Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Un huracán

Exámenes, vida, trabajo, vida, etc... Perdón por la desaparición u_u

Capítulo XIII: Un huracán

Como no tenía una idea del todo clara sobre lo que podría querer Evan —aunque la esperanza de un buen polvo era lo último que moría para un Cánovas—, decidí correr a Erin de la casa y darme un maratónica ducha reconstructora. Una chica nunca podía pecar de poco precavida, ¿cierto?

A mi prima no le cayó mucho en gracia que la corriera sin una explicación, pero me parecía una tontería hablarle al respecto de Evan, cuando muy posiblemente él sólo deseaba terminar cualquier cosa entre nosotros de forma diplomática. Por muy sugestivo que había sido su último mensaje, no podía dejar de ver la dosis de reticencia o quizá incomodidad que parecía acompañarlo siempre que estaba a su alrededor. No podía asegurarlo, pero sabía que en el momento en que viera su cara, me daría cuenta de qué tan lejos estaba dispuesto a llegar conmigo. Y no me hacía muy feliz pensar en la posibilidad de que la respuesta fuese negativa.

Fui a cambiarme de ropa, pero en un segundo pensamiento decidí quedarme con mis raidos jeans para estar en casa y mi camiseta sin mangas, tampoco me le iba a servir en una bandeja de plata. Estaba siendo demasiado tolerante con sus sutiles avances y sus constantes retiradas, me consideraba una mujer paciente, pero no estúpida. Si en esa ocasión llegaba para decirme alguna tontería sobre mis problemas psicológicos, de negación y tal, sería todo. Adiós, Evan. Me conseguiría un ligue de una noche, quizá incluso aceptaría la invitación que había dejado abierta Didi durante la fiesta. Después de todo, se lo debía a mi ego.

Las luces parpadearon en ese momento, sacándome de mis pensamientos. Le di una última mirada a mi reflejo en el espejo y me dirigí a paso tranquilo hacia la escalera. Tenía ganas de verlo, no me malinterpreten, pero también me causaba algo de ansiedad no saber con qué Evan me iba a encontrar. ¿El que se había puesto juguetón conmigo en el teléfono? ¿O el que estaba haciendo del rechazarme un estilo de vida?

Sacudí la cabeza, tomé una bocanada de aire y abrí la puerta sin más dilataciones. Él me observó en silencio por espacio de un largo segundo, parecía que también acababa de ducharse, su cabello estaba húmedo y ligeramente aplastado por el casco de la moto, sus ojos estaban enrojecidos con evidentes marcas de cansancio. Y al parecer la mañana no le había alcanzado para afeitarse, pues ya lucía los indicios de una barba que oscurecía sus mejillas. Extrañamente ese aire de desalineo, le confería un belleza distinta. Tal vez por el simple hecho de que estando así, parecía más humano y no tanto un modelo hecho a base de un buen programa de photoshop.

—Hola —murmuró con un leve carraspeo.

—Hola —respondí, dando un paso hacia atrás a modo de implícita invitación, él no entró. Por escasos dos segundos me sentí cohibida y tonta, afortunadamente lo primero se me fue bastante rápido. En cuanto a lo segundo, no guardaba grandes esperanzas allí, esa era una batalla que llevaba años pérdida—. Erin no está, así que si tienes algún temor de que abuse de ti estando aquí los dos solos, puedes sugerir otro lugar.

¿Lo ven? Nada de cohibiciones para mí.

Evan sonrió, extendiendo la mano con la que sostenía el casco hacia mí. Lo tomé, para luego darme la vuelta y dejarlo sin mucha importancia junto a los zapatos para correr que jamás usaba. Le hice un gesto con el cual él me siguió hasta la sala y tras tomar asiento en el sofá, lo enfrenté.

—No te ves muy bien —musité, aunque era una evidente mentira. Se veía delicioso, pero él no necesitaba que lo adularan.

—No dormí mucho —respondió, echándose hacia atrás para apoyar la espalda contra el respaldo.

—Yo dormí bastante bien.

—Me alegra oírlo —dijo en un susurro, al tiempo que cerraba los ojos y relajaba la cabeza—. Ven aquí. —Antes de que pudiera preguntarle a qué "aquí" se refería, extendió la mano que más cerca estaba de mi brazo y de un tirón logró arrastrarme hacia su lado. Mi primer reflejo fue colocar la rodilla entre la separación de sus piernas y sostenerme de su hombro, para no envestirlo como un bebé rinoceronte ebrio. Evan abrió los ojos enarcando una ceja con confusión—. ¿Qué haces?

—No te quiero aplastar —murmuré, tratando y fallando en colocar mi cuerpo cerca sin caer sobre él.

