capítulo 5. Libertad de contradecirme
LIBERTAD DE CONTRADECIRME
Llovía en mayo durante las 6 de la tarde, todo estaba nublado en un oscuro gris, mientras la lluvia regaba el bosque y las flores del jardín recibían aquel de fresco rocío, en las ventanas corrían las gotas como si de alguna carrera se tratara, el olor del café competía contra el olor a madera y tierra mojada, el frio abrazaba el ambiente y la humedad también.
Aquel día cada quién estaba en lo suyo, Cecilia acompañaba a la abuela con una taza de café, el abuelo dormía en el sofá de la sala con la televisión encendida que se supone estaba viendo, Axel viendo vídeos de YouTube, y finalmente Belen sin ganas de hacer nada, nisiquiera de ir a mojarse en la lluvia, algo que igualmente su tía no iba a dejar.
Era raro tener una hiperactiva edad se siete años y no tener ganas de nada.
Hermes es su acompañante, ambos se encontraban en un silencio que hacia protagonista al sonido de la lluvia. Cada uno estaba ensimismado en su pensamiento, era extraño.
Ella lo observa, acostumbrada a verlo con la misma ropa de siempre, Hermes nunca cambia de conjunto, siempre tiene su camisa blanca, pantalones oscuros, botas marrones y chaqueta azul.
Hoy pudo notar que desde que apareció para estar para ella, ha estado ausente y triste.
—Hermes —llama su atención, sintiéndose inquieta— ¿Sucede algo? No pareces tú...
Él pareció salir de su burbuja para darle atención a Belen, pero cuando ella vió sus ojos, no pudo evitar sentir mucha preocupación por su Hermes.
Esa mirada que la llenaba de alegría se encontraba apagada y desolada, Hermes suspiró, asintió levemente y se levanto para acercarse hasta ella y sentarse a la orilla de la cama.
—Nunca estás callado... ¿No tienes voz?
—Solo estoy triste hoy... —respondió Hermes, su voz no era tan chillona pero seguía siendo infantil— tranquila Bell.
—¿No tienes frío? Yo no puedo parar de temblar, abrígate más —le recomendó Belen abrazándose más a su almohada. No se sentía tranquila, no podía— ¿Porqué estás triste?
Esperó por su respuesta, ambos se quedaron en un silencio pesado que hacía que Belen no parará de mirarle, se sentía impaciente, no sabría explicar lo que sentía cuando notaba esa tristeza en los ojos mieles que le gustaban. No se sentía bien.
—Hay mucho silencio hoy ¿no crees? —Comenta Hermes cabizbajo.
—Y está lloviendo mucho —Asiente, recostando su cabeza a la almohada.
—Así parece pero ya pasara —Dice más para sí mismo que para ella.
Sin ella esperarlo, recibió una tierna sonrisa de él al levantar la mirada.
—¿No te gusta la lluvia? —Se le ocurre preguntar a Belen, preguntándose si por ello su amigo está triste.
Hermes se la piensa unos momentos, era una pregunta que ya le había hecho antes pero siempre podías cambiar de parecer respecto a ciertas cosas. Por ejemplo; el año pasado había respondido que adoraba la lluvia para ir a jugar en los charcos y más tarde de eso, dijo que la odiaba ya que en las lluvias habían truenos.
—Es tranquila, pero parece un clima triste —Opina Hermes como respuesta.
La niña asiente de acuerdo, enfocando su vista hacia la ventana.
Estaba segura que él tenía algo, y queriendo animarlo, acercó su mano a los cabellos del niño frente a ella y los acaricio con cuidado de no despeinar lo, Hermes no se aparto, sino que se mantuvo quieto recibiendo el cariño que en ese momento le hacía falta. No pudo evitar cerrar los ojos, dejando salir sonrisa.
La niña sonrió al ver que no le molestaba y ver aquel estado de su Hermes causó un leve rubor en sus mejillas, era una sensación cálida.
Belen tenía muchas preguntas en su mente, ¿De dónde viene Hermes? ¿Porqué no está con su familia si los extraña tanto? ¿Qué significaba despertar para él?
Podrá conocer a su amigo imaginario, pero él era un completo misterio que una niña como ella no tenía idea de cómo responder.
—Hermes…
—¿Sí?
—¿Extrañas mucho a tu familia? ¿Te pueden ver cómo yo? Bueno son tu familia, más bien debería preguntar ¿Los puedo ver yo?
La curiosidad la mataba.
El niño mayor levantó la cabeza, ahora viéndola de forma algo sorprendida e inquieta. Lo había tomado desprevenido ese tipo de pregunta. ¿Qué era él?, ¿Un fantasma? ¿Era alguien de la imaginación de Belen? Desde que comenzó a tener más conciencia de ello, recordaba lo que podía de su familia, pero había un punto en donde no podía recordar más.
Pensó en cómo responderle, vacilando. Belen le prestaba toda su atención y lo miraba con esos ojos verdes que a Hermes le parecían tan bonitos que le gustaba verlos. Algo que, pensaba de repente y no decía en voz alta. Volviendo en sí, apenado, responde sinceramente:
—Ellos... Tampoco pueden verme, Belen.
La niña de quedó paralizada.
—¿Qué? —su expresión decayó a la la tristeza.
—He… ido a verlos muchas veces —Confiesa el niño en tono tristón— Pero no pueden verme…
Belen sintió un peso en su pecho al solo escucharlo, imaginaba en lo triste que era ser invisible, imaginar estar en sus zapatos, verlo tan solitario, deseaba toparse con alguna estrella fugas que lo salvara de su hechizo, porque eso era lo que tenía Hermes, un cruel hechizo que lo volvía invisible del mundo, menos de ella, lo cual era inexplicable.
—Hace poco escuché la voz de alguien, Bell, era una voz lejana pero me dió mucho miedo.
Belen tomó sus manos de forma delicada y lo atrajo hacia ella, él entendió y con un sonrojo en sus mejillas se acomodó a un lado de ella donde recibió una manta, esto hacia su tía para que Belen se sintiera segura y quería transmitirle eso a su mejor amigo, no obstante, Belen no estuvo muy conforme ¿Qué más podía hacer? Quería hacer más por él.
—Creo que trató de decirme que... si no despertaba, me abandonarían —contó, su tono bajo y asustado alarmaba a la menor— Quizás no despierto porque estoy muerto y soy un fantasma que puedes ver
¿En qué más podía pensar en esta situación tan confusa?
—¿Cómo Casper?
Se limita a asentir levemente sin mirarla.
Belen sonríe ligeramente, dispuesta a animarlo.
Una de las cosas que no esperaba Hermes fue lo que pasó después, algo que lo hizo acelerar su corazón sin él comprenderlo, era algo que solo él estaba acostumbrado a hacer cuando veía a su amiga triste, también lo veía cada vez que Belen y su primo estaban juntos. Belen lo atrajo hacia ella suavemente y lo abrazó con mucho cariño, Hermes tardo un poco en reaccionar, pero terminó correspondiendo.
—Hermes… ¿Atraviesas las paredes?
—No…
—Bien, ¿puedes volar y eres de color blanco?
La miró extrañado antes de negar con la cabeza.
—No.
—Bueno, yo digo que no eres nada parecido a Casper —Afirma Belen suavemente— No creo que seas un fantasma que pueda ver, para mi tu vives Hermes…
—¿Entonces…?
—No lo sé —se encogió de hombros, no podía mentirle— Pero lo podremos descubrir, igual no estás del todo solo ¿Lo sabes?
Eso causó una sonrisa en Hermes, sabía que él la tenía a ella y tenerla a ella era no estar solo, no sentir vacío y más importante, con ella puede sentir como el frio estaba lejos.
Los niños quedaron así, contentos de ser amigos, contentos de estar juntos, la lluvia cesaba dejando una delicada llovizna sobre la casa y los jardines de la abuela, ahora con un tono más brillante que antes.
***
La feria había sido una gran manera de pasar un buen viernes, no hubo ningún acontecimiento fuera de común, a excepción del encuentro canino de Belen y Berlín, luego de eso la chica simplemente se dedicó a pasar el rato con su grupo, hacia compartido tanto con los gemelos que terminaron intercambiando números. Agradeció haber ido a ese evento con su amiga.
Aunque, después de la feria, tuvieron que regresar a casa y hacer los deberes hasta las tantas de la madrugada. Le resultaron sumamente aburridos los siguientes días, ahora era domingo y era la única sin nada que hacer.
Su primo seguía en el trabajo, una tienda de fotografía donde él solo ocuparía el puesto de cajero. El horario de Axel tomaba toda la tarde, de doce de la tarde a ocho de la noche. Y si antes la casa estaba silenciosa con la presencia de su primo, ahora lo sería más estando ella sola, considerando que su tía tenga tiempo libre en el trabajo, o Lucas la venga a visitar.
Descartó la segunda, estaba segura que en estos momentos no debería molestar a su amigo Lucas. Después de todo, se acercaba los primeros exámenes. El fin del verano era notable en varios aspectos, el calor había disminuido de una manera considerable y las hojas empezaban a ponerse en un ligero tono naranja, dando señal que el otoño se estaba instalando. No había pasado mucho tiempo desde que empezaron las clases, hace tan solo dos o tres semanas. Lo mejor era ponerse a estudiar antes de cualquier cosa, le gustaba estar preparada, no porque su tía le exigiera perfectas calificaciones, sino que a Belen no le gustaba tener notas tan normales, sin embargo, no podia decir que sus notas eran tan perfectas.
Lucas por otro lado, es uno de los más aplicados de su curso a pesar de estar en dos clubes a la vez, es un chico bastante inteligente y muy estudioso, algo que lo mantiene tranquilo. Al llegar al pueblo siendo un migrante, fue muy complicado para él y su familia que estuviera en una escuela a mitad de año, porque fue alguien con bajas notas, lo cual hizo que repitiera el año. Lucas no solo se sintió decepcionado, sino avergonzado de sí mismo por tener que ser alguien que repite curso y ser el mayor del todo el salón.
Le costó mucho cambiar, pero lo logró, en un año él estuvo en el tercer y segundo lugar entre las mejores notas del colegio.
Belen lo admiraba, y lo envidiaba sanamente a la vez, una por obvias razones, y otra por razones que a veces a ella le parecían confusas como ridículas para ella misma.
Ella pensaba un poco en ello mientras almorzaba con su tía. Una pasta con salsa y albóndigas, ambas acompañadas con el sonido de la radio, en la cual se escuchaba hablar a un hombre que entrevistaba a alguien más, quizás sobre un tema musical.
—Un hombre loco e irresponsable sin duda alguna ¿Crees que llamó a un taxi para irse a su casa? Claro que no, condujo de todas maneras ¿En qué estaba pensando?
La tía Cecilia hablaba sobre un paciente que había tenido un accidente bastante irresponsable. Un ebrio, que se hizo más daño a sí mismo que al propio auto en donde conducía, sin siquiera traer su propia licencia, que según él le habían robado. Se había fracturado dos costillas, se rompió la nariz y la pierna izquierda se encontraba fracturada. Para Belen, era interesante escuchar un poco del trabajo de su tía, cada uno de sus pacientes era diferente y con una historia del porque terminaron ahí.
Una vez terminado de comer, Belen fue la que se ofreció a lavar los trastes, pues vio a su tía apurada por ir a su trabajo.
—Belen, mi niña —la llama Cecilia con cariño— Estarás sola hasta que Axel vuelva del trabajo, no inventes mucho ¿sí?
Dice las mismas instrucciones de siempre cada vez que sabe que dejara sola a su hija, y a la vez, sobrina.
—También, si te sientes muy sola —prosigue— puedes ir a casa de tu amigo Lucas, siempre y cuando me avises ¿Olvide algo?
—Sí, decir que me quieres y despedirte —pone los ojos en blanco divertida por las vueltas de su tía.
Le regaló una sonrisa melosa a su sobrina, contagiando de cariño a Belen.
—Te quiero mi nena.
—También te quiero Tima.
Se despidió la mujer cariñosamente con un abrazo y un beso en la frente, Belen se sentía demasiado niña al recibir todos esos tratos de su tía, que a la vez la veía como su mamá, pero no le molestaba en lo absoluto, le gustaba y hasta llegó a pensar que ella misma era mimada.
Al marcharse, Belen se quedó solo con el sonido de la radio, que ahora transmitía una canción de Alejandro Sanz.
Al terminar de lavar la cocina, camino hacia a la radio y la apagó, dejando la casa en un considerable silencio solitario, que de una extraña manera le pareció acogedor a Belen. Tomó su bolso de la escuela y fue hacia su habitación para adelantar algo de tarea, no tenía nada que hacer. Sin embargo, no tenía muchas tareas como esperaba. Estuvo una hora encargándose de sus deberes de literatura, los cuales la mantuvieron distraída, haciéndola pensar sobre la era griega y la poesía épica, donde se hablan de incontables batallas, héroes, guerreros, dioses y otros aspectos que le parecían interesantes, y a la vez entretenidos.
Eso la hizo pensar en Hermes y le fastidió que no tuviera sueño como para dormir un rato. El silencio era su acompañante en ese momento, algo que le pareció acogedor, hasta que se puso a pensar en muchas cosas, estaba sola en casa, ¿Qué podría hacer?, Axel no estaba, su cueva estaba desprotegida ¿Podría ir a husmear y ver cómo es su entorno?
Negó para sí misma al cruzarse ese pensamiento.
No le importaba mucho lo que podría ocultar esa cueva, o esa zona segura que había creado Axel. Hace tiempo había decidido no invadir su espacio. ¿Pero que más podría hacer? Ya empezaba a sentirse incomoda por tanta soledad, así que decidió ver si su querido amigo estaba disponible para fastidiarle.
4:23.PM. Yo
>Hola marciano ¿t
Te molestaría que vaya a tu casa? Mi familia me abandono :c
4:27.PM. veneco patria (Lucas)
Ni deberías preguntar eso<
Ven acá, niña gafa, así me ayudas a no vender a mis primos por partes<
4:28.PM. Yo
>Voy para allá, ¡no tardo! :D
Cambió su pijama por unos jeans claros, una blusa verde menta acompañada de un suéter gris ligeramente oscuro, en sus pies calzaba unas botas negras y sencillas. Se había dejado el cabello suelto, dejando una liga en su muñeca. Le mandó un mensaje a su tía avisando que iba saliendo y guardó las llaves en sus bolsillos, salió animada de su casa y segura de haber cerrado todo como debía.
La casa de la familia Alonso no quedaba lejos, ocupaban una de las tres casas más grandes de la calle, solo era de caminar tres cuadras, para encontrar esa casa alta de color gris claro, de una apariencia casi moderna, pero humilde, habían dos cocheras al lado de la entrada, donde seguro podrían ocupar hasta tres carros. Belen era muy bienvenida en el hogar de la familia Alonso, todos la conocían y la adoraban como a otra hija de la familia, la cual era bastante grande y muy unida. Para la castaña chica, esa casa era como su segundo hogar donde se sentía segura y a gusto.
Al tocar el timbre no tuvo que esperar demasiado, es la madre de Lucas quien recibe a Belen, una mujer en la mitad de los cuarenta, la señora Sofía Alonso, esta mujer, tal como siempre lo hace, saluda de manera contenta a Belen.
—Hola mi niña hermosa, ¡hace rato no vienes! —saluda alegremente, atrapando a la menor en un abrazo materno.
«Solo pasaron dos semanas desde que vine» pensó pero no dijo nada. Normalmente venía un par de veces a la semana, pero últimamente Lucas prefiere visitarla a ella que ser visitado.
Belen correspondió sin evitar soltar una sonrisa, conocía a la señora Sofía como una mujer bastante cariñosa y expresiva.
—Es un gusto verla, me hacía falta venir a invadirlos un rato, ¿me extrañó?
—Pues claro que sí, extraño tú ayuda para calmar a las bestias que tengo como sobrinos y a mi hijo Lucas, pero no te preocupes por él, lo tengo de esclavo el día de hoy. En fin ¡Pasa, pasa sinvergüenza!
El hogar era espacioso y acogedor, la sala estaba amueblada por cuatro muebles color crema, una pequeña mesa de madera cerca del mueble más grande y dos más pequeños, la cual traía unas figuras de porcelana, y unas muñecas de Barbie, dos ventanas iluminaban la sala, al igual que un televisor de pantalla plana instalado en la pared, donde transmitía un partido de Futbol. El abuelo Vicente se encontraba sentado en uno de los sofás individuales, donde veía el partido con mucha concentración. Cerca, en otro sofá, se encontraba Carlos, uno de los primos de Lucas, el mayor de los demás primos, pero aun así, menor que Lucas.
Carlos desvió su atención de la pantalla y se centró en Belen que saludaba con la mano y una sonrisa ligera.
—Hey, invasora y ¿Quién te dejo pasar? —Pregunta con cierto tono de broma.
—Tu jefa, osea yo —Responde la Señora Sofía en brazos cruzados mirando con reproche hacia su sobrino— Carlos ¿Así saludas a Belen?
Carlos soltó una disculpa, levantándose para saludar a Belen en un abrazo.
—No vives aquí y te tiene favoritismo —se queja en broma Carlos susurrando al oído— Hola enana.
—Hola Carlitos, tengo suerte de ser solo una invitada —le sigue la broma belen.
—¿Y yo solo sirvo aquí de adorno? —Pregunta el abuelo Vicente, llamándoles la atención mostrándose ligeramente disgustado.
Belen mira al anciano y sonríe algo abochornada, saltándose del abrazo de Carlos, para responderle con buen ánimo:
—¡Disculpe! Allá voy Don Vicente.
Se apresura la apenada chica a acercarse al anciano, que permanece cómodo en el sofá, mirando el partido. Belen al acercarse se agacha para tomar su mano arruga y apretarla con cariño.
—¿Cómo ha estado Don?
—Bien supongo, perfecto como siempre –Responde sin darle mucha atención, aunque dándole un vistazo a la menor– pero esta gente no me quiere dejar tranquilo, parecen gatos.
La castaña levanta una ceja y ladea la cabeza. Don Vicente, para ser un hombre de mediana edad, tiene unos comentarios bastante únicos, nunca se sabía lo que saldría de la boca de Don Vicente, Belen lo veía como un anciano de lo más divertido, pues de forma exterior pareciera ser solo un viejo amargado y frustrado, pero era enormemente sabio, sin llegar a darte las respuestas demasiado claras. Sin embargo, era alguien bastante calmado y dócil, estando con su tranquila esposa; Doña Margarita. No obstante, lo único que no podía, sin ningún remedio, era dejar de ser tan terco.
—Déjese cuidar un poco, Don Vicente —le pide Belen dando le una pequeña sonrisa.
—Dudo que te haga más caso a ti, que a nosotros —Carlos mira con desaprobación a su abuelo.
—Cuando me vean en pañales, les haré caso, mocoso —Sentencia Don Vicente.
—No falta mucho para eso, desgraciadamente —bufa Carlos haciendo una mueca.
En la sala entran dos niños que acompañan a Lucas, uno de esos es Leo que esta junto a su hermana menor Daniela, el niño sonríe al ver a Belen mientras que la menor, sale disparada a abrazar a Belen. Había pasado rato sin ver al dúo más travieso de la casa, Se encontraba contenta de verlos otra vez. La niña, Daniela, se separa de Belen y la saluda con mucha energía.
—Beli, Beli, ¿vienes para quedarte? —pregunta luego de saludar.
—Un rato, ¿quieres que me vaya?
—¡No! —responde rápido, tomando a Belen de los brazos, como si esta fuera a irse– Pero si quiero una pijamada…
—Siempre la quieres —interrumpe Leo— Y a la final, no hacen nada.
—No empiecen a pelear otra vez, o en serio los vendo a una carnicería —advierte Lucas en un tono autoritario y cansado— acabo de dormir al miembro que si carga pañales en esta familia.
Se refiere a su nuevo hermano menor de tres meses.
—¿No que los ibas a vender? —Belen le molesta a Lucas, divertida por cómo se encuentra su amigo.
Lucas estaba más o menos como un desastre, aunque su camisa estuviera bien colocada, tiene sudor marcado en las axilas y en el cuello, su cabello castaño está desordenado, y parte de este está pegado a la frente, trae bermudas y en sus pies, unas pantuflas. Se nota que el aire acondicionado les estaba fallando.
—No tienes. Ni idea —le dice pausadamente Lucas con amargura, suspirando para ver a los niños que tenía como primos.
—Está molesto porque se arrepintió de cuidar a Luciano, justamente hoy —comenta Carlos sin evitar reírse en el momento.
—¿Qué pasa hoy?
—Hoy juega el equipo favorito de Luca —aclara Leo, ahora sentado en el sofá.
—El pobre sin saber qué día era hoy, se ofreció cuidar de nuestro nuevo primo, para que tía Sofi descanse –Cuenta Daniela buscando una de sus muñecas en la mesita.
El mayor hace una mueca y niega para sus adentros, no se arrepentía de ayudar a su madre, pero si se arrepentía de haberse perdido la mitad del juego. Belen se aguantó una carcajada y con ello también lo que pensaba. Lucas se hecho en el sofá mientras miraba la pantalla y preguntaba a su abuelo lo que se había perdido. Belen se sentó junto a él y más adelante Carlos, que los acompañó sentándose en el mismo sofá.
Debió de ser maravilloso para Lucas no querer levantarse de aquel sofá. Sin embargo, no pasaron ni veinte minutos hasta que…
—¡Luca, mi amor! —Llama la señora Sofía con sospechosa voz melosa— Hazme un favor tesoro mío.
Carlos se acomoda más en su lugar, mientras que Belen por instinto mira detrás de ella, La madre de Lucas tiene a sus dos sobrinos a cada lado, con una expresión inocente.
—¿Podrías llevarlos a comprarse un helado? —pide Sofía haciéndole ojitos a Lucas.
Eso no gusto a Lucas, pues gruñó ligeramente y suspiró agotado, volviendo se hacia su madre.
—¿Ahora?
—Sí, así es, ahora.
—¿No puede ir Carlos? Se ha estado echando aire viendo el partido todo el día —Se queja malhumorado, fulminándo después a su primo Carlos que soltó una carcajada.
—Él no tiene plata, tú si ¡Por favor, llévanos a comer helados! —Suplica su prima menor, Daniela con las manos entrelazadas.
—Quiero helado —dice Leo impaciente.
–Vesta...
–¡Lucas! –regaña su Madre antes de siguiera nombrar la grosería.
—¡Esta bien! Vamos por helado… —acepta de mala gana, derrotado.
Los niños hicieron un gesto de victoria, mientras la señora Sofía, satisfecha, se retira hacia la cocina, diciendo que vayan con mucho cuidado en la calle. Belen no puede evitar reprimir una risa, mientras que Carlos sonríe a boca cerrada, negando para sí, muy entretenido.
Belen le daba palmaditas al hombro de Lucas, hasta que él suspira en cansancio, como si acabara de contar mentalmente hasta diez.
—Ya veo a que te referías —Belen le dio una sonrisa de boca cerrada— ¿Porqué ahora siento que vienes a mi cada para escapar de tu familia?
—¿En serio ahora te das cuenta?
—Que les vaya bien —Dice Carlos, cómodo y mirando los comerciales.
Pero Lucas ya lo había sacado del sofá de un jalón y lo arrastró consigo, a la vez que llama a su otro primo, Pablo, un chico menor que Belen con catorce años, era el más tranquilo entre sus primos, pero un perfecto cómplice cuando se trata de ocultar las bromas de los niños. Él saluda con una inclinación de cabeza a Belen, y un rato más tarde en el que esperaron a que se bañara Lucas, ya se encontraban saliendo los seis juntos a una tienda de helados que se localizaba a tres o cuatro cuadras de la casa.
***
Debió de haber sido perfecto o maravilloso, por lo menos en una pequeña parte. Los niños caminan adelante, hablando animadamente, riendo, gozando de sus helados, Leo había escogido un helado de chocolate y galletas, como su hermana, Pablo en cambio, disfruta en silencio su helado de mantecado con oreo, Belen en cambio, come uno con sabor a fresa con chocolate. Lucas y Carlos, quienes hablaban del partido de hoy, degustan el helado de ron y pasas.
El cielo está por oscurecer, las nubes se tornn de colores que iban disminuyendo a medida que el sol dejaba de alumbrar, dentro de poco, las luces de la calle empezarían a encenderse. Se devolvían a casa a paso despreocupado, mientras varios carros iban y venían en la calle rumbo a destinos desconocidos para el grupo juvenil.
Belen rie y habla con gran ánimo con Lucas y Carlos, quienese cuentan algo de su niñez en referencia a los helados. Los niños comentaban interrumpiendo de vez en cuando la historia de los mayores.
En la calle los carros iban y venían, unos se podría decir, que bastante apresurados, sin dar a cuenta lo que hay de frente en la carretera.
A pocos metros, un perro callejero aulla y llora, su pelaje es marrón y se encuentra en el suelo en medio del camino de los jóvenes, no reconocieron bien que raza era el animal. Su pata trasera, la derecha, se encontraba sin responderle, sus ojos se encontraban lastimados, sin contar la notable herida en la oreja izquierda y los cortes en las patas. La primera en ver al perro herido fue Daniela, quién asustada se acercó a su primo Lucas por instinto.
¿Cuánto llevaba este perro así? A pesar de sus heridas, se ve bastante flaco, ¿desde cuándo no come?
—No podemos dejarlo así… ¡morirá! —Exclama Daniela hacia Lucas— Primo, dime que no lo dejaras aquí…
—Alguien debió atropellarlo y no se dió cuenta —Supone Carlos, mirando con algo de lastima al canino— parece que se arrastró como pudo a la acera.
Hubo un silencio en el que se quedaron mirando al animal.
—Podríamos llevarlo a la veterinaria —Propone Belen. Haciendo memoria de la feria.
Lucas y Carlos se giraron a verla, mientras ella rebusca algo en sus bolsillos, hasta dar con la tarjeta que aquel agradable desconocido le había dado en la feria, tras el suceso de Berlín. Los niños intentan acercarse al perro, que se muestra dócil y pasivo, sin ninguna fuerza para alejarse o prestar atención de posibles agresores, lo primero que ellos notan es que tiembla y aúlla en voz baja.
—¡Eso, eso! —salta la menor agarrando a su primo mayor de las mangas mientras lo miraba de forma suplicante— ¿Podemos llevarlo? Di que si, solo estamos nosotros para ayudarle, no podemos dejar que muera, vamos Luca di que sí.
Leo y Pablo estaban al margen de la situación, sin decir nada.
Lucas observa al perro y se la piensa, suspirando un momento después para asentir hacia los niños, en especial a Daniela, aceptando ayudar al indefenso perro accidentado.
—Vale.
...
Te siento, te pienso,
te extraño, te olvido,
Y te recuerdo
¿Pero es justo?
¿Acaso has estado conmigo?
No lo espero, pero ahí te veo
"¿Dónde has estado?"
No tengo respuesta
Pues una vez más,
la espalda tú me vuelves a dar.
Nota de autor:
Holaaaa mis soñadores hermosos y preciosos 😏✨
La historia apenas empieza, ya hemos visto el día a día de nuestra Belen, su vida, así que no se preocupen que se viene lo interesante 7v7
¿Qué se viene después?
¿Se reencontrará ella con el agradable ayudante que conoció en la feria?
¿Quién es?
También les quería decir que hicieran conciencia sobre el trato a los perros sin hogar, he visto que a muchos perros los menosprecian y maltratan al punto de verlos demacrados y heridos, lo cual es desagradable. No merecen el mal trato de las personas solo por ser animales sin dueño.
¿Qué piensas al respecto de eso?
Para el que me lea o llegué a leer, muchas gracias por llegar hasta acá y dar tu precioso voto lleno de amor❤️✨
Bye 😏❤️✨
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