Capítulo 9: No deberías estar enamorado de una hipócrita.
#LunesDeColores
―¿Ellos eran novios? ―Le pregunto con asombro.
Gracias a Flor ―que por cierto acababa de caerse de su árbol, después de sacarnos fotos― sabía que ellos habían tenido una historia durante el último año de secundaria; eso es todo lo que sé, lo demás lo ignoramos completamente. Blake es demasiado joven y Cande también, si algo fuerte pasó entre ellos dos, me parece normal que les cueste verse en el presente.
―Exactamente, presidenta ―responde Clas―. Hasta el día de hoy siguen siendo muy amigos de mi hermana. La ex pareja estaba por ir a estudiar en la misma universidad, pero a Cande se le presentó una importante beca en otra distinta.
―Ah, no me digas que terminaron gracias a la distancia. ¡Es algo tonto! ―respondo y luego le doy otro mordisco a mi hamburguesa―. Por favor, te amo... ―Le digo a Fabricio sin pensar. Él se queda totalmente pálido―. Perdón, vos me entendés, es por lo de la hamburguesa.
―Cla-claro, sí... no te preocupes. En realidad, no, no terminaron por eso. Ambos siguieron juntos porque, según mi hermana, todavía se querían. Fue después de un tiempo que las cosas cambiaron; Blake iba a visitarla unos dos días a la semana, y si él no podía, era ella quien se acercaba hasta su universidad. Pero las cosas cambiaron, solo ella iba a verlo y cuando se encontraban, se comportaba algo distante, nunca la presentó a sus amigos de universidad. Cande no entendía por qué, entonces no pasó mucho tiempo para que él le pidiera un tiempo.
―¿Un tiempo? Yo en lugar de Cande voy y lo mando a freír churros en medio de las Islas Malvinas y sin aceite ―Le señalo―. Qué ricos son los churros... Quiero un churro.
Fabri suelta una risa y nuevamente se le forman hoyuelos. Debo admitir que eso es lindo.
―Eso es exactamente lo que pasó con la profe; fue muy duro, pero ella no aceptó el tiempo, directamente terminó con él.
―¡En su cara! ―enfatizo cada palabra.
―En realidad no, porque fue todo por vídeo llamada ―Me respondió.
―¡Me estás charlando, yo lo mato! ¿Cómo va a hacer una cosa así y no enfrentarla en persona? No puedo creerlo ―confieso.
―Todos quisieron matarlo; mi hermana, mi cuñado, los demás amigos y la misma Cande. Todo esto pasó gracias a las personas con quien comenzó a juntarse durante el último año de universidad; chicos mimados que iban de fiesta en fiesta sin ningún compromiso. Incluso hasta tomaba demás. Se alejó de las amistades que realmente valían la pena.
―Pero si ahora parece re buena onda ―expongo.
―Me contaron que recapacitó un día al de levantarse con un dolor de cabeza increíble después de haber tomado tanto y probar por primera vez las drogas. Ah, y sin nadie que quiera hablar con él durante navidad, con un vacío increíble que no podía soportar.
―Auch, hasta a mí me dolió.
―Obviamente mi hermana y los demás lo perdonaron y ahora es una mancha totalmente olvidada en su amistad. Siguen siendo muy unidos con él. Cande también lo perdonó, pero no quiere regresar con él a pesar que Blake le rogó no sé cuántas veces. Ella se lo pasó muy mal durante meses y meses, no quiere volver a repetir algo así ―expone Fabri.
―Es lógico, pobre.
―Cada decisión tiene su consecuencia, si optas por hacer las cosas mal no esperes tener un final agradable ―Encoge sus hombros―. Si lo sabré yo...
―Tenés razón, yo creo que...
―Matilda, aquí estás ―Escucho detrás de mí.
Me doy vuelta y veo que es Damián algo agitado y preocupado. Lo miro y... es demasiado lindo, pero luego recuerdo lo que me habló Clas y siento una punzada en el pecho. ¿Es verdad que quiere jugar con mis sentimientos? ¿Por qué sería capaz de algo así? Durante el verano parecía un chico diferente, incluso hasta hace un rato atrás hubiera jurado que estaba verdaderamente enamorado de mí, pero la verdad es que seguro siempre actuó de una manera falsa conmigo.
Miro a Fabri y veo que él lo mira con demasiada bronca, nunca lo había visto tensarse de esa manera, siempre fue muy pacífico. Una señal más que advierte que lo que dijo fue cierto.
―Damián, ¿qué necesitás? ―Logro decir.
―¿Puedo hablar con vos un momento? ―pregunta acercándose y acariciando mi cabello dulcemente.
Me estremezco y siento algo muy feo dentro de mí. Vuelvo a mirar a Fabricio y recuerdo las palabras que le dije más temprano.
―Estoy con él, ahora no puedo.
―Está bien, solo necesito saber si tenés algo que hacer este viernes después de la competencia.
―Sí... voy... voy a ir al cine con él, tenemos una cita romántica ―Señalo a Clas. Él palidece y abre sus ojos enormes. No sé por qué saca un caramelo de su bolsillo con rapidez.
―¿Con él? ―Damián pregunta con una sonora carcajada que no me gusta para nada.
―Sí, ¿qué tiene? ―inquiero.
―Ah, en serio, Matilda, es el rarito del colegio, el que nunca habla y solo pinta. Él no está a la altura de nosotros, necesitás chicos como yo, importantes ―alega con arrogancia.
Estaba a punto de ponerme de pie para discutir con él, pero Clas me interrumpe.
―Escucha, Escobar ―habla Fabricio con mucha dureza―: Matilda elige con quien estar. ¿Me dices que yo no soy importante? Tal vez no lo seré, pero soy sincero y no juego con las personas y mucho menos con la chica que me gusta. Ella no necesita a personas importantes, sino a verdaderas que la respeten.
No soy capaz de articular ninguna palabra. Nadie más que Julián había defendido antes, si no lo hacía mi hermano lo hacía yo misma.
―Matilda, ¿en serio vas a escuchar las tonterías que este dice? elegí, es él o yo ―propone Damián.
Veo a Fabricio y su mirada me dice todo; es sinceridad pura, pero también desborda de inseguridad.
―Lo elijo a Fabri.
Ambos quedan estupefactos ante mi respuesta.
―¿Qué? ―espeta Damián.
―Lo que acabás de escuchar. ¿Podrías ser tan amble de dejarnos solos? Estábamos en medio de un chisme importante ―respondo.
―Pensé que eras inteligente, Matilda. No sabes cómo te arrepentirás, ya lo verás ―amenaza antes de irse.
―¿Estábamos en medio de un chisme importante? ―Fabri sonríe nuevamente.
Tengo que acostumbrarme a su sonrisa.
―Sí, ¿qué me decías de Blake? ―Pregunto con inocencia y él niega riendo.
Unas horas más tarde, ya nos encontrábamos en clase de Arte. Quedé con Fabri en irnos juntos a la salida. Estaba acostumbrada a las miradas de todos los alumnos, no es por jactarme, pero el hecho de ser demasiado popular en IIA me hizo acostumbrarme a las miradas de todos, pero esta vez era diferente. Todo el mundo me miraba por haber almorzado con el chico que hace un tiempo atrás ignoraba al noventa y nueve por ciento de las personas, claro que el gil de Julián era ese uno por cierto "favorecedor" de su amistad. Hasta mis dos amigas me miran muy curiosas, ni hablar del mensaje de Flor con las fotos adjuntas que sacó unos momentos atrás. Debo admitir ese tiempo que pasé con Clas fue... entretenido, es realmente fácil hablar con él. No traté de coquetear con él ni nada por el estilo, ni siquiera él intentó hacerlo que es el interesado entre los dos. Hablamos como dos amigos normales que se cuentan cosas y ríen entre ellos.
El nuevo profesor nos habla sobre algo aburrido sobre técnicas y arte contemporáneo, tengo unas ganas inmensas de bostezar, y al voltear hacia donde está Fabri, veo que él le presta atención de manera muy maravillada y claro, él ama esto.
Comienzo a ponerme nerviosa cuando me doy cuenta exactamente de lo que voy a hacer dentro de unos instantes. Le iba a mostrar a Fabri quién realmente soy; mi "discapacidad" de nacimiento, las personas con las que me rodeo y nadie lo sabe. Le iba a mostrar mi segunda familia y el lugar a donde amo ir. ¿Él lo entendería? ¿Me aceptaría tal cual soy o me trataría como una hipócrita? Cierro los ojos con fuerzas tratando de tranquilizarme. ¿Si cancelo esto? ¿Será tarde? Pero si lo hago solo estoy retrasando lo inevitable. Si algo sucederá entre los dos, él debe conocerme.
El timbre toca y el corazón me palpita a mil por horas. Fabri viene hacia mí, y después de preguntarme si estoy bien, me avisa que tiene que hablar un segundo con el profesor. Aprovecho para evadir a mis amigas e ir corriendo hasta el baño de mujeres. Me encierro en uno de los cubículos con la tapa puesta. ¿Por qué no puedo mostrarme tal cual soy? ¿La gente me rechazaría? ¿Perdería todo lo que logré hasta ahora?
―Exacto, mi prima se volvió loca ―Escucho hablar a una chica la cual desconozco la voz.
―Es obvio, en ese lugar te lavan el cerebro. ¿Desde cuándo se volvió evangélica? ―pregunta la otra y se me para el corazón.
―Hace algunos meses. Ahora se hace la santa y la que va a la iglesia... ¿Acaso se olvida de que antes salía con cualquier chico que se le cruzara y se drogaba los fines de semana?
―Qué horror, nada más ridículo que eso. Aparte está comprobado científicamente que Dios no existe ―Ríe―. No me vengan con esas tonterías de la fe.
«Sí existe»
―Una lástima, tu prima era buena onda y ahora es otra santurrona ignorante más.
La chica se ríe en respuesta.
¿Así iban a actuar todos si se enteran de mí? ¿De esa forma me iban a despreciar?
―Todavía no puedo creer que Damián te haya invitado a salir. Pensé que estaba con Matilda.
―¿La presidenta? La vi almorzando con el rarito aquel, el hijo del director.
―¿Esa chica está loca? ¡Arruinará su estatus social!
―Es una rubia tonta más, déjala ―Rió―. Ni debería ser popular.
―Por cierto, ¿qué te pondrás este viernes en la cita?
―No lo sé, saldremos después de su competencia. Seguro ganará y lo querrá festejar conmigo, él me lo dijo, así que no importará qué me ponga... vos me entendés ―Dos risitas tontas se escuchan. No dicen nada más porque la puerta se abre y más personas entran.
Qué equivocada estuve al pensar alguna vez que Damián era diferente. Al instante en el que lo rechacé fue a buscar a alguien más. Terminó siendo igual a cualquier otro chico patán que le importa solo una cosa. Agradezco el haber escapado de él. Así sucede muchas veces; las personas terminan siendo diferentes a lo que creíamos. Nunca sabemos en esencia como son y lo aplico para mí misma.
Me limpio las lágrimas y me apresuro a salir del baño sin que nadie me vea, pero justo después de salir corriendo alguien me retiene y me asusto.
―Ay, sos vos ―Suspiro tranquila.
―¿Estás bien? No es que me importe, claro ―responde mi hermano.
―Quiero irme a casa, Julián ―digo bajito.
―¿Pero si no ibas a salir con Fabri? ―pregunta extrañado.
―Ahora no quiero... bueno, si quiero, pero tengo miedo ―Sin darme cuenta lo abrazo, realmente necesitaba uno.
―Ah, bueno, esto es raro en público ―Me da palmaditas en la espalda―. ¿Qué te pasó?
―¿Si le cuento todo de mí y se va? Tengo miedo que me llame mentirosa, falsa o hipócrita. Todo el mundo piensa que soy algo, pero la verdad es que soy otra distinta y lo sabés.
―Voy a entrar en modo "buen hermano" ―Da un gran suspiro―. Ay, Matilda, sos Matilda Garzón, la presidenta del centro estudiantil de IIA. La chica que rompió el prototipo de la chica popular y que con un chasquido todos los alumnos la siguen. Te copian tu ropa y esos peinados horrendos que te hacés. ¿A quién le importa si creés en Dios? De todos modos, si alguien se burla, ahí nos daremos cuenta lo hipócrita e intolerantes que ellos son en realidad. Sos una persona increíble, además, te ayuda el hecho de tener una copia masculina tan sexi de hermano... eso es un golazo.
No me queda otra que reírme entre algunas lágrimas dispersas. Aunque lo niegue a muerte, amo a mi copia barata de hermano.
―¿Ustedes abrazados en público? ―La voz de Fabricio se escucha detrás de nosotros―. Es el fin del mundo.
―Es que vino a agradecerme de tener un hermano como yo y me pidió consejos para conquistarte ―Negué la cabeza ante su delirio―. Yo le dije que te regale un pincel, los vivís perdiendo o te los roba ese chancho que tenés en tu casa.
―Mini pig, Lili es un mini pig ―contradice Fabri―. Aparte ya no le hace falta nada para conquistarme, pero si acepto lo de los pinceles, en serio, casi ni me quedan.
―Revisá la popó de Lili, en una de esas con trozos te podés armar uno ―propone mi calco que no heredó neuronas.
―Ay, Dios... ―Vuelvo a negar con la cabeza.
―Bueno, me llevo a tu hermana ―anuncia Fabri.
―Okay, pero no la devuelvas.
Lo empujo en respuesta.
Fuimos a merendar a "El amor en tiempos de café". Antes de ir a cualquier otro lado, le pedí pasar por ese lugar para hablar con él. Estaba nerviosa y sentía que en cualquier momento podía levantarme, correr y correr lejos de acá. Sus ojos me miraban un tanto interrogantes, nunca pensé que unos ojos marrones puedan ser tan escudriñadores. Tomaba mi café en pequeños sorbitos casi sin hacer pausas y miraba hacia los dos costados, mientras que él terminaba de endulzar su té.
―¿Qué necesitas hablar conmigo? ―dijo rompiendo el silencio.
―De cosas...
―Claro, ¿y de qué cosas? ―Ladea su cabeza.
Me gusta su peinado algo descuidado y cuidado a la vez. No sé por qué pienso en su cabeza, pero tengo que tratar de distraerme para no decir tonterías. ¿Siempre tuvo esas pestañas? ¡Son más largas que las mías por más que use todo el rímel del mundo! Eso es injusto.
―De cositas ―tarde.
Él apenas sonríe.
―Bueno, rubia, dime esas cositas ―Me doy cuenta que trata de no reír.
«Vos podés, Matilda»
―Quiero decirte tantas cosas de mí, pero en realidad quiero saber si vas a quedarte cuando te las diga.
―Depende, Matilda ―responde serio.
«Ay, no»
―¿Depende de qué? ―pregunto despacio.
―Depende de si realmente quieres que me quede ―Vuelve a tomar su té―. ¿Es así? ¿Realmente lo quieres?
Me miró más interrogante que antes y mis ojos se desviaron hacia la cuchara con la que jugaba dentro de mi café. Si soy sincera, no lo quiero de la manera en el que él me quiere a mí. No me gusta, todavía, porque sé que algún día volveré a tener sentimientos por él si todo marcha bien. Tengo que aceptar que es muy fácil enamorarse de Fabricio y eso nadie lo sabe. Nadie jamás le dio una oportunidad a este chico. Todo iba a ser cuestión de tiempo. Sus miradas, sus hoyuelos y la manera en la que me trata. Pero ahora lo necesito como mi amigo, no mi novio y no el chico que me guste. Necesito su amistad, necesito su compañía. Por el momento, lo que más necesito es su amistad. Sí, definitivamente quiero que Fabricio se quede.
―Si no lo quisiera no te hubiera dicho que vengamos acá ―Logro responder.
―Confieso que quiero hacer un bailecito de felicidad en este momento, pero me parece que es algo inapropiado ―suelta.
Me hace reír y eso me da fuerzas.
―Tengo daltonismo.
―Ya lo sé ―confiesa inmediatamente como algo normal.
―¡¿Qué?! ―espeto.
―Hace años, Mati, exactamente desde que te conocí. Siempre te vestías muy colorida e incluso algunas veces, en tu época de garrapata, que por cierto la extraño, cuando hablabas conmigo mencionabas colores que no eran cuando elogiabas mis dibujos. ¿Y qué niño tiene el nombre de los colores en sus lápices? Solo tú.
―Nunca me lo dijiste.
―Porque lamentablemente nunca volvimos a hablarnos ―confiesa.
―Bueno... eso ya lo sabés y veo que lo tomaste bien ―Doy un trago más largo de café, me quemo y tengo ganas de chillar―. Soy cristiana ―confieso.
―También lo sé, creo que me ves los domingos, ¿no?
―Sí, me gusta cómo te vestís ―respondo sin darme cuenta. Él vuelve a quedarse pálido―. Perdón. No, a lo que me refiero es que soy cristiana, cristiana. No solo voy los domingos o sábados, sino que voy otros días de la semana. Estoy sirviendo en un grupo y me encanta. Me gusta Hillsong, Montreal, Relient K y Rescate. Conocí a personas increíbles y tengo una Biblia rosada, según los demás, con muchos pasajes resaltados. La tengo siempre en mi bolso y nunca la viste porque no me animo a sacarla en el colegio. Nunca me acosté con un chico y no quiero hacerlo hasta que me case. Tengo como una especie de doble vida, puedo hablarle de Dios a los demás, pero en el colegio jamás porque tengo miedo a que me discriminen y se burlen de mí. Mis supuestas amigas no lo saben porque no quiero que se rían. Vivo con miedo de que todos descubran que tengo dos cuentas de Instagram, dos twitter y dos de Facebook; una para cada estilo de vida ―Puedo respirar al fin.
―Todo eso también lo sé, pero lo mismo me he enamorado de ti ―confiesa.
Mi corazón se estruje.
―No deberías estar enamorado de una hipócrita.
―No eres una hipócrita. ¿Te piensas que no es difícil ser cristiano o evangélico en un mundo donde solo te humillan y ridiculizan nuestras creencias? Dónde solo se ríen si quieres ser virgen, mientras que los demás no recuerdan ni con quién se acostaron el día anterior, y eso lo empoderan o enaltecen, por supuesto. El mundo habla de que quieren igualdad, tolerancia y diversidad, pero eso lo aplican más para homosexuales que para un discapacitado. Si llegas a decir que no estás a favor, pero lo respetas igual y que hagan con su vida lo que quieran, lo mismo te tachan de homófobo, nazi, idiotas, cerrados. Se olvidan de ese concepto de igualdad, tolerancia y diversidad que tanto piden, lo aplican cuando a ellos les conviene.
Mis ojos se humedecen por las lágrimas que amenazan con salir
―No... no pensé que alguien me entendería.
―Te entiendo más que nadie, ¿cuántas veces Damián y sus amigos se han burlado de mí por publicar un versículo en mis redes? ¿Cuántas por negarme a imitar lo que ellos hacen? Me gané el mote de rarito, pastor, virgen, aleluya...
―Y yo... nunca hice nada para impedirlo ―Me seco otra lágrima por la culpa de esos recuerdos―. Perdón por callarme y no defenderte, por no hacer nada. No entiendo porque aun así te gusto.
―Porque conozco a la verdadera Matilda y me gustaría que fuera más valiente, porque allá afuera hay más, muchísimas más personas como nosotras camufladas que no se animan a alzar su voz. Quiero que esa Matilda sea libre y feliz.
―Gracias, realmente te agradezco mucho.
―Mi Biblia es azul.
―¿Azul? ―pregunto.
―Es que este amor es azul como el mar azul, como el azul del cielo nació entre los dos... ―Comienza a cantar.
No puedo evitar reírme.
―Tonto, para mí tu azul es mi verde.
Me asusta como la miércoles el haber publicado ESTE capítulo, donde la vez anterior perdí la mitad de mis lectores y puede que lo haga de nuevo.
Con este capítulo me metí en un tema medio controversial y como Matilda tiene sus inseguridades, yo también las tengo de tamaños abismales, pero después pensé: ¿Si muuuchas escritoras e historias que se leen son algo como: viviendo con los playboys, enamorada de un playboy, conociendo a los playboys, hablado con los playboys, adoptada por un playboy, oye playboy, bailando con los playboys, el playboy es mi hermano, el playboy es mi primo, el playboys es un idiota, el playboy es mi hermanastro, el playboy es mi profesor, el playboy es un espía, el playboy es un alfa, el playboy es Barney, el playboy es Messi, el playboy te baila una cumbia, el playboy es una de las chicas súper poderosas...ok, no. Como decía, si en Wattpad se leen esas cosas, ¿a alguien le va hacer mal que lean de Dios? No lo creo, y si es así, son libres de irse y leer El playboy te baila una cumbia.
Cada día que pasa y veo como la juventud y los adolescentes están, con cada crítica r indulto que recibo, me hacen acercarme más a Dios. La gran mayoría sabe que soy cristiana evangélica, y hace un tiempo escuchaba a alguien que admiro mucho decir: "si yo supiera que allá afuera están felices, soy el primero en irme (o sea alejarse de Dios)". No pudo haber dicho algo más cierto.
Que quede en claro: RESPETO CADA ESTILO DE VIDA Y CREENCIA. Lo que escribí no es nada más ni nada menos que lo que yo, como adolescente que fui a la secundaria, viví y me trataron. No es generalizar, es dar MI testimonio. SÉ QUE HAY ateos, agnósticos, etc que son tolerantes y respetuosos con los demás, pero a Mati como a mí, en el colegio no nos tocaron de esos.
Gracias por todooooooooooooooo.
Los ailovio con todo el jart!!!!!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro