Epílogo.
Hace casi cinco meses que no la veo. Hace casi cinco meses que ella me dijo adiós.
¿Qué si la extraño? Qué pregunta más tonta. En mis 25 años jamás extrañé de esta forma, jamás pensé perderme en el tiempo y espacio mirando nuestras viejas fotos desde que nos conocimos. Pintándonos abrazados y leyendo antiguas conversaciones. ¿Qué si la recuerdo? Qué ironía; día tras día, pero me tranquiliza y consuela saber que es feliz, eso me es suficiente hasta que pueda verla de nuevo.
Recuerdo hace varios años atrás el día que nos despedimos cuando ambos nos íbamos a nuestras respectivas universidades. Tengo grabado sus ojos rogando que la siga queriendo a pesar de la distancia; sé que es así porque mi mirada le gritaba lo mismo. Fue un tiempo duro hasta que comenzamos a arreglar algunos fines de semanas para vernos. A veces en un mes lograba visitarla una o dos veces y ella por igual. Pero nada se compara con la despedido de hace casi cinco tontos meses.
―Podrías venir conmigo, podríamos conocer toda Latinoamérica juntos y quedarnos un atardecer completo en el Machu Picchu. También hacer muñecos de nieve en Chubut o nadar en alguna playa de Colombia. Además...
―No, presidenta ―La interrumpí con el sobrenombre que nunca dejé ni dejaré de usar―, sé que este viaje lo quieres hacer tú sola. Solo es la distancia y porque me conoces, sabes lo mucho que voy a extrañarte. Pero no te preocupes...
―Yo también voy a extrañarte. Te voy a mandar postales de todos los lugares que vaya y te enviaré una foto de cada atardecer hasta que te canse y me bloquees. Te amo tanto, vice.
―Yo también te amo, presidenta. Estaré esperando tus mensajes y postales cada día ―Suelto su maleta y la abrazo tan fuerte para que esta sensación dure meses y meses―. Feliz 25 años, presidenta.
Luego abraza también a toda su familia que la vino a despedir en el aeropuerto. Desde que terminamos el colegio, soñó con hacer el viaje de su vida, según ella. Quiere ir desde el sur de Argentina y luego recorrer toda Latinoamérica.
Vuelve a mí nuevamente.
―Tu vuelo se... ―Intento terminar mi frase, pero ella me interrumpe con un beso que quiero hacerlo eterno, pero no es así―. Adiós, Matilda.
―Chau, Fabri...
Siempre llevo conmigo las dos fotos que más me gustan de ella en este viaje. Una tomada en el fin del mundo, Ushuaia; Mati sale completamente feliz y sonriéndole a la cámara mientras varios pingüinos están a su alrededor. La otra en las Salinas de Uyuni de Bolivia, ella sale preciosa en esta foto y sus ojos resaltan más de lo normal. ¿Qué si alguna vez logré pintarlos con el color perfecto? Una vez casi lo logro, pero creo que fallé por elección. Me gustaba pensar que, si fallaba, podría intentarlo nuevamente.
Así que acá estoy esperando en el aeropuerto con sus dos fotos en el bolsillo de mis jeans y un corazón que palpita de añoranza en mi pecho. También tengo un "te amo" en los labios que no he podido decir en meses y unos ojos que necesitan verle.
Y es allí cuando por fin la veo. Matilda viene con un bolso en el brazo izquierdo y arrastrando una maleta con ruedas en la mano derecha. Está un poco más morena, un poco más hermosa que me vuelve loco y me hace pensar si es legal que así lo sea. Se mezcla con la gente y frunce su ceño buscándome entre la multitud que también espera ver a un ser querido. No obstante camino hacia ella y logra encontrarme en medio de todos porque levanto un cartel con la palabra "presidenta" en él.
Abre su boca y luego su sonrisa se ensancha y es capaz de tirar todo lo que lleva encima para llegar hasta a mí, pero no lo hace porque yo me apresuro antes de todo y la abrazo, reímos y nos besamos, nos volvemos a abrazar y reímos nuevamente con algo de lágrimas saladas en la cara.
―Bienvenida de nuevo, presidenta.
―Te extrañé muchísimo.
―Y yo a ti como no te das idea ―Le digo a la vez que tomo sus maletas y comenzamos a caminar en medio de gente abrazándose.
―No volveré a irme a ningún lugar si no es con vos ―Hunde su nariz en mi cuello.
―¿En nuestra luna de miel, tal vez?
Y ella sonríe.
Bueno, y ahora si llegó el final para esta historia, pero no para ellos.
Quiero agradecer, antes que nada, al eje de mi vida (Dios) por regalarme esta imaginación, las palabras, la pasión y estas manos para escribir. Quiero agradecerles a ustedes por quedarse a pesar de que esta es una historia algo controversial y hasta muchas veces "ofensiva" para algunos que no aceptan que las personas piensan distinto. Gracias por seguir capítulo a capítulo y soportar algunos errores de mi parte.
Matilda fue una yo del pasado, escondida dentro de mis miedos, una Giula que tal vez todavía existe, pero lucha día a día para que no vuelva.
Gracias por tu tan valorado voto, gracias por tu hermoso y gracioso comentario y gracias, gracias por todo tu amor. A veces no puedo creer recibir tanto amor de parte de ustedes; me hace muy feliz, posta.
Las quiero un montón. Cada vez que tengo una oportunidad delante de mí se los digo: ustedes valen un montón. No dejen que nadie les diga lo contrario. Pueden ser y hacer lo que quieran si trabajan duro por eso. Ustedes nacieron para cosas grandes, Dios las/los creó para cosas grandes. También saben eso, yo prefiero pensar que soy creada con amor que ser el fruto de la teoría de una explosión. Cada uno elige ser feliz, y querida/o lectora, yo con Dios soy feliz.
Así que gracias, gracias, gracias y gracias por todo.
IMPORTANTE: El domingo 2 comenzará la historia de Iris (la misteriosa jajjajaja) y Byron, YA ESTÁ EN MI BIBLIOTECA.
Habrá mucho Iris, Byron, Blake, Cande (porque no mostré qué pasó con ellos al final). Tal vez aparezca France, Benja, entre otros personajes nuevos que amaránnnnn.
Hasta siempre.
Giula 7u7
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