Capítulo 12
Capítulo 12. Intrusa
Sasha Belova
20 de diciembre 2019
La noche ya me resulta demasiado larga.
Es casi media noche y yo no suelo salir hasta antes de las once, no es que sea aguafiestas, solo que me resulta algo molestamente inquietante estar fuera de mi casa tan tarde, en este caso fuera de la casa de los Greythorne.
Muerdo el interior de mi mejilla antes de darle un trago a mi coctel, no estoy segura de que esta noche sirvieran alcohol, pero tampoco estaba interesada en beberlo porque no soy buena para ello y no pretendo terminar haciendo el ridículo aquí, desde hace unos minutos he perdido a Jeremiah de vista, pero tampoco soy un mono araña y siempre he sido buena para socializar. ¿el problema esta noche? Todo el mundo quiere saber de dónde salí y por qué nadie me había conocido antes.
Giselle—la recuerdo como la chica que nos saludó cuando llegamos—me observa atentamente, en sus labios una amplia sonrisa brillante, fingidamente amable, sin embargo, su mirada no es nada de eso.
"Eres una intrusa" gritan esos ojos grisáceos.
Bueno tal vez estoy siendo dramática, pero es probable que—al igual que Layla—ella sienta que le he quitado algo, lo cual es irónico porque trabajo con Jeremiah hace más de tres años y en ningún momento escuché que tuviera novia así que no le estoy quitando nada a nadie.
—Entonces, Sasha...—Alzo las cejas esperando mientras le doy otro trago a mi copa—. ¿Tienes alguna anécdota de infancia de Jeremiah?
—En lo absoluto, creo que podemos coincidir en que Jeremiah es lo que le sigue a reservado.
—Bueno, yo tengo algunas—Mira sus uñas arrogante y fingidamente desinteresada, si ella espera que le pregunte puedo buscarle una silla para que se siente a esperar.
—No es mi culpa que hayas estado todo este tiempo en su vida para contarlas como una espectadora y no como parte de la escena—Sonrío, brillante y amable.
Si ella quiere ser una víbora podemos constituir un nido de ellas.
—Es algo ridículo que nadie te haya conocido antes—Esta es...no recuerdo su nombre, pero es pelinegra, de cabello brillante y que luce sumamente suave, su piel es tan pálida que contrasta con su cabello.
—Tal vez, pero si estoy aquí y ninguna de estas mujeres está ocupando mi lugar es por algo ¿No?
—Yo solo creo que no has sido tan importante como para ser mencionada.
—O he sido tan importante que prefieren no mencionarme porque nadie puede hablar bien o mal de lo que no conoce, la privacidad es la clave, Jeremiah y yo no necesitamos andar gritando amor a los cuatro vientos—Me encojo de hombros tratando de que se note mi disgusto por esta conversación; es francamente insoportable.
Nunca me creí tan importante como para que se armaran chismes a mi costa, pero es obvio que siendo los Greythorne tan importantes sucedería esto porque nunca he sido mencionada como la novia de su hijo hasta ahora. Solo que yo esperaba que esto sucedería lejos de mí. No que quisieran chismosear directamente conmigo y no es que no me guste el chisme, es que si se trata de mí y resulta que lo hacen para atacarme entonces deja de ser entretenido.
—Con permiso—mascullo alejándome de ahí, encuentro un balcón, techado, pero aun así bastante frío, la baranda conecta con un cristal hasta el techo, cruzo mis brazos y hago una mueca sintiendo el dolor en mis talones.
¿Por qué había elegido estas zapatillas?
Mirando alrededor y notando que está prácticamente vacío me deshago de las hebillas y las dejo a un lado, el piso frio bajo mis pies hace que sisee y resople justo antes de que dos risitas infantiles resuenen en la parte oscura del balcón, miro hacia allá.
Hay dos niños observándome, dos pares de ojos marrones enormes que parecen divertidos por mi acción, son de los mas pequeños, los saludé hace un rato y todos me dijeron sus nombres, pero he escuchado tantos hoy que apenas recuerdo el de una de las niñas porque es parecido al mío, Saskia.
—No pueden culparme ¿eh? He bailado al menos siete veces esta noche con esas trampas mortales—Me quejo y uno de ellos suelta otra risita divertida.
—¿Son trampas?
—Zapatillas, pero me están rompiendo los talones por el tacón—Él se acerca, no puede tener más de diez años creo.
—Son bonitas.
—¿Sí? ¿Te gustan?
—Son de niñas
—¿Dónde lo dice? —cuestiono recargando mi espalda de la pared, él se encoge de hombros, el otro niño se acerca, parece ligeramente más reservado, aunque lo he escuchado reír ahora, este debe tener al menos once años—. ¿Me recuerdan sus nombres? —cuestiono paseando mis dedos por mi cabello ante la ventisca fría que se filtra entre algunos limites del cristal sobre la baranda.
—Kensley y John—Es el menor quien habla, me inclino hacia ellos —. Tu eres Sasha
—Tienes buena memoria—Alzo las cejas extendiendo mi mano, la estrecha, la suya está tan fría como la mía, el otro niño tarda unos segundos en darme la suya—. ¿Qué hacen aquí afuera?
—John me contaba que...—Le da un codazo antes de que pueda hablar y le susurra algo, sonrío.
—Belova...—Me enderezo en cuanto Jeremiah aparece, me observa, a mis zapatillas a un lado y luego a los niños frente a mi—. ¿Qué haces?
—Nada—respondo sonriéndole, los niños se despiden y rápidamente van a su lugar probablemente intimidados por Jeremiah porque fue lo mismo que sucedió hace un rato, creo que fue así con casi todos los hombres en el salón—. No aguantaba los pies, pero hace frio
—Nos vamos
—¿Sí? —Asiente brevemente y yo me pongo las zapatillas con rapidez enderezándome, acomodo mi cabello—. Bien, porque estoy harta de estar aquí, honestamente—Él arquea una de sus cejas y extiende su mano hacia mí, entrelaza nuestros dedos, les avisa a sus padres, también a Ashley porque ha venido con nosotros y ella dice que su amigo la llevará, no se detiene demasiado a despedirse antes de que recoja mi abrigo y finalmente salgamos.
La nieve está cayendo levemente cuando estamos en el exterior y mis dientes castañean, en cuanto entramos al auto suelto un suspiro aliviado y tallo mi rostro con mis palmas frías ignorando mi maquillaje.
—¿Desesperada?
—He reflexionado, Greythorne—murmuro, volviendo a deshacerme de mis zapatillas porque no soporto siquiera tenerlas puestas, meto las manos en los bolsillos del abrigo.
—¿Sobre qué?
—Ya no quiero un hombre atractivo, no puedo soportar convertirme en carnada de todas las mujeres que quieren ocupar el lugar a su lado—Paso una mano por mi cabello retirando un copo de nieve las hebras.
—¿De qué hablas?
—Hablo de las casi diez mujeres que prácticamente me acosaron solo porque estoy aquí como tu novia, entiendo que realmente no puedan evitar que les gustes y que es raro que yo haya salido de la nada, pero de ahí a querer joderme solo porque se supone que me elegiste ya es mucho camino innecesario, esto se siente hasta ridículo—mascullo molesta, sin embargo, suelto un suspiro de satisfacción por la calidez dentro del auto.
—¿Tengo que disculparme entonces? —resoplo recargando mi cabeza contra el asiento.
—Claro, discúlpate por ser caliente y atractivo...porque todas quieren estar contigo,
—Pero lo estás tu—Muerdo mi labio inferior.
—Falso o no parece que si—Resopla y casi puedo adivinar que rueda los ojos mientras yo cierro los míos, no estoy segura de cuánto tiempo pasa, pero en realidad me quedo dormida pues despierto cuando Jeremiah abre mi puerta y uno de sus dedos da un golpecito en mi nariz.
—Llegamos, Belova—Abro los ojos encontrando su rostro muy cerca del mío y parpadeo varias veces.
—Llévame, no voy a ponerme esas cosas otra vez—Señalo las zapatillas y creo que él ríe, extiendo mis brazos rodeando sus hombros y cuando se endereza llevándome fuera del auto enredo mis piernas en sus caderas—. Frío del infierno—mascullo hundiendo mi rostro en su cuello, cierra el auto, escucho el tintineo cuando activa la alarma y luego está caminando hasta la casa, en cuanto estamos en el interior suelto un suspiro de alivio por la calidez que nos recibe y pido que me deje sobre mis pies.
—Pensé que tenías sueño—murmura cuando me encamino a la cocina, sacudo la cabeza sintiendo que me sigue, dejo caer las zapatillas en algún lugar.
—Tengo hambre en realidad—murmuro, encuentro una ensalada en el refrigerador, es de la hora del almuerzo, eso debería servirme ahora y espero que nadie la haya reclamado antes.
Busco un tenedor, lavo mis manos y ocupo uno de los banquillos de la barra, Jeremiah bebe un vaso de agua antes de ocupar el banquillo frente a mí, lo miro mientras como por varios segundos antes de suspirar.
—No me gusta esto—Me quejo antes de llevar un trozo de tomate a mi boca.
—¿La ensalada?
—Esta situación, no me gustan los silencios.
—Extraño porque sueles usarlos para intimidar a la gente en la corte—Tuerzo los labios resoplando y ruedo los ojos.
—Esto no es la corte, Greythorne, no me agradan los silencios cuando no estoy en mi trabajo, se vuelve molesto—Él me observa con atención, sin embargo, no hace nada por cambiar aquello, espera a que yo hable y eso me hace pensar que realmente él no tiene nada interesante que hablar conmigo.
Corrección: me hace pensar que no hay nada que él quiera hablar conmigo.
—¿Por qué, Belova? —Frunzo la nariz dándole una mirada confundida—. ¿Por qué no te gustan los silencios? —Me encojo de hombros sin saber como responder a eso, en su lugar termino la ensalada, bebo un vaso de agua y luego me detengo frente a él—. ¿Satisfecha? —Asiento al mismo tiempo que hago un sonido de afirmación.
—Son incomodos—musito luego de unos segundos, me observa confundido—. Los silencios, preguntaste por qué no me gustan
—¿Lo son?
—Bueno, no todos, los silencios entre tu y yo no son incomodos, pero no me gustan, me gusta escucharte hablar o reír o cuando nos besamos, cualquier opción es factible— Deslizo mis manos desde su abdomen por su pecho y deslizo mi dedo índice por un costado de su cuello, un sonoro suspiro abandona sus labios cuando mis manos lo abandonan.
—¿A qué estás jugando, Belova?
—Yo no juego, Greythorne—susurro, sus manos van a mis caderas cuando me acerco lo suficiente como para que la calidez de su cuerpo me envuelva, arrastro ambas manos por su pecho hasta deshacer la pajarita en su cuello.
—Si no lo haces, entonces ¿de qué se trata todo esto?
—Me gustas, siempre he sido honesta contigo sobre eso ¿no? —Me alejo un par de pasos, y alzo mi pierna prácticamente expuesta por la abertura del vestido dejando mi pie en el borde del banquillo a su lado, rodeo mi muslo con el tirante de la pajarita y lo abrocho en la parte trasera acomodándola allí, queda ligeramente apretada, sin embargo, no la quito dejándola como algún tipo de liguero en mi pierna, dejo mi pie en el suelo y el vestido vuelve a su lugar antes de acercarme nuevamente a Jeremiah.
—Demasiado honesta diría yo—Suelto una risita volviendo a dejar mis manos en su abdomen, me gusta tocarlo, la manera en la que se siente ligeramente duro y como se tensa cuando mis dedos encuentran su piel, así que deslizo mis dedos por los botones de la camisa sin deshacerlos realmente.
—¿Te molesta eso? Que sea honesta quiero decir.
—Creo que has pasado la línea entre ser honesta y ser seductora.
—¿Es así? —Asiente bajando la vista a mis dedos en los botones antes de que deshaga uno—. ¿Y eso te molesta? —Arqueo una de mis cejas viendo su garganta moverse cuando traga saliva tal vez porque tiro de la camisa sacándola de sus pantalones y metiendo mi mano por debajo de ella.
—De ninguna forma—responde con una respiración ahogada, sonrío más complacida por su reacción a mis dedos tocando su piel tibia, me inclino hacia él presionando mi barbilla en su pecho, arrastro mis manos hasta descansarlas sobre su trasero y él resopla.
—Eso pensé, creo que no hay algo que pueda molestarte todavía, incluso si pareces quisquilloso—murmuro frunciendo la nariz, su mano va a mi nuca, hunde sus dedos en mi cabello y entreabro los labios suspirando cuando veo su rostro inclinarse más hacia el mío rozando mis labios con los suyos.
—De hecho, me molesta que estés durmiendo en el sofá, pero todavía no tienes planes de dormir en la cama.
—No creo que lo haga mientras esté aquí—respondo encogiéndome de hombros, mis parpados se cierran porque está tan cerca que solo tengo que alzarme un poco para besarlo, sus dedos en mi cabello masajeando mi cuero cabelludo y suelto un suspiro que suena como un gemido de satisfacción ante sus caricias.
—¿Por qué? —La pregunta sale contra mis labios, pero apenas estoy pensando cuando nos hace girar, sus dientes raspan mi labio inferior y siento su cuerpo enjaulándome contra la barra ahora en mi espalda.
—No puedo, Greythorne—susurro sin mucha parsimonia antes de llevar una de mis manos a su cabello y empujar su cabeza hacia abajo hasta que puedo alcanzar sus labios con los míos, las mariposas en mi estomago revolotean cuando atrapa mi labio inferior entre los suyos, puedo escuchar mis latidos detrás de mis orejas cuando su lengua se escabulle en mi boca en cuanto abro mis labios para ella.
Sus dedos en mi cabello tiran ligeramente hacia abajo hasta que inclino más mi cabeza para él, su lengua contra la mía se siente tan suave como en cada beso anterior, sin embargo, siempre es diferente, besar a Jeremiah cada vez se siente diferente.
—¿Qué es esto? —cuestiona luego de unos segundos, presiona varios besos castos contra las comisuras de mis labios haciéndome suspirar.
—¿A qué te refieres? —cuestiono aun con los ojos cerrados, su frente presiona en la mía y nuestras respiraciones agitadas se mezclan, abro los ojos para encontrar la visión de sus labios hinchados y rojizos.
—A esto, a besarnos, tocarnos y todo lo que hemos hecho ¿Qué es?
—¿Fingir?
—No creo que cuente cuando no hay nadie más viendo, Belova—Su tono casi suena divertido, relamo mis labios encogiéndome de hombros.
—No lo sé, pero no creo que tengamos que buscarle una explicación ahora ¿o sí? —hablo después de unos segundos en los que solo lo observo, él asiente distraídamente, pero sé que quiere protestar, es casi increíble que pueda leer eso en su mirada porque él siempre ha sido tan hermético, sin embargo, no dice nada, en su lugar vuelve a inclinar su rostro para besarme y le correspondo.
Probablemente pasamos mucho tiempo haciendo eso, sus manos van a mis caderas y me alzan hasta sentarme en la barra, abro las piernas dándole espacio y es mi turno de inclinar la cabeza hacia adelante para alcanzarle, entrelazo mis tobillos a la altura de su espalda baja suspirando cuando siento sus dedos en mi muslo, acariciando la pajarita que abroché allí. Mi piel se eriza ante su toque allí y suspiro cuando su mano sigue deslizándose más arriba.
Escucho ruido, hay un auto llegando, pero estoy demasiado ida para alejarme de él ahora, de todas formas, esto es parte de fingir ¿no?
Ahogo un gemido contra sus labios llevando una mano a la suya para sacarla de debajo de mi vestido, deslizo mi lengua en su boca sofocando una risa en mi garganta antes de que dos voces se escuchen y yo apenas puedo reconocerlos, jadeo hundiendo mis dedos en el cabello oscuro de Jeremiah antes de que alguien se aclare la garganta en la cocina.
Jeremiah se aleja con un gruñido que resuena en su garganta haciéndome reír, desvío la vista hacia la entrada de la cocina alzando las cejas cuando encuentro a Constantine y Layla, el primero tiene una mirada divertida a pesar de que siempre es serio, ella...bueno, parece incomoda.
—Buenas noches—murmuro sonriendo, ambos responden.
—No creo que Tatiana sea demasiado feliz de que estén bautizando su cocina—murmura ella y mis labios se fruncen, miro a Jeremiah quien me mira de vuelta antes de encogerse de hombros restándole importancia.
—No le gustará solo si se entera—musito alzando las cejas varias veces con diversión antes de que ella gire sobre sus talones con un resoplido, ahogo una risa hasta que Constantine la sigue y luego abro mucho los ojos mirando a Jeremiah, sus brazos están apoyados en la barra rodeando mis caderas, sus manos entrelazadas en mi espalda baja—. A ella no le gusta—murmuro con desinterés.
—Nada que tenga que ver conmigo al parecer.
—O nada que tenga que ver con que tengas una novia definitivamente, lo cual es irónico—Él hace un sonido en su garganta y sus dedos vuelven a arrastrarse por mi muslo hasta acariciar el tirante de la pajarita en mi muslo—. Puedes tomarla—murmuro alzando un poco la pierna para que pueda desabrocharla, pero niega con la cabeza.
—Me gusta como se ve ahí—Se inclina hasta que alcanza el lugar con sus labios y mi piel se eriza.
—¿Sí? Ahora di que te gusto yo—murmuro con diversión cuando se endereza, arquea una de sus cejas sacudiendo la cabeza, su mano ahueca mi barbilla y presiona sus labios en los míos.
—No soy tu marioneta, Belova.
—¿Eso es un no me gustas, Sasha?
—Es un no soy tu marioneta, Belova—Resoplo empujando su pecho hasta que puedo bajar de la barra, me encamino a la sala hasta recoger las zapatillas donde las dejé cuando llegamos y casi puedo palpar su diversión cuando lo miro sobre mi hombro antes de dirigirme a las escaleras.
—Así que te diviertes con esto, novio defectuoso, no soy tu payaso personal—Su mano toma la mía cuando estoy sobre el primer escalón y me hace girar, lo miro desde mi posición apenas unos centímetros mas alta que él.
—Nunca dije que lo fueras.
—¿Entonces qué soy aquí?
—Mi novia...—Aprieto los labios ante las mariposas que se agitan en mi estómago.
—Falsa—completo y veo su mandíbula apretarse hasta que el hueso se vuelve muy marcado.
—No por mucho tiempo—murmura antes de alejarse y mi pulso se dispara de inquietud.
Obviamente porque en cuanto acabe la navidad este favor se termina, a eso se refería ¿cierto?
Espero que sí.
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