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Capítulo 42



Capítulo 42. ¿Realista o pesimista?

Jeremiah Greythorne  

28 de febrero 2020

—¿Qué sucede contigo, Jeremy?

Clavo la vista en mi madre que me observa llevando sus manos a sus caderas desde la puerta del cuarto, hago lo mismo arqueando mis cejas mientras las palabras de Sasha pasean por mi cabeza.

—¿A qué te refieres?

—A Sasha, a Ashley, a todos ¿Qué sucede contigo? —Paso una mano por mi cabello encogiéndome de hombros mientras dejo caer mi cabeza contra la almohada clavando la vista en el techo—. De verdad intentamos entenderte, pero no es fácil cuando lo único que estamos recibiendo son ladrillos de tu parte, sé que no es fácil para ti toda esta situación, pero alejarnos no lo solucionará—La frustración es algo parecido a la abstinencia, haces cosas sin pensarlo por causa de ella, no debería ser una justificación para la manera en que traté a Sasha o a mi hermana los últimos días, pero cada día desde que desperté en el hospital se vuelve más molesto y frustrante que el anterior.

—No tengo idea—concluyo frunciendo los labios en una mueca vacilante.

—Por supuesto que no, nunca te hubieras comportado así con ellas, no te eduqué para ser esto—Una risa seca abandona mi garganta mientras ella termina de entrar en la habitación.

—¿Y puedes entender que ni siquiera recuerdo cómo me educaste?

—A mi no me hablas así, Jeremiah—Evito rodar mis ojos asintiendo—. Esto no tiene nada que ver con tu pérdida de memoria, se llama decencia porque ella ha estado viniendo aquí, es el único motivo que tiene para hacer un viaje de casi cuatro horas para pasar tiempo contigo y lo único que recibe es esa actitud tuya. Al menos nosotros somos tu familia, prácticamente estamos obligados a ayudarte y estar contigo, ella no.

—Parece que soy el motivo de Sasha para hacer muchas cosas—Mi madre resopla acercándose, se sienta al borde de la cama y sus dedos se hunden en mi cabello, inclino mi cabeza hacia su toque.

—De la misma forma que ella lo es para ti—Se encoge de hombros—. Incluso retractaste tu promesa de pasar año nuevo con nosotros hace dos meses porque ella se había ido, nos dejaste para ir con ella—Suelta una risita entre dientes y yo tuerzo los labios.

—El hecho de que me lo digas solo me irrita más, porque no debería tener que saberlo por ustedes, debería estar en mi jodida memoria—Ella suspira y presiona un beso sobre mi frente.

—Pero así ha sido y no tienes manera de cambiarlo, Jeremy—resoplo—. Recuerdo la primera vez que dijiste que ella era tu novia—suspiro ignorando su manera de ignorar lo que acabo de decirle.

—¿Cuándo fue?

—Finales de noviembre, unos pocos días antes de venir con ella. Fue completamente sorpresivo que tuvieran tanto tiempo juntos y nunca la hubieras mencionado, aunque lo hacías, solo que nunca dijiste que era tu novia.

—¿A qué te refieres?

—Mencionabas a Sasha constantemente, la chica que llevaba café para ti, cambiaba tus bolígrafos azules por rojos o el fondo de pantalla de la computadora de tu oficina, dejaba post it en los cristales que dividían sus oficinas y te saludaba con frecuencia—Mi ceño se frunce—. Luego dejó de hacerlo.

—¿Por qué?

—Nunca hablaste de eso, al parecer cuando llegaste al bufete ella todavía era lo suficientemente risueña como para hacer esas cosas, luego la dificultad del oficio y todos los casos que se pueden conocer siendo abogado hizo que dejara algunas de las cosas que la hacían ver como infantil—Mamá suspira antes de ponerse de pies—. No arruines con los pies lo que has hecho con las manos, no la recuerdas y tal vez creas que no sientes nada por ella, pero entonces no hagas que te odie si no la recuerdas, te arrepentirás cuando tu memoria regrese—murmura antes de abandonar la habitación.

Me quedo mirando el techo sin saber qué hacer. Más tarde me pongo de pies saliendo al pasillo, la casa se encuentra silenciosa ahora así que me encamino de la misma manera hacia la puerta de la habitación donde se encuentra Sasha, probablemente está dormida así que tocar no parece una buena opción.

Ignorando las normas, giro la perilla y entro encontrando la habitación en penumbras, la luz en la lampara de la mesa de noche es baja pero no lo suficiente como para que la habitación esté completamente oscura.

—Sasha...—susurro acercándome al borde de la cama, ella suelta un suspiro, sin embargo, no despierta, lo intento una vez más, pero no obtengo respuesta de su parte, recuerdo que había mencionado que su sueño era ligero, pero también que viene a Keaton luego de pasar el día en el bufete, por tanto, probablemente está demasiado cansada para escucharme o deliberadamente ha decidido ignorarme.

Suelto un suspiro mientras me acerco sin poder evitarlo, sentándome al borde de la cama distingo su rostro algo sonrojado y las lágrimas que todavía se pegan en sus pestañas, algo se retuerce en mi estomago al igual que mi pecho se aprieta ¿culpa? Tal vez, porque en este momento siento que además de que todo va mal, también lo estoy haciendo mal.

Probablemente tiene razón, no se trata de poner los sucesos en una balanza, pero definitivamente es probable que algunas personas consideren una bendición no tener que recordar haber recibido un disparo o haber visto personas morir. Ella no solo vio personas morir, también tuvo que verme recibir un disparo y haber perdido a su novio cuando desperté sin saber quién era ella.

Retiro un mechón de cabello de su mejilla y ella da un respingo abriendo los ojos repentinamente, se aleja de mi unos segundos antes de que parezca reconocerme.

—Greythorne, joder.

—Lo lamento.

—Estás ganándote el reconocimiento al más acosador ¿ok? —Empuja su cabello hacia atrás y su respiración es ruidosa antes de que parezca calmarse, me observa con curiosidad—. ¿Qué haces aquí? Si mi mami descubre que te metes a mi habitación de noche tendrás muchos problemas, Greythorne—Sonrío ante el tono caprichoso que implementa.

—Entonces que no lo descubra, Sasha.

—En efecto, igual no le va a importar—Se encoge de hombros acomodando las almohadas para recargarse en ellas.

—Lamento lo de hace un rato, yo...no sé exactamente cómo manejar esto todavía.

—Lo sé y lo has estado manejando pésimo, déjame decirte—Asiente repetidas veces—. Pero supongo que tendrás que adaptarte mientras tu memoria regresa.

—O adaptarme a que no regrese—Murmuro recargando una de mis manos a un lado de sus piernas, ella se encoge de hombros.

—Pesimista.

—Realista, así evito la decepción si al final no puedo recordar más que la actualidad y lo poco que me digan—Ella suspira tallando uno de sus ojos.

—Pesimista—repite alzando la barbilla—. Y es un arma de doble filo porque si bien a veces resulta emocionante el hecho de que salga bien todo lo que esperabas que saliera mal, también resulta que a veces tú mismo pensando que será un fiasco lo conviertes en eso.

—Pero ya establecimos que se evitan las decepciones de que salga mal.

—Las decepciones también son parte de la vida, Greythorne, pasarse la vida pensando de manera pesimista solo para evitarlas es una realización mediocre y conformista que te lleva a no sentir las cosas como se debe.

—¿Cuál eres tú entonces?

—Suelo ser pesimista solo inconscientemente porque a veces es algo que no se puede evitar, pero soy demasiado buena en todo lo que hago como para estar pensando en las decepciones que algo me puede causar, si suceden pues lo hago mejor la próxima vez, no me detengo a llorar por ello—dice mientras se encoge de hombros arrastrando una de sus manos hacia el otro extremo de la cama antes de mostrarme algo.

—¿Qué es eso? —cuestiono cuando ella atrapa entre sus manos el pequeño peluche rosa.

—Quién es—corrige y yo alzo las cejas—. Es Jesha, me lo regalaste en navidad.

—¿Jesha?

—Ajá, es el primer regalo que me hiciste.

—¿El primero?

—Si, tienes alguna tendencia extraña a dar regalos, que conste que no me quejo.

—¿Jesha no es...?

—La unión de nuestros nombres, porque la parte feliz soy yo y la enojada eres tú—Empuja la parte superior hacia adentro haciendo que la parte rosa desaparezca, en su lugar se vuelve color azul y una carita enojada aparece, sonrío a pesar de que mi ceño se frunce curiosamente.

—¿Por qué soy la parte enojada?

—¿A poco te la pasas feliz y yo no lo sabía? —Lleva una mano a su pecho fingiendo sorpresa y yo entrecierro los ojos hacia ella.

—Muy graciosa.

—Es la verdad, vivías con el ceño fruncido sin razones, por eso pensaba que me odiabas.

—¿Te odiaba?

—Dijiste que no—Tomo el pequeño pulpo en mi mano inspeccionándolo, lo dejo sobre su regazo luego de unos segundos y ella lo toma haciéndolo bailar por los pequeños tentáculos de esa manera risueña en la que parece hacer todo.

Tal vez si la hubiera visto de lejos pensaría que Sasha es el tipo de persona que prefiere los regalos costosos como joyas o vestidos, sin embargo, ella parece completamente feliz con algo tan simple como esto.

—¿Te regalé más peluches?

—Si, un mapache en San Valentín.

—Así que soy el tipo de persona que regala esas cosas—concluyo entrecerrando los ojos.

—Creo que te adaptas al tipo de persona a quien vas a hacer el regalo, también me has regalado joyería por si te lo preguntas—Lleva una de sus manos a su cuello como si fuera a tocar alguna cadena, pero no hay ninguna, las ha dejado en la mesita de noche.

—¿Cómo se llama el mapache? —Su propio ceño se frunce en confusión—. ¿No lo nombraste?

—No, pero ahora que lo mencionas su nombre será Greybel—No puedo evitar reír mientras ella se encoge de hombros.

—No me digas, la unión de los apellidos—Ella asiente antes de cubrir un bostezo con una de sus manos, la culpa me atenaza el estómago recordándome que condujo hasta aquí luego de estar trabajando todo el día—. Lamento haberte despertado—Le resta importancia con un gesto acomodándose sobre su costado en su lugar.

—Supongo que está bien...—susurra metiendo una de sus manos bajo la almohada que sostiene su cabeza, instintivamente empujo los mechones de cabello fuera de su rostro y ella suspira—. Tengo una confesión que hacer, Greythorne.

—Te escucho

—Debería sentirme mal por no sentirme mal de que esas dos personas hayan muerto, no pensé que esa fuera completamente la solución a mi insomnio, lo que me hace sentirme mal por desear que hubieran muerto antes—Se estremece con los ojos cerrados y yo suspiro.

—A veces es necesario ser egoístas, supongo.

—Tal vez, pero el hecho de que sea a costa de la vida de otros es algo que me hace preguntarme ¿qué tan mala persona puedo llegar a ser?

—Si esas dos personas tuvieron que morir para que tu estuvieras tranquila tal vez la verdadera pregunta es ¿qué tan malos estaban siendo contigo? —Muerde su labio inferior haciendo un sonido por la bajo.

—Tal vez...—Se queda en silencio por unos segundos—. ¿No volverás a Saint Naldens, Greythorne?

—Si, le pediré a Tho...a papá que me lleve—Asiente distraídamente

—¿Quieres quedarte?

—¿Dónde?

—Aquí, en la habitación—murmura adormilada, relamo mis labios.

—¿Eso es prudente?

—La pregunta es para ti, si fuera por mi estaríamos durmiendo desnudos en esta o aquella habitación—Alzo mis cejas a pesar de que ella no me mira.

—¿Qué?

—Lo que escuchaste —Se ríe levemente palmeando el lugar a su lado—, pero quédate, igual sería lo más inocente que hemos hecho— Luego de unos segundos suspiro rodeando la cama, ocupo el lugar vacío frente a ella observándola en silencio—. Cuando vinimos la primera vez no podía dormir.

—¿Por qué?

—Es una larga historia—susurra con otro bostezo—. Dormía en el sofá de la habitación, aparte de que apenas nos conocíamos del bufete cada vez que dormía en una cama en navidad tenía pesadillas.

—¿Por qué era eso? —Mi voz es un susurro igual que el suyo mientras espero su respuesta.

—Por mi padre, murió cuando dormía a su lado en esa época, me siento culpable porque no debí dormir mientras él sufría dolor a mi lado—Extiendo una de mis manos deslizando mi dedo índice por sobre su antebrazo silenciosamente, el cosquilleo en mis dedos por tocar su piel es nuevo o tal vez no.

—Lo siento—Hace un sonido de afirmación sin decir nada más. El silencio nos envuelve por un par de minutos en los que pienso que se ha quedado dormida, sin embargo, vuelve a hablar en un susurro:

—¿Algún día recordarás lo que fuimos? —Es mi turno para suspirar llevando mi mano hasta acariciar su cabello por instinto, el deseo de consolarla por esto se vuelve incomodo en mi pecho.

—Espero que sí—Me inclino hacia ella presionando un beso sobre su frente.

—Yo también

—Dulces sueños, Sasha.


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