1º Algo personal
¿Posibilidades de que Tammy haga una maratón? 0
¿Posibilidades de que Tammy se haya golpeado la cabeza contra algo? Mmm Altas...
¿Posibilidades de que Tammy haya sido secuestrada y forzada a escribir por uno de ustedes? Uff MUCHAS.
Es broma xDD Soy una persona libre y feliz con lectores buenos que nunca me encadenarían a un teclado. NUNCA jajaja
Ya me calmo, lean :P
Capítulo XXVI: 1º Algo personal
—Dime qué te tiene tan nerviosa... —Ella jugueteó con la servilleta de papel que tenía en su mano, arrancándole pequeños trozos que iban cayendo sistemáticamente sobre su falda. Carraspeé, haciendo que se enfocara—. ¿Quieres decirme de...?
—Lo sentí —murmuró, cortándome a media frase. Asentí con suavidad, aguardando porque continuara—. Anoche, lo sentí.
—¿Qué sentiste?
—Lo sentí moviéndose. —Se llevó una mano a la boca como si la simple enunciación de aquello le doliera.
—Diana... —Ella sacudió la cabeza, sin responder—. Diana, mírame. —Ante la firmeza de mi tono, ella alzó la mirada para encontrarse con la mía—. ¿Sentiste al bebé moverse?
—Sí... —susurró con la voz rota—. Está vivo... en mí.
—Eso está bien, Diana. Recuerda que el bebé te necesita para seguir creciendo y ser un niño fuerte.
Esbozó una temblorosa sonrisa.
—Él me va a acompañar ahora —dijo con un leve halo de convicción—. Va a estar conmigo.
—Así es, va a estar contigo —señalé, inclinándome ligeramente hacia ella—. Diana, que el bebé se mueva es algo normal y bueno.
—Una parte de Mitch.
—Una parte de Mitch —repetí, logrando que ella asintiera y algo del miedo abandonara su mirada—. Tú tienes una parte de Mitch contigo y necesita que seas fuerte, necesita de tu ayuda...
—A veces cuesta tanto, Evan. Es muy difícil.
—Lo sé. ¿Pero recuerdas lo que hablamos sobre hacer cosas difíciles? —Ella volvió a desgarrar la servilleta, moviendo la cabeza en una sutil afirmación—. Una cosa a la vez, Diana. Hacemos eso que nos da miedo primero y entonces vamos conquistando, vamos ganando coraje para enfrentar cada vez desafíos mayores. Y no estás sola en esto.
Diana me regaló una pequeña sonrisa. La primera real desde que había llegado.
—Serás el padrino.
—¡Vaya! Pues me siento muy honrado. —En esa ocasión fui yo quien sonrió, al tiempo que notaba como sus ojos se deslizaban hacia el reloj de arena sobre mi escritorio.
—Se acaba la hora. —Asentí, también mirando la apresurada caída de los últimos granitos—. ¿Por cuánto tiempo es el receso?
—Solo hasta que acaben las fiestas —le indiqué, poniéndome de pie con ella para ayudarla con su tapado—. Pero estaré disponible en mi teléfono para lo que necesites, ¿de acuerdo?
Diana suspiró dándome un asentimiento dudoso. La mitad de mis pacientes me habían respondido del mismo modo al enterarse del receso que me tomaría. Ni siquiera serían dos semanas, pero eso no los consolaba mucho.
—Intentaré no molestarte.
—No serás molestia —aseveré con honestidad—. Si necesitas cualquier cosa quiero que me llames, Diana. No estaba mintiendo cuando te dije que no estás sola.
Sus ojos destellaron con la inconfundible presencia de lágrimas, mientras se colocaba una mano sobre el abdomen con cautela. Tenía pocos meses de embarazo, casi la misma cantidad de meses que llevaba viuda. Y estaba teniendo un muy mal momento para poder procesar sus emociones, por un lado estaba intentando llevar su luto y al mismo tiempo mantenerse integra para su bebé. Era una situación compleja por decir poco.
—Gracias por todo, Evan... —hizo una breve pausa, echando una mirada en torno a la habitación—. Supongo que nos vemos en el nuevo año.
—Aquí estaré.
Acompañé a Diana hasta la salida, aguardando hasta que se despidió de Marcia y una vez que se hubo marchado, me volví hacia mi secretaria.
—Supongo que eso es todo por hoy.
—Ha sido un día largo —aceptó ella, mirándome desde su escritorio con gesto cansado—. ¿Ya te vas?
Asentí.
—Tengo que ir a la clínica veterinaria para ver cómo sigue mi gato. —Finalmente Didi me recomendó que lo llevara al veterinario, Nugget no tendría oportunidad de vivir si no comía y él no parecía dispuesto a hacerlo por su cuenta. En el segundo en que estuvimos allí lo conectaron a un suero y así pasó toda la noche del lunes. Esperaba que al llegar me tuvieran mejores noticias esta vez—. Tú estás liberada por el resto del día y del año. —Me acerqué a su escritorio, metiendo mi mano en el bolsillo para extraer el sobre que tenía para ella—. Feliz Navidad.
Le entregué el sobre con su bono de Navidad y ella se puso de pie para plantarme un rápido beso en la mejilla.
—Oh, gracias, jefe. Eres lo máximo. —Colocó el sobre en el escritorio para luego clavar su mirada en mí—. ¿Qué planes tienes para Nochebuena?
—Supongo que lo mismo de siempre, cena con mamá y Noel.
—Suena divertidísimo, pero estaba pensando que quizás tú y tu hermana podrían irse a dormir más tarde, y pasar por mi departamento. Nos hemos puesto de acuerdo en el edificio, daremos una fiesta en la azotea.
—Perfecta en este clima —comenté en burla, Marcia sonrió.
—Oh, qué más da. Con el alcohol y los cuerpos cerca, nadie sentirá una pizca de frío. —Me guiñó un ojo—. ¿Qué dices? Después de tu cena te pasas un rato, no puede dolerte algo de diversión.
Por supuesto que no iba a dolerme, en realidad sonaba como un plan que estaría haciendo cualquier treintañero para darle la bienvenida a la Navidad. Y seguramente a Noel le serviría algo de distracción, evitaría que se pusiera toda melancólica por el idiota de Gideon.
—¿Sabes? Creo que me gusta la idea de alcohol y frío en tu azotea.
—¡Hecho! —Ella dio una palmada de felicidad—. Jefe, puedes traer a quien quieras, la invitación es abierta hasta que alguno se caiga por el borde.
Sonreí.
—Espero que no lleguemos a eso. —Estaba por darme la vuelta para ir a mi oficina, cuando me detuve en el mismo impulso. Marcia elevó su mirada hacia mí con interés—. Gracias por todo, Marcia.
—No te pongas sentimental, Evan, lo hago por el dinero. —Con eso logró robarme una carcajada.
Sacudí la cabeza y me encaminé a mi oficina, listo para tomar mis cosas y marcharme a la clínica. Una vez que estuve bien abrigado para enfrentar el cada vez más molesto frío, fui a la recepción.
—¿Cierras todo? —le pregunté a mi secretaria, mientras me ponía los guantes de cuero. Maldita moto del infierno, dos pares de guantes y aún sentía que en cualquier momento perdería mis dedos.
—Sí, yo me encargo.
Me volví hacia ella.
—Gracias, Marcia. Por cierto, la decoración te quedó estupenda.
—Todo sea para contagiarte un poco de espíritu navideño.
Fingí estremecerme.
—Ya me di la vacuna para evitar cualquier contagio.
Ella rió y yo me despedí ondeando mi mano. La verdad era que me entusiasmaba muy poco la Navidad, de no ser por las decoraciones que las personas colocaban aquí y allá apenas me daría por enterado de la festividad. Año tras año la festejaba de la misma manera, comía con mi familia y me iba a la cama, por muy aburrido que pudiera sonar ya había hecho mi tradición con ello. Y era exactamente por ese motivo que esta vez iba a cambiarlo.
Dimitri y Vladimir tenían razón. ¡Oh, Dios! Espero nunca tener que volver a usar esas palabras juntas en una oración. Pero más allá de eso, no podía negar lo obvio: estaba dando vueltas en círculos. Y si eso solo se limitara a mi vida amorosa, al menos podría ignorarlo como venía haciendo desde hacía un largo tiempo, pero al parecer esta manía de dar vueltas se había extendido a casi cada aspecto de mi vida y estaba mal por mi parte solo quedarme observando. Para bien o para mal estaba vivo, bien podría comenzar a hacer algo útil de mí.
Así que festejaría Navidad, seguiría los pasos de conquista de una película y... conduciría mi motocicleta a pesar del frío polar de las calles.
Sí. Yo jodidamente podía con esto.
Creo.
***
En la clínica no me recibieron con buenas noticias, Nugget había nacido con un problema en su estómago, lo cual no le permitía procesar bien la comida y los nutrientes de la misma. Iban a tener que operarlo, pero el veterinario no tenía un buen pronóstico para el gatito. Era demasiado pequeño y estaba demasiado débil, tal vez la operación que debía salvarlo terminaría por llevárselo.
Era una mierda. Este era exactamente el motivo por el que no quería mascotas, odiaba cuando un inocente perdía injustamente sus posibilidades de vivir. Nugget ni siquiera había llegado a abrir sus ojos al mundo, y probablemente nunca lo haría.
Mi móvil vibró en mi bolsillo y yo me alejé unos pasos de la camilla donde el gatito permanecía conectado al suero, para responder.
—¿Si?
—¿Cómo está Nugget? —inquirió la familiar voz de Vladimir. Si había una persona que amara más a los animales que Didi, yo simplemente no me lo creería.
Había estado al pendiente de todo el embarazo de Mc y en cuanto los gatitos nacieron, se había acercado cada día a mi casa para revisarlos y asegurarse que iban bien. Él incluso había pasado la tarde junto a Nugget mientras yo estaba en la consulta.
—No creo que vaya a lograrlo, Vlad.
—Mierda —masculló por lo bajo—. Lo siento, Evan. Pero oye, es un luchador, se nota que lo está dando todo. —Y quizá no sería suficiente.
Suspiré.
—El veterinario quiere operarlo para arreglar su estómago, pero no sé... ¿crees que vaya a servirle de algo? ¿O solo lo mataremos más rápido?
Didi se sumió en un breve silencio, mientras lo sentía respirar pesadamente. A él la situación le dolía tanto como a mí, pues esto era justamente lo que había estado temiendo desde que supe que Mc sería mamá. Maldición, era como si yo hubiese llamado a la desgracia con mis propios pensamientos.
—Creo que deberíamos darle todas las posibilidades para vivir, Evan. Una operación es un riesgo, pero a este punto es la única esperanza que tiene.
—Entiendo —dije, carraspeando con fuerza para apartar la molestia en mi garganta. Joder, no lloraba ni con la muerte de humanos, pero estaba a punto de romperme la posibilidad de perder al hijo de mi gata. Algo estaba muy mal conmigo, se lo digo—. Vale, les diré que lo operen entonces.
—¿Quieres algo de compañía?
—No... —me silencié un segundo, volviendo en mí—. No, ya estuviste todo el día aquí. Te llamaré cuando acaben.
—Hecho, hablamos. Y dale un beso a Nugget de mi parte. —Asentí a pesar de que él no podía verme y luego colgué para hablar con el veterinario.
Una hora después ellos estaban ingresando a Nugget en el quirófano.
Me dejé caer en una silla de plástico en la sala de espera, clavando mi mirada en una televisión que solo pasaba comerciales de comida para perros y gatos. La noche anterior me los había visto todo, incluso me había aprendido los slogan de cada uno. Esa noche no volvería a caer en esa trampa, saqué mi móvil del bolsillo y sin darme tiempo a pensarlo, abrí su chat.
¿Cómo eran los condenados pasos? Había uno que hablaba de la cercanía, ¿no? Bueno qué más daba, haría mi propia versión de esa película.
¿Crees que de alguna forma tú y yo podríamos intentar ser amigos?
Le di al botón enviar casi soltando un bufido en el proceso. Yo sabía la respuesta a esa pregunta, era un jodido ¡no! Yo no quería ser su amigo, por supuesto que no lo quería. Pero ella no me había dado muchas opciones, era o aproximarme como su amigo u olvidarme de una buena vez de todo lo relacionado a su persona.
Y esa era una posibilidad que me disgustaba.
Dudo que podamos ser amigos, Evan.
Al menos me respondió, pensé para mis adentros mientras soltaba un suspiro. Si me detestara en verdad me habría bloqueado sin dudarlo un segundo, esto era un buen indicio.
Realmente me vendría bien un amigo en este momento.
Ahí estaba yo, combinando dos pasos en un solo mensaje: darle lástima y algo personal. Si esto no funcionaba yo iba a buscarme nuevos amigos, por lo que en realidad era un mensaje bastante honesto por mi parte.
¿Por qué?
Vale, Evan, pon tu corazón en esto y despierta su compasión.
Uno de mis gatitos parece que no va a lograrlo, está siendo operado mientras hablamos.
;( Mc tuvo a sus bebés?
Sí, fueron tres. Pero uno de ellos nació con un problema en su aparato digestivo.
:O
Pobrecillo!
Nada como un animalito enfermo para lograr la simpatía en una mujer. Me sentía bastante bajo haciendo esto, pero ya estaba en este barco y no iba a abandonarlo ahora.
El veterinario no le da muchas posibilidades.
Lo siento tanto.
Gracias. El pobrecillo no tuvo siquiera tiempo de armar algún recuerdo, creo que eso es lo más me molesta.
Vale, esto era muy cierto. Lástima aparte, me jodía sobremanera que Nugget tuviera que partir antes de tiempo.
Es duro, pero todavía puede salvarse. Y si no lo hace, bueno... al menos hiciste todo lo que pudiste por ayudarle.
Sí, supongo que ese será mi consuelo.
No pareces muy convencido.
Se supone que soy un experto en la muerte, pero siento que no sé nada de ella.
Nadie sabe nada de ella. Es un misterio y por eso nos asusta.
Yo no le temo a la muerte, me asusta más el después.
¿Después?
Me pregunto cómo seré recordado, si es que lo seré de alguna forma. Quién va a llorar por mí. Ese tipo de cosas completamente fatalistas, por cierto.
Jaja creo que todos nos lo hemos preguntado alguna vez, no eres tan fatalista como te gusta pensar.
Y sin darme tiempo a responder, envió otro mensaje.
¿Cómo te gustaría ser recordado?
Supongo que... me gustaría ser recordado por los buenos momentos, claro. Vivir en la parte de atrás de la memoria de la gente que me quiso en vida.
Suena lindo.
Si... aunque dudo que vaya a ser así.
¿Por qué?
Dude con mi pulgar detenido sobre el teclado, viendo como el cursor titilaba esperando mi respuesta. Me encogí de hombros. Después de todo, el primer paso versaba sobre compartir algo personal. Bien, no se me ocurría nada más personal que esto.
Bueno... me pasé gran parte de mi vida intentando pasar desapercibido para los demás, intentando ser relevante para esos quienes me importaban. Algo fácil de olvidar.
¿Y por qué? Si se puede saber...
Suspiré.
—Qué demonios.
Hay menos posibilidades de decepcionar a otros cuando nadie cuenta contigo.
Ella dejó de responder después de ese mensaje y en ese instante me convencí de lo inútil que era el primer paso de la estúpida lista. Había cosas personales que simplemente debían permanecer en ese espacio. Porque no había peor manera de intentar ganarse a una chica que diciéndole que no podía contar contigo para nada porque eres básicamente un imbécil. Genial.
Mucho para la charla corazón a corazón.
Estaba por ir hasta la máquina de café en el pasillo, cuando mi móvil vibró dentro de mi mano.
¿Te gustaría algo de compañía mientras esperas?
Y no, no era Didi el que preguntaba. Sonreí. Malditos fueran los hermanos Stepanov si tenían razón después de todo.
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Neil: Tengo miedo...
Jace: ¿De qué?
Neil: De que alguien haya tomado el lugar de Tammy y ahora esté actualizando esta historia tan seguido. Esto no es normal, se los digo.
Dimo: La última maratón de Tammy de la que se tiene registro, fue durante El Conde Fantasma y esa historia tiene más de seis años.
Jace: O_O Quizás tengan razón, esto es raro.
Evan: No lo sé, solo Tammy conoce mi historia y solo a ella le di mis conversaciones de WhatsApp. Es imposible que alguien la esté suplantando.
Neil: Pero debes admitir que todo es raro igual. Quizás alguien la está obligando... quizás...
Didi: ¿Qué más da? Ella nos tiene prisioneros aquí, quizás es el momento de escapar!
Lucas: Otra vez con tus intentos de revolución, alguien puede volver a ponerle la mordaza.
Didi: Pero... asfdafi adfqjw..qdf
Dimo: Shuuu... tranquilo, hermano. No luches, solo cede al poder del cloroformo.
Jace: En fin, ¿qué haremos con la posible falsa Tammy?
Iker: Comenzaré a investigar, en mis tiempos nada se me escapaba.
Neil: Sí, porque eras un chismoso.
Iker: ¿Quiere discutir esa teoría con mi florín, Joyce?
Neil: Prefiero hacer la dedicatoria, gracias. Pues más allá de la falsa Tammy, le agradecemos que nos de capítulos para dedicar, así que este en particular va a una lectora que dotó de significado a la palabra fidelidad.
Jace: Ella nos acompaña desde hace tanto tiempo que simplemente no podemos no recordarla con cariño. Querida LylaMikaelson supimos que hace poco fue tu cumpleaños, así que no queríamos dejar pasar la oportunidad de felicitarte.
Dimo: Eres una gran lectora.
Evan: O.o
Lucas: ¿Eso fue un cumplido?
Neil: Joder, esto es más grave de lo que pensaba! Primero Tammy actualizando y ahora Dimo haciendo cumplidos... debe ser algo en el aire.
Lucas: Pues eso... saludos, Lyla ;) Esperamos que hayan disfrutado el cap.
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