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Capítulo 31


Capítulo 31. Cazando

Sasha Belova



30 de enero 2020

—Solo tienes veintisiete años, Greythorne, a los treinta tendrán que llevarte en silla de ruedas—Lo escucho resoplar mientras tiro de su mano hacia el auto, suspira como si estuviera exasperado y prácticamente arrastra los pies por el estacionamiento subterráneo del edificio donde vivo.

—¿Pretendes que vaya feliz y ni siquiera sé a dónde voy? —Me encojo de hombros.

—Te estoy llevando yo ¿eso no es suficiente motivo para ser feliz? —cuestiono tirando mi cabello por sobre mi hombro—. Tampoco te estoy llevando al matadero, mis amigos mafiosos no se meten con abogados—Arquea una de sus cejas deteniéndose y en consecuencia yo también lo hago.

—Espero que estés bromeando.

—Tal vez no—Ladeo la cabeza vacilante y resoplo cuando no se mueve de su lugar a pesar de que tiro de su mano nuevamente.

—¿A dónde vamos, Belova? —Lo miro acomodando la diadema azul en mi cabeza, para mi buena suerte viste una camiseta blanca lisa y jeans oscuros, si hubiera elegido algo formal tendría que haberle dicho hacia donde vamos, en todo caso, estoy segura que va a quedarse plantado aquí si no se lo digo.

—A ver un partido—murmuro finalmente suspirando.

—¿Partido? ¿De qué exactamente?

—Béisbol.

—No sabía que eras fanática del beisbol—Arquea una de sus cejas, me encojo de hombros.

—No lo soy, el único motivo por el que voy allí eres tú, sé que tu equipo favorito son los Yankees y me has regalado muchas cosas, es mi turno regalarte algo—Me mira por un segundo demasiado largo antes de tirar de mi mano hasta que me estrello contra su pecho, una de sus manos se hunde en mi cabello al tiempo que sus labios se estampan en los míos y yo rio contra su boca.

Deslizo mis manos por su abdomen por sobre la camiseta dejando entrar su lengua entre mis labios para acariciar la mía antes de alejarme con la respiración agitada.

—¿De qué jodido cielo te escapaste, Belova? —Rio presionando un beso corto sobre la comisura de sus labios.

—No estoy segura de que el vientre de mi madre sea un cielo—resopla—. Vamos, se está haciendo tarde—insisto tirando de su mano hacia el auto, cuando finalmente llegamos no puedo evitar desviar la vista por todo el lugar.

Los días se han estado deslizando como agua, para mi buena suerte hemos estado lo suficientemente ocupados en el bufete como para evitar que se note demasiado lo nuestro, sé que no puedo esconderlo por siempre, eso sería molesto incluso para mí, sin embargo, hay un par de cosas relacionadas a mi cargo que todavía no suceden y cuando lo hagan no quiero arrastrar el "es por ser la novia del hijo del socio".

La sensación de ser observada se ha ido, supuse que era mi imaginación por culpa de mi falta de sueño a causa de las pesadillas que no desaparecen cada vez que duermo en la cama—ya sea la mía o la de Jeremiah—, sin embargo, igual sigo observando mi alrededor con desconfianza.

—Supongo que no estás apoyando ningún equipo—Ahogo una risa cuando rodea el auto hacia el puesto de copiloto, secretamente creo que le satisface tenerme como su chofer personal cada vez que salimos.

—De hecho, si, el equipo contrario en el partido de hoy.

—¿Estás bromeando?

—¿Por qué nunca crees en mis palabras, Greythorne? —Llevo una mano a mi pecho fingiéndome ofendida mientras me deslizo tras el volante, él ocupa el lugar a mi lado encargándose de su cinturón rápidamente, lo imito.

—Lo hiciste a propósito.

—Son calumnias—zanjo poniendo el auto en marcha unos segundos después—. Mi madre adelantó su viaje—murmuro girando el volante para salir del estacionamiento.

—¿Eso es bueno o malo?

—Depende desde que punto lo mires. Puede que pase mucho tiempo contigo entonces—ladeo la cabeza, estoy casi segura de que su ceño se frunce a pesar de que no lo miro.

—Entonces es bueno para mi—resuelve y yo sonrío—. Pero ¿Qué tal para ti? —Soy consciente de su mano en mi muslo ahora, sus dedos trazan el borde del rasgado en mi pantalón rozando mi piel.

—Es bueno, pero significa que va a pasar mucho más tiempo del que habíamos pautado y honestamente quiero verla, la amo, pero prefiero amarla desde la distancia, cuando la invito espero que esté una semana o dos, no más, un mes será toda una lucha.

—¿Por qué sería eso?

—Mamá es intensamente controladora y no se trata mucho del presente, ya sabes lo que sucedió con su esposo y todo eso, digamos que ella no ha cambiado mucho de manera positiva desde aquello, por supuesto tengo un par de limites con ella, pero me sigo sintiendo controlada cuando está cerca—Frunzo los labios con disgusto ante mis propias palabras.

Es complicado, no solo la situación entre nosotras, mamá también es y yo lo soy, por tanto, colisionamos con frecuencia.

Él se queda en silencio y lo miro de reojo sonriendo con diversión.

» ¿Ninguna opinión?

—Prefiero no opinar en relaciones familiares—Se limita a responder y yo rio.

No me molestaría si lo hiciera, sé que cuando digo esto enfrente de alguien soy tachada como una mala hija, incluso si no lo dicen, nos acostumbramos tanto a amar a la familia y estar cerca de ellos por obligación que hay personas que no entienden que se puede querer distancia con ellos. Mi madre no fue la peor, pero sé perfectamente que no todo el mundo sabe ser padre y eso es algo que la gente viéndolo desde afuera no entiende.

Nos toma mas de una hora de camino llegar al estadio, luego encontrar estacionamiento es una odisea, sin embargo, no imposible.

—Oye, Greythorne—Hace un sonido de afirmación entrelazando sus dedos con los míos mientras caminamos por la acera hacia la entrada—. No sé nada de esto, tendrás que explicarme el juego.

—Seguro.

—Pero desde el inicio, porque cuando digo nada, es nada, solo sé el nombre de los equipos—Ríe entre dientes asintiendo.

—Lo haré, no te preocupes—musita, cuando ocupamos nuestros lugares unos minutos después comienza una larga explicación de la que escucho poco porque estoy un poco embelesada mirándolo.

No es que no me interese lo que dice, es que hay algún tipo de satisfacción por verlo hablar tan emocionado de esto que causa las habituales mariposas en mi vientre. Cuando dijeron que era fan del Béisbol no pensé que fuera una emoción tan intensa como la manera en la que se toma el tiempo de explicarme cada cosa antes de que empiece el partido.

—Presiento que no me estás prestando atención.

—Lo hago, es caliente toda tu charla apasionada sobre esto.

—¿Te estás burlando de mí, Belova? —Sacudo la cabeza inclinándome hacia adelante mientras acomodo la nueva gorra sobre mi cabeza, decidí comprar una del equipo contrario solo para molestarle.

—No, de verdad es interesante, aunque casi no entienda nada, igual seguiré apoyando este equipo, ya sabes, necesito que no estés de acuerdo conmigo en algo por primera vez—Sonrío encogiéndome de hombros y él rueda sus ojos, inclinándose hacia mi presiona un beso sobre mis labios—. Deberíamos apostar algo—murmuro cuando se aleja.

—¿Qué es?

—Si tu equipo pierde duermes conmigo esta noche—Arquea una de sus cejas.

—No necesitamos una apuesta para eso.

—Yo si porque son más las veces que duermo en tu departamento que tú en el mío—Desvío la vista notando la multitud comenzando a llenar los asientos, eso es mucha gente para mi reciente paranoia de sentirme observada.

—Bien ¿Qué pasa si pierde el tuyo? —cuestiona luego de unos segundos, me encojo de hombros.

—¿Qué quieres que haga?

—Lo pensaré.

—Eso suena a que buscarás lo menos inocente que haya en tu cabeza, Greythorne—Vuelve a inclinarse hacia mi esta vez hasta que sus labios alcanzan mi oreja.

—Pocos pensamientos son inocentes cuando se trata de ti, Belova—Entreabro los labios para respirar cuando extiende su mano y sus dedos encuentran la piel expuesta en el rasgado de mis jeans.

—No juegas limpio—mascullo cuando se endereza en su lugar desviando la vista hacia donde los jugadores comienza a posicionarse, sin embargo, alcanzo a ver la comisura de sus labios alzada en una sonrisa divertida.





2 de febrero 2020

Soy una persona de hábitos.

No son todos saludables como comer mucha comida chatarra y postres o correr hasta que mis pantorrillas no soportan mi propio peso, sin embargo, los hábitos me mantienen cuerda, ya sean buenos o malos.

En el caso de correr en las mañanas trato de mantenerlo a raya, lo adopté para controlar mi ansiedad luego de un par de sesiones con la psicóloga hace meses, sin embargo, también solía correr cuando vivía con papá, no frecuentemente, pero si lo hacia de vez en cuando. Dejó de ser solo un habito para convertirse en necesidad, pero soy consciente de que no puedo excederme cuando corro diariamente porque entonces mis piernas no me sostendrían para ir al bufete y mis pulmones tampoco soportarían demasiado.

Me detengo frente a una de las bancas del parque cercano a mi departamento, no soy la única que suele correr aquí por las mañanas y esa es la razón por la que opto por venir a esta hora y a este lugar, hay al menos ocho personas más ejercitándose o corriendo igual que yo, sin embargo, eso no evita que la sensación de ser observada regrese.

Esto me inquieta, sobre todo porque no es la sensación habitual, no se siente normal.

La tensión se arrastra por mi espalda y aprieto con fuerza la botella de agua entre mis dedos, desvío la vista frunciendo el ceño antes de mirar el reloj de mi muñeca, respiro entrecortada volviendo a alzar la vista, correspondo el saludo a uno de mis vecinos, pero no puedo evitar mirar mas allá de los límites del parque.

Creo que me estoy volviendo loca.

—Joder, voy a morir de un infarto por tu culpa—Thais finalmente termina su vuelta, apoya sus manos en sus rodillas inclinándose hacia adelante con la respiración agitada.

—Sin malas palabras, niña—resopla dejándose caer sin ninguna gracia en la banca y Mayka aparece luciendo igual que Thais, le extiendo la botella de agua, la abre bebiendo rápidamente y se la quito antes de que pueda ahogarse—. Vas a ahogarte y no voy a ser responsable de tu muerte—Le doy la botella nuevamente buscando mi celular en el bolsillo de mi abrigo.

Es bastante temprano, el sol ni siquiera termina de salir, sin embargo, en mi celular ya hay un par de mensajes deseándome feliz cumpleaños, incluso en el grupo del bufete cuando claramente ya celebramos eso hace dos días, el viernes, porque ya me había comprometido con Mayka y Thais, además de la invitación a cenar de Jeremiah esta noche. Mi hermano me envió flores ayer y mamá llamó a media noche.

—Ojalá yo morirme—Suspira Thais como si estuviera decepcionada y yo tiro de su cabello con disgusto lo que provoca una risa de su parte—. No puedes perder a tu sirvienta ¿cierto?

—¿Sirvienta? Pero si tu te crees la dueña de la casa—replica Mayka agitada. Asiento llevando mis manos a mis caderas.

—Ya no, tengo que dar privacidad ahora que tienes novio, no vaya a ser que encuentre...cosas...—Lleva el dorso de su mano a su frente haciendo un drama por el que ruedo los ojos.

—¿Qué es lo peor que puedes encontrar? —cuestiona Mayka encogiéndose de hombros—. Tal vez unas esposas.

—Sasha no se dejaría esposar—revira Thais pensativa.

—Nunca dije que fueran para ella—Mayka alza las cejas varias en un gesto sugerente.

—Cuéntanos, Sas...

—¿No tienen nada mejor de qué hablar? —intervengo llevando una mano a mi cabello, Thais se encoge de hombros acomodando la gorra sobre su cabeza.

—Obvio no, mi vida sexual es nula y Mayka...

—Ya no puedo hablarles más de mi vida sexual, se ha vuelto muy sucia—Mira sus uñas con atención y Thais resopla.

—Ya solo estás presumiendo—la regaña —. ¿Ni siquiera las partes cursis, Sas?

—¿Cursi? Pero si el señorito se pone cursi termina soltero, a Sas le dan alergias esas cosas—Alzo mi dedo índice negando mientras resoplo comenzando a caminar con dirección a mi departamento.

—Vamos, tenemos que salir temprano, no voy a retrasar la cena por ustedes.

—Y encima lo pone como prioridad sobre nosotras ¿no te da vergüenza, Sasha Teresa? —Mayka me alcanza trotando, Thais hace lo mismo unos pasos atrás—. Es porque no tenemos pene ¿cierto?

—Si.

—¿Estás escuchando, niña?

—Ni mi ex me discriminó tanto—secunda Thais tratando de seguir el ritmo, ruedo los ojos corriendo hasta detenerme en la entrada del edificio, espero unos segundos hasta que ambas me alcanzan y tomo un profundo respiro recuperando el aliento antes de entrar.

—Eres una maldita...

—Señorita Belova—Alzo la vista hacia Daniel terminando de entrar en la recepción, él sonríe levemente—. La buscan, pero no es nadie que esté anotado aquí.

—¿Quién? —señala hacia el lugar que suele ser considerado una sala de espera, entreabro los labios notando a la mujer pelinegra que no recuerdo de nada, aunque sus facciones acentuadas son parecidas a las de alguien que sí conozco bien, me acerco todavía curiosa por recordar quien es ella—. Buenos días—Los ojos felinos se clavan en los míos mientras se pone de pies, restriega sus manos en su vestido negro en un gesto ansioso.

—Dijiste que no saldría—Es lo primero que dice, su timbre es ronco, algo cansado si me lo preguntas.

—¿Disculpe?

—Le prometiste a Mena que él no saldría de la cárcel—Mi corazón se salta un latido mientras la observo entreabriendo los labios para poder respirar, asimilo sus palabras.

Es la madre o la hermana de Mena, no estoy segura ahora, nunca conocí a nadie con quien compartiera algún lazo sanguíneo, pero si la conocí a ella y no de la mejor manera.

—Él no ha salido...

—¿Cómo lo sabes?

—Pregunté recientemente y dijeron que no, su condena no ha terminado—Frunzo el ceño, ella suelta una risa seca sacudiendo la cabeza.

—Pues te mintieron, Sasha, él está libre, tratando de cazar a Mena y por lo que sé la siguiente eres tú—Me ahogo en mi propia respiración mientras mis uñas castigan mis palmas cuando aprieto las manos en puños, siento toda mi sangre drenarse a mis pies mientras sus palabras se repiten como una canción de terror en mis oídos.

Él está libre, ya no está en prisión, a eso se refería Jared cuando llamó, pero cuando pregunté dijeron que no había salido de allí, no había cumplido, incluso bajo fianza no habían rebajado su tiempo allí, lo más probable es que se escapara.

Abro la boca llevando una mano a mi pecho mientras desvío la vista hacia el exterior.

—¿Sasha? —La voz de Mayka es un sonido lejano, sin embargo, volteo a verla horrorizada—. ¿Qué sucede? ¿estás bien?

—Está libre...—susurro sintiendo mi respiración agitarse.

—¿Quién? Por Dios, respira ¿estás teniendo un ataque? ¿de quién hablas? —Vuelvo a mirar al exterior como si fuera a verlo buscándome porque lo más probable es que intente cazarme a mi si no es que ya lo está haciendo.

El hijo de Warren está libre...


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