Ethan

El día comenzó soleado a pesar de los pronósticos, pero estos no se habían equivocado del todo, la lluvia tenía media hora que se desató con fuerza por eso es que termino de guardar un par de cosas para evitar que se mojen y regreso al interior de la casa.

—¿Esta bien?

Mentirle a mamá se ha vuelto tan fácil estas semanas que la mentira casi sale por si sola de mis labios así que solo niego.

—Le duele, no sé si sea lo mejor la manera en la que Daniel lo está manejando, pero no me gusta verla así.

—Se notó decaída en la comida.

Revuelvo mi cabello para sacar mi frustración, jamás me ha gustado demostrar lo mucho que me afecta, pero todos saben que Ethan Luna tiene una debilidad... una debilidad de cabello tan oscuro como la noche, unos ojos tan profundos como el mar y una sonrisa que me desarma por completo, por eso lo que le pasa siempre termina siendo una prioridad solucionarlo o en dado caso, ser parte de su apoyo.

—Si, algo... bastante en realidad. Se quedo en mi antigua habitación cambiándose, ¿y su familia?

—Se quedaron con tu padre en el comedor, están tomando chocolate caliente — Su sonrisa se expande —. Tu padre y tu suegro, yo que tú me apuro antes de que saquen las anécdotas vergonzosas.

Sonrío, pero es mi menor de mis preocupaciones, Giselle lleva bastante rato arriba. Mamá nota mi preocupación porque señala las escaleras con un movimiento.

—Les serviré, los espero en el comedor —asiento, antes de que se aleje la atraigo a mí en un abrazo.

Aún estoy muy asustado, aún temo estar soñando con que seguimos en el hospital y no hemos salido, aún me despierto agitado por los sueños o más bien, pesadillas que suelo tener.

—Te amo tanto.

La siento temblar en mis brazos así que se aferra a mí, o quizás soy yo el que está aferrándose a ella, pero eso deja de importarme cuando un ruido de arriba nos alerta.

Me alejo de ella con cuidado, pero con mis sentidos alerta, no quiero dejar este momento, pero también tengo la urgencia de saber que sucede arriba.

—Yo también cariño, ve arriba ¿sí? —sonríe con los ojos acuosos. —Yo estoy bien, lo voy a estar.

Pero temo que no sea así, la culpa me está carcomiendo porque sabía que esto podía pasar y aun así lo dejé. Estuve tan centrado en resolver mis cosas que me olvidé de ella, de la única persona que ha estado para mí siempre.

Asiento nuevamente antes de casi salir corriendo por las escaleras, cuando alcanzo a estar frente a la puerta de mi antigua habitación me debato entre abrir o tocar.

Finalmente, solo abro la puerta con cuidado, esperando encontrar algo tirado o así, pero en cambio, lo único que veo es a Giselle dormida en la cama con el cabello aún húmedo.

Con la sigiles de un gato me acerco sin despertarla, sus espesas pestañas tocan parte de sus mejillas sonrojadas y un par de mechones rebeldes caen sobre su frente. A pesar de que quiero ser viéndola, me enfoco en mi prioridad... si ella está dormida ¿qué fue lo que se escuchó caer? Al moverme, una luz emerge del piso en señal de un mensaje y es cuando percibo que el sonido fue su celular cayendo al suelo junto a todo el contenido de su bolsa.

Me dedico a guardar sus cosas tratando de no dejar nada sobre el piso, cuando termino con ello. Me dedico a verla desde lejos, en el marco de la puerta.

Verla de lejos me permite ver la fragilidad que la rodea pero que aun así la mantiene de pie, como su toda esa debilidad solo la hiciera reconstruirse, aun cuando se siente perdida.

—Es bonita, ¿no?

—Es más que eso —no necesito voltear para saber quién es.

Esther.

—No lo entiendo —dice después de un par de segundos en silencio. —Si que por algo está en tu mundo de modelaje y eso, pero no lo entiendo.

Esther no siempre es caprichosa y no siempre lo fue. Aún recuerdo escucharla correr por la casa con mamá regañándola mientras iba detrás de ella, o robándome galletas solo porque mi tío le prohibía comerlas, pero en algún punto se volvió muy retraída y cuando su padre se fue, una soga que la ataba se liberó, pero ya la habían lastimando bastante.

—No tienes que entenderlo, solo respetarlo.

Aprieta los labios con molestia, sacude su cabeza antes de mirarme.

—Sé que se ve como un Ángel, que pretende engañar a todos con su fachada de que "Hago lo mejor para todos" pero yo veo más allá de eso —sentencia. —Ella se está hundiendo tan lento que nadie se ha dado cuenta, decae tan sutilmente que apenas lo has notado, pero te diré algo, ella se hundirá y te arrastrará consigo.

Respiro lento, encontrando un poco de calma porque las palabras de mi prima me molestan. No es que ponga a una delante de la otra, ni mucho menos, el detalle reside en que no lo hace con intención de ayudar.

—Si lo habías visto, ¿por qué no decirlo? —ella me mira, pero no es capaz de emitir palabra. —Eres mi prima y te adoro, aun cuando eres muy fastidiosa solo que no me explico muchas de tus acciones, principalmente estas.

—Ella... —susurra demasiado bajo para darse cuenta de que las palabras escapan y sacude su cabeza, alejando aquello que estaba por decir. —Solo quería decirte que prepares las habitaciones de invitados, cuando llegamos la lluvia se desató y tu madre sugirió que la familia Lee se podía quedar así que... ¡Yuju!

Su falso entusiasmo no me convence, pero la arrastro conmigo a que me ayude con las habitaciones, si la familia de mi novia se va a quedar entonces estarán lo más cómodos posibles, y quizás, el llevar conmigo a Esther me ayude a recuperar un poco de la chica que era.

[ 💛 ]

La luz que emite el ordenador frente a mi empieza a cansar mis ojos, el sueño ya parece estar alcanzándome, pero aún me faltan las referencias en el documento, después de horas estar leyendo las referencias se sienten como alcanzar la gloria.

Estudiar en línea una licenciatura parecía ser cosa fácil pero no lo es, parece más una clase de tortura en casa.

Me froto los ojos con pesadez, me muero por cerrar las ventanas y apagar el dispositivo para dormir algo después de unos días agotadores entre reuniones con Nathan y Sthep —el abogado —, reuniones de trabajo, las constantes visitas con el doctor y, sobre todo, el secretismo que se carga Nathan los últimos días.

Unos suaves golpes interrumpen que casi me quede dormido y aún sin dar respuesta, la puerta se abre suavemente.

Siempre me ha sorprendido lo parecidas que son las hermanas Lee, Luke y Sebastián tienen ese aire que los une, pero Alina y Giselle son muy idénticas físicamente, el cabello tan oscuro como una noche fría, sus ojos azules casi idénticos, la piel pálida pero los rasgos de Alina son más infantiles, rozando lo inocente.

—Hola... ¿ocupados? Ay, que tonterías digo. Si Giselle lleva durmiendo como si estuviera invernando desde hace horas y desde que te encerraste con ella no han salido.

Ambos hacemos una mueca al notar lo mal que sonó eso, Alina da un paso al frente y poco después, termina de sentarse en la orilla de la cama.

—¿Trabajando?

—Algo así —. Respondo, dando un vistazo a la pantalla —. ¿Están cómodos?

Suelto la pregunta mientras termino de poner las referencias, soltando un suspiro de alivio le doy un vistazo a Giselle, que tal como dijo su hermana, esta tan dormida como desde hace horas.

—La mayoría si —enarco una ceja en su dirección, retomando el dispositivo y guardando todo antes de apagarlo. —Ya sabes cómo es Luke, me mando para vigilar como todo hermano mayor sobreprotector.

—No me sorprende, se había tardado si somos sinceros —. Aclaro con tono amigable, parece querer decir algo, pero no se anima —. Vamos, di lo que tengas que decir.

Sus manos se retuercen sobre si mismas antes de asentir.

—Solo quería decir que me gusta esto, pero también me asusta, me asusta que vuelvas a dañar a mi hermana y yo sé que no estoy cerca de ella mucho tiempo, pero es mi hermana —su garganta se cierra un poco, dificultando que use el mismo tono lo que me hace acomodarme mejor —. No entiendo porque no dejas que se envuelva en tu mundo.

Ella lo sabe. Y yo sabía que alguien no tardaría en darse cuenta, pero es que ella se ha cerrado tanto a mí que me he cansado un poco de intentar que vea que ya no soy un chiquillo insensato que la dejara correr, huir lejos de mi cuando en realidad quiero que se quede a mi lado, que me deje quererla como desde un inicio e incluso más.

Solo que aún hay barreras que nos separan, que son tan débiles y fuertes a la vez, porque cuando creo que puedo estar avanzando volvemos a retroceder. Y cansa, duele, destroza que yo aún la quiera con tanta intensidad que estoy dispuesto a darle ese tiempo que ella quiere juntos incluso cuando al final tendré que dejarla ir. Porque jamás he sido capaz de retenerla.

—No puedo... —murmuro — Simplemente yo ya no puedo.

Su mirada me atraviesa, molesta e indignada, en parte decepcionada de mi respuesta y sus hombros bajan a la vez que su respiración.

—Entonces luego no sufras cuando la pierdas.

Pero en eso se equivoca.

—Hace mucho que he perdido.

—No eres el Ethan que yo conocí, el Ethan que yo conocía no diría esas estupideces ni se lamentaría de tal forma —. Aún con la poca luz ella parece no perderse en la oscuridad que ya me ha envuelto —. No seas de los cobardes que dejan lo que quieren solo porque ya se han dado por vencidos antes de comenzar. Entiende que, ahora está contigo, pero no dudes que si siguen así esto terminará peor de lo que comenzó y esta vez, no abra vuelta atrás. Giselle terminará con alguien que, si deje de lado aquello que lo detiene y tú, tú estarás lamentándote porque pudiste serlo, pero ya no tendrás oportunidad.

Las palabras de Alina salen con tanta rudeza que casi me hacen olvidar un detalle, uno que involucra a cierta chica que no tolera a Sel: Sofía.

—Cometí un error hace tiempo, estás son las consecuencias.

Por más que no me guste, por más que le diga a Giselle que quiero un poco más antes de hablarlo, no me siento capaz y hasta ese punto, las consecuencias las seguiré pagando.

—¿Tú...? —sacude su cabeza, como si la sola idea de pensarlo sonara descabellado —. Jamás podrías. No tú, Ethan.

Se autoconvence lo suficiente para notar que la posibilidad si es una opción real para ella.

—¿Qué es lo que sabes, Alina? —la curiosidad es más grande que yo — ¿Qué tanto te ha dicho?

—Nada — responde casi al instante —. No sé nada, respuestas muy vagas, es lo único que tengo.

—Ella tampoco está lista. No es que no quisiera, pero cada vez que lo intento hay algo, como si quisiera que no habláramos de ello.

—No, solo eres tú poniendo pretextos ridículos.

Quiero responder que no, qué más de una vez me quedé a una cuadra de donde sabía que podía encontrar a su hermana, pero una llamada, un mensaje, yo, el tráfico, accidentes, Sebastián, inclusive Alina ha sido motivo de que nunca llegue, pero nada de lo que quiero decir sale de mí y ella sale del cuarto no sin antes besar la mejilla de su hermana.

El silencio me vuelve a la habitación, pero no mi tranquilidad, dejo de lado mis cosas para acostarme junto a la chica de ojos azules que me ha tenido desde un inicio.

Su respiración es tan pasiva que temo interrumpir su paz, así que solo me quedo ahí. La veo dormir mientras las palabras de su hermana resuenan como un bucle en mi mente.

Como si no fuera suficiente tortura para mí, ella se remueve hasta que abre los ojos con cansancio y me sonríe, me sonríe haciéndome creer que todo estará bien.

—¿Qué haces ahí? Despierto.

—No tenía sueño —miento, pero sé que estar así con ella no pasara muy seguido y dormir ya no parece una prioridad. — Pero ya me iré, no te preocupes.

Me pongo de pie porque no quiero incomodarla y mientras; ella me observa y asiente, quizás suena injusto que ella se quede en mi antigua habitación que en la de invitados, pero siempre ha sido así, desde adolescentes.

—Dulces sueños, corazón.

Asiente desde su lugar, con sus dedos hace un gesto de despedida y con una sonrisa cierro la puerta al salir.

Todavía me quedo unos segundos más recargado de la puerta, sabiendo que ella está del otro lado.

La puerta se abre tras de mí, me hace perder un poco el equilibrio casi dándome de cara, pero alcanzo a sostenerme del marco.

—Si que...

—Quédate.

A pesar de que hablamos al mismo tiempo puedo alcanzar a escucharla.

—¿Qué me quedé dónde? — porque no puedo evitar picarla con eso, sonrío de lado esperando su respuesta.

—En... —los nervios se apoderan de ella subiendo la sangre a sus mejillas — Quédate hoy conmigo.

No tiene que insistirme demasiado, porque en cuanto su mano toma de la mía es mi señal para entrar y cerrar la puerta, y es justo lo que hago.

Me quedaría la vida entera contigo.

N/a:

Awww, que lindo Ethan queriendo quedarse toda la vida con ella, pero... yo creo que eso no se va a poder.

Nah, aún no voy a adelantar nada de eso así que ustedes tranquilos que yo nerviosa.

Bua, les debo como mil explicaciones, pero ya se las saben porque siempre es lo mismo: escuela, liberar horas, problemas familiares (sí, creo que este no les había dicho), unos asuntos aparte, el que duermo 5 horas al día, subsisto de licuados y lo que mi mamá me dé de comer porque no salgo de la cama donde tomo las clases online y eso. En resumidas cuentas.

Voy a ser sincera, no creo que este el capítulo el martes y no sabría decirles si estará esa semana porque estoy en semana ambiental —y dado a que mi carrera se relaciona — tengo que asistir.

Este capítulo para mí fue "Aww, es dolorosamente tierno."

¿Soy la única que está armando teorías de porque Sebastián y Alina aparecen en la lista de "Cosas que me pasan y evitan que hable con Giselle" de Ethan? No lo sé, muy sospechoso...

Ya vimos más de nuestro modelito, y eso de la carrera que estudia no me lo saque de la nada... había dejado una sutil pista cuando Giselle va a su departamento, pero nadie lo noto 😂

Dato curioso del capítulo: En realidad Alina iba a ser súper comprensiva, pero al escribir saco sus garras por su hermana.

Ultima cosa, ¿ya vieron ese banner? E S  P R E C I O S O. Gracias a hades y a su diseñadora (busque su usuario pero no aparece, igual pueden verlo en el banner).

De nuevo, me disculpo por los retrasos. Qué más quisiera yo poder estar escribiendo todo el tiempo, pero la universidad me demanda mucho tiempo.

¡Nos leemos pronto! Los quiero ♡

Fer_xx