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Capítulo 6. Placer de ayudar.

PLACER DE AYUDAR

En la segunda parada se bajaron del autobús, Lucas cargando el perro en brazos,  mientras que Carlos cargaba su helado de ron y pasas, el cual estaba casi derretido. Belen se había terminado el suyo a mitad de camino. Los niños se habían quedado en casa confiando en la promesa de que el perro estaría bien.

La veterinaria desde el exterior era algo grande, una clínica veterinaria, la entrada era de vidrio, mientras que las paredes desde afuera, eran de un duro gris con grandes fotografías de perritos adorables y gatos pequeños. La fachada era de color naranja, con el nombre de “Clínica Veterinaria Buen Corazón” en letras blancas e iluminadas.

Entraron a la veterinaria, encontrando una recepción, con algunas personas  en espera de ser atendidas para la atención de sus mascotas. Belen se sorprende por la clientela que hay a esta hora, son las 6:40  de la noche y  distintas razas que se encuentran junto a su dueño —los cuales puede contar como seis— sin contar las personas que están en la sala de espera, aguardando pacientemente a poder llevarse a sus mascotas que posiblemente estarían siendo atendidas.

Lucas dejó al perro herido junto a Carlos, el cual se agacho para dar suaves acaricias al tímido y quieto perrito, con intensión de transmitirle calma.

—Sí que esperaba terminar  rescatando a un perro de la calle, después de comer helados y en un sábado, —Ironiza Carlos, viendo de reojo a Belen— ¿Tu primo o tu tía saben que estas aquí?

—Le dije a Cecilia que estaría con Lucas hoy mientras ella y Axel estuvieran trabajando —le dice Belen encogiendo se de hombros, restándole importancia—. No creo que estén en casa cuando regrese.

Él la observa con el ceño medio fruncido, no se consideraba tan cercano a Belen, la conocía bien a través de Lucas, que hablaba tanto de ella, como de María,  el cual era un caso completamente distinto para la gracia de Carlos. Sabía cosas, pero no las diría en voz alta, sin embargo, podía suponer que ocurría con Belen.

—Oye… creo que, por si acaso… —vacila Carlos, mirándole de forma neutral— Deberías avisarle a alguno dónde estas.

Ella frunce el ceño y le mira sin entender.

—¿Por qué?

—Porque seguramente a los mocosos o a Lucas no les va a gustar que te ganes algún regaño o sermón, y posiblemente no te dejen venir  más a este tipo de rescates de perros callejos.

—¿Que no me dejen venir no sería algo extremista? Si me porto bien. —Ladea la cabeza.

—Tal vez, pero mejor prevenir que lamentar, enana querida. —Le guiña un ojo.

Ella se lo piensa, enfocando su atención en un póster de salud canino y gatuno. Se encontró dudosa tras la recomendación de Carlos, pero termino haciéndole caso, no tenía caso dejarle un mensaje a su tía si estaba en el hospital. Llamó al contacto de Cecilia, quien contestó al tercer repique.

—Hola princesa, ¿Qué paso? —Dice Cecilia al otro lado. Se notaba algo agitada—, ¿todo bien?

—Todo bien, no te preocupes —Tranquilizó Belen—. Pero sucedieron algunas cosas inesperadas…

—¿Qué sucede? —quiso saber Cecilia sonando preocupada.

Y Belen procedió a contarle los sucesos que los llevaron a una veterinaria en la noche.

—¿Un perro, de la calle?

–Sí  –responde Belen, y prosigue– no tiene rabia por si eso te preguntas, el hecho es que; lo trajimos a la veterinaria.

—Belen, te dije que no inventaras…—dijo Cecilia de forma severa— Por favor, no tardes en volver a casa.

Belen voltea los ojos ¿Era el comentario, o la forma de hablar de su tía  lo que la molestaba? De repente, quería cortar la llamada y no hablar más del asunto.

