Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Mezcla de colores




Mezcla de colores.


—¿Llegaste a pensar que Alex sería el primero? —Me pregunta Matthew mientras abro una lata de cerveza.

—A veces sí y otras no. Es que ese tonto siempre se enamoraba rápido y salía con las tablas por la cabeza con amores no realizados —digo con una pequeña sonrisa.

Desde su adolescencia Alexander fue enamoradizo, nunca entendí su capacidad de entregarlo todo tan rápido y peor aún: a la persona menos indicada. No conozco a alguien que pasara tantos despechos cómo él, pero supongo que ahora pensará que todo valió la pena cuando finalmente está con alguien que lo ama con la misma intensidad y que inicia una familia a su lado.

—Estoy feliz por él —Matthew sonríe de esa manera molesta que hace que quieras devolverle el gesto de manera inmediata—. Estoy feliz por nosotros tres.

»Un niño tímido enamoradizo, un gordito socialmente incómodo y un niño demasiado serio y conflictivo a los que casi nadie quería acercarse y ahora míranos —Alza su cerveza—. Las personas que se burlaron de nosotros tienen que estarse retorciendo.

—Qué pensamiento tan malévolo, Matt —Me burlo antes de dar un trago a mi cerveza.

La enfermera transitando nos da una mala mirada y yo me encojo de hombros con indiferencia mientras que Matthew le sonríe.

—Es que seremos tíos —Se excusa asintiendo hacia el pack de cervezas en el suelo.

Ella resopla y se aleja luego de darnos una última mirada de desaprobación, lo que tiene a Matthew riendo y a mí sonriendo a medias.

—Igual no estamos haciendo nada ilegal —Me asegura Matthew cuando la perdemos de vista.

Resoplo esta es de las cosas prohibidas más inofensivas que he hecho en mi vida; beber cerveza en un hospital está muy por debajo de apuñalar y disparar a alguien, pero no lo menciono.

—¿Estás preparado para volver a dar clases? La dinámica ahora es diferente.

—Nunca estaré preparado para la molestia de pasar horas de mi vida en aulas de clase, pero haré un buen trabajo. Quiero que aprendan.

—Me preocupa los corazones rotos que dejarás en esa universidad.

—No digas eso, la simple idea me da escalofríos —finjo estremecerme y él rueda los ojos.

Permanecemos unos minutos en silencio antes de que Matthew me dé un golpecito con su hombro.

—¿Qué sucede? —pregunto sin verlo.

—¿Te sientes bien estando acá en Londres? ¿De haber vuelto?

No es una pregunta que él o Alex me hayan hecho antes, tal vez sentían que no debían revolver las cosas.

—Me gusta estar aquí —respondo finalmente— hay veces en las que deseo estar con mis hermanos, pero este mi lugar. Estoy suponiendo que a veces viajaré a verlos, pero en situaciones...Menos complicadas.

»No me estoy arrepintiendo de volver si eso es lo que preguntas o lo que te preocupa.

—Me alegra que estés aquí, en realidad me alegra ver el hombre que eres y me alegra aún más que estemos aquí afuera acompañando a Alex en un momento tan importante en su vida. Él será un gran padre incluso si llamaba demonio a su bebé.

Eso me hace reír y él me guiña un ojo haciendo un breve choque de nuestras latas en un brindis silencioso. Un par de cervezas después, ambos nos vemos cuando el llanto furioso de un bebé se escucha hasta afuera.

Respiro dejando ir la tensión que no sabía que estaba reteniendo porque en mi interior temía que algo saliera mal, nunca me había involucrado tanto en el nacimiento de un bebé, bueno tal vez en el de Ace, pero ni siquiera en el de mis hermanos porque para empezar yo no quería hermanos y el de Alesso poco supe. Contaría a Lucas, pero a él lo conocí poco después de que naciera.

Matthew me pasa un brazo por encima de los hombros, tiene una amplia sonrisa que me llena de satisfacción porque atrás quedó ese niño infeliz llenó de dolor que tanto se odiaba y que no quería vivir.

—Somos tíos, Edmun.

—Somos tíos —repito.

Agarramos las dos últimas cervezas, nos ponemos de pie y en un acuerdo silencioso que de hecho me tiene riendo por lo bajo, abrimos las latas y la bebemos completas de un solo trago lo que por supuesto conlleva a unos fuertes eructos que tienen a Matthew estancado en una risa infinita en la que espero no se orine, pero estamos sobrios, haría falta más que unas pocas cervezas para emborrachar a dos tipos que consumen licores más fuertes.

Cuando la puerta de la habitación se abre de inmediato volteamos para ver la cuna portátil o lo que sea eso ser rodado, llevando adentro a una persona pequeña que agita los puños, tiene la piel rojiza y unos pocos mechones de cabello oscuro que parecen humedecidos con algún liquido desagradable.

Sé que le dije a Alexander que su bebé nacería feo cómo la mayoría y tal vez lo sea con todo el asunto de estar hinchado, pero comprendo que el sentimiento de saber qué harás lo que sea para proteger a esa pequeña persona y de amarla cuando apenas la estás conociendo, cambia mucho el panorama, porque en este momento la pequeña bebé recién nacida me parece lo más hermoso e incluso me hace sentir un nudo en la garganta, se siente cómo cuando vi a Ace por primera vez.

—Hola, pequeña demonio —dice Matthew con una amplia sonrisa y la enfermera jadea—.Tío Edmun y yo nos encargaremos de que nadie te lastime.

—Supongo que ahora tenemos una pequeña muñeca —murmuro viendo cómo continúan con el carrito y escuchando a la bebé llorar.

Poco después, Alexander que luce como si hubiese estado drogado y con los ojos hinchados con el rastro de un llanto, aparece con una sonrisa que ni siquiera entiendo cómo le cabe en el rostro. Es la definición de la felicidad e incredulidad.

—¿La vieron? Es mi bebé.

—La vimos y es nuestra bebé —Asegura Matthew dándole un abrazo mientras yo le palmeo la espalda.

—No puedo creerlo —Se ríe y los ojos se le humedecen de nuevo—. Finalmente Elsa está con nosotros.

—Serás un gran papá —aseguro y no tengo ninguna duda de ello.

Alexander ríe y se pasa las manos por el rostro antes de ver hacia donde se mantienen latas de cerveza vacías, pero no nos cuestiona parece aún metido en su pequeño mundo de incredulidad en donde se da cuenta de que es papá. La verdad es que nos llegó la llamada cuando cada uno de nosotros estaba en su casa y poco después Matthew pasó por mí, tomamos un pack de cerveza de mi refrigerador y aquí estuvimos haciendo alguna especie de compañía durante un parto que en comparación a otros lo vi bastante corto, así que bien por Caddie.

Veo a cada uno de mis amigos y me doy cuenta de que Matthew tiene razón, hemos tenido un crecimiento a lo largo de los años que va más allá de los cambios físicos evidentes.

—Elise ya se encuentra afuera —Hacer saber Matthew luego de al menos quince minutos en el que estamos cansados de hacerle saber a Alex que todo esto es real— y sé que Caddie necesita descansar por lo que pasaremos mañana a visitarla y para conocer oficialmente a la pequeña Elsa.

»También descansa, recién estrenado papá y de nuevo felicidades no me quedan dudas de que Elsa es afortunada de tener cómo padre.

—Felicidades —Le doy un abrazo y cuando me alejo le sonrío—. Ahora veamos si es una pequeña demonio cómo cuando estuvo en el vientre de Caddie.

—Imbécil —Se ríe, pero es genuinamente feliz.

Hay más comentarios de burla y celebración antes de que Matthew y yo caminemos hacia la salida en donde me explica que a Elise ha venido por él ya que sabía que estábamos bebiendo, pero mi sorpresa se encuentra en que no solo Elise está esperando afuera, sino que Valerie se encuentra a su lado con una pequeña sonrisa y viéndose increíble cómo siempre.

No me gustan las sorpresas, pero esta es una buena y se lo hago saber cuándo la saludo con un beso breve en su adictiva boca mientras ella envuelve sus brazos alrededor de mi cintura.

Llueven preguntas sobre la pequeña Elsa y Elise reclama sobre cómo no tenemos ninguna foto de la bebé, luego Matthew le está entregando las llaves de su auto a Valerie con la promesa de que no lo choque y me hace saber que mañana lo buscara en tanto se sube al auto de Elise y poco después se marchan.

—Debe confiar mucho en mí para dejarme su auto —La voz de Valerie me hace voltear a verla.

—O estaba demasiado desesperado por tener un tiempo a solas con Elise y no pensó demasiado en lo que hacía.

Mi respuesta lógica parece no gustarle, por lo que la ignora en tanto desactiva la alarma del auto y me abre la puerta de copiloto, haciendo un asentimiento hacia el asiento.

—Sube, vine para darte un paseo —Me hace saber.

—Qué suerte la mía —Digo rozando mi cuerpo contra el suyo antes de entrar al auto.

Abrocho el cinturón de seguridad y luego me dedico a verla mientras pone el auto, que es muy diferente a cómo funciona el suyo, en marcha. Su entrecejo se encuentra fruncido, se muerde el labio inferior y entrecierra los ojos mientras todo su cuerpo está tenso al salir del estacionamiento.

—Da la impresión de que quieres ir al baño o sostienes una bomba contigo —comento y su ceño se frunce aún más.

—Qué comentario tan fuera de lugar, trato de concentrarme para no estrellar este auto, no estoy acostumbrada a ellos, me va lo fácil.

Estiro un brazo, dejando la mano en la parte baja de su nuca, con su cabello fluyendo sobre mi brazo, dándole un suave apretón.

—Relájate, no es tan complicado y puedes lograr todo lo que te propongas —Aunque no pueda verme esbozo una mínima sonrisa—. Además, si lo estrellas, Matthew tiene dinero para comprarse uno nuevo o tú para darle uno nuevo.

—Ni siquiera voy a comentar al respecto.

—Bueno, solo señalaba un hecho.

Me mantengo haciendo círculos con mi pulgar en su nuca y poco a poco su cuerpo se relaja mientras conduce bastante bien. Para distraerla de su estrés sobre estar al volante, le hablo sobre la pequeña Elsa y sobre cómo me sorprende que apenas teniendo tal vez dos horas de nacida, siento que me importa muchísimo.

—Es normal, la amas porque es tu familia y fuiste parte de la espera, porque quieres cuidarla y protegerla. Incluso podrías sentirla cómo tu bebé, así es cómo me siento sobre Lucas.

Pienso en Alesso, el cómo no compartí con él más allá de un par de veces y unas llamadas distanciadas porque de alguna manera era ese tipo de familiar del que poco sabes, pero aun así lo amaba y su muerte aun arde, destrozó una parte de mí. También pienso en Ace, ese pequeño que fue creado del dolor, tortura y humillación, pero que no tiene la culpa y ahora lleva una vida prospera en algún lugar de Alemania, con él conviví pocas semanas, pero me encargué de hacerle un lugar en mi vida y admito que verlo partir a una vida alejada de nosotros no fue fácil, también creo que lo amaré toda mi vida incluso si no lo vuelvo a ver.

De alguna manera sabía que querría a la hija de Alex, con el simple hecho de saber que estaba en camino ya me sentía protector con la bebé, pero verla así de pequeña, pataleando y siendo tan real, despertó sentimientos en mí y me recordó una vez más cómo los niños no tendrían que ser lastimados, cómo deseo que lleve una vida plena y feliz, que tenga el tipo de infancia que yo no pude y ¡Joder! Creo que voy a ser un tío fastidioso en cuanto a con quién se relacione, lo cual me fastidia.

—No sé —hablo nuevamente con la vista puesta en la ventana—, todo esto de una nueva vida me fastidia porque lo estoy pensando demasiado, no se supone que piense tanto sobre el nacimiento de una bebé.

—Tal vez te está dando la fiebre de bebés —Se burla con una sonrisita—. Ya sabes, cuando ves a otros tener bebés y deseas uno.

—No lo creo —digo.

Pero razono sus palabras que no tienen mucho sentido para mí porque ser padre no es algo que me haya interesado en mi existencia y el pensamiento vino a mí cuando Valerie me habló de aquella falsa alarma de embarazo, sin embargo, no es algo que quiera ahora... ¡Joder! No me digas que soy un puto caprichoso que ahora quiere lo que su amigo tiene, porque no me soportaría.

—Estoy bromeando para fastidiarte, Edmun —asegura—. No pretendía crearte alguna crisis existencial.

—Estoy bien —gruño.

—Por supuesto.

Continuamos en silencio y para no tener pensamientos molestos, me concentro en pensar el que debo organizar mi programa de estudio para entregarlo en la universidad y que sea aprobado, en cómo tengo que reunirme con mi agente que me cae mal y que quiero visitar el cementerio para llevarles flores a mis abuelos. Pienso lo suficiente para estar un poco sorprendido cuando el auto se estaciona en la acera frente a mi casa.

Y de acuerdo, el ambiente se vuelve bastante denso y pesado cuando ella apaga el auto y mantiene la vista al frente con las manos aferradas al volante.

—¿Quieres que entre? —murmura en voz baja sin verme.

Estudio su perfil y noto cómo tiene las mejillas cubiertas de un rubor que se extiende hacia cuello y estoy seguro de que va más abajo. Tiene que ser al menos la una de la madrugada, la pequeña Elsa se antojó de nacer bastante tarde o temprano, depende de cómo lo veas.

Estoy bastante despierto y no soy estúpido, entiendo lo que está pasando aquí.

—Esa no es la pregunta correcta —Le digo quitándome el cinturón de seguridad y luego estirándome para alcanzar el suyo.

Respira hondo cuando mi rostro está cerca de su cuello mientras desabrocho su cinturón de seguridad y luego respiro la fragancia embriagadora concentrada en su cuello.

—La pregunta debes hacértela a ti misma ¿Quieres entrar? —susurro contra su piel.

Me alejo y abro la puerta, bajando del auto. No quiero ser un idiota presionando las cosas, si por mí fuera habríamos estado piel con piel desde hace muchísimo tiempo, pero entiendo que todo ha sido paso a paso, pero en la madrugada del último día de febrero de 2018, veo a Valerie abrir la puerta del auto de Matthew, cerrarla detrás de ella y activar el seguro. Sin esperarme, camina hacia la entrada  de mi casa y me mantengo de pie junto al auto apreciándola, hasta que voltea y ladea la cabeza hacia un lado.

—¿Y bien? —pregunta.

—¿Alguien te dijo que ahora tienes una vena mandona en ti? —pregunto alcanzándola y abriendo la puerta.

No me responde, en lugar de ello se quita el abrigo quedando en una minifalda gris ajustada con una camisa blanca de botones mangas largas, las medias negras que se pierden debajo de la falda hacen mucho por mí junto a unas botas de tacón fino. Imagina informarte de lo que sucede en el mundo mientras la animadora te distrae con su belleza además de inteligencia.

El silencio de Gring me hace saber que ha de estar durmiendo en algún lugar de la casa, lo que es bueno, no lo necesito ahora diciendo sus impertinencias o preguntándonos si vamos a llorar.

Me quito mi chaqueta y tomo su abrigo para colgarlos del perchero y luego la veo avanzar hacia la pared en donde la pintura ya se encuentra casi finalizada.

—Es impresionante, tan vívida —dice, sonando asombrada mientras me acerco hasta detenerme a su lado—. Es hermoso.

—Era la vista desde uno de los balcones de la mansión en Austria. La verdad es que es un país hermoso y quise un poco de mis raíces conmigo. Ese es el jardín de rosas en el que mi madre pasa todo el día, siguiendo más al fondo hay un laberinto y esta de acá —señalo— es la fuente. Ttodo el paisaje de fondo es apenas una pizca de todo lo que Austria tiene para ofrecer.

»Durante años asocié al país con mis horribles recuerdos, pero ahora que reconecté, soy capaz de separar lo bueno y lo malo. Aunque no hice turismo y en todo este último año y medio vi poco, ahora sé que allá siempre tendré también un hogar.

—Tal vez un día pueda conocerlo, ir contigo.

La idea es inquietante, no malo, pero supongo que para que eso suceda tendría que haber infinita seguridad, dejar ir muchas de mis reservas y la certeza de que en Austria no está lloviendo balazos. Tal vez se necesitarán años para que eso alguna vez suceda o quizá meses, el tiempo lo dirá, pero no digo que no sea una posibilidad, pero sé con certeza que nunca expondría a Valerie al peligro.

—Supongo que en un futuro podría suceder—termino por decir con la vista puesta en la pared.

—Así que ves un futuro conmigo —dice y percibo sus pasos detrás de mí.

Es increíble la manera en la que la siento porque cuando se detiene detrás de mí mi cuerpo se tensa a la espera de su toque.

—Yo lo veo todo contigo, eso ya lo deberías de tener bastante claro —respondo.

¿Qué pensaría la niña buena si supiera que compré un anillo que se perdió en escombros con una casa quemada? ¿Qué diría si supiera que básicamente me robé un anillo de mi abuela que se encuentra en algún lugar de mi habitación?

Presiona todo el frente de su cuerpo contra mi espalda y luego siento sus manos deslizándose por mis costados antes de llegar a mi abdomen por sobre la tela de algodón de mi camisa, al bajar la vista encuentro el anillo que hace tanto tiempo le di de una manera poco romántica en donde dejaba muy en claro que no se trataba de campanas de boda sonando, tengo que admitir que el tacto y sensibilidad no es lo mío.

—¿Recuerdas la última vez que estuvimos juntos?

Su pregunta es hasta estúpida, cómo si alguna vez me fuese a sacar de la cabeza cómo la pintura estuvo sobre su cuerpo pintándome cuando nuestros cuerpos se rozaban. Habíamos estado meses separados y sabíamos que aquel instante, esa noche, era todo lo que tendríamos por un tiempo solo no esperábamos que fuese tanto.

—No creo que alguna vez lo olvide —termino por responder aun con la vista abajo, siguiendo el movimiento de una de sus manos adentrándose debajo de mi camisa, clavándome las uñas en las cretas de mis abdominales.

—Algunas veces pensé que se trataba de un sueño —Su voz delata su excitación en tanto su otra mano es hábil deshaciendo el botón de mi jean—. Qué lo había imaginado porque fue tan increíble, tan inolvidable, que muchas veces me pregunté si tal vez mis recuerdos lo exageraban, pero no creo que se trate de eso ¿Verdad?

—También lo recuerdo cómo un gran acontecimiento —Medio sonrío, ansioso de su toque.

Ver su mano delicada con una manicura de uñas rosa pálido y con el anillo deslizarse debajo del jean y el bóxer, es una imagen erótica que después me hace exhalar de manera ruidosa cuando sus dedos me rodean con determinación y luego se desliza con lentitud desde la base a la punta. La dejo jugar con mi cuerpo, deleitándome con las caricias y sus uñas en mis abdominales mientras su mano sube y baja entorno a mi miembro ya bastante duro por ella. Cierro los ojos absorbiendo las sensaciones, saboreando este momento en el que nuevamente tenemos este tipo de intimidad.

Mi vida sexual siempre fue buena incluso atrevida cuando así lo deseaba, el sexo era un complemento bastante constante con el que me gustaba liberar tensión y gozar del placer, así que tengo un pasado lleno de buen sexo e incluso diría que uno que otro encuentro memorable, sin embargo, no escogería ninguno de esos momentos por encima de los que tengo con Valerie, de cada vez que he estado dentro de ella de cualquier forma. Siempre estuve consciente de nuestra tensión sexual incluso desde que la molesté y ella me despreciaba, pero cuando explotó ¡Mierda! Creo que no estaba preparado para ello.

Constantemente me imaginé que ella guardaba muchísima pasión, pero ni siquiera mi imaginación abarcó la amplitud de su entrega y la manera en la que goza su sexualidad. La imagen de Valerie jadeando, gimiendo sobre mí, debajo de mí, a un lado, sobre sus manos y rodillas, contra una pared, en pintura, con agua sobre ella, de cualquier maldita forma es de lo más hermoso que pueden apreciar mis ojos. Lo he dicho un millón de veces, pero es que ésta mujer es arte en todas sus formas y presentaciones.

Habiendo absorbido lo suficiente, por ahora, abro los ojos topándome con la pared mostrándome un pedacito de Austria y llevo mi mano a su muñeca, deteniendo los movimientos que se volvían más audaces sobre mi pene.

—¿Por qué me detienes? —Se queja y sonrío de costado sacando su mano de mi bóxer.

Giro y avanzo un par de pasos que dejan una nula distancia entre nuestros cuerpos. Busco en sus ojos la seguridad de qué quiere esto tanto cómo yo y encuentro el mismo deseo que late en mí así que mis manos se mueven sacando el dobladillo de su camisa de la falda y sin dejar de verla a los ojos, tomo un puñado de la tela en cada mano y tiro haciendo que los botones reboten en el suelo. Su jadeo es fuerte, su pecho sube y baja con rapidez haciendo que el oleaje de sus pechos contenido en un sujetador de seda sin relleno, en el que destacan sus pezones, me seduzca.

—Pero...Es que eres un  bruto. Era una camisa realmente cara.

—Tengo dinero, puedo pagarlo —gruño sacándosela del todo  y arrojándola al suelo.

Me saco mi propia camisa tirándola a algún lugar y cuando sus manos van por mi pantalón, le agarro ambas muñecas, sonriéndole completamente cómo pocas veces lo hago y es casi graciosa la forma en la que su rostro refleja la sorpresa ante mi gesto.

—Déjame desnudarte —pido, liberándole las manos y dirigiéndome por el cierre lateral de su minifalda.

Asiente cómo si estuviese en algún trance y me deja bajarle la prenda, no puedo evitar lamerme los labios viéndola en sujetador a juego con unas bragas bastante pequeñas, liguero y las medias junto a los zapatos de tacón. La veo de pies a cabeza, amando cada espacio de su cuerpo con los ojos antes de tomarla de la mano y hacerla caminar hacia la pared. La hago recargar la espalda y retrocedo, viéndola con Austria de fondo, específicamente los países de la mansión, en tanto pocas prendas la cubren.

Sus pupilas se dilatan y sus labios se abren lo suficiente para tomar profundas respiraciones a través de ellos.

—Niña buena, no te haces ni una idea de lo duro que estoy con el simple hecho de verte —Me termino de bajar la cremallera del jean y tras sacarme los zapatos junto a los calcetines, me lo saco quedando únicamente con un bóxer que no oculta demasiado del contorno de mi erección cuya punta de hecho quiere liberarse de la banda elástica.

»Tengo miedo de tocarte y avergonzarme con un orgasmo inmediato, pero me da terror no tocarte y descubrir que este es otro de mis putos sueños. Porque te soñé tanto desnuda y gimiendo mi nombre mientras me abrazas en tu interior,  me pedías más, siempre me pedías más.

Me toco por encima del bóxer dándome un apretón bajo su atenta mirada sin quitarle la vista de encima. Es maravillosa.

—Qué increíble cómo toda esa hermosa piel combina con mi pintura —Le doy una sonrisa de costado avanzando hacia ella—. Primero te lo haré fuerte y duro contra esa pintura, hasta que sientas que estamos en la puta Austria, hasta que creas que la pintura es parte de ti, hasta que solo seamos tú, mi arte y yo ¿Te gusta la idea?

Apenas si hace un asentimiento porque parece no encontrar las palabras y está bien, no necesitamos que hable si no quiere, pero de lo que no podrá privarme son de sus gemidos y gritos, con esos me siento especialmente codicioso.

—Luego podremos tomarlo de muchas formas porque planeo que nos pongamos al día con muchas cosas. Ya no tenemos que esperar más, niña buena, ahora podemos arder cómo queremos.

Me detengo frente a ella y un sonido de protesta sale de sus labios lo que me hace enarcar una ceja en una pregunta silenciosa sobre qué quiere.

—Quiero tocarte —susurra.

Tomándole una mano la dejo sobre mi erección y no es nada tímida en la manera en la que la marca con sus dedos, tomándola y dándole un apretón, pero eso es todo lo que le permito porque luego le doy un pequeño golpecito alejándola y seguramente planeaba a quejarse al respecto, pero me agacho y después caigo de rodillas haciéndola gritar de sorpresa cuando paso su pierna sobre mi hombro, haciéndola arquear las caderas de una manera perfecta en la que el vértice entre sus muslos ya bastante mojado, quede al ras de mi boca.

—Podrías haberme avisado.

—Habría arruinado la sorpresa —respondo, sintiendo sus manos en mi cabello y alzando la vista para encontrarme con sus ojos.

—A ti ni siquiera te gustan las sorpresas.

—No me gusta recibirlas, pero disfruto darte sorpresas lascivas, Valerie Evans.

—No creo q...

La callo plantando un beso entre sus piernas y luego frunzo el ceño ante la ofensiva ropa interior que me impide contacto directo, así que no me corto en tomar las delgadas tiras y estirarlas hasta que se rompe y la endeble tela cae al suelo. Se queja, me llama bruto y me hace saber que esas bragas eran caras, pero no me importa y supongo que ella tampoco cuando poco después tengo mi boca entre sus piernas devorándome una vez más su sabor y haciéndola emitir esos sonidos que tanto extrañé y que me perseguían en sueños. Queriendo aún más de lo que estoy obteniendo la hago pegar la espalda a la pared, le abro tanto cómo puedo la pierna que descansa sobre mi hombro y la beso con la boca abierta ocasionando que grite y diga mi nombre en tonos desesperados.

El tirón en mi cabello es doloroso, pero solo me incita a darle más cuando dos dedos se sumergen en su interior siendo absorbidos de una manera que me hace emitir un sonido ronco antes de que mi lengua se concentre en el brote de nervios entre sus piernas. Se restriega contra mi boca en busca de más mientras en voz alta gime y dice incoherencias, estoy seguro de el roce de mi barba la pone aún más sensible y que le dejaré la piel sensible, pero eso la hace humedecerse aún más. Dos dedos se convierten en tres y cuando los dedos de mi otra mano se clavan en la carne de una de las mejillas de su culo, gime tan alto que resuena por el lugar.

Aún sigo conociendo su cuerpo y sus reacciones, así que cuando hay un temblor en su muslo y aprieta mis dedos en su interior emitiendo unos gemidos bajos que van en crescendo, sé que está ahí y solo basta que succione el pequeño nudo para que grite y tenga un orgasmo contra mi boca. La sigo besando y acariciando hasta que logra calmarse, besándole el interior del muslo y bajando su pierna de mi hombro. Disfruto ver lo temblorosa que se encuentra en tanto sus manos se sostienen ahora de la pared.

Su mirada me sigue al levantarme, estoy seguro de que mi barba tiene rastros de su deseo y parece que le gusta por la manera en la que me ve. Mis dedos ansiosos van por su sujetador y me detiene extendiendo las manos.

—Puedo quitármelo, hoy pareces destructivo con mi ropa —Rio por lo bajo y sonríe—. Déjame quitarme el sujetador.

Todo lo que hago es encogerme de hombros y quitarme el bóxer mientras veo cómo revela ese par de pechos a los que también podría dedicarle pinturas si no supiera que de hecho eso la avergonzaría.

Ahora solo viste el liguero, las medias y los zapatos de tacón. Su piel reluce en sudor y un rubor se encuentra en lugares puntuales, brilla entre sus piernas con su excitación y mantiene las piernas semi abiertas para mí. Trae el cabello salvaje y el delineador en sus ojos se ha corrido un poco, es una vista imponente de poder, deseo, sexo y pasión. La manera en la que los colores de la pared resaltan su piel y le dan todavía más vida es la explicación perfecta sobre cómo el arte a veces sucede sin que lo planees. Una pintura que antes tenía su propio potencial ahora es algo más cuando sus colores se mezclan con los de ella, ahora sé que nunca más veré esa pared de la misma manera.

Vuelvo a acercarme hasta que su aliento se encuentra golpeando mis labios y le doy un beso corto, pero húmedo antes de bajar el rostro y lamer una de las puntas erguidas de sus pechos, soplar, morder y luego succionar haciendo que su espalda se arquee mientras mis manos se deslizan por sus curvas, apretando, acariciando y tanteando el cuerpo que ha inspirado tanto en mí. Lamo desde entre sus pechos hasta su garganta en donde chupo con la suficiente fuerza para hacerla estremecer.

—Quisiera darte muchos orgasmos antes de metértela, pero ya no tengo la paciencia, la he perdido. Me rindo, ya no quiero esperar más, Valerie —susurro contra su cuello, tomándole uno de los muslos y llevándolo alrededor de mi cadera.

»Maldita sea, necesito el condón, pero suena cómo una eternidad ir por uno.

—Ahora tengo control de natalidad y no estoy ovulando en este momento. Lo ideal es hacerlo con doble protección —Jadea, sonando desesperada y presionando su pelvis contra la mía—, pero estamos bien sin el preservativo ahora. Por favor, por favor.

—Estoy limpio, fuiste la última.

—Lo sé, lo sé —Me ve con fijeza—. Ya tampoco me queda paciencia.

Estoy algo anonadado cuando su mano viaja entre nuestros cuerpos y me toma llevándome a su entrada, en donde de hecho se acaricia antes de insertar la punta y traer sus dos manos a mi cuello.

—Haznos arte, Edmun —susurra contra mis labios—. Vuélvenos una misma pintura.

Y eso hago con un empujón hacia adelante, insertándome en ella de una sola estocada que nos hace gemir a ambos.

Es arte, tiene que ser arte, porque algo que se siente así de perfecto no puede ser solo sexo, tiene que ser más.

Empujo con lentitud haciéndola adaptarse a mí luego de tanto tiempo, observándole el rostro para no perderme ninguna de sus reacciones y cuando sus ojos ardiendo en deseo conectan con los míos susurrando un "más" siento que me dejo ir, que de alguna manera me rompo en pedazos que solo pueden unirse mientras me sumerja en ella una y otra vez.

Me empujo con fuerza en su interior, entrando y saliendo con profundas estocadas que me tienen queriendo más y mi nombre en sus labios solo me vuelve más febril y ansioso así que me encuentro alzando su otra pierna, tomándola de los muslos, pegándola la espalda de la pared y empujando con fuerza una y otra vez.

Puede que empuje duro, de manera ruda y con fuerza suficiente para que se está sacudiendo, que sus uñas me marquen la piel hasta el punto que podría haberme sacado algo de sangre, que sudemos sin control y su cabello se meta en mi boca entre tanto movimiento, pero no es solo sexo de reencuentro, va más allá de ello. No necesitamos hacerlo lento, debajo de las sabanas y con un par de velas para que sea especial porque aquí, mientras la sostengo contra una pared y el sonido de mi cuerpo chocando con el suyo resuena por el lugar, a mí me parece que somos algo más.

Es la manera en la que gime mi nombre y dice incoherencias, el cómo mis dedos se clavan con fuerza en las mejillas de su culo, los besos torpes y descoordinados, la desesperación y el desenfreno, la calidez de su cuerpo absorbiéndome en cada estocada, su humedad corriendo por sus muslos poniéndonos pegajosos. Lo es todo. No necesitamos planear algo romántico ¡Joder! Ni siquiera necesitamos decirnos que nos amamos cuando nuestros cuerpos hablan en un lenguaje tan fundamental.

En este momento somos una pintura sin forma, sin concepto o detalles, solo somos un lienzo que termina de fundirse en putos colores que crean nuevos. Ya nunca más soy blanco e incluso siendo gris tengo la salpicadura de sus colores. En este momento ni siquiera importa si estamos en Londres o en Austria gracias a la pintura contra su espalda; en este instante estamos en todas partes, en donde queramos, en donde solos somos ella y yo, en donde no me importa si el mundo se acaba, si otros no nos entienden, si somos una obra abstracta que el mundo nunca comprenderá o una trágica aferrada y luchadora por un mejor final.

La veo a ella, nos siento a nosotros y todo lo que respiro es este aire denso que arde, que embriaga, que incluso me llevaría a pecar. Se siente tan increíble y liberador cómo cuando pinto y dejo ir mis emociones.

Valerie Evans es un secreto y también un motivo.

Uno de sus zapatos de tacón cae al suelo y una de sus medias se desprende del liguero con la fuerza de mis embestidas. Aprieto los dientes luchando contra mi orgasmo y sabiendo lo que necesita, la sostengo con un solo brazo y muevo la otra mano entre nuestros cuerpos para tocarla en donde más lo necesita y así es como se pierde, clavándome las uñas en los hombro, arqueando la espalda y alzando el rostro mientras gime con fuerza, tiembla, se moja y me aprieta haciendo que mi propio orgasmo me arrastre con fuerza. Apoyo al frente de la pared al igual que una de mis manos porque necesito fuerzas para no colapsar con la fuerza del placer que experimento.

Somos respiraciones agitadas, sudor, fluidos corporales y un tacto pegajoso. Somos todo lo que malditamente quiero en cada día de mi vida.

—Por favor quédate conmigo —susurro—. Eres todo lo que quiero.

»Eres mi obra de arte favorita, eres mis colores, eres el dolor que se siente bien. Destrozas mi mundo, Valerie Evans, pero contigo ser destruido se siente cómo un paraíso. Tu amor me duele de las mejores maneras.

Su mano tiembla cuando se sumerge en mi cabello sudado y luego siento su beso en mi hombro.

—Eres el amor de mi vida, Edmun Matters.

Sonrío, recordando la primera vez que me dijo esas palabras que me hicieron sentir poderoso, afortunado y eufórico. Puede que sea el amor de su vida, pero ella para mí siempre será mucho más y mi respuesta se lo hace saber:

—Y tú el de mi existencia, Valerie Evans.





Vedmun siempre me llenará de muchas emociones.

Solo nos queda una parte narrada por Edmun y feliz de haber hecho este recorrido con ustedes. Los amo mucho.

Redes sociales:

Instagram/ tiktok/Younow: DarlisStefany

Twitter: Darlis_Steff

Espero les guste.

Un beso.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro