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capítulo 8 - Buenas noches

Capítulo VIII

William

Irme a vivir a un castillo tenebroso y abandonado no era algo que me emocionaba, ni mucho menos que yo quería, ¿pero que podía hacer?, es voto de mayoría en la que salía perdiendo, mientras que todos empacaban la poca ropa que tenían, yo estaba en una esquina con dudas existenciales sobre si quería seguir viviendo o no, lo sé, soy un poco exagerado, pero no afecta a nadie ¿o si? En fin, es un tema sin importancia en estos momentos.

—¿Nos vamos?— la voz cariñosa de Abby hace que me despierte del trance del cual me encontraba.

—Will, ¿estás listo?

—¿Eh?

—¡Que si estás listo!

—¡Ahhhh! Si, si, eso, pues... no lo estoy, ¿pero tengo alguna otra opción?

—¡Oh! Claro que no, con eso dicho, vámonos— Gabby decide interrumpir.

Prácticamente me llevaron de jalones y suplicas de que me apresurara, yo era el culpable de volver más lento el paso, entre quejas de Kylie y gritos de Gabby, llegamos, con canastas en manos, decididos a entrar, dimos un paso dentro, el castillo estaba más limpio que la ultima vez, hicimos un gran trabajo, podía llegar a imaginar una musica de cuentos de hadas, de esos con ritmo similar al de los juglares y trovadores, y la luz entrando como faro potente por nuestro atrás.

Entre todos decidimos que íbamos a arreglar aún más el lugar, ambientándolo a nuestros gustos y espacios, comenzando por la primera gran puerta cercana a nosotros, la biblioteca, hogar de Karl, "un paraíso" como diría él, si bien es cierto, Karl no era de hablar mucho ni de ser amable, pero cuando se trataban de libros, vaya que se transformaba, el demonio se convertía en angel, desde que lo conocí siempre prefería estar sumergido en sus lecturas que entablar una amistad fija, sin embargo eso no fue impedimento de formar una relación de confianza con él, su pasado hizo de él un hombre reservado y frio, una mirada gentil de él era sinónimo de un "te quiero", aunque no lo diga, quienes lo acompañamos desde el inicio del circo, sabíamos que era así.

Karl ya tenía una idea fija para su biblioteca, gran biblioteca, era algo simple pero cómoda para pasar un buen rato dentro de esta, si te gustaba leer claro está, empezamos limpiando el piso de madera, al punto de que este quede brillante, Karl quería que sea un espejo, que exigente el hombre, entre todos hicimos nuestro máximo esfuerzo para que quedara satisfecho, una leve sonrisa plasmada en su rostro fue suficiente para suspirar y abrazarnos, producto de la alegría de por fin acabar.

—No se alegren, falta las estanterías, los muebles, las ventanas...

—Ya porfavor, no nos quites nuestro momento de suficiencia— exclamo Millie con el ceño fruncido.

Y así seguimos, entre quejas de cansancio y polvo, logramos terminar con la biblioteca, en mi opinión había quedado esplendida.

—Oye Karl, una pregunta, ¿qué le ves a la lectura? No es por ofender pero a mi me da sueño— la pregunta de Abby nos tomó por sorpresa, con el temor de una mala reacción por parte de Karl.

—Primero, esa pregunta me ofende; segundo, les seré sincero, sé que no les comparto muchas cosas de mi vida y mucho menos lo que siento, pero los libros fueron mi escape cuando pasó lo que pasó, recuerdo como si fuese ayer cuando mi esposa le leía a mi hija antes de dormir, en ese entonces también creía que los libros eran una perdida de tiempo— sus ojos se llensron de lshrimas al borde de colapssr, pero su persistencia en no mostrar una imagen debil era más fuerte —hoy en día más que una pasión lo veo como un escape, uno a mis antiguos recuerdos, a donde mi vida era sinónimo de verdadera felicidad; cuando mi esposa falleció y el alcohol tomo posesión de mi, siempre recordaba a mi hija recostada en su cama, con la dulce voz de Clara, mi esposa, de fondo, leyendo letra por letra, oración por oración, párrafo por párrafo, página por página, capítulo por capítulo, y así puedo seguir. Cuando Gregory me recogió de la calle, lo único que le agradezco, estuve más cerca de algunos libros, fue cuando decidí tomar uno, abrirlos y leer detenidamente el primer párrafo de sus antiguas y desgastadas paginas.

—Ou... lo siento, no era mi intención.

—No te disculpes querida Abby— ¿dijo querida? La palabra pareció tomar por sorpresa a todos, como dije, él no es una persona cariñosa —ustedes son parte de mi familia.

Ya no pudo más, su corazón tomo posesión de tél, y lo liberó de la prisión en la cual se encerraban sus sentimientos.

Pasado un largo tiempo de platica conmovedora, fuimos directamente al auditorio de musica, llenandola de plantas y limpiando los instrumentos, barriendo y puliendo el piso, cambiando los muebles y por ultimo, apreciando el resultado.

—Millie, danos la dicha de apreciar tu talento musical con tu maravilloso violín.

—¿Desde cuándo hablas tan elegante Will?.

—Es que quiero parecer una persona con clase— Gabby aguanto la risa, lo que genero un ceño fruncido por mi parte, como si de un acto de defensa se tratase.

—¡Bien! Yo encantada— gritó Millie, tomando su violín y posicionándose en medio del escenario, las delicadas cuerdas de dicho instrumento tomaron posesión del salón, con la elegante melodía de Ludwig Van Beethoven titulada "Para Elisa".
Una creación que únicamente es digna para la clase alta.

Mi mente se teletransportó a un lugar de fantasía, donde los jardines eran grandes, con flores de miles de colores, la hierba rozando delicadamente la piel, con un manto encima color rosa y morado, difuminados a la perfección, arboles de colores preciosos, el aire débil pero frío, y el canto se los pájaros a lo lejos, el violín de Millie estaba de fondo, como una obra de teatro en el lugar más elegante de Europa.

Al culminar el tono del instrumento, el anochecer nos tomo por sorpresa, ¿cómo terminaríamos este día? Con una cena, en familia.

...

—¡LA CENA ESTÁ LISTA!.

—Primero, desde hace rato, solo que Gabby no quería que la sacara, y segundo, yo la hice— Killye apareció detrás de Gabby eliminando sus energías de querer ser el centro de atención.

Sentados en la gran mesa, con la comida frente nuestro, la conversación se creo fácilmente, sin embargo, la alegría típica de Millie se había esfumado.

—Millie, ¿estás bien?— no dude ni un segundo en preguntarle, sin importar que haya interrumpido la platica de todos.

—No...

El silencio fue la nueva ambientación del salón, incomodo y para nada oportuno.

—¿Nos quieres contar?

—Es que estoy cansada, cansada de fingir que estoy feliz, con la idea de habitar en un lugar, en el que hay un altar satánico.

—Millie, preciosa, tu estuviste de acuerdo, entonces no vengas a hacerte la victima— la respuesta de Gabby fue incomoda para todos.

—¿Víctima?, TU CARÁCTER DE MIERDA HACE QUE TODOS TE OBEDEZCAN.

—¡NO VENGAS A DECIRME QUE AHORA YO SOY LA MALA! NO ES MI CULPA QUE SEAS UNA INFANTIL Y MIMADA.

—¿LAS GANAS DE ARRUINAR LA VIDA A TODOS TE SOBRA VERDAD?

—AHORA ME VAS A DECIR QUE YO LES OBLIGUE A ASESINAR A GREGORY, no me hagas reír querida.

—ESTOY HARTA DE SOPORTAR SU MAL HUMOR.

—Ee... podemos seguir comiendo?— Killye con buenas intenciones trata de apaciguar el ambiente, pero fue en vano, Millie se levanto y se retiro, a diferencia de Gabby, quien tiró los platos al suelo y comenzó a insultar al aire.

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Pueden buscarme en instagram como @Santy.m8_dsny

Besitos, se les quiere criaturitas viciosas a los libros.

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