«¿No puede ver que hicimos algo bien en no dejarlo ahí? —Pensó Belen—,  inventar es que me vaya a una discoteca a hacer el ridículo solo porque sí, pero no, eso si no lo hago»

—No tardaremos mucho —se limitó a decir  Belen—, estoy con Lucas y Carlos, no te preocupes.

—Está bien… te veo en casa.

—Dale tía… hasta luego.

Belen es quien corta la llamada, guardando su teléfono en el bolsillo de su suéter. Carlos le prestaba atención sin que ella se diera cuenta.

—¿Qué tal? —Pregunta Carlos—, ¿estás en problemas?

Ella le echa un vistazo, sonriendo de lado y negando con la cabeza. Buscando no preocuparlo.

—Está bien, solo dice que no tardemos mucho —responde Belen con calma.

Un momento más tarde, un malhumorado Lucas viene hacia ellos, no con las mejores noticias, su apariencia no era la mejor de todas, lo cual, le resultaba más estresante aún. Su camisa se encontraba sucia en un lugar tan limpio y le resultaba vergonzoso. Se acomodo su cabello hacia atrás, tomando un suspiro antes de hablar.

—Parece que tenemos que esperar —informa Lucas con molestia—, hoy  o desde esta semana… que se yo. Parece que les falto personal, y los que se encuentran aquí, están atendiendo como a 5 animales.

—Entonces… ¿no podemos dejar al perro aquí e irnos? –pregunta Carlos, desconcertado.

—No, porque alguien debe estar presente para entregar al perro rescatado —responde Lucas.

—Ya veo… ¿Cuánto crees que tarde? —quiere saber  Belen esta vez, pensando en la corta conversación con su tía. 

Lucas se la piensa un poco, dando un vistazo al grupo de antes que se encontraba esperando al igual que ellos. Uno iba saliendo cansado de esperar, otros dos se iban también, pero  con sus mascotas ya atendidas.

—Ni idea, hacen lo que pueden —supone Lucas, recostando un brazo en la pared—, pero que ladilla, de pana.

—Coño Lucas —le dijo Carlos de repente, viendo a Lucas apretando los labios en una línea recta—. El partido.

El mayor lo vio con los ojos en blanco, haciendo una mueca amarga. Lo habían torturado con tareas. Sin contar, que ha estado cuidando a su hermano menor todo el santo día y no había visto ni un pedazo del partido, que había estado esperando desde hacía una semana.  Negó para sí, terminando por echar una risa seca.

—Qué partido un coño Carlos —le dice Lucas de forma severa a su primo—. Te viste la mitad con el abuelo.

—Aja, pero, ¿Quién gano?

—¿Yo que sé? Le preguntas al abuelo y listo.

—Pero no es lo mismo —Suspira con pesadez Carlos.

«Más fastidioso que esperar, es que ustedes dos se pongan a discutir de deportes —Pensó Belen quedándose callada, mientras sacaba nuevamente su Teléfono para ver redes sociales—. Puede que este suceso sea una buena historia…»

Tal como pensó ella, empezaron a discutir sobre aquel dichoso partido, que no habían terminado de ver ningunos de los dos, Belen distraída empezó a pensar en que otra manera de ayudar al perro que rescataron. Le vio de reojo, lo consiguió tranquilo y acostado mirando a su alrededor con precaución. Pensó que sin todas esas heridas y con más alimento, podría ser un perrito de lo más bonito, tenía bellos ojos verdes, muy claros. Era triste que no tuviera hogar y que como aquel perrito, había muchos más. ¿Por qué no intentar ayudarlo a que encontrara algún hogar?

Escribió a María, no había hablado con ella en todo el día, imaginando que estaba ocupada. Por lo que, efectivamente; cuenta sobre las clases de Danza y las distintas actividades en su casa, para no estar aburrida. María suele tener todo programado en su día a día. No era una chica de momento, era una chica preparada para el momento. Sabía que iba a hacer, lo que la mantenía cómoda, o en control, como piensa Belen. Estuvo leyendo y respondiendo sus mensajes, contando de igual manera los sucesos de este sábado. Aprovechando de pedirle ayuda para conseguirle alguna casa al perro.

Estuvo tan distraída, hablando con su amiga por whatsapp, que no prestó atención al tiempo o su alrededor. Las personas seguían, aunque habían dos o tres que ya no estaban y con ello, sus mascotas. Se dio cuenta que Carlos y Lucas ya no hablaban de deportes, sino de becas universitarias.

Hubiera prestado atención a aquella conversación, si no fuera porque su atención fue acaparada por alguien cruzando la entrada, un joven que se veía de más o menos la edad de Carlos y ella. Lleva una camisa azul con un logo artístico que Belén identifico como un dibujo grafiti, con colores grises, amarillos y naranjas, e incluso detalles blancos. Traía jeans oscuros, mientras que en sus pies calzaba unas converse. No solo fue eso lo que llamo la atención de Belen, si no que su rostro se le hizo conocido. Lo observo un rato, viendo como saludaba a la recepcionista animadamente, intercambiando palabras. Noto su cabellera pelirroja que no pasaba desapercibida.  El muchacho se volteó y le dio un curioso vistazo  en dirección a  Belen  y sus acompañantes.  Ella no se lo espero y aparto la mirada avergonzada, esperando a que no la hubiera descubierto mirándolo demasiado. Sin embargo, el muchacho se iba acercando a paso seguro hacia ella, ¿lo conocía y no lo recordaba? Se preguntó Belen. Alzo la mirada, encontrando la sonrisa animada y  tranquila,  también  la miraba entrecerrando los ojos.

El ayudante de la feria, el de la gorra blanca. Se acordó Belen.

—Yo a ti te conozco de algún lado —Inquirió el chico, muy seguro.

Se veía algo diferente sin la gorra blanca con que lo había conocido la otra vez, no había conocido su cabellera naranja.

—Algo así —Dijo ella, devolviendo le la sonrisa—, estuviste en la feria y yo devolví a una Berlín perdida. —Le recordó Belen, algo penosa

Él sorprendido, abrió los ojos y se mostró contento como si hubiera tenido suerte en esa noche. Ofreció su mano para estrechar la.

—Sí recuerdo, mi amigo estuvo muy agradecido —Le sonrió mientras la mira  un poco detallamente—  no me presente esa tarde, me llamo Mateo.

Belen estrechó su mano, con el mismo gusto de haberse lo encontrado.

—Un gusto Mateo, mi nombre es Belen —Se presenta la muchacha, dando una sonrisa honesta.

—¿Cómo el lugar donde va el burrito sabanero? —Pregunto Matías, alzando ambas cejas— ¿Belén?

—No, Belen, sin acento —respondió ella, riendo en voz baja.

—Bueno, es un placer para mi saber tu nombre, Belen sin acento.

Lucas y Carlos observan desconcertados, prestándoles atención, el primero para hacerse notar, decide interrumpir.

—Chaneke, no seas maleducada —le dijo Lucas con desaprobación.

Carlos lo vio  con una ceja alzada,  hasta que con una mirada de su primo, comprendió y  le siguió la corriente.

—Como dice el abuelo, uno aquí está  de adorno … —Se hace el dramático Carlos.

«Si son idiotas. —Pensó Belen, negando para sí— ¿Debería fingir que no los conozco?»

Descarto la idea, siendo incapaz de hacerlo, desgraciadamente. Se apresuro a presentarlos.

—Ellos son mis amigos, Lucas y Carlos –Dijo Belen, señalándolos—,  y él es Mateo, el de la feria que reconoció a la perrita.

—¿La fugitiva? —Pregunto Lucas con un poco de asombro.

—La misma sinvergüenza. —respondió Mateo, haciendo un ademán afirmativo con la mano.

Belen rodó los ojos y riendo en voz baja, había algo en Mateo que hacía que lo tratara con tranquilidad y sin inquietud.

—Me sorprende encontrarte de nuevo, —admitió Mateo, volviendo su atención en Belen con curiosidad— ¿Qué te trae a la veterinaria? —Pregunto, bajando su mirada hacia el perrito herido—, ¿es tu mascota, o qué le pasó?

—No es nuestro, lo encontramos en la calle mientras volvíamos a casa —Responde Carlos por Belen— Lo atropellaron quizás, Belen solo nos trajo acá.

El muchacho pelirrojo abrió un poco a boca, probablemente asombrado, pero trato de ocultarlo un poco, dando una mirada comprensiva. Para sus adentros, al menos le alegraba encontrarse nuevamente con aquella chica, la cual, le parece simpática.

—¿Cuánto llevan aquí esperando? Me parece raro que no los hayan atendido… —Inquirió Matías extrañado.

—Pues… —Empieza a decir Belen.

Pero efectivamente, es  interrumpida.

—Dicen que andan muy ocupados y que faltan veterinarios,  —responde Lucas, cruzándose de brazos. Miro a su amiga y sonrió— oh, disculpa que te interrumpa.   

—Maleducado. —gruño ella irritada. Odiaba que la interrumpieran más de una vez.

—Así me adoran. 

Recibió un codazo por parte de ella, callando lo de una vez. Se fijo en Mateo, quien se encontraba pensativo.

—Y… ¿qué me cuentas tu? —Inquirió Belen, curiosa— ¿trabajas aquí?

El pelirrojo soltó una sonora carcajada. Haciendo que Belen lo mire raro, sintiendo se algo idiota.

—No trabajo aquí, pero vengo muy seguido —responde, mostrándose orgulloso—. Mi padre es el dueño de esta veterinaria.

Seria poco decir que los tres adolescentes frente al pelirrojo estaban  sorprendidos, pero aquel detalle les había caído como balde de agua caliente que solo pudieron recibir con la boca abierta.

—No se pongan así,  no es para tanto —se apresuró a decir Mateo repentinamente abochornado—. Todo el mundo me trata como un ayudante más. Suelo ayudar bastante a la veterinaria, como aquella vez en la feria donde nos vimos.  

—Es muy sorprendente la verdad, —Admite la chica— pero suena bueno, debe ser lindo ver tantas mascotas todos los días.

—Nah, al principio fue un castigo, pero me termino gustando. —dice él, sonriendo de lado— Tienen suerte de toparse conmigo, no soy el único ayudante aquí. —Dijo él, con aire cómplice—   Tengo un amigo que justo estoy esperando para salir, seguro atiende al perrito.


Todos echaron un vistazo al perrito que seguía herido, este levanto la cabeza débilmente, parece perezoso, lo cual era un poco preocupante.

 
—Te lo agradeceríamos mucho —Dice Lucas, aliviado.

No espero más, hizo un ademan para alejarse y tomar su teléfono, Belen observo que llama a su supuesto amigo, que al parecer es ayudante. Se sintió agradecida, contenta de haberse conseguido a una buena persona, tomo una buena decisión de haber venido a aquella veterinaria.

No pasaron más de cinco minutos. Donde en ese tiempo Lucas cargaba al perro nuevamente, y se movían por el pasillo, considerablemente largo, siguiendo a Mateo, que parecía relajado y siempre de  buen humor. Las paredes eran blancas como las luces del pasillo, cada puerta que pasaban de largo era idéntica a la anterior.  Belen pensó que irían a un consultorio, o una parte donde se encargaban solo los ayudantes. En vez de eso, llegaron a una sala, con varias jaulas con sabanas y camas acogedoras, algunas eran ocupadas por perros de distintas razas,  probablemente recuperándose o descansando. Había cajones con varios materiales a un extremo de la pared, mientras que en las demás paredes había pocos carteles con papeles pegados. En el centro había una mesa cómoda sin sillas, Belen pensó que era ahí donde se trataban a las mascotas.

—Esta es la consulta de mi mamá, trabaja aquí con las mascotas en recuperación —Explica Matías— Cuando no está, mi amigo se encarga junto con otra enfermera que lo instruye.

—¿Haces  un tour turístico, o qué? —Dijo un chico que entraba a la consulta detrás de ellos.

Sobresalto a Belen que estaba concentrada viendo a las mascotas.

—No, solo les enseño el lugar —responde el pelirrojo, encogiendo se de hombros—. Pero sería un buen guía turístico. 

El contrario niega, pareciendo divertido.

Belen casi queda paralizada al verlo, es un chico joven, posiblemente mayor que  Mateo, y del mismo tamaño que Lucas, o quizás más. Su cabello es castaño oscuro, casi negro, tiene un par de pecas en sus mejillas. Traía una camisa negra, jeans, y un par de tenis deportivas. No parecía ser un ayudante de  veterinaria en absoluto.

Es abrumadoramente lindo, ni siquiera parece tener una imperfección, porque hasta el cuerpo parece tenerlo trabajado y no tuvo valor de verlo a los ojos todavía.

«Parece salido del palacio de mis sueños» Pensó inconscientemente, sonrojándose.

—El es Hermes —Presenta el pelirrojo dándole palmadas al hombro de este— Amante de mascotas y novio de su propia mascota.

Hermes…
Novio de su propia mascota…

Se hubiera sorprendido por el hecho de que este era el famoso dueño de Berlín, pero fue la mención de su nombre el hecho que se le erizara la piel sin saber bien el porqué, o quizás sí.

¿Por qué aparte de lindo, tienes que llamarte Hermes?
¿Por qué?

Hermes se sonrojo por la atención que estaba recibiendo, a la vez  que este le lanzo una mirada asesina a quien decía ser su amigo.

—Es un gusto… Me dijeron que rescataron a un chico de la calle  —hablo Hermes con gesto amable. Se mueve por el lugar, sacando un par de guantes de una caja de cartón—, pueden dejarlo en la mesa, ¿Cómo lo encontraron?

En ese rato, es Lucas quien explica toda la historia. Belen solo se había quedado callada observando. Hermes le daba leves vistazos curiosos a la castaña, que desviaba la mirada y la fijaba en el perrito en la mesa metálica.  El hecho de que se llamara Hermes la tenía un poco nostálgica. Sonrió para sus adentros por la coincidencia, y por el hecho de que le gustaba mucho ese nombre.

—Bueno… puedo desinfectar las Heridas, tiene muchas cortadas —Dijo Hermes. Su voz era suave, varonil e inconscientemente dulce. Cada vez que hablaba conseguía captar toda la atención de Belen sin ella evitarlo— tiene una fractura en la pierna, por eso no se puede levantar cómodamente. Tiene mucha hambre por lo visto, pero más allá… me alegro que no lo aplastaran ni que se rompiera una costilla.

—Quiere decir que va a estar bien —Inquiere Belen, hablando por primera vez.

Hermes la mira fijamente y asiente con una sonrisa de boca cerrada, Belen noto que sus ojos eran de color marrón, pero uno muy claro, no podía ver su color exacto por la  luz artificial.

—Así es, le daremos de comer y trataremos la pierna.

—Eso es bueno escucharlo… —Dice honestamente Lucas, quien observa preocupado a Belen— Creo que deberíamos volver a casa.

—Sí, ya está en buenas manos —Coincide Carlos, dándoles una sonrisa a Mateo y a Hermes— Gracias señores, fue un placer.

—Igualmente, gracias a ustedes por no seguir de largo en la acera —Mateo les guiña un ojo, sobre todo a Belen.

Belen sonríe de forma honesta  y asiente en su dirección. Aunque no pudo evitar volver su mirada al perrito, mordiéndose el labio.

—¿Él conseguirá un hogar? —se siente preocupada, tiene ganas de adoptarle, pero sabe bien que no puede tener mascotas.

—Cada animal que viene siendo rescatado, siempre les conseguimos hogar —La tranquiliza Hermes con una sonrisa— va a estar bien.

La chica trago grueso, pues el contacto visual con Hermes era algo intenso para ella, no distinguía su color de ojos completamente y era hipnotizan te. Se esforzó en asentir como respuesta ya que no sabía en donde se  había quedado sin voz.

—Los acompaño entonces —Se ofrece Mateo yendo a la puerta y haciendo un ademán hacia el pasillo—. Pueden venir cuando quieran a visitarnos, casi siempre estamos por aquí a la orden —Dijo guiñando le el ojo a Belen.

Belen se sonrojo levemente cohibida, pero asintió a la idea. Hermes rodó los ojos divertido hacia su amigo repentinamente coqueto, mientras Lucas bufo burlón.

—Hasta luego, también espero volver a verlos —Dijo Hermes, levantando la mano en despedida y con una sonrisa de lado.

La chica fijó la mirada hacia él siendo la última en salir, alcanzando a decir un “igualmente” hacia él.

Hermes quedo con una sensación extraña, quedándose solo con aquel perrito que lo contemplaba, pidiendo quizás algo de comer.  Así es como empezó a hacer sus labores para atender a aquel perro, le reviso una vez más la pierna y suspiro en un puchero, admitiendo que necesitaría ayuda. Busco comida y agua para servirle mientras tanto.

Su amigo Mateo no tardó tanto como él había pensado, volvió con aires de ensoñación, a la vez que estaba satisfecho. Él mismo admitía lo diferente que era ese chico a comparación de sí mismo.

—¿Viste lo bonita que es? —Pregunta Mateo, todavía embobado.

—¿Quién?  —Se hizo el loco Hermes, sin prestarle atención.

—No te hagas el bruto, sabes a quien me refiero. La chica que vino acá por el perro callejero, idiota.

—Es linda, fue bueno de ella que lo trajera —Admitió Hermes dándole la razón, había visto a la chica de manera muy bonita, pero seguía dejándole una sensación extraña— ¿La conoces? Dijiste que era la segunda vez que se veían.

—No dije eso, te dije que me encontré con una tipa que conocí otro día—Corrige el pelirrojo, metiendo una mano en el bolsillo.

—Para mí es lo  mismo —se encoje de hombros el muchacho de camisa negra— ¿Entonces?

—Dale, dale —Se rinde el pelirrojo, empezando a contarle— ¿recuerdas la feria? La conocí ahí, oh, y se me olvido decirte hace un rato…

—¿Qué olvidaste decirme? —
—inquiere Hermes levantando la ceja.

Mateo hace una mueca nerviosa, rascándose la nuca, apenado.

—Ella es la chica que te conté en la feria, la que consiguió y devolvió a Berlín —Confiesa Mateo.

El chico quedó quieto, deteniendo lo que estaba haciendo, probablemente maldiciendo se a sí mismo  por no presentarse adecuadamente,  o por lo menos en interesarse un momento en el nombre de los presentes. Recordó lo agradecido que estaba con ella ese día, preguntándose en  qué parte de la feria  podría encontrarla, solo para darle las gracias. Admitió lo que dijo su amigo  ese día; es una chica muy bonita, lo que más le llamó su atención fueron los ojos verdes que ella cargaba, siempre le han llamado los ojos verdes, pero los de esa chica eran magnéticos. Maldijo a Mateo por ser tan malo presentando a las personas.

—¿Cómo dices que se llama ella? —le gano la  curiosidad, fijando su mirada en el perrito, que se encontraba comiendo.

—Belen. 

***

Se sentía cansada, no sabía qué hora era, ni le interesaba saberlo, se sentía agotada por tan agitada tarde, que para ella ya había concluido al despedirse del par de primos, que se adentraron a la gran casa a paso apresurado. Mientras ella estaba cerca de la suya, pudo ver las luces encendidas de su casa, pensó que su primo ya debió de haber llegado. Se preguntó cuánto tiempo duró todo, más el trayecto de regreso en el autobús, que milagrosamente consiguieron.  No quiso revisar su celular, temiendo que la hayan llamado. Subió los tres escalones que daban a la puerta de su casa y suspira aliviada por llegar, busca las llaves en su suéter para así quitar el seguro a  la puerta de su casa, sin mucho ruido.

Su alivio se vio entrecortado, haciendo que ella quisiera retroceder, escucho ruidos dentro de su casa, en la sala en específico. Reconoció a su primo en aquellos gritos. Ignoró el nudo de su estómago  y la pesadez de sus pulmones, se envalentonó por abrir  la puerta de todos modos, pero sin hacer ruido para que no la notaran.

—¿Me vas a decir, que no puede quedarse sola por una maldita tarde en la casa? —Pareció responder con brusquedad a su madre— ¡Siempre está con ese imbécil que es mayor que ella!

—¿Cuál es tu problema con Lucas?, En primera, no tienes que recriminarle nada a ella, por lo menos es una jovencita normal y no se encierra haciendo quien sabe que en su habitación  —dice en tono frio la señora Cecilia— Así que no hables así de Lucas, es un buen chico, y mucho menos me hables en ese tono Axel.

Ninguno se percato de la presencia de Belen, esta solo se mantenía tiesa en  la entrada, sin verles completamente la cara, solo escuchándolos.

—Una mierda, me cabrea que estés de lado de ella y no del  mío, no es tu hija, es solo tu sobrina, solo eso mujer, para ella solo eres una madre sustituta.

—¡Mide lo que dices!, es como mi hija, yo la crie, por lo tanto es como tu hermana. —Alzó la voz la mujer, irritada y cansada— Solo formas este numerito porque el señor Antonio fue  amable en traerme a casa, no tiene nada que ver con Belen o lo que haga ella.

Axel soltó una risa seca, su mirada  sombría le dio escalofríos a Belen.

—Tienes razón, mucha razón, esto no es por mi prima —Dijo ronco, probablemente por gritar. Su tono frio hacía que a Belen se le erizaran los vellos de la nuca—, me cabrea no saber si me dieron ese empleo devuelta por liarte al imbécil ese de Antonio, o peor aun…

La bofetada impactó la mejilla del chico, dejándolo desprevenido, sonó tan fuerte que la menor hecho un respingón alarmada, sin controlar el enorme nudo que ahora tenía en la garganta y en el estomago. Axel se tambaleo chocando con la pared, Cecilia estaba roja hasta el cuello, al borde de las lagrimas. Entonces es cuando Axel vio a Belen, perdiendo el color de la cara en un instante, como un balde de agua fría. La chica comprendió entonces; sus mejillas anteriormente sonrojadas e hinchadas, el opaco de sus ojos, el hecho que ya no parecía poder mantenerse firme estando de pie. Estaba borracho.

Pero eso no le importó, solo lo pudo ver como se sentía, decepcionada. Las manos le tiemblan y sabe que no es por la escena en sí, sino por lo que experimentaba repentinamente. Estaba empezando a tener un ataque de asma.

***


¿En qué esquina has estado en todo este tiempo?
Me hubiera topado contigo,
Así fuera a propósito
Y es que no he visto una cruzada más divina
Que la de mi mirada conectando con la tuya.
Ay debo estar soñando de nuevo
Tengo miedo de este efecto,
El efecto que tengo contigo,
Hace que ame estar despierto.


NOTA DE AUTOR

Hola mis soñadores :3

Espero les halla gustado el capítulo de hoy ;3

Ya llegó Hermes
Y eso solo significa desmadre😏

No tengo mucho que decir hoy.

Entonces solo paso a agradecer a a quienes lleguen a leerme o me estén leyendo ahorita.

Hoy no tengo edit :'3 perdón.

Y me gustaría que me dieran un voto se amor. Me hace falta❤️

Hasta la próxima ✨❤️

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