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Prólogo.

Corre, no te detengas.
No quiero parar hasta a encontrar y poder abrazarte como la última vez que nos vimos.
Se vuelve cada vez más difícil sobrevivir sin ti. Una cuerda se ata a mi cuello y amenaza con apretarse hasta jalar mi último aliento.

Prometí que te cuidaría, pero ahora mismo no tengo idea de si estás bien.
Han sido miles los caminos que eh cruzado en tu busca. Quizás esta vez si te encuentre, tal vez no a sido en vano.
Mi mente gira, tiene un torrente de pensamientos. Comienzo a recordar la última vez que pudimos vernos, cuando fuimos separados y cruelmente rotos.

En mi mente suena tu voz, tan suave, tan quebrada. Suenan las palabras que marcaron mi alma. -Si tú me dices ven, yo voy. Si tú me dices quédate, yo me haré un lugar en tu vida. Solo recita esas palabras y me encontrarás.- puedo recordar cómo tus ojos se cristalizaron.
Luego te dije que cuando te recitara aquellos versos me respondieras; -Si tú me dices amor, yo diré que, si es contigo, al amor le digo si. Mil veces si. - para saber que eras tú.

Aún puedo sentir cuando tus brazos me rodearon y logramos sentir el último latido sincronizado que compartiríamos en años. Dolía tanto esta separación, pero fue cosa del destino que fuera así.
No fue nuestra culpa reconocernos como Ambelinados.
Solo éramos dos pequeños jóvenes que recién comenzaban a conocer lo que era tener un alma gemela, un alguien que te comprendiera.

Pero los demás no estaban de acuerdo. Puede que sea porque yo era de una familia poderosa, y tú solo eras un chiquillo que fue abandonado en brazos de unos campesinos. Puede también que no lo aceptaran porque yo estaba comprometido.
Pero aún con todo eso, cuando nos mirábamos y nuestras orbes cambiaban de color a ese tan dulce y claro ámbar podíamos tener una ligera esperanza de estar juntos.
De amarnos sin remordimiento.

Sin embargó, mi familia se enteró de esto. Y te busco para matarte y terminar con el obstáculo de sus planes. Te dije que huyeras, y lo hiciste.
Antes de que ellos te alcanzaran, pude observar cómo comenzabas a correr con una pequeña maletita y desaparecías por los árboles.

Esa noche mi corazón se dividió. Sentí lo que era morir en vida, conocí lo que era dormir por el cansancio de llorar tanto.
Jure que aún cuando tuviera que mover cielo y tierra, te buscaría para poder estar juntos como una vez nos prometimos.

Mis piernas comenzaron a doler de tanto caminar y correr. Pero no deseaba parar, aún tenía ansias de recorrer este bosque y encontrarte por fin. Tal vez ahora si te vería.
Abandone a mi familia por no dejarme ser como quería. Que compartiéramos sangre no era motivo para que soportara sus absurdos ideales.
Fue tan liberador cuando logre cortar lazos con aquellos tipos.
Ahora solo quería poder ser feliz a tu lado.

Ya llevaba medio bosque, pero aún no quería dar por echo tu ausencia ahí.
Comenzó a recitar más fuerte mis palabras, para que pudieras escucharme.
Un repentino aroma a café y menta llegó a mi nariz, no quería hacerme ilusiones.
Pero era inevitable no pensar en ti. En ese aroma que me calentaba el alma, en ese que me indicaba que estabas cercas.
Aún cuando la euforia la tenía a flor de piel, no logró evitar que percibiera tristeza en tu perfume.
Sin notarlo comenzó a acercarme cada vez más a ese exquisito olor.
Mi aroma se disparó en un intento de también lograrás olerme. Un olor a cereza con té inundó el bosque.

Mi corazón dio un vuelco.
Mis ojos se dilataron, ahí estaba tu.
Te encontré mi Niño de ojos Tristes.

*Ambeslinados.
Un término que invente para referirme a los destinados en el omegaverse. Solo que añadiendo Ambesli; en referencia a que en mi omegaverse la forma de reconocer a tu destinado es que al estar en presencia de este o verlo directamente a los ojos. El iris cambia a color ámbar, el color del alma.