—No seas tonta —gruñó. Y tomándome por las caderas me elevó con una facilidad que me resultó sumamente extraña, para luego situarme a horcajadas sobre sus caderas.

—Evan no me siento cómoda así... —Intenté bajarme de él, pero me tenía firmemente aferrada—. Déjame que me deslice junto a ti.

— ¿Por qué estás siendo tan ridícula? —inquirió con una nota de recelo que nunca le había oído antes.

—Porque no quiero dejar sin función tus piernas, ¿bien? —Dándome una mirada tan irritada como la que yo le ofrecía, alzó ambas manos en rendición dejándome finalmente libre. De mala gana me senté a su lado, dejando al menos quince centímetro de separación entre nuestros cuerpos. Estiré mi camiseta hacia abajo, a pesar de que ésta no se había subido y tras perder unos diez segundos en eso, elevé mi mirada lentamente hacia la de él. No tuvo que decir nada, claramente me estaba dando lugar a que explicara por qué era yo la que recelaba de la cercanía, cuando montármelo había sido lo que quise desde el momento en que lo vi—. No me veas así —mascullé, cruzándome de brazos—. Tú me rechazaste hasta el límite aceptado por cualquier mortal.

— ¿Entonces te estás tomando represalias?

Bufé.

—No, claro que no. Ni siquiera yo soy tan infantil. —Su mano serpenteó por la separación que había entre nosotros, hasta lograr atrapar una de las mías y deshacer la barrera simbólica que había alzado—. Sólo no me siento cómoda subiéndome sobre nadie, ¿vale?

— ¿Por qué? —Sus dedos separaron delicadamente los míos, como si estuviera abriendo los pétalos de una flor y se tomara aquella labor muy seriamente. Era tan extraño, pero su toque lograba distraerme al mismo tiempo que relajarme.

— ¿Qué no es obvio? —le espeté, haciendo un ademan con mi mano libre para apuntar mi cuerpo.

—No para mí —musitó sin apartar su atención de mi mano.

—Por favor, Evan. —Di un tirón para zafarme de su amarre, simplemente no era capaz de tener una conversación coherente con él tocando cualquier parte de mí. Me observó pareciendo por un segundo extrañamente desilusionado, aunque la emoción fue tan fugaz que bien podría habérmela imaginado. Estaba casi segura de haberlo hecho. Asentí ante mis propios pensamientos, llevando mi vista al frente con resolución—. No quieras ser cortés, ¿bien? Tienes ojos, lo que significa que eres bastante capaz de verme...

— ¿Y qué se supone que tengo que ver? —preguntó, inclinándose ligeramente hacia adelante para tomar mi barbilla y guiar mi mirada hacia la suya.

—Estoy gorda —dije encogiéndome de hombros—. Y mira no hagamos un gran circo de esto, sé que tengo que perder peso pero la comida es demasiado deliciosa. —Solté un teatral suspiro—. Y yo soy demasiado débil para negarme a ella. Ya lo tengo asumido, seré así para el resto de mi vida y está bien. Pero yo no me subo en las rodillas de nadie, ¿de acuerdo?

—No estás gorda —espetó sin más, al parecer sin oír nada de lo que dije después de esa palabra—. Tú eres...

—Si vas a decir "curvilínea" ahórratelo —lo acallé, colocando mi mano sobre sus gloriosos labios. Dios, ¡qué linda boca tenía! Sacudí la cabeza forzándome a concentrarme en lo que salía de mi boca y no en lo que quería hacer con la suya, tarea que no resultaba en lo absoluto fácil—. Ese es el modo en que las personas delgadas nos llaman a los gordos, creyendo que así no nos ofenderán. Pero nos ofendemos de todos modos —aseveré con ímpetu—. Yo no quiero tener curvas, quiero ser una llanura, tener curvas no es genial es sólo otro manera de ser diferente. Y odio ser diferente, ¡como si no tuviera suficientes dificultades con mi maldita verborrea!

—Daphne...

—Y ni hablar de mi mala suerte —continué, demasiado achispada—. Pero claro: no te preocupes por tu peso Daphne, sólo eres curvilínea... seguramente vas a encontrar a un piloto de Fórmula 1, ¡ellos aman las curvas! —ironicé, replicando un discurso que había oído tantas veces que ya ni recordaba quién me lo había dicho primero—. Los delgados simplemente no lo entienden...

— ¡Daphne! —Me obligué a callar cuando una firme y sensual boca se presionó contra la mía de forma demandante. Jadeé con sorpresa, sintiendo como mis parpados caían y mis manos encontraban el camino hasta su cuello de forma automática. Evan le propinó un leve mordisco a mi labio inferior y fue entonces cuando perdí por completo la facultad de pensar. Sus manos se deslizaron por mi espalda, hasta acabar aferradas a mis caderas y aunque la posición no resultaba del todo satisfactoria, estaba demasiado concentrada en las suaves caricias de su lengua como para importarme algo más. Lo oí murmurar algo, antes de que dejara otro pequeño beso en la comisura de mis labios y se apartara—. No...

— ¿No? —inquirí, confusa.

—No. —Sonrió—. No iba a decir "curvilínea".

Solté una carcajada, dejándome arrastrar por sus manos más cerca de su cuerpo. Mis rodillas chocaban con su lateral y sí, realmente habría sido más simple sólo montarme sobre él, pero mis convicciones o inhibiciones en ese aspecto eran más fuertes.

— ¿Qué ibas a decir entonces?

—Iba a decir que eres hermosa.

—Oh... —Sentí como mis mejillas se calentaban al oírlo decir aquello, aún cuando no era muy propensa a los sonrojos. Es decir, de los dos, podía casi asegurar que él se sonrojaba con mucha más frecuencia que yo. Claro, claro, no mencionen el hecho de que yo suelo ser mucho más lanzada en mis observaciones sobre su persona. Pero es que había que verlo al muy desgraciado, resultaba imposible mantenerse civilizado y no idolatrar la buena disposición de genes que lo habían fabricado—. Gracias.

—Y no sólo a los pilotos de Fórmula 1 le gustan las curvas —aseveró, bajando una de sus manos hasta el inicio de mi trasero en un gesto valorativo.

Aun cuando parecía una proeza imposible, logré acercarme más a él tras ese movimiento alentador.

— ¿Ah no?

—No... —Me robó un rápido beso, antes de darme una fugaz sonrisa—. No deberías pensar en ti de forma tan negativa, Daphne.

—Yo no pienso de forma negativa sobre mí misma, Evan —susurré, pasando de forma ausente mis dedos por su nuca. El cabello le llegaba casi hasta el cuello de la camisa, pero no le sugeriría que se lo cortara, le sentaba genial así—. La gente piensa de forma negativa sobre nosotros, al parecer ser delgado da libertad para opinar y criticar el estilo de vida de los demás y ser gordo es como una invitación a ser juzgado. Eso dificulta mucho sentarse a la mesa para disfrutar de la comida o no pensar en castigarse un poco después, porque se ha violado la dieta. —Bajé la mirada sin darme cuenta—. Hace todavía más difícil que me vea al espejo y sonría ante esto...

Él arrastró una caricia suave por mi mejilla, al tiempo que limpiaba con su pulgar la ligera humedad que empañaba mi vista. Sacudí la cabeza para apartarme, pero Evan no me lo permitió atrapando mi rostro entre sus fuertes manos.

—Si tú no sonríes ante esto, lo haré yo. —El amago de una sonrisa quiso aparecer en mis labios—. No me importan cuántos kilos tengas, Daphne, siempre y cuando te sientas saludable, a ti tampoco debería importarte. Eres bellísima y tal vez nunca salgas en la portada de una revista de moda, pero me alegro. —Lo miré sin comprender, él esbozó una de esas sonrisas suyas—. Porque resulta que soy un hombre bastante posesivo y no soportaría la idea de compartir tus curvas con nadie más.

Reí entre dientes.

—Eres ridículo.

Me incliné para apenas rozar sus labios con los míos.

—Quizá... —murmuró, sosteniéndome tan cerca que su respiración se mezclaba con la mía—. De todos modos no sería tu apariencia lo que te mantendría lejos de las revistas...

— ¿Eh?

—Es tu atuendo —dijo con fingida inocencia, echándose ligeramente hacia atrás para observarme—. Lamento decírtelo pero no tienes ni idea de cómo vestirte.

— ¡Oye! —Le di un golpe en la nuca, dado que mi mano todavía se encontraba jugueteando con su cabello y Evan rió con suavidad, aprovechando el impulso del golpe para tirarse hacia adelante y plantar un beso justo entremedio de mis pechos. Gemí sin poder evitarlo, apresando su cabeza de forma instintiva en un intento de prolongar aquella erótica sensación.

