"Tu abuelo ha muerto"

No entendí qué me querían decir. A mi tía vi llorando y a mi cuarto seguí.

—¿Qué es la muerte? —me cuestioné

Entonces fuimos a casa del abuelo, pensaba preguntarle personalmente qué significa morir. Cuando llegamos no estaba él, lo busqué en su hamaca donde siempre solía estar... Tampoco estaba en su habitación, ni en la cocina. Todo era un silencio sepulcral y aterrador.

—Vamos ya es hora de irnos —habló mi padre —lo entregan en una hora.

Después de media hora de camino llegamos al cementerio, habían demasiadas personas, no conocía ni a la cuarta parte; según me dijeron eran familiares. 

—¿Pero por qué hacer una reunión familiar en un cementerio? Qué poco agradable —pensé

A los minutos trajeron una caja rectangular, "mis familiares" empezaron a acercarse y mamá me habló:

—Ven veamos al abuelo por última vez.

—¿Por última vez? ¿Qué quieres decir? ¿Nos iremos de viaje, dónde está el abuelo? No lo veo...

—El abuelo... ya no está con nosotros, está en el cielo —dijo mi madre con una gran tristeza en su mirada.

Entonces me acercó al cajón, yo aún seguía sin comprender... Pensaba "Si sólo está dormido ¿Por qué tanto drama?"

—Mamá, el abuelo ha de estar incómodo, mejor acuestenlo e-en su ca-cama... —mi voz se empezó a quebrar y ni siquiera sabía por qué. Mi padre tomó mi brazo y me apartó del lugar.

—Oye debes entender que el abuelo está en un lugar mejor, ha muerto... ¿Entiéndelo sí? Sé que es muy duro para ti...

Ya las palabras de mi padre no eran audibles, mi mente estaba en dirección al hueco donde empezaron a bajar la caja, pero lo más aterrador era que mi abuelo estaba dentro... Y como si fuera una película en cámara rápida, cientos de recuerdos inundaron mi mente.

El abuelo ya no estará para jugar, tampoco iremos a comprar cocadas, ni lo acompañaré a comprar sus cigarros para la semana... Nadie me salvará de mami enojada, ni se reirá de mí cuando me hallan "planchado" (Sí, así le decía cuando me pegaban). No me recibirá al llegar de la escuela ya no me dará sus cálidos abrazos, ni jugará conmigo a las escondidas.

No me leerá cuentos, ni escucharé más su risa que me brindaba paz. Lo entendí, el abuelo se ha ido al más allá y me ha dejado abandonada en un mundo de falsedad.