Papá sabe
¡Hola!
LEAN ESTO: como algunos sabrán me estoy mudando a LitNet (sí, sí, ya escuché varias opiniones al respecto), creo que es mi decisión publicar donde me sienta más cómoda y esa comodidad últimamente no la siento mucho por acá. En fin, voy a seguir subiendo capítulos de esta y la otra historia por acá, pero no las voy a publicar completas. ¿Qué significa esto? Cuando me esté acercando al final, los últimos tres o cuatro capítulos (la historia en su totalidad) va a estar disponible en LitNet, al menos hasta que me ponga al corriente con las actualizaciones.
Si me quieren seguir por la otra plataforma, tengo el mismo nombre que acá y el link está en mi perfil. Hagamos de esta transición algo lindo para todos, sé que a varios no les gusta la idea pero es cuestión de acostumbrarse a algo nuevo. Besos!
Capítulo XXI: Papá sabe
Daphne.
¿Mi casa esta noche? ;)
Jugueteé con la correa de mi bolso de forma ausente, mientras estudiaba por vez numero quince el mensaje que Evan me había enviado. No había mucho que analizar, ¿cierto? La propuesta era clara por donde se la mirase: Evan + Daphne = noche a puro orgasmos.
¿Para qué voy a negárselos? Mi cuerpo y el suyo parecían entenderse a un nivel superior, a un nivel cósmico celestial, a un nivel de sexualidad y sensualidad pura, se los digo. Cuando ambos nos quedábamos sin ropa todo marchaba a las mil maravillas, de repente sabía que mi cuerpo era perfecto, que él me deseaba y que con un simple roce de mi mano podía obrar un pequeño milagro. Entonces, ¿por qué no le respondes con un efusivo "siiii", Daphne? ¿Qué pasa con tu impulsividad?
Si se están preguntando eso, pues pónganse cómodos y vayamos a por la explicación.
***
Aun cuando le había arrancado a Evan una petición de noviazgo renuente, en realidad estaba bastante entusiasmada por la idea de que nos paráramos en terreno más firme ¿saben? No es que súbitamente creía que iba a presentárselo a mis padres o a firmar los papeles frente al cura ni nada por el estilo, pero él me quería en su vida y si eso suponía ponernos una etiqueta, al parecer no iba a negarse.
Aja, hasta allí todo perfecto.
Pero entonces él me dejó a solas con Noel, y no piensen que ella me maltrató de alguna forma, en lo absoluto. Ella simplemente fue sincera conmigo, lo cual, dicho sea de paso, no fue fácil de digerir. ¿No se dice por ahí que la verdad lastima cuando más verdad es?
Pues bueno... me tomarían al menos tres capítulos contarles detalladamente todo lo que hablé con Noel aquella mañana—ella habla mucho (sí, más que yo)—, pero si he de rescatar una parte fundamental de nuestra conversación para que ustedes cojan la idea sin problemas, esa sería la siguiente:
—Puedo ver que te importa mucho —me dijo, afanándose por disponer todo en la isla para el desayuno que Evan había bajado a comprar—. Y estoy bastante segura de que también le importas.
—Eso está muy bien, ¿no?
—¡Claro! —Noel hizo una mueca mientras se volvía hacia la estufa y revisaba innecesariamente el agua para el café. En algún lugar no muy lejos, se escuchaba el sonido del reloj pasando los segundos y un ronroneo bajo de Mc proveniente del cuarto de baño, aguardando tan impacientemente como yo a que ella se explayara o quizás simplemente aguardando a que le llevara su comida—. Creo que eres una persona estupenda —admitió con un susurro de voz. Asentí en acuerdo, pues yo también lo creía—. Por eso no me gustaría que lo pasaras mal, pero conozco a Evan desde hace mucho tiempo y... sé que haría hasta lo imposible para hacer felices a las personas que lo rodean, incluso ignorar su propia felicidad.
Fruncí el ceño, Mc maulló con mayor ahínco reclamando su comida desde el baño. Pero yo no me veía capaz de cumplirle y llevarle el platito que Evan le había preparado antes de irse a comprar, yo necesitaba escuchar a Noel.
Lo siento, McDonald.
—¿Eso qué significa?
Noel se volvió para ofrecerme una sonrisa nerviosa.
—Ha pasado por mucho y no me corresponde a mí hablar sobre eso, pero siendo sincera... Evan... —suspiró y otro segundo pasó en el reloj—. Su corazón no se conmueve fácilmente, Daphne. —Me miró con firmeza—. Creo que deberías ser consciente de ello, él te podría dar todo lo que tiene, pero no todo lo que es.
Asentí en silencio y ella me sonrió con pesar. Después de eso la conversación discurrió por otros caminos y yo lo agradecí, aunque no fui capaz de borrar de mi cabeza aquella advertencia que me había dado Noel.
"Su corazón no se conmueve fácilmente" solo podía leerse en un solo sentido: "Él no va a enamorarse de ti". Noel quería que yo entendiera aquello, quería que viera lo que yo ya venía viendo en el poco tiempo que llevaba conociendo a Evan; él sería complaciente conmigo y básicamente aceptaría cualquier cosa que yo le pidiera porque en cierta forma me estimaba y quería hacerme feliz. Pero no iba a darme su corazón. No entendía por qué o ni siquiera estaba segura de confiar completamente en la palabra de Noel, pero la semilla ya había sido sembrada en mi cabeza y lentamente comenzaba a echar raíces.
***
Así que a su explícito mensaje cargado de una coqueta tensión sexual, le respondí un quedo:
Noche de chicas con Er, lo siento.
Por su parte, él no me hizo esperar por su réplica.
Sin problemas, diviértanse mucho. Avísame cuando estés libre.
Y si tengo que hablarles sin tapujos, deberían saber que de ese mensaje ya pasaron tres días. Me gusta creer que no soy una persona inclinada al drama, que voy de frente y acepto lo que me toca por bueno o malo que fuera, así que no entendía por qué me había llamado a mí misma al silencio. Después de todo, si quería estar segura de algo, debía preguntarlo y atenerme a las consecuencias; pero sinceramente ¿qué conseguiría presionándolo a que me hablara honestamente de sus sentimientos? ¿Cómo podía exigirle que me dijera si sería capaz de amarme alguna vez? ¿Siquiera yo sabía si era capaz de amarlo a él?
Era demasiado complejo como para intentar averiguarlo, no nos conocíamos tanto como para hablarnos de amor. Así que opté por una medida completamente infantil y que desaconsejo para todas las lectoras presentes; me dediqué a ignorarlo. Si lo veía avanzando por un pasillo de la empresa en mi dirección, tomaba un brusco giro y ponía entre nosotros tantas personas como era capaz de encontrar a mano, si me sonreía desde la puerta de su oficina yo parpadeaba hacia el vacío como si nunca lo hubiera visto, si intentaba iniciar una conversación conmigo junto al dispensador de agua yo me engullía un vaso de sopetón y con la boca llena me disculpaba para escapar de regreso a mi cubículo.
Y así, pareciendo una estúpida con un severo retraso de maduración, fui capaz de evitar el inminente enfrentamiento con Evan. Cuando finalmente llegó el fin de semana, el esfuerzo de evitar a un hombre que ejercía un control total sobre mis hormonas me había agotado física y mentalmente.
Condición que, deberían saber, no es la mejor cuando debes recibir la obligada visita de tus padres. No se habrán olvidado de eso, ¿no?
—¡Daphne, cariño! —Yo la verdad lo había olvidado por completo, pero el abrazo duro y fuerte de mamá, no me permitió ignorarla por mucho tiempo—. ¡Estás preciosa! ¿No está preciosa, Kike?
Kike o Enrique es mi padre, el hombre de los refranes chuscos y una paciencia que podría competir contra la del Papa. Estoy segura de que se los he mencionado en el pasado.
—Sin duda —corroboró él, estirando una mano para revolver mi cabello como si me tratara de un crío—. ¿Y Erin?
—Está en la cocina —les expliqué, al tiempo que cogía una de las pesadas maletas de mamá y auxiliaba a mi padre en la complicada empresa de cargar tanto equipaje—. ¿No se quedaban por una semana?
—Tu madre quería estar segura de traer lo necesario.
—¿Entonces empacó la casa? —le pregunté por lo bajo, papá sonrió y mamá se detuvo a medio camino de la cocina para fulminarnos con la mirada.
—Dejen de cuchichear ustedes dos —nos regañó, volviéndose aireadamente para retomar el paso. Papá se encogió de hombros terminando se empujar las maletas hacia un lateral del pasillo donde no molestaran y luego seguimos a mamá a la cocina.
—¿Dónde está ese pretendiente tuyo? —le preguntaba a Erin en ese momento, la cual se esforzaba por seguir la conversación y no descuidar la olla que tenía en la estufa.
«Trabajando» respondió con una sonrisita ladeada.
—Hm... ¿trabaja en fin de semana?
«Trabaja mucho»
Tanto Erin como yo sabíamos que Dimitri no estaba trabajando, pero ella quería tantear el terreno antes de lanzar a su novio a los tiburones. Es decir a mamá y papá. Después de todo, el ruso sería padre en unos meses y no sería lindo que el pequeño irlandés (como lo llamaba Didi) se quedara huérfano tan pronto. Mamá podía ser una fiera cuando se trataba de la protección física y sentimental de uno de sus pollitos. Y Dimitri, bueno, era Dimitri. Asumo que no necesitan mayores explicaciones al respecto.
—¿Y qué hay de ti, Daph, algún pretendiente nuevo?
Parpadeé, tomada por sorpresa y me tomé un largo segundo para sacudir la cabeza en una negación.
«¿A qué equipo le va?» le preguntó papá a Erin, gracias a Dios desviando la atención de mi persona.
«El Barça»
—¡Ja! Ya me cae bien ese chico. —Miró a mamá completamente orgulloso—. No sé tú pero yo ya lo apruebo.
—Como si importara a qué equipo le vaya, Enrique. No seas tonto, yo quiero hablar con ese muchacho y conocerlo bien. —Apretó levemente el brazo de Erin en un gesto cariñoso—. Mi niña debe estar con alguien que la cuide.
«Yo me puedo cuidar sola» apuntaló mi prima, mientras se llevaba un trocito de zanahoria a la boca.
—Claro, claro, pero todo es más fácil cuando se comparte de a dos —señaló, dándome una breve mirada de soslayo.
Sepan que mamá nunca perdería la oportunidad de recordarme que estoy soltera y que debería hacer algo al respecto para solucionar esa carencia. Y no es porque fuese malvada o quisiera hacerme sentir mal, simplemente era una mamá chapada a la antigua que veía en mi soltería un motivo de preocupación.
—Al menos no le gusta el patinaje artístico ¿no? —instó papá, robándose para sí otro trocito de zanahoria. Erin negó al instante.
Mamá bufó sin responder, yo me limité a rodar los ojos. Ese comentario, básicamente, se debía a que al gusano no le gustaba el fútbol y en aquellos tiempos cuando papá le cayó con su interrogatorio típico, el otro idiota no tuvo mejor idea que responder con honestidad: "No miro fútbol señor Cánovas" a la cual papá lo increpó con la curiosidad de quien mirase a un espécimen de otra galaxia "¿entonces qué miras?", el gusano volvió a escoger la honestidad y respondió: "últimamente me he puesto a ver el patinaje olímpico".
Deberían saber que entonces las olimpiadas estaban en auge y que probablemente el gusano solo quiso sonar importante, al mostrar que veía algo más que los juegos comunes que todos conocemos. Pero a papá aquello le cayó como una patada al hígado y nunca se cansaba de burlarse del hecho de que me había conseguido un novio que miraba patinaje y que pensaba que eso era un deporte para hombres.
Papá fue el primero en felicitarme cuando lo dejé.
—Lo importante es que ese chico quiera a nuestra Erin —sentenció mamá, dando por zanjado el asunto de los deportes. Papá no discutió, papá nunca discutía con mamá, él era como su fiel súbdito.
Pero de todas formas se acercó a Erin y le tocó el codo para que lo mirara.
—Ya sabes lo que dicen... el hombre es como el oso, mientras más feo más hermoso.
Erin soltó una breve carcajada, mientras mamá hacía lo posible por no regañarlo. La simple idea era una completa pérdida de tiempo, si en algún momento a alguien se le ocurre silenciarlo, él simplemente responde con otro y otro refrán. Así que lo mejor era solo dejarlo ser.
Afortunadamente para nosotros, el timbre interrumpió a tiempo haciendo parpadear las luces de la cocina y ofreciéndome un escape. Me aferré a aquella salida con uñas y dientes, disparándome hacia la puerta sin pensarlo dos veces. Cualquier cosa era mejor que tener que enfrentar una conversación sobre novios con mis padres presentes, hasta estaba dispuesta a escuchar a esos religiosos que tocan a las puertas todos los domingos. Lo juro.
Pero no había forma de que estuviese preparada para lo que encontré en el umbral de mi pórtico, o mejor dicho, a quien encontré allí de pie como si nada. Lo miré atrapada en una especie de estado de shock pos traumático, mientras él me devolvía la mirada con cierta timidez y una sonrisa que hacía amago de aparecer.
—¿Qué...? —comencé a decir, pero las palabras no me acompañaron más allá.
—Hola, Daphne —me saludó, hamacándose nerviosamente sobre sus talones. Yo parpadeé una, dos y hasta tres veces esperando que de un momento a otro se desvaneciera en el aire, pero no, él seguía allí. Él estaba allí mientas mis padres se encontraban a una habitación de distancia, poniéndose todos nostálgicos por mi falta de vida amorosa—. ¿Puedo pasar?
Boqueé, tomando una muy ligera inhalación. Finalmente mis neuronas comenzaron a hacer sinapsis y fue capaz de reaccionar, sacudí la cabeza en una contundente negación al tiempo que empujaba la puerta con toda la intención de cerrarla en sus narices. ¿Cómo tenía la desfachatez de aparecerse en mi casa? ¡¿Cómo?!
—¡Gastón, eres tú! —Pero estúpidamente no fui lo bastante rápida en mi decisión, razón por la cual mi madre terminó viéndolo desde el otro extremo del pasillo y con una sola mirada de advertencia frustró mis planes de echarlo fuera a fuerza de empujones—. ¡Gastón! —volvió a exclamar, pasando junto a mí para poder darle un abrazo que en parte me dolió.
Él me miró por sobre el hombro de mi madre, casi como si me estuviera pidiendo disculpas por ello, lo ignoré. No me sentía capaz de mirarlo abrazar a mi madre como si el tiempo y sus canalladas no hubiesen pasado nunca.
—Hola de nuevo, señora Cánovas —saludó Gastón, conocido vulgarmente por nosotros como el gusano apopléjico: razón, motivo y circunstancia que me llevó a contarles mi historia, si se acuerdan de él ¿cierto?
—¡Oh, qué gusto es verte por aquí! —Mamá le apretó una mejilla cariñosamente, dando un paso a un costado para invitarlo a entrar. Yo me interpuse al segundo—. ¿Daphne?
—Él no es bienvenido aquí —dije entre dientes, dirigiéndome exclusivamente a mi progenitora.
—Daphne, no seas descortés —amonestó ella con tono ligero.
—¿Qué no sea descortés? —le lancé de regreso—. ¿Quieres que le eche un camino de rosas y la alfombra roja al tipo que se acostó con mi vecina en mi cama? Perdón, madre, no sabía que era descortés por mi parte tenerme algo de amor propio.
Ella suspiró, dándome una mirada cargada de congoja que caló en lo profundo de mi alma. Si había algo en lo que mamá era buena, era en manipularme y hacerme sentir como la peor hija del mundo. Por extraño que les parezca, aun frente a la evidencia presentada, mamá seguía enamorada de Gastón y todavía pensaba que nosotros podíamos salvar nuestra relación. Ella simplemente no entendía que él era un gusano.
—No quiero molestar —murmuró él, haciendo que ambas lo mirásemos—. Solo venía a traerle las llaves del departamento, señora Cánovas.
—¿Llaves? —inquirí completamente perdida.
—Oh, pues verás, papá y yo sabemos que este lugar es demasiado chico para que quepamos todos. Así que llamé a Gastón antes de venir para que nos encontrara un departamento donde quedarnos. —La explicación tenía su lógica, el gusano trabajaba en bienes raíces, pero de todos modos eso no justificaba la traición de mis progenitores. Para nada—. Él ha sido tan amable en procurarnos un sitio en tan poco tiempo.
—No ha sido problema —replicó él, sacándose un juego de llaves del bolsillo para tendérselo a mamá—. Es un gusto poder ayudarles. —Volvió el rostro un tanto para clavar sus ojos color miel en mí—. Fue lindo verte de nuevo.
No le creí, pero la familiaridad en esa mirada y en su tono de voz despertó un estúpido anhelo por un pequeño segundo. Y en ese insignificante momento, deseé que fuera sincero.
—¡Pero no puedes marcharte sin más! —exclamó mamá, tomándolo de la manga para sacarlo de mi campo visual—. Estamos haciendo un rico almuerzo, ¿por qué no te quedas? Nos pondremos al día.
—No quiero ser una molestia.
Quería decirle que lo sería sin importar qué, pero mamá estaba actuando mucho más rápido que yo y el estúpido anhelo sellaba mis labios. Dios, soy tan patética.
—¡Tonterías! —lo acalló ella, ya teniéndolo medio pasillo adentro, mientras todo mi ser se quedaba anclado junto a la puerta—. Todos somos lo bastante adultos como para poder tener una comida en paz. —No me di por aludida, aunque sabía que esa advertencia era para mí.
—¿Quién era? —La pregunta llegó junto con papá que se unió a nosotros en el pasillo. Le tomó alrededor de dos segundos ver a Gastón junto a mamá, mi rostro y las enormes probabilidades de que se desatara una tormenta en el recibidor—. Ah, el patinador.
—Señor Cánovas. —Le tendió la mano para saludarle, pero papá pasó de él como el hombre adorable y genial que yo sabía que era.
—¿Qué quiere este? —le lanzó a mamá sin rodeos, ella rechinó los dientes pero aun así se las ingenió para sonreír.
—Vino a traernos las llaves del departamento, Kike.
—¿Y no podía echarlas por el buzón?
La respuesta de mamá quedó colgando de su boca, cuando por segunda vez en ese día, las luces parpadeantes del timbre interrumpieron en el momento indicado. Todos volvimos el rostro hacia la puerta, pero como yo estaba más cerca lógicamente fui la que me moví para abrirla.
Pasaron dos latidos.
—¿Quién es? —preguntó mamá a mis espaldas. Él frunció el ceño con curiosidad ante la voz extraña y lentamente elevó sus ojos por encima de mi cabeza para observar al grupo de lunáticos congregados en mi pasillo.
Hubo un pequeño jadeo por parte de mamá, algo similar a un chasquido por parte de papá y un absoluto silencio del sitio que ocupaba el gusano. Me volví para mirarlos, ellos a su vez miraban al espécimen de psicólogo que estaba bajo el quicio y él les devolvía el escrutinio con absoluta calma.
—Hola —musitó Evan. Mamá parpadeó, el gusano frunció el ceño y papá dirigió sus ojos hacia mí.
«¿A este le gusta el fútbol» me preguntó en lenguaje de señas, a la cual solo pude asentir con suavidad.
Todo era demasiado surrealista para hacer algo más y créanme, esto no era más que la punta del iceberg que se avecinaba.
__________________________________
Neil: ¿Ya empacaste tus limpiadores?
Jace: No voy a tocar esa maleta hasta que la desinfectes, Neil, apesta a encierro.
Neil: Llevamos mucho tiempo aquí, ¿qué esperabas rosas y jazmines?
Bastian: ¿Qué pasa con mi mujer?
Neil: Me refería a la flor, solo a la flor.
Dimo: No le temas a ese, ni siquiera sabe manejar un florín.
Bastian: ¿para qué querría manejar un arma tan anticuada?
Lucas: Conozco a un conde al que no le gustará eso.
Iker: No se puede esperar mucho de la chusma.
Neil: Entonces, ¿ya todos tienen sus cosas?
Didi: No sé por qué la emoción, solo nos mudarán a otro apestoso sótano sin ventilación...
Todos: ¡Shuuuuuu!
Neil: ¿Quién le quitó la mordaza? ¡Iker, la espada!
Iker: Voy...
Neil: Evan, encárgate de esta dedicatoria, tenemos que reeducar a una oveja descarriada.
Didi: O_O ¡no en mi bello rostro! ¡Por favor, mis fans sufrirán más que yo!
Evan: (...) En fin... este capítulo va dedicado a Phany22 que estuvo atenta a nuestra cuenta en IG para reclamar la dedicatoria. Felicidades Stephy, me alegro tanto que esperes las actualizaciones de esta historia. Te envío un beso grande, ¿tú quieres decirle algo?
Iker: Gracias por pensar en mí, señorita Stephy. Eso demuestra que aunque haya un nuevo conde en la casa, sigo siendo el mejor.
Bastian: ¿Ja?
Lucas: Solo nos resta decir que esperamos que muchos se sumen a nuestra mudanza, necesito que alguien me dé un aventón ¿quién se ofrece? ;)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro