Capítulo 1. La chica de los sueños
Un soñador nunca olvida el momento cuando se le cruza el sueño de su vida por delante de sus ojos. Nunca dará por perdido lo que anhela y arde dentro de su cuerpo. Jamás se dará por vencido por aquello que quiere y ansía conseguir. Tendrá prohibido rendirse hasta que lo que desea lo haya hecho realidad.
Levitando entre sueños por nebulosas borrosas y confusos espejismos que no llegaban a ninguna parte, Zed Frost despertó en su cama deshecha. Se sentía desorientado por haber soñado con escenas que evitaban la transparencia y eran difíciles de entender. Consiguió levantarse quitando las sábanas de su cuerpo, apoyando los pies en el frío del suelo. Se acercó a la ventana de la habitación y contempló la calle silenciosa mientras observaba un cielo sin nubes.
Viendo el panorama, se preguntó por qué todo lo de la habitación estaba colocado a la inversa. La cama, el armario, el escritorio, las estanterías, las fotos, las cortinas y lo demás. Le resultó muy extraño porque a la noche cuando se fue a dormir todo estaba como siempre. Abrió el cajón del escritorio y para su sorpresa había dentro muchos objetos que no eran suyos. Un caballo de madera de juguete, rotuladores de colores, una libreta con letras egipcias, un plato azul, unos altavoces pequeños y una camiseta de tirantes gris. No tenía idea de quién eran, de su hermana no podían ser porque ella tenía una habitación aparte. Le restó importancia a lo que había dentro del cajón. Por suerte, encontró su agenda personal donde apuntaba todo lo importante que debía hacer al día siguiente para no olvidarse.
Al abrir la agenda, los días de la semana estaban mezclados; semana de septiembre, lunes día uno, martes día cuatro, miércoles día doce, jueves día treinta. Le resultó muy raro y se puso a hojear la siguiente página donde teóricamente debía estar la siguiente semana de septiembre, pero aparecía el mes de noviembre. El chico pasaba las páginas de la agenda desesperado sin entender la lógica de lo que estaba sucediendo, no encontraba el día que era hoy. Afortunadamente, halló en medio de las hojas y semanas el día: Matricularme en la academia de francés.
Zed tenía mucha pereza de ir hacia allí, pero al instante, una fuerza que desconocía le invadió el cuerpo y le intentaba decir que debía salir fuera porque encontraría algo inolvidable que cambiaría su vida completamente. Sintió que tenía que buscar algo que le pertenecía en las calles de Barcelona sin tener idea de lo que se trataba. Él vivía en el barrio residencial de Sarrià, al norte de Barcelona con sus padres y su hermana. Era una zona tranquila con muchas casas modernistas que se podían ver en el casco antiguo. Las calles eran estrechas con plazas, tiendas y numerosos rincones de espacios verdes. El chico era descendiente de familia inglesa, pero por los padres de su abuelo Ethan Frost se fueron a vivir a Barcelona.
Al salir de la habitación, se percató de que no había nadie en la casa. Pensó que sus padres Derek Frost y Jane Whinery habrían salido fuera y su hermana Gisele Frost, seguramente hubiese ido con las amigas. Fue a la cocina a desayunar y encima de la mesa, había todo tipo de comida. Nunca vio nada igual en casa. No sabía desde cuando sus padres compraban tanta cantidad de comida. Empezó a comer, todo alimento estaba delicioso, se comió tres tabletas de chocolate con leche, siete galletas de avena, medio pastel de mermelada de fresa, un bizcocho de azúcar, tres manzanas, dos peras, dos naranjas, y cinco vasos de zumo tropical. Se dio cuenta de que no le llenaba el estómago de lo que comía y había comido demasiado para que siguiese teniendo hambre. Era hora de irse antes de que se le hiciera tarde y cerrasen la academia. Antes de irse necesitaba los papeles y el carnet de identidad para apuntarse a la academia de francés, pero antes de subir a su habitación a buscar todo lo que necesitaba, se dio cuenta de que todo estaba en el bolsillo de su pantalón. Se aseguró de que llevaba las llaves de casa y se fue hacia la academia.
Al salir y cerrar la puerta, pensó que desde que se había levantado nada había tenido sentido. Todos los objetos de la habitación estaban descolocados, los días de la agenda personal estaban mezclados sin saber qué día era, la mesa de la cocina estaba llena de comida que nunca habían comprado sus padres y ahora se fijaba que no había gente ni coches circulando por las calles. Siguió el camino notando como el peso del cuerpo al caminar era como flotar en el asfalto, no quería tardar en llegar y fue hasta la estación de tren.
La estación estaba vacía y cuando cogió el tren en el vagón no había nadie. Se sentó cerca de la puerta y esperó a la parada que se debía bajar. En todo el trayecto observaba sombras a través de la ventana sin distinguir sus caras. Los ojos del muchacho se clavaron en un cristal sucio donde se podía ver todo borroso, no sabía si esas personas sin rostro miraban hacía él cuando pasaban de largo a la velocidad del tren. En todas las caras creyó ver una chica con unos unos ojos brillantes a la vez que ausentes que le observaban fijamente y se perdieron entre la negrura del túnel.
Se sintió demasiado solo durante el viaje y cuando llegó a la estación de Sants un olor sofocante a hormigón y a acero chamuscado le invadió por completo. La soledad de aquel ambiente le pareció tan extraña como los murmullos que escuchaba bajo las baldosas de donde pisaba. Mientras subía por las escaleras mecánicas, se fijaba en el sonido que hacían, ya que nunca las había oído tan de cerca. Nunca vio la estación de Sants completamente vacía, sin nadie que comprase en el punto de venta un billete para subir al tren. Las largas colas en la taquilla de cada mañana estaban desaparecidas. Ninguna persona corría porque llegaba tarde al andén, no se oía el sonido de las maletas arrastrándose para ir de viaje. Nadie utilizaba los ascensores para bajar o subir. Zed siguió nervioso a la salida acompañado de las luces brillantes y cegadoras, dándose cuenta que los restaurantes donde la gente se tomaba el café o el almuerzo estaban libres. El vidrio y el reflejo de las paredes de la estación solo reflejaban su rostro compuesto de miedo y certidumbre.
Fuera del recinto observó las zonas de aparcamiento en calma como las paradas de taxis y autobuses urbanos. Zed se detuvo para mirar la hora en el móvil porque sintió que había tardado demasiado. Todo era muy extraño. ¿Dónde estaban todos? ¿Había habido un apocalipsis esa noche mientras dormía y no se había enterado? Nunca había escuchado tanto silencio en la ciudad. El chico avanzó callado y deambulando por la calle Numancia sin que ningún vehículo le pasase por la carretera. Al llegar a la academia de idiomas, sintió que estaba aislado de todo el mundo, no había recepcionista y gritó para que le atendieran, pero parecía no haber nadie. Si no había nadie en la calle, ¿por qué debería de haber alguien dentro de la academia? Fue al tablón de anuncios, para leer alguna información. Había varios papeles que le podían guiar y leyó que la matriculación era la semana siguiente.
A su espalda percibió una persona que pasó corriendo, era la primera que había visto en toda la mañana. Fue a la puerta de salida y pudo observar que esa persona tenía un aspecto mayor como para correr tan veloz. Pudo reconocer que era su abuelo, no lo veía desde que él era un niño. Ethan Frost había desaparecido hace doce años, su familia no sabía la razón, las autoridades de Barcelona le habían buscado por orden de sus familiares sin éxito de encontrarlo y ya lo daban por perdido. Por eso su nieto se sorprendió al verlo después de tantos años.
—¡Abuelo! Espera.
Salió corriendo detrás de él al ver que no le había oído, aunque le pareció extraño porque el silencio invadía por completo la calle. Zed no conseguía alcanzar a su abuelo porque corría a la misma velocidad que él. Se asombró al verle saltar un muro de tres metros con una agilidad extraordinaria. El chico tuvo que apoyarse en la pared con esfuerzo para seguir el ritmo. Ethan dobló la calle y subió unas escaleras hasta llegar al parque de Joan Miró. El chico pudo observar como su abuelo saltó el borde de una fuente que contenía una figura alta de diversos colores vivos y corrió por encima del agua.
Zed se detuvo unos segundos al quedarse impresionado de nuevo y al pararse percibió que la chica que vio a través del tren le estaba observando sin apartarle la vista. Por unos instantes se perdió en su mirada serena pero distante. Le resultó misterioso porque le pareció que la muchacha le quisiese hablar, pero Zed no quiso detenerse para no perder el rastro de su abuelo que no paraba de correr. Recorrió el parque entre el canto de las cotorras de plumaje verdoso que sobrevolaban las palmeras y los árboles. Zed no conseguía atrapar a su abuelo y sin darse cuenta estaba en la Plaza de Cataluña. La apresuró a toda velocidad, dándose cuenta de que siendo un lugar de los más turísticos de Barcelona no hubiese absolutamente nadie. A la distancia pudo ver a la misma chica observándole ¿Por qué le seguía?
Ethan giró la calle de la Gran Vía de las Cortes Catalanas y su nieto le siguió pudiendo ver que su cuerpo había traspasado una pared que daba a una edificación. Zed no podía creerlo, pero si su abuelo había podido hacer todo lo anterior no le causó tanta sorpresa por increíble que pareciese. El chico tuvo que rodear el edificio para seguir persiguiéndole. Corrieron sin detenerse hasta plaza de las Glorias, viendo como los coches estaban parados y apagados en la carretera y sin nadie dentro. A Zed le extrañó mucho la situación de ver la ciudad de Barcelona vacía y sin movimiento de personas. Pensó que algún incidente grave había ocurrido en la ciudad. Su abuelo tomó la avenida Meridiana y siguió sin frenarse. Al llegar al barrio de la Sagrera, Zed se sentía agotado, había perdido el rastro de su abuelo y sentía que no podía más con su alma al haberse recorrido media Barcelona corriendo.
Sabía que las distancias habían sido largas como para recorrerse distintos sitios de Barcelona en alrededor de diez minutos. En medio del paseo que le rodeaban bloques de pisos y coches aparcados, se encontraba la chica misteriosa mirándole profundamente. El chico estaba molesto por no haber sido capaz de alcanzar a su abuelo y cabreado por la confusión que había presenciado.
—¿Quién eres? —. Se atrevió a hablar con la muchacha.
La chica no dijo ni una palabra, miraba a Zed con sus ojos del color de la avellana de manera fija pero con suavidad. El chico al ver la inocencia de la joven bajó su ánimo de malestar para hablarle de nuevo.
—¿Por qué me sigues?
—Soy Nelly Swan. No te sigo, vivo aquí...
A Zed le resultó extraño que le dijese su apellido incluido. Se dispuso a observarla más detenidamente. Nelly era joven y atractiva, alrededor de su edad. El rostro de la chica era dulce y simpático, el cabello lo llevaba largo y suelto. Sus cejas eran delgadas, tenía una mirada profunda con los ojos serenos. La nariz la tenía de niña, se fijó en sus labios brillantes y húmedos. Observando un poco más pudo contemplar sus manos suaves y delicadas, sus piernas eran finas, pero fuertes e iba vestida de manera sencilla pero moderna.
—¿Eres inglesa? —le preguntó por el nombre.
—Sí, perdona tengo costumbre de decir mi apellido cuando me presento.
—Yo soy Zed Frost. También tengo descendencia inglesa pero he estado en Barcelona desde que nací —respondió—. Parecía que me seguías. Te he visto en todos los lugares de la ciudad por los que he pasado y me mirabas todo el rato.
—No... Bueno, yo también te he visto pero solo estaba regresando a mi casa después de un paseo que he hecho. Vivo en ese bloque de pisos de allí —. Señaló. —Perdona si te he asustado —le sonrió persistente.
Zed sabía que la chica estaba buscando una justificación para que le creyera y le restase importancia por haberle seguido, porque era evidente de que lo había hecho. Notó que Nelly estaba inquieta y no podía disimular que él también lo estaba. Por una razón que desconocía y era impropio de él quiso invitarla a una cafetería. Aún presenciaba una sensación de soledad misteriosa desde que se había levantado y le apetecía entablar una conversación con alguien.
—Te perdono si aceptas que te invite a esa cafetería de allí.
—¡Claro! Sí... —aceptó sorprendida al no esperarse la propuesta—. Me apetece sentarme y tomar algo.
Fueron al establecimiento y se sentaron en la terraza. Zed quería conocer mejor a la chica, le resultaba una persona peculiar y tenía la sensación de que le ocultaba quien era realmente. Nelly estaba callada y prudente, curioseaba cada rincón de la calle y todo su alrededor con detenimiento. El chico no le daba conversación preguntándose el porqué se habían sentado si no había rastro de nadie desde que se había levantado. Todo estaba desierto y silencioso, y empezó a pensar si la chica no se daba cuenta de lo que sucedía. Tras los minutos que estuvieron esperando, Nelly se mostraba feliz pero bajaba la vista hacia su bolso tímida y esperaba a que Zed le diese conversación para hablar de cualquier tema, pero el chico no sabía de qué. De pronto, un camarero salió de la puerta de la cafetería y se acercó a ellos.
—¿Qué desean? —les preguntó cortés el camarero.
—Una taza de chocolate, por favor —respondió Nelly.
Zed tardó en contestar. Se sentía confuso al ver a Nelly y al camarero actuar de manera corriente ante una Barcelona vacía y en silencio.
—Yo lo mismo.
El camarero asintió e inmediatamente trajo lo que pidieron. Nelly tomó enseguida el chocolate de su taza saboreándolo mientras que Zed no paraba de mover las piernas nervioso por no entender el misterio que estaba viviendo. Vio que la chica le sonreía y no quiso que por su culpa pasase ella un mal rato, al fin y al cabo le había invitado él para no sentirse tan solo.
—Entonces ¿siempre has vivido aquí en la Sagrera? —se dignó a hablar.
—Sí —respondió con brevedad tomando otro sorbo al chocolate—. ¿Por qué corrías tanto?
Zed se sorprendió ante la pregunta.
—Pensaba que me habías dicho que no me estabas siguiendo...
—Pero te he visto.
—Pensaba que conocía una persona que no había visto hace mucho tiempo.
—¿Lograste alcanzarla?
—No. Perdí su rastro. Ya no importa...
Un sudor frío recorrió el cuerpo del chico, no podía creer que Nelly no notase extraño no ver a nadie en la calle.
—¿No notas raro que no haya personas en la calle? —le preguntó para curiosear su opinión.
Nelly al escuchar la pregunta, se quedó mirando a las nubes como si la pregunta no tuviera respuesta o no quisiera contestar. Tomó otro sorbo a la taza de chocolate hasta acabárselo. Zed se quedó mirando su comportamiento.
—Todavía no has probado tu taza de chocolate. Está muy bueno —dijo amable.
El chico no tenía apetito. Miró la taza y se dispuso a darle un sorbo. Era el mejor chocolate que había probado en la vida. Dejando la taza, ella le miraba, tenía una mirada que hacía que todo el alrededor de Zed se parase y se empezó a reír.
—¿De qué te ríes? —le preguntó sin saber su reacción.
—De tu bigote de chocolate —respondió Nelly aun riendo.
Tocó con sus manos el chocolate que le quedó en el morro y le dio vergüenza.
—Espera —le detuvo—, te lo limpio yo.
Sacó un pañuelo de su bolso y se acercó a él para limpiarle sin dejar de sonreír, el chico cerró los ojos y pudo oler su perfume a vainilla.
—Ya estás mejor —dijo con su voz encantadora.
Zed cogió la taza de nuevo y se lo bebió todo.
—¡Qué glotón! —Exclamó viendo como el chico se lo bebía de un trago—. Debo irme. Lo he pasado bien contigo —dijo satisfecha—. A merecido la pena estar contigo eres muy simpático y divertido. Toma. —Escribió en un papel—. Te doy mi número de móvil, llámame cuando quieras.
Zed no sabía bien como reaccionar ante la chica. Llevaba poco con ella y no la conocía. Su presencia misteriosa sin percatarse de que no pasaba nada extraño le hacía sentirse feliz sin que nada realmente importase. Ni siquiera pagar lo que habían tomado.
—No tardaré —le aseguró.
Le dio dos besos, se despidió con una sonrisa y desapareció. Él se dirigió a Sarrià sintiendo que por el camino nada malo podía pasarle.
***
A Zed le pasan cosas extrañas... ¿Qué ha pasado con su abuelo? ¿Adónde iba y cómo podía hacer esas cosas increíbles? ¿Qué pasa realmente con Nelly? Alguna vez has conocido una persona en los sueños como le ha pasado a Zed? Vota si te ha gustado el principio de la historia :)
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