Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Mentira, verdad

Ya saben... a veces las musas no cooperan ni bajo amenaza, pero bueno. Ya estamos. En la imagen una idea de cómo sería Evan, ya saben que eso es a libre interpretación. Me lo imaginan como quieren, obvio, lo mío es una mera ayudita visual ;) 

Capítulo III: Mentira, verdad

De pequeña solía mirar las cosas fijamente, con la idea remota de que podría alterarlas o moverlas con el poder de mi mente. Muy al estilo de Carrie, ¿verdad? De todos modos nunca me funcionó. Y me parecía una completa estupidez estar repitiéndolo a esta altura de mi vida, pero me veía incapaz de apartar los ojos del minutero del reloj. Una diminuta (e inocente) parte de mí, esperaba que mis poderes decidieran manifestarse de una vez por todas y me evitaran pasar por lo que sin duda sería una nueva experiencia traumática.

El teléfono sonó, sacándome de mi ensueño.

—CMR soporte técnico, le habla Daphne, ¿en qué puedo ayudarle?

Respondí llamada tras llamada en piloto automático. No es como si alguna vez en realidad pensara en las respuestas que daba, dicho sea de paso. La empresa nos había provisto de manuales más que completos, de modo que el personal contratado no tuviese que hacer un desgaste neuronal allí.

Esa era la confianza que nos tenían. De todos modos... lo sé, irrelevante.

Sacudí la cabeza, faltaban menos de veinte minutos para las doce del mediodía. Al final de cuentas no había podido detener el inminente avance del tiempo. No que hubiese mantenido muchas esperanzas.

Suspiré audiblemente. Iba a ser el hazmerreir de toda la empresa. Iba a tener que soportar la burla de Lady Lucifer y para colmo, lo que tal vez sería desprecio o pena por parte de mis amigas. Era difícil decirlo a ciencia cierta. Como si no hubiese tenido suficiente de eso después de mi ruptura con el gusano, parte de mí ya hasta casi esperaba que me despreciaran por embustera corrompedora de dietas. Se los digo, en cuestiones de egos golpeados, yo podría candidatearme para la presidencia. Y eso no era en lo absoluto, algo por lo que sentirse orgullosa.

Colgué una llamada más, sin saber si había o no sido de ayuda para el cliente. No podría importarme menos. Empujé mi silla con ruedas hacia atrás y me incorporé con la simple necesidad de poner la sangre en movimiento. Me veía incapaz de aceptar mi caída social con tanta parsimonia, al menos debía intentar algo... pero ¿qué?

—¿Daph?

Hice caso omiso del llamado de Nadia, todavía demasiado irritada como para responderle cortésmente. Si ella no me hubiese involucrado en su cruzada personal contra Luci, yo no tendría de qué preocuparme. ¡Pero no! Había abierto su bocaza con el simple propósito de joderme un poco la vida. Porque mi apestosa y monótona vida tal como estaba, no era suficiente para ella.

Salí con paso firme hacia el pasillo, sintiendo más que notando las miradas de mis compañeros clavadas en mi espalda. Obviamente ahora yo era una atracción digna de observar, después de todo había tenido sexo con el guapo psicólogo y ellos necesitaban ver cómo fui capaz de lograr eso.

Rodé los ojos. Una vez que estuve en el pasillo, me detuve junto al bebedero sin saber exactamente por qué estaba allí. En un primer momento mi objetivo había sido el cuarto de baño, pero luego lo repensé. En verdad lo último que necesitaba era ver ese lugar, pues echaría a perder todo el esfuerzo que me tomó borrar cierta imagen perturbadora de mi cabeza. Podía decirme a mí misma tanto como quisiera que en realidad no me afectaba, pero oigan... una chica no ve un cadáver todos los días ¿saben? Era más simple pensar en ella de ese modo: un cadáver. Nada más y nada menos que eso. Era más simple que recordar su nombre, su sonrisa tímida y sus amables consejos.

Si... definitivamente no necesitaba eso.

—Cuesta pensar que ahora tendrás que hacer dos tramos de escaleras cada vez que quieras orinar, ¿no?

Me volví abruptamente hacia el ejecutor de esas palabras, notando que se había detenido a mi lado para observar la puerta del baño.

—No lo había pensado así —murmuré, realmente reparando en ello—. Supongo que tú corres con suerte.

Gavin chasqueó la lengua, reposando uno de sus brazos casualmente sobre el tanque de agua.

—Me da igual, Deborah no causaba impacto en vida... mucho menos lo haría en muerte.

Eso había sido una cosa bastante cruel para decir, pero pasé de mencionarlo. El chico de las computadoras no sabía interactuar con personas y ya todos lo sabíamos, a decir verdad, probablemente esa era la primera vez en que me miraba al hablar. ¿Y quién iba a decirlo? El desgraciado tenía ojos verdes muy claros.

—No era una mala persona —susurré, pensando que era lo adecuado para la situación.

Gavin enarcó una ceja, arrastrando sus recientemente expuestos ojos verdes hacia mí de un modo suspicaz.

—¿Nunca te has preguntado por qué sólo las buenas personas mueren? —Antes de que pudiera pensar una respuesta, él agregó—: Todos se hacen buenos en la memoria colectiva... —Hizo una mueca—. Deborah era una egoísta, no era buena persona. Si hubiese sido buena, no se habría matado en el edificio para que todos nosotros necesitemos terapia luego.

—Creo que tú la necesitabas mucho antes de la muerte de Deborah.

El destello de una sonrisa hizo amago de aparecer en sus labios.

—Tal vez... —musitó, deslizando su mirada pasillo abajo, hacia la oficina que le habían asignado a Evan—. Y aunque no es desagradable, bien podrías decirle a tu novio que no me gusta que me analicen.

—Él no es... —Gavin me silenció sacudiendo un dedo frente mi rostro.

—Trabaja conmigo, Daphne. —Fruncí el ceño sin comprender a qué demonios se refería. Por supuesto que trabajaba con él, estábamos contratados por la misma empresa—. Habla con tu novio para que no vuelvan a citarme allí y yo prometo mantener en secreto esas cosas que descargas en tu computador cuando piensas que nadie ve.

Di un pequeño respingo. ¿Acababa de amenazarme? ¿Eso había sido una amenaza?

—Yo no descargo nada —le espeté, indignada ante la mera suposición.

—No... —dijo él con una sonrisa socarrona—. Pero te puedo hacer una pedófila o adicta a la zoofilia en menos de dos minutos.

—Eres repugnante... —Gavin volvió a acallarme con su índice.

—Habla con él —aconsejó, mientras se erguía con tranquilidad—. Yo sólo quiero estar en paz con mis máquinas, nada más que eso.

—¿Y es a mí a la que van a creer una fetichista sexual?

Como toda respuesta Gavin esbozó una sonrisa de medio lado, para luego deslizarse al interior del cuarto de cómputos; su mundo y universo privado. Ni siquiera quería comenzar a pensar en las cosas que hacía allí él solo. Bueno, él y sus máquinas.

Puaj.

Antes da darle rienda suelta a mi imaginación —que les digo con temas sexuales siempre está a punto—, decidí regresar a mi cubículo con el objetivo de responder algunas otras llamadas, preferentemente mientras tuviese mi dignidad intacta. Sabía que una vez que el almuerzo pasara, mi vida laboral se convertiría en un pequeño caos que con seguridad me obligaría a pedir mi dimisión antes de la hora de salida. Pero, oigan, positividad ¿cierto?

Ni bien puse un pie dentro de mi sección, noté que Luci ya estaba fuera de su cubículo, charlando animadamente con su compañera de al lado. Nadia, Ani y Mel estaban recogiendo sus bolsos como el resto de los empleados. Había llegado. La hora del almuerzo estaba aquí.

—Daph, ¿bajas con nosotras? —La voz amable de Mel me llegó desde algún sitio de mi izquierda, pero no fui capaz de abrir la boca para responder. Mis ojos estaban fijos en Luci y cada uno de sus movimientos.

Ella le sonrió a la chica asiática con la que hablaba, le tocó un brazo con una suave palmada y luego procedió a juntar su chaqueta. Mi respiración flaqueó, involuntariamente miré por sobre mi hombro en dirección al pasillo y luego regresé mi atención a ella, se acercaba. Oh diablos, oh diablos.

Entonces mis pies simplemente comenzaron a moverse por su cuenta, no supe cómo ni por qué. En un momento estaba allí estática, mirando a Lady Lucifer prepararse como en cámara lenta, y al siguiente la estaba aventajando en el pasillo, muy consciente de sus pasos apresurados a mis espaldas. Persiguiéndome. Me volví lo suficiente como para mirarla un instante y ella me frunció el ceño con desagrado, ignoré aquello al tiempo que alcanzaba la puerta, me escurría al interior y la cerraba frente a su anonadado rostro.

Nadia tenía razón, ella era una putizorra.

—¿Daphne?

Oh, sí, claro y yo era una estúpida impulsiva, incapaz de fraguar un condenado plan. No lo señalen, por favor.

Lentamente me volteé, encontrándome con Evan de pie al otro lado de su escritorio, claramente también preparándose para el almuerzo. El saco de su traje pendía de su mano izquierda, mientras que la derecha estaba a medio camino de ingresar en la manga. Sonreí, se había quedado congelado en esa posición por unos dos segundos completos.

—¿Pasa algo? —inquirió, terminando de colocarse el saco. Tragué con fuerza, Dios, se veía pecaminoso vestido de ese modo formal.

—Em... —Sabía que debía hablar, pero ¿qué le decía? No es como si pedir su ayuda fuese una posibilidad real, ¿cierto? ¿Cierto? Es que... ¿acaso podía pedirle que me apoyara en la mentira? ¿Qué engañara a Lady Lucifer para que ella no me delatara frente a todos mis compañeros de trabajo? ¿Podía pedirle algo así a un psicólogo y no terminar efectivamente internada?

—¿Qué ocurre? —Él salió de detrás del escritorio, para acercarse hasta mí. De todos modos se detuvo a un saludable y profesional metro de distancia.

Y con eso lo supe, no podía pedírselo. Evan era un hombre formal, correcto y al parecer muy comprometido con su profesión. Él no me tacharía de loca, simplemente me vería como una patética gorda mentirosa.

Diablos.

—Yo...

Unos golpes en la puerta me detuvieron a media palabra.

—¿Evan ya estás listo? —preguntó la aguardentosa voz de Luci, claramente luchando por sonar desenfadada. Y fallando terriblemente.

Él me observó un segundo, enarcó una ceja y luego se dirigió hacia la puerta. Una vez más mis pies actuaron sin mi permiso, poniéndome delante de su cuerpo justo cuando intentaba pasar. Volvió a escrutarme, mientras una chispa de curiosidad destellaba en su mirar.

—¿Qué va mal?

—Necesito...

—¿Evan? —insistió Luci, impaciente.

—Dame un minuto —le respondió él, sin apartar sus increíbles ojos grises de los míos—. ¿Qué necesitas, Daphne?

—Hablar contigo —dije a toda velocidad, él asintió pero mi boca no volvió a abrirse.

—¿Sobre qué? —Nada, ni una palabra. Mi mente simplemente sabía que decírselo sería demasiada humillación y por eso me daba la sabiduría necesaria como para callar—. ¿Daphne?

—Esto... —Sacudí la cabeza, logrando que Evan frunciera ligeramente el ceño.

—¿Será que puede esperar hasta después de comer?

—No —repliqué al instante.

Evan volvió a asentir, mostrando mucha más paciencia de lo que cualquier otra persona manejaría a ese punto. Dio un paso hacia atrás, tal vez reparando en el hecho de que estábamos demasiado cerca y luego me observo con su sonrisa de siempre.

—Aquí estoy, tú dirás. —No, yo no diría nada, pero tampoco podía encerrarlo allí un mes entero, evitando que hablara con Luci o los demás. Tarde o temprano alguien terminaría por preguntárselo, alguien se iría en palabras y él entonces se vería envuelto en un romance del que ni siquiera tenía idea.

Demonios, no podía dejar que eso pasara. Incluso aunque me humillara diciendo que apenas me conocía, no me sentía bien dejándolo ser parte de un rumor en ese lugar. De un rumor que yo había iniciado y que lo había involucrado deliberadamente, sólo porque meter al tipo de Invictus no habría cuadrado jamás.

Suspiré.

—Evan, sólo tenemos 45 minutos —masculló Lady Lucifer del otro lado de la puerta. La mirada de él parpadeó un momento hacia ese punto, pero en esa ocasión pasó de responderle.

—Daphne puedes decirme lo que quieras.

¿Por qué era tan asquerosamente comprensivo? Sólo hacía que me sintiera peor.

—Lo lamento... —comencé, bajando la vista hacia la punta de mis zapatos—. Yo no quería... pero las cosas se salieron de control.

—¿Qué cosas? —inquirió en un murmullo. Me atreví a espiarlo por entre las pestañas, notando que se había inclinado ligeramente en mi dirección—. ¿Daphne?

—Yo mentí... —musité sin detenerme a pensarlo—. Dije algo que te involucra a ti, pero no quería que fuera a mayores. —Elevé mi mirada hacia sus ojos—. Se suponía que ellas ni siquiera iban a saber quién eras...

—¿De qué estás hablando? —preguntó, claramente sin poder coger el hilo de mi argumentación.

Solté un profundo suspiro, antes de cuadrar los hombros y dejar todo salir de una buena vez.

—Les dije a mis compañeras que tú y yo habíamos tenido sexo, se suponía que eso allí terminaba. Pero entonces ocurrió lo de Deborah y tú llegaste a este lugar, y por algún motivo aquella mentira se hizo de conocimiento público. Ahora lo saben todos en este piso... quizá para después de la hora del almuerzo lo sepan todos en la empresa. —Esbocé una sonrisa nerviosa—. Luci planea preguntarte si es cierto en unos minutos y yo...

—¿Tú qué? —Por primera vez noté que él ya no sonreía. Ni siquiera una pequeña mueca, nada.

—Yo no esperaba que nadie más lo supiera... —Evan sacudió la cabeza, presionando la boca en un rictus—. Lo siento, en verdad lo siento. Fue una mentira tonta, lo sé ahora... pero si admito que mentí, todos se burlaran de mí.

—¿Eso qué significa? —me espetó, elevando ambas cejas.

Joder estaba molesto, lo había molestado en serio.

Mordí mi labio inferior con fuerza, sintiendo que de un momento a otro rompería a llorar. ¡Demonios! ¿Por qué me pongo tan emocional en mis días?

—¿Podrías...? —Moví una mano en el aire, esperando que eso fuese suficiente para hacerme entender—. Ya sabes...

—¿Mentir? —completó él, sin sonar en lo absoluto tan solícito como antes.

—Sólo decir que nos conocemos, nada más.

—No me gusta mentir —replicó un tanto menos contundente, pero sin duda forzándose a ello.

Me odiaba. Incluso aunque no lo dijera, incluso aunque estuviera luchando por no dejar entrever sus pensamientos, yo lo sabía. Y si no era odio, seguramente era una terrible y colosal desilusión.

—Lo sé, pero...

Evan comió la distancia entre nosotros con una sola zancada, obligándome a levantar la cabeza para poder seguir su mirada.

—No me gusta, Daphne —sentenció, para luego esquivarme y alcanzar la puerta sin más.

No me volteé, ni siquiera se me ocurrió insistirle. Después de todo él estaba en su derecho de ponerme en mi lugar. Le estaba pidiendo que mintiera para proteger mi trasero, se lo estaba pidiendo porque yo no había tenido las agallas de ir con la verdad a mis amigas desde un primer momento.

