Lo que pudo ser...
Lo que pudo ser...
Bueno, eso fue fácil, demasiado fácil, tanto que me encuentro pensando en ello y con una desconfianza sobre si fue una trampa, pero descarto el pensamiento porque en serio eso no tendría sentido. Sin embargo, yo esperaba un poco más de lucha y negociación, no tal facilidad para tomar de nuevo lo que no me avergüenza decir que es mío.
¿Soy un buen profesor, están escasos de personal o de alguna manera intuyen que deben temerme? Cuál sea el caso, de nuevo soy profesor de unas bestias incultas aunque tal vez, cuando inicie el nuevo semestre y el curso empiece, no me tocará un curso tan terrible cómo el anterior.
Lo que me fastidia es que mis clases ahora serán presenciales y aunque no son tantas horas, pero si dos cursos, no me hace feliz tener que verle la cara a un montón de personas que no están destinadas a ser mis amigos o que dudo que me caigan bien. Fácilmente podría olvidarme de esto, no necesito el dinero, tengo demasiado, más de lo que gastaré en mi vida incluso si mis hermanos afirman que mi ropa de cientos de libras son gastos baratos, pero me gusta creer que hago un balance en el mundo al dar clases.
No es que educar a la próxima generación haga un enorme cambio o compense los actos delictivos de mis hermanos del que soy cómplice al callarlo, pero al menos hago algún aporte bien intencionado o eso es lo que me digo, tampoco es que mi consciencia esté afectada, el último tiempo pasado en Austria claramente demuestra que mi moral no está muy cercana a la socialmente aceptable. Además de todo ese argumento de mierda expuesto, estoy harto de ver a tantos ignorantes impartiendo unas clases que son increíbles y presenciar a alumnos con falso de conocimiento obteniendo títulos universitarios.
Abro la puerta de mi camioneta arrojando el portafolio que traía conmigo porque estoy muy dispuesto a largarme a pintar o tal vez aceptar el almuerzo con Alex y su esposa Caddie que lleva en su vientre al demonio del infierno – palabras del futuro papá, no mías –; después de todo, aunque no me gustan los encuentros sociales, trato de compensar a mis amigos tanto cómo puedo luego de tanta ausencia que al parecer les dejo algún trauma que me fastidia porque ahora parecen dos molestas pulgas pegadas a mí.
Llevo dos semanas en Londres y aunque en un principio adaptarme fue extraño, con el pasar de los días las cosas se han vuelto tan fácil cómo respirar. He estado pintando, decidiendo en que exhibiciones participarán mis pinturas y frunciendo el ceño cada vez que veo esa horrenda publicidad de "Luego de un año de silencio, el E. Schwarzenberg tiene mucho que gritar con su arte" es una terrible línea para la exposición grande que se organizó para mí, pero por alguna razón funciona, porque las personas parecen emocionadas por toda esa mierda.
También han sido dos semanas desde que vi a Valerie, desde nuestro esperado reencuentro y más allá de unos pocos mensajes intercambiados con poca profundidad y una llamada de dos minutos cargada de silencios que representaban gritos no emitidos, no ha habido más. Y me enloquece, en serio lo hace, pero tengo que aguantarme y respetar todo ese espacio que pone entre nosotros para que piense, para que decida y es jodido cuando ayer vi fotos de ella, con ese tipo con el que salía, desayunando junto a un encabezado "¡Más juntos y felices que nunca!" Juntos y felices mi culo, ese tipo es pasado, tiene que ser pasado.
—Profesor Matters —dice una voz femenina.
Y me toma unos segundos recordar que ese soy yo, tendré que acostumbrarme a escucharlo en persona de ahora adelante. Volteando me encuentro con una rubia alta, seguramente a principios de sus veintes, con una sonrisa de dientes rectos y blancos junto a una mirada de ojos azules. Frunzo el ceño porque se mantiene con los ojos deslumbrados y la boca ligeramente abierta ¿Quién es y qué quiere?
—¿Piensas hablar o puedo irme? —pregunto con impaciencia y se endereza saliendo de cualquier shock en el que se encontrara.
—Perdón, solo quería pasar a saludarte.
—¿Por qué? ¿Quién eres?
—Fui...Fui tu estudiante hace un año, obtuve una de las mejores notas. Soy Edith.
—Ah, eres esa —digo asintiendo porque puedo recordar a los muy buenos estudiantes y a los que son muy malos, los que se encuentran en el medio los olvido más fácilmente porque se pierden unos con otros—. Me hacías tener esperanza en esa clase.
—Es que eras muy buen profesor, bueno, eres —Sonríe y se pasa un mechón de cabello detrás de la oreja.
Lo que me faltaba, una estudiante coqueteándome. Frunzo el ceño, porque este tipo de escenario es algo que he evitado desde que decidí ser profesor universitario.
—Es una pena que en ese entonces fuesen clases virtuales —prosigue—, me enteré por compañeros que lo conocieron cuando tuvieron aquella pequeña charla y la clase para el examen de recuperación, me sentí hasta celosa de que ellos pudieran verlo en persona y conocer el rostro de un profesor tan bueno e increíble.
—¿Estabas celosa de no reprobar? No es un pensamiento muy inteligente —Digo viendo al reloj en mi muñeca y cuando regreso la mirada a la estudiante, tiene las mejillas sonrojadas.
—Es que lo admiraba con sus clases, es el profesor más completo que he tenido en el tiempo que he estado aquí y luego cuando vi las fotos que le tomaron...
Pequeñas mierdecillas que me tomaron fotos sin que me diera cuenta. Supongo que me odiaban ese día y los que siguieron después, pero eso no les impidió tomar fotos del profesor cuyo rostro no conocieron hasta ese día.
—Me sentí mal cuando supe que estaría ausente y no esperé que fuese por tanto tiempo y seguramente no fui la única.
—Sé que muchos me odian —Sonrío complacido— y me parece estupendo, tal vez el odio los anime a recordarme y aprender de mis clases.
—Estamos quiénes lo admiramos, en serio, eres un profesor increíble.
Mi teléfono vibra y mientras ella sigue hablando, lo veo rápidamente para descubrir que es un mensaje de Valerie. Sería una mentira establecer que no me ha tomado por sorpresa y que no lo abro de inmediato.
Niña buena: ¿Estás disponible para vernos?
Edmun: lo estoy
Niña buena: puedes venir y almorzar con nosotros.
¿Quiénes son nosotros? Bueno, tampoco me importa, no hay manera en la que no vaya por lo que le envío un mensaje diciendo que ahí estaré y luego le escribo a Alex diciéndole que se olvide de mí para el almuerzo, apuesto a que hará un drama que no me conmoverá.
—Es bueno saber que una alumna prometedora ha prosperado —Interrumpo a la estudiante en el discurso que no pedí y que me resulta incómodo con toda esa mirada de brillitos ilusionados—. Te deseo suerte.
—Espera ¿Darás alguna clase nueva que pueda inscribir el próximo semestre?
—Daré la antigua clase y otra nueva, pero no hablaré de ello, tendrás que esperar a que sea publicado.
Subo a la camioneta y cierro la puerta detrás de mí. Sonríe y agita la mano en un gesto de despedida.
—Espero verte el próximo semestre en clases, profesor.
Cosas que extrañaré de dar clases por internet: no ver esa aterradora mirada de ilusión y amor universitario dirigido hacia mí. Me estremezco.
***
—¡Agua, agua, agua! —Es lo que se escucha cuando las puertas del ascensor se abren en el apartamento de Valerie y salgo o en todo caso: entro al apartamento en el que no había estado en muchísimo tiempo.
El lugar sigue igual, con la misma elegancia y decoración con la diferencia de que veo en una de las paredes enmarcadas el cuadro que le regalé en su cumpleaños y en otra se encuentra recargado el de nuestro reencuentro.
Sé también que en su habitación se encuentra el que compró en aquella exhibición de mis obras, cuando quise regalárselo y se puso autoritaria diciendo que lo compraría con su dinero y la única razón por lo que lo sé es porque mucho antes de irme, lo vi.
Una pelota golpea mi pierna y luego un soldadito de juguete le sigue, lo que me hace desplazar la mirada por el lugar hasta encontrarme con mi pequeño atacante: un niño de mechones castaños y rubios despeinados viéndome con su pequeña boca fruncida y ojos desconfiados.
¡Mierda! ¿Es realmente el bebé calvo?
Apoyándose del sofá se pone de pie con el culo esponjoso por el pañal debajo de su pantalón apuntando hacia afuera y la barriguita, cubierta con una camisa de estampado de estrellas, sobresaliendo. Sabía que el bebé calvo iba a ser un bebé bonito una vez creciera, pero me sorprende lo mucho que mejoró, es hasta adorable y podría salir en algún programa explotador donde finge que los niños son felices porque los papás quieren dinero y los niños solo quieren ser niños.
—Aquí tengo el agua, Lucas —dice la voz de Valerie, apareciendo.
De inmediato el bebé camina hacia ella con las manos extendidas y tomando el biberón que ella le entrega. La observo llevando un simple vestido suelto y de algodón que llega por debajo de sus muslos y de tirantes gruesos, trae el cabello recogido de manera desordenada con unos cuantos mechones escapando y está sonriendo. Los dedos me pican tanto cómo por tocarla cómo por pintarla.
—Él —Me señala el pequeño con una mirada de desconfianza y solo entonces ella descubre mi presencia.
—¿Cuándo has llegado? —Parece demasiado sorprendida.
—Hace unos minutos, parece que aún estoy en la lista de visitantes, por eso no me anunciaron —Me agacho recogiendo la pelota y el soldadito con los que fui agredido—. Fui atacado por el niño al que le cambié pañales y que me vomitó muchas veces, ese el agradecimiento que recibo por parte del bebé calvo.
—Ya no es calvo —Lo defiende con el indicio de una sonrisa— y es receloso sobre los desconocidos.
Agachándose, lo recoge en sus brazos y se acercan a mí. La imagen de Valerie cargando a un niño tan pequeño es inquietante y a la vez un poco agradable.
—Lucas, él es Edmun, te cuidó mucho cuando naciste y te encantaba que te cambiara los pañales.
—También le encantaba mearme cuando lo hacía —agrego.
Todo lo que el pequeño hace es verme con ojos verdes juzgones mientras bebe de su agua. Malagradecido, eso es lo que es, así me paga todo el tiempo que le dediqué.
—¿Quieres cargarlo? —Me pregunta Valerie.
—No —respondo sin quitarle la mirada de encima a Lucas— y apuesto a que si quisiera, igual lloraría y eso sería un fastidio e incómodo para ambos.
—Muy Edmun de tu parte —comenta antes de besarle la frente y dejarlo en el suelo—. Lo estoy cuidando, a veces lo hago porque me gusta pasar tiempo con él. Su mamá está trabajando, ahora viven acá en Londres y están muy bien juntos.
—Eso es bueno —No sé muy bien qué hacer—. ¿Qué hay de tus otros hermanos?
—Mich tiene su propio apartamento y Denise está en su último año, también trabaja en un local de comida rápida, todos han encontrado poco a poco su camino.
Suena orgullosa y feliz de ello, lo que me hace sentir bien porque sé cuán perdidos se encontraban luego de haber sido criados por un hombre horrible que incluso hasta el final estuvo siendo una basura.
—Es bueno saber que todos ellos prosperaron.
—Sí, todavía me parece increíble de creer.
Me sonríe y le devuelvo el gesto con una sonrisa mínima, ella sacude la cabeza y se aclara la garganta.
—La comida está lista, pero le di de comer primero a Lucas sabiendo que se quedará dormido en cualquier momento, creo que podemos esperar al menos que estés ansioso...
Reparo en sus nervios, al igual que yo no sabe muy qué hacer y eso me da un poco de alivio, que los dos nos encontremos tan perdidos me hace sentir menos desequilibrado.
—Puedo esperar.
—Siendo así, tomemos asiento —Me dice.
La sigo hasta el sofá, sentándome en el de tres plazas mientras ella lo hace en el individual con la vista clavada en el niño que juega bastante cercano a mis pies. No puedo evitar estirarme y acariciar los cabellos finos, porque en serio, casi pensaría que lo imaginé y que no fue calvo. Dietmar no se lo creería.
El pequeño, notando mi tacto, se gira a verme con su pequeña boca en un mohín de disgusto y sacude la cabeza para que aleje la mano.
—Ya veo, te crían bien, pero aun así eres un odioso creído —Le señalo—. Pequeño malagradecido.
—No lo llames así, solo es un bebé tímido.
—No me parece tímido, más cómo un odioso y cortante.
—Supongo que absorbió mucho de ti durante sus primeros meses de vida —Me fastidia y eso me hace reír por lo bajo, lo que la tiene sonriendo a medias.
—Si copió mi personalidad entonces definitivamente debería ser agradable conmigo.
—Déjalo, luego se adaptará cuando vea que no eres un loco o una amenaza —Me asegura y no estoy muy seguro porque el niño me da vibras de alguien 100% odioso y cortante—. ¿Cómo has estado?
—Supongo que bien —Dejo de ver al pequeño para verla a ella—. Me gusta estar de vuelta a mi casa y he estado pintando.
—Me llegó tu invitación a la muy esperada exhibición el treinta de enero, que recuerdo es tu cumpleaños.
—Mi agente lo cree algo simbólico, yo lo creo algo muy estúpido.
—Parece simbólico volver el día de tu cumpleaños incluso si las personas no lo saben.
—Por supuesto que tú caerías en eso —Ruedo los ojos—. ¿Escuchaste la línea de mierda que usan para promoverla? Es horrible.
—Pero está funcionando, las personas andan cómo locas consiguiendo boletos, sigues siendo muy deseado, no has perdido el toque.
—Supongo que mi mierda aún se cotiza cara.
Esta vez suelta una risa y yo sonrío de costado bastante satisfecho por haber logrado eso. Me doy cuenta de que me he relajado un poco viendo que somos capaz de tener una conversación tranquila, eso tiene que ser una buena señal, creo. No quiero verla llorar hoy.
—También estoy ansioso de que Gring vuelva. Hay que ver cuán mimado es ese loro para que se lo lleven de vacaciones, es un descarado aprovechado.
—Lo visité muchas veces y él tiene un buen repertorio de palabras nuevas, no sé si vayan a gustarte —Se ríe por lo bajo—. La última vez me dijo: nena sexy, ven aquí abajo.
—¿Qué hizo qué? —Estoy seguro de que mi expresión es de horror—. Mi loro no se pudo haber vuelto así de corriente.
—Y dice cosas peores.
—¿Qué le han hecho? —Me lamento y ella ríe todavía más—. Aunque me preocupa más el si debo pelear por él con la mamá de Alexander.
—No creo que ella tenga el corazón para separarlos. Lo tendrás de vuelta.
—Iría a juicio por ese loro, es el recuerdo de mis abuelos y es mío.
Asiente cómo si me diera la razón por dármela y no porque me crea racional, de nuevo ruedo los ojos.
—¿Extrañas Austria?
—Supongo que sí, aunque no tuve oportunidad de salir mucho, pero fue agradable cuando lo hice —Bajo la vista a Lucas que se apoya de mi pierna para ponerse de pie pese a que no quiere tener nada que ver conmigo—, lo que sí extraño es a mis hermanos. Durante todo el tiempo que estuve allá nuestro lazo se hizo increíblemente fuerte.
»Tenemos dos perros con nombres pretenciosos y ridículos; y de alguna manera extraña teníamos una cotidianidad fuera de todo el hecho de la Organización —Ayudo a Lucas a estabilizarse y me da una mueca de agradecimiento mientras se sostiene de mis rodillas—, extraño eso. Los extraño a ellos.
—Pero planeas verlos.
—No seguido, no por mucho tiempo y siento que será inesperado cuando suceda, pero espero no en una situación comprometedora.
—Fuera de todo lo que hacen y de lo que agradezco no saber demasiado, me contenta saber que recuperaron su relación. Fui testigo del pesar en tu voz cuando te lamentabas de la distancia emocional entre ustedes y saber que todo este tiempo se acercaron, me hace sentir mejor y feliz por ti.
—Fue lo mejor de estar afuera, ellos fueron lo positivo de todo ese tiempo.
—Sobre tu mamá...
—Las cosas con ella son tensas, todos tenemos una relación rota en lo que a ella respecta y ella tiene cosas que evaluar con especialistas, pero creo que puede sanar.
»Sobre tu papá... —Comienzo, pero en última instancia me callo.
Casi quiero decir: Niklas se hizo cargo porque Dietmar habló y así lo pidió basándose en las palabras de Michelle y sé que éste último hablaba a través del dolor cuando pidió que mi hermano se hiciese cargo de esa basura, y que Dietmar jamás pondrá el peso de esa muerte sobre Michelle, así que es una información que nunca se sabrá. Nadie tiene que saber que mis hermanos tienen mucho que ver con ello.
—Me gustó que muriera —Termino por decir—. Suena horrible, pero no voy a mentirte, es una escoria menos en el mundo.
—Su muerte me trajo algo de paz —admite con reservas y cautela—. Trato de no dedicarle más de mis pensamientos, bastante me quitó e hizo sufrir en vida, así que no dejo que su muerte me quite mucho más.
—Vava —balbucea Lucas hacia ella dando pasos que no sé cómo la gravedad no lo lanza al suelo de boca.
Llega hasta Valerie exigiéndole que lo alce y la tía consentidora lo carga. De inmediato siento envidia de un niño de un año que se acurruca contra su cuerpo y descansa su mejilla contra el pecho de Valerie mientras bosteza y parece a nada de quedarse dormido.
—Así me dice porque no sabe decir mi nombre y se niega a decir tía —Me explica.
—Aparte de odioso, es un flojo.
—Deja de criticar a mi sobrino —No suena molesta al respecto, más como divertida.
—Solo estoy sorprendido de que Lucas se convirtiera en este niñito —Me defiendo y ahora es ella quien rueda los ojos.
El niño me da otra mirada de reproche antes de ponerse más cómodo contra Valerie y bosteza, en serio es adorable el pequeño malagradecido, pero vuelvo a enfocar mi atención en su hermosa tía.
—¿Estás realmente soltera, Valerie? —Mi cambio abrupto de tema la toma con la guardia baja—. Quiero decir, vi las noticias de ayer.
—Pensé que el chismorreo no era lo tuyo.
—No lo es, pero intento ponerme al día tanto cómo puedo y con lo poco que hemos hablado, es la manera en la que puedo saber de ti.
—Los medios siempre lo exageran todo, es algo que luego sutilmente Breana o Krista desmentirán en el programa. Fue una reunión casual, supongo que nos hicimos amigos, creo —Pasa los dedos por el cabello del niño adormilado—. ¿Qué fue eso que dijiste aquella noche de tu ex?
—Una loca desubicada de la que no debemos perder el tiempo hablando.
—¿Me estás diciendo que no hubo nadie más en tu vida? Tal vez no tu ex porque además tiene historia con tu hermano, pero...
—Intentas preguntarme si tuve sexo con otras—La interrumpo y las mejillas se le sonrojan—. No, la respuesta es no, Valerie. Estuve casi siempre en la mansión y no me van las prostitutas, sin ofenderlas, además, siempre has sido tú desde que te conozco y prefería masturbarme con nuestros recuerdos o fantasías, porque te pensé mucho, demasiado.
No sé si fue lo mismo para ella, pero tampoco lo pregunto y ella no lo comenta. Baja de nuevo la vista a un Lucas ahora muy dormido y se mordisquea el labio antes de volver a verme. Es abrumador el hecho de que el bebé parece tan suyo aunque por un tiempo lo fue, el tiempo en el que ella fue su cuidadora y tutora legal.
Parecen el marco de una madre e hijo que se aman, están acostumbrados el uno al otro y ella es feliz con él entre sus brazos. No dejo de verlos.
—Aquella última vez que tuvimos sexo... —dice haciendo que de inmediato alce la vista a su rostro, porque eso es algo que no me esperaba escuchar.
Y cómo olvidar aquel apasionado y memorable encuentro, toda esa pintura comestible sobre ella mientras nuestras pieles se deslizaban, fusionaban y encontraban. Es uno de mis recuerdos favoritos porque no fue solo sexo, se sintió cómo la definición del tipo de arte apasionado que no puede recrearse dos veces.
—Lo recuerdo con claridad.
Ella abre y cierra la boca, luego frunce el ceño y después asiente, lo que me hace suponer que mantiene alguna conversión interna consigo misma antes de que vuelva a hablar y me paralice momentáneamente:
—Poco después de ese encuentro, tuve un retraso...Tuve una falsa alarma de embarazo.
De inmediato me enderezo y trago procesando las palabras, preguntándome si escuché bien. Dijo "falsa", pero aun así la sensación de desconcierto y algún tipo de emoción permanece conmigo, pero Valerie no se detiene, vuelve a hablar.
—Estaba muy asustada cuando fui por esas pruebas y también lo estuve mientras esperaba los resultados aquí mismo en mi casa. Por mi mente pasaban tantas cosas, pero luego estuve un poco decepcionada cuando las pruebas dieron negativo y creo que es algo que nunca podré explicar bien, pero tal vez una parte pequeña de mí pensó que tener una parte de ti en mí era maravilloso.
»Sin embargo, sé que estuvo bien que no estuviese embarazada, porque no era el momento ni las formas.
Me cuesta encontrar palabras y no sé muy bien que debo decir. Sus palabras no dejan de dar vuelta en mi cabeza cómo una pintura abstracta a la que no logro encontrarle forma y reconocer su valor.
—Lamento no haber estado ahí contigo —Consigo hablar con voz suena enronquecida y afectada.
—Kris estuvo conmigo en todo el proceso y no te lo digo para hacerte sentir mal por no estar, solo pensé que podía compartirlo, que tal vez estaba bien que te dijera de ese momento de mi vida porque bueno, te involucraba.
—Sí, claro —digo aun desconcertado—. Tiene sentido que me lo dijeras, es solo que...No me pasó por la cabeza.
—Lo sé, puede ser abrumador.
Y si a mí me resulta abrumador, no alcanzo ni siquiera a entender cómo se pudo sentir ella que lo vivió.
—Ahora vuelvo, iré a acostar a Lucas y luego podremos comer —Noto la torpeza en su voz mientras se pone de pie y se aleja con el niño dormido.
Asiento de manera distraída incluso si lo hago demasiado tarde y ella no puede verme mientras pienso en todas las posibilidades de lo que pudo ser, lo diferente que habría sido la realidad actual si Valerie hubiese quedado embarazada en aquel encuentro.
Ser papá nunca estuvo en mis planes, en primer lugar porque cuando creí tontamente que Gesine y yo estaríamos juntos cómo dos prisioneros compartiendo una jaula de amor no pretendía sumar a la organización a una vida inocente, después de todo, se esperaba que yo fuese un sucesor no un desertor. Luego me convertí en este hombre con una vida sexual activa, alguna que otra relación sexual y amistosa frecuente, pero ninguna que fuese a germinar en el futuro y con la que quisiese reproducirme.
Para ser honesto, ser papá nunca me quitó el sueño y no sé cómo me lo habría tomado si hubiese ocurrido algún accidente con las antiguas mujeres con las que tuve sexo de manera regular antes de Valerie. No pensé siquiera que me iba a enamorar y con Valerie todo progresó tan rápido e intenso que siento que el pensamiento de tener hijos se me escapó, no me detuve en ello.
Me acaricio la barba tratando de imaginarla abrumada con la posibilidad mientras yo no estaba, intentando entender cómo pudo haberse sentido si el resultado hubiese sido positivo o con el hecho de que fue negativo. Tendríamos un bebé, un niño o niña que me sería desconocido por no haber estado, una hijo que me vería cómo a un extraño y cuya primera impresión habría estremecido mi mundo; habrían sido momentos perdidos y recuerdos que nunca serían míos, que no tendría. No estoy seguro de haber sido feliz con la noticia, pero tampoco puedo decir que me disgustaría.
Me veo en un futuro llevando anillos a juego con Valerie, firmando un papel y viéndola hacer una caminata hacia mí, creo que también puedo visualizar un bebé, no con claridad, pero está ahí, el hecho de que sea parte de Valerie lo hace increíble, solo no sé si tengo ese nivel de preparación ni que tanto me gustaría la idea en sí. Es confuso y tal vez ni siquiera debería de pensar en ello teniendo en cuenta que las cosas entre nosotros están estancadas en este momento.
—¿Quieres comer? —pregunta su voz y alzo la vista encontrándola de pie.
Me levanto y avanzo hacia ella para que una pequeña distancia sea la que nos separe. Mis dedos pican por tocarla, pero estamos en un lugar en donde no se me permite hacer los primeros movimientos y cuanto lo odio esta situación, pero es lo que es.
—Lamento no haber estado cuando pensaste que podrías haber estado embarazada, no ser el apoyo que merecías y decirte que independientemente del resultado todo estaría bien y que yo estaría contigo.
—Al menos estuve sola, no te tortures por ello. Logro entender que si no estuviste aquí si no volviste no fue porque no lo quisieras, fueron las circunstancias—Hace una mueca—. Me dolió en su momento hacerme la prueba con Krista y no contigo y también me dolió el negativo, pero ahora sé que fue lo mejor y en ese momento una parte de mí también lo sabía.
»No me creo incapaz de criar un hijo sola, pero habría dolido y haría las cosas más difíciles ahora. No estaba lista ni quería ser madre en ese momento, no de esa manera. Quiero tener hijos bajos mis términos y condiciones, quiero traer al mundo a bebés deseados y en un ambiente sólido, el tipo de ambiente que yo no tuve al crecer.
Puedo coincidir en eso, si tuviese hijos le daría el tipo de infancia que tuve con mis abuelos, la que me habría gustado tener con mis hermanos.
—Pero... —dice y suspira—. De haber sucedido, lo habría amado porque sería producto de algo muy bonito.
—No sé cómo me habría sentido —Me paso las manos por el cabello o eso intento porque recuerdo que lo traigo recogido—. Habría vuelto para encontrar que me perdí tanto, pero tanto, que no sé cómo lo habría tomado. No sé si me habría gustado ser padre en esas circunstancias.
—No te habría obligado a que lo fueras —Se encoge de hombros.
—Puede que en un principio me hubiese desconcertado y hasta asustado, pero no le habría dado la espalda, lo habría amado.
—No hablemos de cosas que al final no sucedieron, son cosas que nos lastiman y no te pedí que vinieras para hacerte sentir mal o remover mis heridas.
»Te pedí venir porque... —Contiene la respiración y cuando la libera los pómulos se le sonrojan—. Quería tener un momento normal contigo, sin reproches, saber cómo estás adaptándote y que estás bien.
»Aún tengo líos en mi cabeza y me siento abrumada, tampoco deseo confundirte, pero pensé que podríamos tener este momento en pausa, conversar, no lo sé.
Permanezco en silencio. No deja de impresionarme ver la manera en la que terminó de florecer. Habla sin miedo, luce confiada al hacerlo incluso cuando tiene nervios y en ningún momento baja la mirada. De esta manera, con tal confianza, deseaba verla aquella noche en el cumpleaños de Matthew cuando le propuse darle nuevas experiencias y que saliera de su zona de confort.
—Sería tan injusto decirte cómo me haces sentir en este momento —Sacudo la cabeza y retrocedo—. Tengo dos palabras que digo pocas veces y que ahora están atascadas en mi garganta, dos palabras que son todas para ti.
—Sí, sería injusto que las dijeras ahora —Suspira—. Comamos.
No me deja ayudarla, en lugar de ello tengo que verla ser súper independiente y una anfitriona perfecta trayendo los platos de comida y una botella de vino. Tomamos asiento frente a frente en la mesa y cuando doy el primer bocado de un pollo que me parece es al horno, pero que tiene un nombre complicado y se encuentra bañado en cosas que no me preocupo por recordar, suspiro. Es delicioso.
Pocas veces he probado comidas así de elaboradas por Valerie, siempre íbamos por lo sencillo cuando cocinábamos o comíamos afuera o estábamos tan ocupados consumiéndonos que terminábamos comiendo por separado cuando nos despedíamos, pero ¡Joder! Cuando ella se empeña en cocinar algo así de elaborado, hace maravillas.
—¿Bueno?
—Increíble. La mejor comida que he ingerido desde que volví.
—¿Ha sido difícil...Adaptarte?
Por lo general no me gusta hablar, eso incluso aplicaba con Valerie, soy más de escuchar y a quienes me caen bien, pero hoy es diferente porque es la oportunidad de que tengamos una conversación algo más tranquila que la desgarradora que tuvo lugar ante mi regreso.
—Más que difícil ha sido extraño, pero nada del otro mundo. Todo me sigue resultando familiar...Raro habría sido si la vieja mayor se hubiese muerto.
—¿La vieja mayor? —Suena curiosa y asiento.
—Ya sabes, la mujer de la corona inmortal que no sabemos si es buena o mala —digo antes de masticar y ella se ríe.
—¿La Reina?
—Sí, eso habría sido raro o si hubiéramos dejado de ser súbditos y pasado a ciudadanos, pero cómo la Monarquía sigue intacta y no hay cambios legislativos, políticos o económicos, ha sido cómo retomar el manejar bicicleta. Todo sigue igual.
»Hoy recuperé el trabajo en la universidad en la que daba clases, no pensé que fuese tan fácil. De hecho Lorenz me aseguró que si no había vacantes disponibles o no querían contratarme, podía comprar el puesto de trabajo.
—Qué honesto.
—Somos conscientes de que la honestidad no es un rasgo característico de él —Medio sonrío—, pero para fortuna de la honestidad me lo devolvieron, con la excepción de que ahora debo ver sus molestas caras en clases presencial.
—Y eso no te gusta.
—Me fastidia, pero es lo que es.
—Crearás un caos en tu clase viéndote así —Hace un repaso con la mirada que va desde mi rostro a mi pecho y brazos—. Es distractor.
—No me interesa tener a universitarios flechados, eso será todo un fastidio.
—Pero no puedes culparlos. Recuerdo que en una de mis clases tuve a este profesor treintañero que usaba trajes y se veía tan elegante y atractivo, me gustaba de una manera platónica, así que me aseguraba de alcanzar a escribir alguna clase con él en mis últimos dos años.
—Bonita historia, pero no me interesa escucharla.
—Bruto —murmura.
Y ¡Joder! Sonrío.
—Tengo que admitir que me sorprende que me dieran el trabajo, porque si bien envié un correo lleno de mentiras sobre mi ausencia, no tuvo que haber sentado bien, pero supongo que me necesitan.
—Wow, parece que en Austria también conseguiste arrogancia.
—Y gustos caros —agrego haciéndola sonreír.
—¿Gustos caros para qué? De por sí ya sabía que tu ropa no era barata, una vez vi las etiquetas.
Me encantaría que mis hermanos pudieran escuchar esto, malditos idiotas tildándome de barato.
—Gustos caros —Lo resumo en ello—. Háblame de ti, estuve tan privado de noticias sobre ti que quisiera saber todas las cosas buenas que te han sucedido de tu propia boca.
—Antes te habría dicho que debo ser modesta y no adularme demasiado, pero ahora entiendo que no está mal hablar sobre mis logros.
Y dicho eso, como con lentitud murmurando apenas monosílabas o dos palabras en respuesta porque me embriago de su voz narrándome las cosas buenas que han sucedido en el último año de su vida. Se ilumina mientras habla, como si fuese un lienzo al que le da de una manera hermosa la luz del sol. Ha cerrado buenos negocios para campañas publicitarias, se sonroja un poco cuando habla sobre haber renovado el contrato junto a Breana para una línea de lencería, hace un programa en la radio todas las tardes de los domingos y su columna de artículos en una prestigiosa página de contenido de política internacional ahora tiene más espacio.
Ofertas para otro canal televisivo le han llegado incluso la propuesta de tener su propio programa inclinado más hacia la política con invitados internacionales o figuras políticas del Reino Unido.
—Tal vez en un futuro me parezca atractiva la propuesta, no lo descarto, pero no es lo que quiero ahora. Estoy en un buen punto en mi carrera profesional y no quiero acelerar las cosas, aun soy joven y disfruto de lo que hago en este momento.
Habla sobre que ella y Jocker participarán en un congreso de política exterior en Suecia el próximo mes y eso parece tenerla bastante entusiasmada, con lo poco que dice sobre Jocker y por su tono de voz, me doy cuenta que entre ellos no queda ningún rastro de la incomodidad que hubo en el pasado por su fallido matrimonio y al parecer tormentoso divorcio.
También habla de sus hermanos una vez más, llena de orgullo y con entusiasmo. Me empapa de todo el año que no estuve y aunque es un resumen, se siente bien porque uno los puntos y me doy cuenta de todas esos bonitos colores que estuvieron apareciendo en ella mientras no estuve.
Acaba sus historias poco después de que terminamos de comer y está sonriendo mientras bebe de lo que resta de su copa de vino.
—Te ves radiante —Le hago saber—. Te ves de una forma en la que me gustaría pintarte.
Y seguramente lo haga al volver a casa.
—Me alegra ver todo lo que has logrado, me jode no haberlo presenciado, pero me hace sentir bien haberlo escuchado.
—Habría sido increíble que estuvieras, pero al menos ahora puedo contártelo y me gusta que me escuches.
—En mí siempre encontrarás un oyente, niña buena. No creo que me consuele por no haber estado el escucharte contármelo, pero sí me hace sentir mejor.
—Siempre me has escuchado —Es lo que dice antes de ponerse de pie.
Esta vez me deja ayudarla con los platos sucios y en silencio nos hacemos cargo de ello, cuando todo está hecho, nos sentados de nuevo en el sofá, esta vez lado a lado.
—Quisiera otra copa de vino, pero tengo que ir al gimnasio en un par de horas y trabajo más tarde.
—¿Mi presencia te hace beber?
—No precisamente —responde volteando a verme.
Una vez más su mirada se pasea por mi rostro y me encuentro enarcándole una ceja.
—Vas a acabar por acomplejarme si sigues viéndome así de tanto en tanto ¿Hay algo raro en mí? ¿Me he vuelto horrible de ver o algo así? ¿Abominable tal vez?
—No, nunca serás abominable, fácilmente eres uno de los hombres más atractivos que he conocido —asegura con ligereza—. Te veo así y sin poder evitarlo porque me parece irreal y me obsesiono intentando descifrar si hay algún cambio que no logro encontrar, intento memorizarlo de nuevo, comparar esta imagen con la de siempre. Y eres el mismo o tal vez solo me sigo deslumbrando.
—¿Necesitas evaluarme más de cerca? —Inclino el rostro hacia ella, tomándola por sorpresa cuando vuelvo muy escaza la distancia entre nosotros—. Tal vez así percibas mejor cada rasgo, con cercanía puedes memorizarlo mejor.
Se lame los labios y su mirada es una mezcla de vulnerabilidad e intensidad. Con lentitud estira la mano hacia mi rostro y suspiro cuando su palma conecta con mandíbula sintiendo el leve espesor de la barba que recorté esta mañana.
Su mirada se pierde en el movimiento de su mano y me fijo en la forma en la que sus labios se entreabren y su garganta se mueve al tragar. Nunca entenderé ni mierda sobre cómo podemos manejar tanta tensión y magnetismo sexual, debería ser ilegal que dos personas contengan tanta química. Es que me vuelve loco tenerla tan cerca y mantenerme tranquilo con las manos sobre las rodillas, dándole absoluto control.
—Siempre dices que eres escalas de grises —susurra—, pero yo siempre he visto en ti colores.
—Colores opacos.
—No, colores vividos que me contagiaban y me hacían sacar a relucir los míos. No está mal tener grises en ti, pero no te niegues a reconocer que eres más que eso, Edmun.
»Sin resentimientos, sin importar el tiempo que te fuiste, sin todas estas incógnitas sobre nosotros o sobre todo ello, no me pesa reconocer que eres una de las personas con los colores más bonitos que he conocido —Sus ojos hacen contacto con los míos—. Yo ni siquiera veía la vida en colores hasta que tú me enseñaste a hacerlo.
—Puedes abofetearme después de esto, me lo merezco, pero es que más allá de que estoy aprendiendo de la paciencia y a ser más bueno que malo, soy egoísta e incluso vilmente un mezquino y eso ha sido demasiado, Valerie.
—¿Demasiado qué?
No le respondo, en lugar de ello bajo un poco más mi rostro y con su mano aun en mi mandíbula, acorto la distancia sintiendo finalmente después de muchísimo tiempo la suavidad de sus labios debajo de los míos. Cálidos, suaves y cómo un puto cielo, tal cómo los recordaba.
Es una suave presión y luego un pequeño pellizco de mi boca a su labio inferior. Vuelvo a presionar otro beso en la plenitud de esos labios que me persiguen en mis sueños y me embriagan de recuerdos, luego me alejo veo sus labios y presiono otro pequeño beso en su labio superior.
No fue el mejor beso, tampoco uno intenso, pero fue una gota de agua para lo sediento que me siento de ella y su amor.
Llevo mi mano a la parte baja de su nuca y deslizo los labios sobre los suyos dirigiéndome, en pequeños roces y continuas presiones de besos cortos y significativos que luego se deslizan a la comisura derecha de su boca, viajando por su mejilla antes de hacer el recorrido de regreso y darle otro beso suave en unos labios que no se niegan al contacto, pero que temen de ir por más.
—Te extraño —susurro contra sus labios y luego acariciando con mi nariz su mejilla— y no sé cómo no hacerlo. Sé que me escucho patético.
—No eres patético —Su voz es temblorosa.
—¿Qué pasaría si te besara realmente? Ya sabes, de la forma que ambos deseamos.
—No lo hagas, por favor, no estoy lista...No me hagas eso porque sé que no lo rechazaría, pero no me haría bien.
Suspiro y beso su mejilla antes de liberar su nuca y tomar la mano que aún mantiene en mi barbilla. Le beso la palma y sostengo su mirada llena de tantas emociones, entre ellas el miedo, pero también el deseo y no es que yo sea un iluso queriendo ver emociones que no hay, porque nunca me he mentido ni engañado con falsas ilusiones, pero en sus ojos yo también veo amor.
—De acuerdo —Beso de nuevo la palma de su mano—, no lo haré, pero tengo que irme, porque no soy tan bueno, Valerie, y no quiero lastimarte siendo imprudente.
La veo otros pocos segundos antes de ponerme de pie con rapidez porque en serio necesito salir de este lugar antes de perder mi control y decepcionarla al hacerla caer en algo sobre lo que no se siente lista y tampoco está segura. También se levanta y le da un suave apretón a mi mano junto a una mirada que me hace querer gritarle si puede dejar de enviarme señales mixtas, pero que solo respondo con un asentimiento y diciéndome que es normal que ella se sienta de esa manera.
No soy paciente, pero tengo que trabajar mejor en esto si no quiero arruinarlo.
Ella es todo lo que veo cuando subo al ascensor en su apartamento antes de que las puertas se cierren y es todo lo que pienso de camino a casa. Es todo lo que pinto cuando tomo un lienzo en blanco y me dejo llevar; y es todo lo que quiero cuando pienso en el futuro.
No me queda dudas: podré vivir sin ella si decide seguir sin mí, pero el dolor de perder al amor de mi existencia sería algo que se quedaría conmigo para siempre.
El problemano es el amor, la química o el deseo, eso aun arde entre nosotros. Se trata deser valiente para aceptarme o dejarme ir, se trata de volver a confiar, sanar yaceptar. Todo lo que quiero es que sea feliz y yo también quiero serlo.
Vedmun es inexplicable y por eso nos tiene pendiendo de un hilo.
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Espero les guste.
Un beso.
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