Capítulo 28
Capítulo 28. Castigos +18
Sasha Belova
9 de enero 2020
El sexo vainilla me aburre.
Bueno no es así exactamente, suele ser bueno y ha sido espectacular antes, sin embargo, lo que puede aburrirme es la rutina, el hecho de que nunca haya nada nuevo además de lo habitual, probablemente esa sea la razón por la que la idea del sexo con Jeremiah hace que las mariposas en mi vientre bajo se agiten como cada vez que sucede.
Porque si digo que quiero que me ahorque lo hace. Porque si quiero estar arriba me deja hacerlo, porque si quiero que me folle en la cocina entonces él promete cumplirlo.
Doy un par de pasos alejándome de Jeremiah, giro sobre mis talones mientras él me observa, sus ojos azules clavándose en los míos mientras—como si fuese posible— parecen oscurecerse más. Llevo mis dedos al nudo en la toalla y relamo mis labios.
—A partir de aquí quiero que tengamos otra deuda—murmuro, su mirada no abandona la mía antes de bajar a mis dedos jugueteando con la tela áspera que me cubre.
—¿Cuál sería esa? —Me encojo de hombros finalmente deshaciendo el nudo con impaciencia cuando su mirada desliza algún tipo de calor húmedo que arde bajo mi piel y se concentra entre mis piernas un poco más. Arrojo la toalla al sillón ladeando la cabeza mientras lo observo mordiendo mi labio inferior, entreabre los labios para respirar y yo tengo que ahogar una sonrisa complacida.
—El balcón—susurro, él arquea una de sus cejas extendiendo una mano hasta que sus nudillos se deslizan por la piel entre mis pechos, entreabro los labios bajando la vista hacia el camino descendente que hace hasta mi ombligo.
La manera en que me mira no es nueva, sucede así cada vez que estoy desnuda frente a él, sin embargo, el cosquilleo, el ardor, la necesidad y la lujuria que me consumen en esa mirada siempre es diferente, siempre parece ser más intensa que la vez anterior.
—Supongo que eso será cuando termine el invierno—Chasqueo la lengua asintiendo, sus dedos se arrastran desde mi ombligo en un ascenso suave hasta uno de mis pechos, acaricia el costado de este con la punta de su dedo índice antes de hacer lo mismo con el otro. Luego vuelve a subir su mano hasta mi hombro derecho y desliza sus nudillos desde allí bajando hasta mi pecho y luego atrapando mi pezón entre sus dedos, jadeo.
—Jeremiah...
—No sé qué he hecho tan bueno en la vida...—Disuelve la distancia entre nosotros en un paso, su mano peina mi cabello detrás de mi hombro inclinando su rostro hasta dejar un beso en mi clavícula—...Como para que estés aquí, tan jodidamente deseosa de que cumpla tu fantasía...
—Todas...Quiero que las cumplas todas...
—¿Y las mías?
—Tienes que decírmelas, será un placer cumplirlas para ti—Una risa ronca y mi sexo se aprieta, evito apretar los muslos ante la necesidad que se desliza en forma de cosquilleo por mi piel, en su lugar cierro los párpados jadeando cuando sus dientes se arrastran por la piel de mi cuello.
—Ya se ha cumplido una de ellas.
—¿Cuál es? —Casi lloriqueo cuando se aleja, lo veo acercarse a la mesita de noche y tomar algo en uno de los cajones antes de que se acerque, sus manos van a mi cintura y me alza hasta que puedo enredar mis piernas en sus caderas.
—Tú—Rodeo su cuello con mis brazos flexionándolos hasta hundir mis dedos en su cabello e inclinar mi rostro para encajar mi boca en la suya—. Has sido mi jodida fantasía desde que te vi destruir a Kandel en ese juzgado—Abro mucho los ojos rompiendo el beso con la respiración agitada.
—Hace casi un año y medio de eso—Un gruñido bajo se ahoga en mi boca, sus manos bajan hasta sostener mi trasero y gimoteo contra sus labios cuando sus dedos se clavan en las mejillas de este probablemente dejando alguna marca.
—Si.
—¿Has estado fantaseando conmigo casi un año y medio, Greythorne? —Hace un sonido vacilante en su garganta y rio entre dientes—. Pero es que... ¿Cómo?
—Es lo que es.
—¿Eso significa que no fue ninguna coincidencia que Carson me eligiera y casi me chantajeara obligándome a fingir contigo?
—Puede que le haya cobrado un par de favores para que hiciera eso—dice vacilante y entreabro los labios sin dejar de mirarlo.
—Joder, pero ¿hablas enserio?
—Luego podemos tener esa conversación, Belova— Una de sus manos se estrella contra la mejilla de mi trasero y muerdo mi labio inferior arqueando la espalda, restregando mis pezones contra su pecho, decido dejar el tema por ahora.
—Se va a manchar tu camiseta—musito volviendo a inclinar mi rostro hasta hundir mi boca en la suya, mi cabello creando una cortina entre nosotros envueltos en respiraciones agitadas.
—¿Qué? —Con una rotación de mis caderas me restriego contra su abdomen y él sonríe—. No tengo ningún problema con eso.
Estoy emocionada como siempre.
Lo siento caminar conmigo a cuestas y de verdad espero que él conozca bien su departamento porque dejar de besarnos ahora no parece una opción, muerdo su labio inferior arrastrando una de mis manos entre nosotros, escabulléndome bajo su camiseta para tocar su piel.
Un gemido bajo trepa por su garganta antes de que sienta mis muslos tocar la fría barra, enredo mis piernas en sus caderas adhiriéndome a su cuerpo tanto como puedo, su lengua acaricia mi labio inferior, hace lo mismo con el otro antes de que los abra para dejarla entrar a jugar con la mía, deslizo mis manos por su abdomen, sus costados, sus caderas.
—Jeremiah...—susurro alejándome, hace un sonido bajo en su garganta mientras baja repartiendo besos por mi barbilla pasa hacia el lóbulo de mi oreja antes de bajar a mi cuello, ladeo la cabeza dándole espacio para hacerlo mientras suspiro.
—Tan preciosa...—Balanceo mis caderas restregándome contra su abdomen mientras la humedad entre mis piernas crece, sus besos en mi cuello haciendo que la anticipación se convierta en un gemido trepando por mi garganta.
Apoyo mis manos detrás de mi recargándome en ellas cuando su boca baja por mi clavícula, mi pecho y casi grito cuando encuentra uno de mis pezones, su mano subiendo para atrapar el otro entre sus dedos. Estoy algo desesperada ahora. La necesidad creciendo entre mis piernas se vuelve casi dolorosa mientras su lengua acaricia mi pezón de esa manera que me mantiene jadeando, pasa al otro y su otra mano baja hasta escabullirse entre mis muslos.
—Jeremiah, por favor...
—Abre las piernas, preciosa—Obedezco bajando la vista cuando siento sus dedos acariciar mis muslos, hacen un recorrido rápido hacia la unión con mi sexo y abro la boca para un gemido profundo cuando su palma lo cubre, presionando sobre mi clítoris, luego dos de sus dedos arremolinan toda la humedad acumulada en mi carne llevándola al punto más arriba antes de regresar su camino y deslizarse en mi interior tan lento que se vuelve doloroso esperar por esto, jadeo arqueando la espalda.
Escucho el arrastre de uno de los banquillos, creo que se sienta allí y entonces, sin previo aviso, su boca se hunde entre mis piernas, su lengua lanzándose sobre mi carne implacablemente y un grito abandona mis labios, mis dedos vuelan a su cabello sin saber si quiero empujarlo más contra mi o tirar de él para alejarlo, opto por la primera opción.
Su lengua se hunde en mi carne cuando sus dedos la abandonan, echo la cabeza hacia atrás gimiendo cuando su pulgar frota mi clítoris y una de sus manos en mi trasero me empuja mas contra su boca.
—Jeremiah, joder... ¡sí! —Ríe contra mi carne y yo tiemblo, las mariposas arremolinándose en mi vientre bajo como un jodido tornado con cada golpe de su lengua, mi cuerpo se estremece con cada giro de su pulgar sobre mi clítoris hinchado y llevo una mano a uno de mis pechos demasiado codiciosa ahora.
Hace un sonido bajo en su garganta, mis piernas tiemblan abiertas para él cuando traza círculos con su lengua sobre mi clítoris y son sus dedos los que dan atención a mi carne ahora, el obsceno sonido húmedo del vaivén de sus dedos causa que arquee la espalda y muerda mi labio inferior para ahogar un grito por la manera en la que se curvan dentro de mí.
No pasa mucho tiempo antes de que me encuentre gimiendo una súplica y balanceando mis caderas contra su boca, sintiendo mis paredes ceñirse a sus dedos necesitada del orgasmo que se construye en mi vientre, pero no es hasta que acelera el vaivén de sus dedos y sus labios chupan el nudo hinchado que me estremezco gritando su nombre.
Tiro de su cabello jadeando que se detenga y no tengo que repetirlo, respiro agitada antes de que su rostro aparezca en mi campo de visión.
—Hola, abogada Belova—Sonrío extasiada, suelto un suspiro por lo bajo contra sus labios.
—Hola, Greythorne—Hunde su boca en la mía, su lengua se arremolina entre mis labios y me pruebo allí, deslizo una de mis manos por su abdomen y desciendo hasta ahuecar la dureza en sus pantalones, sisea una maldición y yo sonrío acariciándolo de arriba abajo a través de la tela.
—Ven aquí, luego puedes tocarme todo lo que quieras...
—¿Luego cuándo?
—Luego de que te folle como quieres—Mi sexo se aprieta y relamo mis labios cuando me baja de la barra, haciéndome girar su mano presiona entre mis omoplatos hasta que mis pechos quedan contra la barra, siseo ante el contraste de mi piel caliente contra el mármol frio—. ¿Es así como quieres que te folle? —Su cuerpo se inclina sobre mi espalda, cubriéndome, su erección encajando entre las mejillas de mi trasero, muerdo mi labio inferior.
—Justo así...—susurro en un gemido, presiona un beso en mi cuello antes de enderezarse, escucho el sonido del aluminio, así que eso fue lo que tomó de la habitación, no tengo mucho tiempo para asimilarlo porque pronto envuelve mi cabello en su puño tirando de mi y yo jadeo, una de sus manos va a mis caderas y lo siguiente es que su miembro está frotando mi entrada que vuelve a humedecerse, sin embargo, no me penetra, mi cuerpo tiembla por la anticipación y él vuelve a inclinarse sobre mí—. Jeremiah...
—Voy a darte lo que quieres y vas a correrte alrededor de mí, gritando mi nombre y ciñéndote a mi como si no quisieras dejarme ir ¿si, Belova? —El tono sedoso se arrastra bajo mi piel erizándola, tensando mis pezones, enroscando algún tipo de placer en mí que apenas reconozco y solo atino a asentir mordiendo mi labio inferior, un beso cae sobre mi oreja y suspiro—. ¿Sí?
—Si...
—Ahora dime lo que quieres que haga...
—Follame, cariño...—Mi cuerpo se estremece cuando se desliza todo el camino dentro de mí en una sola embestida, pierdo el aliento cuando sale y vuelve a entrar de la misma forma arrancando los gemidos de entre mis labios y haciendo que la humedad crezca a su alrededor.
Su mano tira de mi cabello, sus dedos se clavan en mi cadera y yo arqueo la espalda recibiendo sus embestidas cuando comienza el vaivén, solo que esta vez no es nada como las veces anteriores, hay algo diferente.
La manera en la que cada embestida parece ser más salvaje que la anterior arremolina algún tipo de placer retorcido que en un punto se mezcla con el dolor, pero no hay una protesta de mi parte, en su lugar soy una fiesta de gemidos placenteros porque cada embestida dura es más delirante que la anterior, porque su mano tirando de mi cabello y sus dedos clavándose en la piel de mis caderas mientras me lleva cada vez más alto son un bálsamo para la necesidad de él que parece crecer con cada instante en que lo tengo dentro de mí solo para que segundos después me lo quite, sus embestidas se detienen y su cuerpo se inclina sobre el mío, sus labios besando mi cuello.
Mis uñas buscando clavarse en la barra, pero por supuesto no puedo, suelto un quejido frustrada, balanceando mis caderas, tensando mis paredes a su alrededor para provocarlo, un siseo abandona sus labios y gimoteo cuando vuelve a embestirme, sin embargo, esta vez es tan lento que duele.
—Jeremiah...
—¿Lo sientes? Tan malditamente perfecta para mi...—Muerdo mi labio inferior girando el rostro hasta encontrar sus labios con los míos.
—Por favor, por favor, por favor...
—¿Lo quieres? ¿Sientes que me necesitas? —Mi voz es un gemido desesperado cuando afirmo, sin embargo, sigue embistiéndome lento, su mano detiene el movimiento de mis caderas que busca encontrarlo mas rápido y mas profundo, pero no me lo permite, entonces lo entiendo.
Está castigándome, está desquitándose por mi arrebato hace dos días, por no haberme disculpado antes y jodidamente quiero golpearlo por esto.
—Maldita sea, Greythorne...
—Mmm, no debería darte nada, no debería complacerte, pero si te vieras cuando te vienes conmigo dentro, tan bonita, esa mirada después...—Voy a protestar nuevamente cuando vuelve a embestirme, el ritmo duro regresa.
La cocina se llena de nuestros sonidos, el sonido obsceno de mi humedad recibiéndolo, de nuestras pieles chocando, de mis gemidos, de sus jadeos, nuestras respiraciones agitadas, el aire parece volverse caliente, siento el sudor perlando mi piel, la humedad deslizándose por mis muslos, el delicioso dolor mezclándose con el placer en cada embestida dura.
—¿Vas a correrte para mí, preciosa?
—¡Joder, si! —Me estremezco cuando una de sus manos me rodea para deslizarse entre mis piernas y uno de sus dedos traza círculos sobre mi clítoris, arqueo la espalda, el orgasmo tensando algún tipo de cuerda en mi vientre bajo—. Jeremiah...—Muerdo el dorso de mi mano clavando las uñas de la otra en el dorso de la suya en mi cadera. Sus embestidas se vuelven descoordinadas, jadeo extendiendo mi mano hacia el borde de la barra buscando de donde sostener mi cordura.
—Mierda...—Cuando me siento desmoronarme a su alrededor, mi cuerpo tiembla y siento su miembro tensarse en mi interior, el éxtasis consumiéndonos a la par.
Su frente presiona entre mis omoplatos unos segundos después, justo antes de que la tibieza de su cuerpo abandone mi espalda, me quedo quieta antes de que me atraiga enderezándome, me desplomo contra su pecho riendo antes de girar, su brazo rodea mi cintura y una de sus manos empuja mi cabello fuera de mi cara.
—Hola, Greythorne...
—Hola, Belova ¿Cómo estás? —Suspiro extasiada, cerrando los ojos contra su pecho.
—Excelente ¿Qué tal tu? —Me encuentro hundiendo mi nariz contra su cuello alzando mis brazos para rodearlo, presiona un beso sobre mi coronilla.
—También, Belova—Vuelvo a reír, demasiado extasiada para pensar con claridad.
—Que conste que estás empujándome a hacer cosas solo para que puedas desquitarte después...
—Pensé que el masoquista era yo—Me rio cuando recuerdo eso, aferro mis brazos en su cuello sintiendo mis rodillas temblar, relamo mis labios ladeando la cabeza para verlo.
—Tu mismo dijiste que quien se junta con cojos al año cojea—Es su turno de reír antes de presionar otro beso en mi sien alzándome en sus brazos, suspiro.
—Supongo que eso significa que te gustó—Encuentro un pequeño ceño fruncido entre sus cejas cuando lo miro y extiendo una mano deslizando mis dedos allí para deshacerlo.
—Eso significa que tendrás que lidiar conmigo haciéndote enojar para que vuelvas a hacerlo.
—Espero que no sea de la misma manera que ahora—averigua, muerdo mi labio inferior avergonzada negando con la cabeza enérgicamente.
—Eso no fue a propósito—Hace un sonido bajo en su garganta antes de comenzar a caminar conmigo, me lleva a la ducha, lo miro cuando el agua tibia nos empapa y me devuelve la mirada interrogante.
—¿Belova?
—¿Y si dices que me quieres? —Arquea una de sus cejas y una de sus manos ahueca mi barbilla inclinando su rostro hasta besarme, su lengua acaricia la mía como terciopelo, el contraste de su ternura habitual con la rudeza anterior es jodidamente delirante y no puedo negar que me gusta.
Me observa por unos segundos cuando se aleja y yo ruedo los ojos sin poder evitar una sonrisa cuando responde:
—No soy tu marioneta, Belova...
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