las personas, la escuela... y se preguntaran ¿Por qué? Simplemente en este mundo oscuro, malicioso, engañoso, venenoso hay que ganarse la vida, hay que premiarse el minuto, las cosas. Nada es como suele aparentar, nada es color de rosa. Ni la mejor profesión sirve en esta insignificante vida.

Durante todo el trayecto del viaje mi padre Steban, estuvo amargado, antes de venir al país fue a prestamistas para darles cierta cantidad de dinero, pero por obra y gracia del espíritu santo, no se lo prestaron por estar endeudado. Siempre, para cualquier situación no podíamos hacer nada por culpa de él. Trataba de buscar la forma pero no lo ayudaban, mi madre le daba ideas, soluciones, le planteaba las cartas sobre la mesa de como hacer para salir de todo este caos, pero cada vez que lo contradecían se enojaba, gritaba, tiraba todo, nos culpaba y se iba a tomar. Regresaba a casa borracho, con marcas de pintalabios en la camisa y simplemente se iba a dormir en el sofá. Mi madre solo callaba y lo ayudaba.

Mi resentimiento era grande, el odio corría entre mis venas. Mi rabia hacia esta familia cada vez crecía, sentía que algo en mi cambiaba cada día que pasaba, las emociones...aumentaban, los sentimientos se acababan. 

Voto todo el aire de mis pulmones lentamente cansada de todo, llegar a España en auto...las peores cosas de mi vida... Movimiento sobre ruedas, mi espalda cansada, con sueño y un hermano intenso. Bajo la ventana del auto recibiendo la brisa golpeando mi rostro,  haciendo revolver mi largo cabello. Recibo el calor del verano con los ojos cerrados respirando el aire nuevo de la ciudad, saboreando los rayos del sol en mi pálida piel. 

—Liv, cierra el vidrio, el sonido de la brisa molesta, hazme el favor de quedarte quieta, ¿si? —me interrumpe mi padre en mi placer solar, su tono serio y seco hace que me componga rápido.

—Pero...—me corta mirándome amenazantes por el retrovisor.

《 ¿Por qué siempre se la coje conmigo?》《¿Qué es lo que hago mal?》

—¿Pero nada Livia, piensas en llevarme la contraria? — alzando la voz molesto.

Tomó aire lentamente mirando hacia los árboles altos.

—¿Puedes dejar de comportarte como un imbécil?, de verdad no solo has dejado de estar de mal humor todo el bendito tiempo —dice mi madre harta.

Sacos los audífonos de mi bolso y me los pongo para ignorarlos durante el camino escuchando Gigi D'Agostino-L'Amour Toujours, sin duda unas de las mejores canciones relajantes para mí o eso digo yo. Me gusta todo tipo de música, como la electrónica, el dubstep, el pop... en fin...variedades.

Después de varias horas llegamos al fin a un nuevo hogar, sinceramente ya perdí la cuenta de estar mudándonos de aquí para allá y así sucesivamente. 

Camino hacia un nuevo lugar, una nueva etapa, me topo por una cantidad de casas, en mi opinión no está nada mal, si quieres hacerte una imaginación de cómo es, puesss a ver que te diría son tipo de esas casas estadounidenses,  perfectas. Para mi algo muy grande y turbio, pero qué más da, al fin y al cabo, es la primera vez en una casa así.

La fachada es linda no voy a mentir, a comparación de otras casas esta es barata según dijo mi padre y se acondiciona económicamente a nuestro salario.

Y digo a nuestro salario porque nunca hemos vivido una casa así de los "sueños" como esas cuando jugábamos a las casas de las barbies, muchos cuartos, baños y cortinas lindas. La mayoría de veces vivíamos en una casa de un piso o dos.

Todos salimos del auto bajando nuestras pertenencias sin nadie decir ni una sola palabra, el silencio en esta familia es el privilegio de hacer que nadie empiece a pelear. En cambio yo siento lo relajado que es estar de pié otra vez. Estirarse es lo mejor que puede haber en la vida.

Mi hermano y yo estamos asombrados de lo nuevo que es vivir algo así, mis padres están más normal de lo normal, como siempre. Me quedo mirando mi nuevo hogar unos minutos más, es muy linda, sencilla y habitable. Al acercarme la casa es de madera, de dos pisos, tiene cuatro cuartos, increíblemente. Dos baños, tiene una terraza con algunas flores descuidadas, sus paredes son de color marrón, el tejado en un tono... ¿gris?, nosep. Al entrar el piso es de madera algo que nunca he visto en mi vida, siempre son baldosas. Todo es...diferente, no es lo mío pero me siento bien aquí.

Subo a mi habitación dejando mis maletas aún lado, lo observo sin perderme ningún detalle del amueblado, algo que me gusta es lo privado que es, el espacio es amplio, las paredes oscuras en un color gris a negro, el piso de madera color marrón, mi cama es doble 《vaya...que cama》giro y veo un armario grande de color blanco, tan alto que da mareo, es de madera con un espejo en unas de las puestas pintadas de pétalos blancos con bordes de amarillo, algo capta mi atención y es un escritorio algo desgastado, con algo de curiosidadme acerco, viendo un cofre cerrado, con una cerradura algo extraña, con una forma de alas, pero no me da importancia, lo ignoro dándole la espalda. La luz del sol entra por la ventana...algo peculiar, algo que lo hace único y me gusta.

Me giro hacia mi cama, me tiro haciéndome rebotar en ella, el sonido de las tablas resonando en mi cuarto mirando al techo durante varios minutos, siento mis párpados cansados, sin energía en mi cuerpo, ni capaz de pensar, poco a poco cerré los ojos y me dormí.

Al despertar me di cuenta de que era de noche, no sé cuántas jodidas horas dormí, pero más obvio no puede ser que el largo viaje. Bajo a la sala sin notar la presencia de mis padres, pero mi pequeño y adorado hermanito está en el sofá viendo televisión con un tazón de crispetas.

—Hola pequeñín —lo abrazo fuerte por detrás, pero se aparta molesto.

—Stephan Liv, Stephan —me apunta con su dedo índice. Stephan no es un niño tan cariñoso, siempre me he preguntado porqué es así, que lo hizo cambiar
—¿Qué quieres? —pregunta cruzándose de brazos.

—Ashh pero que gruñón —me cruzo de brazos como niña pequeña —Mira que no te haré más favores cuando entres a tu escuela, ¿eh? Pequeño demonio —le digo en tono burlón.

—Bueno si, ven —abre los brazos y los estira para que lo abrace, me acerco para abrazarlo y digo  —Te aseguro que este es nuestro último destino, estaré para ti, te voy a apoyar, te quiero mi niño. —se aparta con los ojos húmedos y hace un pequeño asentimiento.

Se escucha un "Clic" de la puerta y llegan mis padres, rara vez no entran discutiendo, recriminando o un mar de cosas, pero de ellos ya no espero nada nuevo. El silencio es el miedo que abarca en el aire. Mi ansiedad recorre mi cuerpo esperando cual es el siguiente paso a golpe. Pero no llega, solo es silencio.

—Bueno niños —mi madre rompe el hielo —Mañana comienzan su primer día de clases, es entendible que estén cansados, pero ya estuvo bueno de estar flojos todo el tiempo —dice mi madre serena entrando al comedor.

Mi hermano y yo no volteamos a ver, es como hablamos en silencio, giramos hacia mi madre  asintiendo con la cabeza.

La sr Alexandra Miller, mi madre. Es una mujer trabajadora, ejemplar, amable y activa, pero cuando la hacen enojar créanme que es el propio diablo en persona. Bueno a quien engaño lo heredé de ella.

—Alistense que vamos a salir a comer, conocernos un poco a nuestro alrededor —avisa mi padre saliendo de la cocina con un pocillo lleno de café.

—Si señor —mi hermano y yo respondemos al mismo tiempo.

Poco después de estar listos, salgo antes a nuestro patio trasero de la casa, unos árboles altos con una sombra oscura que emana a su alrededor. Con curiosidad me acerco para saber más de ella, siempre me han atraído las cosas extrañas, las cosas perturbadoras es mi afición por saber que hay más allá de su portada.

El frío y el escalofrío recorre mi cuerpo haciéndome estremecer, la brisa sin inicio termina en mi cuello saltando del susto.

—Liv —me llaman la atención —¿Qué haces aquí? ¿Qué es lo que miras? —pregunta mi madre alzando la ceja.

—¿Acaso no ves el bosque de ahí? —señaló hacia el oscuro camino.

Volteo a ver a mi madre para una respuesta, ella se queda mirando a lo lejos curiosa y confundida. Me volteo a ver entrecerrando los ojos.

—Tus fantasmas no existen —es su única respuesta

Mi madre se da la vuelta para regresar a casa y aunque me me llama la atención varias veces para que entre le echo un último vistazo al oscuro bosque. La oscuridad siempre será mi luz lleno de atracción.

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