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Capítulo 34



Capítulo 34. Libertad

Sasha Belova 



12 de febrero 2020

Nunca me han gustado los cementerios.

Encabezan la lista de los lugares a los que, si puedo evitar ir pues lo prefiero así, aunque no tengo verdaderas razones para ir más que papá, sin embargo, nunca he ido a su tumba más que cuando fue enterrado allí.

Esta vez no sé por qué estoy aquí, miro las lápidas con múltiples nombres y encriptaciones, no recuerdo que dice la de papá y no sé si se trata del tiempo o de mi memoria haciéndome una mala jugada, pero estoy bastante segura de que este no es el cementerio donde lo enterramos, aunque de nuevo yo solo estuve una vez allí.

Muerdo el interior de mi mejilla tirando de las mangas del abrigo hasta que cubren las palmas de mis manos mientras sigo el camino de concreto entre dos franjas de césped donde se extienden las lápidas, tuerzo los labios ante la ventisca fría que me golpea justo antes de que un aliento cálido haga lo mismo contra mi oreja.

—Un poco hipócrita que estés aquí ¿no, Sassy? —Jadeo con fuerza girando sobre mis talones y trastabillando cuando estoy frente a él, mis piernas apenas me sostienen y trago saliva con fuerza retrocediendo sobre mis pasos mientras veo a Warren enfrente mío.

—¿Que mierda haces aquí?

—Vine a acompañarte.

—¿Acompañarme? Yo no necesito compañía, ni siquiera sé por qué estoy aquí—Siseo, otra ventisca fría me golpea con fuerza y vuelvo a tirar de las mangas del abrigo.

—¿No sabes por qué estás aquí, Sassy? —Su mirada se desvía sobre mi hombro y yo lo imito, mi espalda se envara de una manera dolorosa y mi respiración se vuelve dificultosa mientras veo la escena enfrente mío.

Hay un cuerpo sin rostro en el césped ahora, sin embargo, me parece conocido.

—También eres la culpable de eso, Sassy

—No soy culpable de nada, vete a la mirada, Warren.

—¿Estás segura? ¿Primero tu padre y ahora él? Parece que la maldición eres tú—Llevo una mano a mi garganta.

—No sé quién es él

—¿Estás segura, Sassy? Acércate—Su voz desaparece de la cercanía, ahora cuando giro sobre mis talones él está de pie al lado del cuerpo, sosteniendo un arma entre sus dedos mientras lo apunta, mi respiración vuelve a hacerse dificultosa, llevo una mano a mi garganta y antes de que pueda evitarlo mis pasos me llevan a acercarme—. ¿No sabes quién es él? —Una sonrisa de lado se extiende en sus labios, maliciosa y molesta que riza mi estomago en puras nauseas.

—No...—Pero mientras me acerco el pánico se arraiga en mi interior y mis dedos tiemblan contra mi garganta

—¿Esto también es tu culpa, Sassy? —Sacudo la cabeza frenéticamente y siento mis manos húmedas, bajo la vista ahogando un grito cuando el rojo recubre mis dedos y vuelvo a mirar el cuerpo, un sollozo desgarra mi garganta mientras niego—. Es tu culpa.

—¡No! —El grito arde en mi cuerdas bucales mezclado con un sollozo mientras mi rostro se empapa de lágrimas y vuelvo la vista a Warren sosteniendo el arma, luego vuelvo a mirar el cuerpo y sollozo nuevamente porque no es un desconocido para mí.

Es Jeremiah.






Me estremezco alzándome en la cama con un grito que no sale de mi garganta mientras mis manos vuelan a mi cuello arañándolo, entreabro los labios tosiendo ante la resequedad en mi garganta solo para darme cuenta de que hay un ardor subiendo a través de esta, la arcada me atenaza el estómago y cubro mi boca con mis manos antes de tropezar hacia el baño en la oscuridad, apenas alcanzo a inclinarme frente al retrete antes de vaciar mi estomago allí.

Mis ojos se cristalizan y me estremezco con cada arcada antes de que ya no haya nada más que expulsar, jadeo tirando de la cadena y recargo mi espalda contra la pared tratando de recobrar el aliento, siento mi rostro húmedo, las lágrimas se arrastran por mis mejillas y la visión del cuerpo en mi pesadilla vuelve a presentarse tras mis párpados, cubro mi boca con mi palma ahogando un sollozo.

Desde que puedo recordar que las pesadillas comenzaron es Warren quien aparece en mi sueño, al principio cuando no veía su rostro siempre pensé que era a Kieran, pero con el tiempo se vuelve cada vez más nítido y siempre lo veo a él, se lo he atribuido al hecho de que él siguió con mi madre, el hecho de que mi madre eligió continuar casada con él luego de que me fuera.

Me acerco al lavamanos ahogando otro sollozo antes de lavar mi cara y cepillar mis dientes para deshacerme del desagradable sabor en mi boca, hago de mi cabello una trenza y apoyo mis manos en el borde de mármol mientras me devuelvo la mirada en el espejo.

Mi cara pálida sigue siendo adornada por las profundas ojeras bajo mis ojos, he cambiado morder el interior de mi mejilla por levantar la piel de mis labios con demasiada frecuencia así que se encuentran agrietados y partidos. Sacudo la cabeza antes de regresar a la habitación.

Un suspiro de alivio junto con el intento de una risa trepa por las paredes de mi garganta mientras veo a Jeremiah entre sus sabanas, ciertamente su sueño es pesado y honestamente lo prefiero así para evitar arruinar sus noches con mis pesadillas, me acerco a su cama metiéndome bajo las sábanas nuevamente arrastrándome hasta tomar una de sus manos y alzar su brazo para escabullirme debajo de él, suelta un suspiro apretándome en su abrazo antes de que parezca darse cuenta de que acabo de volver.

He pasado mucho tiempo aquí últimamente, cuando no tengo planes de quedarme trabajando en las noches vengo a dormir, lo que se traduce al menos tres veces en la semana, lo mismo con él, aunque la mayor parte del tiempo soy yo quien se queda aquí, como consecuencia hay un par de mis camisas y pantalones en su armario.

—¿A dónde fuiste? —Doy un respingo hundiendo mi cabeza bajo su barbilla mientras deslizo mis manos dentro del borde de su franela para dormir.

—Al baño.

—¿Otra pesadilla? —Hago un sonido de afirmación, flexiona uno de sus brazos llevando su mano hasta mi cabello, sus dedos acarician mi cuero cabelludo y yo suspiro cuando deja su espalda completamente contra la cama llevándome hasta que mi cabeza está sobre su pecho, los latidos suaves de su corazón resonando contra mi oreja—. Pensé que terminaban en tu cumpleaños.

—Yo también, es solo que...probablemente es culpa de Kieran—susurro, sus dedos en mi cabello se detienen y abro los ojos para alzar la vista y encontrarlo observándome.

—¿Quién es?

—El otro hijo de Warren—Aprieto mis labios en una delgada línea tensa con un estremecimiento—. Él se escapó de la cárcel y...

—¿Qué?

—Lo supe hace unos días, está libre y lo más probable es que esté buscándome.

—¿Por qué va a estar buscándote? —Suspirando me siento en la cama alejándome de él, me imita sentándose frente a mí, parece que el sueño se ha ido tanto para él como para mí, de reojo puedo ver en el reloj del despertador marcando un poco más de las tres de la mañana.

—Si no le hubiera dicho a papá todo lo que le hizo a Mena y a mi él no hubiese ido a la cárcel, supuestamente es mi culpa que estuviera allí por haberlo delatado—Si, he pensado mucho en la respuesta de mi psicóloga a eso, pero no puedo pretender cambiar mi forma de pensar en un día, todavía sus palabras y las de Warren culpándome en mis sueños me persiguen.

Me tomo unos minutos para contarle lo sucedido con Mena tratando de ignorar las nauseas que vuelven a hundirse en mi estómago.

—No es tu culpa, no hubiera estado ahí si no les hubiera hecho todo eso a ustedes—Relamo mis labios inclinándome hasta recargar mi cabeza en su hombro.

— Creo que sí.

—Es así, Belova—Me encojo de hombros hundiéndome más contra su cuerpo—. ¿Qué has hecho al respecto?

—Hablé con la policía.

—¿Solo eso?

—No puedo hacer nada más—Bostezo cubriendo mi boca con mi palma presionando mi nariz contra su cuello. Sus brazos se aprietan a mi alrededor cuando me hundo más entre ellos, presionando mis manos por debajo de sus franela y hundiendo mi rostro en su cuello.

—¿Haz estado saliendo sola sabiendo que está prófugo?

—No puedo detener mi vida por él, su libertad no puede restringir la mía incluso si estoy temiendo cualquier cosa que pueda hacer en mi contra...

—No te estoy diciendo que detengas tu vida, pero deberías haber tomado precauciones desde que lo supiste.

—Y lo he hecho, de verdad, pero ¿podemos hablar de eso mañana?

—No, mírame, Belova—Suspiro alejándome lo suficiente para verlo, sus manos ahuecan mis mejillas clavando sus ojos en los míos a pesar de que estamos apenas iluminados por la luz que dejé encendida en el baño—. No puedes tomarlo a la ligera.

—No quiero darle más poder del que tiene—mascullo, la impotencia causando un balbuceo molesto en mi estómago.

—Y no se lo estás dando, pero ambos sabemos que un criminal no se redime en la cárcel sino todo lo contrario, mucho menos si ha buscado escaparse, lo más probable es que sea una persona peor que la que entró, no puedes desentenderte de tu seguridad de esa manera solo por no darle poder.

—Lo sé

—No, parece que no lo sabes.

—Entonces ¿Quién lo sabe? ¿Tú? —Él resopla, no estoy segura de si eso le enoja, pero tampoco tengo la paciencia para descubrirlo ahora, alejándome de él salgo de la cama cruzando mis brazos sobre mi pecho como si necesitara protegerme de algo.

—No hagas esto de nuevo, Sasha.

—¿Hacer qué de nuevo? —Frunzo el ceño con molestia, se inclina hasta encender la luz en la mesa auxiliar, para este punto mi respiración se ha vuelto rápida y sonora.

—Alejarme, enfocarte solo en ti.

—¿En quien se supone que tengo que enfocarme? ¿es a ti a quien está buscando un criminal? ¿a mi hermano?

—Y si entiendes muy bien que es un criminal y probablemente está buscándote ¿por qué mierda estás tratando de luchar conmigo ahora?

—¡Porque esta mierda me asfixia! —Noto la manera en que mi mandíbula se tensa con tanta fuerza que mis dientes duelen, pero ni siquiera tratar de contener mi frustración de esa manera evita que las lágrimas rueden por mis mejillas—. Me asfixia tener que estar mirando a todos lados constantemente, avisándole a mi hermano cada vez que salgo o regreso y permitirle que me rastree todo el tiempo, me ahoga saber que está ahí afuera, tener pesadillas donde le hace daño a las personas que amo y no poder dormir porque sigue apareciendo el miedo de que en cualquier momento me encuentre.

» Y si, sé que debería dejar eso a un lado e intentar todo para protegerme, pero no puedo permitirle llevarse mi cordura porque otra jodida precaución va a hacerme sentir en una jaula y voy a enloquecer—Un sollozo rompe desde las paredes de mi garganta y sacudo la cabeza, arrebato las lágrimas de mis mejillas con impotencia.

—Entonces entiendes como me asfixia a mi descubrir que sabes que estás en la mira de un criminal y aun así estás tratando de contradecirme ahora—Mi espalda se envara porque sé cual es el trasfondo en esas palabras, ni siquiera tengo que adivinarlo—. Esto tiene que ser lo más egoísta que te he visto hacer—Clavo mis uñas en mis palmas con tanta fuerza que casi podría hacerlas sangrar.

—¿Egoísta, Jeremiah? ¿Te estás escuchando?

—Por supuesto que lo estoy haciendo porque necesito que jodidamente entiendas que no puedo perderte ahora, que queriendo no darle mas poder solo estas otorgándoselo dándole mas facilidad de llegar a ti y no, no estoy diciendo que no sepas cuidarte, sabes, pero no contra un criminal que quiere vengarse de ti—Entreabro los labios, pero no sale nada, sobre todo porque todavía la simple palabra anterior revolotea en mi mente.

Egoísta.

Cuando te repiten una cosa con tanta frecuencia parece que terminas creyéndolo, no es la primera vez que me describen de esa manera, algunas ni siquiera me han interesado, sin embargo, cuando lo dicen las personas que suelen ser importantes entonces se vuelve un mártir.

Primero lo dijo Warren cuando papá murió, dijo que yo lo había dejado morir, que era una egoísta con mi hermano por no permitirle estar cerca de papá cuando sabía que él ya no tenía forma de sobrevivir.

La segunda fue mamá, cuando le hablé sobre Warren no siendo una buena persona dijo que estaba siendo egoísta tratando de arrancarle su felicidad junto a su esposo.

La tercera es la vencida ¿no?

Sacudiendo la cabeza miro a Jeremiah solo unos segundos más apretando mis labios en una línea tensa, me encamino a la cama deslizándome bajo las sábanas con parsimonia, sintiendo su mirada sobre mí incluso cuando deslizo las sábanas hasta cubrir mis orejas con ella.

—¿Sasha?

—No tenemos que seguir discutiendo esto, mañana buscaré el numero de la agencia de seguridad—respondo por lo bajo clavando la vista en la luz del baño.

—¿Qué? —Escucho sus pasos acercándose y aprieto mis labios encogiéndome de hombros, casi puedo sentir su desconcierto a pesar de que no lo miro.

—¿No es eso lo que querías? Estoy tomando precauciones, no hay nada más que discutir.

—¿Solo así? —Ni siquiera sé qué más espera que diga, pero tampoco tengo planes de averiguarlo mientras intento mantener mi frustración a raya.

—Solo así—murmuro en respuesta, lo escucho suspirar la cama se hunde bajo su peso y luego una de sus manos se posa sobre mi cadera. Unos minutos después lo escucho llamarme, sin embargo, el agotamiento, no solo físico, termina pasándome factura. 



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