Nop, no había absolutamente nada para reclamarle. Pero de todas formas, aún quería llorar por ello.

***

Los siguientes 45 minutos se esfumaron del reloj, sin que yo pudiera hacer nada al respecto. Comenzaba a sospechar que ese desgraciado estaba en mi contra. Nunca en toda mi vida, el tiempo había pasado tan rápido como en ese instante.

Coloqué los brazos sobre el escritorio y luego hundí mi cabeza en el pequeño hueco entre ellos, mientras escuchaba las primeras campanadas del elevador trayendo a mis compañeros de regreso. No quería mirar, aún cuando reconocía que mi actitud era completamente infantil, no me atrevía a levantar la cabeza.

Sentí una mano presionar suavemente mi cabello, antes de que se alejara. Probablemente era Ani, pues su cubículo estaba junto a la ventana y por consiguiente debía pasar por detrás de mí para alcanzarlo. No me moví, siguiendo la procesión de los empleados con mi sentido de la audición. Pude detectar cuando Nadia ocupó su lugar y también cuando Melanie comenzó a golpear rítmicamente su teclado, obviamente redactando alguna respuesta. Ella era muy trabajadora.

El murmullo se levaba a mi alrededor, las computadoras regresaban a la vida luego del pequeño descanso y los teléfonos iniciaban su incansable sinfonía; todo parecía normal, sólo otro día cualquiera en el trabajo. Al menos hasta que el elevador volvió a abrir sus puertas.

Nadia masculló una palabrota que voló hasta mis oídos, Mel dejó de escribir y Ani... bueno, no lo sé, ¿qué esperan de mí? No tengo oídos biónicos.

Aunque a decir verdad no los necesitaba, en cuando el murmullo colectivo comenzó a bajar, supe que Lady Lucifer acababa de entrar. Alguna fuerza interna —desconocida para mí hasta el día de la fecha— me obligó a alzar la cabeza para observarla en su avance. Podía ser que ella supiese la verdad, pero eso no significaba que tenía que dejarla verme en mi derrota.

Sus ojos conectaron con los míos en un rápido parpadeo, antes de que ella siguiera de largo hasta su lugar. Se aproximó hacia su computador, mostrándose totalmente ajena a los quince pares de ojos que estaban clavados en ella. Ani carraspeó y Nadia se incorporó.

—¿Y bien? —le espetó ella a bocajarro, ganándose a una adusta miradita por parte de la putizorra.

Luci se encogió de hombros y mi corazón se saltó un latido.

—¿Qué te dijo? —la apremió Ani, impaciente.

—Se conocen —escupió ella con acritud, para luego dejarse caer en su silla y perderse de nuestra vista.

—¡Ja! —exclamó Nadia, dejando ir una gran carcajada. Ani se inclinó hacia ella para chocar los cinco y luego me ofreció a mí su mano, a la cual tuve que corresponderle el choque.

No podía creerlo. Mientras Ani, Nadia y Mel lanzaban comentarios hacia el fondo con toda la intención de irritar a Luci, mi mente estaba en blanco. Lo único que podía procesar era que él lo había hecho, había mentido. Lo había hecho por mí. Estaba pletórica...

—Ni que fuera la gran cosa. —Al menos hasta que escuché eso. Tanto mis amigas como yo, paramos oreja a lo que Luci compartía con su compañera asiática—. Seguramente la tiene pequeña.

Alguien jadeó, probablemente fui yo. Pero no me detuve a considerarlo, al segundo me puse de pie y me encaminé hacia la parte de atrás con decisión, directo al cubículo de Luci. Ella me observó con evidente recelo, algo que hizo poco por aplacar mi rabia. ¿Cómo se atrevía a decir algo así? ¡Nadie insultaba a mi polvo imaginario en mi cara! Mucho menos después de que mintiera para apoyarme.

—¿Qué dijiste? —la apuré, colocando mis manos en mi cadera en pose desafiante. Lady Lucifer sólo elevó la barbilla, logrando que mi irritación e indignación se elevaran por las nubes. Si será perra—. La próxima vez que tengas algo para decir, no lo andes murmurando por lo bajo. Ven y dímelo de frente.

—No hablaba contigo —respondió, sonriéndome con sorna. Presioné los ojos en finas líneas.

—Pues mejor que no estés hablando de él, porque te va a salir caro. —Sin agregar más me pegué la vuelta dispuesta a volver a mi lugar, me sentía bien por haber salido en su defensa. Me parecía correcto.

—Bah...

Pero con esa simple palabra me tuve que detener, regresando mi atención a ella de forma abrupta. Quería hacerle tragar sus palabras y por alguna razón, no se me ocurrió nada mejor que decir lo siguiente:

—Para tu información no sólo la tiene grande, sino que hace maravillas con ella. —Sonreí ante su gesto de odio—. Es una pena que nunca vayas a probarlo.

Alguien se aclaró la garganta por lo bajo y la voz de Melanie murmuró algo muy parecido a mi nombre. Me giré, confusa, y entonces...

Mierda.

Él estaba allí. Por supuesto que estaba allí, escuchándome decirle a quince extraños sobre el tamaño de su miembro y sus capacidades amatorias. ¡Genial! ¿Es qué algo más podría pasarme en esta vida?

—¿Podemos hablar un segundo? —inquirió Evan, sin apartar su mirada de mí. Asentí.

Incluso a pesar de la incipiente barba que llevaba, pude notar el sonrojo en sus mejillas antes de que se pegara la vuelta para regresar a su oficina sin hacer contacto visual con nadie más. Maldije e internamente me pregunté, ¿qué había hecho Dios con mi gen para la discreción? Obviamente se olvidó de colocarlo en mí, tal y como lo hizo con mi gen para la honestidad.

_______________________

Neil: Últimamente me siento un poco usado :/

Jace: ¿Cómo así? 

Neil: Escuché por ahí que se filtraron algunas conversaciones privadas a Instagram y Fb. 

Jace: O_O ¿Tuyas?

Neil: No solo mías, hombre. ¡Nuestras! ¿Sabes lo que le pasaría a mi parte más linda si Sussy lo lee? 

Lucas: Eso te pasa por estar ofreciendo hacerle hijos a mi mujer, me alegro que haya pasado y estoy esperando a que mi hermana lo vea. Es más, le enviaré la captura ya mismo. 

Neil: Oh, vamos, ¿es que ya no se aprecia el sentido del humor? 

Dimo: No el tuyo, en realidad detesto ese grupo y espero que se acabe pronto. 

Cam: Pues a mí me divierten los juegos que propone Neil... me agrada el grupo. 

Dimo: Tú no opines, eterno pacifista. 

Evan: Dimitri, control. 

Lucas: En fin... luego de enviar la captura a Sussy, estoy listo para hacer esta dedicatoria que, por cierto, me toca a mí. Así que ya pueden ir desalojando... 

Iker: ¬¬

Lucas: Excepto el hombre de la espada, por supuesto. 

Iker a Dimo: Así es como aprenden los plebeyos.

Dimo: Tomo nota. 

Lucas: Ejem... claro, Danny querida este capítulo es para ti. Sé que solo lees esta historia para poder verme, así que lo agradezco de todo corazón. Me encanta saber que no importan cuántos tipos con cuchillos o espadas aparezcan, yo sigo siendo tu favorito. Un beso, cariño. Espero que lo hayas disfrutado tanto como yo ;)

Neil: Luego dicen que yo hablo con doble sentido. Esperen que mando esta conversación a Keila, a ver qué piensa de ese "espero que lo hayas disfrutado tanto como yo" tsss

Lucas: Iker, la espada. 

Evan: Pronto las dedicatorias a las ganadoras del concurso de IG. No nos olvidamos :D

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro