Capítulo 5. La gran tragedia
Ethan y Ciro volaban en una nebulosa que les hacía flotar y no podían ver nada de lo que había a su alrededor. Ethan pensó que las palabras habían funcionado y que las brujas tuvieron razón.
—¿Dónde estamos? ¿Dónde está Astrid?
—No tengo ni idea. Pronunciaste las palabras de tu libro y estamos aquí.
La nebulosa se fue desvaneciendo y aparecieron en la misma laguna en el que Ethan tenía sueños con Astrid. Estaban tirados en el suelo del prado cerca del lago. Al levantarse, observaron el lugar para averiguar dónde estaban.
—Este lugar lo conozco... —reflexionó Ethan—. Aquí es donde soñaba con Astrid.
—Pero ¿dónde está? —preguntó Ciro.
Los dos empezaron a buscarla durante un largo rato, pero no tuvieron fortuna. Hasta que cerca del lago vieron a un hombre transportando un gran tronco de madera. Ethan nunca había visto a aquel hombre en la laguna.
—¿Eh? ¿Quién sois? —dijo el hombre extrañado cuando les miró.
—Perdón, buen señor. Soy Ciro y él es Ethan.
—Yo soy Peffron —se presentó dejando el tronco al suelo—. ¿Qué hacéis aquí?
—Estamos buscando a una chica —dijo Ethan—. ¿La ha visto?
—No, hace tiempo que no veo a nadie. Salvo a una ninfa maldita que en ocasiones canta en el lago y hace aparecer una densa niebla. No sé si he hecho bien de venir aquí a construir mi propia casa —explicó Peffron.
—¿Quiere vivir aquí? —preguntó Ethan.
—Sí. El sueño de mi vida es tener una casa cerca de un lago e irme a pescar. Es lo que más anhelo en mi vida ¿Me echáis una mano?
Ethan y Ciro aceptaron en ayudarle a construir la casa de madera, pensaron que sería más fácil esperar allí a Astrid en vez de ir dando vueltas por la laguna. Al ser soñadores, quisieron realizar el sueño de Peffron. Estuvieron tres días para terminar de construir la casa, hasta que la acabaron. Al rato, Ethan vio a Astrid desde el tejado de la casa de madera acercándose a ellos. El chico bajó rápidamente y fue directo a la chica.
—Me alegro encontrarte Astrid, te estábamos buscando Ciro y yo ¿Estás bien, amada mía? —dijo, mirándola con cariño a los ojos.
—Sí, amor. Estaba asustada y empecé a buscaros. Por suerte os encontré ¿Me has echado de menos?
—Mucho —respondió Ethan.
—¡Astrid! Me alegro de verte. Ya nos podemos marchar —dijo Ciro, acercándose a ellos.
—¿¡Qué estáis haciendo!? —exclamó Peffron—. ¡Apartaros de esa desgraciada, es la ninfa maldita de la que os hablé!
Ethan y Ciro miraron a Peffron sin comprender su comportamiento. Peffron seguía a una distancia de seguridad sin querer acercarse a ellos y les trataba de convencer de que se apartaran de la chica. Al verlo tan alterado decidieron seguir su camino sin hacer caso al hombre y se adentraron en una gran selva llena de árboles. El paisaje había cambiado mucho, hacía unos metros que estaban en una laguna y a escasa distancia se encontraban en una selva tropical con grandes árboles y arbustos. Era lo que tenían los sueños, podía cambiar el paisaje en cualquier momento.
—Qué loco se ha puesto... —comentó Ciro.
—¿Aún estás pensando en aquel hombre? —preguntó Ethan.
—Sí... —respondió—. No lo comprendo, habíamos realizado el sueño de su vida y parecía que había enloquecido. ¿Sabes, Ethan? Estoy empezando a dejar de creer en mis sueños...
—¿Qué quieres decir? —dijo Ethan sin entenderle.
—Veo que todos consiguen el sueño de su vida... Pero yo no... Nunca podré volar, siempre quise volar como un pájaro —confesó Ciro—. En Desireland, algunos ya han cumplido su sueño de poder volar, ya sea en avión o en globo, yo no he tenido tiempo nunca.
—Siempre hay tiempo para todo —le intentó animar Ethan.
—He estado más pendiente de los sueños de los demás que de los míos propios. Va con mi naturaleza como soñador y en ocasiones veo que nunca tendré tiempo para mí. No quiero asustarte, pero puede que me convierta en un realador si voy perdiendo la ilusión de mi vida —explicó Ciro.
—¿¡Qué!? —exclamó Ethan sin entenderle.
—Nada. No me hagas caso —respondió.
—Amado —se dirigió Astrid a Ethan—. Cuando estaba en la nebulosa aparecí en un lugar en donde oí hablar de un lugar mágico que nos podría ayudar a cumplir nuestro propósito.
—¿Un lugar mágico? ¿Cuál es? —le pregunto muy interesado.
—Lo llaman el Gran Cañon de Artai —dijo Astrid.
—Es el que dijeron los soñadores. Primero tendremos que salir de esta selva —comentó Ethan.
Siguieron adelante, vieron un poblado hecho de troncos de árbol y de repente se encontraron acorralados por varios seres pequeños de la naturaleza. Ethan, Astrid y Ciro quedaron impresionados al verlos, eran criaturas de los sueños. Las criaturas les cogieron de las manos con fuerza y los llevaron al centro del poblado. De repente, se armó una gran fiesta, los seres empezaron a bailar con la música que pusieron y a beber. No entendieron lo que estaba sucediendo. Un individuo pequeño se acercó a ellos y les ofreció en un vaso de madera una bebida. Ethan y Ciro se la bebieron de un trago al sentir que el sabor se parecía al de la cerveza. Astrid pensó que era una bebida envenenada y no quiso beber.
—¡Está buenísima esta cerveza! —exclamó Ethan bebiendo.
Los tres observaban a todos los seres de la naturaleza bailando muy alegremente sin entender su comportamiento.
—¡Ya te digo! —exclamó Ciro.
Astrid no estaba muy animada, pensaba en la misión que le ordenó su amo Halistrocs. Ella era una súcubo, una demonio que adoptaba la presencia física de una mujer hermosa que había sido amante de muchos hombres en sueños para satisfacer sus placeres más oscuros, aunque con Ethan todavía no los había puesto en práctica porque para ella, el chico era la primera persona por la que sentía amor verdadero, cosa que nunca le había ocurrido.
—¡Qué gran fiesta! —exclamó Ethan de alegría, cosa que Astrid estaba a su lado seria—. Oye, tu pequeño. Soy Ethan, sois increíbles, en serio nunca había visto algo igual —Ethan hablaba bajo los efectos del alcohol de la bebida—. ¿Tú sabes dónde está el Gran Cañón de Artai?
El ser de la naturaleza asintió, señalándole hacia una dirección. Astrid no quería que nadie supiese hacia donde iban y al ver que Ethan lo reveló se preocupó.
—¿Por allí?
—Amado no hacía falta que le preguntaras. Yo ya sé ir.
—¿Cómo sabes tantas cosas, amor? —se extrañó Ethan, pero a la vez feliz por admirarla.
Estuvieron un rato más en el campamento y se marcharon. A Ethan y Ciro se les fue pasando el efecto del alcohol de la bebida. Dejaron atrás la selva tropical y cambió el paisaje completamente a uno montañoso y rocoso. Sabían que estaban cerca, subieron por la montaña durante dos horas, hasta que llegaron a una gran cueva medio oscura. Ethan, Ciro y Astrid se adentraron en ella, viendo una gran pared lisa. Astrid pensó que Halistrocs y los realadores ya estarían dentro, pero aún no habían llegado.
—Esperadme aquí —dijo Ethan—. No sé qué debemos hacer ahora. Debo averiguarlo desde la realidad, ¿de acuerdo?
