Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

¿Qué pasa? ¿Vas a llorar?


¿Qué pasa? ¿Vas a llorar?


Este podría ser uno de los reencuentros más importantes y especiales de mi dramática e inesperada vida si mi mínima sonrisa no se estuviese borrando en el momento el que escucho las palabras:

—Puta basura —Sonido de pájaro—, vete, sucia basura —sonido de pájaro.

Alex se pasa una mano por la barbilla apenas cubierta de un poco de barba mientras Miriam Rae, su madre siempre enérgica y despreocupada, se ríe antes de llevarse una mano a la boca en tanto veo al loro que se mantiene en su otra mano diciéndome "puta basura".

—Te dejé a mi loro, Alexander Rae y esto es lo que consigo.

—Mamá se ofreció a cuidarlo y sabemos que ella es buena en eso, pero... —dicha mamá se ríe—. ¡No es gracioso, mamá! No es nada gracioso, te dije que se enfadaría cuando volviera y viera todas esas nuevas palabras que Gring dice —Alex me ve—. No tengo nada que ver con esto, lo prometo.

—Siempre has tenido un sentido del humor atrasado, Alexander —Sacude Miriam su mano libre, restándole importancia.

Una risita resuena y entrecierro mis ojos hacia Caddie que se encuentra con las manos protectoramente contra su vientre crecido, sin embargo, no parece intimidada por mí, riendo cuando mi loro ahora grita "¿Qué pasa? ¿Vas a llorar?"

—O tú vas a llorar —Hablo frunciéndole el ceño— ¿Cómo te atreves a volverte un loro corriente malhablado?

—¡La tuya! ¡La tuya!

—¿Miriam, pero que le has hecho a mi loro?

—Le he enseñado de la vida ¿Cierto, pequeñín?

—Sí, mi amor. Sí, mi amor.

Me cubro con la mano la barbilla y la boca mientras veo todo este absoluto desastre de palabras que no va a olvidar. Años de un vocabulario moderadamente aceptable, porque hay que admitir que mucha clase no tenía, pero ahora tengo un loro así.

—Creo que me duele la cabeza —Me masajeo las sienes con los dedos.

—¿Qué pasa? ¿Vas a llorar? —dice el maldito loro y le gruño— ¡Puta basura!

—Te voy a desplumar, eso es lo que voy a hacer en donde sigas diciendo tus tonterías.

—No puedes, no puedes, no puedes —comienza a cantar.

Aprieto los labios y veo de nuevo a Miriam que se encuentra sonriendo y quien se encoge de hombros sin lucir ni un poco arrepentida.

Termino por dejar ir una respiración profunda porque no hay manera en la que esté cabreado con la mujer que siempre me ha tratado cómo a un hijo más y que me dejó pasar mucho tiempo en su casa, siempre ha celebrado de manera eufórica mis triunfos así que acorto la distancia y le beso la frente antes de darle un abrazo, sonriendo cuando Gring sale de su mano y comienza a caminar hasta apoyarse en mi antebrazo, da golpecitos con su cabeza a mi brazo cómo si aclamara por mi atención.

—Mi amor, mi amor —Repite pasando su cabeza por mi brazo— ¿Qué pasa? Mi amor.

—Ahora además de malhablado, eres un loro cursi —Me quejo, pero estoy sonriendo.

Extiendo los dedos para que vaya a ellos y en efecto lo hace, acercándolo a mi rostro entrecierro los ojos hacia él.

—Hola, desvergonzado ¿Quién soy yo?

—¡Aaaaarte! ¡Arte! Mi amor, arte.

Seguramente hago una expresión de desconcierto porque solía ser "Ed", vuelvo mi atención a Miriam que sonríe ampliamente.

—Le enseñaba fotos tuyas y creí que era bastante bonito que te llamara por arte ya que es lo que haces —Me guiña un ojo—. A la mucha bonita también la llama arte.

—¿Qué muchacha bonita?

—Valerie —Me responde Caddie poniéndose de pie y haciendo una mueca cuando ve hacia sus pies hinchados—. Ella solía venir a visitarlo mucho, lo hizo hasta que Gring se fue de vacaciones.

Llevo mis dedos a la cabeza de Gring y le sonrío antes de dejar un beso ahí, lo que hace que me picotee la mandíbula en reconocimiento.

—Haces bien en llamarla arte, Gring, por eso te perdonaré.

Evalúo que su plumaje se ve saludable, que se ve bastante bien alimentado y que de hecho se ve bastante activo y aunque sus nuevas palabras sean cuestionables eso solo demuestra su inteligencia y capacidad de almacenar nuevas palabras luego de tantos años.

Le doy una media sonrisa a Miriam, la suya es amplia, siempre ha poseído el tipo de sonrisa en el que parece que toda su cara es feliz y nada la mortifica, tal vez por eso siempre se ha visto tan joven. En la escuela, Alexander odiaba a morir que todos babearan por su mamá, siendo honesto también me cabreaba y me metió en muchas discusiones porque no tenía paciencia de aguantar a mocosos pubertos siendo lascivos con ella.

—Gracias por cuidarlo, Miriam, no pensé que tardaría tanto en volver, pero veo que está muy bien y hasta vacaciones tomó.

—Me duele devolvértelo y francamente lo extrañaré, pero te veo con él y sé que deben estar juntos y reconectar. No dudes en llamarme si algún día necesitas que lo cuide.

—¿Cuánto te debo? Sé que debió ser un gasto.

—Tonterías, no pienses en ello. Además Matt y Alex compraban muchas de sus cosas.

Me acerco hacia Alex y le palmeo el hombro, me sonríe.

—En serio, gracias. No estoy cabreado por lo de las palabras.

En realidad si lo estoy, pero no quiero sonar malagradecido o al menos no con Miriam, así que finjo que estoy bien con todo, haciéndome la promesa de que en el futuro sí que me quejaré a rabiar y por futuro me refiero tal vez a unos cinco días.

—No tienes que agradecernos, sabemos cuán importante es Gring y lo que representa para ti, lo hicimos con mucho gusto y nos alegra que ya esté contigo —Me asegura mi amigo

Asiento y de mala gana acepto tomar té con ellos porque quiero irme, pero de nuevo rescato un ápice de amabilidad y decencia para quedarme unos pocos minutos en los que me fastidia la conversación entorno al bebé que nacerá pronto porque parecen obsesionados con este hecho del milagro de la vida y luego de verdad siento un poco de pena por Caddie que se queja de una patada bastante fuerte del demonio en su cuerpo – palabras del futuro papá, no mías – y que casi se orina encima porque al parecer le presiona la vejiga. Sin embargo, tengo que admitir que en algún punto se siente bien ver a mi buen amigo sonreír mientras le acaricia el vientre o le hace algún cariño a su esposa. Matthew y Alexander son de las mejores personas que conozco y verlos felices de alguna manera me complace y me da un poco de esperanza sobre esta cosa retorcida llamada vida.

Afortunadamente logro irme unos veinte minutos después con mierda loca que le compraron a Gring, no entiendo a quién se le ocurrió comprarle una colección de pequeños sombreros y Miriam le compró una especie de spa portátil que debo guardar en la maletera. Lo que me falta es que tenga un loro consentido y mimado, que mi loro súper independiente y rustico ahora sea de plumaje delicado.

Por seguridad y siendo un buen ciudadano, mi loro debería hacer el viaje en la camioneta en una jaula, pero Gring nunca ha sido enjaulado por mí, siempre se ha movilizado a su antojo y la idea de meterlo en una jaula incluso si se trata de su seguridad, me inquieta y pone ansioso, lo siento una traición. Así que se encuentra en el asiento copiloto silbando de manera molesta alguna canción que no ubico porque no es cómo si yo escuchara música a menudo.

—¿Qué mierda cantas? —Pregunto dándole un rápido vistazo.

—Ignorante —Me dice y aprieto las manos en el volante— ¿Qué pasa? ¿Vas a llorar?

Me detengo en el semáforo esperando que las personas hagan su cruce peatonal de manera impaciente.

—Prostitutas —pausa— prostitutas.

—Ni siquiera quiero saber cómo aprendiste eso —Volteo a verlo y alzo el dedo cómo un viejo regañando a niños—. No le dirás prostituta a nadie y esas son mujeres simplemente cruzando la calle.

—Puta basura —Me dice.

—Pájaro de mierda —mascullo volviendo la vista al frente.

—Eres una mierda —dice y muy a mi pesar rio poniendo la camioneta en marcha cuando la luz cambia.

—No, tú eres una mierda.

—¿Qué pasa? ¿Vas a llorar?

Y de esa manera hago el viaje de regreso a mi casa, con un loro que no deja de parlotear y crearme desconcierto con cada nueva palabra al azar o muy adrede que dice, tengo que admitir que conduzco un poco divertido con esta situación.

Mis abuelos fueron tan increíbles que incluso este pedazo de ellos que me dejaron, me hace sonreír.

Cuando me estaciono en la entrada de mi casa, saco el teléfono para tomarle una foto a Gring y por alguna razón se la envío a Valerie y debe de haber pasado una estrella fugaz, porque ella responde rápido.


Niña buena: ¡Está contigo! Me alegra mucho

Niña buena: ya no tienes que sufrir por sus vacaciones sin ti

Oh, estamos de buen humor.

Edmun: es un malhablado

Edmun: perdí la cuenta de cuántas veces me ha preguntado de manera burlista si lloraré y que soy una puta basura

Niña buena: ¡Oh, Dios! A mí me llamó prostituta la última vez pero luego seguí siendo arte

Edmun: eres arte, siempre lo serás


Han sido cinco días desde que comí en su casa y conversamos de manera civilizada, después de ello el intercambio de mensajes ha sido seguido y aunque normalmente eso no es mi estilo o algo que me guste, lo hice por ella y sirvió para sentir de alguna manera que también reconectábamos de esa forma. La mierda incómoda entre nosotros se ha ido despejando de a poco, no es que todo esté bien y listo para arrancar, pero al menos hay algún tipo de relación en la que ya no nos sentimos extraños o resentidos sobre sucesos que no podemos cambiar porque ya ocurrieron.

Hace dos días desayuné con ella y Michelle, quien me recibió con una sonrisa y luego tuvo unos momentos de silencio cuando le entregué la carta que Dietmar le envió. Hay una cosa sobre Michelle que es agradable, no hace preguntas y nunca enloqueció o juzgó el tipo de vida en la que nacimos ni siquiera pareció resentido o especialmente decepcionado de la ausencia de Dietmar, había tristeza, pero también aceptación y sonrisas cuando yo, un tipo a la que la gente le da igual, le dio un poco de consuelo con una que otra historia no comprometedora del tiempo en que estuve con él, la historia de nosotros bañando a los perros lo tuvo sonriendo y a Valerie riendo mientras me pedía más detalles de esa historia.

Así que estamos cruzando el puente lentamente, tan lento que me desespera, pero hay algo bueno en ello, porque me ha confirmado que ese algo especial aún está presente en nosotros y supongo que soy cómo cualquier otro triste bastardo lleno de esperanzas porque sé que si ella no me quisiera de vuelta me lo diría, de forma molestamente amable, pero me lo haría saber para no crearme falsas ilusiones.

Quiere estar conmigo, pero aún tiene sus dudas y miedos, puedo entenderlo, pero ¡Joder, niña buena! Sácame de mi puta miseria.

No responde mi último mensaje, de hecho no lo hace hasta que Gring se encuentra en el jardín diciendo "me cagó un pájaro", que mi teléfono vuelve a vibrar con su respuesta.


Niña buena: me enseñaste a verme cómo arte

Niña buena: podría visitar a Gring

Enarco una ceja, tendrá que visitar al dueño también.

Edmun: ahora??

Niña buena: si no es molestia...

Edmun: puedes ser molesta a veces, pero tú en mi casa nunca me molestarás

Niña buena: si piensas que eso suena halagador, estás terriblemente equivocado

Edmun: solo aplicaba la honestidad. Vienes?

Niña buena: no creo que sea justo en este momento, pero creo que tal vez un día lo haré


Y de nuevo tengo las putas esperanzas porque Valerie Evans ha esquivado cualquier acercamiento a mi casa cómo una bala y sospecho que se trata de que entre tantas paredes albergamos muchos recuerdos de nuestra historia, aquí, en mi casa fuimos de alguna manera libres y nos acercamos convirtiéndonos en el tipo de pintura inconclusa que somos hoy.

¿Qué tipo de pintura quieres que seamos, Valerie Evans? Píntanos los colores que quieras, pero mantennos en un mismo lienzo, por favor.

Me quedo con la vista clavada en el teléfono y luego sacudo la cabeza antes de responder.

Edmun: esperaré por ese día, nunca me importará esperarte

—Qué imbécil eres emocionándote por esto.

Pero no son simples palabras las que me han dado, porque son de Valerie y en ellas me hace ver más de lo que cree.

—Estoy enfermo del maldito amor, pero ella también lo está.

Veo el reloj en una de las paredes de la casa y son casi las tres de la tarde. Viendo que el tiempo parece sobrarme y cuán inquieto me encuentro, traigo muchas de mis pinturas y me recojo el cabello viendo la pared en blanco que he decidido pintar y ya sé lo que quiero plasmar, después de todo, en mi casa es seguro porque pocos pueden entrar. Me sirvo un buen vaso de whisky y comienzo a plasmar mi mierda en la pared cuando muy bien podría hacer otra pintura para la pronta exhibición, pero esa ya tiene unas pocas de antes y un par hechas desde que volví. Aquí, en mi sala, se trata de mí, de liberarme y llenar un vacío tanto en mi casa cómo en mí.

No voy muy lejos, apenas media hora de trabajo, pero ya hay pintura en mis dedos y seguramente en mi rostro, sé que en mi ropa la hay, cuando mi teléfono suena y lo ignoro, pero entonces vuelve a sonar de nuevo y lo tomo con la promesa de insultar a quien quiera interrumpirme.

—¿Qué quieres? —exijo saber a quién llama.

—Podría sentirme dolido por ese frío saludo, hermano mayor —dice la voz que reconozco cómo de Lorenz—. ¿Te he dejado sin habla?

—No te la creas tanto.

Pero sí lo ha hecho, porque pensé que no sabría de ellos en un muy buen tiempo. Los últimos con los que hablé fueron Dietmar y Fabienne en una llamada de apenas tres minutos. Pude vivir muchos años sin mis hermanos, pero después de haber convivido tanto con ellos se siente cómo una abstinencia de algo, cómo una necesidad.

—¿Qué haces? —Su voz me trae de vuelta a la conversación.

—¿Solo eso? ¿Es una simple llamada para eso?

—¿Qué? ¿Creíste que te llamaba para que vinieras a echarte balas y granadas? —Es claro que su voz se tiñe de burla—. Solo llamo para escuchar tu gruñona voz, estoy en el proceso de adaptación de que somos cinco hermanos en la mansión y no seis.

No sabía que estaba tenso hasta ahora que me relajo al saber que la llamada no tiene ningún trasfondo peligroso. Tomo más pintura con la otra mano mientras una vez más me pregunta qué hago.

—Pinto mi casa.

—¿Por qué no contratas a alguien que lo haga? Esa manía de ser tacaño es desagradable, hermano mayor.

—Idiota, por pintar me refiero a algo más que cubrir mi pared de un color.

—Ah, pintas —dice—. ¿Qué pintas?

—No pienso decírtelo.

—¿Aun seguimos con el asunto del secreto en tu arte?

—Sí, es mi asunto.

—Solo quieres que vaya a verlo, por eso no me quieres decir —respira hondo.

—Claro, has descubierto mi plan secreto, Lorenz.

—Soy así de inteligente —No tengo que verlo para saber que está sonriendo—. ¿Te va bien?

—Algo así.

—No suenas convencido.

—Nunca he sido complemente feliz.

—Un alma torturada —Se burla y hay un sonido grotesco de fondo, suspira—. Ah, así que ya despertó este imbécil.

—¿Qué imbécil?

—Uno que se quedó dormido cuando las cosas se ponían interesante.

—A-ayuda —Se escucha el jadeo con voz quebradiza de una voz masculina por el teléfono y dejo de pintar.

—¿Eres estúpido? ¿Qué te hace pensar que la persona con la que hablo te ayudará? Ni que lo valieras —Hay el crujido de un golpe.

—¿Me llamas mientras golpeas a alguien?

—No, te llamaba mientras esperaba a que esta mierdecilla traidora despertara, no querrás saber lo que hizo esta escoria, solo debería agradecer que vine en una visita rápida, porque si tuviese verdadero tiempo o Nik lo hiciera...

—Ellos me sedujeron...Lo estaban pidiendo.

Odio la manera en la que me hago un contexto con las palabras del victimario pintándose de víctima, porque creo saber cuál es su crimen y simplemente siento ganas de vomitar, también de hacerle mucho daño.

—¿Sabes con quién estoy hablando? —Le pregunta Lorenz— Con mi hermano no muerto ¿Y sabes por qué te lo digo? Porque no saldrás de esta para contarlo.

»Debo colgar, Moritz, tengo que volver al trabajo y terminar esto, malditos pederastas inundando las calles ¿Qué tan difícil es extinguirlos? —No sé que está haciendo, pero el hombre grita—. ¿Te duele? Muy bien, porque no tengo tiempo y aun sí hay que ser rápido, hay que causarte dolor.

»¿Sigues ahí, Moritz?

—Aquí sigo.

—Bien, colgaré, el trabajo llama. Solo quiero decirte que dejes de ser un mártir y por favor consigue de una vez tu puta felicidad, que el papelito de hermano sufrido me tiene altamente aburrido.

—Por supuesto —digo con sequedad—. Saldré a ser feliz por ti.

—Eso espero, cuídate, gruñón.

Y antes de que pueda responderle, la llamada es finalizada y por supuesto que no puedo identificar el número, no es que pensara en llamar de vuelta, sé cómo funciona ahora esta relación entre nosotros.

En el pasado escuchar ese tipo de llamada me habría agitado un poco y luego la habría ignorado, pero ahora simplemente me encojo de hombros sabiendo que es su asunto y que si Lorenz está siendo particularmente más cruel de lo normal, algo turbio tiene que haber de por medio, mi hermanito no tiende a quitarse la máscara de tipo encantador por nada.

Supongo que para mí esta es una llamada casual.

Dejo el teléfono a un lado y retomo lo que hacía, visualizando en mi mente lo que quiero plasmar y esperando conseguirlo porque de no hacerlo me cabrearé y tiraré la pared.

***

Veo al techo y sonrío.

Sí, yo, el tipo que odia al mundo en general, que detesta compartir su aire y que todo le hastía o fastidia, sonríe con la vista en el techo.

Pero eso tiene sentido si tienes en cuenta que a través del teléfono escucho la voz de Valerie Evans que de hecho me ha llamado. Todo muy inesperado.

Por una rareza de la vida y ante el hecho de que no estoy durmiendo también cómo debería tras haber vuelto, me acosté temprano en busca de un sueño que no me alcanzó. He intentado con música relajante e incluso horribles aromatizantes de los que luego me arrepentí, pero supongo que esta noche fue bueno encontrarme dando vueltas en la cama porque entonces mi teléfono vibró con una llamada de Valerie.

Odio hablar por teléfono, me fastidia, siento que es una pérdida de tiempo y no me entretiene, pero me guardo mis reservas por ella porque estamos en un punto en el que cualquier especie de contacto representa algo positivo; a eso me he reducido y es una puta vergüenza, pero lo disfruto.

En un principio pensé que serían otros minutos de tortura en silencio porque no soy un buen conversador y si ella no habla, todo cae en picada, pero a diferencia del principio de nuestro reencuentro, cada vez todo parece fluir mejor, no digo que sea más fácil porque siento que entre nosotros esa palabra ni siquiera existe, pero tras un suspiro su voz suave ni siquiera inició con un saludo, ella pasó directo a preguntarme que hacía y tras responderle que viendo el techo, su risa me hizo sentir cálido cuando me preguntó por qué, fue ahí cuando comencé a hablar con lentitud y sin hacer uso extraordinario de las palabras sobre lo poco que he estado durmiendo.

En cuanto a ella, cuando le pregunté por qué no estaba trabajando tras largos segundos de silencio habló sobre haber hecho un reportaje en un evento más temprano que se transmitía ahora en la noche, por lo que se la tomó libre para descansar porque también ha tenido problemas para dormir.

Así que sonrío por el simple hecho de tener algo tan básico como una conversación sin el peso de todo lo que hemos arrastrado con nosotros. Han sido semanas de trabajo entre nuestra relación inconclusa, pequeñas reuniones, llamadas, mensajes, siento que todo ello ha ido despejando de a poco las cosas entre nosotros.

—¿Por qué no puedes dormir? Odiaría pensar que te estoy quitando el sueño y no de una buena manera —comento tras unos breves segundos de silencio.

Su risa resuena junto a un resoplido.

—¿Qué significa eso? —pregunto enarcando una ceja aunque no pueda verme.

—Cómo si no me hubieses quitado el sueño desde que te conocí.

—Así que te he quitado el sueño...

—Muchas veces —murmura en voz baja— y en diferentes circunstancias, pero es bueno.

—¿Lo es?

—Sí, porque disfrutaba pensarte.

—¿Y ahora?

—Ahora es complicado, pero no necesariamente malo.

—¿Quieres que te cuente un secreto, niña buena? —Su respuesta es un susurro afirmativo—. Creo que nunca en mi vida había pensado tanto en una persona cómo pienso en ti. Tengo obras de artes que no me canso de ver así sea por internet, obras que me parecen impresionantes y me aceleran el corazón ante su grandeza, pero ni siquiera ellas se comparan contigo.

»No necesito ir a un lujoso museo a hacer colas para ver pinturas colgadas, no necesito viajar a otros países, no, solo tengo que pensar en ti. Tú siendo una pintura sonriente, pensativa, apasionada, desnuda e incluso una triste, porque hasta llorando eres una maravilla para ver y adorar. Siempre pienso en ti y tal vez suene raro y espeluznante, pero es lo que pasa cuando enamoras a alguien como yo.

Hay unos largos segundos de silencio y todo lo que percibo es su respiración, pero puedo imaginarla, verla en mi cabeza con los labios entreabiertos y ojos amplios brillantes mientras su mente lo piensa y analiza porque no quiere equivocarse en su decisión, porque teme decir demasiado si no lo piensa bien y solo lo siente.

Y siendo el puto egoísta que siempre seré, no temo a volver a hablar, dejándolo salir todo incluso si podría ser demasiado para ella.

—Te amo y la manera en la que lo hago posiblemente alguien más lo hará, Valerie, porque eres fácil de amar. Pero lo que sí sé con certeza que nadie más hará es pensarte, extrañarte, sentirte y apreciarte cómo este frío corazón lo hace por ti.

»Porque quiero ser el gris entre tus colores, el frío en tu calor y porque ¡Mierda! En serio haría cualquier cosa por ti. Soy un puto enfermo de amor y te amo tanto que me molesta e incomoda, pero decido vivir con ello porque es la prueba de que tengo la dicha de conocerte.

»Desprecio esta sensación de incertidumbre, dolor y felicidad que no puedo controlar, pero la abrazo porque cada instante de ello me recuerda que tengo la fortuna de conocer a alguien cómo tu que fue capaz de ver entre mis piezas y aceptarlas todas, alguien que dice que no soy solo gris, alguien con tantos colores que cuando me toca me envuelve en ellos. Me jode el amor, Valerie, pero lo acepto incluso sonriendo porque amor significas tú.

El silencio sigue, pero esta vez noto el cambio en su respiración y siento rabia hacia mí mismo porque está llorando, no con sollozos, pero la conozco bien y sé que algunas lágrimas tienen que estar presente ¿Hasta cuándo voy a hacerla llorar? Casi llegaría a pensar que estaba mejor con mi ausencia, pero no había manera en la que yo no volviera.

—Odio hacerte llorar, en serio, siento que no estoy haciendo nada bien porque no estuve y te hice llorar, volví y te hago llorar, te digo que te amo y lloras. Me cabrea ser causante de tantas lágrimas, lo odio, Valerie.

Pero entonces el más dulce sonido llega: su risa y me gusta el sonido incluso si viene acompañado con un vergonzoso sonido de sorbido de nariz.

—Tu viaje te volvió dramático, Edmun.

—Pasé tiempo con una mocosa dramática que llamo hermanita, es su culpa.

—No todas las lágrimas son malas, al menos las de ahora no lo son, porque es que escuchar a un hombre cómo tú decirme esas cosas es hermoso. Creo que me idealizas, tengo defectos, Edmun y no trato de restarme valor o minimizarme, pero no soy esta gran obra de arte que con tanta pasión describes.

—Para mí lo eres y estoy seguro de que para otros bastardos que morirían por una oportunidad contigo, también. Igual no me importan las opiniones inservibles de los demás, para mí eres una invaluable obra de arte y punto.

—Estuvimos un año separos, pude cambiar y aun así te empeñas en decir que me amas.

—Porque te amo, mucho, demasiado, con todo. Y no, no cambiaste, solo sacaste a relucir piezas hermosas de ti de las que aún no te habías sentido lista para compartir con el mundo, pero sigues siendo tú, mi niña buena, mi Valerie.

Hay otros pocos segundos de silencio y luego un suspiro tan profundo que hasta yo lo siento, de hecho me inquieta porque sé, simplemente conozco que esta es la señal que se está cerrando.

Sé que tengo que ser paciente, que incluso no tengo derechos de exigir, pero es tan frustrante avanzar para luego estancarse cada vez que teme continuar y me jode, porque me doy cuenta de que tal vez está aterrada de confiar en mí y eso no es un buen presagio para mí.

—Debo colgar —susurra ta cómo lo esperaba y cierro los ojos resignándome al corte abrupto de nuestra conversación.

—Está bien, me jode, pero lo entiendo. Ten bonita noche, espero verte mañana en la galería. Seré el tipo grosero que todos vean mal cuando asegure que el arte expuesto es mierda.

—Difícil no reconocerte con esa descripción. Descansa, Edmun.

La llamada finaliza y me quedo con la vista clavada en el techo junto a la sensación amarga de haber expuesto tanto para ser bloqueado en el camino.

Un rápido vistazo al teléfono me hace saber faltan tan solo dos minutos para dar paso a mi cumpleaños número treinta.

Treinta años llenos de momentos traumáticos, dolorosos, un círculo pequeño de personas que no me molesta que respiren, un primer amor fallido y el hallazgo del amor de mi existencia. Treinta años de una triple vida, de errores e indiferencia, de locuras, tristezas y unas destacables alegrías. Treinta años con muchos acercamientos a la muerte.

Así que Moritz Schwarzenberg, E. Schwarzenberg y Edmun Matters consiguen la tercera década de su vida exactamente dos minutos después.

—Te vuelves viejo —Me digo a mí mismo con diversión.

Porque no me pesa mi edad, después de todo de pequeño pensé que ni siquiera llegaría vivo a los dieciocho con el tipo de vida que mi abuelo y papá me hacían vivir, pero ellos están muertos y yo estoy aquí, de una manera cruel podría decir "mira quién ríe de último", pero solo siento pena por Anton por vivir toda su vida con un complejo de inseguridad sobre no ser suficiente para su padre y con respecto al viejo Luhanne, únicamente desearía revivirlo y que sufriera más, pero no malgastaré mi deseo de cumpleaños en esos muertos, podría desear algo mejor más tarde.

Dándome cuenta de que no podré dormir pronto y de que no quiero responder los mensajes empalagosos que llegan a mi teléfono, salgo a la sala y posteriormente a ello a la cocina, tomando una botella de agua y volviendo a la sala para apreciar el avance que lleva la pintura en la pared.

—Tengo que admitir que no quiero llamarte mierda —digo, rascándome de manera distraída el pecho y sacudiendo la cabeza para alejarme cabello del rostro—. Maldito cabello, parezco una diva sacudiéndomelo de la cara, tal vez es hora de cortarte.

El sonido de un auto frente a mi casa es demasiado fuerte, tanto que me resulta alarmante y enseguida me pongo alerta dejando la botella de agua en el suelo y caminando hacia uno de los ventanales, corriendo con lentitud un lado de la cortina, cómo una vieja chismosa, pero con el propósito de saber si debo buscar con qué defenderme o huir si son demasiados, pero todo lo que encuentro es un auto gris bastante moderno del que baja un rostro familiar.

Enarcando las cejas con sorpresa tengo que admitir que me encuentro aliviado de no tener que atravesar una noche movidita. Me veo el pecho desnudo, el cabello que tiene que estar despeinado por dar tantas vueltas en la cama, el pantalón del pijama colgando precariamente en mis caderas y los pies descalzos ¡A la mierda! No me interesa estar presentable, eso le pasa a cualquiera que hace una visita tan tarde y sin avisar.

Antes de que altere mi preciado silencio tocando el timbre, abro la puerta dándole un susto.

—¿Se te perdió algo? —pregunto.

—Feliz cumpleaños.

—Una persona normal me enviaría un mensaje cursi y esperaría hasta la mañana para algo más personal.

—A ti no te va lo normal.

—Es cierto —Veo hacia el auto estacionado y de vuelta a ella—. ¿Así que viniste a felicitarme?

—No.

Es un poco divertido la manera en la que su ceño se frunce mientras sus ojos gritan que miles de cosas pasan por su cabeza, podría tomármelo con algo de risa si no tuviese un caso serio de tensión de no saber de qué va esto o por qué lo hace.

Abre y cierra la boca luego exhala con lentitud. El frío me está quemando la piel, pero tengo la suficiente adrenalina para aguantarlo.

—El pasado nunca se borrará, pero tiene cosas buenas...No quiero solo rescatar de ello tu ausencia —Se aclara la garganta—. Tienes razón, no cambié solo recuperé piezas de mí así como tú ahora me muestras las tuyas.

—¿Quieres pasar? —pregunto, cuando tiembla por el frío y dándome cuenta de que trae un suéter de lana por encima de tal vez... ¿Un camisón?

—Creo que estoy en pánico.

—¿De qué?

Entrecierro mis ojos para verificar que no está borracha aunque en nuestra llamada sonaba sobria, pero está siendo tan rara que ya no sé qué esperar.

—¿Estás borracha?

—¿Qué? Por supuesto que no.

—Tampoco te alteres, es una pregunta simple teniendo en cuenta que apareces a esta hora en camisón, balbuceando y con las mejillas sonrojadas.

—Olvídalo —dice dándose la vuelta, dispuesta a alejarse.

Ésta mujer me encanta tanto cómo consigue frustrarme a veces.

—¿Olvidar qué? Nunca olvido nada de ti, Valerie.

Se detiene y no entiendo si estamos siendo grabados para una serie llena de mucho drama romántico, porque esta escena de medianoche con oraciones incompletas es demasiado ridícula para el ambiente.

—Valerie, tendrás qué decidir qué quieres hacer porque lo cierto es que no tengo camisa y el frío es una mierda quemándome la piel, sorprendentemente también apareció el sueño y ya sabes lo que dicen sobre conseguir horas de sueño completas —Le hago saber reprimiendo un bostezo.

No me responde, en lugar de ello me pongo alerta cuando el ambiente definitivamente se vuelve aún más extraño cuando gira con lentitud, una vez más abre y cierra la boca cómo si buscara las palabras y de nuevo estoy por preguntarle qué pasa porque ahora me da miedo que esté teniendo algún problema, pero no alcanzo a hacerlo.

Me toma por sorpresa cuando camina, o más bien trota, hacia mí y salta con un empuje sorprendente en el que termina envolviéndome con brazos y piernas y haciendo que por poco me caiga de culo, también me hace saber que de hecho trae un short de seda debajo del camisón cuando mis manos se aferran a su culo y separo los pies en busca de equilibrio. También me cuesta creer que estamos en esta posición, de esta manera.

Ha sucedido demasiado rápido. Su olor, la calidez de su cuerpo, el cómo desliza su nariz por mi cuello antes de plantar un suave beso que me hace tragar. Es desconcertante, me pregunto si me he quedado dormido, pero no lo creo, esto se siente demasiado real.

Con sus manos tomándome el cuello, se separa para verme al rostro, sus ojos deambulando cómo si buscara algo y luego una pequeña sonrisa se dibuja en su rostro libre de maquillaje. Su mirada es insistente sobre la mía y no hablo, solo espero porque en este punto, prefiero solo dejarme llevar porque ya no tengo ninguna puta idea de lo que quiere o hará.

Es la única a la que espero.

—Feliz cumpleaños, Edmun —susurra—. Feliz cumpleaños Moritz.

—Aun no lo pronuncias bien —Sonrío y me da un suave apretón en el cuello con sus uñas que me hace reír por lo bajo.

—Feliz cumpleaños, E. Schwarzenberg.

—Gracias, pero no tendrías que haberte tomado las molestias de venir y atacarme con tu cuero, un mensaje que ignoraría y leería más tarde era suficiente —Me burlo y rueda los ojos.

—Cállate, no seas bruto, no ahora.

Siento la manera en la que sus dedos se adentran a mi cabello cuando acerca su rostro y presiona su frente contra la mía, sus labios a una escasa distancia.

—Te amo y no es cómo si alguna vez hubiese dejado de hacerlo —susurra—. Te extraño y tengo miedo de que me rompas el corazón, de que un día desaparezcas incluso cuando dices que no lo harás.

»Pero ¿Sabes? Una de mis piezas nuevas es la valentía y quiero ser valiente cuando decido amarte y darnos una oportunidad, porque resulta que aprendí a ser feliz sin ti, pero quiero ser feliz contigo. Te amo y yo...Quiero estar contigo, no quiero extrañarte más, por favor, no me hagas extrañarte más.

En un futuro tal vez podré decir que estaba cumpliendo treinta años la madrugada en la que sostuve en mis brazos, contra mi cuerpo, a mi obra de arte favorita que también resultaba ser el amor de mi existencia diciéndome que me amaba y dándonos un nuevo comienzo.



Holisss, siempre he creído que muchos supieron interpretar correctamente el final de el secreto de su arte, pues basándonos en la personalidad de Valerie y sobre todo Edmun, quedaba sobrentendido que era la oportunidad de vivir de nuevo su historia de amor, esta vez con menos carga, un pasado tormentoso aceptado y con mayor madurez emocional en ellos. Ahora lo que claramente no se mostraba, era qué tanto o cómo llegarían ahí porque evidentemente no todo podía ser inmediato cuando tenían tantas cosas por conversar y volver a confiar en ellos cómo un nosotros.

Y eso es lo que se muestra aquí, el que fue después de las líneas finales de el secreto de su arte. En el futuro, cuando el tercer libro de InfoNews se publique en papel, me encargaré de hacerle un segundo epílogo o par de extras que recopilen estos momentos Vedmun bien organizados desde ambas perspectivas para que nadie colapse o se vuelva loco dándome órdenes nuevamente sobre cómo escribir mi historia :D y por el placer también de que eso siempre ha estado en los planes y para que nos quede el sabor dulce de saber cómo tuvieron ese nuevo comienzo.

Entonces, mucho texto, así que me retiro. Ya las partes que quedan las puedo contar con una mano.

Redes sociales: 

Instagram/ Younow/ Tiktok: DarlisStefany

Twitter: Darlis_Steff

Espero les guste.

Un beso.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro