Capítulo 2. Soñando con Netflix.
SOÑANDO CON NETFLIX
Una niña salía contenta hacia al bosque, una niña muy bonita, de cabello largo y castaño, el sol hacía brillar su vestido amarillo con algunas flores bordadas, hechas con mucho cariño de su abuela. Corriendo directamente al bosque. cuidado de no alejarse, recordando las advertencias que su Tía Cecilia siempre le decía. Quería jugar y aprovechar el sol de la tarde, su primo duerme en casa, en el sofá de la sala, así que no sería un obstáculo para su pequeña travesía.
Buscó con la mirada a alguien a quien ella esperaba.
—¡Hermes, ya termine mi tarea! —Grita la niña mirando a los lados— ¡Sal, vamos a jugar!
Ninguna señal.
La pequeña castaña se encoge de hombros y decide ver alrededor de los árboles —quizás se esconde— piensa ella ensimismada y alerta, siguió caminando, buscando, hasta llegar a un viejo y grueso tronco caído. Cualquier ser inocente tendría miedo de estar solo en un bosque, pero ella no se siente sola y eso la dejaba despreocupada. Volvió a echar otro vistazo y aún esperanzada, se tapó los ojos.
—Sé que estas aquí... —dijo segura, con sus manitos cubriendo sus ojos— como sé que no te gusta contar, lo haré yo.
Y así empieza a contar:
1 Escóndete que te buscare
2 No te rías que te encontraré
3 Listo o no, ¡empieza a correr!
Ella se destapa los ojos esperando poder encontrarlo y al no ver nada más que el bosque, su mirada cae como si le hubieran negado un chocolate.
—¡No te veo corriendo! —sueltan a su lado, pellizcando la costilla de la niña, causando que la pobre grite del susto y que el niño a su lado diera un respingón por su reacción— Ay... Mis oídos ¿Por qué gritas así? Exagerada.
—¿Exagerada? ¡Me asustaste mucho! Ni quisiera apareciste cuando te llamaba ¡Pensaba que por un momento pudieras ser un monstruo o una persona mala! —la niña ahora malhumorada, no evitó darle un empujón.
—Te oí, te oí, quería sorprenderte —Sonríe como disculpa y se rasca la nuca, un poco apenado—, no quise asustarte Bel, perdón por casi matarte del susto, aunque no puedo creer que le creas eso de los monstruos a tu primo.
Ella no dijo nada.
La niña se le quedaba viendo con los brazos cruzados, lo escaneaba con la mirada como si lo atravesara con esta.
No iba a decírselo, pero el niño podría ser el más bonito de todos, o al menos más bonito que los que conoce. Sus mejillas eran rosadas a la luz del día, su cabello castaño oscuro, casi negro, parecía un revoltijo liso con ondas, su naricita lo hacía ver adorable, como el color de sus ojos que se asemejaba a una laguna de miel, los más bonitos que la niña había visto. Para su desgracia era más alto que ella y quizá sería así hasta cuando estuvieran grandes.
En fin, su nombre era Hermes.
—Te lo puedo compensar —dice de repente Hermes luego de ver qué no decía nada—, ¿me permites?
La niña finge que se lo piensa un momento.
Ella era Belen.
—Esta bien —dice Belen, acomodando su vestido amarillo y lo señala— Pero no me vuelvas a asustar, o te ignoro por todo un día.
El pequeño Hermes sonríe tiernamente, mostrando los dientes y levanta la mano derecha en forma de promesa.
—Igual es imposible ignorarme, pero tienes mi palabra de amigo del bosque.
Desde entonces ambos niños empezaron a jugar, a correr, y a hacerse bromas el uno al otro, el eco de sus risas infantiles era lo que se escuchaba a su alrededor. A veces fingían ser Peter pan y otras veces hablaban de tener 101 perritos con que jugar y divertirse, un tema favorito para Hermes, quien amaba a los animales, más que todo a los perritos.
Habían parado de correr en el patio, donde ahora se encontraban acostados en el pasto, mientras adivinaban las formas de las nubes e inventaban una broma con ello.
—Esa se parece a tu tía —señala Hermes a una nube en el cielo.
—¿Qué? ¿En dónde? Parece más a un dragón sin alas —se quedó mirando la nube con el ceño fruncido, confusa, ¿cómo confundes esa forma con su tía?
—Es igual, así se parece cuando está molesta.
Belen suelta una risita divertida.
—Creo que sí...
Hermes frunce el ceño al no escuchar más la risa de la niña, gira hacia ella, quien sigue viendo las nubes, que de a poco, va cobrando colores anaranjados, anunciando el atardecer.
—¿Tienes primos? —Pregunta la pequeña castaña de repente.
—Claro que si tengo primos... —responde él sin darle mucha importancia— Aunque los más cercanos son mayores que yo
—¿Pelean?
—A veces, no recuerdo mucho, pero no nos veíamos siempre, pero cuando estamos juntos no me gusta que me digan qué hacer... —se encoge de hombros poniendo una mueca. La miro por un momento, hasta que su expresión cambió a una preocupada— ¿Qué tienes? ¿Peleaste con tu primo?
Belen asiente un tanto deprimida. Axel la había regañado por entrar a su habitación, y romper sin querer una alcancía de moneras que estaba en su mueble. Belen se sentía mal cuando su primo estaba molesto con ella.
Hermes se sentó y la miró con una sonrisa comprensiva, él era un año mayor que ella, así que podía comportarse como un hermano mayor, después de todo, él también hubiera querido que su hermano mayor lo tratara así.
—Bel, seguro ya no está molesto, ¿quién se podría molestar mucho tiempo con alguien tan pequeña como una pulga?
La niña se sienta y le pone mala cara.
—No soy una pulga.
—Pero claro, eres pequeña y algo torpe —sonríe muy divertido?—, pero así te quieren.
Las mejillas de la niña se sonrojan un poco al escuchar lo último.
—¿Si me disculpo, ya no estará molesto conmigo? —Pregunta ella mirándolo directo a sus ojos de miel.
—¡Pero claro que sí! —Responde Hermes como si fuera obvio.
—¿Mi primo podría verte? —Pregunta esta vez ella, ladeando la cabeza.
—Mientras tú me puedas ver —dice Hermes como siempre; tranquilo— Todo para mi estará bien...
Así o eran diferentes sus palabras, aunque llevaran a un mismo significado. Ella sólo podría verlo, él hablaba de su familia con alegría y nostalgia. Veía al niño, su gran amigo, se preguntó muchas veces si era un ángel guardián, como decía su tía. Sin embargo, ni su amiga maría podía ver a su amigo o su ángel guardián. Los demás no ven a nadie junto a Belen mientras se supone que habla y juega con él. Pero Belen volteaba y veía al niño más lindo de todos.
Su amigo imaginario lo llamaban los demás.
***
—¡BEL! —Exclama Lucas tocando repetidas veces a la puerta de la habitación de Belen, no sabe cuántas veces la ha llamado y la paciencia ya estaba en la mugre de los pies— ¡BELEN ANDREA CASTILLO, voy a entrar y más te vale que estés más cubierta que una monja! ¡PORQUE SI NO ME VOY A TRAUMAR!
No recibió respuesta.
Salvo el grito de Axel desde su habitación, pidiendo "amablemente" que dejara el escándalo.
Había llegado hace 10 minutos, los cuales tuvo que verle la cara de poema del primo Axel, quien sólo le dejó pasar diciendo que Belen estaba arriba en su habitación.
Volvió a tocar, ninguna respuesta.
Miro por el pasillo y no había rastro del primo de su amiga, o de la tía Cecilia, tampoco estaba siendo mal educado; había venido para esta casa miles de veces, y era bien recibido. Además, él si había tocado la puerta, bastantes veces.
Así que al abrir a puerta no se sorprendió al ver la habitación ordenada de su amiga, pero encontrándola a ella durmiendo muy cómoda y arropada en su cama, hasta con la ropa que cargaba en la escuela.
«Parece como si la cama la hubiera seducido bastante rápido como para quedarse dormida y torcida» pensó Lucas y negó divertido con la cabeza. Dejó el bolso a un lado y se acercó a ella para ver si la podía despertar, pues para Lucas siempre era un placer molestarla. Se dejó caer sentado junto a ella, observando un pequeño hilo de baba saliendo de su boca y reprimió una carcajada
¿Cuántas veces tienes que ver las caras extrañas de tu amiga durmiendo? Aunque eran contadas las veces que se había quedado a dormir en la casa de los Castillo, siempre era por algún aprieto.
—Oye Belen —la sacude un poco, pero la castaña se mueve y le da la espalda soltando un gruñido— ya llegue niña malcriada, deja de soltar esa baba e' tonto y despiértate de una vez.
No consiguió molestarla pero si despertarla, la castaña sólo abre un ojo y se estira un poco bostezando, vio a Lucas con el ceño fruncido mientras él se mostraba muy burlón por verla completamente como un espanta pájaros.
—Seras idiota... Me has interrumpido un lindo sueño... —suelta en voz ronca mientras se estira y bosteza— Hermes... Estaba adora... —Se sonroja, dándose cuenta de lo que iba a decir, y abre los ojos por completo, viendo a un Lucas con una ceja alzada— ¿No sabes tocar?
—Te grite y te toque la puerta 5 veces, hasta llamando te por el nombre completo —Belen hace una mueca, odia que la llamen por su nombre completo—, a ti te pasa un camión por encima y no te das cuenta, pajua. Además ¿Quién se duerme sabiendo que mi presencia iba a pisar tú casa?
—Pues yo, pero perdón por eso —sonríe inocente, ve la sabana y le extraña un poco, Belen no se había arropado antes de dormir, pero le restó importancia, así que volvió a fijarse en su amigo— Además, me acostumbré a tener el sueño pesado por los ronquidos de María; cuando me dejan dormir en su casa.
—Hablando de pelo de caucho... —dice Lucas levantando se de la cama para recoger su bolso, y pregunta pretendiendo hacerse el desinteresado:— ¿Va a venir o qué?
—Pues... —Se había quitado la sabana, y se había sentado a la orilla de la cama, se vió con una sonrisa algo incómoda, por lo que se encogió de hombros— Parece que no, creo que sus padres otra vez no le dieron permiso.
El mayor solo asintió, caminando de un sitio a otro como acostumbraba mientras pensaba. Hasta que se rindió y se sentó en el puf frente a Belen. Podría caerle mal a María, pero a fin de cuentas era su amiga. Belen lo observó por un momento, viéndolo tan silencioso de repente, aunque traía su semblante neutral.
—Bueno, algún día se escapará de su Torre —dice Lucas finalmente, abriendo su bolso para sacar su laptop. Pero había levantado la ceja para dirigirle la mirada a Belen— ¿Con qué soñaste, sinvergüenza?
Belen se sonrojo levemente apartando la mirada, no se sorprendió que Lucas cambiara de tema repentinamente. Pero ese tema de sus sueños lo sabe nada más su tía y su amiga María, no se lo contaba a Lucas, no porque no confiara, sino porque el tema le parecía extraño hasta para ella, ¿cómo luego de varios años sigues recordando a tú amigo imaginario? Que según estudios científicos, deberías de olvidar a los 8 años. Pero Belen no, no sólo lo recordaba, sino que lo soñaba muy seguido.
Y como no sabía qué explicación darle a su querido amigo, le respondió lo primero que le vino a la cabeza:
—Con Netflix —miente rápidamente tratando de ocultar su pequeño nerviosismo, mirándolo con una sonrisa inocente, Lucas sólo seguía alzándo la ceja sin creerle— Hermes... Es un guapísimo personaje de Netflix —explica— ya sabes... Un crush...
—¿En serio? —Belen asiente— ¿De qué serie es? —Pregunta mirándola de reojo no muy convencido.
—¿Me vas a preguntar a mi cuando sabes que me es difícil aprenderme los nombres de las series o libros? —Réplica Belen poniéndole mala cara.
Lucas sólo alza las manos mostrando que anda en Paz y vuelve con tu laptop cerrando así su curiosidad. Belen sólo se levanta y le dice que se irá a bañar, mientras tanto Lucas sólo asiente y se conecta al Wi-Fi de la casa como si fuera el suyo. Ella sólo busca ropa cómoda y sale de la habitación para ir al baño y finalmente ducharse. No trata de darle muchas vueltas a lo que soñó, normalmente en un rato se le tornan confusos.
Trata de no durar mucho en la ducha para no hacer esperar a Lucas más de lo que había hecho estando dormida, pero con el calor que hubo en la escuela lo necesitaba, ya lista se secó y se puso lo que había agarrado de ropa: Una blusa azul manga corta, el sostén, unos shorts negros y las pants. Ya vestida sólo sale del baño y se dirige a su habitación.
Su primo va subiendo las escaleras en dirección a su habitación, Belen lo mira sin levantar una sonrisa o saludarlo, tiene ganas pero no lo hace, Axel le da una mirada neutral y mueve la cabeza como saludo, traía el cabello desordenado —como siempre— a comparación de Belen, el cabello de él era un color parecido a un chocolate amargo, que encajaba bien con sus ojos verdes que hoy en día se mantenían opacos. Caminaba relajado sin cambiar ese semblante neutral, que para Belen era helado, se le quedó viendo un momento sin darse cuenta que ya estaba frente a su puerta.
—¿Qué? ¿Tengo algo en la cara o me dirás algo? —Pregunta Axel, en un tono tosco, amargado, haciendo que la menor se sobresalte un poco por nerviosa, ni siquiera la miraba como para saber cómo la había notado.
—No... Nada —se limitó a decir ella en voz baja, pero lo suficiente como para que su primo escuche. El ya está abriendo ya la puerta para entrar— eh... ¿Cómo...
Antes de terminar Axel se encierra de un portazo interrumpiendo a su prima.
—Estas...? —Termina de decir ella en un suspiro, de verdad le deprimía ser tratada así por su primo el distante. El no quería hablarle.
Muy incómodo, ¿no?
Y se supone que viven en el mismo techo.
Se había prometido a sí misma, recientemente, no dejarse deprimir por su propio primo, aunque lo amaba y le quería mucho, ya era un año que comenzó su aislamiento con ella y Cecilia. El decía que no lo molestaran, siempre salía de casa y llegaba a la madrugada cuando a veces Belen fingía estar dormida, y se escabullía por la escalera para escuchar la discusiones de su primo y su tía, no lo veía casi, ni en los domingos que eran exclusivos para la familia.
Pensar que aquel chico de su infancia era casi lo contrario a lo que está siendo ahora, tía Cecilia solo se auto convence que es una etapa de rebeldía, algo de lo que Belen no está convencida.
Antes de entrar sacude la cabeza y pone una cara diferente, Lucas sigue en el mismo lugar en donde lo dejo, Belen le dedica una sonrisa mientras se acerca para sentarse con él, que al parecer solo descargaba capítulos de otra serie que no conoce aun.
—Ahora si no apestas a mugre seca —se burla Lucas, recordando que hace un rato hasta con baba la encontró dormida— despierta te ves más decente, Belinda.
La burla duró poco cuando recibió un buen zape de parte de Belen, haciendo que se quejara un poco, era bajita pero el chico no podía negar que tiene mano pesada, pero se vio ofendido que ignorara su cumplido.
—No iguala a la peste a la que le llamas "fragancia de la victoria" —suelta Belen sonriendo con malicia— María es capaz de llamar a la profesora de química, para pedirle una receta contra la fragancia de la victoria.
—En el fondo le encanta, soy tan irresistible que ni un mal olor afecta mi encanto —sonríe de lado acomodándose el cabello, egocéntrico sobre todo.
—Aja, avísame cuando alguien esté en la fila —dice Belen, esta vez partiendo a risas, cuando este le respondió con mala cara, ofendido hasta el ego.
Al rato siguiente se encontraban en la sala preparando el maratón, Lucas conectando su laptop al televisor de la sala y Belen haciendo cotufas en la cocina. Hacían este tipo de reuniones una vez cada dos o tres semanas y la mayor parte de esas reuniones son en casa de Belen, ya que la familia de Lucas era tan grande que era muy complicado conseguir tranquilidad, mientras tanto con María es algo complicado ir a su casa, aparte de que sus estrictos padres la dejaban pocas veces, ella seguía viviendo un poco lejos de la urbanización.
Ya preparado todo, se sentaron en el sofá para poner el primer capítulo de Lucifer, una serie de Netflix que no tardo en popularizarse desde su primera temporada, la serie trataba del ángel caído gobernante del infierno, quien decidió tomar unas vacaciones e ir a la tierra a hacerse pasar por un humano más —Algo que para Belen no disimula nada— en eso conoce a una detective a quien desde el primer encuentro le interesa y al rato después, termina siendo su compañero en la policía. Lucas era fanático del demonio que está del lado de Lucifer, lo cual tiene en común con María quien adora el personaje también, pero a Belen solo le fascina la relación de Lucifer y la detective López.
Se quedan comiendo cotufas mientras están al teléfono en alta voz con María, que también está viendo la serie como ellos, comentando sobre la serie y riendo juntos por alguna ironía.
Axel oía en el pasillo cada una de las cosas que hablaban en la sala, las risas de su prima y la voz gruñona de Lucas mandandola a callar, para al rato unirse a los chistes y terminar por reírse también.
El chico distante sonríe con tristeza, sintiéndose celoso por no ser parte de eso, solo disfrutaba observar de lejos —O más bien, espiar— era algo cercano a no perderse ningún cambio de ella y cuidarla, estar presente a su manera, cuando sabe que no debería, pues es incorrecto espiar a las personas. Pero sin darse cuenta ya había tomado aquella costumbre y corría con la suerte de nunca había sido descubierto en todo el año pasado, solo había pasado una vez, pero no le tomó importancia.
Ya sabiendo que lleva mucho tiempo parado en el pasillo, escucha un rato más a su alegre prima y con las manos en los bolsillos regresa a su cuarto.
***
Querido hogar, hoy no me siento yo,
Pues en tus brazos hace tiempo que no estoy,
Estoy perdido y no sé cómo volver,
El aroma de tu perfume familiar me recuerda quien solía ser.
Querido hogar, hoy no me siento yo,
Pues en tus brazos hace tiempo yo no estoy.
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