Ciro y Astrid asintieron. Se tumbaron en el suelo para descansar y Ethan despertó. El chico se levantó de la cama de su habitación con el libro de los soñadores en mano. Por la mañana estuvo meditando qué debía hacer por la tarde, iría con Delaney a la feria para mostrarle el mundo de los sueños y presentar a la chica con Astrid para que se conociesen. Al comprobar que la palabra delicuescencia calígine funcionaba, sabía que las brujas podrían abrirle la puerta astral. Tras varias horas pensando en todos los detalles para que nada fallara, llegó la hora de irse. Metió el libro de los soñadores en una mochila y se marchó. Fue a casa de Delaney y fueron a la feria. Al llegar, vieron que estaba llena de gente y alegría como era usual. Miraron diversas tiendas y se montaron en un par de atracciones. Ethan le dijo a Delaney que le tenía una sorpresa. La chica no tenía idea de qué se trataba, solo le dijo que esperara allí diez minutos para prepararlo todo. Delaney estuvo de acuerdo y Ethan fue al sótano donde supuestamente le estaban esperando las brujas.
Al entrar al sótano, Ethan vio diversos utensilios que no había visto nunca y la gran habitación preparada para abrir una puerta astral.
—Has llegado —le saludó Arleth cuando vio al chico.
—Qué grande es la puerta, ocupa la mayor parte de la pared —comentó Ethan.
—¿Y qué te pensabas? Las puertas astrales son más grandes que las normales —contestó Nicolle sin entender la impresión del chico.
—Está todo preparado, Ethan. Solo hace falta pronunciar la palabra —dijo Celine.
El chico se acercó a la gran puerta astral que habían invocado las mujeres, se situó en medio de un dibujo circular con líneas paralelas y circulares del suelo que habían hecho las brujas. Abrió el libro y pronuncio las palabras.
En ese momento, hubo un temblor que duró diez segundos y la puerta astral se activó. Ethan y las brujas quedaron asombrados al ver que funcionó el plan. Habían conseguido unir el mundo de los sueños con el real. En el mundo de los sueños, Astrid y Ciro vieron como en la gran pared del Gran Cañón de Artai apareció una gran puerta astral y pensaron que Ethan lo había conseguido. Al instante, numerosos realadores llegaron y se acercaron a ellos rápidamente. Los rodearon para que no intentaran escaparse. Eran un grupo de realadores en el que Said, Yolanda, Takeshi, Christel y Jayden al no encontrar nada interesante para investigar y ayudar a Ethan, habían espiado y seguido varios días al verlos sospechosos y ver que iban con los demonios y con un gran demonio de acompañantes. Los soñadores se escondieron en unas rocas oscuras de la cueva para espiar qué ocurriría y qué tramaban.
—¡Os hemos encontrado! —exclamó Dreslian—. Bayleen ¿Qué hace el chico dormido? ¿Dónde está el libro?
—Lo tiene en el mundo físico, ha logrado conectar los dos mundos por una puerta astral —explicó la demonio.
—¿Bayleen? —se extrañó Ciro.
—¡Necesitamos el libro! —gritó preocupado Dreslian.
—No hace falta —dijo Halistrocs, apareciendo por un pasadizo de roca de la cueva—. Ahora que los mundos están conectados podemos iniciar la invasión.
—¡Un demonio! —exclamó asustado y sorprendido Ciro.
—Entrad por la puerta astral para que se den cuenta de nuestra llegada —ordenó Halistrocs a Dreslian —. Bayleen, tú ven conmigo.
La demonio no le gustaba dejar a Ethan solo, pero debía obedecerle. Adoptó su forma demoníaca y se marchó con su amo. Ciro no entendía lo que estaba sucediendo.
—¿Qué hacemos contigo? —le preguntó Dreslian a Ciro con intenciones de acabar con él.
—Podría unirme a vosotros, he dejado de creer en mis sueños. Puedo ayudaros y seros de utilidad —dijo Ciro al ver que no tenía otra alternativa y una parte de él lo sentía así.
—¿Hablas en serio? Está bien, confío en ti. Serás un realador como nosotros —dijo Dreslian—. ¡Vamos! ¡Rainier y Vesta iniciad la invasión!
Rainier y Vesta organizaron en fila a los realadores para dar la señal de traspasar la puerta astral de la pared del Gran Cañon de Artai.
—¡Venga, ayudemos a los demonios! —exclamó Vesta.
—¡Qué se entere el mundo de quien somos! —gritó y animó Rainier a los realadores.
En el mundo real, Ethan y las brujas salieron del sótano donde estaba la puerta astral. Las mujeres se dirigieron a su puesto de magia de la feria y Ethan fue hacia Delaney que le estaba esperando.
—Ya tengo preparada la sorpresa —le sonrió Ethan al acercarse a la chica.
La chica le devolvió la sonrisa, cogiéndole de la mano para ir con él.
—Ha habido un pequeño terremoto ¿Lo has notado? —le preguntó Delaney.
—Sí... Pero, ya ha pasado —intentó tranquilizarle.
Cuando estuvieron cerca, Ethan vio sombras oscuras corriendo velozmente, saliendo de donde estaba el sótano. Pensó que los realadores le habían seguido y habían conseguido entrar a la realidad, pero con aspecto de sombra. El ambiente de la feria se puso nervioso, la gente que veía a las sombras huían porque les atacaban. Las personas de la feria se asustaron y empezaron a gritar avisando a los demás de que debían de salir de allí. El pánico invadió la feria, cada vez había más sombras oscuras por el lugar. Delaney al observar lo que estaba pasando quería marcharse y Ethan quería ponerla a salvo. Al pasar por delante del puesto de magia de las brujas, se miraron sin saber lo que había ocurrido. Por una extraña razón las sombras de los realadores ignoraban a Nicolle, Celine y Arleth. Celine sin mencionar palabra, se dirigió a Ethan y le quitó de las manos el libro de los soñadores, ellas fueron al sótano viendo que cada vez salían más realadores de la puerta astral que habían abierto, rápidamente sellaron la puerta y dejaron de entrar realadores. Al salir vieron que la feria estaba repleta de sombras oscuras y decidieron buscar a Ethan que por fortuna se había escondido con Delaney. Las brujas le devolvieron el libro y huyeron. Ethan estaba asustado, todo lo que estaba pasando sentía que era por su culpa.
—¿Qué es ese libro que te ha dado? —preguntó Delaney— ¿Qué está pasado, Ethan?
—No lo sé, salgamos de aquí —respondió Ethan guardándolo.
Delaney no prestó atención a la respuesta de Ethan al estar asustada. Todo el ambiente estaba alborotado. Tratando de escapar, a Ethan se le cayó el libro de los soñadores al suelo, no pudo cogerlo porque había demasiadas sombras y lo abandonó. Hasta que después de correr tratando de que ninguna de las sombras les cogiera, salieron de la feria entre tanta gente que también huía del lugar. No veía a las brujas, pero no se puso a buscarlas, quería que Delaney estuviese a salvo. Trató de tranquilizarla por el camino y la acompañó a casa. Cuando Ethan estuvo en su casa, pensó en lo que había ocurrido, las noticias solo televisaban lo que había ocurrido en Barcelona. Pasó la noche, una densa niebla perpetua invadió el lugar, la feria quedó precintada como zona peligrosa y nadie se atrevía a entrar ahí ni siquiera las autoridades.
En el mundo de los sueños, los realadores vieron como la puerta astral se cerró. Nadie entendió el porqué. Estuvieron un día esperando a que se abriese de nuevo, hasta que Halistrocs y Bayleen vinieron con un ejército de demonios inmenso que habían reagrupado. Said, Yolanda, Takeshi, Christel y Jayden, que llevaban todo el tiempo observándolos, no entendían lo que pasaba. Los realadores se habían aliado con los demonios y Ciro que era un soñador se convirtió en un realador. Prefirieron no ver más y dirigirse a Desireland antes de que les descubriesen.
—¿¡Qué ha pasado!? —exclamó el demonio enfurecido por ver la puerta cerrada.
—La puerta... Se ha cerrado sola. Algunos realadores la pasaron, pero se cerró de repente —explicó Dreslian lamentándose.
—¡No puede ser! —exclamó cabreado el demonio dando un golpe fuerte de furia en el suelo— Estábamos tan cerca... Había dado la alarma a los demonios para conquistar el planeta Tierra. No importa, buscaremos otra manera de entrar —dijo marchándose con su ejército.
Dreslian, Rainier, Vesta, Ciro y los demás realadores quedaron asustados y paralizados al sentir a tantos demonios terroríficos cerca. Cuando se marcharon, decidieron ir a Luludenia a descansar y pensar un plan para ayudar a los demonios de la maldición de los devoradores de mundos.
Pasaron dos días. Ethan no soñó nada por la noche y el chico quiso acercarse a la feria. Por casualidad, se encontró con las brujas y le dijeron que el alcalde les acusó de culpables de la tragedia al saber él que tenían un puesto de magia conocido. El alcalde de Barcelona, no quería explicar la verdad de que todo había sido provocado por magia negra porque eso sembraría el terror en la ciudad y alrededores o no lo creerían, y para que nadie sospechase nada las expulsaba de Barcelona y no quería verlas nunca más. Ethan se lamentó y les dijo que se fueran a vivir a una casa abandonada en la montaña de Collserola y allí investigarían y arreglarían lo que había pasado. Las brujas estaban tristes, se sentían culpables por lo que había sucedido, querían devolver las sombras al mundo de los sueños.
Una noche que Ethan estaba perdido en los sueños, soñó con Astrid.
—¿Astrid? —preguntó Ethan al verla.
—Lo siento, Ethan —se lamentó—. Cumplimos nuestro plan, pero salió mal. Venía a despedirme, tengo que irme.
—¿Adónde vas? —preguntó desconcertado.
—No quiero hacerte daño, desapareceré —dijo entristecida—. Hasta siempre.
—¿No te volveré a ver nunca más? —preguntó con nostalgia.
—Puede que algún día, si no hay peligro... —respondió y desapareció.
Bayleen sabía lo que significaba ser una demonio, no era nada común para su especie enamorarse de un humano y no quería hacerle daño. Por eso decidió alejarse de él e ir con la maldición de los devoradores de mundos. Ethan no entendía a qué peligro se refería ni por qué iba a hacerle daño, pero no la volvió a ver nunca más.
Pasaron cinco años, Ethan volvió a soñar pero estaba perdido en sus sueños no encontraba nada que le pudiese ayudar. Astrid había desaparecido, quería encontrarla e ir a la ciudad de Desireland para hablar con los soñadores, pero no pudo, no era capaz porque los sueños que tenía por la noche eran cortos y confusos sin poder ver ningún ser de los sueños. Ethan solía ir a la casa de las brujas en la montaña de Collserola, habían intentado varias veces encontrar el libro de los soñadores que había perdido el chico en la feria, pero las brujas no podían ir a Barcelona y al chico le daba miedo entrar solo por las presencias oscuras que veía a través de la valla que habían precintado las autoridades de Barcelona. Con Delaney hacía vida normal, iban al teatro y salían juntos, pero sin ir a la feria y con su recuerdo. Se hicieron mayores y tuvieron un hijo, Ethan pensó que su hijo podría ser un soñador como él, pero al hacerse mayor y tratar de averiguarlo comprobó que no era así y que el poder de ser consciente en tus propios sueños no venía con la genética sino con tu capacidad mental de soñar. Su hijo se hizo mayor con los años y tuvo un niño y una niña, era abuelo. Varias veces comprobó si sus nietos Zed y Gisele eran soñadores y así fue, pero ellos aún no eran conscientes de ello y no recordaban lo que soñaban con él. Ethan solía llevar de pequeños a Zed y Gisele a Collserola y les decía que en la montaña vivían brujas en una casa, pero que era un secreto que no debían decir a nadie. Ethan les explicó a las brujas, que seguían en la casa de Collserola, que sus nietos eran soñadores como él y en un futuro visitarían la casa para recuperar el libro de los soñadores. Las brujas no entendían por qué sabía eso y cómo ellos lo lograrían en el futuro.
Un día Delaney falleció por vejez, para Ethan y su familia fue un golpe muy duro. Ethan no podía estar sin Delaney y no era capaz de soñar con ella, sus sueños seguían siendo confusos y seguía perdido. Por su dolor, decidió cambiar de casa a una de Molins de Rei, explicando a su família que necesitaba más tranquilidad, se notaba viejo y Barcelona le agobiaba. Hubo una temporada que ya no salía de su casa y la mayor parte de su vida la pasaba durmiendo. No volvió a ver a las brujas ni a su familia. Quería concentrarse, recuperar sus sueños y volver a ser el de antes.
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