Evan gruñó algo apenas perceptible, trazando un camino con sus labios por el borde superior de mi camiseta, insinuando un contacto que no llegaba a culminar. Maldije, al tiempo que me dejaba vencer por la incómoda posición y cruzaba una pierna por encima de las suyas para quedar de rodillas encima de él. En esa ocasión sentí como sus labios se curvaban en una sonrisa, mientras jalaba de mi camiseta hacia abajo y dejaba la parte alta de mis pechos desnuda a la exploración de su juguetona boca. Evan lamió, beso y mordisqueo mi sensible piel, haciéndome soltar varios gemidos de aprobación y deseo. Cuando finalmente metió su mano bajo mi camiseta y de un tirón la sacó por encima de mi cabeza, mi respiración ya estaba trabajando al doble y sólo quería sentirlo en mí, sobre mí, debajo de mí. Realmente la posición era lo de menos.

Evan me observó a conciencia con sus bellos ojos grises, dándole un repaso extra a mis pechos enfundados en un simple sostén de algodón.

—Ya criticaste mi ropa, así que si esperabas encaje... buena suerte, amigo. —Como toda respuesta él rió, estirando una mano hacia mi hombro para coger uno de mis breteles y arrastrarlo por mi brazo hacia abajo. Uno de mis pechos quedó al descubierto, evidenciando lo mucho que me excitaba el simple hecho de tener su mirada sobre mí. Jadeé tomando una brusca bocanada de aire y él se inclinó, mas no llegó a besarme sino que soltó un soplido tibio sobre mi sensible pezón—. Oh...

Mientras me sometía a ese estado de sensual anticipación, estiró su otra mano con lentitud y terminó por bajar por completo mi sostén, de modo que éste alzara mis pechos como en una voluntaria entrega. Me observó y yo lo observé de regreso, esperando.

—Realmente eres hermosa —murmuró, sin hacer ademan de tocarme.

Mordí mi labio con fuerza, tratando y fallando en controlar mi impaciencia.

— ¿No vas a hacer nada? —le espeté, brusca y cariñosa como de costumbre. Evan sonrió completamente calmado.

— ¿Qué quieres que haga?

— ¿No te gusta lo que ves? —Estaba a un segundo de taparme, pero el modo en que frunció el ceño me detuvo.

—Me encanta lo que veo, te lo acabo de decir.

—Entonces...

—Me gusta jugar con tu impaciencia... —Sentí la suave presión de su índice sobre mi pezón izquierdo y mi cuerpo vibró con necesidad—. Eres como un huracán... tan llena de energía, tan... —Tomó una pequeña bocanada de aire, al tiempo que su mano se cerraba sobre mi pecho sin llegar a abarcarlo todo. Sí, tenía una buena delantera, lo admito. No siempre resultaba práctica a la hora de vestirla, pero no existía hombre heterosexual que pudiera resistirla—. Voluble e impredecible... —Evan se inclinó hacia mí, murmurando sus siguientes palabras contra mi piel—. Tan malditamente imposible... escapar de ti.

Mi garganta emitió un ligero grito ahogado, mientras él tomaba mi pezón entre sus labios y terminaba aquella eterna tortura con las caricias húmedas de su lengua. Evan tiró de mis caderas hacia abajo, obligándome a sentarme sobre su regazo y rozar la más que evidente erección contenida por la fuerte tela de sus jeans. Gemí y me froté contra él como una gata en celo, algo que no pareció desagradarle en lo absoluto.

—Evan... —musité sin motivo aparente, al tiempo que él liberaba mi pecho y subía para tomar mi boca con una pasión que iba en aumento. Lo besé y le permití besarme, disfrutando demasiado del empuje de su cuerpo contra mi centro. Diablos, lo necesitaba allí—. Evan...

—Espera. —Sin agregar más, clavó sus dedos con firmeza en mis caderas y con un movimiento decidido, me elevó hasta que de algún modo quedé tendida de espaldas sobre el sofá y él acabó encajado entre mis muslos. Oh, sí, mucho mejor así—. Dios, Daphne... —Me besó con fuerza—. Desde que entraste en ese despecho supe que ibas a traerme problemas.

Reí por lo bajo, tomando su rostro entre mis manos. Quería sonar enfadado, pero era algo difícil de creer su frustración cuando su cuerpo parecía más que feliz de estar pegado al mío.

—Resististe bastante —me burlé, dejando que una de mis manos vagara por la parte frontal de su pecho. Resultaba que estaba demasiado vestido para mi gusto.

—Necesito que me digas algo.

La repentina seriedad en su voz, hizo que me detuviera en mi tarea de desnudarlo y le ofreciera mi atención.

— ¿Qué?

— ¿Qué es lo que quieres? —Parpadeé, sin entender su pregunta y al parecer él lo notó al instante—. ¿Qué tipo de relación quieres?

—Am... —No me había parado a pensarlo, no tenía por costumbre encontrarme con tipos sexys que me desearan más que un buen viaje—. No sé... ¿podemos discutirlo luego?

Evan suspiró.

—No me gustaría ir más allá sin estar de acuerdo en lo que queremos.

— ¿Sueles discutir tus relaciones cuando estás a medio vestir y con una erección? Porque parece un tanto incomodo... —La observación logró hacerlo sonreír, pero no parecía relajado ni mucho menos. Fue mi turno de suspirar—. ¿No podemos simplemente dejar que avance a donde tenga que hacerlo?

Él pareció pensárselo un momento y tras lo que parecieron horas de silencio, bajó su cabeza lo suficiente como para dejar un beso en mi frente.

—No puedo prometerte absolutamente nada, ¿entiendes eso? —Asentí, observándolo con firmeza—. Quiero verte, quiero estar contigo pero...

Estiré mi mano para acariciar fugazmente su mejilla y de ese modo evitarle decir unas palabras que ninguno de los dos quería oír.

—No quieres una relación de novios. —Me miró sin responder, aunque me resultó evidente que no necesitaba hacerlo. Sus ojos reflejaban de forma clara lo que quería y aunque sus deseos no coincidían con los míos en lo absoluto, no fui capaz de hacer que mi boca lo dijera. Había mucho oculto detrás de su mirada cautelosa y yo no estaba dispuesta a presionarlo para sonsacarle nada a la fuerza, él no quería ese tipo de acercamiento—. Está bien por mí, Evan. Yo tampoco quiero una relación, estoy demasiado ocupada para hacerme cargo de un novio —mentí, agradeciendo que mi tono no titubeara ni una vez.

Un peso simbólico pareció bajar de su espalda, como si finalmente pudiera relajarse ante la idea de querer tener una aventura conmigo. Se volvió a inclinar para besar duramente mis labios, de algún modo parecía estar sellando nuestro acuerdo. Fue un beso amargamente dulce. Y casi en ese segundo comprendí que acababa de aceptar la peor estupidez de mi vida.

Evan estaba equivocado, yo no era ningún huracán. Él lo era y estaba segura que su paso por mi vida, terminaría devastándolo todo.

—Evan... —Acaricié su cabello, apartándolo un poco. Me sonrió, viéndose tan infantil y adorable que de ser posible, me enloqueció un poco más por su persona.

— ¿Me muestras tu cuarto?

Asentí, la suerte ya estaba echada.

_____________________________________

Lucas: Chicos, después de tanto tiempo, me gustaría darles una noticia.

Neil: Lo sabemos.

Lucas: ¿Cómo? ¿Quién se los dijo?

Dimo: ¡Por favor, era evidente!

Lucas: ¿Lo era?

Jace: La verdad es que yo me esperaba otra cosa... no sé qué pensar.

Cam: Te entiendo, Jace, a mí tampoco me hizo muy feliz.

Lucas: ¿Qué? ¿Por qué?

Neil: ¡Es injusto! 

Evan: Es parte de la vida, Neil.

Dimo: Si tan solo me hubieran dejado hacerlo...

Lucas: ¿¿Disculpa?? ¿Cómo que hacerlo tú?

Dimo: Pues claro... o Iker, estoy seguro que cualquiera de los dos habría hecho un mejor trabajo.

Lucas: Óyeme que...

Iker: Por supuesto, todo el mundo sabe que si lo hacía yo el resultado habría sido positivo.

Lucas: Pero...

Neil: Claro que no, yo lo habría logrado. Y sin ayuda de nadie.

Lucas: Yo no necesité ayuda de nadie ¬¬

Neil: ¿Eh?

Dimo: ¿De qué demonios hablas, Lucas?

Lucas: ¿Cómo que de que estoy hablando? ¡¿No estamos hablando de lo mismo?!

Neil: No sé, yo hablaba de que Evan perdió en los Wattys. ¿Ustedes?

Dimo, Evan, Iker, Jace, Cam: También. 

Lucas: Oh... eso. Eh... bueno, ¿dedicatorias? 

Neil: Permiteme desempolvar la lista... este capítulo va dedicado a... teenbabyme que es mexicana y realmente su argumento me pudo. Con algo de demora, cariño, esto va para ti desde lo profundo de nuestros corazones. 

Dimo: Es cierto, si bien el capítulo es para ella, también va dedicado a todos nuestros lectores mexicanos. 

Jace: Los pensamos con mucho cariño y les enviamos muchos abrazos a ese gran pueblo de luchadores. 

Neil: De repente me han dado ganas de aprender palabras típicas de México, ¿quién me ayuda?

Iker: Tal vez alguna amable señorita del publico. 

Cam: Momento... al final de cuentas, ¿qué quería Lucas? 


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro