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Capítulo 6

¿Qué se le pregunta a Joanne Jones?

—No lo sé, estoy hecha un lío—dijo Ava para luego tomar su café. Esa tarde había salido con Pattie a charlar un poco y pasar un rato entre amigas.

El primer año luego de la universidad había sido complicado para ambas. Tenían que encontrarse con cosas que realmente no les apetecía, tuvieron que separarse por unos meses ya que Pattie tuvo que regresar a su pueblo y fue para ella un momento de soledad, pero fue esa soledad que le ayudó a ver varias cosas de su pasado.

Quizás no fue lo mejor para ella, ahí se puso a pensar de más, a culpar a personas que quizás no tenían culpa de sus tragedias y fue también cuando decidió que siempre sería culpa de Joanne Jones. No era sano para ella pensar en eso, para nada, pero lo prefería antes de acreditarse la culpa a ella misma.

A veces preferimos culpar a alguien más de nuestras situaciones por miedo a darnos cuenta que la culpa había sido nuestra.

—Pues no lo veo tan difícil—había dicho Pattie partiendo una galleta en dos y sumergirla al café con leche que tenía en la mesa. Ava la miró incomprendida, quizás Pattie no se daba cuenta o no lo recordaba, pero Joanne Jones era una pesada.

—No creo sobrevivir a una entrevista con ella.

—¿Por qué? Si se ve dulce.

—Pues lo que se ve en las cámaras, pero seguro es totalmente diferente—respondió pensando que muchas veces pasaba que los artistas mostraban una identidad diferente a lo que realmente eran.

—Te estás creando una historia ficticia en donde ella es la villana—le dijo—, pero nunca has hablado con ella. Si culpamos a alguien, ¿no deberías culpar a tu ex? Al final fue él quién decidió estar con ella.

Ava odiaba cada vez que Pattie le mencionaba a Dean, ni siquiera era tan guapo, ¿por qué le molestaba tanto? Cuando estuvieron juntos había sido lindo, luego se volvió todo más difícil, él no sabía qué quería, ella prefería no estar con alguien que siempre tuviera dudas de si las cosas iban bien o no.

Lo que más le había gustado de Dean era su amor por el arte, veía el arte y al mundo de una manera tan peculiar, todo podía ser una fuente de inspiración para ella, hasta que decidió inspirarse en personas y esas personas ninguna había sido ella. Terminaron la primera vez porque él lo había decidido así, la segunda vez regresaron porque él también lo quiso, pero cuando terminaron la segunda y la última vez, había sido porque Ava sabía que no podía seguir así. Sabía que debía encontrar a una persona que la quisiera siempre, sin dudas, sin miedos y que pudiese demostrárselo siempre.

No le respondió, prefería cambiar el tema. Cuando hablaban de los novios no tenía nada bueno qué decir. Le dio un sorbo a su café, casi se quema porque seguía un poco caliente; Pattie la miró y se rio por eso, lo que causó que ambas se rieran de ese momento y olvidaran toda la situación anterior.

—¿Deseas que vayamos a caminar mejor?

—Sí, así se enfría un poco el café. Creo que por el cartón es más fácil que se mantenga caliente—respondió ella, recogió sus cosas. Pattie se colocó su bolso y caminó hacia la puerta para ser seguida por Ava.

En la puerta chocaron con un chico que venía acompañado, pero por suerte su café se mantuvo intacto.

—¡Disculpa!—dijo Pattie, el chico le demostró que nada había pasado—. ¡Oye! Tú eres el chico de la librería ¿no?

El muchacho las miró y se sorprendió al verlas, parecía como si no se hubiese fijado en ellas antes de ese comentario. Miró a Pattie y luego fijó su mirada en Ava y respondió.

—Sí, soy yo—respondió y les sonrió—. Soy Piero, un gusto, ¿y ustedes?

—Soy Pattie y ella es Ava—le respondió, el chico asintió.

—¿Qué tal los libros?—preguntó—. Digo, recuerdo que se llevaron algunos ¿no? Siempre me ha parecido interesante saber si a los compradores les terminan gustando los libros que se llevan.

Ava iba a responder cuando uno de los chicos que había entrado con él los interrumpió.

—Venga Piero, ven a ver el menú—le dijo al chico, este le hizo una seña a su amigo y luego regresó su mirada a ellas.

—Debo irme—les dijo—, son bienvenidas nuevamente en la librería—se despidió de ellas y se juntó con los chicos que lo estaban esperando.

Ava observó al chico, le había parecido curioso que se acordara del día cuando compraron los libros de Joanne Jones, consideró que las personas que se acordaban de sus clientes eran las mejores siempre. Ahora volvería más seguido a comprar libros en esa librería.

—Es guapo—dijo Pattie—, no me había fijado cuando fuimos a comprar los libros, pero tiene un look atractivo hoy.

—Sí, es lindo—dijo ella, aunque realmente no se había fijado tanto en su belleza, le había sorprendido más el interés que había tenido por sus clientes.

—Debemos regresar a la librería esta semana—le dijo Pattie.

—Pienso igual—se rio Ava para tomar su café y caminar con Pattie por la calle.

....

Al llegar a su casa se encontró con su hermana menor en la puerta esperándola. Se acercó a saludarla y darle un abrazo.

—Solecito, ¿qué haces aquí?

—He venido a traerte comida, abuela dice que no estás comiendo bien, lo ha visto en tus estados de Whatsapp—respondió ella y le enseñó una lonchera azul que estaba visiblemente llena.

—¿Por qué no has entrado?

—Dejé la llave—respondió—, pero llegué hace como diez minutos, he esperado más tiempo fuera de casa por olvidar las llaves al salir del Instituto—respondió, Ava abrió la puerta y la dejó entrar primero.

—¿Cómo ha estado todo? ¿Qué tal está la abuela? ¿Theo y Rome?—la llenó de preguntas, Sol dejó la lonchera en la mesa de la cocina y la abrió para sacar las guarniciones que había llevado.

—Todo está bien—respondió—, Rome ha sido aceptada para estudiar en Leosville, irá la próxima semana para conocer la universidad. La abuela está bien, solo dice que no estás comiendo mucho porque ahora que vives sola no te preocupas por ti—dejó los envases de vidrio dentro de la nevera—, con Theo todo va bien, está ahora estudiando con el hermano de Minerva cómo hacer aplicaciones móviles o algo así.

—¿Aplicaciones móviles?

—¡Sí! Está muy genial, hace poco hizo una calculadora—se rio—, me la ha enseñado y funciona bien. Últimamente ha estado en eso y creo que es lo que va a estudiar.

—Que bueno, espero que le vaya bien—respondió ella.

—Sí, le dije que hiciera una aplicación para citas y así te ayudamos a conseguir novio.

Ava lanzó un bufido y Sol se rio por eso. Su hermana ya le había dicho en varias ocasiones que quería ayudarla a conocer a un chico, sabía que no lo hacía con mala intención pero se sentía quizás un poco presionada por eso.

Sacó el libro de Joanne Jones del bolso y lo colocó en la mesa de la sala, Sol la siguió y tomó el libro.

—Oh, ¿ahora leemos a Joanne Jones?

—Debo hacer una entrevista para ella.

—¿Y qué le preguntarás?

—No estoy muy segura, ¿qué le puedo preguntar? Todavía no termino el libro.

—Leí este libro cuando lo sacó, creo que es muy bueno. Deberías preguntarle sobre la distancia entre los personajes.

—¿La distancia?

—Sí, Leo y Liz, luego de terminar se siente cómo un vacío para ambos, pero antes incluso de hacerlo habían señales.

—Creo que no he llegado a esa parte.

Solo tomó el libro y lo abrió en una página al azar, se encontró con una de las notas que había puesto B en él. Lo miró curiosa y leyó en voz alta.

—Las casualidades que menciona Liz son igual de causales que las ganas que tiene por encontrarse a sí misma. Una vez que decides qué quieres, el mundo entero gira alrededor de eso hasta lograrlo, pero a veces cuesta un poco. A mí me costó encontrarme.

Ava le quitó el libro y Sol hizo un puchero para tenerlo nuevamente.

—Oye ¿qué es eso? Esa no es tu letra, ¿te lo han prestado?

—Es un libro que compré hace poco, es usado.

—Oh, el chico que lo leyó antes ha escrito en él. Que curioso.

—¿Cómo sabes que es un chico?—ella ya sabía que era un chico, pero no había visto cómo Sol lo descubrió tan rápido.

—Pues no lo sé, quiero atribuirle las cosas a las causalidades que él mismo está escribiendo en el libro—respondió y le hizo un gesto para molestarla—. Quién sabe y luego lo conoces.

—No creo que eso suceda.

—Hazle caso al chico, cuando decides lo que quieres el mundo entero gira para que lo logres.

 No era muy creyente en esas cosas, de chica había creído en el destino y en todas las posibles causas que debería de tener para conocer al amor de su vida, pero esos eran cuentos de hadas para ella. Si querías algo te tocaba trabajar duro para lograrlo, aunque en el amor era mucho más complicado, no podías crear el escenario, las cosas eran más difíciles de esa manera.

Abrió el libro y miró la primera página, la misma en dónde se encontraba el papel que había visto antes de comprarlo. Vio la inicial, se fijó en cómo había escrito todo, ¿y si podía fingir por un momento que su vida era una película? De ser así, en ese momento era cuando se daba cuenta de que no había encontrado ese libro de casualidad.

Su destino ya había sido marcado.

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