Prólogo
(Multiverso Marvel, Universo Cinematográfico, Periodo Ultron, Sokovia).
La batalla en Sokovia se intensificaba con cada segundo. Los Vengadores luchaban ferozmente contra el ejército de clones de Ultron, cada uno concentrado en su tarea. Los gritos de los civiles resonaban en el aire, mezclándose con el sonido de las explosiones. Sin embargo, en medio del caos, una vibración repentina recorrió el suelo. Era un pulso que resonó en cada uno de ellos, deteniendo su lucha por un momento.
De repente, los robots de Ultron comenzaron a caer uno a uno, sus circuitos zumbando hasta apagarse por completo. Ultron, con una mirada furiosa, se detuvo en seco, miró a su alrededor y luego a Tony Stark.
—¡Stark! ¡Esto es obra tuya! —gritó, mientras su cuerpo metálico empezaba a desactivarse. Antes de caer, maldijo a Tony, quien lo observaba con una mezcla de sorpresa y confusión.
—¿Yo? —replicó Tony. Sus compañeros lo miraron, todavía aturdidos por la extraña ocurrencia.
Natasha observó a Bruce mientras se transformaba de Hulk a su forma humana. Sorprendida, notó que Bruce había logrado mantener el control.
—Parece que has aprendido a manejarlo —dijo Natasha, con una sonrisa.
Bruce, aún con la tensión en su rostro, respondió:
—No, todavía estoy enojado. No sé por qué no puedo volver a ser Hulk.
Mientras discutían, Hawkeye se percató de algo inquietante. Mirando a su alrededor, notó que la mayoría de los civiles ya no estaban.
—Espera un segundo... ¿dónde están las personas? —preguntó, con una expresión de preocupación.
Un comunicador sonó, rompiendo el silencio. Natasha lo activó, y la voz familiar de María Hill resonó en el aire.
—No se preocupen, están a bordo de la nave. Todos están a salvo.
Tony se burló, con una sonrisa sarcástica.
—Vaya, ¿tardaron un poco, no?
Nick Fury, que se había unido a María, frunció el ceño.
—¿A qué te refieres, Stark?
Steve Rogers, confuso, interrumpió:
—¿No fuiste tú quien hizo ese pulso que desactivó a los ultrones?
—No, en realidad pensábamos que ustedes eran los responsables —respondió Nick, con sinceridad.
—¿Y cómo teletransportaron a las personas? —preguntó Natasha, con el ceño fruncido.
—No lo hicimos. Simplemente aparecieron en la nave —admitió María, su voz grave resonando a través del comunicador.
La preocupación se hizo evidente en los rostros de los Vengadores. Antes de que pudieran procesar la situación, Thor, con su mirada aguda, señaló hacia adelante.
—Miren —dijo, sus ojos fijos en una gran pantalla que se estaba materializando frente a ellos.
Nick Fury también observó una pantalla similar aparecer a su lado. Ambas eran de un color transparente al principio, pero pronto la parte externa se tornó oscura, como una puerta a lo desconocido.
Hawkeye, con su arco en mano, apuntó a la pantalla con desconfianza.
—¿Qué demonios es eso? —preguntó, su voz tensa.
Tony se acercó para examinarla, intentando analizarla con sus sensores, pero se dio cuenta de que no podía detectar nada.
—No hay señal... ni siquiera mis sensores pueden analizarla —murmuró, frustrado.
Natasha se volvió hacia Thor, preguntando:
—¿Es magia?
—No —respondió Thor, sacudiendo la cabeza—. No detecto magia en ella.
Mientras se preguntaban sobre la extraña aparición, Nick recibió mensajes en su comunicador.
—Tengo algunos informes de mis contactos —dijo, mirando a María—. Parece que hay pantallas apareciendo en todo el planeta, frente a las personas.
Aquí te dejo el fragmento que describes:
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(Multiverso Anime, Universo Bleach, Periodo Rescate de Rukia, Seireitei).
Rukia respiraba profundo, aceptando su destino mientras era elevada lentamente por el Sōkyoku. El calor de la ejecución inminente llenaba el aire, pero antes de que fuera demasiado tarde, levantó la mirada hacia Genryūsai Yamamoto, el Capitán Comandante, que observaba la ceremonia con sus ojos severos.
—Capitán Yamamoto —dijo Rukia con voz firme, a pesar de su situación—. Como última voluntad, le ruego... que perdone a los ryoka y los deje ir una vez que todo esto termine. No tienen culpa de mis acciones.
Yamamoto la observó por un momento, su rostro inmutable. Finalmente, asintió lentamente con la cabeza, concediéndole su última petición.
—Así será, Kuchiki Rukia —respondió, su voz resonando como el eco de un trueno.
Pero en ese instante, cuando todos esperaban el desenlace, algo inesperado ocurrió. Un portal transparente apareció frente a Rukia. Era tan repentino y extraño que los capitanes no tuvieron tiempo de reaccionar. El portal, con un brillo tenue y etéreo, se tragó a Rukia en un parpadeo y luego desapareció sin dejar rastro.
Los ojos de todos los presentes se abrieron con asombro. El Capitán Byakuya frunció el ceño, su mano instintivamente se dirigió a su zampakutō, y el resto de los capitanes se tensaron ante lo inexplicable.
—¿Qué... qué está pasando? —exclamó Soi Fon, incapaz de ocultar su sorpresa.
Pero no acababa ahí. Otro portal similar apareció frente a Shunsui Kyōraku y su teniente Nanao Ise. Sin previo aviso, ambos fueron arrastrados dentro, desapareciendo tan rápido como Rukia.
—Esto... esto no puede ser real... —murmuró Nanao justo antes de ser engullida por el portal.
—Shunsui... —Ukitake alcanzó a susurrar, con preocupación en sus ojos.
El caos empezaba a gestarse. Los capitanes, confundidos y desconcertados, se miraban unos a otros, con nerviosismo en sus rostros. Incluso Byakuya, siempre tan controlado, estaba tenso, con su mirada analizando todo a su alrededor.
De repente, otro portal se materializó, esta vez frente a la capitana Unohana y su teniente Isane Kotetsu. Sin tiempo para reaccionar, ambas fueron absorbidas en silencio. A pesar de la calma habitual de Unohana, ni siquiera ella pudo prever lo que estaba ocurriendo.
A pesar del desorden, Yamamoto, con su experiencia inquebrantable, mantuvo la calma para transmitir seguridad a sus subordinados.
—¿Qué está sucediendo aquí? —preguntó con voz grave, aunque en su interior sabía que algo inusual y fuera de su control estaba ocurriendo.
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A lo lejos, Ichigo corría a toda velocidad, empujado por la necesidad de salvar a Rukia antes de que fuera demasiado tarde. Su corazón latía con fuerza mientras repetía en su mente: "Tengo que llegar... No puedo fallar."
Sin embargo, antes de que pudiera llegar a su destino, un portal apareció a su lado. En un abrir y cerrar de ojos, Ichigo fue tragado sin darse cuenta, desapareciendo de la vista de todos.
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En otra parte del Seireitei, Sado, Orihime, Uryū y Ganju también corrían con todas sus fuerzas, acompañados por Zaraki Kenpachi y sus tenientes. Estaban en medio de su misión cuando, sin previo aviso, un portal apareció frente a ellos.
—¡Cuidado! —exclamó Sado, pero fue demasiado tarde. Uno por uno, fueron absorbidos por el portal.
Kenpachi, quien observaba todo con una sonrisa confiada, no parecía sorprendido, pero Yachiru, quien lo acompañaba, lo miró con sus ojos grandes y curiosos.
—Keny, ¿sabes qué está pasando? —preguntó Yachiru con un tono casi tímido.
Kenpachi estaba a punto de responder cuando otro portal se abrió justo frente a él. Antes de que pudiera desenvainar su espada, fue engullido por el portal junto a Yachiru.
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De manera inesperada, todos ellos comenzaron a aparecer frente a la tienda de Urahara. Primero fue Rukia, luego Shunsui y Nanao, seguidos por Unohana, Ichigo, Sado, Orihime, Uryū y Ganju. Finalmente, Kenpachi y Yachiru también llegaron, al igual que los dos tenientes. Urahara observaba con los ojos muy abiertos mientras cada uno aparecía frente a su tienda.
—¿Qué demonios...? —murmuró Urahara, sorprendido al ver cómo tantos shinigami y ryoka se materializaban frente a él.
Cuando Jūshirō Ukitake apareció, la confusión aumentó.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Rukia, mirando a su alrededor con desconcierto.
Ichigo, al ver a Rukia, sintió un alivio repentino.
—¡Rukia! —exclamó, corriendo hacia ella—. ¡Estás bien!
—¡Ichigo! —Rukia también se alegró al verlo, pero su confusión seguía presente—. ¿Qué hiciste para traerme aquí?
Ichigo sacudió la cabeza, igualmente desconcertado.
—No lo sé... No fui yo.
Ambos miraron al único que pensaban que podía haber sido responsable de todo esto: Urahara. Todos los presentes lo miraron, y Urahara sintió el peso de sus miradas inquisitivas.
—Eh... No tuve nada que ver con esto —dijo, levantando las manos en señal de inocencia—. De hecho, me sorprende tanto como a ustedes.
Ukitake y Shunsui intercambiaron miradas incrédulas al ver a Urahara. Parecía que las cosas se complicaban aún más cuando, de repente, comenzaron a aparecer pantallas transparentes frente a cada uno de ellos.
Kenpachi, fiel a su instinto combativo, no dudó en intentar destruir la pantalla frente a él, golpeándola con todas sus fuerzas. Pero, para su sorpresa, no logró hacerle ni un rasguño. Frunciendo el ceño, aplicó aún más fuerza, pero el resultado fue el mismo.
—¿Qué demonios...? —murmuró desconcertado.
(Multiverso Anime, Universo Naruto, Periodo pre secuestro de Gaara, afuera de la aldea de la arena).
En medio del árido desierto que rodeaba la Aldea de la Arena, Deidara y Sasori caminaban en silencio, avanzando lentamente hacia su objetivo: capturar al Kazekage, Gaara. El sol abrasador y el interminable horizonte de dunas comenzaban a agotar la paciencia de Deidara, quien finalmente rompió el silencio.
—¿Cuánto falta, hmm? —preguntó Deidara, arrastrando las palabras con un toque de molestia.
—Un día, quizás dos, si no nos encontramos con otra tormenta de arena —respondió Sasori sin darle demasiada importancia, su tono seco y sin emoción.
Deidara chasqueó la lengua, claramente irritado.
—Si me dejaras usar mi arcilla explosiva podríamos llegar en un instante, ¿qué tiene de malo darle un pequeño toque artístico a nuestro viaje? —protestó Deidara, intentando persuadir a Sasori para que lo dejara invocar uno de sus pájaros de arcilla.
—No —fue la respuesta cortante de Sasori—. Tenemos que ser sutiles. Un vuelo sobre la aldea llamaría demasiada atención.
Deidara suspiró, resignado a seguir caminando. Sin embargo, justo cuando iba a hacer otro comentario, algo extraño ocurrió. Un portal transparente apareció de repente frente a él, y antes de que pudiera reaccionar, lo envolvió completamente. Deidara desapareció en un instante, sin dejar rastro.
—¿Qué...?
Sasori apenas tuvo tiempo de procesar lo que había sucedido cuando otro portal apareció frente a él, tragándoselo antes de que pudiera reaccionar. En cuestión de segundos, ambos miembros de Akatsuki fueron transportados a otro lugar.
Aparecieron de golpe en una habitación oscura, la familiar guarida de Akatsuki. Pero no estaban solos. Todos los miembros de la organización, excepto Itachi, también estaban allí.
—¿Qué demonios ha pasado? —gruñó Hidan, claramente molesto—. ¡Pain, esto debe ser cosa tuya!
Pain permaneció en silencio, observando a su alrededor con calma, mientras Konan, a su lado, fue quien habló.
—No ha sido obra de él —respondió Konan con frialdad—. Ninguno de nosotros ha hecho esto.
—Hm... parece que no todos están aquí —comentó Zetsu, observando a los demás—. Itachi no ha sido traído...
Antes de que pudiera terminar su frase, Kisame lo interrumpió con una sonrisa sarcástica.
—¿Y por qué Itachi no está? Esto es cada vez más raro.
Mientras tanto, en otra dimensión, Tobi, con su máscara arrojada al suelo, estaba claramente molesto. Se había dado cuenta de que no podía salir de su propia dimensión, algo que nunca había sucedido antes.
—¿Qué está pasando...? —murmuró para sí mismo, mirando a su alrededor con frustración—. No puede ser... no puedo salir de aquí.
Justo en ese momento, una pantalla translúcida comenzó a materializarse frente a él, flotando en el aire. Tobi frunció el ceño, observando la extraña aparición.
En la Aldea de la Hoja, Naruto y Jiraiya ya habían llegado y estaban conversando con Sakura. La charla era relajada hasta que Naruto, con su habitual despreocupación, le comentó a Konohamaru sobre un nuevo ninjutsu pervertido que había aprendido.
—¡Naruto! —gritó Sakura furiosa, lista para golpearlo con toda su fuerza.
Sin embargo, justo antes de que su puño conectara con el rostro de Naruto, una pantalla misteriosa apareció de la nada entre ellos, bloqueando el golpe. La mano de Sakura chocó contra la pantalla, pero ni siquiera dejó un rasguño.
—¿Qué... qué es esto? —preguntó Sakura, completamente desconcertada.
Naruto, Jiraiya, y los demás miraron sorprendidos mientras más pantallas comenzaban a materializarse. Una frente a Naruto, otra frente a Jiraiya, y también frente a Konohamaru y sus compañeros.
Pero no solo en la Aldea de la Hoja. Estas extrañas pantallas comenzaron a aparecer por todo el mundo ninja: en las aldeas ocultas, en los campos de batalla, e incluso en los lugares más remotos, dondequiera que hubiera una persona, una pantalla aparecía misteriosamente frente a ellos.
(Multiverso Héroes, Universo Máx Steel Original, Periodo post Cytro).
En uno de los cuarteles generales de N-Tek, Max Steel entrenaba intensamente con Cytro en una simulación de combate, sus movimientos coordinados bajo la atenta mirada de Berto, quien monitoreaba los niveles de energía y rendimiento desde una consola cercana. De repente, una pantalla translúcida apareció frente a cada uno de ellos. Cytro y Berto reaccionaron de inmediato, tratando de analizar el fenómeno.
—No tiene sentido... No puedo obtener ninguna lectura —dijo Berto, frunciendo el ceño ante los datos vacíos que su consola mostraba.
Max, con una mezcla de confusión y alerta, miró a Cytro.
—¿Sabes qué es eso?
Cytro, después de escanear la pantalla con todos sus sensores, respondió con su voz mecánica.
—Según mis escáneres, esta pantalla ni siquiera existe.
La situación se volvió más inquietante cuando Berto recibió una notificación urgente.
—Max... estoy recibiendo reportes de pantallas como esta apareciendo en todas partes.
El entrenamiento había sido interrumpido por algo más extraño de lo que podían haber anticipado.
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(Multiverso Héroes, Universo Invincible, pre-traición de Omni-Man, Casa de Los Grayson)
Marc Grayson cenaba tranquilamente con sus padres, Nolan y Debbie, en su casa. De repente, un portal apareció frente a Omni-Man y lo tragó en un abrir y cerrar de ojos. Marc reaccionó alarmado, levantándose rápidamente de su silla.
—¡Papá!
Sin embargo, Debbie apenas alzó la vista y siguió comiendo.
—Debe haber ido a pelear en otra dimensión. No es la primera vez que pasa —comentó con un tono despreocupado.
La tranquilidad de Debbie solo duró unos segundos, hasta que Cecil se teletransportó directamente a su sala. Al verlo, Debbie finalmente mostró signos de preocupación.
—Oh no, esto no es bueno —susurró Debbie.
Marc, que aún no conocía a Cecil, lo miró con curiosidad.
—¿Quién es este tipo? —preguntó Marc.
—Trabajo con tu padre —respondió Cecil con tono serio, antes de que Debbie lo corrigiera.
—Este es Cecil Stedman, director de la Agencia de Defensa Global.
—He venido porque diversos héroes han desaparecido tras ser absorbidos por portales —explicó Cecil rápidamente—. ¿Y Nolan?
Marc intercambió una mirada preocupada con su madre antes de responder.
—Papá también desapareció por un portal hace unos minutos.
Cecil frunció el ceño, y justo en ese momento, pantallas translúcidas comenzaron a materializarse frente a ellos.
—Esto no es normal —murmuró Cecil, mientras otras pantallas aparecían en todo el planeta y más allá.
En el planeta Viltrum, el imponente Thragg observaba fríamente una pantalla que había aparecido frente a él. Sin perder tiempo, intentó destruirla con toda su fuerza, pero no logró ni rasguñarla.
—Imposible... —gruñó, antes de dar la orden a los demás viltrumitas para que comenzaran a analizar las pantallas.
A pesar de sus esfuerzos, ningún análisis tenía éxito. Algo mucho más grande estaba ocurriendo en todo el universo.
(Multiverso Héroes, Universo Steven Universe, Periodo Pre invasión de las rubies, granero).
De repente, Steven, quien estaba cerca de la entrada, alzó la voz:
—¡Chicas! ¡Vengan rápido!
Las cinco gemas miraron sorprendidas y corrieron hacia él. Una enorme pantalla transparente se materializaba frente a Steven. Cuando llegaron, nuevas pantallas comenzaron a aparecer, una para cada una de las gemas, flotando misteriosamente en el aire.
Perla fue la primera en intentar tocar la suya, y Peridot rápidamente siguió su ejemplo, intentando analizarla con sus propias habilidades tecnológicas.
—¿Es esto tecnología del Planeta Madre? —preguntó Perla, su mente analítica ya buscando una explicación lógica.
Peridot negó, con una mezcla de curiosidad y preocupación.
—No lo es... No puedo analizarla. ¡Es como si no estuviera realmente aquí!
La situación se volvió más tensa cuando las gemas notaron que Garnet estaba extrañamente rígida. Sujetaba su cabeza con ambas manos, murmurando cosas que ninguna de las demás podía entender. Luego, sin previo aviso, comenzó a temblar y, para sorpresa de todas, se desfusionó en Rubí y Zafiro.
Rubí sostenía a una temblorosa Zafiro, quien repetía en un tono desesperado:
—No puedo... No entiendo... No puedo ver...
—¿Qué es lo que no puedes ver, Zafiro? —preguntó Steven, ahora visiblemente asustado.
Con su ojo abierto y lleno de miedo, Zafiro respondió:
—No puedo ver el futuro... Es como si todo hubiera desaparecido.
La incertidumbre llenó el aire mientras cada una de las gemas intentaba asimilar lo que estaba ocurriendo. Ninguna tenía respuestas, y la situación solo empeoraba.
En ese momento, el teléfono de Steven sonó, interrumpiendo el caos. Al contestar, escuchó la voz de su padre, Greg, del otro lado de la línea.
—Steven, ¿estás teniendo alguna aventura o algo así? —preguntó Greg en tono despreocupado—. ¡Porque tengo una pantalla rara flotando frente a mí!
—No sé qué está pasando, papá —respondió Steven, intentando mantener la calma—. ¡No es una aventura!
Antes de que pudiera terminar la conversación, su teléfono volvió a sonar. Esta vez era Connie.
—¡Steven! ¿Te ha aparecido una pantalla también? Porque aquí hay una frente a mí.
Steven, ahora completamente sobrepasado, comenzó a recibir una avalancha de mensajes y llamadas de conocidos y amigos, todos informándole de la aparición de pantallas similares. Sin saber qué hacer, decidió apagar su teléfono, sintiéndose incapaz de responder a las preguntas de todos.
La situación no solo se limitaba a la Tierra. En el Planeta Madre, las mismas pantallas comenzaron a aparecer, tanto en la superficie como en las naves que patrullaban el espacio. En cada rincón del universo donde hubiera gemas o seres vivos, esas misteriosas pantallas flotaban, dejando a todos perplejos y sin respuestas.
(Multiverso Héroes, Multiverso Ben 10, Universo Prime, Periodo pre destrucción del universo, afuera de un local de bebidas).
—No lo sé, Rook —respondió Ben encogiéndose de hombros—. Pero lo que sí sé es que está deliciosa.
Todo parecía tranquilo hasta que, de repente, una pantalla apareció flotando frente a ellos. Ben dejó de tomar su malteada y suspiró profundamente, pensando que probablemente sería otro intento de invasión o alguna nueva amenaza al planeta. Sin embargo, esta pantalla era distinta. No mostraba imágenes, ni transmitía ningún mensaje. Era solo un objeto rectangular, completamente transparente, al menos por unos segundos, antes de que los bordes se oscurecieran.
En ese instante, el Omnitrix de Ben empezó a parpadear, seguido por una llamada del cuartel general de los Plomeros. El abuelo Max apareció en la pantalla de su comunicador.
—Ben, Rook, estas pantallas están apareciendo por todas partes, tanto en la Tierra como en el resto del universo. Estamos recibiendo reportes constantes —explicó Max, con una expresión grave—. No sabemos qué son ni qué hacen. Le hemos enviado un mensaje a los Galvan, pero ni siquiera ellos, ni Azmuth, tienen una idea de qué está pasando.
Ben, tras escuchar la advertencia de su abuelo, suspiró nuevamente, terminando su malteada.
—Voy por otra —le dijo a Rook, bajándose del camión.
Sin embargo, cuando Ben comenzó a caminar hacia el puesto de malteadas, notó algo peculiar: la pantalla lo seguía a cada paso. Le pidió a Rook que también bajara del camión, y efectivamente, la pantalla que le había aparecido a Rook también lo seguía a él de cerca.
—Esto es raro... —comentó Ben, mirando a la pantalla flotante.
De repente, una voz familiar les interrumpió desde detrás.
—Muy interesante... —dijo el recién llegado.
Ben se volteó rápidamente, y una sonrisa amistosa apareció en su rostro al reconocer al hombre que estaba ahí.
—¡Profesor Paradox! —saludó Ben—. Rook, te presento al Profesor Paradox.
Rook saludó al Profesor con una inclinación formal. Tras los saludos de rigor, Ben no tardó en preguntar:
—¿Sabe qué está pasando, Profesor?
Paradox, con una expresión inusualmente seria, negó con la cabeza.
—Por primera vez en todo mi largo tiempo de existencia... no lo sé —respondió Paradox, algo desconcertado—. He estado viajando por diversas líneas de tiempo y saltando entre múltiples universos, y en cada uno de ellos estas pantallas aparecen frente a los seres sapientes.
Ben frunció el ceño ante esa revelación, pero lo que Paradox dijo después fue aún más desconcertante.
—Lo más inquietante —continuó Paradox— es que, incluso con todos mis saltos y viajes, hay una pantalla que también me sigue a mí. No importa cuán lejos me desplace en el tiempo o el espacio, ella sigue ahí, a mi lado... lo cual, claro está, no tiene ningún sentido.
La situación ahora era más misteriosa y grave de lo que Ben había anticipado, y ni siquiera el Profesor Paradox, con todo su conocimiento y habilidades, podía ofrecer una explicación.
(Multiverso Anime, Universo Kimetsu No Yaiba, Periodo pre tren, residencia de Ubuyashiki).
Los pilares se encontraban reunidos junto a Kagaya Ubuyashiki, el patrón. Este encuentro marcaba la última reunión antes de que Kyojuro Rengoku partiera en su misión al tren. Kagaya, con su voz calmada y afectuosa, asignaba las tareas que cada pilar debía cumplir en los días venideros, finalizando la reunión con una suave inclinación de cabeza.
Justo cuando los pilares se disponían a retirarse, Tengen Uzui, el pilar del sonido, se levantó bruscamente, sus ojos se entrecerraron y sus oídos captaron algo inaudible para los demás.
—¿Qué es ese sonido? —preguntó, con la mirada fija en el horizonte, sus manos automáticamente dirigiéndose a sus espadas.
Los demás lo miraron confundidos. Sanemi, el pilar del viento, arqueó una ceja.
—¿De qué hablas, Uzui?
Pero entonces, todos lo sintieron. Un zumbido sordo y grave, como un eco distante que vibraba en el aire, seguido de una ráfaga, un impulso suave que los golpeó, como una brisa invisible. La tensión en la sala se elevó de inmediato, y Mitsuri Kanroji, el pilar del amor, temblando levemente, murmuró:
—¿Podría ser... algún ataque de una luna superior?
Todos, instintivamente, desenvainaron sus espadas, los ojos de cada pilar buscando cualquier señal de peligro. Sin embargo, algo mucho más perturbador sucedió. Gyomei Himejima, el pilar de la roca, cayó de rodillas repentinamente, con ambas manos sujetándose la cabeza.
—¡Gyomei! —gritó Shinobu, alarmada, corriendo hacia él.
Pero no solo él. Kagaya Ubuyashiki, el patrón, también se derrumbó, su rostro en una mueca de dolor mientras su esposa intentaba sostenerlo, preguntándole angustiada qué le ocurría.
—¡señor! —clamó Giyu, acercándose apresuradamente.
Por unos segundos, tanto Gyomei como Kagaya se mantuvieron inmóviles, respirando de manera agitada, hasta que finalmente se detuvieron. Gyomei, aún de rodillas, levantó la cabeza y, con la respiración entrecortada, pronunció con asombro:
—Puedo ver... —dijo, sus manos temblando mientras se las llevaba a los ojos, explorando el mundo con una nueva claridad.
Los pilares lo miraron incrédulos. Gyomei, quien había sido ciego toda su vida, ahora tenía las pupilas notablemente visibles y brillantes. Pero más impactante aún fue Kagaya. De pie, sus ojos abiertos y claros, su rostro libre de las cicatrices de su maldición, sonreía con incredulidad.
—Ya no siento dolor... —dijo en un susurro, su voz cargada de alivio, mientras su esposa lo observaba en estado de shock—. Las marcas... han desaparecido.
La sala entera quedó en silencio, con los pilares intercambiando miradas atónitas. ¿Qué clase de poder había sido capaz de hacer algo tan imposible? Pero antes de que pudieran formular preguntas, pantallas transparentes comenzaron a materializarse, una al lado de cada uno de ellos.
Sanemi, el pilar del viento, fue el primero en reaccionar. Convencido de que se trataba de una técnica de sangre demoníaca, blandió su espada y atacó una de las pantallas, pero su hoja pasó a través de ella sin hacerle ningún daño. Solo el aire fue cortado.
—¡Maldita sea! ¿Qué es esto? —gruñó, frustrado.
El caos apenas comenzaba. Tengen Uzui, con su oído mejorado, escuchó algo más, un sonido que provenía de lo alto. Miró hacia arriba justo a tiempo para ver cómo se abría un portal transparente y, antes de poder reaccionar, vio caer a sus tres esposas directamente hacia él. Con una agilidad impecable, Uzui las atrapó una por una.
—¿Están bien? —preguntó con un tono urgente.
—¡¿Qué está pasando?! —preguntó Suma, su voz temblando—. ¡Estábamos en medio de la misión que nos encargaste y de repente... simplemente... nos esfumamos!
Antes de que pudieran procesar lo que sucedía, otro portal se abrió justo sobre Sanemi. Sin tiempo para esquivarlo, Genya, su hermano, cayó directamente sobre él, derribándolo al suelo. Sanemi soltó un gruñido, pero la confusión era tal que no pudo siquiera regañar a Genya.
—¡Hermano! —exclamó Genya—. ¡No sé cómo llegué aquí!
Uzui, con sus sentidos sobrecargados, escuchó la conmoción proveniente de otras áreas de la residencia del patrón. En todas partes, otros cazadores y residentes gritaban alarmados por la aparición de más pantallas. La confusión se extendía rápidamente.
Pero no era solo allí. En las aldeas cercanas, en los pueblos lejanos, en las montañas y llanuras donde se escondían los demonios... esas mismas pantallas aparecían frente a todo ser viviente que tuviera la capacidad de razonar.
(Multiverso Marvel, Universo 616, Periodo Pre Knull, Edificio).
En lo alto de un rascacielos de Nueva York, Spider-Man y Deadpool observaban el atardecer tras haber finalizado una intensa misión de rescate. El ambiente debía estar más relajado, pero Peter Parker, con su traje rojo y azul, estaba visiblemente molesto.
—¡Wade! ¿Podrías, por una vez, dejar de arruinar todo con tus locuras? —le espetó Peter, cruzándose de brazos—. ¡Estábamos a punto de perder a esa familia porque te pusiste a hablar... con el aire!
Deadpool, balanceándose con su típico humor, levantó una mano y lo interrumpió:
—¡Hey! No estaba hablando con el aire. Estaba hablando con... bueno, con alguien más.
Spider-Man se llevó una mano a la máscara, suspirando profundamente, claramente frustrado. Pero antes de que pudiera continuar, notó algo extraño en Wade. Deadpool había girado la cabeza, como si intentara mirar algo en particular, pero de repente se quedó completamente inmóvil. Su postura despreocupada se desmoronó y comenzó a temblar ligeramente.
—¿Wade? —Peter frunció el ceño, acercándose.
Deadpool se agarró la cabeza, como si intentara contener un dolor insoportable, y empezó a murmurar con una voz quebrada:
—Se fueron... ya no están...
—¿Qué? ¿A quiénes te refieres? —preguntó Peter, ahora preocupado.
Wade levantó la cabeza, y por primera vez en mucho tiempo, su tono no era ni sarcástico ni juguetón, sino lleno de confusión y miedo.
—No puedo verlos... No puedo oírlos... Estoy completamente ciego... y sordo... —Deadpool hablaba casi en susurros, su voz temblorosa.
—Wade, ¿estás bien? ¿Quiénes ya no están?
—Ellos... ya no están. Ni siquiera los otros... con sus lápices... —Wade murmuraba como si estuviera recordando algo perdido—. No sé cómo sentirme, Pete. Se fueron. Ya no están...
Peter se acercó más, ahora con auténtica preocupación, cuando de repente su sentido arácnido estalló en su cabeza. Sin previo aviso, una pantalla transparente apareció justo encima de Deadpool, flotando en el aire. Luego, otra apareció a un lado de Peter, como una presencia inquietante.
—¿Qué demonios...? —Peter dio un paso atrás, mirando la pantalla con cautela.
No entendía qué estaba pasando, pero lo que Peter no sabía en ese momento era que esas mismas pantallas estaban apareciendo en todo el universo, frente a cada ser consciente, sin importar en qué parte del cosmos se encontraran. Y, al igual que con Deadpool, dejaban un vacío inexplicable en aquellos que podían sentir cosas más allá de la realidad.
[Multiverso].
En todos los rincones del multiverso, las infinitas pantallas que habían aparecido ante los seres sapientes comenzaron a oscurecerse de manera uniforme. Una sensación de inquietud se extendió a lo largo de universos enteros, y en un breve instante, las pantallas brillaron con una luz tenue antes de comenzar a mostrar letras que se organizaban en palabras. Lo más desconcertante era que las palabras no estaban en un solo idioma; en cambio, cada observador veía el mensaje en su propio lenguaje, en dialectos y lenguajes específicos, desde los más antiguos hasta los más modernos y extraños.
El mensaje se desplegó lentamente, con una calma casi siniestra:
"No tengan miedo. No soy un aliado, pero tampoco soy un enemigo. Soy simplemente un observador, uno que ahora desea mostrarles lo que ha visto. Quizás encuentren utilidad en esta información, o tal vez no. No es de importancia, después de todo. Lo único que quiero es compartir mi observación con ustedes. Lo que elijan hacer después de verla es decisión suya."
El mensaje flotaba en el aire por unos segundos, dejando una sensación de expectación y desconcierto. Luego, las palabras comenzaron a desvanecerse lentamente, una por una, disolviéndose en la oscuridad de las pantallas. El silencio en el multiverso era palpable, mientras millones, billones, e incluso seres de dimensiones incalculables contemplaban lo que acababan de leer. Pero antes de que las mentes tuvieran tiempo de procesarlo, un nuevo mensaje comenzó a formarse.
"Top 10 grandes hazañas."
Las palabras flotaron en la pantalla, intrigando a algunos, confundiendo a otros, y asustando a aquellos que temían el poder detrás de esa observación. Sin embargo, no tardó en desvanecerse como el mensaje anterior, dejando espacio para el siguiente.
"Top 10..."
Este fragmento desapareció rápidamente, casi sin dar tiempo a que los espectadores lo comprendieran del todo. La intriga se profundizó, pero fue el siguiente mensaje el que verdaderamente hizo que las reacciones se intensificaran en todos los universos.
"Recrear el universo."
El silencio se rompió. Las reacciones de los infinitos espectadores fueron tan variadas como los universos mismos. En algunos rincones, los seres ignoraban por completo lo que acababan de presenciar, incapaces de comprender la magnitud de las palabras. Pero en aquellos mundos donde los seres entendían el concepto del universo, donde sabían cuán vasto, intrincado y difícil era siquiera concebir la creación de una realidad, el miedo, el asombro y la incredulidad se apoderaron de ellos.
En algunos lugares, los espectadores quedaron anonadados, boquiabiertos, con la mente tratando de comprender lo que significaba "recrear el universo". Otros se miraban entre sí, con expresiones de duda y temor, como si aquello que habían visto no pudiera ser real, como si las leyes de la física y la existencia misma acabaran de ser desafiadas ante sus ojos. En ciertos universos, los más poderosos y sabios estaban atónitos, incapaces de procesar la posibilidad de un poder tan vasto, temiendo que fuera una amenaza más allá de su capacidad de respuesta.
Y en otros, el miedo se transformó en pánico. Algunos comenzaron a temblar, a retroceder, como si las pantallas pudieran atacarlos en cualquier momento. Pero lo más perturbador fue la incertidumbre: lo que fuera que viniera después de aquel mensaje, sería algo que ningún ser, en ninguna dimensión, podría anticipar o evitar.
El multiverso estaba al borde de algo inimaginable, y las pantallas seguían ahí, observando, esperando.
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