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Capítulo 2



Capítulo 2. Suerte

Sasha Belova


8 de diciembre 2019

—No vas a morir aquí, Belova, no mires la habitación así.

Escucho que cierra la puerta y un pequeño escalofrío me recorre la espalda, no estoy asustada, pero si es inquietante. Aprieto mis dedos entre ellos mientras observo las dos maletas que traje conmigo, quiero decir, son tres semanas y hay incluso eventos de por medio porque la familia Greythorne no son precisamente solo humildes moradores de aquí, son relevantes en esta pequeña sociedad de Keaton city, por tanto, debo acompañar a Jeremiah allí, por ahora son dos bailes y una cena, aparte de la cena familiar de los Greythorne en nochebuena y fin de año.

—Por supuesto que no, primero te asesino yo a ti—mascullo en respuesta mientras observo la habitación, amplia y hermosa, con paredes azul suave, alfombra blanca a un lado de la cama, la ventana está cubierta por cortinas blancas y azules a juego con las sábanas y almohadas, pero con un solo inconveniente: hay una sola cama, enorme, pero es una sola.

Se supone que debo dormir con Jeremiah.

No es que me parezca una idea descabellada o que piense que él puede hacer algo en mi contra, pero me preocupa no poder dormir con él, quiero decir, a veces simplemente no puedo evitar ponerme alerta de mi alrededor mientras duermo, tal vez sea complicado conciliar el sueño sabiendo que él está ahí.

No pensaba que dormiríamos en habitaciones separadas, por supuesto que su familia asumiría—contando con que tenemos un año y tres meses de noviazgo falso— que podemos dormir juntos. Y todas las demás habitaciones están ocupadas por Layla y su novio, Sebastián y su esposa—que llegó hace pocas horas—, las gemelas y Coralee, la prima de los Greythorne, todavía falta el hermano de Layla, pero creo que aún no preparan esa habitación.

La cosa es que no puedo pedir una solo para mí porque eso sería sumamente sospechoso ¿por qué no iba elegir dormir con mi novio?

—¿Puedes darme privacidad? —Volteo a ver a Jeremiah todavía presionando su espalda en la puerta.

—¿Qué?

—Quiero ducharme, pero se siente raro hacerlo mientras estás aquí, entonces ¿puedes salir unos minutos mientras lo hago? —Jeremiah pellizca el puente de su nariz entre sus dedos antes de alzar sus manos en señal de rendición y abandonar la habitación. Suspiro sin mucho aspaviento acercándome a mis maletas y empujándolas hacia el armario, abro una de ellas tomando mi pijama y ropa interior.

No puedo evitar moverme con rapidez en mi rutina de aseo, la inquietud de que Jeremiah regrese se instala como un nudo en mi estomago hasta que termino.

No es por él sino por mí, odio sentirme como una intrusa aquí, esta es su habitación, él regresará y hará lo que quiera aquí y aunque no desconfío de él, suelo hacerlo en general, es instinto de supervivencia incluso si él no representa un verdadero peligro para mí.

Luego de unos minutos hay un golpe suave en la puerta y la abro pensando que podría ser alguien más, Jeremiah recarga su hombro contra el marco de la puerta cuando la abro y arqueo una de mis cejas.

—¿Listo?

—¿Por qué tocas cuando puedes entrar? Pensé que era alguien más—mascullo tirando de las mangas del abrigo que uso para dormir.

—Dijiste que querías privacidad, no sabía si habías terminado—musita, se mueve por la habitación, rebusca en los armarios ropa suya y es la razón por la que solo vi una maleta diferente a las mías. Se encamina al baño y yo tuerzo los labios buscando mi celular con la mirada.

Me impresiona lo cómoda que me siento ahora—a pesar del hecho de sentirme como una intrusa—, normalmente cuando cae la noche y me encuentro en un lugar diferente a mi departamento la inquietud me embarga, me gusta mi privacidad, mi zona de confort, incluso si intento salir de ella constantemente.

Tallo uno de mis ojos sentándome en el sofá, me dejo caer de costado recargando mi cabeza en un cojín mientras navego por las redes sociales a pesar de mi cansancio, pero sé que no podré dormir mientras Jeremiah esté despierto aún. Veo la fotografía de perfil en una de las redes de mamá y casi jadeo con molestia, sé lo que hace, solo presume lo que se supone que "estoy perdiéndome" al no ir allá esta navidad, lo cual es irónico porque tardo de uno a dos años en ir allí.

Mi relación con mamá no es mala, pero lo fue y aunque se haya reparado ligeramente no hay nada que alguna vez se haya roto y haya quedado tan perfecto como al principio lo estuvo y si volvió a ser lo mismo entonces se rompió nuevamente en poco tiempo.

—Belova—Hago un sonido en respuesta sin alejar la vista de la pantalla, moviendo los dedos sobre esta sin estar haciendo nada en realidad—. ¿Qué haces ahí?

—Soy curiosa, me gusta ver las vidas de la gente en redes—respondo distraídamente sin mirarlo, él resopla.

—Me refería al sofá ¿por qué te has acostado allí?

—Es cómodo—Me encojo de hombros antes de mirarlo, secretamente esperé que Jeremiah durmiera solo en pantalones, pero no solo es eso, tiene una camiseta gris y un típico pantalón estampado a cuadros de pijama. A pesar de mi decepción por la falta de piel expuesta observo los fuertes brazos apenas adornados por unos cuantos lunares, relamo mis labios volviendo la vista a mi celular luego de unos segundos en los que casi babeo.

¿Es legal imaginarme qué puede hacer con esos brazos?

—¿Estás huyendo? ¿tienes miedo de dormir conmigo? —cuestiona y sacudo la cabeza apretando los labios en una delgada línea tensa.

—No, solo...necesito tiempo para dormir—respondo mordiendo mi labio inferior.

—Estás prácticamente cayéndote dormida.

—No sé dormir con nadie, Greythorne, no es personal, cuando digo que necesito tiempo para dormir es porque tengo que agotarme lo suficiente como para que a mi mente no le importe que estés ahí para dejarme dormir—musito hundiendo mis hombros cuando me enderezo sentada en el sofá.

—¿Estás segura? Porque si el problema es dormir conmigo yo puedo dormir en el sofá.

—Mira que amable nos saliste—Él arquea una de sus cejas y sonrío dejando mi cabeza contra el respaldo.

—Dijiste que se supone que debo hacer las cosas fáciles para ti ¿no?

—Que inquietante que sigas todas las reglas al pie de la letra—Finjo un escalofrío y él me observa expectante—. El problema no es ese, ya te dije, no sé dormir con nadie, no te preocupes por eso.

—Bien, buenas noches, Belova...

—Buenas noches, novio defectuoso—Lo escucho gruñir y rio entre dientes, me pongo de pies para apagar las luces porque no sé si las dejó encendidas por mí y yo realmente no voy a hacer nada con tanta luz, regreso al sofá mientras observo su espalda y aprieto mis labios.

¿Realmente es conveniente dormir tantos días con Jeremiah? Espero que sí.




***




9 de diciembre 2019

Jeremiah Greythorne literalmente muere cuando duerme.

Apenas respira, a veces hace pequeños ruiditos o suspira, da en total dos vueltas de noche y se estremece de vez en cuando, lo demás es silencio a su alrededor, había pensado que tal vez roncaba o algo similar, pero estaba equivocada. Ciertamente fue raro dormir con él en la misma habitación, pero hubiese sido aún más raro dormir en la misma cama.

Hago de mi cabello una cola alta mientras observo mi reflejo, no dormí bien, mi cuello duele por la posición en el sofá y el cojín era pequeño, sin embargo, masajeo el lugar con la palma de mi mano antes de acomodar el top para ir a correr, guardo mi celular en el bolsillo de mi abrigo antes de pasar mis brazos por él, subo el cierre casi hasta el cuello y acomodo el borde de la parte inferior del conjunto deportivo preguntándome si la delgadez de la tela será suficiente para que mis piernas no sufran tanto por el frio.

Ni siquiera debería salir a esta hora a correr, pero no puedo evitar sentir que necesito liberar toda la adrenalina de esto: estar aquí, mentir con Jeremiah y el miedo de ser descubierta y que se molesten conmigo por ello. Sacudo la cabeza dejando de pensar en ello.

No creo que a Jeremiah le importe demasiado, sin embargo, le pongo un mensaje desde mi móvil diciéndole a donde voy, no es que conozca Keaton city como otros lugares, de hecho, nunca he estado aquí, pero eso no debería ser un impedimento ¿o sí?

Abandono la habitación, ya hay algo de movimiento en la casa así que lucho contra mi nerviosismo de estar sola con algún miembro de la familia mientras trato de atravesar la sala silenciosamente hasta la entrada, suelto un suspiro tembloroso de alivio cuando me encuentro fuera, la ventisca fría me golpea la cara y me estremezco, un par de metros más adelante me detengo para estirarme lo suficiente antes de comenzar a trotar.

Marco mis pasos mientras observo alrededor, los senderos todavía se ven pintados por el otoño, los colores marrones y muy pocos verdes predominan en los árboles al igual que las hojas secas que han caído crujen bajo mis zapatillas deportivas cuando las pisoteo, mantengo el ritmo de mi respiración mientras observo todo alrededor con atención, eso evitará que me pierda para regresar.

No solía hacer ningún tipo de ejercicio, durante algún tiempo pensé era mala para cualquier cosa, pero sucede algo y es que mientras lo piensas entonces se hace realidad, así que tuve que hacerme la idea de que era buena. Buena en mi trabajo, buena en el bufete, buena como persona, buena para hacer ejercicio a pesar de mi condición, buena para querer, tal vez no para amar, pero algo es algo ¿no?

Muerdo mi labio inferior aumentando solo un poco la velocidad en mis pasos, paso por un pequeño parque poco concurrido mientras suelto respiraciones suaves entre mis labios, mis pantorrillas arden luego de cierto tiempo así que me detengo, de igual manera me he excedido un poco. Suelto un suspiro volviendo a estirarme, coloco mis manos en la baranda amaderada de uno de los tantos puentes que adornan Keaton city mientras observo alrededor, hay un poco de niebla esta mañana y en pocos días esto comenzara a pintarse de blanco por la nieve, debería pedirle a Jeremiah que me muestre un poco de la ciudad, si no le agrada que haya venido es su problema.

Me detengo en una cafetería para obtener una botella de agua, la chica al otro lado de la barra, bajita y de cabello castaño alborotado con mechones golpeando sus mejillas algo sonrojadas me da una amplia sonrisa amable, sin embargo, frunce el ceño con curiosidad, como si le pareciera raro verme aquí, lo cual sería aún más raro.

—Buenos días—musito, ella asiente empujando los mechones lejos de su rostro antes de acercarse a la barra inclinándose por sobre esta para verme mejor, rio.

—Buenos días... ¿Eres nueva por aquí? —Alzo las cejas metiendo mis manos en los bolsillos de mi abrigo mientras sacudo la cabeza, el frio se está haciendo más notorio ahora, lo cual es irónico pues el sol está saliendo.

—Estoy por vacaciones...

—Oh ¿tienes familia aquí? ¿Cuál de todos son? Es un lugar pequeño, los conozco a casi todos—Sacudo la cabeza negando nuevamente al tiempo que tomo la botella de agua y le extiendo el billete.

—No, mi...novio, estoy con la familia de mi novio—Ella abre los labios en un círculo pequeño asintiendo.

—¿Y quién es? —Apoya uno de sus codos sobre el mostrador y su mano sostiene su barbilla al tiempo que arrastra mi cambio sobre el mostrador, suelto una risita.

—Eso tendrías que averiguarlo tu—Respondo divertida, ella asiente, el brillo del reto en su mirada color caramelo...

—Créeme que esta tarde ya lo sabré, si pasas por aquí mañana debes comprarme un muffin—Alza la barbilla retándome.

—Perfecto, pero tienes que decirme al menos tres nombres de la familia de mi novio

—Trato hecho—Rio alzando la mano para despedirme antes de abandonar la cafetería. Marco mis pasos por el camino de regreso, un poco más rápido que el camino de ida porque el frio comienza a calarme los huesos.

En cuanto alcanzo a ver la casa de los Greythorne suelto un resoplido, Jeremiah está ahí, en la entrada con las manos en los bolsillos de su pantalón de chándal, un abrigo del mismo color gris cubre su torso y casi me lamento porque no puedo ver sus brazos como la noche anterior.

—Belova...

—Buenos días, cariño ¿Qué tal amaneces? —Le ofrezco una sonrisa brillante deteniéndome frente a él, con la respiración ligeramente agitada, veo de reojo dos cabezas castañas en las ventanas y alzo mis cejas empujando mechones de cabello lejos de mi rostro—. ¿Por qué las gemelas despiertan tan temprano?

—Es costumbre, pero parece que tú te despiertas aún más temprano—Sonrío sin mostrar mis dientes mientras me encojo de hombros—. ¿A dónde fuiste? No conoces Keaton.

—Te dije que iría a trotar.

—Si, pero no conoces Keaton—repite, vuelvo a encogerme de hombros restándole importancia con un gesto.

—Bueno, igual no importa, estoy bien, aquí ¿lo ves? No me perdí ni nada, no hagas drama.

—No es un drama, Belova, no puedes salir por ahí en un lugar que no conoces a correr como si naciste aquí en plena madrugada—Me acerco colocando mis manos en sus caderas y sonrío, baja la vista hacia mi dejando sus manos en mis hombros.

Siempre lo he dicho, soy alta, pero joder ¿qué le habrán dado de comer a Jeremiah que creció tanto? Todavía supera a los genes de mi familia, estoy casi segura de que es más alto que mi padre y mi padre era hasta ahora la persona más alta que conocía—sin mencionar personas desconocidas que haya visto por ahí—, es bien sabido que los hombres normalmente crecen más, pero joder esto es una burla a mi propia creencia de que mis genes eran bastante buenos.

—Lo siento ¿okey? No puedo dejar de hacerlo, evita que me sienta ansiosa con todo este asunto—Asiente observándome con atención y arrastra sus manos desde mis hombros por mi cuello y hasta ahuecar mis mejillas en su propia actuación de novio cariñoso.

—Pudiste esperar para acompañarte—murmura, sus dedos trazan mis mejillas, repasan mi barbilla, mi nariz, mi mentón, regresa hasta mis orejas mientras me observa atentamente y ahogo un suspiro, su tacto es suave, tierno, lo que se supone que es un novio ¿no?

Tuve un par de amoríos en la universidad y dos novios muy poco formales luego de graduarme, después me he enfocado más en mi trabajo que cualquier otra cosa así que hace ya un tiempo no obtengo este tipo de atenciones, sin embargo, Jeremiah hace que se sienta diferente justo ahora, relamo mis labios.

—¿Tu? ¿Te despertarías temprano para acompañarme?

—Normalmente me despierto temprano, Belova.

—Estabas en la tierra de los sueños cuando salí—reviro con diversión, él se encoge de hombros.

—Te levantaste más temprano que yo, eso es todo—Rio inclinándome hacia él porque es el espectáculo que las gemelas esperan desde la ventana y si no estoy volviéndome loca hay otra cabellera castaña por ahí, la señora Greythorne probablemente—. ¿Cuánto corriste? —Presiono mi barbilla contra su pecho, sopesando mi respuesta, rodeo su abdomen con mis brazos dejando mis manos en su trasero y rio.

—Unos... ¿treinta minutos? No lo sé, hay una bonita cafetería por ahí, me detuve allí no mucho tiempo ¿podemos ir un día? por cierto, no le digas a la chica que viniste con tu novia si la ves.

—¿Por qué?

—Tengo que ganar una apuesta.

—¿Acabas de salir y andas apostando con desconocidos, Belova?

No te enojes, novio dormilón—respondo utilizando esa voz gangosa que le hace apretar los dientes, él gruñe, me alzo un poco sobre las puntas de mis pies para presionar un beso en su barbilla antes de alejarme—. Nos vemos al rato, voy a ducharme y hacerme esclava de tu familia hoy...

—¿Esclava de mi familia?

—Por supuesto, tengo que dar una buena impresión y a la gente le gusta que seas "servicial"—Hago comillas con mis dedos antes de finalmente entrar, tomo una respiración profunda antes de poner mi sonrisa más brillante ingresando completamente, arqueo una de mis cejas desviando la vista hacia el juego de sofás cerca de la ventana desde donde me observaban las gemelas, descubro que no era la señora Greythorne quien estaba con ellas.

—Buenos días—Musito alzando una mano, las gemelas sonríen respondiendo sincronizadas y la otra mujer allí mira sus uñas mascullando un "buenos días" por lo bajo.

—¿Dónde estabas? —cuestionan las gemelas al mismo tiempo, alzo las cejas.

—Trotando.

—¿Sola? —cuestiona Layla alzando sus cejas, llevo mis manos a mis caderas sonriendo.

—Por supuesto ¿con quién más?

—Es raro que Jeremy no se haya despertado a correr contigo y por lo que vi ya andaba pululando desde temprano...—Me encojo de hombros.

—No necesito un escolta para salir y no tengo que obligarlo a ir conmigo—Musito frunciendo el ceño, ella relame sus labios y echa su cabello hacia atrás con un gesto que me resulta arrogante.

—Bueno, él suele hacerlo por gusto.

—Me despierto más temprano que él ¿se supone que debo despertarle por un capricho?

—Yo solía hacerlo—Suelta una risita. Le respondo sonriendo sin mostrar mis dientes:

—Ahí está la respuesta, para mala o buena suerte no soy tu.




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